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CIENCIAS DE LA SALUD Y GENERACIÓN DE CONOCIMIENTOS: UNA TERTULIA EN EL ENTORNO DE LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL IBEROAMERICANA
(especial para SIIC © Derechos reservados)
Autor:
Carmina Wanden-Berghe
Columnista Experta de SIIC

Institución:
Universidad CEU Cardenal Herrera

Artículos publicados por Carmina Wanden-Berghe 
Coautores LD Castiel* J Sanz-Valer** 
Fundación Oswaldo Cruz*
Universidad Miguel Hernández, Alicante, España**


Recepción del artículo: 6 de enero, 2012
Aprobación: 31 de julio, 2012
Conclusión breve
Establecer un análisis reflexivo de las caractyerísticas más relevantes que toma la investigación en el marco del Programa de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo. Los objetivos y formas participativas, la implicación de los diferentes miembros de las redes tematicas y los resultados que se esperan.

Resumen

Trabajo basado en la reflexión y contraste de opiniones a modo de tertulia generada en el entorno de la cooperación internacional iberoamericana. Se discuten las siguientes preguntas: ¿cómo se entiende la investigación?, ¿cómo se aprende y se enseña a investigar? Y, quizás, lo más importante: ¿cómo se practica? Para contestarlas, vamos a imaginar dos personajes antípodas (¿o no?), como estereotipos ideales: Método (Meto), que sostiene que los cánones metodológicos científicos consagrados en el proceso de producción de conocimientos son plenamente satisfactorios para la realización de sus propuestas. Y, el otro, Epistemología (Temo) que presenta un ejercicio de crítica conceptual y teórica en cuanto a las premisas de este modelo de hacer ciencia y sus implicaciones políticas en el tipo de conocimiento generado.

Palabras clave
investigación interdisciplinaria, conocimiento, metodología, dducación de postgrado, cooperación internacional

Clasificación en siicsalud
Artículos originales> Expertos del Mundo>
página www.siicsalud.com/des/expertos.php/124806

Especialidades
Principal: BioéticaEducación Médica
Relacionadas: Salud Pública

Enviar correspondencia a:
Carmina Wanden-Berghe, Universidad CEU Cardenal Herrera, 03540, Alicante, España


Healthcare Sciences and Knowledge Production: Debate about Iberoamerican International Cooperation

Abstract
Work based on the reflection and contrast of opinions generated as a gathering in the international Ibero-american cooperation.

The following questions are discussed: How investigation is understood? How to learn and teach to investigate? And maybe the most important question, how is it practiced?

To answer, let imagine two antipodes characters (or not?) as ideal stereotypes: Method (Metho) which supports that the methodological scientific canons consecrated on the knowledge production process are fully satisfactory for the realization of their proposals. And the other character is Epistemology (Temo) that provides an exercise of conceptual and theorical critic in relation to the premises of this making science model and their policy implications in the type of knowledge generated.


Key words
methodology, knowledge, interdisciplinary research, graduate education, international cooperation


CIENCIAS DE LA SALUD Y GENERACIÓN DE CONOCIMIENTOS: UNA TERTULIA EN EL ENTORNO DE LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL IBEROAMERICANA

(especial para SIIC © Derechos reservados)
Artículo completo
Introducción

Nada más lejos que pretender aportar normas o conclusiones sobre el tema. Más bien, proponer opiniones sobre la “formación de las deformaciones” y la producción espontánea, o no, de soluciones que condicionan la continua metamorfosis de los procesos, formales o informales, que permiten la generación de conocimientos en las ciencias de la salud. Y hacer flotar todo ello sobre una “suculenta salsa” de cooperación internacional iberoamericana.

Para discutir sobre la generación de conocimientos, quizás podría ser adecuado comenzar por la problemática interna propia del proceso investigativo.1 Reflexionemos, si cabe, sobre la visión epistemológica de la producción científica en el contexto iberoamericano, que incluye conceptualizar lo que se entiende por ciencia, investigación científica, metodología, proyecto, implicaciones político-económicas y su condicionamiento a las actividades científicas de esta sociedad. En particular, en este momento histórico, que plantea las siguientes cuestiones: ¿cómo se entiende la investigación?, ¿cómo se aprende y se enseña a investigar? Y, tal vez, lo más importante: ¿cómo se practica?
Con la finalidad de contestar tales preguntas, vamos a imaginar dos personajes antípodas (¿o no?), como estereotipos ideales: Método (en adelante, Meto), que sostiene que los cánones metodológicos científicos consagrados en el proceso de producción de conocimientos son plenamente satisfactorios para la realización de sus propuestas. Y, el otro, Epistemología (en adelante, Temo), que presenta un ejercicio de crítica conceptual y teórica en cuanto a las premisas de este modelo de hacer ciencia y sus implicaciones políticas en el tipo de conocimiento generado.

