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LAS ESTRATEGIAS PARA PREVENIR EL CONSUMO DE DROGAS ILÍCITAS DEBEN APLICARSE A TEMPRANA EDAD
(especial para SIIC © Derechos reservados)
Autor:
Jorge Alberto Rodríguez Tobar
Columnista Experto de SIIC

Institución:
Universidad de Chile

Artículos publicados por Jorge Alberto Rodríguez Tobar 
Coautores Ana Maria Fernández Tapia* Macarena Valdés Correa** Enrique Gerardo Hernández Araya*** Sergio Ramírez Pitaluga**** Catalina Valenzuela Vega***** 
Psicólogo Dr en Psicología, Universidad de Santiago, Santiago, Chile*
Enfermera, Máster em Salud Pública, Universidad de Chile, Santiago, Chile**
Profesor de Estado en Matemática y Física, Magister en Salud Pública, Universidad de Chile, Santiago, Chile***
Licenciado en Medicina, Universidad de Chile, Santiago, Chile****
Médico Cirujano, Universidad de Chile, Santiago, Chile*****


Recepción del artículo: 10 de noviembre, 2008
Aprobación: 10 de diciembre, 2008
Conclusión breve
Para prevenir el consumo de drogas entre los adolescentes, las estrategias deben comenzar en edades más tempranas, centrándose en los niños con conductas de riesgo.

Resumen

Cada día más jóvenes consumen drogas y cada vez a menor edad. Debido al estigma social y la penalización, los estudios sobre drogas ilícitas (DI) requieren metodologías que disminuyan la subdeclaración. Con el objetivo de identificar factores asociados con el consumo de DI en escolares, 234 estudiantes de 4º a 7º básico (9-14 años) fueron evaluados por 12 estudiantes del mismo colegio (metodología de pares) sobre consumo de drogas mediante un instrumento validado (entrevista estructurada). Quienes habían consumido drogas ilícitas fueron comparados con los no consumidores para identificar factores asociados con dicha conducta. Resultados: El 22.5% declaró haber consumido tabaco, 18.5% alcohol y el 3.5% drogas ilícitas durante el año previo. El grupo de consumidores de DI, tenía una edad promedio de inicio al consumo de tabaco y alcohol significativamente menor (p < 0.05) que el grupo no consumidor, y valores significativamente mayores para: consumo de drogas lícitas (DL), tabaco y alcohol en el último mes; consumo en el último año de DL y tabaco; número cigarrillos/semana y frecuencia semanal de consumo de alcohol. Conclusión: El creciente consumo infantil de DI se relaciona con un mayor número de niños que consumen DL a edades progresivamente menores. Para prevenir el consumo de DI en adolescentes, las estrategias deben comenzar en edades más tempranas, pues el problema ya está presente a los 9-14 años, centrándose en los niños con las conductas de riesgo señaladas.

Palabras clave
estudiantes, drogas ilícitas, factores de riesgo

Clasificación en siicsalud
Artículos originales> Expertos del Mundo>
página www.siicsalud.com/des/expertos.php/100823

Especialidades
Principal: Toxicología
Relacionadas: Atención PrimariaEpidemiologíaMedicina FamiliarPediatríaSalud MentalSalud Pública

Enviar correspondencia a:
Jorge Alberto Rodríguez Tobar, Universidad de Chile Facultad de Medicina Escuela de Salud Pública, Santiago, Chile


Factors Associated with the Consumption of Illicit Drugs in Students Aged 9 to 14 Years

Abstract
Every day more adolescents begin drug consumption and at increasingly younger ages. Due to social stigma and criminal sanctions, studies on illicit drugs (ID) require methodologies that reduce underreporting. To identify factors associated with illicit drug use in children, 234 students aged 9 to 14 years were interviewed by 12 students from the same school (methodology of peers) about drug consumption, using a validated instrument (structured interview). Those who had consumed illicit drugs were compared with those who had not to identify factors associated with such behavior. Results: 22.5% of students reported having consumed tobacco, 18.5% alcohol, and 3.5% illicit drugs during the past year. The group of ID consumers, had an average age of initiation to tobacco and alcohol use significantly lower (p value < 0.05) than those who did not consume ID. They had significantly higher values for consumption within the last month of licit drugs (LD), tobacco and alcohol; consumption within the past year of LD and tobacco; number of cigarettes per week and weekly consumption of alcohol. Conclusion: The rising infantile consumption of ID is related to a larger number of minors using LD and to an increasingly early beginning of consumption. To prevent teenager's consumption of ID, strategies should begin at earlier ages, since the problem is already present in children under fourteen, and they should focus on minors with the mentioned risk behaviors.


