Violencia en la Pareja y
Consecuencias Obstétricas: Reseña Sistemática
La violencia doméstica durante el embarazo produjo una sustancial morbimortalidad tanto para la madre como para el feto.
International Journal of Fertility 49(4):159-163; 2004
Autores:
Boy A, Salihu HM
Institución/es participante/s en la investigación:
Department of Maternal and Child Health, School of Public Health, University of Alabama at Birmingham, Birmingham, EE.UU.
Título original:
[Intimate Partner Violence and Birth Outcomes: A Systematic Review]
Título en castellano:
Introducción
La violencia doméstica constituye un grave problema para las
mujeres en todo el mundo. En EE.UU., entre 8% y 20% de las mujeres
son víctimas de violencia. La violencia durante el embarazo
produce consecuencias para el 3.9% al 26% de los nacimientos y
provoca muchas complicaciones en las mujeres, las cuales pueden
ser más comunes que las complicaciones debidas a preeclampsia,
diabetes gestacional o placenta previa. Investigaciones anteriores
demostraron que las mujeres que experimentaron violencia durante
el embarazo típicamente son más jóvenes, incluso adolescentes,
solteras, tienen menor nivel de educación y falta de empleo.
El maltrato físico es más frecuente en las mujeres blancas, con
tasas de malos tratos de 3.5 veces con respecto a las de raza
negra o hispanoamericanas. Las lesiones son comunes en las
víctimas de la violencia en la pareja y se producen en diversas
zonas tales como cabeza y cara, abdomen y región genital. Estas
lesiones pueden llevar a complicaciones graves y potencialmente
mortales como contusiones, fracturas, ruptura de bazo, de hígado o
de útero.
La violencia también impide la terapia adecuada para patologías
crónicas como la hipertensión o el asma y la ejercida antes del
embarazo puede precipitar problemas ginecológicos como dolor
pelviano crónico, infecciones urinarias y enfermedades de
transmisión sexual. Las secuelas psicológicas de la violencia
durante el embarazo merecen consideración, ya que las mujeres
golpeadas tienen mayor probabilidad de padecer más problemas de
salud mental y física.
La violencia producida antes del embarazo, puede llevar a un
incremento de embarazos no deseados, mientras que la inflingida en
las primeras etapas de la gestación tiende a provocar conductas
negativas tales como fumar o ingerir alcohol. El traumatismo
directo sufrido por las embarazadas puede ocasionar complicaciones
tales como abruptio placentae, prematurez, bajo peso de
nacimiento y aborto e incluso la muerte de la mujer. Debido a la
falta de información exhaustiva acerca de la relación entre la
violencia doméstica física y emocional y los resultados del
embarazo, los autores llevaron a cabo una reseña sistemática con
el objetivo de analizar el impacto de la violencia física y
emocional sobre el embarazo y las consecuencias obstétricas.
Métodos
Se realizó una búsqueda bibliográfica en las bases de datos
Medline y Cinhal en febrero de 2004, sin restricciones a un
período de estudio, a fin de identificar los artículos pertinentes
al tema de la violencia durante el embarazo. También se analizaron
las citas bibliográficas de los artículos de interés y se realizó
una búsqueda manual de los archivos de los autores. Todos los
estudios seleccionados se juzgaron de acuerdo con los criterios de
inclusión (reseñas o ensayos de investigación, población de
estudio de al menos 5 mujeres, violencia durante el embarazo y sus
consecuencias).
Resultados
Se encontraron un total de 296 artículos, pero sólo 30
cumplieron los criterios de inclusión y se seleccionaron para esta
reseña. El único estudio que evaluó la violencia en la pareja y el
trauma durante el embarazo analizó retrospectivamente los datos de
9 años del distrito de Columbia y encontró 203 mujeres entre 14 y
38 años internadas por traumatismos. Sesenta y cuatro (31.5%)
habían sido lastimadas por alguien, en el 88% de los casos el
perpetrador fue el marido o el novio. En esta población se
produjeron 8 muertes fetales, con una tasa de mortalidad fetal
relacionada con la violencia de 16 por 1 000.
Seis ensayos analizaron la mortalidad materna debida a violencia
conyugal, uno de los cuales fue un análisis de mortalidad entre
casos y controles diseñado para estimar las probabilidades de
morir de una mujer maltratada durante el embarazo. Los autores de
este estudio encontraron que una mujer víctima de violencia
durante la gestación tiene 3 veces más probabilidades de ser
asesinada por su pareja en comparación con una mujer no maltratada
y que las mujeres de raza negra tuvieron 3.5 veces más
probabilidades de ser asesinadas por su pareja respecto de las
blancas. Los restantes 5 estudios sobre mortalidad materna
analizaron poblaciones de 27 a 651 mujeres, dos de los cuales se
centraron en la lesión como causa de la muerte. Ambos ensayos
encontraron que más de la mitad de las muertes fueron consecuencia
de homicidio y que en la mayoría de los casos la persona
involucrada fue la pareja. Tres de los estudios analizaron las
muertes secundarias al trauma intencional y hallaron que el
homicidio fue la causa del fallecimiento en el 34% en un ensayo y
en el 57% en el otro; todos encontraron que en la mayoría de los
casos el causante fue la pareja. En uno de estos estudios se
observó que las mujeres de raza no blanca tuvieron 3.06 veces más
probabilidades de ser asesinadas que las de raza blanca y que las
solteras tuvieron 3 veces más posibilidad de morir violentamente
en comparación con las casadas. Las mujeres más jóvenes (menores
de 25 años) también tuvieron mayor riesgo de muerte violenta.
Los restantes 23 estudios examinaron la violencia conyugal y los
resultados negativos en el embarazo y el feto. Tres ensayos no
hallaron diferencias significativas en los resultados entre las
mujeres sometidas a malos tratos versus las no maltratadas;
13 estudios sí encontraron diferencias significativas y 7
informaron resultados mixtos. Los 3 ensayos que no hallaron
diferencias significativas fueron estudios de cohorte basados en
entrevistas con las mujeres y, si bien los resultados negativos no
se asociaron con la violencia, se encontraron algunas diferencias
entre las embarazadas maltratadas en comparación con las no
maltratadas. Las primeras tuvieron mayor probabilidad de tener
contracciones uterinas y complicaciones periparto (p < 0.05) y de
informar mayor uso de sustancias durante el embarazo (p < 0.001).
De los 7 estudios que comunicaron resultados mixtos, 2 encontraron
que las mujeres maltratadas tuvieron 3.68 veces más probabilidades
de tener muerte fetal y experimentaron tasas más altas de aborto.
Ninguno de los 7 ensayos halló una asociación con bajo peso de
nacimiento o parto pretérmino, aunque en 2 se observó que los
bebés más pequeños (no de bajo peso) nacieron de madres
maltratadas. Seis de los 7 estudios informaron una serie de
conductas negativas y complicaciones en las mujeres maltratadas.
Las embarazadas maltratadas tuvieron 2.7 veces más probabilidades
de presentar infecciones renales y 1.5 veces más de tener parto
por cesárea. La conducta negativa informada con mayor frecuencia
en dichos ensayos fue el uso de sustancias durante el embarazo.
En 10 de los 13 estudios que encontraron diferencias
significativas en los resultados entre las mujeres maltratadas
comparadas con las no maltratadas se observó relación
significativa entre el bajo peso de nacimiento y la violencia con
porcentajes entre 9% y 22%. Las mujeres maltratadas tuvieron entre
1.5 veces y 3.98 veces más probabilidades de tener un niño con
bajo peso de nacimiento en comparación con las no maltratadas.
Cuatro ensayos informaron riesgo incrementado de parto prematuro
entre las embarazadas maltratadas en comparación con las que no lo
habían sido, con un riesgo relativo que osciló entre 1.61 y 2.7.
Las víctimas de la violencia tuvieron más probabilidades de
mostrar conductas negativas durante el embarazo. Diez estudios
comunicaron mayor consumo de alcohol y otras sustancias en las
mujeres maltratadas con respecto a las no maltratadas. Además, 2
ensayos notaron que las víctimas de violencia tuvieron riesgo
aumentado de menor ganancia de peso durante el embarazo.
Discusión
Comentan los autores que los hallazgos de este estudio indican que
la violencia doméstica cumple un papel sustancial en los
resultados del embarazo. La mayoría de los ensayos analizados
encontraron una relación significativa entre violencia conyugal y
las complicaciones durante el embarazo. La violencia doméstica es
una fuente significativa de lesiones y muerte tanto para la madre
como para el feto. El riesgo de morir violentamente durante la
gestación fue más probable para las mujeres más jóvenes, solteras
y de raza negra. Un hallazgo importante fueron las conductas
negativas para la salud en las mujeres maltratadas, principalmente
el uso de sustancias. De esta reseña surge un dato preocupante que
es la ausencia de pesquisa del abuso e intervención por parte de
los médicos. Como limitaciones señalan la ausencia de una
definición uniforme de violencia doméstica y que los ensayos que
examinaron los resultados negativos del abuso sobre la gestación
no midieron las mismas variables. La falta de uniformidad hace que
sea difícil establecer generalizaciones.
En conclusión, la violencia doméstica afecta a muchas embarazadas
y puede producir complicaciones, incluso potencialmente mortales,
tanto para la madre como para el feto. Por ello, es imperiosa la
pesquisa sistemática de rutina de la violencia doméstica durante
la gestación y efectuar las intervenciones necesarias cuando se
detecta una víctima.
Endometriosis Profunda. Definición, Patogenia y Conducta Clínica
Las indicaciones quirúrgicas de la endometriosis profunda deben basarse en la sintomatología de la paciente y en la falta de respuesta a la terapia médica.
