Introducción
La obesidad se asocia con diversas condiciones médicas del huésped, como
diabetes mellitus, osteoartritis, enfermedad cardiovascular, apnea del sueño,
cánceres mamario, colónico y uterino, embarazo y trastornos reproductivos. Por
último, pero no por ello menos importante, el sobrepeso (y la obesidad) constituye
una gran preocupación para la mayoría de las mujeres en el mundo actual.
Existen muchas explicaciones complejas e interrelacionadas para el sobrepeso y la
obesidad en mujeres, fenómenos que se relacionan con factores genéticos,
endocrinos y sociales, entre otros. La causa más común de obesidad es la copiosa
ingesta de alimentos y los bajos niveles de actividad física. Algunos productos
farmacéuticos pueden afectar el equilibrio energético femenino, conduciendo así al
sobrepeso y la obesidad. La lista de tales fármacos no está completamente definida,
pero los esteroides (y más comúnmente, los anticonceptivos hormonales) son
incluidos en ella.
Dado que la anticoncepción oral combinada (ACO) es el método más común de
anticoncepción hormonal, existe gran cantidad de publicaciones que debaten los
efectos colaterales no deseados de los ACO. Generalmente la discusión se enfoca
sobre los problemas cardiovasculares,1 mientras que las
preocupaciones más comunes de las pacientes se centran en la ganancia ponderal y
el riesgo de cáncer, particularmente de cáncer mamario.2,3 Esta
discrepancia entre las preocupaciones científicas y los problemas que surgen de los
entornos clínicos es aun mayor debido a la larga lista de posibles efectos colaterales
no deseados mencionados en los folletos incluidos en los envases de ACO. Desde
este punto de vista, uno podría preguntarse por qué las mujeres eligen este método
anticonceptivo.
La práctica clínica durante las décadas del '60 y del '70 mostró que el consumo de
ACO se vinculaba con síntomas dependientes de los estrógenos, como náuseas,
vómitos, cefaleas y mastodinia.4 Desde ese momento, la dosis de
estrógenos contenida en los ACO ha disminuido marcadamente, en especial para
reducir la tasa de efectos cardiovasculares no deseados, pero también como un
modo de disminuir la cantidad de efectos colaterales vinculados con la calidad de
vida (cefaleas, mastodinia, náuseas y vómitos).5 La mayoría de los
ensayos clínicos controlados5-9 no hallaron correlaciones entre el
consumo de ACO y peso corporal, ni mecanismo alguno que pudiese afectar el peso
corporal en usuarias de ACO.
Pese a que no existe relación científicamente probada entre el uso de ACO y el peso
corporal, muchas mujeres discontinuaron el empleo de anticonceptivos hormonales
debido a la "ganancia ponderal".2,9,10 Más de la mitad de las
mujeres estadounidenses creen que los ACO provocan ganancia de
peso.3 Los ginecólogos en todo el mundo informan que sus pacientes
frecuentemente consideran los ACO como una de las causas de su "incremento de
peso"; sin embargo, ni los primeros ensayos11 (con ACO que
contienen más de 35 μg de etinilestradiol) ni los estudios
recientes8,12 (con ACO que contienen 20 a 35 μg de
etinilestradiol) lo confirman.
Los autores de esta publicación llevaron a cabo recientemente un nuevo estudio
acerca del uso de ACO y el peso corporal. El resumen de este estudio se describe a
continuación.
Nuevo estudio
El objetivo del estudio fue controlar y presentar los datos acerca de la relación
entre uso de ACO y los cambios en el peso corporal experimentados por mujeres
jóvenes que viven en Polonia.
Metodología
Este es un estudio retrospectivo de observación que analiza los cambios de
peso en mujeres que utilizaron varios ACO con propósitos anticonceptivos, en
comparación con mujeres jóvenes que nunca habían empleado anticonceptivos
hormonales. El estudio fue llevado a cabo en la Universidad Médica de Bialystok y
recibió la aprobación del Comité de Etica de esa institución. Los datos de cada
usuaria de ACO fueron apareados con los de otra mujer de edad, altura y
antecedentes obstétricos similares. En algunos escenarios clínicos, los datos de las
mujeres del grupo de estudio fueron apareados con los de dos no usuarias de ACO,
de similar edad, altura y antecedentes obstétricos. Así, la cantidad total de
participantes (voluntarias) en el grupo de estudio fue 145 y, en el grupo control,
218. La incorporación de las pacientes al estudio fue llevada a cabo en clínicas
ginecológicas seleccionadas de Polonia durante el período comprendido entre el 1
de enero y el 31 de enero de 2002.
El análisis estadístico se llevó a cabo mediante el programa Statistica para
Windows, y el nivel de significación fue establecido como p < 0.05. Para el análisis
multifactorial se utilizó el modelo de regresión logística y los valores indicadores de
regresión fueron establecidos empleando SPSS Packet for Windows Release
6.0.
Resultados
La media de edad de las mujeres en el grupo de estudio fue 28.1 ± 7.0
y en el grupo control 29.0 ± 7.6. En general ambos grupos (estudio y
control) fueron casi idénticos respecto de la edad, características antropométricas,
cantidad de embarazos y partos.
