TRASTORNOS
NEUROLÓGICOS PARANEOPLÁSICOS EN CÁNCER DE MAMA
Gatti G, Simsek S, Kurne A y colaboradores
Istituto Europeo di Oncologia,
Milán, Italia; Hacettepe University Medical School, Ankara,
Turquía; Pontificia Università Cattolica, Rio Grande do Sul,
Brasil
The Breast 12:203-207, 2003
Los síndromes paraneoplásicos
del sistema nervioso son las complicaciones neurológicas más raras
en pacientes con cáncer. El diagnóstico correcto requiere elevado
nivel de sospecha clínica.
Introducción
Los síndromes paraneoplásicos (SPN) son las complicaciones
neurológicas más raras en pacientes con cáncer. Las neoplasias
extraneurológicas pueden comprometer al sistema nervioso central y
periférico por extensión directa o por mecanismos indirectos, como
trastornos vasculares, metabólicos, deficiencias nutricionales,
efectos adversos del tratamiento o por trastornos paraneoplásicos
distantes.
Inicialmente, los SPN neurológicos
(SPNN) se describieron como complicaciones no metastásicas sin una
etiología específica (vascular, infecciosa, metabólica o asociada
con la terapia). Pueden afectar al sistema nervioso central y
periférico y, si bien ocurren en una minoría de pacientes con
cáncer, se acompañan de morbilidad e incapacidad considerables.
Debe efectuarse el diagnóstico diferencial con otros trastornos
más frecuentes asociados con el tumor o con su tratamiento. En
ocasiones, el tumor primario es tan pequeño que no puede ser
detectado con los procedimientos habituales y de allí la
importancia de la sospecha clínica para distinguir SPNN.
En los SPNN se conocen los
trastornos inmunitarios subyacentes: ciertos antígenos del sistema
nervioso que normalmente no se expresan en forma extraneural
aparecen en células de diversas neoplasias. Las células del
sistema inmunológico reaccionan con la producción de grandes
cantidades de anticuerpos, identificables por inmunohistoquímica e
inmunoelectrotransferencia en el suero de enfermos con SPNN. En el
sistema nervioso, el cuerpo neuronal, cuerpos celulares, receptores
de superficie, sinapsis y canales iónicos son las principales
moléculas antigénicas. Los autoanticuerpos contra las células de
Purkinje (llamados antiYo) se consideran un marcador de carcinoma de
mama y ginecológico en pacientes con degeneración cerebelosa
subaguda. La asociación entre dicho anticuerpo y cáncer
ginecológico es tan fuerte que algunos grupos recomiendan la
histerectomía y salpingo-ooforectomía en mujeres con mamografías
normales y antiYo, aún en ausencia de signos tumorales en los
estudios pelvianos.
Degeneración cerebelosa
paraneoplásica
La degeneración cerbelosa paraneoplásica (DCP) se caracteriza
por la aparición subaguda de síntomas que evolucionan rápidamente
a la disfunción cerebelosa, que puede incapacitar considerablemente
al enfermo. La asociación entre la DCP y cánceres ginecológicos
ocultos se conoce desde 1938. A mediados de la década del ochenta,
Posner encontró que los enfermos con DCP podían clasificarse
según la presencia o ausencia de anticuerpos contra un antígeno de
las células cerebelosas de Purkinje y de las células neoplásicas.
La presencia del anticuerpo permite diferenciar la DCP de otras
alteraciones neurológicas clínicamente indistinguibles en sujetos
con enfermedad de Hodgkin o carcinoma pulmonar a células pequeñas.
Aunque la DCP puede aparecer en
varias neoplasias, se asocia desproporcionadamente con carcinoma de
pulmón a células pequeñas y con carcinoma de mama, ovario y
tracto genital femenino. Las manifestaciones neurológicas pueden
preceder a la detección del cáncer varios años. El inicio es
relativamente brusco y los signos y síntomas reflejan disfunción
cerebelosa difusa. Las alteraciones iniciales incluyen mareos,
problemas visuales, náuseas, vómitos y disartria. En ocasiones
pueden detectarse síntomas o signos de encefalomielitis
paraneoplásica difusa con deterioro cognitivo, parálisis bulbar y
debilidad de extremidades. La DCP también puede ocurrir en
combinación con neuropatía paraneoplásica periférica o síndrome
miasténico de Lambert-Eaton.
El hallazgo patológico más común
es la pérdida difusa de neuronas de Purkinje en la corteza
cerebelosa. La gravedad y evolución de las manifestaciones
neurológicas varían de un paciente a otro, pero son bastante
similares en individuos con el mismo cáncer o con el mismo
anticuerpo. La detección de anticuerpos antiYo en el suero o
líquido cefalorraquídeo (LCR) confirma el origen paraneoplásico
de la patología neurológica y obliga a buscar rápidamente el
tumor, habitualmente ginecológico o de mama. Aunque todos los
tumores paraneoplásicos expresan antígeno Yo, estas proteínas
también se detectan en el 20% de los cánceres de ovario de
pacientes sin antiYo y sin DCP. Es de notar que, en esta última
situación, el anticuerpo suele estar en bajo título. Las enfermas
con antiYo deben ser sometidas de inmediato a mamografía y
tomografía computada de tórax y abdomen.
Síndrome paraneoplásico con
opsoclonía y mioclonía
El síndrome paraneoplásico con opsoclonía y mioclonía
(SPNOM) consiste en movimientos atáxicos de los ojos asociados con
mioclono de cabeza, tronco y extremidades. En forma característica,
el SPNMO se observa en niños con neuroblastoma, en pacientes
adultos con anticuerpos antiRi (habitualmente mujeres con cáncer de
mama) y en individuos con otros tumores sin antiRi (generalmente
carcinoma de pulmón a células pequeñas).
Histológicamente se observan
infiltrados inflamatorios leves o importantes que comprometen el
tronco encefálico, cerebelo y leptomeninges, con pérdida variable
de células de Purkinje.
Retinopatía paraneoplásica
Si bien uno de cada diez enfermos con cáncer tiene alteraciones
visuales, la retinopatía paraneoplásica (RPN) es infrecuente.
