Introducción
Las distrofias musculares de Duchenne/Becker (DMD/B) se encuentran entre las miopatías hereditarias más graves, con una incidencia de 1:3500 varones nacidos vivos1 y un patrón de herencia recesivo ligado al sexo.2 Sus principales características son la debilidad muscular, la hipertrofia de gemelos, así la como maniobra de Gower positiva. Estos síntomas provocan la invalidez en la primera década de vida y luego la muerte por insuficiencia respiratoria o cardíaca.3 Los pacientes aquejados por esta enfermedad presentan valores de fosfocreatinquinasa (CPK) en sangre muy elevados. El gen causante de la enfermedad se conoce como gen DMD, y se localiza en el brazo corto del cromosoma X en la región Xp21.1-21.3.4
Por años se conoció la existencia de otra miopatía, muy parecida a la de Duchenne pero con síntomas menos severos; no fue sino hasta 1955 que Becker descubrió que tanto la DMD como la DMB son formas alélicas de un mismo gen.5 El gen DMD está constituido por 79 exones. Las mutaciones más frecuentes encontradas en éste son las deleciones, aunque pueden existir duplicaciones, mutaciones puntuales o traslocaciones.6
La proteína distrofina, codificada por este gen, fue aislada por primera vez en 1987. Presenta un PM = 427 kDa y está formada por 3685 aminoácidos.7 Su función se ha visto relacionada con la estabilidad que es capaz de proporcionarle a la membrana del músculo durante los ciclos de contracción y relajación y, además, con el anclaje de otras proteínas musculares citoplasmáticas a la membrana celular.8
El análisis de estas enfermedades se hace un poco complejo debido a la extensión y tasa de mutación del gen DMD. Las numerosas técnicas moleculares existentes para su estudio han contribuido a mejorar la calidad de vida de los pacientes y las familias portadoras; entre ellas se cuentan el Southern Blot, fragmentos de restricción de longitud Polimórficos (RFLP), Western Blot (WB) para el estudio de la proteína, y -la más utilizada por todos- la reacción en cadena de la polimerasa (PCR). 9 Sin embargo, existen otras técnicas que han permitido también la realización de otros estudios entre las que podemos citar:
Terapia génica
En los últimos años han adquirido desarrollo diferentes tipos de terapia: la génica, imposible de aplicar al hombre por problemas éticos y técnicos; y la de células somáticas, que utiliza genes previamente clonados y asociados con una determinada enfermedad.16 En el caso de la DMD, se ha utilizado la terapia de genes convencionales entre los que se encuentran vectores virales, plásmidos desnudos y trasplante de células, los cuales tienen problemas por los bajos resultados obtenidos en la mejoría de estos los pacientes afectados.
En estos momentos, se está trabajando con vectores de adenovirus y se ha modificado el proceso de maduración del ARN que participa en la síntesis de la proteína distrofina.17
Otro tipo de terapia sería aumentar la producción de utrofina, proteína presente en todas células musculares, que podría sustituir las funciones de la distrofina. Esta proteína se puede encontrar en la región donde hace contacto el nervio con el músculo, conocida como unión neuromuscular. La fibra muscular produce utrofina durante todo el período de vida fetal. Una vez que el feto está desarrollado, la utrofina es sustituida por la distrofina, de manera que es una vía muy prometedora para el tratamiento de esta patología.
Conclusiones
Cada día las técnicas moleculares utilizadas para el estudio de numerosas enfermedades que hasta estos momentos no tienen una terapia certera contribuyen a mejorar la calidad de vida de familias afectadas. En el caso de la DMD, se han podido realizar estudios de portadoras así como diagnósticos prenatales, y todos ellos han contribuido en algún grado al esclarecimiento de la enfermedad desde el punto de vista molecular.