En síntesis, de alguna manera, Meto, obviamente, representa la idea de rigor científico muy bien sostenida por los manuales de metodología: la importancia de los procedimientos de investigación para que los objetos estudiados sean lo más exactos posible y representen las categorías estudiadas con el fin de que generen intervenciones para el avance de las condiciones de salud y calidad de vida.

Por ejemplo, Temo propone el estudio del autocontrol (incluso en los hábitos dietéticos), en el cual investigadores neozelandeses supervisan a mil personas hasta los 32 años y miden su autocontrol de varias maneras: aplicando cuestionarios, entrevistando a padres y maestros e, incluso, a los propios individuos. Conclusión: los niños y niñas capaces de moderar su comportamiento se convierten en adultos más sanos, con menor tendencia a la obesidad, menos casos de caries dentales y menor prevalencia de enfermedades de transmisión sexual. Además, ellos presentan menos problemas de alcoholismo, drogadicción y, tema también estudiado, adquieren menos deudas.2

La pregunta que hace Temo es: “¿Qué premisas acerca del individuo, de la sociedad o de la supuesta realidad pueden estar subyacentes en una investigación como esa?”. Meto, sin restar importancia a lo sugerido, responde que el hecho que dirige una investigación no tendría por qué poner en duda la aplicación de una correcta metodología, aunque podrían existir divergencias en las conclusiones, ya que habría que considerar los factores intelectuales. Además, para Temo, es plausible discutir la idea de “metodológicamente correcto” y traer a colación a John Law,3 cuando propone pensar en los métodos de modo más amplio.


Aprender y enseñar a investigar

Como inicio de este apartado, y quizás para prevenirse, Meto está dispuesto a reconocer que la ideología cientificista, que busca como meta la investigación aplicada y el logro de un producto final, se ha impuesto en todas las disciplinas, tanto en el plano del conocimiento como en el ejercicio de la profesión y, por ende, se ha trasladado a la docencia. Tal vez, podría ser conveniente repensar la conceptualización y la reorientación de la formación de pregrado y posgrado dirigida a desarrollar la investigación. Ahora bien, el hecho de cumplir con el rigor del método científico no debe ser, en ningún caso, el obstáculo del verdadero objetivo de la investigación: la construcción de nuevo conocimiento.

Asimismo, Temo advierte sobre los riesgos que trae la ideología del cientificismo con su imperativo (científico) de lo que es la verdad, al que se agrega otro imperativo (ahora ético), que establece que esa verdad representa lo que es bueno (en el caso de la investigación acerca del autocontrol, eso es lo bueno porque la ciencia lo ha probado).

Igualmente, hay que tener en cuenta que, en algunos cursos de metodología, lo que se intenta enseñar son los procedimientos de investigación como las mejores técnicas para producir verdades desde el punto de vista del empirismo, tal cual se sostiene en las tradiciones de la teoría de la ciencia cuando se afirma que las verdades científicas se originan y se desarrollan de manera que pueden ser generalizadas a partir de observaciones empíricas apropiadas.

Estas presunciones sostienen que se debe pensar en categorías basadas en dualismos (sujeto/objeto; individuo/sociedad; naturaleza/cultura; general/particular; cuerpo/mente; realidad/representación; estructura/agencia).4 Pero, en ocasiones, estas dicotomías no sirven para estudiar algunas cuestiones u objetos que no son tan estables o no están bien definidos, como el trastorno de hiperactividad, el déficit de atención, el síndrome de fatiga crónica o la distimia. En realidad, Meto recuerda que la formación metodológica dirigida, sobre todo, a las enseñanzas de posgrado tendría que discutir los aspectos relacionados con las teorías acerca de la producción del conocimiento y sus implicaciones metodológicas, teóricas y epistemológicas.

Puede ser que el modelo “aprender a investigar investigando”, en el que la formación se dirige, principalmente, al diseño del proyecto, al desarrollo del proceso de investigación y a la producción del informe final (tesis de maestría, tesis doctoral, etcétera), no contemple el adecuado acompañamiento, la asesoría, la tutoría, la cooperación, la consulta ni la confrontación de ideas, tratado todo ello desde un punto de vista constructivo. Este tipo de enseñanza conduce a que la producción de conocimiento se encuadre en una metodología técnico-aplicativa, corriendo el riesgo de que una teoría se convierta en una aplicación dogmática, que transforme un trabajo creativo en algo rutinario. En consecuencia, es indispensable desarrollar la enseñanza de la investigación de manera concreta, haciendo investigación para explicar fenómenos y dar respuestas a problemas epistemológicos, educativos y sociales5.