Fotosensibilidad, menor agudeza visual y trastornos en la visión de
colores son algunas de las manifestaciones clínicas de la RPN. Los
síntomas evolucionan en varios meses. El carcinoma de pulmón a
células pequeñas, el cáncer ginecológico y los tumores
endocrinos son las neoplasias que más frecuentemente se asocian con
RPN.
El anticuerpo más común está
dirigido contra la proteína del fotorreceptor (recoverina) de 23
kDa, pero se han identificado hasta 15 antígenos adicionales. La
presencia de RPN parece predecir sobrevida prolongada en algunos
pacientes.
Síndrome de hombre rígido
El síndrome del hombre rígido (SMS, stiff-man syndrome)
se caracteriza clínicamente por rigidez que progresa de manera
lenta e involucra a los músculos esqueléticos. Los criterios
diagnósticos incluyen rigidez de músculos axiales; progresión
lenta con afección de los músculos proximales de las extremidades
inferiores y dificultad para caminar; deformaciones fijas
(habitualmente lordosis) de columna; espasmos musculares
superpuestos, a menudo desencadenados por estimulación externa;
hallazgos nerviosos sensitivos y motores normales; estado mental
normal y actividad continua de unidades motoras en reposo, en el
electroencefalograma. Las mismas revierten con diazepam por vía
intravenosa y se reducen considerablemente con la droga administrada
por vía oral.
En pocos enfermos el SMS se asocia
con cáncer, especialmente de mama. La inmunohistoquímica revela un
patrón de distribución antigénica que recuerda el de las
proteínas asociadas con vesículas sinápticas (sinapsina I y
sinaptofisina) presentes en todas las sinapsis. En el suero y LCR de
los enfermos se identifica un autoanticuerpo contra un antígeno de
128 kDa, que se expresa en alto título en el sistema nervioso
central y en menor cantidad en testículos y tejidos
endocrinológicos. El antígeno se identificó como anfifisina y el
anticuerpo se detecta también en otros SPNN. En mujeres con
carcinoma ductal de mama se observó que la expresión del antígeno
de 128 kDa se limita casi exclusivamente a las sinapsis.
Neuropatía paraneoplásica
sensitiva y motora asociada con cáncer de mama
Los hallazgos clínicos del síndrome son heterogéneos y
aparecen en varios tipos de tumor. La patogenia no se conoce.
Habitualmente el paciente refiere parestesias de miembros superiores
e inferiores, debilidad muscular y calambres y, en ocasiones, signos
y síntomas radiculares. Las modificaciones serológicas y en LCR
sugieren patogenia inmune, pero en ningún caso se comprobaron
anticuerpos contra elementos del sistema nervioso. Seis de las 9
enfermas descriptas por Peterson y col. tuvieron neuropatía entre 2
meses antes y 8 años después de la detección del cáncer de mama.
La evolución fue crónica en todas las pacientes pero la
incapacidad fue mínima hasta las últimas etapas de la enfermedad.
Una enferma mejoró transitoriamente con plasmaféresis, y en tres
se registró mejoría con el tratamiento del cáncer. Es posible que
los anticuerpos contra el asta gris posterior intervengan en la
patogenia de este síndrome.
Discusión y conclusiones
Existe evidencia sustancial de que, en pacientes que manifiestan
SPNN y autoanticuerpos positivos, los tumores crecen más lentamente
y ocasionan menos metástasis en comparación con los individuos sin
anticuerpos y sin síntomas paraneoplásicos. Los anticuerpos están
dirigidos contra proteínas que, en situaciones normales, sólo se
expresan a nivel del sistema nervioso, pero que pueden aparecer en
forma extraneurológica en ciertas neoplasias, por motivos que se
desconocen. Es probable que esta respuesta inmunológica se asocie
también con destrucción importante del tumor, fenómeno que
explicaría lo difícil que es muchas veces identificar el origen de
la neoplasia. Lamentablemente, la reacción inmune también afecta a
las estructuras nerviosas que expresan los antígenos en cuestión.
En los SPNN la citotoxicidad de células T parece crucial. El
diagnóstico correcto requiere estrecha colaboración entre el
neurólogo y el oncólogo, concluyen los expertos.
SÍNDROME
DE OVARIO POLIQUÍSTICO. UN POSIBLE TRASTORNO SISTÉMICO
Balen A y Rajkowha M
The General Infirmary, Leeds;
Ninewells Hospital, Dundee, Reino Unido
Polycystic ovary syndrome - a
systemic disorder?
Best Practice & Research
Clinical Obstetrics & Gynaecology 17(2):263-274, 2003
La hiperinsulinemia es el
trastorno metabólico más característico del síndrome de ovario
poliquístico; de allí que las medicaciones tendientes a mejorar la
sensibilidad a la insulina podrían ser de gran ayuda.
Introducción
El síndrome de ovario poliquístico (SOP) es la alteración
endocrinológica más común en mujeres. Aún no existe consenso
respecto de la mejor definición de la patología, pero la mayoría
de los profesionales acepta que el SOP se caracteriza por presencia
de ovarios poliquísticos (en la ecografía) más uno de los signos
y síntomas clásicos: oligomenorrea, amenorrea, obesidad e
hiperandrogenismo (acné, hirsutismo y alopecía). Las anormalidades
endocrinológicas consisten en elevación plasmática de
testosterona, hormona luteinizante (LH) e insulina, además de los
trastornos atribuibles a hiperinsulinemia, como reducción de la
concentración de globulinas de unión a hormonas sexuales,
intolerancia a la glucosa (IG) y dislipemia.
Se ha estimado que 20% a 33% de las
mujeres en edad reproductiva tienen ovarios poliquísticos en la
ecografía, pero sólo en 10% las manifestaciones son compatibles
con SOP. Desde hace tiempo se conoce el riesgo a largo plazo de
hiperplasia y cáncer endometrial como consecuencia de anovulación
crónica y elevación continua del nivel de estrógenos sin
progesterona. Además, nuevos conocimientos en trastornos
metabólicos indican probable riesgo cardiovascular asociado.