Key words
students, risk factors, street drugs


LAS ESTRATEGIAS PARA PREVENIR EL CONSUMO DE DROGAS ILÍCITAS DEBEN APLICARSE A TEMPRANA EDAD

(especial para SIIC © Derechos reservados)
Artículo completo
Introducción

Comúnmente denominamos droga a cualquier sustancia psicoactiva cuyo consumo puede generar adicción. Suelen clasificarse en lícitas o ilícitas, de acuerdo con la legislación de cada país; en general se consideran ilícitas aquellas drogas que carecen de alguna utilidad médica.1 La drogadicción es un trastorno crónico, recurrente y progresivo caracterizado por la compulsión irracional a consumir una droga y la pérdida del autocontrol para limitar dicho consumo.2 Es considerada una enfermedad psiquiátrica, de modo que el DSM IV (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, 1994) la incluye entre los “trastornos por consumo de sustancias”, bajo el nombre de dependencia de sustancias.3
Pero no todos quienes consumen drogas presentarán un trastorno por consumo de sustancias, ya que ello obedece a diversos factores, muchos aún desconocidos, que dependen tanto del individuo (características genéticas, fisiológicas, psicológicas y socioculturales) como del tipo de droga.1
La mayoría de los individuos que inicia el consumo de drogas en la adolescencia prueba una determinada droga sólo 1 o 2 veces y luego abandona su uso (consumo experimental), pero a veces dicha vivencia puede llevar al adolescente a mantener un consumo ocasional o peor aún, un consumo recurrente (Figura 1). Este último patrón de consumo implica un mayor riesgo de adquirir dependencia, de desarrollar conductas de riesgo impulsivas e irracionales, de exponerse a drogas adulteradas, de consumir más de una droga simultáneamente y de sufrir daños a la salud potencialmente irreversibles, entre muchos riesgos más.1,4