La investigación en la práctica

A Temo le preocupa que la palabra “método” no incluye todos los “arreglos” que involucran las implicaciones técnicas, gerenciales, financieras, políticas, estratégicas, comunicacionales, etcétera, en el ejercicio práctico de esta concepción de método. Además, en el contexto de la práctica, se presentan dificultades que no son explicadas cuando se considera la realidad externa. Por ejemplo, los siguientes conceptos:

Anterioridad: la realidad externa tiene precedencia en relación con nosotros. ¿Es así? Es difícil hacer esta afirmación. En general, la respuesta es “no”. La realidad y las afirmaciones sobre ella se producen conjuntamente mediante técnicas disciplinarias, de manera específica, en los laboratorios.

Independencia: la realidad externa es, en general, independiente de nuestras acciones y de nuestras percepciones. ¿Es así? Depende de lo que se entiende por “percepciones” y “acciones”. Para situaciones específicas de la producción científica, la respuesta es, en gran parte, “sí”. Resulta difícil pensar en circunstancias en las cuales sea posible imaginar, percibir o actuar en realidades como algo individual. Desde este punto de vista, la realidad existe en forma independiente de nosotros. Pero, en términos colectivos y a largo plazo, no. Las realidades particulares pueden pasar a existir bajo situaciones de estrategias, aparatos de investigación y prácticas disciplinarias de las ciencias, que producen relatos de la realidad.

Definibilidad: la realidad externa se compone de un conjunto definible de formas y relaciones. ¿Es así? Sí y no. Cuando las afirmaciones se ajustan y se refuerzan unas en relación con las otras, los objetos correspondientes son nombrados y pasan a poseer un aspecto definido. Cuando esto no ocurre, no. Aunque el objetivo de nuestra actividad científica sea generar afirmaciones definidas que tengan correspondencia con realidades definidas, la mayoría de las veces, las preguntas científicas lidian con la incertidumbre y las dificultades de elegir las decisiones correctas.

Univocidad: el mundo es común, compartido; aun así, se considera que es el mismo en todos los lugares. ¿Es así? Sí, pero solamente después de que las controversias se resuelven y las afirmaciones acerca del mundo se han fijado sin dudas. Antes de eso, la realidad es indefinida y puede, incluso, ser múltiple como resultado de distintos conjuntos de abordajes y prácticas de investigación.3

Meto señala que así es, efectivamente; pero estas aseveraciones son muy válidas en la investigación en las ciencias sociales e, incluso, en muchos aspectos relacionados con las ciencias de la salud cuando el modelo no trasciende el dictado de conceptos metodológicos descontextualizados. Aunque también hay que reconocer que, si el método se aplica con el rigor adecuado (formación previa, planteamiento apropiado de los objetivos, ética en las acciones y en las intenciones, evaluación de los riesgos y beneficios), los fines van a estar “bien controlados”. Quizás, la pérdida del rigor se deba a olvidar que el fin último de la investigación exige que los participantes y sus comunidades se beneficien de sus resultados de una manera más directa que la habitual, y esto es debido al hecho de que los donantes (físicos o jurídicos) están centrando más la atención en el impacto que tienen sus inversiones en la investigación.6 Los prestadores quieren recibir bienes y servicios eficaces y que surtan efecto, y, sobre todo, que se basen en las mejores pruebas disponibles. Sin embargo, estas prácticas no tienen que ver con la correcta aplicación del método, sino con la “necesidad” de conseguir resultados aplicables en suficiente cantidad y en el espacio de tiempo más breve posible. Podríamos decir que vivimos en un combate “método contra producción”.

Además, Meto señala que la correcta aplicación del método científico sirve para protegerse del paternalismo institucional que impregna la corriente actual por la que discurre la aplicación científica práctica.

¿No se debería reflexionar si la discusión debe centrarse en método sí o método no? Tal vez, el problema es cómo se está llevando a cabo la aplicación práctica del método en la investigación y si este debe tener en cuenta otros aspectos que, en ocasiones, no se plantean.