Obesidad y alteraciones metabólicas son factores de riesgo de
patología cardíaca isquémica en la población general y también,
probablemente, en mujeres con SOP.
Resistencia a la insulina
Consiste en la menor respuesta biológica a un determinado nivel
de insulina. En la población general, la resistencia a la insulina
(RI), obesidad, IG, hipertensión y dislipemia son factores
importantes de riesgo cardiovascular. Por otra parte, un amplio
estudio poblacional prospectivo realizado en Gotemburgo en casi
1 500 mujeres de 38 a 60 años mostró que elevada razón entre
circunferencia de cintura y de cadera (CCC), hipertrigliceridemia,
diabetes e hipertensión son cuatro elementos esenciales de riesgo
cardiovascular. La obesidad central y la elevación del nivel de
triglicéridos fueron, sin embargo, los de mayor riesgo a más largo
plazo, a los 20 años de seguimiento. Asimismo, dos investigaciones
epidemiológicas en EE.UU. mostraron que la mortalidad
cardiovascular está estrechamente relacionada con dislipemia,
esencialmente hipertrigliceridemia, y menor nivel de colesterol
asociado a lipoproteínas de alta densidad (HDLc).
Resistencia a la insulina en el
SOP
En 1980 se sugirió por primera vez la existencia de una
relación entre el hiperandrogenismo del SOP y la hiperinsulinemia.
El nivel plasmático de insulina en respuesta a la prueba de
sobrecarga con glucosa fue más alto en 8 mujeres obesas con SOP que
en controles. Asimismo, se detectó correlación significativa entre
la concentración basal de insulina y el nivel plasmático de
testosterona y androstenodiona. Posteriormente se demostró
hiperinsulinemia en mujeres no obesas con SOP; el fenómeno parece
indicar que el trastorno es específico de pacientes con SOP más
que una alteración secundaria a la obesidad. Sin embargo, otros
grupos no pudieron confirmar estos resultados. La obesidad y el SOP
parecen tener un efecto sinérgico sobre el grado y la gravedad de
la RI, y se observó que la sensibilidad a la insulina depende del
patrón menstrual. De hecho, es más común que las mujeres no
obesas con SOP y oligomenorrea tengan RI, que las pacientes con
ciclos regulares.
Otros factores de riesgo
cardiovascular en enfermas con SOP
La obesidad simple se acompaña de mayores depósitos de grasa
en la región glútea y femoral, mientras que en la obesidad central
hay más tejido graso en abdomen. Treinta y cinco a 60% de las
mujeres con SOP presenta obesidad. El hiperandrogenismo se acompaña
también de adiposidad central y, por ende, mayor CCC. Este último
patrón de distribución de las grasas es independiente del índice
de masa corporal (IMC); está vinculado a mayor nivel de insulina y
triglicéridos en plasma, y a menor concentración de HDLc. La IG y
la diabetes son factores conocidos de riesgo cardiovascular; según
se ha observado, 18% a 20% de las mujeres obesas con SOP tienen IG.
En un estudio retrospectivo, 15% de las mujeres con SOP tenían
diabetes tipo 2 en comparación con 2% de las controles. Así, el
SOP es un factor de riesgo común de diabetes no insulino
dependiente. La incidencia de diabetes gestacional también es mayor
en las mujeres con SOP que logran concebir luego de la diatermia
ovárica.
Un estudio longitudinal reveló que
al cabo de 6.2 años de seguimiento promedio, el 9% de las pacientes
normoglucémicas al inicio adquirió IG y el 8%, diabetes. El 54% de
las que presentaban IG al inicio del estudio presentó diabetes
posteriormente. Se ha sugerido que la susceptibilidad a SOP se
asocia con la presencia de un número variable de secuencias
repetidas (VNTR) en el gen de la insulina, por lo cual el SOP
podría ser al menos en parte un trastorno heredado de la
producción de insulina. También se observan diferencias según la
raza: la diabetes tipo 2 y la RI son más prevalentes en las
poblaciones indígenas del sur de Asia. La diabetes tipo 2 también
tiene una base familiar y se hereda como rasgo genético complejo
que interactúa con diversos factores ambientales desde la vida
fetal.
Marcadores de riesgo
cardiovascular
El estudio Gotemburgo mostró que la prevalencia de
hipertensión era tres veces más alta en mujeres de 40 a 59 años
con SOP. También es mayor la incidencia de preeclampsia (12.9% versus
3.8% en la población general); la concentración de triglicéridos
es tres veces más alta y la de HDLc es 26% inferior, en
comparación con controles. Sin embargo, algunos investigadores
sugirieron que los trastornos lipídicos son secundarios a obesidad.
Las partículas HDL intervienen en
forma crucial en el metabolismo de los lípidos y constituyen el
principal marcador de riesgo cardiovascular en mujeres. Remueven el
exceso de lípidos de la circulación y de los tejidos, y los
transportan al hígado para su posterior excreción o transferencia
a otras lipoproteínas. El colesterol es sólo uno de los
componentes de las HDL, partículas que cambian constantemente de
composición. En una investigación, la obesidad resultó el factor
más importante asociado con hipertrigliceridemia e
hipercolesterolemia en mujeres con SOP y en controles. Las primeras
también presentan elevación del inhibidor 1 del activador del
plasminógeno (PAI-I). Los niveles plasmáticos de PAI-I se
correlacionan directamente con la concentración sérica de insulina
y predicen el riesgo de infarto de miocardio.
Seguimiento a largo plazo
Un estudio de 33 mujeres con SOP diagnosticado clínica e
histológicamente les detectó riesgo 7.4 veces superior de infarto
de miocardio respecto de controles comparables en edad. Las
pacientes de 40 años o más tuvieron elevada prevalencia de
obesidad central y mayor concentración basal de insulina.
Presentaron un riesgo siete veces más alto de diabetes y el triple
de prevalencia de hipertensión. Aunque las tasas de mortalidad
global y cardiovascular no fueron mayores que las de los registros
nacionales de mortalidad de mujeres, la proporción de enfermas con
diabetes como factor contribuyente o subyacente de mortalidad fue
significativamente más alto que el esperado (odds ratio de
3.6).
