Informes periodísticos

PULSOS DE CICLOFOSFAMIDA INTRAVENOSA

Utilidad en pacientes con penfigoide cicatrizal.

París, Francia.


El tratamiento con pulsos intravenosos de ciclofosfamida se asoció con mejoría de las lesiones de penfigoide cicatrizal, resistentes a las formas convencionales de terapia.

 Fuente científica:  Archives of Dermatology - JAMA Dermatology 137101-102 aSNC

 Autores: 


flecha azul.gif (828 bytes) Los autores no manifiestan conflicto de intereses


En un estudio retrospectivo, el doctor Musette y colegas del HÅ pital Saint Louis comprobaron la eficacia de la ciclofosfamida, en pulsos intravenosos, en lesiones de penfigoide cicatrizal (PC) en enfermos refractarios a los tratamientos convencionales. Aunque el estudio no incluyó un grupo control y sólo abarcó a un pequeño número de pacientes, brindó la base para investigación futura a mayor escala, comentaron los especialistas de Francia. El PC es una enfermedad ampollar autoinmune que afecta piel y mucosas. El pronóstico depende de la localización. Así, las lesiones orofaríngeas y oculares son particularmente graves y difíciles de tratar; los pacientes están expuestos a desarrollar ceguera o estrecheces de tráquea o laringe. Aunque la dapsona es una de las estrategias preferidas de terapia, algunos enfermos son resistentes al fármaco mientras que otros experimentan efectos adversos inaceptables. En esta situación suele requerirse la combinación de esteroides y agentes inmunosupresores. La ciclofosfamida oral mejora notablemente las lesiones exclusivamente oculares de PC. Por tal motivo, los autores decidieron evaluar la eficacia de la droga, en pulsos por vía intravenosa, en 9 sujetos con lesiones refractarias y graves. En ocho de ellos la patología no había podido ser controlada mientras que en el paciente restante recidivó inmediatamente después del descenso de la medicación. En tres enfermos hubo efectos adversos de consideración: anemia hemolítica en asociación con el uso de dapsona, edema angioneurótico por sulfasalazina y depresión relacionada con la terapia con esteroides. Los pacientes recibieron ciclofosfamida, en dosis de 10 mg/kg, una vez al mes. Se administró simultáneamente odansetrón, como profilaxis antinauseosa. Cuando la enfermedad no se controló después de 4 pulsos, se infundió ciclofosfamida cada 3 semanas y la dosis se elevó en un 25%, en cada aplicación. Tan pronto como fue evidente la mejoría, la dosis se redujo gradualmente. Todos los pacientes respondieron satisfactoriamente. Sólo uno de ellos requirió aumento de la dosis a 20 mg/kg cada 3 semanas, durante casi dos meses, para controlar la enfermedad. El control se logró después de 6 infusiones, en promedio. Siete de los 9 individuos tratados presentaron resolución completa de los síntomas después de alrededor de 13 ciclos. No se observaron recidivas durante un seguimiento promedio de 59 semanas. En un tercio de los casos, la ciclofosfamida pudo ser interrumpida y no se registraron recaídas. La linfopenia, náusea, neutropenia, infección del tracto urinario y cistitis hemorrágica fueron manifestaciones adversas asociadas con el tratamiento. Los expertos recordaron que la ciclofosfamida se ha utilizado con éxito en el tratamiento de varias enfermedades autoinmunes de tipo ampollar. Los pulsos intravenosos se asocian con menos efectos adversos que el tratamiento por vía oral. Los resultados del estudio fueron suficientemente alentadores y justifican investigación futura controlada, agregaron finalmente.
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