Meto continúa manteniéndose en sus trece y sostiene que puede ser interesante tener presente las palabras de Fuster y Sampedro:7 “La ciencia debe ser rigurosa en sus exigencias, exige la metodología científica, la contrastación empírica y demás verificaciones, pero la ciencia no es sabiduría. La sabiduría es mucho más que la ciencia, incluye la visión de la vida y la visión vital no es cuantificable”. En esto seguramente sí que se puede llegar al acuerdo.

En este punto, Temo recuerda a Paul Feyerabend, un autor de la filosofía de la ciencia que genera controversias. Él es, junto a Thomas Kuhn, aunque de manera independiente, autor de la Tesis de la inconmensurabilidad (se define como “la falta de una unidad común de medida que permita una medición directa y exacta entre dos variables”). Conocido por el aforismo “todo está permitido” y por estar, supuestamente, “contra el método”, lo que, en general, es una simplificación peligrosa de sus ideas. De todas maneras, es importante tener en cuenta su razonamiento cuando se refiere a que la idea del método con principios sólidos, inmutables y obligatorios está basada en una concepción ingenua del hombre y de sus entornos sociales.

Además, afirma que la investigación exitosa no sigue patrones generales y no puede ser explicada de una manera simple. Hay una premisa (que no se discute) de que la “ciencia” tiene éxito porque usa procedimientos uniformes. En realidad, ni siempre lo que hacen los científicos tiene éxito, ni quizás se deba, en ocasiones, llamar “ciencia”. Hay muchos fracasos cobijados bajo el nombre de “ciencia”. En definitiva, no existen procedimientos rigurosamente uniformes que siempre concluyan en triunfo. Feyerabend utiliza una metáfora provocadora: los científicos son como arquitectos que construyen edificios distintos, que solamente pueden ser evaluados cuando estás finalizados. Seguramente, permanecerán en pie, o no. No existe garantía total hasta la finalización de la construcción.8

Asimismo, de manera tal vez menos radical, siguiendo a Sousa Santos,9 como Temo ya ha explicado, hay una noción de que la ciencia es independiente de la cultura, cuando, por lo general, se tiene que considerar que no existe una ciencia sin interferencias, ya que ella sufre influencias del contexto sociocultural en el que se produce. Así que, en lo que se refiere a la ciencia, podemos intentar ser objetivos, pero no neutros. O sea, ser objetivos porque tenemos a nuestra disposición procedimientos de las ciencias sociales y de la salud para producir un conocimiento que sea el más riguroso posible; pero no es posible estar en un lugar de neutralidad si vivimos en contextos sociales muy injustos. Es necesario considerar esta importante distinción siempre que se genere ciencia de la salud.


La investigación en el entorno de la cooperación iberoamericana

La investigación científica iberoamericana ha evolucionado notablemente a lo largo de los últimos años, estimulada por políticas de desarrollo de la ciencia y la tecnología. Aunque hay que tener en cuenta que se parte de un atraso considerable en número de investigadores y de doctores.10

En el informe realizado por la RICYT (Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología), para 2010, la inversión en investigación y desarrollo duplica aquella realizada 10 años antes. América Latina y el Caribe son el bloque geográfico que más crece, aunque su participación en el total mundial continúe siendo porcentualmente poco significativa respecto de otros bloques.11 Se puede decir que el rendimiento de los científicos latinoamericanos ha sido, en cierto modo, superior al énfasis puesto en la ciencia y tecnología por las políticas públicas.

Uno de los grandes problemas identificados en el informe de la RICYT es la fuga de cerebros. Muchos científicos capacitados dejan América Latina en busca de mejores condiciones para desarrollar sus investigaciones. Las economías más desarrolladas, usuarias in extenso de la ciencia y tecnología, operan como enormes imanes que atraen cuantiosos flujos de especialistas capaces de generar ideas o productos.12 Esta situación es la que propone Meto como tema de discusión principal de este apartado. Ha observado cómo muchos gobiernos otorgan becas para que sus egresados universitarios continúen su formación en el exterior, pero luego pierden el contacto con los estudiantes o no se les ofrece un retorno adecuado que permita el aprovechamiento docente de los conocimientos adquiridos. ¿No podría ser más interesante disponer de sistemas sofisticados y completos de formación en estructuras virtuales? Se pone como ejemplo a los centros virtuales de investigación, donde los investigadores pueden tener acceso a formación continua, relación con otros profesionales y desarrollo de proyectos de cooperación, contando, incluso, con laboratorios virtuales. En parte, podría resolver este problema, ya que se posibilitaría un mayor acceso a la formación e investigación en entornos internacionales a menor costo.