Es por ello que estas alteraciones,
si bien son marcadores importantes de riesgo cardiovascular, no se
asocian con elevación directa de la probabilidad de muerte.
Enfermedad cardíaca isquémica
En 102 mujeres sometidas a angiografía coronaria, el hirsutismo
y acné fueron dos veces más comunes en las pacientes con
enfermedad coronaria. Una mayor CCC se asoció con hirsutismo y con
patología isquémica coronaria. El patrón adiposo anormal (de tipo
androide) en combinación con manifestaciones sugestivas de
hiperandrogenismo parece ser un elemento predictivo de riesgo de
enfermedad isquémica. Otra investigación halló asociación
independiente entre ovarios poliquísticos y la magnitud de
enfermedad coronaria en mujeres de hasta 60 años sometidas a
cateterización cardíaca. Las enfermas con ovarios poliquísticos
presentaron más segmentos coronarios con estenosis superior al 50%
respecto de las pacientes con ovarios normales. En el modelo de
regresión multivariado, la extensión de la lesión coronaria se
asoció de modo independiente con ovarios poliquísticos, al igual
que la historia familiar de enfermedad cardíaca isquémica.
La incidencia de patología
coronaria se relaciona fuertemente con arteriosclerosis de
carótida; en las pacientes con SOP, la enfermedad carotídea
subclínica es más frecuente.
Tratamiento
La obesidad y la RI, en forma aislada o en combinación, elevan
el riesgo cardiovascular. La actividad física y la pérdida de peso
constituyen la modalidad más fisiológica de mejorar la
sensibilidad a la insulina y las anormalidades metabólicas que se
observan en el SOP. En estas enfermas, la pérdida de peso –incluso
leve– mejora el perfil hormonal y la evolución reproductiva en
relación con cualquiera de las formas de terapia de fertilidad.
La metformina reduce la
concentración de insulina y mejora la sensibilidad a la hormona.
Asimismo, el fármaco parece regularizar los ciclos menstruales y
reducir el riesgo global cardiovascular. Sin embargo, se requiere
mayor investigación para saber si la mejoría es atribuible al
tratamiento per se o es secundaria a la pérdida de peso.
Tampoco se conoce si el tratamiento reduce el riesgo de
complicaciones a largo plazo. Es por ello que bajar de peso sigue
siendo la principal medida terapéutica en mujeres con obesidad y
SOP.
SOP en mujeres jóvenes y
genética
La mayoría de los estudios que identificaron la obesidad y la
RI como factores de riesgo importantes en mujeres con SOP se
realizó sobre poblaciones adultas. No obstante, el SOP también
puede detectarse en pacientes jóvenes. Un trabajo reciente
constató elevada prevalencia de ovarios poliquísticos y
anormalidades metabólicas asociadas en mujeres de 18 a 25 años.
Sin embargo, en las enfermas no se comprobó hiperinsulinemia ni RI.
Los hallazgos ponen de manifiesto la necesidad de realizar estudios
prospectivos a largo plazo para determinar con precisión la
historia natural del SOP y para conocer los factores que influyen en
el riesgo de diabetes y de enfermedad cardiovascular, en etapas
posteriores de la vida.
Los trabajos de ligamiento
genético mostraron asociación con una variación alélica
frecuente en el locus VNTR, en la región promotora
del gen de insulina. Este locus se asoció con obesidad, con
la secreción de insulina, con IG y con diabetes tipo 2. Las mujeres
con SOP, hiperinsulinemia y ciclos anovulatorios tienen más
frecuentemente el alelo de clase III.
El mayor peso al nacer se asoció
con riesgo de SOP en la edad adulta; esto sugiere que tal riesgo
podría originarse en etapas muy precoces del desarrollo, y estar
influido por el ambiente uterino y el genotipo fetal.
Paradójicamente, la RI, el hiperandrogenismo ovárico y la
disfunción ovárica también han sido relacionados con bajo peso al
nacer.
Conclusiones
Las mujeres con SOP se caracterizan por presentar RI, obesidad
central y dislipemia, factores que promueven mayor riesgo de
diabetes y de enfermedad cardiovascular. No obstante, los estudios
de seguimiento confirmaron el riesgo de diabetes pero no la mayor
probabilidad de muerte cardiovascular. Las intervenciones
terapéuticas destinadas a mejorar la sensibilidad a la insulina
podrían ser útiles para revertir las alteraciones clínicas y
metabólicas. El SOP es una patología heterogénea cuya alteración
metabólica patognomónica es la hiperinsulinemia. El aumento de la
masa corporal empeora las manifestaciones clínicas y las
anormalidades metabólicas. La hiperinsulinemia se correlaciona con
la alteración reproductiva y con el riesgo a largo plazo de
diabetes y enfermedad cardiovascular. La disminución del peso es
esencial, y las drogas con capacidad de aumentar la sensibilidad a
la insulina podrían ser de gran utilidad. Aún se requiere mayor
investigación para comprender la genética y las diferencias
raciales del SOP, concluyen los expertos.
INFECCIÓN
AGUDA NO COMPLICADA DEL TRACTO URINARIO EN MUJERES
Fihn SD
Northwest Health Services Research
and Development Center of Excelence, Veterans Affairs Puget Sound
Health Care System, Seattle, EE.UU.
Acute Uncomplicated Urinary Tract
Infection in Women
The New England Journal of
Medicine 349(3): 259-266, 2003.
La
infección urinaria baja es extremadamente frecuente en mujeres. En
la mayoría de los casos, el tratamiento empírico con trimetoprima
sulfametoxazol durante 3 días es la terapia de elección.
