Aspiración
Percutánea de Espermatozoides del Epidídimo (PESA) en Hombres con
Azoospermia Obstructiva
International
Braz J Urol 29(2):141-146, Mar/Abr 2003
La aspiración
percutánea epididimaria es un método eficaz y simple de obtención
de espermatozoides en individuos con azoospermia obstructiva.
El empleo de la
inyección intracistoplasmática de espermatozoides (ICSI)
revolucionó el tratamiento de la infertilidad de origen masculino.
Incluso los pacientes con azoospermia obstructiva se benefician con
esta técnica, mediante la recolección de espermatozides del
epidídimo. El primer método introducido fue la aspiración
microquirúrgica (MESA), seguido por el desarrollo en 1995 de la
aspiración percutánea de espermatozoides del epidídimo (PESA).
Desde entonces, los 2 procedimientos son objeto de comparación en
cuanto a eficiencia, facilidad, recuperación del paciente y
posibilidad de repetición. La PESA fue introducida como una
técnica menos invasiva, de carácter ambulatorio, con molestias
mínimas para el paciente y menores tasas de complicaciones.
Además, no requiere instrumentos microquirúrgicos y sus costos son
bajos. Asimismo, el procedimiento permite la criopreservación de
espermatozoides en la mayoría de los casos. Sin embargo, debido a
que es de desarrollo reciente, todavía existe cierto temor en
relación con las lesiones que puede ocasionar en los sistemas de
conductos en el epidídimo, y deja dudas respecto de la posibilidad
de efectuarse en varias oportunidades. Aunque un grupo de
investigación demostró que el procedimiento puede repetirse sin
lesionar el epidídimo, todavía no existe consenso en cuanto al
número de veces que puede efectuarse sin riesgos para el paciente.
En la presente experiencia los autores analizan la reproducibilidad
de la técnica en el mismo individuo y la criopreservación de los
espermatozoides obtenidos.
El análisis
incluyó a 79 procedimientos de PESA realizados en 58 pacientes en
el lapso de 4 años. Las principales causas de infertilidad
comprendieron vasectomía (79%), agenesia de los conductos
deferentes (10%), obstrucción del tracto genital masculino y
fracaso de la reversión de la vasectomía (10%). El procedimiento
se repitió ante la ausencia de espermatozoides, en caso de aborto o
frente al deseo de otro hijo. El material obtenido mediante la PESA
fue utilizado en la ICSI y el resto fue criopreservado con la
autorización del paciente. La aspiración testicular de
espermatozoides (TESA) se llevó a cabo cuando la PESA fue negativa.
Los procedimientos de PESA se realizaron bajo anestesia local. La
aspiración se efectuó en la cabeza del epidídimo, lo más cerca
al testículo. En cada lado se efectuaron de 2 a 3 punciones, con
distintas agudas y jeringas en cada oportunidad. Las muestras fueron
analizadas con el microscopio óptico para verificar la presencia de
espermatozoides. Por otra parte, la aspiración en la TESA se
efectuó a lo largo del eje longitudinal, evitando la cabeza del
epidídimo, con la punción de cada testículo una sola vez. Para la
ICSI, el bloqueo de la función ovárica se produjo mediante la
administración de análogos de la hormona liberadora de hormona
luteinizante seguida por la hiperestimulación ovárica controlada
con gonadotrofina menopáusica humana, urofolitropina u hormona
foliculestimulante recombinante. Cuando un folículo alcanzó los 22
mm o 2 folículos alcanzaron los 18 mm de diámetro máximo, la
paciente recibió gonadotrofina coriónica humana por vía
intramuscular. Los folículos fueron aspirados a las 36 horas y se
procedió a la ICSI. Por último, al material que no se utilizó se
le agregó medio de congelación para su criopreservación en N2.
En el 81% de los
casos se obtuvo espermatozoides móviles en la primera PESA. En
total se produjeron 22 gestaciones (38%), el 68% de ellas con los
productos de la PESA y el resto con los espermatozoides obtenidos
mediante TESA. En el primer grupo, el 47% de los embarazos llegó a
término, 7 pacientes experimentaron aborto y una gestación fue
ectópica. En el segundo grupo, el 71% de los embarazos llegó a
término, con 2 abortos. El 26% de los casos (15 pacientes) fue
sometido a un segundo procedimiento de PESA a los 7 meses del
primero, con obtención de espermatozoides móviles en el 87%. Los 2
pacientes restantes optaron por la TESA, con resultados positivos.