El consumo de alcohol entre los adolescentes ha aumentado en las últimas décadas. Diversos estudios señalan que tras graduarse del colegio cerca del 60% al 90% de los adolescentes han consumido algún tipo de bebida alcohólica y que 20% a 50% ha estado ebrio en el último mes. El comienzo precoz del consumo de alcohol, en los inicios de la adolescencia, es un factor de riesgo para desarrollar patrones desadaptativos de consumo en la adultez, como abuso y dependencia de alcohol.5 De Wit y col.6 estudiaron la proporción de adultos con trastornos de abuso y de dependencia de alcohol, comparando individuos que iniciaron el consumo antes de los 14 años con aquellos que lo hicieron después de los 19 años, y observaron valores significativamente mayores en el grupo de inicio precoz, tanto para abuso (13% vs. 3%) como para dependencia (14% vs. 2%).
El consumo de tabaco también afecta intensamente a niños y adolescentes. De acuerdo con el Global Youth Tobacco Survey (GYTS),7 un estudio de vigilancia mundial del tabaquismo entre estudiantes de 14 a 15 años de 140 países, el 9.5% de ellos declaró haber fumado al menos un cigarrillo durante el mes previo a la entrevista, con una mayor proporción entre los varones (12.1%) que entre las niñas (6.8%). Al comparar las seis regiones definidas por la OMS entre sí, Europa presentó la mayor prevalencia de consumo de tabaco (19.2%), seguida por el continente americano (14.3%).
Existe bastante información que demuestra una asociación entre el consumo de tabaco y el de alcohol en los adolescentes. Así, una parte importante de quienes han fumado cigarrillos en el último mes también ha bebido alcohol en igual período; la relación inversa es un poco menos frecuente.8 Según un estudio norteamericano del año 2000, el uso conjunto de alcohol y tabaco en adolescentes era de 20%,9 mientras que en un estudio alemán de 2007 alcanzó valores de 25.8%.8 Jackson y col.10 encontraron que la edad de inicio y la persistencia del consumo de tabaco eran una función del consumo previo de alcohol y, en menor medida, el inicio y persistencia al consumo de alcohol eran una función del consumo previo de tabaco.
Según la literatura, los adolescentes y adultos que desarrollan trastornos por consumo de sustancias suelen presentar una menor edad de inicio al consumo, y una mayor frecuencia y magnitud de consumo de la droga responsable, al compararlos con otros consumidores de la misma droga que no presentan el problema.8 Según Schmidt y col.,8 otro factor de riesgo es el consumo conjunto o simultáneo de drogas, de modo que los adolescentes que consumen tabaco y alcohol en forma simultánea tendrían mayor riesgo de evolucionar al abuso o la dependencia que aquellos adolescentes que consumen tabaco o alcohol en forma aislada. Según el citado estudio, el grupo de consumidores simultáneos de ambas drogas lícitas presentó, en comparación con aquellos adolescentes que sólo consumían alcohol, niveles significativamente mayores de cualidades y actitudes personales predisponentes, como mayor curiosidad por experimentar cosas nuevas, mayor expectativa de efectos positivos al beber alcohol, mayor sensibilidad a los efectos positivos de la nicotina, mayor percepción de utilidad del tabaco para afrontar situaciones estresantes y mayor dificultad para resistir la tentación de fumar en determinadas situaciones.
Por otra parte, es sabido que el consumo de drogas lícitas no sólo es dañino per se, sino también mediante su asociación con el consumo de drogas ilícitas, de modo que el consumo de alcohol y el de tabaco pueden constituir la antesala para un posterior consumo de otras drogas.4,8 En un estudio comparativo entre seis países sudamericanos11 sobre consumo de drogas entre la población de 15 a 64 años, se vio que en Argentina, Chile y Uruguay el nivel de consumo de marihuana fue 7 u 8 veces superior entre los consumidores de tabaco que entre los no consumidores. En el estudio de Schmidt y col.,8 se observó que el grupo que consumía alcohol y tabaco en forma simultánea, tenía 3 a 5 veces mayor riesgo de consumir marihuana a la edad de 15 años que los consumidores de “sólo alcohol” o “sólo tabaco”.
La nocividad del consumo de drogas traspasa los límites de la individualidad de quien las consume, perjudicando también a todos quienes le rodean. La fuerte relación explicativa que existe entre el consumo de drogas y el desarrollo de conductas de violencia y victimización es conocida desde hace años.12 En un estudio entre adolescentes chilenos13 se observó que uno de cada cuatro jóvenes que consumía marihuana había participado en peleas callejeras en el año previo a la entrevista, cifra muy superior a la observada en el grupo que no consumía. De las mujeres que declararon consumo reciente de marihuana, el 4.8% había intentado suicidarse, el 86.7% lo había intentado en el último año y el 16.9% de ellas había participado en peleas callejeras en el último año, observándose un panorama similar entre las consumidoras de alcohol. De este modo, a pesar de que sólo una minoría de la población consume drogas, ello impacta negativamente a toda la sociedad, convirtiéndose en un problema de todos.
En Latinoamérica, hasta hace pocos años no se disponía de una adecuada vigilancia del problema del consumo de drogas, debido principalmente a un déficit de recursos financieros y de recursos humanos calificados. Para sanear este problema, la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (ONUDD) creó en 1998 el Sistema Subregional de Información e Investigación sobre Drogas (SSIID) con el fin de ayudar a ciertos países sudamericanos (Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, Perú y Uruguay) a generar estudios sobre consumo de drogas en la población general y escolar. Como fruto de esta intervención se realizó recientemente un estudio sobre consumo de drogas a partir de una muestra de 61 607 personas de 15-64 años, obtenida aleatoriamente de los seis países. El informe de ese estudio11 señaló que las drogas de mayor consumo en esos países fueron el tabaco y el alcohol, pero con una importante variabilidad en la prevalencia de consumo entre cada uno de ellos. Así el consumo actual de tabaco fluctuó entre los distintos países de 19% a 44%, y el de alcohol, entre 35% y más de 50%. Los hallazgos más llamativos del estudio fueron el alto porcentaje de “consumo problemático de alcohol” (13% a 49% de los consumidores actuales), una prevalencia media de consumo reciente de marihuana superior a la media mundial (4.8%, versus 3.8%) y un promedio de consumo anual de cocaína que también superó el promedio mundial (1.4% versus 0.3%), siendo Argentina el país con mayor prevalencia de consumo para esta droga (2.7%). La proporción de consumidores que presentaba signos de dependencia fluctuó entre los distintos países según los siguientes rangos: 20% a 51% para la marihuana, 19% a 46% para el clorhidrato de cocaína y de 38% a 63% para la pasta base. En el subgrupo de 15 a 34 años, el porcentaje de consumidores que usaba más de una droga (policonsumidores) fluctuó entre 11% y 32%.
