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En estos casos conviene intentar la reeducación y el control miccional por medio de un tratamiento médico. Para ello debemos contemplar varios factores: el hormonal (Cardoso y col.), mediante el estímulo con estrógenos del trofismo vaginal; los factores psicosomáticos (Crisp y col., Frewen, Hafner y col., Macaulay, Straub y col.), a través del interrogatorio, conflictos de pareja, rechazo del medio social, etc.; la reeducación miccional, recomendando a la paciente que efectúe una micción cada media hora durante la primera semana, cada hora durante la siguiente y cada dos horas en las sucesivas hasta prolongar más los intervalos, pero intentando -incluso cuando no resulta efectivo- cortar la micción; por último, el tratamiento del detrusor inestable (Thuroft y col., Moisés y col., Blanchard y col.), para deprimir las contracciones vesicales. Nosotros hemos empleado para ello, entre otros fármacos, el cloruro de oxibutinina, a razón de 5 mg por vía oral, dos o tres veces al día por espacio de tres a seis meses. Es de acción anticolinérgia y miotrófica (antiespasmódica), además de anestésica a nivel local; se obtienen mejorías absolutas en 60 a 70% de los casos.Contra lo que se sostiene en ciertos trabajos recientes (por ejemplo, Colombo y colaboradores, en British Journal of Gynaecology),no consideramos a la operación de Burch el tratamiento ideal para esta patología, por medio de laparotomía. Antes bien, conviene intentar una técnica más accesible y sencilla, y de menor riesgo: la de Marion, Kennedy y Schroeder, practicando el «fruncimiento» periuretral y del cuello vesical por vía vaginal. Recomendamos que antes de finalizar se efectúe la siguiente prueba: rellenar la vejiga con 200 a 300 cm3 de solución salina isotónica; retirar la sonda de Nelaton y, con leves golpes suprapúbicos, observar si existe (o se produce) escurrimiento por la uretra. En verdad, no hay procedimiento alguno que asegure el ciento por ciento de éxito en estos casos, cuya etiología no es precisamente simple o única sino compleja. Por otra parte, el fracaso del tratamiento quirúrgico incrementa el estrés, y torna más difícil intentar otras soluciones.