Resúmenes amplios

LOS NIÑOS PARECEN TRANSMITIR LA ENFERMEDAD POR CORONAVIRUS 2019 CON MENOS FRECUENCIA QUE LOS ADULTOS


Burlington, EE.UU.
Las pruebas existentes y la experiencia colectiva indican que los niños, especialmente aquellos en edad escolar, son focos de transmisión del coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave mucho menos importantes que los adultos.

Pediatrics 146(2):1-5

Autores:
Raszka WV

Institución/es participante/s en la investigación:
University of Vermont

Título original:
COVID-19 Transmission and Children: The Child Is Not to Blame

Título en castellano:
Transmisión de COVID-19 y Niños: El Niño No Tiene la Culpa

Extensión del  Resumen-SIIC en castellano:
1.9 páginas impresas en papel A4

La pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19) provocada por coronavirus 2 asociado al síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2) representa un problema considerable para la salud pública . Los niños se infectan con mucha menos frecuencia que los adultos y generalmente tienen síntomas más leves, aunque se describieron casos de afectación multisistémica como el síndrome inflamatorio multisistémico similar a la enfermedad de Kawasaki. Se desconoce en que medida los niños son transmisores de la infección y dilucidar este hecho es importante para orientar la toma de decisiones de salud pública como la apertura de las escuelas, guarderías y campamentos de verano hasta las precauciones necesarias para obtener un cultivo de fauces en un niño que no colabora. Según los autores se cuenta con muy poca información publicada hasta la fecha, la cual se analiza a continuación.

En Pediatrics, Posfay-Barbe y colaboradores informaron sobre la dinámica de la COVID-19 en familias de niños con infección por SARS-CoV-2 confirmada por reacción en cadena de polimerasa con transcripción inversa, residentes en Ginebra, Suiza. De un total de 40 niños menores de 16 años con diagnóstico confirmado de infección por SARS-CoV-2 entre el 10 de marzo y el 10 de abril de 2020 y 39 hogares evaluables, en solo 3 (8%), un niño fue el caso índice sospechoso, con inicio de síntomas de enfermedad anteriores a los contactos adultos residentes en el hogar. En todos los demás hogares, los niños presentaron síntomas después o concurrentemente con los contactos hogareños adultos. Estos hallazgos indican que el niño no fue el foco de infección, sino por el contrario que la adquirieron en la mayoría de los casos por contacto con los adultos. Estos datos concuerdan con publicaciones provenientes de China. De 68 niños con COVID-19 confirmada entre el 20 de enero y el 27 de febrero de 2020, con datos epidemiológicos completos, 65 (95.59%) fueron contactos hogareños de adultos previamente infectados. De manera similar, la transmisión de SARS-CoV-2 por niños por fuera del hogar parece poco común, aunque la información es limitada. En un estudio realizado en Francia, un niño de 9 años con síntomas respiratorios asociados con picornavirus, gripe A y coinfección por SARS-CoV-2 estuvo en contacto con más de 80 compañeros de clase en 3 escuelas y no se detectó infección en los contactos. En Nueva Gales del Sur,

Australia, 9 estudiantes y 9 adultos del plantel, contrajeron la infección por SARS-CoV-2 en 15 escuelas y tuvieron contacto estrecho con un total de 735 estudiantes y 128 miembros del personal. Solo se identificaron 2 infecciones secundarias, ninguno en el personal adulto. Sobre la base de estos datos, la transmisión de SARS-CoV-2 en las escuelas puede ser menos importante en la transmisión comunitaria de lo que inicialmente se creía. Este hecho diferencia drásticamente a SARS-CoV2 del virus de la gripe, ya que en este último está bien reconocida la transmisión escolar y el cierre consiguiente de las escuelas como estrategia de salud pública. Aunque estos informes no son definitivos, la transmisión escolar podría ser un problema manejable y podrían reabrirse las escuelas, especialmente para los niños en escuela primaria que parecen tener el menor riesgo de infección. Además, hay aval adicional proveniente de modelos matemáticos, que encontraron que los cierres de escuelas por si solos pueden ser insuficientes para detener la propagación de la epidemia y producen un impacto general moderado en comparación con medidas más amplias de distanciamiento físico en toda la comunidad. Todos estos datos indican que los niños no son transmisores significativos de la pandemia de COVID-19. No está claro el motivo de la poca frecuencia de la transmisión de SARS-CoV-2 de un niño a otro o a los adultos. En 47 niños alemanes con COVID-19, con hisopados nasofaríngeos positivos para SARS-CoV-2, las cargas virales fueron similares a las de otros grupos etarios. No obstante lo cual y, a pesar de similares cargas virales en los niños y en los adultos, los niños suelen tener frecuentemente síntomas leves y pueden tener tos más débil, con liberación de menos partículas infecciosas en el entorno circundante. Otra posibilidad sería que los cierres de las escuelas ocurrieron en la mayoría de las localidades junto con o antes del distanciamiento físico generalizado y la mayoría de los contactos cercanos se limitaron a los hogares, con reducción de las oportunidades para que los niños se conviertan en transmisores en la comunidad y en casos índice.

Concluyen los autores, que las pruebas existentes y la experiencia colectiva indican que los niños, especialmente aquellos en edad escolar, son focos de transmisión de SARS-CoV-2 mucho menos importantes que los adultos. Por lo tanto, señalan la necesidad de consideran estrategias hacia la reapertura de las escuelas, inclusive durante los períodos de propagación de COVID-19, a fin de minimizar los efectos sociales, sobre el desarrollo y para la salud potencialmente adversos en los niños hasta la aparición de un tratamiento eficaz o de la vacuna o, en su defecto, hasta alcanzar la inmunidad de rebaño.



ua40317

Imprimir esta página