Si bien el estudio señalado constituye un importante aporte para evaluar la situación del consumo de drogas en Sudamérica, fue realizado en población general y usando metodología tradicional, lo que es poco adecuado para abordar este tipo de problemas sanitarios. Cuando se desea estudiar temáticas de baja aceptación social o de carácter ilegal, como el consumo de drogas ilícitas, los individuos portadores de tal característica (población oculta) son subrepresentados por los estudios poblacionales tradicionales, lo que origina una subvaloración del riesgo real.14 Existen metodologías especiales para ubicar poblaciones ocultas y estimar con mayor precisión el impacto de problemas de baja aceptación social, una de las más conocidas es la “metodología de entrevistador de acceso privilegiado” (EAP), utilizada con éxito en Europa15-17 y también en Chile.18-20 Otra alternativa es la “metodología de pares”, que surgió en Chile como una adaptación a la metodología EAP, y que consiguió detectar tasas de consumo superiores a las pesquisadas por metodologías tradicionales.21,22
Sabemos que el consumo de drogas es una práctica tan antigua como la humanidad y, tal como hemos visto, no sólo constituye un problema sin resolver, sino que continúa agravándose. Es difícil definir los motivos que han determinado su expansión pandémica, pero actualmente es reconocido como un importante problema de salud pública en todo el mundo.1 Desde la primera vez que este problema se discutió en el ámbito multinacional (Shangai, 1909) hasta la fecha, se han diseñado numerosas estrategias para frenar su crecimiento, pero sin lograr mayores resultados. Las últimas décadas se han caracterizado por una mayor inversión en investigación científica y en programas de vigilancia, con el objetivo de reunir evidencia que permita diseñar estrategias más costoefectivas y luego evaluar los resultados de dichas estrategias a través de un adecuado seguimiento.1
La etiología de la drogadicción es multifactorial y ninguna de las causas conocidas es indispensable ni suficiente para explicar el inicio del consumo, de modo que en cada individuo se da una combinación particular de factores predisponentes y desencadenantes.4 Si se sabe que tanto el inicio al consumo de drogas como su persistencia depende de múltiples causas, entonces su abordaje debe ser también integral, de modo que las intervenciones deben ir orientadas a combatir el problema en todos sus frentes. Un error importante de las estrategias sanitarias implementadas durante el siglo pasado fue que se enfocaron exclusivamente en reducir la oferta de drogas declarándole la guerra al narcotráfico, pero ello fue en desmedro de estrategias preventivas para reducir la demanda.1
Luego de todo un siglo de guerra contra el narcotráfico casi sin resultados, en 2007 fue posible frenar el crecimiento histórico de los mercados internacionales de las principales drogas ilícitas e incautar un mayor porcentaje de la producción global, de modo que “el 42% de la producción mundial de cocaína y el 26% de la producción de heroína nunca llegó a los consumidores”.23 Si bien ello constituye un logro sanitario importante, no hay que olvidar que es necesario atacar ambos, oferta y demanda, en forma simultánea.1
Las intervenciones de mayor costoefectividad para reducir la demanda de drogas, son las estrategias de prevención primaria, seguidas por las de prevención secundaria, de modo que las primeras estarían destinadas a evitar el inicio del consumo de drogas, y las segundas, a evitar la persistencia del consumo en aquellos individuos que ya lo han iniciado.
Si consideramos que la adolescencia es la etapa de la vida en que con mayor frecuencia se inicia el consumo de drogas,4 parece lógico implementar las estrategias de prevención en este grupo poblacional, sin embargo, diversos estudios en adolescentes han sugerido una progresiva disminución de la edad de inicio del consumo de drogas, con una creciente prevalencia de consumidores cada vez menores.7,21,22,24-26 Pero siendo una tendencia reciente, aún no hay suficiente evidencia disponible respecto de la magnitud y características del consumo de drogas por parte de los escolares pequeños. La mayoría de los estudios nacionales e internacionales sobre consumo de drogas considera a la población de 15 a 65 años, y sólo unos pocos tienen en cuenta a los niños de 13 a 14 años. En Chile, la Comisión Nacional para el Control de Estupefacientes (CONACE) ha realizado estudios en población escolar desde hace 10 años,25 sin embargo, dichos estudios también incluyeron población a partir de los 15 años, y además, no consideraron metodologías especiales para poblaciones ocultas, de modo que posiblemente subestiman la magnitud del problema. Los estudios disponibles en Chile que han usado metodología de pares fueron realizados en población universitaria de 18 a 26 años,22 de modo que falta información confiable respecto del consumo de drogas en la población escolar.
A la luz de la información disponible, dos inquietudes orientan el presente trabajo: ¿estamos dirigiendo las estrategias de prevención primaria a una población blanco adecuada?; es decir, ¿están siendo implementadas en el momento previo al inicio del consumo o se implementan tardíamente? Y por otro lado, ¿es posible predecir cuáles niños presentan mayor riesgo de iniciar el consumo de drogas ilícitas? Por todo lo descrito, el objetivo del presente estudio es evaluar el consumo de drogas lícitas e ilícitas entre escolares de 4° a 7° básico (9 a 14 años) e identificar factores que se asocien al consumo de drogas ilícitas.