Cinco individuos se sometieron a un tercer procedimiento a los 13.8
meses del segundo. En 4 casos (80%) se obtuvieron células móviles,
mientras que el quinto paciente optó por la TESA. En el grupo PESA
se produjeron 2 gestaciones, y sólo una llegó a término. Un
sujeto fue sometido a PESA por cuarta vez a los 3 meses del último
intento, con obtención de espermatozoides móviles. En total se
efectuaron 79 PESA con extracción de células móviles en el 82%.
Las ICSI se llevaron a cabo con 587 oocitos con espermatozoides
provenientes de la PESA y 153 oocitos con células obtenidas
mediante la TESA. La tasa de fertilización ascendió al 67% con la
PESA y al 61% con la TESA. En el grupo PESA se transfirieron 174
embriones (2.2 por paciente), mientras que el valor correspondiente
para el grupo TESA fue de 60 embriones (4.2 por paciente). En total,
30 gestaciones clínicas se originaron de 55 transferencias
embrionarias, con una tasa de embarazo por transferencia del 54%; 21
gestaciones (38%) correspondían al grupo PESA, y 9 embarazos (16%)
al grupo TESA. En el grupo PESA se produjeron 9 abortos y un
embarazo ectópico, mientras que en el grupo TESA hubo 2 abortos y 1
embarazo ectópico.
En 30 de los 65
procedimientos de PESA (43%) la calidad de los espermatozoides
permitió su criopreservación luego de la ICSI. En 13 de estos 30
casos, el material fue descongelado para su utilización en un nuevo
procedimiento de ICSI. En 12 muestras se encontraron células
móviles que permitieron la inyección de 86 oocitos con
fertilización de 59, transferencia de 32 embriones y un total de 2
gestaciones (16% de embarazo por transferencia).
La simplicidad de
la PESA asociada a la eficacia de la ICSI permite que hombres con
azoospermia obstructiva pueda procrear. Los presentes resultados
demostraron que la posibilidad de obtener espermatozoides móviles
en el primer procedimiento alcanza el 81%, cifra que corrobora la
eficacia del método. Asimismo, la experiencia confirmó la
posibilidad de criopreservación del exceso de células obtenidas
para futuras ICSI. Por lo tanto, dada su eficacia, seguridad y
simplicidad, los autores estiman que la PESA debería ser
considerada como alternativa en la obtención de espermatozoides en
hombres con azoospermia obstructiva.
La Pesquisa Cada Dos Años Basada en el Antígeno Prostático
Específico es Suficiente para Detectar Casi Todas Neoplasias de
Próstata Curables
The
Journal of Urology 169:1720-1723, May 2003
Los individuos con niveles de
antígeno prostático específico inferiores a 2 ng/ml pueden ser
evaluados cada 2 años.
En Suecia, la
cantidad de hombres que murieron por cáncer de próstata se
duplicó en los últimos 25 años, por la mayor longevidad. La
pesquisa anual mediante la determinación del antígeno prostático
específico (APE) y el examen rectal permite la detección de casi
todas las neoplasias confinadas a la próstata. Por ello, la
Sociedad Americana del Cáncer recomienda estas medidas de
repetición anual. En la presente experiencia, los autores evaluaron
la eficacia de la pesquisa bianual mediante la detección del APE
como única prueba de pesquisa.
La muestra
comprendió a residentes de la ciudad de Gotemburgo con edades
comprendidas entre los 50 y 65 años. Los participantes fueron
distribuidos de manera aleatorizada en los grupos intervención y
control. En los 9 972 individuos asignados a la pesquisa, la primera
detección del APE se realizó entre 1995 y 1996. El grupo control
quedó conformado por 9 973 personas. Los individuos con APE sérico
inferior a 3 ng/ml no recibieron otras evaluaciones y fueron
invitados a repetir la pesquisa a los 2 años. Por otra parte, en
los individuos con niveles de APE de 3 ng/ml o más se recomendó la
extensión de la evaluación mediante examen rectal digital,
ecografía transrectal y biopsia. Un total de 23 personas con
biopsia benigna y APE mayor de 7 ng/ml fueron evaluados a los 6
meses, medida que permitió la detección de 3 neoplasias. El mismo
profesional analizó las biopsias y las clasificó de acuerdo con el
sistema de Gleason. Los pacientes con cáncer de próstata y niveles
de APE mayores de 20 ng/ml fueron sometidos a centellografía ósea.