El problema clínico
La incidencia anual de infección urinaria baja (IUB) femenina
es cercana al 11%, y se estima que más de la mitad de las mujeres
presentará un episodio a lo largo de su vida. En la mayoría de los
casos, las IUB no presentan complicaciones: no tienen signos o
síntomas de infección urinaria alta ni asociación con factores
que predispongan a su complicación (diabetes, embarazo,
inmunosupresión, pielonefritis previa, síntomas de más de 14
días de duración o anormalidades estructurales de la vía
urinaria). Luego de la infección inicial, la mayor parte de las
mujeres registra recurrencias esporádicas; y entre el 25% y el 50%
tienen otro episodio en el transcurso del año siguiente. El 3% al
5% de las pacientes tiene IUB recidivante. Escherichia coli
es causa del 75% al 90% de los episodios de IUB no complicada o
cistitis aguda; Staphylococcus saprophyticus genera otro 5% a
15%, esencialmente en mujeres jóvenes; y el resto es atribuible a
enterococo u otros bacilos gramnegativos aeróbicos tales como
especies de Klebsiella y Proteus mirabilis.
Estrategias y evidencia
Características clínicas.
La probabilidad de cistitis en una paciente con disuria, polaquiuria
o hematuria macroscópica es cercana al 50%. Los síntomas
compatibles con vaginitis o cervicitis reducen la probabilidad de
IUB en 20%, aproximadamente.
Factores de riesgo.
En mujeres jóvenes, el factor de riesgo más importante es el
antecedente de cistitis aguda y la actividad sexual reciente. La
probabilidad de cistitis aguda en las 48 horas que siguen al
contacto sexual aumenta sustancialmente; el uso de agentes
espermaticidas incrementa el riesgo aún más, fundamentalmente de
infecciones por E. coli o S. saprophyticus,
independientemente de que se los emplee en combinación con
diafragma o preservativo. Las enfermas con recurrencias frecuentes
tienen más comúnmente antecedente familiar de cistitis y de
cistitis a edad joven.
En las mujeres de edad avanzada que
viven en geriátricos, el riesgo de IUB se eleva en relación con la
edad, debilidad y con condiciones que comprometen el vaciado vesical
y la higiene perineal (enfermedades neurológicas o demencia). La
deficiencia de estrógenos es otro factor de contribución. En
mujeres sanas posmenopáusicas, la actividad sexual es un elemento
predictivo de menor riesgo respecto de mujeres jóvenes. Por su
parte, las pacientes con diabetes tienen dos veces más riesgo de
presentar IUB que las no diabéticas. Las recurrencias en pacientes
ancianas tienen que ver fundamentalmente con la presencia de
cistocele o incontinencia urinaria o con el antecedente de cirugía
genitourinaria.
Pruebas diagnósticas.
La piuria en el sedimento de orina tiene sensibilidad del 95%, pero
especificidad relativamente escasa (71%). En cambio, la presencia de
bacterias en la evaluación microscópica es menos sensible pero
más específica (40% a 70% y 85% a 95%, respectivamente). Las
pruebas urinarias con dipstick han reemplazado en gran medida
a la microscopia y al cultivo de orina, ya que es un método
sencillo, rápido y confiable. Su aplicabilidad es aún más alta
cuando se considera, como criterio de positividad, la presencia de
nitrito o de esterasa leucocitaria.
La mayoría de las pacientes con dipstick
positivo pueden ser tratadas en forma empírica a menos que existan
factores de riesgo de complicación de infección urinaria alta. El
resultado negativo no descarta por completo la posibilidad de
infección; en este caso, el cultivo es necesario. El estudio
microbiológico también es útil para identificar organismos
resistentes o inusuales en mujeres que no mejoran clínicamente o en
las que recidivan 2 a 4 semanas después de completado el
tratamiento.
La definición de positividad en el
cultivo es importante. Si el umbral de decisión es 100 000
bacterias por ml, la especificidad es alta pero la sensibilidad es
baja, de sólo 50%. En cambio, cuando se adopta un umbral de
1 000 bacterias por ml la sensibilidad se eleva
sustancialmente, con reducción mínima de la especificidad. En
determinados escenarios clínicos, es posible el manejo telefónico
de la enferma, particularmente en ausencia de factores de riesgo o
de síntomas compatibles con vaginitis o cervicitis. De lo
contrario, agrega el experto, se impone la consulta médica.
Tratamiento.
La administración de trimetoprima-sulfametoxazol (TS) durante 3
días produce curación bacteriológica (erradicación del patógeno
en orina) a los 7 días en el 94% de las pacientes. Los tratamientos
de mayor duración (7 a 10 días) no son más eficaces para eliminar
el microorganismo ni para evitar las recidivas. En cambio, generan
más efectos adversos. La terapia con dosis única es ligeramente
menos eficaz que la de tres días, ya que logra la erradicación
bacteriana en el 87% de los casos y se acompaña de un mejor perfil
de tolerancia. La trimetoprima es igual de útil cuando se la emplea
en forma aislada o en combinación con sulfametoxazol; además,
puede indicarse en pacientes con alergia a sulfas. No obstante, la
trimetoprima puede inducir reacciones de hipersensibilidad per se.
En algunas regiones, hasta un 18%
de los organismos es resistente a la combinación de TS. Sin
embargo, aún cuando se anticipa un índice de resistencia del 30%,
la curación clínica y microbiológica se verificará en el 80% al
85% de los casos.
La ofloxacina es igual o más
eficaz que TS, con un índice de recidiva del 8% al 9% seis semanas
después de terminado el tratamiento. Se estima que otras
fluoroquinolonas se acompañan de la misma eficacia, pero ninguno de
los agentes de esta clase debería considerarse como alternativa de
primera línea por su mayor costo y su capacidad para inducir
resistencia bacteriana. Cuando está contraindicada la combinación
de TS, tres días de tratamiento con ciprofloxacina, levofloxacina,
norfloxacina, lomefloxacina o gatifloxacina es una opción
razonable. Las fluoroquinolonas son eficaces contra S.
saprophyticus, contra la mayor parte de los uropatógenos
típicos gramnegativos, y frente al 60% a 70% de los enterococos.
Si bien la resistencia a la
nitrofurantoína es inferior a 5%, la droga se considera menos
eficaz que TS o fluoroquinolonas contra bacilos gramnegativos
aeróbicos distintos de E. coli. Además, no es útil en
infección por especies de Proteus o Pseudomonas.