Posiblemente, estas propuestas puedan ir fructificando dentro del nuevo Espacio Iberoamericano del Conocimiento (EIC). Aunque se ha hablado mucho de la necesidad de establecer mecanismos regionales de cooperación, las circunstancias actuales lo hacen aun más necesario. Y es en este panorama general en el que se inserta la construcción del EIC, que pretende contribuir a promover procesos de integración entre las regiones y los países. La internacionalización no puede entenderse simplemente como competición entre países a escala internacional, sino como la puesta en marcha de procesos de cooperación solidaria, lo que no resulta siempre sencillo. Al mismo tiempo, se plantea otro reto importante, que tiene que ver con la doble dimensión, estratégico-económica y cultural, que debe poseer dicho espacio. Si bien es cierto que su construcción guarda relación con la optimización de los procesos económicos y productivos, no se puede olvidar que también incide decisivamente en los procesos sociales y en el entorno cultural. Conciliar ambas dimensiones representa un reto de primer orden, que no se puede ignorar.13

Entre las propuestas de acción que deberían desarrollarse para la consecución del EIC, se podrían proponer: articular una adecuada movilidad de estudiantes, profesores e investigadores; adoptar mecanismos para la acreditación y reconocimiento de títulos y períodos de formación; fomentar el trabajo en redes; y, sobre todo, identificar prioridades comunes mediante el análisis de las fortalezas y las debilidades del EIC.


Conclusiones

En este punto, Meto y Temo llegan a una conclusión en su debate: que ojalá haya sido provechoso para los lectores. Acaso sea posible llegar a algo parecido a una moraleja (sin tonos moralistas): no hay por qué mantener distintas perspectivas que no permitan el trabajo conjunto en las investigaciones que deriven en proporcionar mejores condiciones de salud para las poblaciones que las necesiten. Existe total concordancia en considerar que un camino posible para lidiar con los aspectos que estuvieron en el debate de esta tertulia puede estar ubicado en propuestas de investigación multidisciplinares conjuntas forjadas por grupos de investigación iberoamericana.
Bibliografía del artículo
1. Ortiz Lefort V. El proceso de formación de investigadores en salud. Rev Universidad de Guadalajara [revista en Internet]. 2002 [citado 26 nov 2011]; 23(7). Disponible en: http://www.cge.udg.mx/revistaudg/rug23/art7dossier23.html
2. Moffitt TE, Arseneault L, Belsky D, Dickson N, Hancox RJ, Harrington H, et al. A gradient of childhood self-control predicts health, wealth, and public safety. Proc Natl Acad Sci U S A. 2011;108(7):2693-8. [doi: 10.1073/pnas.1010076108]
3. Law J. After Method: Mess in social science research. Londres, Reino Unido: Routledge; 2004.
4. Van Loon J. Risk and technological culture – towards a sociology of virulence. Londres, Reino Unido: Routledge; 2003.
5. Morales OA, Rincón AG, Tona Romero J. Cómo enseñar a investigar en la universidad. Educere. 2005;9(29):217-24.
6. Council for International Organizations of Medical Sciences (CIOMS). International Ethical Guidelines for Biomedical Research Involving Human Subjects. Ginebra, Suiza: CIOMS; 2002.
7. Fuster V, Sampedro JL. La ciencia y la vida. Lucas O, editora. Barcelona, España: Plaza y Janes; 2008.
8. Feyerabend P. Contra el método: Esquema de una teoría anarquista del conocimiento. Barcelona/México: De Agostini/Planeta; 1993.
9. Santos BS. Renovar a teoria critica e reinventar a emancipação social. São Paulo: Boitempo; 2007.
10. Aréchiga Urtuzuástegui H. La Investigación científica y tecnológica. Méjico: Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior; 1995.
11. Albornoz M (director). El estado de la ciencia: principales Indicadores de Ciencia y Tecnología Iberoamericanos / Interamericanos 2010 [monografía en Internet]. Buenos Aires, Argentina: Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología; 2010 [citado 3 diciembre 2011]. Disponible en:
http://www.ricyt.org/index.php?option=com_content&view=category&layout=blog&id=6&Itemid=7
12. Aupetit SD, Gérard E (editores). Fuga de cerebros, movilidad académica y redes científicas: perspectivas latinoamericanas. Méjico: Centro de Investigación y de Estudios Avanzados, Instituto Politécnico Nacional; 2009.
13. Tiana Ferrer A. El espacio iberoamericano del conocimiento: retos y propuestas. Madrid, España: Fundación Carolina; 2009.

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