Las pacientes de los dos grupos difirieron sólo en una característica. La media de
ganancia ponderal durante el primer embarazo en el grupo de estudio fue de 16.07
kg, mientras que en el grupo control fue de 12.59 kg. Los porcentajes de mujeres
que eran obesas en su niñez fueron 18.6% y 10.6%, en los grupos de estudio y
control, respectivamente (la diferencia es significativa; p = 0.02887).
El período medio de utilización de ACO en el grupo de estudio fue 34 meses. El
35.2% de las mujeres de este grupo utilizaron ACO monofásicos y trifásicos que
contenían etinilestradiol (EE) y gestodeno, el 23.4% de las mujeres del grupo de
estudio utilizaron ACO monofásicos con EE y desorgestrel. El 50.3% de las mujeres
de este grupo cambiaron desde un ACO a otro durante el curso del tratamiento; se
trató en su mayoría de pacientes que habían empleado anteriormente una
combinación de EE con norgestimato (17.6%) o levonorgestrel (14.9%). Los
motivos más comunes para el cambio de ACO, referidos por las pacientes que lo
hicieron, fueron: ganancia ponderal (16.0%), insuficiente control del sangrado
(14.7%), náuseas, cefaleas y otros. El 31.0% de las mujeres del grupo de estudio
ganaron peso durante el uso de ACO, pero el nivel de ganancia ponderal no se
correlacionó con la duración del tratamiento.
El grupo de pacientes que informaron ganancia ponderal durante el uso de ACO fue
dividido en un subgrupo de pacientes que habían empleado ACO por menos de dos
años y otro subgrupo que los habían utilizado por más de dos años. En el primer
subgrupo, la media de ganancia ponderal fue 4.94 kg y, en el segundo subgrupo,
5.31 kg (diferencia no significativa; p = 0.5869). Con el fin de identificar los
motivos del incremento de la masa corporal (o ausencia de aumento) en usuarias
de ACO, el grupo completo de estudio fue dividido en dos subgrupos. El primer
subgrupo (1A, n = 45) comprendió pacientes que habían referido ganancia de masa
corporal durante el uso de ACO, mientras que el segundo subgrupo (1B, n = 100)
estuvo conformado por aquellas mujeres sin ganancia ponderal durante el
tratamiento con ACO; una diferencia significativa entre estos dos subgrupos sólo
podría vislumbrarse en dos variables: la masa corporal y el índice de masa corporal
(IMC). Existieron algunas otras diferencias entre estos dos subgrupos, aunque no
fueron estadísticamente significativas. En el subgrupo 1A hubo más pacientes que
habían tenido hijos (50% contra 33.7%) y más mujeres con elevada ganancia
ponderal durante el embarazo (25% contra 16.3%).
Discusión
Las restricciones metodológicas presentes en los estudios acerca de la
efectividad, aceptación y efectos colaterales no deseados de los ACO se encuentran
presentes también en los estudios respecto de la relación entre uso de ACO y
ganancia de masa corporal. Es sabido que el peso de las mujeres saludables puede
cambiar durante su ciclo menstrual.3 Al inicio del ciclo, aumentan
algo de peso, que habitualmente pierden durante la parte final del ciclo (sangrado
menstrual). Este fenómeno se relaciona probablemente con cambios hormonales en
el gusto durante el ciclo.6,14 Algunos investigadores15-
17 indican que el incremento de masa corporal en mujeres adultas se
vincula con la pérdida de masa muscular y la disminución del metabolismo corporal
basal (1% a 2% durante cada década de la vida).
Esta investigación halló que no existe correlación entre uso de ACO e incremento de
peso. La ganancia ponderal observada en ambos grupos de mujeres jóvenes se
correlacionó con mayor probabilidad con el paso del tiempo (las pacientes se hacían
más añosas), más que con otros factores controlados. Estos hallazgos son similares
a los de Hassan y col.,18 estos investigadores observaron variación
ponderal en una cohorte de mujeres que utilizaba DIU con cobre como método
anticonceptivo. Ellos establecieron que "existe una tendencia a la ganancia ponderal
durante los años reproductivos de las pacientes, que es independiente de los
métodos anticonceptivos y de otros factores que podrían relacionarse con ello, ya
que es consecuencia del envejecimiento". Las razones para ello podrían estar
relacionadas con factores genéticos y conductuales (hallamos que se observaba
más frecuentemente un rápido aumento de masa corporal en mujeres que ya eran
obesas en su infancia). Más probablemente, el otro factor importante responsable
del aumento de masa corporal haya sido el cambio hormonal experimentado
durante el embarazo y la lactancia.15 Aquellas pacientes que
presentaban elevada masa corporal durante el primer embarazo tenían menos
probabilidades de recuperar su silueta delgada anterior. La mayoría de ellas
alcanzaron muy fácilmente un IMC por encima de 30 kg/m2.
Este estudio, como muchos otros,11,16,19,20 no halló correlación
entre el uso de ACO y el incremento de masa corporal. Se halló un mayor riesgo de
sobrepeso y obesidad en el grupo de mujeres jóvenes que habían experimentado
previamente problemas de sobrepeso durante su niñez y en el grupo de mujeres
cuya ganancia ponderal durante el primer embarazo había sido superior al límite
normal.
Los autores no manifiestan conflictos.
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