Journal of the American Association of Gynecologic Laparoscopists 11(2):153-161, May 2004
Autores:
Vercellini P, Frontino G, Pietropaolo G y colaboradores
Institución/es participante/s en la investigación:
Clinica Ostetrica e Ginecologica I, Istituto Luigi Mangiagalli, Universidad de Milán, Milán, Italia
Título original:
[Deep Endometriosis: Definition, Pathogenesis, and Clinical Management]
Título en castellano:
Introducción
La definición de “endometriosis profunda” se basa en
suposiciones anatómicas que pueden ser erróneas. De hecho, el
término “profundo” debe reservarse para lesiones en el tejido
retroperitoneal. Por motivos prácticos, los autores incluyen
dentro de la denominada endometriosis profunda las formas
infiltrativas que comprometen estructuras vitales como intestino,
uréter y vejiga, así como las lesiones rectovaginales que pueden
alterar considerablemente la calidad de vida debido al dolor que
producen durante la menstruación y el coito, asociadas con ciertas
dificultades quirúrgicas. En la presente exposición, describen la
evidencia anatómica y patológica de la endometriosis infiltrativa
que constituye la base de la clasificación de la enfermedad
profunda y de la definición de la estrategia quirúrgica apropiada.
Asimismo, proporcionan la información disponible de las opciones
terapéuticas médicas cuando la cirugía no es aceptada u oportuna.
Patogénesis de la endometriosis profunda
La endometriosis en el detrusor de la vejiga, considerada
excepcional, es reconocida con mayor frecuencia. Las hipótesis
etiológicas propuestas comprenden el reflujo menstrual
transtubárico de células endometriales con implantación en el
peritoneo que recubre la cúpula vesical, la extensión de
adenomiosis desde la pared uterina anterior hacia la vejiga y la
metaplasia de los restos mullerianos subperitoneales localizados
en el tabique vesicovaginal. La ecografía revela vegetación
heterogénea, hiperecoica, intraluminal, cónica que sobresale desde
la pared vesical anterior. El plano de clivaje entre el nódulo
detrusor y la pared uterina anterior permite la exclusión de
leiomioma. Los diámetros de las lesiones varían entre 1 y 5 cm. El
cuerpo uterino se encuentra en anteflexión.
La citoscopia revela una masa intraluminal en la pared vesical
posterior o cúpula. La biopsia es fundamental para la exclusión de
neoplasia epitelial así como de tumores mesenquimáticos del
detrusor. La pielografía intravenosa revela defectos de llenado
vesical indicativos de una lesión extravesical alta y es decisiva
para descartar el compromiso uretral. La resonancia magnética y la
tomografía computada confirman los hallazgos ecográficos. En la
cirugía, el útero está en anteroflexión y el fondo de saco
anterior está obliterado parcial o totalmente debido a la
adherencia entre el peritoneo del pliegue vesical y la pared
uterina y el fondo. Con frecuencia, los ligamentos redondos pueden
estar deformados y comprometidos en el proceso de adherencia. La
endometriosis vesical no se observa en mujeres con útero en
retroversión.
Esta demostrado que factores físicos y anatómicos determinan la
aparición de la endometriosis. De hecho, la distribución de las
lesiones está determinada por la gravedad y el resguardo de las
células endometriales proporcionado por los órganos pelvianos. Los
microambientes protegidos aumentan las probabilidades de
implantación de las células endometriales. El fondo se saco
anterior es un espacio virtual en el que las células endometriales
pueden encontrarse entre el peritoneo prevesical y la pared
uterina anterior. La inflamación desencadenada por las pápulas de
endometriosis puede producir adherencias entre las superficies
adyacentes. Los implantes ectópicos se hacen nodulares cuando son
recubiertos por tejido conectivo producido por la proliferación
reactiva de fibroblastos, que también infiltran las capas del
músculo detrusor.
La endometriosis profunda en el fondo de saco posterior podría
originarse de la metaplasia de los restos mullerianos localizados
en el tabique rectovaginal. Las mujeres con este tipo de lesiones
presentan reducción en un tercio de la profundidad del fondo de
saco de Douglas. La inflamación desencadenada por el sangrado
intraperitoneal de las pápulas de endometriosis en las porciones
más profundas del saco de Douglas puede ocasionar adherencias
entre las superficies peritoneales adyacentes de la pared rectal
anterior y el fórnix vaginal posterior, con la infiltración de las
capas musculares de ambos órganos. Las placas y nódulos de
endometriosis se encuentran en el fórnix vaginal posterior,
caudalmente respecto del tabique retrovaginal.
La prevalencia de endometriosis ureteral varía entre 0.01% y 1%.
Aunque estas lesiones son relativamente infrecuentes, pueden
producir morbilidad importante debido al compromiso de la función
renal. La endometriosis afecta con mayor frecuencia el ovario
izquierdo debido a que el colon sigmoide crea un microambiente
oculto alrededor de los anexos izquierdos que facilita la
implantación de las células que se desplazan por la trompa
izquierda. La endometriosis en uréter puede ser secundaria a
quistes de endometriosis y a la implantación ectópica de las
células endometriales a lo largo de la superficie gonadal lateral
y la fosa ovárica.
Clasificación de la endometriosis profunda
Koninckx y Martin definieron por primera vez la endometriosis
profunda. Ellos distinguieron las lesiones de fondo de saco y
rectovaginales en tres subgrupos: tipo I, de forma cónica y
desarrolladas a partir de infiltración; tipo II, de localización
profunda, cubiertas por amplias adherencias, probablemente
formadas por retracción, y tipo III, la más grave, con uno o más
nódulos esféricos ubicados en el tabique rectovaginal con la mayor
dimensión debajo del perineo.
Por otra parte, Adamyan clasificó la endometriosis retrocervical
en cuatro estadios de acuerdo con la magnitud de la enfermedad. En
el estadio I las lesiones están confinadas al tejido celular
rectovaginal en el área de la bóveda vaginal. En el estadio II, el
tejido patológico invade el cuello y la pared vaginal, ocasionando
fibrosis y la formación de quistes pequeños. En el estadio III,
las lesiones se propagan hacia los ligamentos uterosacros y la
serosa rectal. Finalmente, en el estadio IV, la pared rectal, la
zona rectosigmoide y el peritoneo rectouterino están completamente
comprometidos y el saco rectouterino se encuentra totalmente
obliterado.
Martin y Blatt diferenciaron entre endometriosis retrocervical,
del saco retrovaginal y del tabique rectovaginal. La primera
comprende lesiones en la superficie anterior del fondo de saco de
Douglas, fórnix vaginal posterior y área retroperitoneal detrás o
debajo del cuello sin compromiso rectal. En la endometriosis
rectovaginal están comprometidas las paredes rectales y vaginales,
así como las superficies vaginal y rectal del fondo de saco
posterior. La endometriosis del tabique rectovaginal se refiere a
lesiones subperitoneales aisladas sin continuidad con las lesiones
del fondo de saco de Douglas. Un informe de publicación reciente
propone una clasificación que toma en cuenta la presencia de
lesiones en los sacos anterouterino y posterouterino. Distingue el
estadio A (lesiones en saco anterior y vejiga) del estadio P (saco
posterior), que a su vez se divide en P1 (ligamentos uterosacros),
P2 (vaginales), P3 (intestinales). El último se subdivide según la
presencia o ausencia de infiltración vaginal y la detección de
varias localizaciones intestinales. La clasificación válida y
confiable posibilita la comprensión inmediata de la gravedad de la
entidad, facilita las elecciones terapéuticas, permite la
formulación de un pronóstico confiable y constituye una importante
herramienta científica.
Tratamiento médico
Está bien establecido que el tratamiento hormonal no cura la
endometriosis y que la cirugía suele ser la solución. Sin embargo,
existen situaciones en las que el tratamiento médico es útil. La
endometriosis profunda infiltrativa ha sido tratada con éxito con
danazol, hormona liberadora de gonadotropina, progestágenos y
combinaciones de estrógenos y progestágenos. Todas las terapias
médicas son temporalmente exitosas en el tratamiento de la
enfermedad que afecta el detrusor vesical, ya que la interrupción
del tratamiento produce la recurrencia de la sintomatología. Sin
embargo, el tratamiento prequirúrgico puede ser útil para
sustentar el diagnóstico en casos dudosos. Una experiencia
demostró que la administración de danazol a mujeres con
endometriosis infiltrativa en el fondo de saco posterior no
inhibió la ovulación, los ciclos menstruales se mantuvieron
regulares, disminuyó la dismenorrea, eliminó las lesiones y
permitió la concepción en algunos casos.
Si bien el acetato de leuprolida de depósito produjo mejoría
importante en pacientes con endometriosis rectovaginal
sintomática, la suspensión del tratamiento ocasionó la recurrencia
de los síntomas. La combinación de agonistas de la hormona
liberadora de gonadotropina y de diferentes tipos de terapia
esteroidea es bien tolerada y produce menos efectos adversos, sin
embargo, aumenta los costos y disminuye la adhesión al
tratamiento. Por otra parte, 11 mujeres con endometriosis
rectovaginal persistente sometidas a cirugía conservadora fueron
tratadas con un dispositivo intrauterino liberador de
levonorgestrel. Al año de la colocación del dispositivo, no
presentaban dismenorrea ni dolor pelviano. También disminuyó la
dispareunia profunda y el tenesmo rectal. La ecografía transrectal
demostró la disminución progresiva del tamaño de las lesiones
rectovaginales. Los resultados de esta experiencia son importantes
ya que prueban la eficacia del tratamiento con progestágenos en un
tipo de lesión generalmente considerada como refractaria a la
terapia médica. Finalmente, todavía no se demostró que el danazol
y los agonistas de la hormona liberadora de gonadotrofinas
produzcan mejores resultados antálgicos en mujeres con
endometriosis infiltrativa que los progestágenos o las
combinaciones de estrógeno y progestágeno.
Tratamiento quirúrgico conservador
Las lesiones infiltrativas constan de tejido fibrótico
reactivo denso, con escaso endometrio ectópico. El curso
patogénico que lleva a la distorsión anatómica comienza con la
implantación superficial de células endometriales. Este es un
importante estímulo inflamatorio que desencadena una respuesta
“protectora” en la que las estructuras pelvianas se adhieren al
lugar de los implantes ectópicos con el “objetivo” de
circunscribir la lesión irritante y excluirla del ambiente
peritoneal. Los fibroblastos participan en este proceso y la
retracción de la cicatriz puede producir plegamiento e
invaginación de las superficies adyacentes. Con el compromiso
ovárico pueden formarse quistes de endometriosis, mientras que el
plegamiento del peritoneo del fondo de saco anterior inicia la
endometriosis del detrusor vesical. El compromiso del colon
sigmoide y del ciego produce invaginación o plegamiento de la
pared vaginal con escasa endometriosis.