Material y métodos

Para estudiar la prevalencia de consumo de drogas en escolares de 4° a 7° básico, se diseñó un estudio transversal descriptivo correlacional, considerando una muestra estudiantes de distintos colegios de las comunas de Recoleta y Huechuraba, en Santiago de Chile; sin embargo, sólo dos de los establecimientos que fueron invitados accedieron a participar de la investigación y dar las facilidades para el cumplimiento de los requisitos metodológicos del estudio.



Muestra

El tamaño muestral mínimo se calculó en 234 escolares, considerando una tasa de consumo de drogas lícitas de un 11%, un nivel de confianza de 95%, un error máximo de estimación de 4% y una potencia de un 50%.
La muestra fue obtenida a partir de dos colegios del Area Norte de Santiago, uno fiscal y otro con financiamiento particular subvencionado. Para realizar el muestreo, primero se censó a la totalidad de los escolares pertenecientes a los cursos de 4º, 5º, 6º y 7º año de enseñanza básica de ambos colegios, excluyendo aquellos cuya edad fuese menor de 9 o mayor de 14 años, para luego seleccionar aleatoriamente 234 alumnos, bajo el supuesto de que el consumo de drogas sería heterogéneo hacia el interior de cada establecimiento pero homogéneo entre ambos colegios.
De este modo la muestra quedó constituida por 124 escolares de sexo femenino y 110 de sexo masculino; 105 alumnos provenían desde el colegio municipalizado y 129 del colegio particular subvencionado.