Cuando se la indica durante 7 días, habitualmente induce efectos
adversos gastrointestinales. Es posible que el empleo de este agente
se eleve si la resistencia a las fluoroquinolonas sigue en aumento.
La fosfomicina trometamol es otra
alternativa aunque menos eficaz que TS o fluoroquinolonas y no es
confiable en el tratamiento de infecciones por S. saprophyticus.
Los antibióticos beta lactámicos deberían evitarse porque es
frecuente la resistencia bacteriana y se asocian con índices de
curación bajos. La combinación de amoxicilina-clavulánico (AC)
puede ser más útil pero habitualmente no se la utiliza por su
elevado costo y por la elevada frecuencia de complicaciones
gastrointestinales.
Más del 90% de las mujeres tiene
mejoría sintomática dentro de las 72 horas de comenzado el
tratamiento. En algunas pacientes con disuria importante, la
fenazopiridina durante uno o dos días puede mejorar los síntomas.
El fármaco es de venta libre, se asocia con efectos adversos
gastrointestinales, cefalea, erupción cutánea y reacciones
hemolíticas (en pacientes con deficiencia de glucosa 6 fosfato
deshidrogenasa), y rara vez es causa de nefrotoxicidad.
Pielonefritis aguda no complicada.
Algunas pacientes jóvenes, no embarazadas, con signos y síntomas
de pielonefritis (fiebre, escalofríos y dolor lumbar) pueden ser
tratadas de manera ambulatoria. En este caso está indicada la
administración de fluoroquinolonas o TS durante 14 días. La
amoxicilina oral o la combinación AC es una alternativa en las
infecciones originadas por gérmenes grampositivos. Cuando las
enfermas presentan otros factores de riesgo o evidencia de toxicidad
sistémica, deben ser internadas para recibir, al menos
inicialmente, antibióticos por vía parenteral.
Seguimiento y evaluación.
El seguimiento rutinario, inclusive el cultivo de orina, a menudo no
está indicado después del tratamiento de la cistitis. Tampoco hay
indicación para solicitar estudios de imágenes o cistoscopia, a
menos que exista hematuria persistente.
Infecciones recurrentes.
Las pacientes con recidivas frecuentes y exposición a
espermaticidas vaginales deberían considerar otros métodos de
anticoncepción. La profilaxis continua y poscoito con
antimicrobianos en dosis bajas y la automedicación intermitente son
a veces eficaces para evitar las recurrencias. Sin embargo, la
profilaxis no debería iniciarse hasta que se confirme la
erradicación de la infección activa con un cultivo negativo, al
menos una o dos semanas después de completada la terapia.
La profilaxis continua con una
única toma diaria de antibióticos es útil en mujeres con dos o
más infecciones sintomáticas en 6 meses o con tres o más
episodios en un año. La prevención continua con nitrofurantoína,
trimetoprima (con sulfametoxazol o sin él), ciprofloxacina o
norfloxacina reduce el índice de recidivas en 95% y evita la
aparición de pielonefritis. La incidencia de efectos adversos
varía de un esquema a otro; las manifestaciones gastrointestinales,
la erupción cutánea y las vaginitis por levaduras son los más
comunes.
Otra estrategia preventiva es la
automedicación en el momento del inicio de los síntomas. Las
mujeres con cistitis frecuentes reconocen rápidamente los síntomas
y pueden comenzar el tratamiento de 3 días con TS. En ausencia de
mejoría en el transcurso de las 48 a 72 horas posteriores, debe
hacerse la consulta médica.
El jugo de arándano contiene
proantocianidinas que parecen inhibir la unión de ciertos
patógenos al epitelio urológico. Estudios aleatorizados mostraron
que 200 a 750 ml por día de este jugo o las tabletas con el
producto activo concentrado reducen el riesgo de cistitis recurrente
en 12% a 20%. El vaciamiento vesical luego del coito no evita la
IUB; tampoco lo logran las diversas estrategias de higiene perineal.
Areas de incertidumbre
Entre el 10% y el 20% de las mujeres con IUB referirán un nuevo
episodio en el transcurso de unos pocos meses; no se han
identificado los factores relacionados con tal evolución. Aún no
se conoce con precisión la eficacia de cursos cortos de tratamiento
con nitrofurantoína (3 a 5 días) ni tampoco la relación entre
costo y eficacia de la terapia corta con fluoroquinolonas versus
TS. No obstante, la posibilidad de inducir resistencia bacteriana
debe ser tenida en cuenta.
La administración de estrógenos
exógenos podría evitar la cistitis recurrente al revertir la
atrofia de la mucosa genitourinaria y restaurar la flora normal
vaginal. Un estudio a doble ciego en 36 mujeres posmenopáusicas
mostró que el tratamiento tópico con estriol se asocia con
reducción significativa de las infecciones y recidivas. En cambio,
no se ha podido confirmar un beneficio similar en relación con la
terapia hormonal de reemplazo por vía oral.
Conclusiones y recomendaciones
La Infectious Diseases Society of America estableció que
la administración de TS durante 3 días es la terapia de primera
línea en IUB no complicada, con excepción de comunidades en las
cuales el índice de resistencia supera el 10% a 20%. En esta
situación, las fluoroquinolonas constituyen una alternativa. En la
mayoría de los escenarios clínicos, la IUB puede ser tratada en
forma empírica con TS. Una recomendación adicional es evitar el
uso de espermaticidas. Los estudios de imágenes deben limitarse a
pacientes que presentan infecciones complicadas, señala por último
el experto.
ANEMIA
DURANTE LA GESTACIÓN Y TRATAMIENTO CON HIERRO POR VÍA INTRAVENOSA:
REVISIÓN DE LA LITERATURA
Bashiri A, Burstein E,
Sheiner E y colaboradores
Department of Obstetrics and
Gynecology, Faculty of Health Sciences, Soroka University Medical
Center, Beer-Sheva, Israel
Anemia during pregnancy and
treatment with intravenous iron: review of the literature
European Journal of
Obstetrics and Gynecology and Reproductive Biology 110:2-7, 2003
La anemia ferropénica es un
trastorno común durante la gestación. La terapia con hierro oral
suele tolerarse mal y en ocasiones es necesario el tratamiento por
vía intravenosa.
