Se considera que existen en el mundo 170 millones de personas infectadas por el virus de la hepatitis C (HVC) lo que hace de esta hepatitis viral un problema mundial de salud (1). El descubrimiento de este virus de ARN, en 1989, culminó con un período de investigación extenuante dirigida a detectar al agente causante del 80% de las hepatitis no A-no B, y responsable de una gran proporción de insuficiencia hepática terminal por cirrosis y/o hepatocarcinoma (1,2). El rápido desarrollo de técnicas de detección, principalmente inmunológicas, ha permitido la realización de pruebas para HVC en donantes de sangre, disminuyendo de forma drástica en años recientes el riesgo de adquisición por transfusión: se calcula que el riesgo es de 1 en 103 000 unidades transfundidas (3). A pesar de una reducción tan importante por esta vía de transmisión, existen casos en los que no existe antecedente de transfusiones, a los que se han denominado "adquiridos en comunidad" o "esporádicos" (4). Aunque por un tiempo se aceptó una tasa de infección de población general del 3%, los últimos estudios epidemiológicos han mostrado una variación considerable de la frecuencia en términos de geografía y grupos de edad afectados, la cual se explica por los diferentes factores de riesgo identificados que contribuyen a la transmisión de la infección por HVC.
Los donantes de sangre son una población que se puede estudiar con relativa facilidad, por lo que se han llevado a cabo múltiples investigaciones de grupos de donantes en diferentes países (5-7). En México existen algunos estudios (8-11) con respecto a los índices de la infección por HVC y se ha considerado que hay una prevalencia en donantes de sangre entre 0.2% y 0.5%. Sin embargo, en nuestra población no se han analizado los factores de riesgo asociados con esta infección. Esta falta de conocimiento en salud pública fue lo que impulsó el desarrollo de un trabajo inicial en que se estudió la prevalencia y los factores de riesgo asociados en una población de donantes de sangre (12). Se empleó un diseño de investigación de casos y controles anidado en una cohorte de donantes estudiada de enero de 1996 a agosto de 2000. Los casos se definieron como la seropositividad a anti-HVC y se seleccionaron 2 controles por cada caso, pareados en género y edad, que hubieran donado sangre en una fecha no mayor de 2 días antes o dos días después de la detección del caso. Para calcular los factores de riesgos se estableció un tamaño de muestra de 186 casos (372 controles) basado en una prevalencia de enfermedad del 3% para obtener una razón de momios (odds ratio, OR) de 3 con un poder del 80% e intervalos de confianza del 95% (IC 95%). Los casos fueron notificados de su condición serológica por personal de Banco de Sangre. Para un segundo interrogatorio sobre factores de riesgo asociados con la infección por HVC se eligió el método de entrevista telefónica, participándoles a los sujetos positivos que a toda la información proporcionada se le daría un trato absolutamente confidencial y que el propósito del estudio era conocer acerca de los factores de riesgo asociados a esta infección. Los controles también fueron entrevistados vía telefónica y de la misma forma se les garantizó que toda la información se manejaría de manera confidencial. Durante la entrevista telefónica se aplicó un cuestionario cerrado basado en los siguientes factores de riesgo: número potencial de exposiciones parenterales a sangre o productos sanguíneos, uso nasal de cocaína, actividad sexual de alto riesgo, exposición a hepatitis y grado de escolaridad.
Investigamos 14 factores de riesgo asociados con seropositividad, los cuales se presentan en la tabla 1.