Capacitación voluntarios

Para disminuir la subdeclaración del consumo de drogas, los datos fueron recolectados utilizando una metodología especial para poblaciones ocultas, denominada metodología de pares, la cual consiste en utilizar como entrevistadores a individuos que sean “pares” de los entrevistados, es decir similares en edad, actividades, rol social, etc., de modo de crear un ambiente de confianza que permita al individuo interrogado responder con sinceridad, disminuyendo su temor a ser juzgado, criticado o sancionado por sus respuestas.21,22 Es decir, para este caso, los entrevistadores debían ser escolares entre 9 y 14 años.
Se reclutaron voluntarios provenientes del mismo universo que la muestra, quienes al momento de postular desconocían los objetivos del estudio. Entre los 12 entrevistadores seleccionados había escolares de ambos sexos y de ambos establecimientos, incluyendo alumnos de todos los cursos que participaron del estudio.
Se realizaron cuatro reuniones, de 2 a 3 horas cada una, para capacitar al grupo de voluntarios. En la primera sesión se les explicó el objetivo del estudio, las características del instrumento que se utilizaría para recolectar la información y cómo aplicar dicho instrumento, enfatizando en el anonimato y confidencialidad que requiere la entrevista. En las otras tres reuniones se practicó la aplicación del instrumento, de modo que al inicio de cada sesión se formaron parejas para que cada voluntario pudiera practicar alternadamente el rol de entrevistador y de entrevistado (role playing). Antes de finalizar cada sesión, y a través de la técnica de focus group, se analizaron y discutieron todas las dudas que hubiesen surgido durante el role playing.



Instrumento de medición

Los datos fueron recopilados utilizando el instrumento desarrollado por Rodríguez y Hernández,27 el cual se encuentra validado para adolescentes chilenos de 18 a 26 años y fue adaptado para población escolar, desde el punto de vista del contenido y la semántica. Consiste en una entrevista estructurada con preguntas cerradas y abiertas, que evalúan conductas de riesgo a través de 45 preguntas agrupadas en tres dimensiones: drogas lícitas (10 ítem), ilícitas (25 ítem) y delitos y creencias (10 ítem). Analiza, entre otras variables, la edad, sexo, parentesco de quienes viven con el escolar, nivel educacional y situación laboral de los padres, y el consumo de drogas lícitas e ilícitas por parte del encuestado. Su consistencia alcanza un alfa de Cronbach de 0.69, que fluctúa entre 0.62 y 0.77 por dimensión. La validez factorial de este instrumento ha constatado que los ítem se agrupan en los tres factores propuestos teóricamente, explicando un 78% de la varianza en su conjunto.
Dicho instrumento considera como drogas lícitas el tabaco y el alcohol, excluyendo otras drogas lícitas como cafeína, benzodiazepinas, etc. Define como consumidores de tabaco a aquellos que fuman al menos dos veces por semana y, como consumidores de alcohol, a quienes que beben al menos una vez por semana (Figura 1).



Aplicación del instrumento

Antes de comenzar la recolección de datos se solicitó el consentimiento informado para participar en el estudio a los entrevistadores y entrevistados, garantizándoles la confidencialidad del procedimiento. Ningún alumno se negó a la entrevista.
Siguiendo los requisitos técnicos de la metodología de pares, la entrevista fue realizada en los patios, salas y casino de los colegios donde se tiene acceso a todos los alumnos. Para minimizar los posibles sesgos en la declaración del consumo, a cada entrevistador se le solicitó abstenerse de entrevistar a compañeros de su mismo curso.



Análisis estadístico

Los datos obtenidos fueron analizados con el software SPSS 14.0, calculando intervalos de confianza del 95% para los indicadores descriptivos y realizando distintas pruebas de asociación según las características de cada variable (t de Student, prueba F, chi cuadrado, exacta de Fisher, unilateral y bilateral) aceptando para cada una de ellas un nivel de significación máximo de 5%.