Aproximadamente 1% de las mujeres con endometriosis pelviana
espontánea presentan lesiones en el tracto urinario, con
compromiso vesical en 84% de los casos. La endometriosis vesical
cursa con síntomas variados y un inicio insidioso, similar al de
la cistitis recurrente. La solución definitiva de la endometriosis
vesical es la cirugía abdominal transperitoneal con laparoscopia o
laparotomía.
Existen diferentes técnicas para la extirpación de las lesiones en
el fondo de saco posterior durante la laparoscopia, la laparotomía
o el abordaje vaginal. La endometriosis en el fondo de saco de
Douglas constituye una contraindicación para el abordaje
exclusivamente vaginal. Con mayor frecuencia se emplea la
laparoscopia para extirpar las lesiones rectovaginales profundas.
Sin embargo, la laparotomía todavía es útil en algunos casos. En
otro orden, en la pared pelviana izquierda se produce con mayor
frecuencia la endometriosis profunda más intensa, con adherencias
difusas y densas que ocasionan la coalescencia de varios órganos.
El sigmoide se puede adherir a trompa, ovario y al ligamento
ancho. En este caso el sigmoide debe ser movilizado para exponer
los anexos. La uropatía obstructiva está asociada con
endometriosis ovárica y lesiones rectovaginales extendidas. Cuando
el examen prequirúrgico revela infiltración importante del
parametrio lateral, la ecografía renal o la urografía intravenosa
permiten la detección de la estenosis uretral, la elección del
procedimiento quirúrgico más apropiado y la programación de la
interconsulta con el urólogo.
Conclusión
En general, no todas las lesiones de endometriosis profunda
deben ser tratadas. Las placas extensas que infiltran el fórnix
vaginal posterior se observan en mujeres asintomáticas y la
evaluación de seguimiento indica que estas lesiones no siempre son
progresivas y pueden ser tratadas sin cirugía. Por otra parte, los
focos intestinales y ureterales que producen estenosis progresiva
son razones indiscutibles de resolución quirúrgica. Los resultados
de la terapia de entidades benignas como la endometriosis son
funcionales y las indicaciones quirúrgicas deben basarse
fundamentalmente en la sintomatología y en la falta de respuesta a
las medidas médicas.
¿Es Necesaria la Evaluación Experta en Patología Mamaria para el Manejo del Carcinoma Ductal In Situ?
El informe completo y preciso de carcinoma ductal in situ es fundamental dado que los cambios en las valoraciones del riesgo pueden conducir a variaciones en la recomendación terapéutica.
Breast Cancer Research and Treatment 87(3):265-272, Oct 2004
Autores:
Rakovitch E, Mihai A, Pignol J y colaboradores
Institución/es participante/s en la investigación:
Department of Radiation Oncology, Department of Pathology, Toronto-Sunnybrook Regional Cancer Centre & Women’s College Health Scieces Centre, Toronto, Canadá
Título original:
[Is Expert Breast Pathology Assessment Necessary for the Management of Ductal Carcinoma In Situ?]
Título en castellano:
|
El carcinoma ductal in situ (CDIS) representa el 20% al
40% de todos los cánceres de mama diagnosticados en la mamografía
inicial. El pronóstico es excelente, con tasas de supervivencia a
10 años mayores al 95%. Las recomendaciones terapéuticas para el
CDIS se basan en características patológicas tales como el tamaño
del tumor, el ancho del margen de resección, la presencia de
comedonecrosis y el grado histológico, los que pueden predecir el
riesgo de recurrencia local.
La evaluación patológica precisa y completa de las
características del CDIS es esencial para la valoración del
riesgo y para la toma de decisiones terapéuticas. Algunas guías
de procedimiento recomiendan la revisión de rutina de los
especímenes quirúrgicos por un patólogo experto en enfermedad
mamaria debido a la documentada variación en los informes
patológicos de CDIS. Sin embargo, el impacto actual de estas
evaluaciones en el manejo del CDIS aún no está aclarado.
El objetivo de este estudio fue evaluar la solidez de los
informes patológicos de CDIS en las últimas dos décadas y
determinar el impacto de las revisiones patológicas de rutina en
el manejo de esta enfermedad.
Material y métodos
Se incluyeron los registros de todas las pacientes con
diagnóstico de CDIS que fueron referidas a un único centro
regional de cáncer entre 1982 y 2000. La revisión patológica
consistió en que diez expertos en patología mamaria revisaran
todas las muestras y los correspondientes informes
anatomopatológicos.
Se codificaron las características patológicas del CDIS (del
informe inicial y del revisado) necesarias para la evaluación del
riesgo individual de recurrencia local y, por consiguiente, para
la toma de decisiones terapéuticas. Estas características
incluyen el tamaño tumoral, el grado nuclear (bajo, intermedio,
alto), la presencia o ausencia de comedonecrosis, el estado de
los márgenes (positivo, negativo, desconocido) y el ancho del
margen negativo.
Para los casos con CDIS multifocal se registró el tamaño del foco
más grande. Para aquellos casos en los que se informó más de un
grado nuclear se consideró el más elevado. La evaluación del
riesgo individual de recurrencia local fue determinada mediante
el índice pronóstico de Van Nuys (IPVN).
Cada caso fue categorizado de la siguiente manera: puntaje del
IPVN de 3 a 4, bajo riesgo; de 5 a 7, riesgo intermedio; de 8 a
9, alto riesgo. Se compararon las categorizaciones de riesgo
obtenidas de los informes patológicos inicial y revisado. Todos
los casos fueron referidos para recibir terapia radiante luego de
cirugía mamaria conservadora (CMC). Las recomendaciones
terapéuticas finales estuvieron basadas en los hallazgos de la
segunda evaluación patológica.
El impacto de la revisión patológica fue estimado mediante la
evaluación de la integridad de los informes patológicos y de la
variabilidad entre observadores entre el original y el revisado.
La integridad de los informes se evaluó mediante la comparación
de las diferencias proporcionales de información ausente entre
ambas descripciones patológicas mediante la prueba de chi
cuadrado. Además, se determinó la proporción de casos en los que
la revisión patológica produjo un cambio en la categorización del
riesgo. La variación entre observadores fue evaluada mediante la
estadística kappa.
El impacto de la revisión patológica fue determinado para el
período de tiempo global entre 1982 y 2000, así como para los
períodos previos y posteriores a 1995.
Resultados
Cuatrocientos ochenta y una pacientes con CDIS fueron
referidas a un centro regional de cáncer entre 1982 y 2000 para
consulta de radiación oncológica. La revisión patológica fue
efectuada en 350 mujeres (73%). Un tercio de ellas fue evaluado
antes de 1995 (n = 119) mientras que el resto (n = 231) fueron
analizadas luego de 1996. La mediana de edad de la cohorte fue 55
años (25-89) y 65% (n = 226) eran perimenopáusicas o
posmenopáusicas.
La mayoría de las pacientes fueron tratadas con CMC (n = 255,
73%) mientras que a 61 (17%) de ellas se les practicó
mastectomía. En total, 95 (27%) mujeres fueron tratadas con
cirugía conservadora sola y 160 (46%) fueron sometidas a
tratamiento conservador seguido de terapia radiante.
Se evaluó la integridad de los informes patológicos al comparar
la proporción de los que carecían de información acerca del
tamaño tumoral, grado nuclear, presencia de comedonecrosis,
estado de los márgenes y ancho del margen negativo. Además, para
determinar si la calidad de los informes patológicos mejoró con
el tiempo, el alcance de los datos faltantes en los informes
realizados durante el período 1982-1995 fue comparado con el de
los obtenidos entre 1996 y 2000.
Los informes patológicos de la revisión secundaria fueron más
completos al compararlos con los iniciales. Aproximadamente la
mitad de los iniciales (n = 151, 54%) y de los revisados (n =
112, 40%) carecían de datos acerca del ancho del margen de
resección.
La integridad de la información patológica del CDIS mejoró luego
de 1995 pero en un tercio de ellos aún faltaban los datos acerca
del tamaño tumoral (29%) y de los márgenes (31%). Durante el
período de 1996 a 2000 la evaluación secundaria fue útil al
proveer información acerca del tamaño tumoral (informes carentes
de datos: 29% versus 12%, p < 0.001), comedonecrosis (18%
versus 5%, p < 0.01) grado nuclear (14% versus 3%,
p > 0.01) y ancho del margen (31% versus 19%, p <
0.01).
En los casos en los que se informaron, hubo alta concordancia
entre observadores para las características patológicas del CDIS.
Esta fue mayor en el informe del tamaño tumoral y del ancho de
los márgenes de resección, aunque también se observó concordancia
en la comunicación del grado nuclear, la presencia de
comedonecrosis y el estado de los márgenes de resección. La
concordancia entre observadores se mantuvo alta antes y después
de 1995.
La evaluación secundaria cambió el diagnóstico de CDIS por
hiperplasia ductal atípica en 6 (1.6%) casos y por cáncer invasor
en 9 casos (2.5%). En conjunto, esta segunda valoración permitió
una evaluación más exacta del riesgo de recurrencia local en 100
casos (29%) (al aportar la información que faltaba) y condujo a
un cambio significativo en el puntaje del IPVN en 58 casos (17%).
El beneficio de las evaluaciones patológicas por expertos aumentó
con el tiempo.
Luego de 1995, las revisiones secundarias permitieron una
valoración del riesgo más precisa en 54 casos (23%) y produjeron
un cambio significativo en el puntaje del IPVN en 54 casos (23%).
Nueve pacientes (60%) con CDIS de bajo riesgo (de acuerdo con el
puntaje IPVN) fueron reclasificadas como portadoras de enfermedad
de riesgo intermedio; mientras que 11 de 80 casos (14%)
inicialmente clasificados como enfermedad de riesgo intermedio
fueron reclasificados a CDIS de alto riesgo.