Sólo se encontraron factores de riesgo en el 36.16% de los donantes seropositivos a anti-HVC. Durante la segunda entrevista el 30% de donantes seropositivos declararon uno o más factores de riesgo que previamente habían negado, principalmente los relacionados a conducta sexual —como relación con prostitutas o múltiples parejas sexuales—, acupuntura, cirugías menores o dentales. En ningún control hubo cambios con respecto a su entrevista inicial. Podemos observar que, de los resultados del análisis univariado, los donantes positivos a anti-HVC tienen una asociación significativa al factor de riesgo de antecedente de relaciones sexuales con prostitutas (OR = 7.48; IC 95%, 1.43–38.92), seguido, en orden decreciente, por transfusión (OR = 6.0; IC 95%, 2.62–13.72), uso nasal de cocaína (OR = 8.89; IC 95%, 1.01–86.89), cirugía dental (OR = 8.89; IC 95%, 1.01–86.89) y contacto con personas infectadas por hepatitis (OR = 3.01; IC 95%, 1.17–7.70). Los demás factores de riesgo no tuvieron una asociación significativa. Los resultados del análisis multivariado que se muestran en la tabla 2 y demostraron que solo el antecedente de transfusión, cirugía dental y de relaciones sexuales con prostitutas tuvieron una asociación independiente para la seropositividad a anti-HVC (12).
A pesar de que no se ha reconocido en México, en otros países los factores relacionados con conductas sexuales de riesgo han mostrado asociación a la seropositividad anti-HVC (1,5-7,13). En este estudio sólo un factor de riesgo de conducta sexual tuvo significación estadística (OR = 3.7; IC 95%, 1.09–36.11). El fenómeno de la transmisión sexual de la hepatitis C es aún tema de controversia. Algunos estudios muestran que el contacto sexual con personas infectadas con virus de hepatitis C no contribuye a la infección, mientras que otros sugieren que este medio de transmisión es importante, además de ser un marcador de conductas peligrosas al igual que compartir objetos de uso personal con potencial de transmisión (como rasuradoras) con personas infectadas por HVC. Nuestros resultados sugieren que en México, al igual que en otros países, la transmisión sexual puede ser un factor de riesgo, especialmente asociado con conductas sexuales riesgosas. La acupuntura y el tatuaje se mostraron como factores de riesgo significativos para anti-HVC en el análisis univariado, pero en el análisis multivariado la asociación no conservó su importancia. Aunque ésta es la investigación más extensa en tiempo, con mayor cantidad de casos y con metodología adecuada para la búsqueda de factores de riesgo que se ha realizado en México, los hallazgos no se han difundido. Desconocemos la causa de esta política, pero sospechamos que uno de los pretextos es tabú sobre la conducta sexual que se mantiene en la sociedad mexicana.
A tres años de haber concluido este trabajo, decidimos evaluar el impacto de los resultados. En nuestro estudio original informamos que la prevalencia cruda total para hepatitis C era de 0.84%. Esta cifra es muy semejante a la que difunde el Centro Nacional de la Transfusión Sanguínea, que es de 0.79% (14). Al analizar la cantidad de casos anti-HVC positivos anuales por 1000 donaciones, observamos que se ha registrado una disminución en los casos detectados cada año (tabla 3) (15).
El descenso más importante en el número de casos positivos se detectó en 1997, año en que la disminución fue del 33% con respecto al año anterior. Esto pudo obedecer a que en ese año se cambió la prueba de detección de ELISA de primera generación (monoantígeno) por la de tercera generación (multiantígeno), ya que es sabido que las pruebas de primera generación tienen una frecuencia más alta de falsos positivos que las pruebas de segunda y tercera generación (16,17). Desde entonces se ha usado el mismo tipo de prueba. El descenso constante en la tasa de detección se conservó hasta el año 2002, cuando aumenta con respecto al año previo. Al estudiar las causas de rechazo de donantes existe una diferencia significativa entre las causas de eliminación de potenciales donantes antes y después del estudio de factores de riesgo (p < 0.001). En 1995, la principal causa de rechazo fue hematocrito bajo en 53% de los rechazados, mientras que en 2003 la primera causa de rechazo es la actividad sexual de alto riesgo. ¿Hubo un impacto en la selección de donantes Creemos que sí, y que además es un impacto positivo. El conocimiento de las causas relacionadas con la seropositividad anti-HVC posibilita mejor selección de los donantes, cuyas consecuencias son (a) menor tasa de detección de seropositividad en donantes, por ende (b) menor riesgo de nuevos casos de transmisión para virus de la hepatitis C por vía de la transfusión sanguínea y (c) ahorro de recursos en nuestra institución.