Resultados

La edad media de la muestra fue de 11.5 años, con una desviación estándar de 1.5 y un intervalo de confianza del 95% de 11.3 a 11.7 años.
El 53% de la muestra estuvo constituido por escolares de sexo femenino, quienes tenían una edad de 11.6 ± 1.5 años (IC 95%: 11.3-11.8). La edad de los varones fue de 11.3 ± 1.6 años (IC 95%: 11-11.6).
La mayoría de los escolares (62.2%) señaló vivir con ambos padres, el 24% vivía sólo con su madre y sólo un 3.9% dijo vivir con alguien distinto de sus padres.
En promedio se encontró una prevalencia de consumo reciente de 22.5% para el tabaco, de 18.5% para el alcohol y de 31.4% para las drogas lícitas en conjunto. La prevalencia media de consumo actual fue de 15.4% para el tabaco, de 7.9% para el alcohol y de 18.8% para drogas lícitas. Los intervalos de confianza respectivos pueden observarse en la Tabla 1.
Los resultados más alarmantes se observaron al evaluar el consumo de drogas ilícitas y la participación en peleas callejeras. Así, la prevalencia del consumo reciente de drogas ilícitas (marihuana, cocaína, pasta base, éxtasis, anfetaminas, inhalantes, etc.) fue llamativamente alta, con un promedio de 3.5% y un rango de 1.15% a 5.9%. La prevalencia del consumo actual de drogas ilícitas fluctuó entre 0.1% y 3.5%, con una media de 1.8%.
Respecto de la participación en peleas callejeras, el 23.1% declaró haber tenido dicha conducta dentro de los últimos 30 días y un 48.3% dentro del último año (Tabla 1).









La Tabla 2 muestra los indicadores descriptivos y los intervalos de confianza calculados para las variables asociadas al consumo de drogas. En ella se observa que la edad de inicio al consumo de tabaco fue de 11.9 ± 0.2 años, y la para el alcohol fue de 12.3 ± 0.2 años, sin que hubiera diferencias significativas entre ambas. En cuanto a la magnitud y frecuencia del consumo de alcohol, se obtuvo un consumo de 3.2 ± 0.7 vasos/semana y una frecuencia de 1.7 ± 0.3 veces/semana.









De acuerdo con el objetivo principal del presente trabajo, se compararon las diversas variables entre escolares que declararon consumir drogas ilícitas y los que no presentaban esa conducta, con el objetivo de identificar los factores predictores del consumo de drogas ilícitas (Tabla 3). Luego, los escolares consumidores de drogas ilícitas presentaron valores superiores de consumo actual y reciente de tabaco, alcohol y drogas lícitas, de participación actual y reciente en peleas callejeras, mayor magnitud de consumo de tabaco, mayor frecuencia de consumo de alcohol y, por el contrario, una menor edad de inicio al consumo de tabaco y de alcohol, siendo todas estas diferencias significativas respecto del grupo de escolares que no consume drogas ilícitas, salvo el consumo reciente de alcohol, que no alcanzó significación estadística.