Durante el período de estudio de 1982 a 2000, 350 pacientes
fueron referidas a un radioterapeuta. Luego de la evaluación
patológica experta, a 95 mujeres (27%) se les efectuó sólo CMC, a
61 de ellas (17%) mastectomía y a 160 (46%) CMC más radioterapia.
Entre los casos evaluados luego de 1995, 58 (25%) fueron tratados
con CMC sola, 121 (52%) recibieron terapia radiante adyuvante y
35 (15%) fueron tratadas con mastectomía.
Discusión
En este estudio la valoración patológica experta cambió el
diagnóstico de CDIS a cáncer invasor en 2.5% de los casos y a
hiperplasia ductal atípica benigna en 2% de los casos.
Estos hallazgos corroboran los resultados de otros estudios y
demuestran el papel crítico de la evaluación patológica
secundaria en la distinción entre enfermedad benigna y cáncer de
mama in situ o invasor.
A la mayoría de las mujeres con diagnóstico de CDIS se les
ofrecerá cirugía mamaria conservadora seguida de radioterapia.
Sin embargo, existe consenso general (sin información proveniente
de estudios aleatorizados) que las mujeres con CDIS pequeños, de
bajo grado, con amplios márgenes de resección (CDIS de bajo
riesgo) pueden ser excluidas del tratamiento radiante. De manera
inversa, a las pacientes con CDIS grandes, de alto grado y
márgenes cercanos de resección se les puede ofrecer mastectomía
debido al alto riesgo de recurrencia local luego del tratamiento
conservador.
Por consiguiente, es necesario el informe completo y preciso de CDIS dado que los cambios en las valoraciones del riesgo pueden
conducir a variaciones en la recomendación terapéutica. Según los
autores, los resultados de este estudio demuestran que cuando se
comunicó el tamaño tumoral, el grado nuclear, la comedonecrosis y
el estado de los márgenes, la concordancia interobservador fue
alta. Sin embargo, varios informes patológicos fueron
incompletos. Desde 1982 a 2000, la mitad carecían de datos acerca
del ancho de los márgenes de resección y un tercio no informaban
grado nuclear, presencia de comedonecrosis y tamaño tumoral. Si
bien ha habido mejoría en la integridad de los informes a través
del tiempo, un tercio de ellos aún carece de datos acerca del
tamaño tumoral y el ancho de los márgenes; mientras que al 20%
les falta información acerca de la comedonecrosis y el grado
nuclear.
Según los expertos, una mayor conciencia y adhesión al informe
sinóptico del CDIS, como lo recomiendan las guías de
procedimiento actuales, puede producir una mejoría en la
integridad de las valoraciones patológicas iniciales. La
evaluación del impacto de la valoración patológica experta sobre
el tratamiento representa un desafío, dado que las guías de
procedimiento terapéutico cambiaron durante el período de
estudio. Además, no se pudieron explicar las preferencias de las
pacientes a través de una revisión retrospectiva de los
registros.
Sin embargo, de los 350 casos incluidos en el estudio que fueron
referidos para recibir terapia radiante posterior a la CMC, 27%
fueron tratados con CMC sola y 17% con mastectomía. De manera
similar, 25% de las mujeres derivadas entre 1996 y 2000 fueron
tratadas sólo con CMC y 15% con mastectomía. Según los autores,
esto sugiere que las evaluaciones patológicas secundarias pueden
facilitar una valoración del riesgo más precisa que conduzca a un
tratamiento más agresivo en aquellas mujeres con mayor riesgo de
recurrencia o minimizar la morbilidad en las que presentan menor
riesgo.
En conclusión, los resultados de este estudio sugieren que las
evaluaciones por patólogos mamarios expertos continúan siendo
necesarias en el manejo del CDIS. Las opiniones secundarias
mejoran la valoración del riesgo de recurrencia local en la mitad
de los casos de CDIS al aportar los datos ausentes en el 30%,
además de cambiar significativamente la valoración del riesgo en
17% de los casos. Son necesarios esfuerzos adicionales para
informar a los patólogos los datos requeridos por los oncólogos
para valorar el riesgo individual de recurrencia y así evaluar
los beneficios potenciales del tratamiento. Una mayor utilización
de los informes sinópticos puede reducir la necesidad de las
evaluaciones patológicas secundarias en el manejo del CDIS.
Influencia de los Síntomas Premenstruales sobre el Equilibrio Postural y la Cinestesia durante el Ciclo Menstrual
La mayor tendencia hacia la oscilación postural en la fase lútea en las mujeres que presentan síntomas de síndrome premenstrual podría predisponerlas a sufrir lesiones deportivas.
Gynecological Endocrinology 17(6):433-439, Dic 2003
Autores:
Fridén C, Hirschberg AL, Saartok T y colaboradores
Institución/es participante/s en la investigación:
Section of Sports Medicine, Division of Surgical Sciences, Karolinska Institutet; Stockholm University College of Physical Education and Sports, Estocolmo, Suecia
Título original:
[The Influence of Premenstrual Symptoms on Postural Balance and Kinesthesia during the Menstrual Cycle]
Título en castellano:
Introducción
Varios autores han propuesto la asociación entre las lesiones
relacionadas con el deporte en las mujeres y el ciclo menstrual.
Algunos grupos informaron tasas más altas de lesiones durante la
fase lútea y los primeros días de la menstruación y sugieren que
esto puede deberse a un deterioro en el equilibrio postural, la
coordinación y la propiocepción producido por las variaciones
hormonales durante el ciclo menstrual. Se observó además que las
mujeres con síntomas premenstruales se encontraban ante un mayor
riesgo de sufrir lesiones.
El síndrome premenstrual (SPM) se caracteriza por las
alteraciones cíclicas, físicas y del estado de ánimo que se
presentan durante la fase lútea. Los síntomas más comunes
incluyen irritabilidad, depresión, fatiga, distensión abdominal y
dolor mamario a la compresión, y su gravedad se halla
positivamente correlacionada con los niveles plasmáticos de
estradiol. El estrógeno y la progesterona pueden actuar en el
sistema nervioso central (SNC) mediante receptores de membrana
para influir sobre los sistemas de transmisión. Existe evidencia
de que los metabolitos de la progesterona interactúan con el
ácido gamma-aminobutírico (GABA) y los sistemas serotoninérgicos,
respectivamente, y ambos sistemas parecen estar involucrados en
la fisiopatología del SPM.
El objetivo de este estudio fue investigar la oscilación postural
y la cinestesia de la articulación de la rodilla en mujeres que
se encontraban en tres fases del ciclo menstrual, la fase
folicular temprana (FFT) (bajos niveles de estrógeno, bajos
niveles de progesterona), la fase ovulatoria (FO) (altos niveles
de estrógeno) y la fase lútea media (FLM) (altos niveles de
progesterona y estrógeno). También se investigó la relación de la
oscilación postural y la cinestesia de la articulación de la
rodilla con el SPM.
Materiales y métodos
Participaron en el estudio 13 mujeres, con una media de edad
(± DE) de 24.8 (± 3.3) años, con ciclos menstruales regulares de
28.3 ± 2.8 días. Ninguna de ellas había tomado anticonceptivos
orales u otras hormonas en los 3 meses previos a ingresar en el
estudio. Las medias de altura, peso e índice de masa corporal
(IMC) fueron 170 ± 5 cm, 66 ± 7 kg y 22.8 ± 2 kg/m2,
respectivamente. Las pacientes seleccionadas eran estudiantes
sanas, no embarazadas y no fumadoras. Todas practicaban actividad
física en forma moderada (hasta 2 sesiones de ejercicio físico
por semana).
Las participantes fueron estudiadas durante dos ciclos
menstruales consecutivos, mediante tres evaluaciones en cada uno
de ellos. La primera fue realizada en la FFT, en los días 3 a 5
del ciclo menstrual. La segunda se efectuó en la FO, cuya
detección se realizó por identificación del pico de hormona
luteinizante (LH). La tercera evaluación se realizó en la FLM,
que fue definida como +7 días posteriores a la ovulación, con un
aumento simultáneo de los niveles séricos de progesterona. Los
exámenes fueron realizados siempre a la misma hora del día en
cada participante.
La oscilación postural fue medida mediante un disco de tobillo
ubicado en un estatómetro, sostenido por cuatro barras. La
evaluación comenzó con el disco estabilizado por las barras.
Luego de 5 segundos éstas fueron simultánea y sorpresivamente
retiradas, sin previa advertencia, volviendo inestable el disco
por los siguientes 25 segundos. Cada paciente estuvo parada en
una pierna con sus brazos a ambos lados del cuerpo. La posición
exacta del pie se marcó en el disco y se utilizó para las tres
evaluaciones. El valor medio de las tres mediciones de la pierna
dominante, expresado en unidades arbitrarias (UA), fue registrado
como el resultado de la oscilación postural total. La cinestesia
de la articulación de la rodilla se midió mediante un dispositivo
fabricado a medida.
Antes de la prueba, la participante se ubicó con las
articulaciones a aproximadamente 20 grados de flexión mediante un goniómetro manual. Esta debía apretar un botón para indicar que
podía detectar movimiento en sus articulaciones, y se le solicitó
determinar si la dirección del movimiento era extensión o
flexión. Se registró la diferencia en el ángulo de la
articulación de la rodilla desde el comienzo hasta que la
participante detectó el movimiento, y los valores medios para la
pierna izquierda y derecha, respectivamente.
Se realizó una clasificación prospectiva de los síntomas del SPM
y mediante la escala de clasificación Cyclicity Diagnoser
(CD) se diagnosticaron las características de sus ciclos.
Esta escala consiste en cuatro parámetros negativos del estado de
ánimo (depresión, fatiga, irritabilidad y tensión), tres
parámetros positivos (alegría, cordialidad y energía) y cuatro
síntomas somáticos (cefalea, edemas, dolor a la compresión
mamaria y sangrado menstrual). Además contiene un puntaje que
mide el funcionamiento social diario y el desempeño laboral. Se
incluyó en el grupo de SPM a las mujeres que mostraron aumento
significativo de al menos tres síntomas negativos durante 9 días
del premenstruo en comparación con 9 días de la etapa
mediofolicular, asociado a un deterioro social y ocupacional
clínicamente significativo.