Introducción
La anemia es la disminución de la concentración de hemoglobina
y del hematocrito. En mujeres no embarazadas, y durante la
gestación y puerperio, se considera anemia cuando el nivel de
hemoglobina está por debajo de los 12 g/dl y de los 10 g/dl,
respectivamente. La Organización Mundial de la Salud (OMS)
define anemia del embarazo cuando la hemoglobina es inferior a los
11 g/dl; el CDC establece un umbral de 11 g/dl durante el
primero y tercer trimestre, y de 10.5 g/dl en el segundo trimestre
de la gestación.
La anemia puede responder a causas
hereditarias (talasemias, hemoglobinopatías, anemia hemolítica) o
adquiridas. Entre las últimas, las más frecuentes son deficiencia
de hierro, pérdida aguda de sangre, inflamación o neoplasia,
anemia megaloblástica y aplasia medular, entre otras.
La anemia por deficiencia de hierro
es un problema sanitario importante. Clínicamente se manifiesta con
palidez cutánea, falta de energía y dificultad para respirar.
Metabolismo de los glóbulos
rojos
La función principal de los eritrocitos es transportar el
oxígeno desde los pulmones hacia los tejidos y el dióxido de
carbono en el camino inverso. La eritropoyetina estimula a las
células precursoras mieloides a formar glóbulos rojos. En el
hombre, se requieren entre 20 y 25 mg de hierro por día para la
síntesis de hemoglobina. La sobrevida normal de los eritrocitos de
cercana a los 120 días; posteriormente son fagocitados por células
del sistema reticuloendotelial. En ellas, la hemoglobina se degrada
y el hierro se une a la transferrina, que lo devuelve a la médula
ósea para la formación de nuevos eritrocitos o a depósitos
tisulares para la producción de hemoglobina.
Absorción, metabolismo y
funciones del hierro
Es un constituyente esencial de la hemoglobina y mioglobina.
También interviene en la transferencia de electrones,
hidroxilación, oxigenación y proliferación celular. El
metabolismo del hierro es un proceso muy dinámico; luego de su
absorción en el intestino, es transportado por la transferrina a
los depósitos tisulares. El índice de movilización a partir de
estos últimos y su absorción están influidos por las necesidades
del organismo: cuando el depósito es escaso, la absorción se
eleva. Algunos elementos de la dieta también afectan la absorción
y biodisponibilidad del hierro. Por ejemplo, los fitatos presentes
en trigo y otros cereales, los oxalatos en arroz y los polifenoles
en té y café inhiben la absorción de hierro. Cuando el aporte es
adecuado, aproximadamente 25% se reserva en el sistema
reticuloendotelial del hígado, bazo y médula ósea en forma de
ferritina, proteína que refleja la cantidad total de hierro de
depósito.
Deficiencia de hierro
Se produce cuando la reserva de hierro no es adecuada para la
homeostasis eritropoyética normal y cuando las demandas superan el
aporte. Es una de las deficiencias nutricionales más frecuentes y
su prevalencia se estima en valores cercanos al 25% de la población
mundial. La deficiencia de hierro puede obedecer a pérdida
gastrointestinal, sangrado menstrual, fase de crecimiento rápido en
infantes, hemorragia aguda y menor absorción. Las personas más
susceptibles son las mujeres en edad reproductiva.
La deficiencia de hierro reconoce
tres etapas. En la primera ocurre depleción del hierro de los
depósitos tisulares, con lo cual la hemoglobina se mantiene en el
nivel normal. La ferritina sérica y de médula ósea está reducida
y, por ende, aumenta la absorción de hierro. Durante la segunda
fase, la eritropoyesis se enlentece por la menor disponibilidad de
hierro. La concentración de hemoglobina disminuye de manera
gradual, paralelamente a la reducción de los niveles de ferritina
sérica, hierro de médula ósea y hierro en plasma. Se produce un
aumento de la capacidad total de fijación de hierro. Sin embargo,
durante esta etapa el hematocrito se mantiene normal. Finalmente, se
produce la anemia ferropénica: el nivel de ferritina y el
porcentaje de saturación de la transferrina son muy bajos, hay
depleción completa del hierro de depósito y el hierro sérico y
hemoglobina se reducen. La capacidad total de fijación aumenta. La
deficiencia de hierro se detecta en la medición de la ferritina, la
saturación de transferrina y la hipocromía de los eritrocitos. La
saturación de transferrina brinda una idea acerca del transporte de
hierro y del hierro disponible en médula ósea. Cuando desciende
por debajo de 15% a 20%, la eritropoyesis es ineficaz. La
hipocromía celular es un marcador precoz y sensible de anemia
ferropénica. Normalmente, señalan los autores, el porcentaje de
eritrocitos hipocrómicos no supera el 2.5%.
Anemia y deficiencia de hierro
en el embarazo
Durante la gestación, los requerimientos de hierro aumentan
considerablemente y, a menos que el aporte se eleve paralelamente,
se produce anemia. El volumen plasmático aumenta de manera
desproporcionada respecto de la masa de eritrocitos, con lo cual se
produce reducción fisiológica del hematocrito. El volumen
sanguíneo se expande en 50%, lo cual se asocia con mayor incidencia
de anemia, especialmente durante el segundo trimestre de la
gestación. El hierro absorbido a partir de los alimentos y el
metabolizado desde los depósitos tisulares suele no ser suficiente
para cumplir con la mayor demanda.
El contenido corporal total de
hierro de una mujer adulta es de 2 a 2.5 g y el de los depósitos es
cercano a los 300 mg. La demanda de hierro durante la gestación se
eleva a 1 g, la mitad se pierde obligadamente, 300 mg van al feto y
placenta y otros 200 mg adicionales se eliminan por las vías
naturales. La madre utiliza los restantes 500 mg cuando están
disponibles; en caso contrario, se produce anemia. El agregado de
hierro exógeno es casi obligado, ya que la mayor demanda rara vez
puede ser cubierta sólo por la dieta.