Los hombres con APE normal o biopsias benignas fueron evaluados
nuevamente a los 2 años. La pesquisa repitió el algoritmo del
primer examen. En 19 casos el APE superó los 7 ng/ml; de éstos, en
3 pacientes posteriormente se detectó la neoplasia. La información
cruzada con el registro de cáncer regional probó la incidencia de
neoplasias de intervalo (lesiones de crecimiento rápido
diagnosticadas entre 2 pesquisas) y de tumores en quienes no
asistieron a las pesquisas y en el grupo control.
En la primera
pesquisa se detectaron 145 neoplasias, valor que descendió a 111 en
la segunda. En total, 3 532 hombres no participaron en ningunas de
las 2 oportunidades. En el grupo intervención la tasa de detección
de neoplasia fue 3.4 veces mayor que la del grupo control (291 casos
contra 86 casos). La cantidad absoluta de tumores avanzados o
mestatásicos fue igual en ambos grupos. En número de individuos
con niveles de APE mayores de 20 ng/ml fue similar en los 2 grupos.
La comparación de ambas pesquisas mostró tendencia hacia estadios
inferiores en la segunda evaluación y menores niveles de APE en los
hombres con cáncer. De las neoplasias detectadas en la segunda
pesquisa, 14 correspondieron a individuos que no participaron en la
primera instancia y 52 a hombres con elevación del APE en la
primera exploración, de los cuales 50 presentaron biopsia negativa.
Sólo 45 personas con cáncer detectado en la segunda pesquisa
presentaron niveles normales APE en la primera oportunidad e
incremento del antígeno 2 años después. Ninguno de los 2 950
individuos con niveles de APE menores de 1 ng/ml en la primera
oportunidad presentó elevaciones por encima de 3 ng/ml a los 2
años. Entre 1995 y 1998 se diagnosticaron 9 neoplasias de
intervalo.
En los pacientes
con niveles de APE menores de 1 ng/ml, que representaron al 50% de
la población evaluada, el riesgo de superar valores de 3 ng/ml
durante el lapso de 2 años fue de 0%. Los autores consideran que
períodos más prolongados también serían apropiados para estos
sujetos. Por otra parte, en los individuos con niveles del antígeno
comprendidos entre 2 y 3 ng/ml, el intervalo podría reducirse
debido a que 3 de las 9 neoplasias de intervalo y la mayoría de los
casos con APE elevado y cáncer presentaba estos valores. Los
sujetos con biopsia normal en la primera pesquisa y elevación
persistente de APE deberían ser evaluados mediante otra biopsia
debido a la elevada incidencia de neoplasia en la segunda pesquisa.
Por lo tanto, los intervalos entre pesquisas dependen de los valores
iniciales del APE.
Efecto
de la Toxina Botulínica A en el Tratamiento de la Disfunción del
Vaciamiento Vesical debido a Hipoactividad del Detrusor
Urology
61:550-554, 2003
La administración de 50 U de
toxina botulínica tipo A disminuye eficazmente la resistencia del
esfínter uretral en pacientes con hipoactividad del detrusor.
La disfunción del
vaciamiento vesical puede estar ocasionada por diversas etiologías
y producir dificultad en la micción, volumen importante de orina
residual y deterioro del tracto urinario superior. Sin embargo, la
cantidad de orina residual después del vaciamiento vesical
constituye un problema. Las modalidades terapéuticas para estas
disfunciones incluyen la esfinterectomía, el empleo de
alfabloqueantes o relajantes del músculo esquelético y la
rehabilitación del piso pelviano mediante biorretroalimentación o
neuromodulación eléctrica; pero los resultados no siempre son
satisfactorios.