Para confirmar la fase del ciclo menstrual, las muestras de
sangre se obtuvieron durante la mañana, luego de 15 minutos de
reposo, antes de cada prueba física y se determinaron los niveles
de hormona folículoestimulante (FSH), hormona luteinizante (LH),
estradiol (E2) y progesterona (P-4). La ovulación se
determinó mediante la medición del pico de LH. El protocolo de
prueba para la fase ovulatoria se realizó dentro de las 24 a 48
horas posteriores a su detección.
Todos los datos se presentaron como valores medios ± DE y el
número de observaciones. Se empleó un análisis de varianza de
mediciones repetidas. El nivel de significación fue establecido
en p < 0.05.
Resultados
Ocho de las 13 mujeres presentaron al menos tres síntomas de
características cíclicas (SPM), mientras que 5 de ellas no
tuvieron ninguno o sólo uno de los síntomas. La mayoría de ellos
fueron físicos, como dolor a la compresión mamaria, meteorismo y
fatiga. El patrón de los síntomas difirió marcadamente entre el
grupo con SPM y el que no lo presentó.
Las pacientes con SPM (n = 8) mostraron oscilación postural
significativamente mayor que las que no presentaron SPM (n = 5)
(p = 0.002). Esta oscilación entre las mujeres con SPM durante la
FFT, la FO y en la FLM fue de 64.1, 58.4 y 69.8, respectivamente,
y para el grupo sin SPM fue de 53.5, 46.7 y 47.0,
respectivamente.
Entre las mujeres con SPM (cíclicas) se observó una tendencia
hacia mayor oscilación postural en la mitad de la fase lútea (p =
0.06). Sin embargo, entre las pacientes sin SPM (no cíclicas), no
se detectaron diferencias entre las distintas fases del ciclo.
Las mujeres con SPM tuvieron un umbral para la detección de
movimientos pasivos en la articulación de la rodilla
significativamente mayor que las que no tenían síntomas de SPM.
Las mediciones de la cinestesia en la articulación de la rodilla
en mujeres con SPM durante la FFT, la FO, y la FLM fueron 0.71,
0.81 y 0.82 grados/s, respectivamente, y en el grupo sin SPM
fueron 0.46, 0.40 y 0.56 grados/s, respectivamente. No se
detectaron diferencias significativas en ninguno de los grupos.
Los niveles de estradiol fueron bajos en la FFT y aumentaron en
la FO y la FLM. Los valores de progesterona estuvieron aumentados
en la FLM en comparación con las otras fases.
Se detectó ovulación en todos los ciclos excepto en uno. No se
observaron diferencias significativas en los niveles hormonales
entre los grupos con SPM y sin él.
Discusión
Los resultados de este estudio demuestran que no existen
diferencias en los niveles hormonales entre las mujeres con SPM y
aquellas que no lo presentan, lo que coincide con los hallazgos
de otros estudios. Debido a esto, las diferencias en las hormonas
esteroides no parecen explicar las variaciones en la oscilación
postural y en la cinestesia de la articulación de la rodilla en
los dos grupos. En cambio, puede existir una diferencia en la
sensibilidad del SNC a los diferentes niveles de esteroides
sexuales, los que pueden afectar la función neurológica. Las
pacientes con SPM son menos sensibles en cuanto a la función
motora controlada por el receptor GABAA,
principalmente en los movimientos rápidos de los ojos. Estos
efectos están relacionados con el SNC y el cerebelo y podrían
explicar la diferencia entre los grupos en este estudio y la
tendencia hacia mayor oscilación postural en la FLM de las
mujeres con SPM.
La cinestesia o la sensación del movimiento de los miembros es
producida mediante los mecanorreceptores de la piel, músculos,
tendones, ligamentos y cápsulas articulares. El SNC recibe
información desde estos receptores periféricos para definir el
movimiento de la articulación. Sólo puede especularse si los
esteroides sexuales afectan los receptores periféricos o si
ejercen un efecto general sobre la función cerebral.
La mayor oscilación postural, especialmente en la FLM, y la
disminución de la cinestesia en la articulación de la rodilla de
las mujeres con SPM puede contribuir al mayor riesgo de lesiones.
Conclusión
Este estudio demostró oscilación postural significativamente
mayor y disminución de la cinestesia de la articulación de la
rodilla entre las mujeres con SPM en comparación con aquellas que
no presentaban síntomas de SPM.
Serán necesarios estudios más amplios para confirmar estos
hallazgos y para determinar si la disminución del equilibrio postural y el deterioro de la cinestesia de la rodilla
constituyen factores de riesgo para las lesiones relacionadas con
el deporte.
La Inducción de la Apoptosis por AN-152, un Análogo Citotóxico de la Hormona Liberadora de Hormona Luteinizante (LHRH), en Células de Cáncer de Mama Humano Positivas para LHRH-R es Independiente del Sistema de Resistencia Multidrogas 1 (MDR-1)
El análogo AN-152 que consiste en [D-Lys6]LHRH ligada en forma covalente a doxorrubicina, induce la inhibición del crecimiento de las células de cáncer de mama que expresan el receptor.
Breast Cancer Research and Treatment 87(3):255-264, Oct 2004
Autores:
Günthert AR, Gründker C, Bongertz T y colaboradores
Institución/es participante/s en la investigación:
Department of Gynecology and Obstetrics, Georg-August-University, Göttingen, Alemania; Tulane University Medical Center and Veterans Affairs Medical Center, Nueva Orleáns, EE.UU.
Título original:
[Induction of Apoptosis by AN-152, a Cytotoxic Analog of Luteinizing Hormone-Releasing Hormone (LHRH), in LHRH-R Positive Human Breast Cancer Cells is Independent of Multidrug Resistance-1 (MDR-1) System]
Título en castellano:
La presencia de receptores para la hormona liberadora de hormona
luteinizante (LHRH-R) ha sido informada en 52% a 64% de los
cánceres de mama humanos. Su papel en las células cancerígenas
aún no ha sido aclarado, pero tanto los agonistas como los
antagonistas de la LHRH suprimen el crecimiento tumoral de las
células positivas para LHRH-R in vitro e in vivo.
La expresión de este receptor en las células cancerígenas puede
utilizarse para la quimioterapia dirigida con análogos
citotóxicos de LHRH con el objetivo de reducir los efectos
colaterales, en comparación con la quimioterapia sistémica
convencional. El análogo AN-152, que consiste en [D-
Lys6]LHRH ligada en forma covalente a doxorrubicina,
fue diseñado para la quimioterapia dirigida al receptor e induce
la inhibición del crecimiento de las células del cáncer de mama
humano que expresan LHRH-R.
La resistencia multidroga contra los fármacos lipofílicos, como
la doxorrubicina, es frecuente debido a la función de la bomba
eyectora de glucoproteína P (GpP), producto del gen del sistema
de resistencia multidroga 1 (MDR-1). A medida que la expresión de
esta glucoproteína aumenta durante el tratamiento, se relaciona
ampliamente con el grado de resistencia a la droga en las células
tumorales.
La internalización mediada por receptor del conjugado AN-152
puede evitar los mecanismos de resistencia farmacológica
relacionados con la bomba de eyección. El AN-152 puede ser
hidrolizado parcialmente por la enzima carboxilesterasa sérica
(EC), liberando su radical citotóxico doxorrubicina antes de que
alcance el objetivo. El agregado de diisopropil fluorofosfato
(DFF), un inhibidor de la EC, prolonga significativamente el
t(1/2) del AN-152.
En este estudio se caracterizó la expresión de LHRH-R en cuatro
líneas celulares de cáncer de mama humano. Luego se comparó la
eficacia del AN-152 y la doxorrubicina en estas células mediante
la cuantificación de la apoptosis inducida por estas drogas.
Además, en un medio que contenía suero bovino fetal (SBF) se
estudiaron los efectos del DFF sobre la especificidad del AN-152
para inducir la apoptosis mediada por LHRH-R y se comparó la
expresión de la GpP inducida por doxorrubicina y AN-152, en
medios con SBF y sin él.
Material y métodos
Las líneas celulares de cáncer de mama humano MCF-7, T47D,
HCC-70 y ZR-75-1 se cultivaron en un medio suplementado con 10%
de suero bovino fetal o con 0.5% de polivinil-pirrolidina. La
concentración de ARN poliadenilado [ARNm poli(A)] en cada muestra
se determinó mediante espectrofotometría. La primera hebra de
ADNc fue generada por transcripción inversa de 1 ?g de ARNm
poli(A) mediante iniciadores. Se realizaron 35 ciclos de
amplificación del ADNc mediante PCR. Las células fueron incubadas
durante 1 hora con anticuerpo primario policlonal de conejo anti
LHRH-R humano. Un anticuerpo anticonejo, streptavidina/biotina-
peroxidasa (1:100), y diaminobenzidina sirvieron como sistema de
detección para el anticuerpo primario. Para cuantificar la
apoptosis se utilizó un procedimiento basado en la detección de
la degradación avanzada de ADN.
Luego se realizó un análisis de citometría de flujo del ADN
celular. En cada experimento se contaron 105 células
que posteriormente fueron expuestas a concentraciones crecientes
de AN-152 y doxorrubicina desde 10 nM hasta 10 ?M por 72 h antes
de ser recolectadas.
Las enzimas carboxilesterasas en SBF pueden clivar rápidamente el
AN-152, liberando el radical citotóxico doxorrubicina. Para
inhibir las EC en el medio de cultivo que contenía 10% de suero,
las células fueron tratadas por 1 h con DFF antes del agregado de
AN-152 o doxorrubicina en concentraciones crecientes.
Los resultados están expresados como porcentajes de los
respectivos controles y fueron agrupados antes de ser evaluados
con análisis de varianza de una sola entrada, seguido de una
prueba de Newman Keuls para la comparación de grupos
individuales.