Se estima que en el 5% de los
partos hay pérdida sanguínea importante, de más de 1 litro,
fenómeno que puede asociarse con morbilidad materna considerable
(fatiga, mareos, depresión, infecciones, fracaso de la lactancia y
mayor tiempo de internación). Una mayor susceptibilidad a
infecciones, nacimiento prematuro, restricción del crecimiento
intrauterino y mayor morbilidad y mortalidad fetal son algunas de
las consecuencias que la anemia genera en el feto. Según la Academia
Nacional de Ciencias, la deficiencia de hierro en la gestación
se define en presencia de ferritina por debajo de los 12 ng/ml,
parámetro que se considera como herramienta diagnóstica esencial.
Terapia férrica durante la
gestación
Aunque la absorción de hierro puede ser adecuada en personas
normales sin deficiencia férrica, es muy inferior cuando hay
depleción o en mujeres embarazadas. El fenómeno se agrava aún
más por los efectos del embarazo a nivel gastrointestinal, tales
como náuseas, vómitos, trastornos de la motilidad, esofagitis por
reflujo y tendencia a la aparición de hemorroides.
El aporte exógeno de hierro forma
parte de los programas de salud pública y los suplementos orales
son la forma más sencilla para cumplir con esta necesidad. La
mayoría de las mujeres puede ser adecuadamente tratada con hierro
por vía oral. Sin embargo, entre 10% y 40% no toleran esta vía de
administración, esencialmente por la aparición de constipación,
diarrea, dolor abdominal, náuseas y vómitos, entre otras
manifestaciones. Los efectos secundarios pueden reducirse, en parte,
si las tabletas se administran junto con las comidas; pero en este
caso, también puede reducirse la absorción. Se ha visto que el
estado férrico del recién nacido se correlaciona con el estado de
la madre durante la gestación. Diversas organizaciones recomiendan
proporcionar a las mujeres embarazadas un aporte de 30 mg diarios de
hierro ferroso elemental durante el segundo y tercer trimestre de la
gestación. Por su parte, la OMS aconseja ingestas diarias de
60 mg de hierro y 400 µg de ácido fólico en áreas donde la
prevalencia de deficiencia de hierro es inferior al 20%, y dosis
duplicadas en áreas con prevalencia más alta. Dosis mayores se
asocian con menor absorción y mayor incidencia de efectos adversos.
Terapia férrica alternativa
Aún cuando las instrucciones se respeten por completo, un
número importante de mujeres no responde con el aumento del nivel
de hemoglobina esperado. En esta situación, o cuando los efectos
secundarios son intolerables, es necesario aplicar otras vías de
administración, como la intramuscular o intravenosa. Las
transfusiones se reservan para casos extremos. La terapia parenteral
se ha empleado en la anemia grave. Quienes más se benefician son
los pacientes con insuficiencia renal crónica o que deben recibir
cirugía, y las enfermas obstétricas con anemia grave que no
toleran el hierro por vía oral. Algunos investigadores sugieren que
la administración de hierro por vía parenteral es la única forma
eficaz de tratamiento de la anemia grave.
Tratamiento intramuscular e
intravenoso
La primera estrategia se asocia con dolor en el sitio de
inyección y eventual formación de abscesos, inconvenientes más
importantes aún si se tiene en cuenta que el tratamiento requiere
inyecciones repetidas. Esta vía también se relacionó con la
aparición de mialgias, artralgias y enfermedad maligna. Tales
problemas desaparecen con el empleo de la vía intravenosa; sin
embargo, la administración de hierro dextrán se asocia con
reacciones anafilácticas graves en 0.6% a 2.3% de los casos, por lo
que dicha modalidad se ha dejado de usar en la mayoría de los
países. La vía intravenosa también puede incrementar el riesgo de
trombosis, que parece reducirse cuando se administra hidrocortisona
en forma simultánea.
En los últimos años se han
introducido nuevos preparados de hierro para uso intravenoso, como
hierro sucrosa o hierro dextrina, formas en las cuales el hierro se
une en un complejo no iónico de hierro (III), con menor toxicidad.
Estas formas de hierro interactúan fuertemente con las proteínas
endógenas fijadoras de hierro, con lo cual se generan productos de
degradación cuya precipitación puede explicar las reacciones
adversas observables con estas fórmulas.
Los autores recuerdan que el peso
molecular del hierro dextrán es de más de 100 000 Da y éste es
uno de los mecanismos por los que pueden generarse efectos adversos.
El hierro dextrina es muy parecido al hierro dextrán en
estabilidad, estructura y toxicidad, pero no induce anafilaxia ni
reacciona con anticuerpos. Por el contrario, el hierro sucrosa
pertenece al grupo de los complejos de peso molecular de 30 000
a 100 000 Da, con vida media de 90 minutos. Es captado
esencialmente por las células del sistema reticuloendotelial del
hígado así como también por la transferrina y apoferritina, bazo
y médula ósea. Por ende, es rápidamente metabolizado y queda
disponbible para eritropoyesis. Todas estas preparaciones deben
administrarse por infusión lenta. Los efectos adversos más comunes
son hipotensión, calambres y náuseas. Varios grupos demostraron
que la terapia por vía intravenosa produce elevación
significativamente más alta de la hemoglobina que el tratamiento
oral.
Un grupo comparó la eficacia y
seguridad del hierro sucrosa con y sin eritropoyetina recombinante
en forma adyuvante en el tratamiento de anemia resistente a hierro
en 40 mujeres embarazadas. Ambos esquemas fueron eficaces, pero el
primero se asoció con aumento más rápido del recuento de
reticulocitos y del hematocrito.
Resumen
La adhesión a los tratamientos con hierro por vía oral suele
ser escasa. Se estima que 30% de las mujeres tiene anemia en el
puerperio y que 10% presenta anemia grave (hemoglobina por debajo de
los 8 g/dl). La terapia por vía intravenosa surge como una
estrategia eficaz y segura, especialmente con los preparados más
nuevos, comentan finalmente los autores.
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