En la práctica
urológica, el empleo de la toxina botulínica tipo A ha dado
resultados positivos en el tratamiento de pacientes con lesiones
medulares con disinergia del esfínter externo del detrusor y de
sujetos con disfunción del vaciamiento vesical asociada con
esfínter uretral espástico. Mediante la inhibición de la
liberación de acetilcolina en la unión neuromuscular
presináptica, el efecto dura 3 a 6 meses, con escasos eventos
adversos. Dado que esta toxina puede producir la parálisis del
músculo estriado, resulta lógico reducir la resistencia uretral
mediante la inyección en el esfínter uretral. El autor evaluó los
efectos de la toxina botulínica tipo A en el tratamiento de
pacientes con disfunción del vaciamiento vesical asociada con
hipoactividad del detrusor.
La población de
estudio incluyó a 20 individuos con disfunción del vaciamiento
vesical que no respondieron a tratamientos convencionales
prolongados por más de 6 meses. Los pacientes presentaron
dificultad miccional, volúmenes de orina residual importantes o
retención urinaria. La valoración previa a la terapia incluyó
uroanálisis, urocultivo, cistoscopia para descartar estenosis
anatómica y patologías en el tracto urinario inferior y
evaluación videourodinámica. En la semana anterior a la
administración de la toxina botulínica A fueron suspendidos los
fármacos que pudieran afectar la función del tracto urinario
inferior. Los parámetros urodinámicos evaluados incluyeron
presión de cierre uretral máxima (PCUM), perfil funcional,
capacidad vesical cistométrica, presión intravesical, presión del
detrusor, velocidad de flujo máxima, volumen evacuado y volumen
urinario residual.
El tratamiento con
la toxina botulínica se efectuó en quirófano bajo monitoreo
cardiovascular. Cada ampolla de la toxina (100 U) fue diluida en 4
ml de solución fisiológica, con una concentración equivalente a
25 U/ml. En total, se inyectaron 50 U de la toxina en el esfínter
externo en las posiciones del reloj 3, 6, 9 y 12 bajo guía
cistoscópica. Luego del procedimiento se colocó una sonda Foley,
la cual fue retirada a las 24 horas. Los pacientes, dados de alta al
día siguiente, debieron orinar utilizando la maniobra de Credé o
compresión abdominal. Ante la dificultad para orinar se recomendó
la ACI en lugar de la sonda permanente hasta que el volumen de orina
residual fuera menor al 25% del volumen eliminado. Los controles se
efectuaron a las 2 y 4 semanas y luego mensualmente. Los sujetos
fueron sometidos a evaluación urodinámica a las 2 semanas y a los
3 meses.
Los puntajes de los
síntomas obstructivos y de calidad de vida permitieron determinar
la mejoría subjetiva en la micción. Estos puntajes y los
parámetros urodinámicos fueron comparados al inicio y después del
tratamiento. El resultado terapéutico se basó en la mejoría
subjetiva, considerando resultado positivo a la micción espontánea
sin compresión abdominal en pacientes con retención urinaria o
mejoría en la presión de micción, velocidad de flujo máxima y
volumen urinario residual mayor al 25% de los valores iniciales. Los
pacientes que no presentaron estas variaciones fueron tratados
nuevamente mediante la administración de 100 U de toxina
botulínica A en los 3 meses posteriores. Por último, los pacientes
debieron informar sobre la aparición de efectos adversos, como
exacerbación de la disreflexia autónoma, incontinencia urinaria,
alergia y shock anafiláctico.
Inicialmente, todos
los pacientes debieron utilizar compresión abdominal para orinar,
incluidos aquellos con escasa contractilidad del detrusor. Además,
4 sujetos con arreflexia del detrusor sufrían infecciones
recurrentes. La duración de las terapias convencionales variaron
entre 1 y 16 años.
Doce pacientes
(60%) respondieron favorablemente al tratamiento con la toxina
botulínica, mientras que 6 (30%) experimentaron cierta mejoría. En
estos casos, el puntaje medio de la calidad de vida disminuyó
notablemente de 5.68 a 1.16. A las 2 semanas de efectuado el
procedimiento, la presión de vaciamiento varió significativamente,
de 56.5 a 39 cm H2O, al igual que la PCUM (65.5 a 32.1 cm H2O) y el
volumen urinario residual (300 a 50 ml). Estos valores permanecieron
constantes durante 3 meses. El autor destaca que el efecto máximo
subjetivo se produjo entre las semanas primera y segunda.