Resultados
Para caracterizar las células en el sistema primero se
analizó la expresión de ARNm para LHRH-R en las células de MCF-7,
T47D, ZR-75-1 y HCC-70. Mediante PCR se detectó el ADNc del ARNm
para LHRH-R en todas las células. La tinción inmunológica de las
células de MCF-7, T47D y HCC-70 evidenció la expresión
citoplasmática y de superficie de LHRH-R. Sin embargo, en las
células de ZR-75-1 la inmunocitoquímica demostró intensa tinción
citoplasmática para LHRH-R pero sólo escasa expresión de
superficie. La expresión superficial de LHRH-R fue confirmada
mediante el análisis de citometría de flujo.
Luego de 72 h de exposición a AN-152 o a doxorrubicina a 100 nM,
las células mostraron cambios morfológicos característicos de
apoptosis, incluyendo burbujas en la membrana, desprendimiento y
condensación citoplasmática y nuclear. El análisis de citometría
de flujo reveló fragmentación de ADN avanzada que permitió
determinar el porcentaje de células apoptóticas.
Experimentos obtenidos de las células del medio que
contenía SBF
En las células de HCC-70 el AN-152 indujo apoptosis en el
37.3 ± 1.7% de ellas, la que fue significativamente mayor que la
causada por doxorrubicina (30.0 ± 4.4%) (p < 0.05).
El tratamiento con AN-152 y doxorrubicina también indujo
apoptosis en las células de MCF-7 y en las de T47D, pero la
diferencia no fue significativa. En las células de ZR-75-1 con
escasa expresión de LHRH-R en su superficie, la apoptosis
inducida por AN-152 fue menor que la provocada por doxorrubicina,
pero la diferencia tampoco fue significativa.
Experimentos obtenidos de las células del medio libre de suero
En las células de HCC-70 el AN-152 indujo apoptosis en el
42.0 ± 3.0%, porcentaje significativamente mayor que el 29.7 ±
2.5% causado por doxorrubicina (p < 0.001). Se obtuvieron
resultados comparables en las células de T47D [36.7 ± 4.5% (AN-
152) versus 31.3 ± 2.9% (doxorrubicina), p < 0.05] y en
las de MCF-7 [39.0 ± 2.0% (AN-152) versus 24.0 ± 1.7%
(doxorrubicina), p < 0.001]. En la línea ZR-75-1 con escasa
expresión superficial de LHRH-R, la cantidad de células
apoptóticas inducidas por AN-152 fue muy baja en comparación con
la inducida por doxorrubicina [18.7 ± 2.1% (AN-152) versus
28.7 ± 3.5% (doxorrubicina), p < 0.01].
Para inhibir la actividad de la EC en el medio que contenía SBF
las células fueron incubadas previamente por 1 h con el inhibidor
DFF a 0.25 mg/ml. Este pretratamiento aumentó significativamente
la apoptosis inducida por AN-152 en las células de MCF-7 que
expresaban receptores para LHRH [44.8 ± 2.6% (AN-152 + DFF)
versus 25 ± 2.2% (AN-152), p < 0.001], pero no influyó
sobre el efecto de la doxorrubicina.
Se obtuvieron resultados comparables en los experimentos
realizados con células de HCC-70. Sin embargo, el efecto del DFF
sobre la apoptosis inducida por AN-152 en las células de T47D fue
menos pronunciado. Este inhibidor tampoco influyó sobre la
apoptosis inducida por doxorrubicina en estas células.
El tratamiento previo con DFF produjo inhibición completa de la
apoptosis inducida por AN-152 en las células de ZR-75-1, las que
presentaban baja expresión superficial de LHRH-R, pero no afectó
la inducida por doxorrubicina. Luego de la exposición a
doxorrubicina o AN-152 (ambos a 100 nM) por 48 h, se estimó la
expresión de GpP en la superficie celular mediante citometría de
flujo en MCF-7, HCC-70, T47D y ZR-75-1. Cuando las células fueron
conservadas en el medio que contenía SBF se detectó expresión de
GpP aumentada en todas las líneas celulares al ser tratadas con
doxorrubicina, excepto en ZR-75-1.
En estas condiciones, en las células de MCF-7, T47D y HCC-70 el
AN-152 también aumentó levemente la expresión de GpP, pero el
efecto fue menor comparado al de la doxorrubicina. El
pretratamiento con DFF inhibió en forma casi completa la
expresión de GpP inducida por AN-152 en estas células pero no
redujo la expresión inducida por doxorrubicina.
Cuando las células fueron conservadas en el medio libre de suero,
la expresión de GpP aumentó luego de 48 h de exposición a
doxorrubicina en MCF-7, T47D y HCC-70, pero no en ZR-75-1. En
cambio, el tratamiento con AN-152 por 48 h no aumentó la
expresión de GpP en estas células.
Discusión
El objetivo de este estudio fue investigar más ampliamente el
mecanismo de acción del AN-152 en las líneas celulares de cáncer
de mama humano MCF-7, T47D, ZR-75-1 y HCC-70, in vitro. La
presencia de LHRH-R en las células cancerígenas es un requisito
para la respuesta antiproliferativa ante la exposición al AN-152.
Otro factor importante que puede determinar el éxito de la
terapia con conjugados citotóxicos dirigidos es la estabilidad de
la unión química que acopla el agente citotóxico al péptido
transportador. Se demostró que la unión esterglutárica que liga
la doxorrubicina al péptido transportador en el AN-152 era
susceptible a la hidrólisis por la EC sérica.
También se demostró que al extender el t1/2 de esta unión éster
mediante DFF, un inhibidor de la EC, la toxicidad del conjugado
citotóxico puede ser reducida ampliamente en comparación con el
radical citotóxico no conjugado. Sobre la base de estos
resultados, en este estudio se utilizó DFF para suprimir la
actividad de la enzima carboxilesterasa en el SBF. En las células
LHRH-R positivas de MCF-7 y HCC-70 se observó que el
pretratamiento con DFF dio como resultado un aumento
significativo en la apoptosis sólo en las células tratadas con
AN-152. Según los autores, esto indica que la internalización
mediada por receptor de una molécula intacta de AN-152
desencadena una respuesta apoptótica más intensa que la
exposición a una cantidad equimolar de doxorrubicina.
En las células de ZR-75-1, que presentan una escasa expresión
superficial de LHRH-R, el pretratamiento con DFF inhibió
completamente la apoptosis inducida por AN-152 pero no afectó la
inducida por doxorrubicina. En los experimentos en los que no se
utilizó DFF, cuando se compararon los efectos de AN-152 y
doxorrubicina sobre la apoptosis en el medio que contenía suero
se detectó una diferencia significativa entre ambos agentes sólo
en las células de HCC-70. De acuerdo con los autores es posible
que debido a actividad de la enzima carboxilesterasa en el medio
que contenía 10% de SBF, la mayor parte de la doxorrubicina haya
sido hidrolizada del transportador rápidamente, lo que enmascaró
las diferencias entre los efectos de ambos agentes.
En el medio libre de suero el AN-152 fue más efectivo en las
células de MCF-7, T47D, y HCC-70 que la doxorrubicina, y en ZR-
75-1 con baja expresión superficial de LHRH-R, el efecto
apoptótico de la doxorrubicina fue superior al del AN-152. Estos
datos indican que la expresión de LHRH-R de superficie es un
prerrequisito para que el AN-152 induzca la apoptosis.
La resistencia multidroga adquirida durante el tratamiento con
antraciclinas se encuentra en relación directa con el grado de
expresión de GpP en las células de cáncer de mama humano. En este
estudio se demostró que la exposición a doxorrubicina aumenta la
expresión de esta glucoproteína en las células de MCF-7, T47D y
HCC-70. Se observó un escaso aumento en la expresión de GpP en
estas células luego de la exposición al AN-152, la que
probablemente se deba a la liberación de la doxorrubicina por la
enzima carboxilasa en el medio que contenía suero. A la inversa,
el agregado de DFF al medio bloqueó en forma casi completa el
aumento de la expresión de GpP inducida por AN-152, pero no
afectó la de la doxorrubicina. En los experimentos realizados en
el medio sin suero no se observó un aumento de la expresión de
esta glucoproteína inducida por AN-152.
Según lo expresan los autores, este resultado demuestra que el
AN-152 intacto no induce la expresión de GpP, lo que puede ser
debido a su naturaleza más hidrofílica en comparación con la
doxorrubicina, o a su diferente internalización mediada por LHRH-
R y a la ruta de transporte dentro de las células.
El hecho de que el pretratamiento con DFF haya evitado la
regulación en aumento de GpP por AN-152 en la línea celular T47D,
sin producir un aumento de la apoptosis, sugiere que el mecanismo
involucrado es independiente de la expresión de esta
glicoproteína.
En conclusión, estos resultados indican que el AN-152 es más
efectivo que la doxorrubicina para inducir la apoptosis en
células de cáncer de mama humano LHRH-R positivas in vitro
y sus mecanismos de acción difieren de manera significativa
especialmente en las células que pueden adquirir resistencia a la
doxorrubicina por sobreexpresión de la proteína GpP.
Los expertos sostienen que estos resultados, en combinación con
hallazgos previos, sugieren que el tratamiento con AN-152 puede
beneficiar a las pacientes con carcinomas mamarios LHRH-R
positivos aun en los casos de tumores resistentes a múltiples
drogas.
Agentes Insulino-Sensibilizantes como Tratamiento Primario de las Pacientes con Síndrome de Ovario Poliquístico
La asociación de metformina y citrato de clomifeno parece ser muy efectiva además para el logro del embarazo en estas pacientes.
Human Reproduction 19(11):2474-2483, Nov 2004
Autores:
Kashyap S, Wells GA y Rosenwaks Z
Institución/es participante/s en la investigación:
Department of Epidemiology and Community Medicine, University of Ottawa, Ottawa, Canadá; Centre for Reproductive Medicine, Weill Sanford Medical College of Cornell University, Nueva York, EE.UU.