Discusión

El consumo de drogas, a pesar de lo que muchos piensan, es susceptible de ser prevenido. Las estrategias de prevención empleadas entre las décadas de los ’50 y los ’90 fracasaron rotundamente, por lo cual la efectividad de la “prevención” en esta área se ha puesto en tela de juicio, llevando a pensar erróneamente que no es posible prevenir el consumo de drogas y que “la lucha contra las drogas está perdida”. Pero el fracaso de dichas estrategias iniciales se debe a otros factores, especialmente a un diseño empírico carente de sustento científico y a una ejecución incompleta y a la cobertura deficiente, producto de la falta de recursos destinados a tales estrategias.1
Actualmente hay mayor información disponible y de mejor calidad para fundamentar el diseño de estrategias de prevención; sin embargo, también quedan muchas preguntas por responder. Por ejemplo, en el ámbito de la prevención primaria, es necesario definir con claridad la población “diana” o “blanco”, puesto que al parecer el inicio del consumo de drogas se ha trasladado hacia edades más precoces, por debajo del límite de edad del grupo tradicionalmente considerado “de riesgo”. Al revisar la literatura internacional, vemos que no hay suficiente información sobre el consumo de drogas en niños, pues la mayor parte de los estudios consideran a la población de 15 a 64 años de edad. En Chile y los otros cinco países del SSIID11 se observa una primera iniciativa al respecto, pues los estudios realizados el 2006 y 2007 incluyeron a la población de 12 a 65 años. Pero, ¿será suficiente el límite arbitrario de 12 años? ¿Qué pasa con los niños menores de 12 años?
Los resultados obtenidos en el presente estudio concuerdan con lo observado en el estudio comparativo de los países del SSIID, donde se vio que en Argentina, Chile y Uruguay el 25% de los consumidores de tabaco iniciaron el consumo antes de los 15 años, y el 25% de los consumidores de alcohol inició el consumo un año después de la edad de inicio del tabaco. La edad media de inicio del consumo de marihuana en Argentina y Chile fue de 18 años, la menor de todo el grupo y, en Argentina, el 25% de los consumidores de cocaína iniciaron el consumo antes de los 16 años y el 50% antes de los 18 años.11
Hay que destacar que en comparación con el estudio del SSIID, el presente trabajo presenta dos fortalezas: en primer lugar, considera una población más joven, con una edad media (11.5 años) que se encuentra bajo el límite inferior de la población evaluada en el SSIID, y en segundo lugar, utiliza una metodología especial para poblaciones ocultas, lo cual no ha sido considerado por los estudios del SSIID.
Otro aporte importante de este trabajo es la determinación de factores predictores del consumo de drogas ilícitas para este grupo etario (Tabla 3), lo cual permite identificar un subgrupo de escolares con mayor riesgo de iniciar el consumo de drogas ilícitas, hacia quienes se deben orientar con mayor énfasis las estrategias de prevención primaria. Los factores predictores encontrados concuerdan con los descritos en la literatura para grupos poblacionales de mayor edad.5,6,8-10
En cuanto a las debilidades, el presente estudio presenta el mismo tipo de sesgo que todos los estudios sobre consumo de drogas realizados en estudiantes, el cual está dado por la exclusión de aquellos niños y adolescentes que no asisten a un centro educacional, lo cual es muy importante en virtud de la asociación que existe entre deserción escolar y consumo de drogas. Sin embargo, es posible que la magnitud de este error sea menor que en otros países, dado que desde los años ’60 la cobertura del sistema educativo chileno ha mantenido un crecimiento sostenido, siendo actualmente muy cercana al 100%.28
En conclusión, el consumo de drogas es un problema de múltiples aristas, y como tal requiere un abordaje con múltiples estrategias. Los esfuerzos internacionales por reducir la oferta mediante un ataque enérgico y sostenido contra el narcotráfico, son una herramienta efectiva pero insuficiente, pues abordan sólo una parte del problema. Los avances científicos en materia de tratamiento y rehabilitación de los adictos también son un aporte, pero constituyen una estrategia de “reducción de daños”. El aumento progresivo de la demanda de drogas constituye un problema que ha sido abordado en forma deficiente en las últimas décadas, por lo que hay que poner énfasis en diseñar e implementar estrategias adecuadas de prevención primaria y secundaria, cuyos efectos se sumen a los logros alcanzados en los otros frentes.
La evidencia científica debe ser el fundamento con el cual se diseñen las intervenciones sanitarias y para evaluar sus resultados, generando una retroalimentación que permita fortalecer aquellas estrategias que demuestren ser útiles y descartar aquellas que produzcan peores resultados que las demás estrategias disponibles. El presente trabajo entrega evidencia científica que permitirá centrar los esfuerzos de prevención primaria en aquellos escolares que aún no han iniciado el consumo de drogas ilícitas y que presentan un mayor riesgo de presentar tal conducta en el futuro, como serían aquellos escolares que al momento de cumplir los 9 años se inician en el consumo de tabaco o alcohol o comienzan a participar en peleas callejeras. También entrega información para diseñar estrategias de prevención secundaria, pues muestra que entre los 9 y 15 años un 3.5% de los escolares ya ha iniciado el consumo de drogas ilícitas, de modo que es el momento de evitar que comiencen un consumo recurrente, con el riesgo que ello implica de llegar al abuso o a la drogadicción.
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