Once de los 13
sujetos con retención urinaria crónica pudieron orinar entre el
segundo y tercer día de la inyección mediante compresión
abdominal. La sonda fue extraída en todos los casos cuando el
volumen de orina residual disminuyó en un 25%. Dos de los 6
pacientes que requirieron ACI disminuyeron la frecuencia a 1 vez
diaria, 2 sujetos la discontinuaron, mientras que el resto no
respondió al tratamiento. Las 18 personas que presentaron
resultados favorables aceptaron el tratamiento adicional cuando se
les informó que la eficacia se extendía por 3 a 6 meses.
En cuanto a los
parámetros urodinámicos, la presión de vaciamiento media
disminuyó en un 33.7%, el volumen de orina residual descendió un
75% y la PCUM se redujo en un 28.1% a los 3 meses. Al final de la
experiencia, 2 pacientes que inicialmente habían respondido al
tratamiento recibieron una segunda inyección de la toxina (100 U)
debido al retorno gradual de la dificultad para orinar; los 16
individuos restantes mantuvieron su estado durante 4 meses. Los
sujetos con infecciones recurrentes no volvieron a padecerlas. Una
paciente con lesión de cauda equina que no respondió al
tratamiento presentó fiebre al día siguiente de la inyección, que
persistió durante 2 semanas, sin infección ni leucocitosis. Una
mujer sometida a histerectomía radical presentó incontinencia
nocturna leve. Por último, 1 persona con insuficiencia del detrusor
de origen desconocido resultó nuevamente afectada por las
contracciones del detrusor.
Los resultados
expuestos proveen evidencia urodinámica de los efectos de la toxina
botulínica tipo A en la espasticidad del esfínter uretral en
sujetos con hipoactividad del detrusor y micción dificultosa. Los
presentes hallazgos demuestran que la dosis de 50 U es suficiente
para reanudar la micción espontánea en la mayoría de estos
pacientes.
Prostatectomía
Radical Laparoscópica frente a la Cirugía Abierta. Estudio
Comparativo en una Institución
The
Journal of Urology 169:1689-1693, May 2003
La prostatectomía radical
laparoscópica supera a la cirugía abierta, dado que ocasiona menor
morbilidad posquirúrgica.
Los beneficios de la
prostatectomía radical laparoscópica son polémicos cuando se
compara este procedimiento con la cirugía abierta. Se compararon
los resultados de los sujetos tratados mediante cirugía abierta
durante 5 años con aquellos intervenidos por vía laparoscópica en
los últimos 3 años.
Entre diciembre de 1994 y noviembre
de 1999, 219 sujetos fueron tratados mediante prostatectomía
retropúbica y disección de ganglios linfáticos (grupo 1). Entre
marzo de 1999 y septiembre de 2002, 521 pacientes fueron sometidos a
prostatectomía radical laparoscópica. Los 438 casos en que la
disección de los ganglios linfáticos formó parte del
procedimiento fueron divididos en los grupos de prostatectomía
temprana (2) y tardía (3). Los 3 grupos fueron similares en edad,
puntaje de Gleason, resección prostática transuretral previa y
terapia neoadyuvante. La intervención abierta fue realizada según
la técnica descrita por Walsh, mientras que para la cirugía
laparoscópica se utilizó la de Heilbronn. Luego del ingreso
transperitoneal al espacio de Retzius, la prostatectomía radical se
efectúa con control temprano del complejo de la vena dorsal y
transección de la uretra. En ambos tipos de procedimientos se
aplicaron las técnicas de conservación de nervios. El tiempo
quirúrgico fue definido desde la primera incisión hasta el cierre
completo de la herida o la inserción de trocares. Los pacientes
recibieron 3 x 5 000 unidades de heparina diarias en los días 1 y 2
posquirúrgicos seguido de una dosis de heparina de bajo peso
molecular. La cistouretrografía se efectúo entre los 10 a 14 días
posteriores a la cirugía abierta y entre los 5 y 7 días siguientes
a la laparoscopia.