Título original:
[Insulin-Sensitizing Agents as Primary Therapy for Patients with Polycystic Ovarian Syndrome]
Título en castellano:
Introducción
El síndrome de ovario poliquístico (SOP) tradicionalmente ha
sido tratado con fármacos inductores de la ovulación como el
citrato de clomifeno (CC). Más recientemente, las investigaciones
que permitieron comprender la relación entre el SOP y la
resistencia insulínica llevaron a la utilización de medicaciones
sensibilizantes a la insulina, como la metformina, para la
inducción de la ovulación. Sin embargo, a pesar de la amplia
aceptación y utilización de esta terapéutica, la metformina nunca
fue comparada con el CC en un estudio controlado aleatorizado.
La metformina reduce la respuesta insulínica por disminución de
la gluconeogénesis hepática y de los niveles de andrógenos, lo
que permite la restitución de un ciclo menstrual normal. Esta
droga no confiere los mismos riesgos de hiperestimulación ovárica
y embarazo múltiple que el CC dado que recupera la ovulación
espontánea sin producir superovulación.
El objetivo de esta revisión sistemática consiste en evaluar la
literatura disponible, los estudios controlados aleatorizados
(ECA) y los de cohortes, respecto del empleo del CC versus
la metformina para la inducción de la ovulación y el logro
del embarazo.
Materiales y métodos
Se realizó una búsqueda biblográfica computarizada de los
últimos 25 años en las siguientes bases de datos: Medline,
Premedline, Current Contents, Biological Abstracts, Cochrane
Controlled Trials Register, Cochrane Database of Systematic
Reviews y Embase llevada a cabo cada tres semanas entre agosto de
2002 y septiembre de 2003 para identificar nuevos artículos.
También se completó una búsqueda manual de las siguientes
publicaciones: Fertility and Sterility, Human Reproduction, New
England Journal of Medicine, Journal of Clinical Endocrinololgy y
The Lancet. Asimismo se utilizaron diez años de conferencias de
la American Society of Reproductive Medicine.
Posteriormente, los artículos seleccionados fueron revisados
para analizar los criterios de inclusión y exclusión.
La población en estudio estuvo conformada por mujeres con
infertilidad primaria o secundaria, de 18 a 40 años, a las que se
les diagnosticó SOP con las siguientes características:
oligoovulación crónica (ciclos menstruales cada 35 días o menos
de 6 períodos al año); infertilidad y una o más de las siguientes
características: hiperandrogenismo crónico (niveles elevados de
testosterona, deshidroepiandrosterona o androstenediona,
hirsutismo clínico o acné); relación LH/FSH aumentada > 2.5; o
criterios ecográficos de SOP. Tanto el grupo de estudio como el
grupo control no debían tener otro diagnóstico de infertilidad y
preferiblemente el espermograma debía ser normal.
Se buscaron las siguientes comparaciones: metformina versus
placebo; metformina versus CC; metformina más CC
versus placebo más CC. Se evaluaron dos resultados: la
ovulación determinada por los niveles séricos de progesterona y
el embarazo determinado por la beta-HCG sérica y urinaria.
Los datos relevantes se registraron en una planilla de acuerdo
con las características del estudio, las de las pacientes,
información acerca de la intervención o exposición y evaluación
de los resultados. Se utilizó la escala de Jadad para la
evaluación de la calidad de los estudios controlados
aleatorizados. La estimación del riesgo relativo (RR), con sus
intervalos de confianza (IC), fue extraída de los ECA. Para
determinar la significación de la asociación se empleó la prueba
de chi cuadrado. La precisión de la búsqueda fue determinada por
la fórmula de Normand.
Resultados
La precisión conjunta de la estrategia de búsqueda fue de
0.76% (8/1057). Aunque no hubo límites en cuanto al idioma de
publicación, todos los artículos recolectados estaban en inglés.
Los ECA incluidos fueron publicados entre 1998 y 2002.
Todos los estudios, excepto uno, investigaron la relación
metformina versus placebo. Todos excepto tres utilizaron
el embarazo como resultado pero sólo un resumen evaluó el
embarazo como resultado primario. Asimismo, todos los estudios
excepto tres incluyeron mujeres infértiles con SOP como población
de estudio.
Varios estudios intentaron comparar metformina más CC con CC solo
o con placebo. Sin embargo, todos ellos lo hicieron de modo
secuencial en las pacientes en las que no se logró gestación u
ovulación con metformina. La duración de la intervención y el
seguimiento varía de 1 a 6 meses. La metformina indujo la
ovulación en 47% de las pacientes. Esta droga es 50% mejor que el
placebo para inducir la ovulación en pacientes infértiles con SOP
(RR 1.50) pero este beneficio no mejora necesariamente con mayor
duración del tratamiento (> 3 meses, RR 1.37). La metformina
además es beneficiosa para la regulación del ciclo de las
pacientes fértiles que padecen SOP, en comparación con el placebo
(RR 1.45; IC 1.11-1.90). Hasta la fecha no está confirmado el
efecto beneficioso de la metformina versus placebo para el
logro del embarazo (RR 1.07; IC 0.20-5.47). Esto puede deberse a
que la mayoría de los estudios utilizaron la ovulación como
resultado primario, a que aquellos que consideraron el embarazo
tuvieron un período de seguimiento breve y a que la mayoría
consistían en muestras de pequeño tamaño.
El análisis de metformina más CC versus CC solo o con
placebo no está adecuadamente representado dado que el diseño del
estudio para este componente no es un verdadero ECA o un diseño
transversal, sino un estudio de diseño secuencial. Sin embargo,
se realizó un análisis cuantitativo de los datos aportados para
proveer alguna evaluación de las intervenciones para ovulación y
gestación anteriormente mencionadas. Debido a las limitaciones de
este diseño se observó que la metformina asociada a CC puede ser
superior al CC solo o con placebo, respecto de la ovulación (RR
3.04; IC 1.77-5.24) y el embarazo (RR 3.65; IC 1.11-11.99).
Discusión
Los criterios específicos para el diagnóstico de SOP aún no
han sido completamente dilucidados. En el consenso de Rotterdam
de 2003 se estableció que los criterios diagnósticos revisados
incluyen dos de los siguientes hallazgos: oligoovulación o
anovulación; signos clínicos o bioquímicos de hiperandrogenismo;
ovarios poliquísticos y exclusión de otras etiologías.
La evidencia de que la hiperinsulinemia produce
hiperandrogenismo, lo que a su vez afecta la fertilidad, es más
convincente que los argumentos que sostienen que el
hiperandrogenismo causa hiperinsulinemia. Inicialmente, la
terapia primaria de las pacientes con SOP involucraba el
drilling ovárico, posiblemente seguido de la inducción de
la ovulación con CC o gonadotrofinas. Se sostenía que este
procedimiento disminuía la producción de andrógenos ováricos. En
la actualidad el tratamiento convencional para inducir la
ovulación en estas pacientes es el CC. La tasa de éxitos de esta
droga varía; se informó 80% para la ovulación y 30% a 40% para
las gestaciones (Gorlitsky y col., 1978; Lunenfeld y col., 1991;
Kousta y col.1997; Imani y col, 1998, 1999). Veintisiete por
ciento de los embarazos se lograron dentro de los primeros tres
meses de una dosis ovulatoria de CC (Imani y col., 1998). Algunos
autores sugirieron que la inducción de la ovulación con CC por un
período > 6 meses en pacientes con SOP adecuadamente
seleccionadas puede proveer una tasa acumulativa de embarazos >
90%.
Esta revisión provee evidencia de nivel 1a con respecto a la metformina versus placebo para la inducción de la
ovulación y el embarazo. Los autores sugieren que la metformina
es superior al placebo para inducir la ovulación en pacientes con
SOP pero que su beneficio no es mayor con una terapia más
prolongada (por ej. 3 meses).
La definición de SOP es muy importante para determinar el grupo
de pacientes que tendrán respuesta óptima. En un grupo bien
definido de pacientes con SOP que no se sienten afectadas por la
infertilidad, la metformina también demuestra una ventaja
significativa respecto del placebo para la restitución de la
ovulación y la regulación de los ciclos menstruales.
Sin embargo, la información demuestra beneficio de la metformina
versus placebo cuando el resultado considerado es el
embarazo. El tiempo de seguimiento hasta el embarazo fue breve y
en los estudios resumidos cuantitativamente éste no fue
considerado un resultado primario. Cuando se comparó la
metformina más CC con el CC o la metformina sola, pareció haber
un beneficio significativo del tratamiento combinado para la
ovulación y el embarazo en las pacientes con SOP, tanto
hiperandrogénicas como obesas.
Sin embargo, la comparación de metformina más CC versus
placebo con CC fue realizada en cada uno de estos estudios
con un diseño secuencial, en lugar de un verdadero ECA o un
diseño transversal.
Las pacientes con SOP pueden obtener otros beneficios además de
la inducción de la ovulación con el tratamiento con metformina,
como disminución de las tasas de abortos, menor incidencia de
embarazos múltiples, de diabetes gestacional, de
hiperestimulación ovárica y beneficios a largo plazo en la salud
cardiovascular. Sin embargo, aún existe la necesidad de comparar
directamente la metformina y el CC como agentes de primera línea
para inducir la ovulación y lograr embarazos únicos en las
pacientes con SOP bien definido.
Controversias Actuales acerca de la Terapia Hormonal Combinada y los Riesgos Relativos para la Mama y el Endometrio
El aumento del riesgo de cáncer de mama con la terapia hormonal es relativamente bajo, pero estudios epidemiológicos recientes muestran que dicho riesgo es mayor al esperado cuando se administran terapias combinadas.
Climacteric 7(3):229-237, Sep 2004
Autores:
Ulrich LG
Institución/es participante/s en la investigación:
Gynaecological Clinic, Rigshospitalet, University of Copenhague, Copenhague, Dinamarca
Título original:
[Current Controversies about Combined Hormone Therapy and the Relative Risks to the Breast and Endometrium]
Título en castellano:
Antecedentes
La seguridad a largo plazo de la terapia hormonal (TH) ha
estado en discusión por mucho tiempo desde la publicación de los
estudios Women’s Health Initiative (WHI), Heart and
Estrogen/Progestin Replacement Study (HERS y HERS II) y
Million Women Study (MWS).