El tiempo de operación en la
cirugía abierta (196 minutos) fue significativamente inferior al
del grupo 2 (288 minutos). Sin embargo, comparado con el grupo 3
(218 minutos), el tiempo fue sólo una ventaja menor que no alcanzó
importancia estadística. El porcentaje de conservación de nervios
no varió entre los grupos 1 (12.3%) y 2 (16.9%) y fue mayor en el
grupo 3 (33.8%). La pérdida de sangre fue similar en los grupos 1
(1 550 cc) y 2 (1 100 cc) y significativamente inferior en el 3 (800
cc). Las tasas de transfusiones correspondientes ascendieron al
55.7%, 30.1% y 9.6%.
Hubo 9 conversiones a cirugía
abierta, con una tasa de conversión del 3.7% en el grupo 2 y del
0.5% en el 3. La tasa de reintervención temprana en el grupo 1
(6.8%) no difirió demasiado de la del 2 (4.1%), siendo superior a
la del grupo 3 (1.8%). Luego de la prostatectomía abierta la
reintervención fue necesaria fundamentalmente debido a hemorragia
posquirúrgica y drenaje de linfoceles. En cambio, la extravasación
urinaria constituyó la principal indicación de reintervención en
la cirugía por vía laparoscópica. La cantidad de analgesia
posquirúrgica fue significativamente superior luego de la cirugía
abierta (50.8 mg de piritramida) respecto de los grupos 2 (33.8 mg)
y 3 (30.1 mg). Además, al segundo día de la intervención los
analgésicos fueron administrados al 55% del grupo 1 y al 9% de los
otros pacientes.
La sonda se mantuvo 12 días en el
grupo 1 y 7 días en los sujetos intervenidos mediante laparoscopia.
La estadía hospitalaria en los grupos 1, 2 y 3 se extendó por 16,
12 y 11 días, respectivamente. Todos los pacientes recibieron
entrenamiento de ejercicios de piso pelviano y
biorretroalimentación del esfínter uretral extremo con ecografía
transrectal en la fase temprana de la remoción de la sonda. La
convalescencia fue significativamente más prolongada luego de la
cirugía abierta (52 días) en comparación con los grupos 2 (31
días) y 3 (27 días).
Las tasas de complicaciones
tempranas fueron similares entre los grupos 1 (19.2%) y 2 (13.7%) y
significativamente inferiores en el grupo 3 (6.4%). Sin embargo, el
espectro de eventos difirió. En el grupo 2 se produjeron más
lesiones rectales y pérdida urinaria respecto del grupo 1. La
incidencia de linfoceles, infección de la incisión, embolia y
neumonía fue superior en la cirugía abierta. Un paciente del grupo
1 (0.5%) falleció como consecuencia de una embolia pulmonar
fulminante. Un integrante del grupo 3 (0.5%) requirió
desfibrilación posquirúrgica y recanalización de 2 prótesis
endovasculares coronarias. Las lesiones rectales fueron tratadas
mediante sutura abierta o por vía endoscópica sin complicaciones
posteriores. Ocho pacientes presentaron fístulas rectouretrales que
resolvieron espontáneamente con sondaje prolongado y alimentación
intravenosa.
La tasa de estenosis anastomósicas
fue notablemente superior en el grupo 1; estas lesiones fueron
tratadas exitosamente mediante láser endoscópico. Las tasas de
continencia a los 12 meses fueron similares en los 3 grupos (89.9%,
90.3% y 91.7%) y a los 18 meses en los grupos 1 y 2 (93.2% y 95.8%).
En cuanto a los resultados oncológicos, la tasa de márgenes
positivos fue similar en todos los grupos. La recidiva del antígeno
prostático específico, definida por el incremento de los niveles
séricos mayores a 0.2 ng/ml, se produjo en el 17.4% del grupo 1 y
en el 13.2% del grupo 2. Finalmente, la sobrevida global y
específica no difirió en estos 2 grupos en relación con los
diferentes tiempos de observación (67 meses y 30 meses). La
prostatectomía radical laparoscópica fue introducida con el
objetivo de combinar las ventajas de la cirugía abierta con las del
procedimiento mínimamente invasivo y reducir la morbilidad
intraoperatoria y posquirúrgica.
Aspiración
y Escleroterapia Versus Hidrocelectomía en el
Tratamiento del Hicrocele
Urology
61:708-712, 2003
La aspiración con
escleroterapia constituye una técnica mínimamente invasiva, simple
y de bajo costo; si bien es segura, resulta un poco menos eficaz que
la hidrocelectomía.
Entre 1998 y 2000
fueron estudiados hombres con hidroceles sintomáticos. Todos los
pacientes fueron advertidos sobre los efectos desconocidos de la
escleroterapia sobre la fertilidad. Se excluyeron los pacientes
interesados en reproducción y aquellos con hernia inguinal del
mismo lado o con patología simultánea de escroto. Para confirmar
el diagnóstico y descartar otras enfermedades los participantes
fueron sometidos a examen físico con transiluminación y ecografía
escrotal.
El procedimiento de
aspiración percutánea y escleroterapia se realizó según la
técnica propuesta por Beiko y colaboradores. Se registró la
totalidad del volumen aspirado y se enviaron muestras del material
recogido para análisis de cultivo, citológico y microscópico para
descartar infección, neoplasia y espermatocele, respectivamente. La
solución esclerosante consistió en 4 ml de sodio
tetradecildisulfato (STDS) al 3%, 6 ml de lidocaína al 2% y 140 ml
de dextrosa al 5% en salina normal al 45%. Se inyectó
aproximadamente el 25% del volumen aspirado, hasta un máximo de 150
ml.
Se llevó a cabo
aspiración más escleroterapia con STDS en 27 pacientes; 1 de ellos
presentaba hidrocele bilateral, de modo que se evaluaron 28
procedimientos. La edad promedio de los enfermos en el momento de la
aspiración fue de 64.6 años y el volumen aspirado fue de
aproximadamente 289 ml. Todos los procedimientos se completaron en
menos de 10 minutos.
Se dispuso de
información de seguimiento en 24 pacientes y 25 hidroceles. El
tiempo promedio de observación fue de 8.9 meses. Dos sujetos no
estuvieron satisfechos con los resultados de la aspiración, siendo
sometidos a hidrocelectomía tras una segunda aspiración. Entre los
8 individuos sometidos a una segunda aspiración se registraron 4
curas, 2 éxitos parciales y 4 fracasos. El índice de satisfacción
fue del 75% y el de éxito global, del 76%. La frecuencia de
complicaciones fue sólo del 8%.
Un total de 24
pacientes fue sometido a cirugía tradicional durante el tiempo de
estudio; 1 de ellos tenía patología bilateral, por lo que la
información corresponde a 25 hidroceles. El tiempo promedio de
observación fue de 16.4 meses. La intervención duró 34.2 minutos.
Cuatro pacientes presentaron recidiva; en 1 de ellos debió
repetirse la operación. El índice de satisfacción fue del 88% y
el de éxito del 84%. El 40% de los enfermos sometidos a cirugía
abierta presentó complicaciones. El análisis indirecto de costos
reveló que la aspiración con escleroterapia es casi 9 veces menos
costosa que la intervención.
En el presente
estudio, el índice de éxito fue del 75% y sólo fue necesaria 1
aspiración.
Dieciocho de los 24
pacientes tratados con aspiración y escleroterapia refirieron estar
satisfechos con los resultados; este es el punto más fuerte del
estudio. Sólo se registró un hematoma de escroto, el cual tuvo un
tratamiento conservador, y que tuvo resolución espontánea. Otro
paciente presentó edema persistente.
Si bien el índice
de curación absoluta fue sólo del 36%, en tanto que el relacionado
con hidrocelectomía abierta resultó del 84%, los criterios de
curación en la aspiración y escleroterapia fueron muy estrictos.
De hecho, señalan los expertos, el porcentaje seguramente habría
sido más alto si se hubiesen incluido pacientes con tratamiento
exitoso después de repetida la aspiración. Aún así, el nivel de
satisfacción de los enfermos fue elevado y comparable al de sujetos
sometidos a cirugía abierta. En opinión de los autores, tal vez la
concentración muy baja del esclerosante fue la causa de un índice
relativamente bajo de curación absoluta.
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