Incluso el término terapia hormonal de reemplazo se encuentra en
discusión y los estrógenos y progestágenos posmenopáusicos son
actualmente referidos como TH, lo cual señala una terapia
farmacológica más que un reemplazo fisiológico.
El riesgo relativo de los eventos adversos serios aceptados para
cierto tipo de terapias depende de la gravedad de la condición
tratada y de la disponibilidad de un tratamiento alternativo. Las
indicaciones de la TH son el síndrome climatérico, que es
considerado una cuestión de calidad de vida, y la prevención de
la osteoporosis, para la cual se dispone de los bisfosfonatos y
los moduladores selectivos del receptor estrogénico (SERM).
El efecto de estas terapias alternativas solamente está bien
documentado en mujeres con densidad mineral ósea baja o en la
prevención de fracturas vertebrales y no vertebrales en mujeres
sanas durante los estadios iniciales de la posmenopausia.
Muchos autores suscribieron la idea que la TH ofrecía protección
contra la enfermedad coronaria sobre la base de los resultados de
grandes estudios epidemiológicos. Sin embargo, los estudios WHI Y
HERS mostraron que no existía protección contra dicha enfermedad
tanto con los estrógenos equinos conjugados (CEE) solos como en
combinación con acetato de medroxiprogesterona (MPA) y sí un
posible aumento del riesgo con la terapia combinada cuando ésta
se inicia en la menopausia tardía. Aunque el WHI fue un estudio
bien diseñado y a gran escala, su validez externa ha sido muy
discutida en cuanto a las características de las pacientes, tales
como la edad, el índice de masa corporal y la posibilidad de
sesgo metodológico.
También se discute si el efecto sobre la enfermedad coronaria se
relaciona con la asociación específica de estrógenos y progestina
utilizada en el estudio WHI y si esto podía generalizarse a otras
combinaciones de TH. Se dispone de pocos datos con las diferentes
combinaciones, pero el estudio WELL-HART de prevención secundaria
–con estradiol solo o en combinación con MPA comparado con
placebo– mostró, al igual que el WHI, la falta de efecto sobre la
estenosis coronaria. Un análisis por subgrupos del estudio WHI,
entre otros, plantea la posibilidad de que los efectos adversos
de la TH pueden tener lugar cuando ésta se inicia décadas después
de la menopausia.
Ni el síndrome climatérico ni la prevención de la osteoporosis en
la menopausia temprana justifican aumentos ni siquiera moderados
de los eventos adversos serios. Sin embargo, cabe remarcar que
existe una posible disminución del número de cánceres
colorrectales, con seis cánceres menos cada 10 000 mujeres
tratadas con TH por año, lo que puede ser un importante factor de
decisión cuando se resuelve iniciar este tipo de terapia en las
mujeres mayores. La tasa de supervivencia a 5 años es mayor para
el cáncer de mama que para el de colon y mayor en las mujeres más
jóvenes comparadas con las más añosas, por lo que la edad no sólo
influye sobre el diagnóstico sino también en la supervivencia.
Cáncer de mama
El efecto adverso más serio de la TH es el aumento del riesgo
de cáncer de mama con el tratamiento a largo plazo. Todavía no
está probado que la TH aumente la mortalidad y el aumento de la
morbilidad no es muy coherente, con estimaciones distintas en
diferentes estudios. De acuerdo con el WHI, este aumento es de 8
cánceres de mama cada 10 000 mujeres al año, y este estudio
mostró que, en las mujeres histerectomizadas que solamente fueron
tratadas con estrógenos sin progesterona, no hubo aumento del
riesgo del cáncer de mama y, por el contrario, se constató una
tendencia no significativa en términos de disminución del riesgo.
Aunque la edad de los grupos estudiados fue similar, casi 40% de
las mujeres de la rama medicada solamente con estrógenos no solo
estaban histerectomizadas, sino que también habían sido
ooforectomizadas, lo cual, cuando se lleva a cabo antes de la
menopausia, confiere protección contra el cáncer de mama.
Los riesgos relativos de cáncer de mama en la rama de la TH
combinada en los estudios WHI y HERS I-II fueron de 1.26 y 1.27,
respectivamente, valores no muy diferentes al de 1.35 publicado
por el Collaborative Group on Hormonal Factors in Breast
Cancer Study. Sin embargo, los estudios WHI y HERS fueron
bien diseñados, aleatorizados y controlados, por lo que sus
conclusiones deberían ser más sólidas que las de los estudios
observacionales. Ambos ensayos utilizaron estrógenos conjugados
equinos y MPA, lo que puede ser relevante o no cuando se lo
compara con otros estrógenos y progestágenos.
El ensayo Danish Osteoporosis Prevention Study (DOPS),
originalmente diseñado como un estudio a 20 años, analizó los
efectos de diferentes tipos de TH utilizando principalmente
estradiol y acetato de noretisterona, pero también otras
progestinas, pero se interrumpió prematuramente a los 10 años,
cuando se publicaron los resultados del MWS. Los datos muestran
que en el grupo asignado a TH no se constató aumento del riesgo
de cáncer de mama a los 10 años. Es necesario apuntar que el
aumento de los odds ratio observados en una de las ramas
de tratamiento puede deberse también a factores relacionados con
el estilo de vida de las mujeres estudiadas, en asociación con
otras características de ellas, lo que los autores denominaron un
“efecto no sano” en contraposición al pretendido “efecto sano”
propuesto para la disminución del riesgo de enfermedad coronaria
de los estudios observacionales. Esto también puede explicar por
qué el riesgo de cáncer de mama es mayor en dichos estudios
cuando se los compara con los aleatorizados como el WHI y el
HERS. Otra posibilidad es la regresión a la media en los ensayos
aleatorizados por abandono de tratamiento, lo que en un análisis
por intención a tratar tiende a minimizar las diferencias.
En resumen, se puede concluir que los resultados del WHI y del
HERS muestran que el riesgo de cáncer de mama con la TH, si bien
es posible, es en realidad pequeño, y que deben llevarse a cabo
estudios aleatorizados que comparen bajas dosis de estrógenos con
los estrógenos asociados con progestina en mujeres no
histerectomizadas.
Cáncer de endometrio
La publicación del estudio WHI confirmó los supuestos de que
la TH combinada continua no aumenta el riesgo de cáncer de
endometrio y el estudio HERS fue demasiado pequeño para agregar
datos concluyentes sobre lo ya conocido en cuanto a este cáncer.
Sin embargo, los estudios observacionales muestran que el uso de
estrógenos sin progestágenos se asocia con un aumento del riesgo
relativo de cáncer endometrial de 7 a 8 con la utilización
continua por más de 5 años, valores que persistieron por 5 años
más después de la interrupción de dicho uso.
Grandes estudios mostraron aumento del riesgo de hiperplasia
endometrial con la administración de estrógenos sin progesterona,
riesgo bajo con la terapia secuencial, ningún riesgo con la
terapia combinada y, con algunas combinaciones específicas, un
efecto que potencialmente favorece la reversión de la hiperplasia
preexistente. Existen datos limitados que muestran que la
liberación intrauterina de levonorgestrel es también capaz de
revertir las hiperplasias endometriales preexistentes, como se
demostró con la administración oral continua de estradiol y
acetato de noretisterona.
Estrategias de control
En virtud del precepto médico de primum non nocere,
las terapias basadas en estrógenos solos deberían estar
reservadas para mujeres histerectomizadas. Para algunas mujeres
la colocación de dispositivos de liberación de progestágenos
puede constituir una elección más adecuada. Otra posibilidad es
la resección endometrial, que fue evaluada en pequeños estudios
de corta duración en relación con la hiperplasia, pero si bien la
cirugía puede removerla, el cáncer inevitablemente recurre. Luego
de la resección endometrial es recomendable que las mujeres sean
tratadas con TH combinada para la protección de cualquier residuo
endometrial.
La ecografía transvaginal es un método adecuado para controlar
las mujeres no tratadas, pero el grosor endometrial es más
dependiente del tipo de TH que de la histología del endometrio.
Así, con la TH combinada y la tibolona, medidas menores que 4 mm
no excluyen patología endometrial y valores de más de 4 mm se
asociarán frecuentemente con terapias solamente basadas en
estrógenos o en la TH secuencial.
El tratamiento de mujeres con útero intacto medicadas con estrógenos sin progestágenos puede resultar en muchos casos en
hiperplasia endometrial. El riesgo de la progresión a cáncer de
endometrio es bajo sin atipia, pero dicha hiperplasia no es un
hallazgo normal en mujeres con 5 años de posmenopausia, a menos
que hayan sido tratadas con estrógenos.
Si bien no existen normas internacionales que indiquen cómo
controlar el útero de mujeres medicadas solamente con estrógenos,
otro método de control que se puede asociar a la ecografía
transvaginal es la hidrosonografía para identificar pólipos
endometriales, además de las biopsias ambulatorias de mujeres sin
pólipos y la histeroscopia en quienes sí los presentan.
Conclusiones
El aumento del riesgo de cáncer de mama con la TH es
relativamente bajo, pero estudios epidemiológicos recientes
muestran que dicho riesgo es mayor al esperado cuando se
administran terapias combinadas. El uso de dispositivos
intrauterinos de progestágenos es una alternativa válida aunque
faltan datos de seguridad en el largo plazo en cuanto a la mama y
el endometrio.
La protección endometrial depende de la dosis de progestágenos
utilizada y de la duración del tratamiento, la administración
continua es la alternativa más segura. El sangrado vaginal no es
un factor de predicción de la histología endometrial y la
ecografía transvaginal presenta limitaciones en las mujeres
medicadas con TH. Las combinaciones de distintos métodos mejoran
la sensibilidad diagnóstica. Deben preferirse las bajas dosis y,
en lo posible, la TH debe ser reservada para el tratamiento del
síndrome climatérico y la prevención de la osteoporosis en
mujeres con riesgo elevado para esta enfermedad.
Trabajos Distinguidos,
Serie Obtetricia y Ginecología, integra el Programa
SIIC de Educación Médica Continuada
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