¿PODRIAN
LAS VARIANTES GENETICAS DE LAS PROTEINAS SURFACTANTES
DETERMINAR LA SUSCEPTIBILIDAD A LA INFECCION POR MYCOBACTERIUM
TUBERCULOSIS?
|
|
|
Columnista
experta de SIIC
Dra. Joanna Floros, PhD
Profesora, Especialista en Fisiología Celular y
Molecular y Pediatría. Departamentos de Fisiología
Celular y Molecular, y de Pediatría, The Milton S.
Hershey center, Pennsylvania State University College
of Medicine, Hershey, EE.UU.
Otro trabajo publicado: Floros J, Wang G: «A point of
view: quantitative and qualitative imbalance in
disease pathogenesis; pulmonary protein surfactant
protein A genetic variants as a model», Comparative
Biochemistry and Physiology. Part A, Molecular &
Integrative Physiology 129(1):295-303, May 2001
|
|
Hershey, EE.UU. (especial
para SIIC)
Los análisis de regresión identificaron
variantes genéticas de proteínas
surfactantes o alelos asociados con aumento o
disminución del riesgo (susceptibilidad), lo
que sugiere que las variantes genéticas son
marcadores útiles para el estudio de la
tuberculosis.
RESUMEN
El aumento mundial de la incidencia de
tuberculosis es un motivo de considerable
preocupación y muchos se preguntan cómo
revertir, detener o minimizar esta tendencia.
No todos los individuos en riesgo padecen
tuberculosis activa y, en consecuencia, se
plantearon importantes interrogantes acerca de
la variabilidad individual en la
susceptibilidad a la enfermedad, los
mecanismos subyacentes, los tratamientos específicos
y los puntos de intervención. Para obtener
una perspectiva más clara de todos estos ítems,
este trabajo estudia la hipótesis que plantea
que las variantes genéticas de las proteínas
surfactantes (SP) pueden servir como
marcadores para identificar a subgrupos con
diferente susceptibilidad al desarrollo de la
enfermedad. El fundamento para estudiar estas
moléculas es doble. En primer lugar,
intervienen en la defensa innata del pulmón
del huésped (primera línea de defensa) o en
la función pulmonar normal. En segundo lugar,
estas moléculas se identifican con la
variabilidad genética natural que puede
servir como «rótulo» para facilitar la
identificación de subgrupos de individuos con
susceptibilidades diferentes. Se realizaron
estudios genotípicos para alelos del marcador
de SP en tres grupos de individuos positivos
para tuberculosis y dos controles (prueba cutánea
de tuberculina positiva y sujetos sanos
seleccionados al azar). Los análisis de
regresión identificaron variantes genéticas
de SP o alelos asociados con aumento o
disminución del riesgo (susceptibilidad), lo
que sugiere que las variantes genéticas son
marcadores útiles para el estudio de la
tuberculosis.
Palabras clave: estudio de asociación,
genotipo, inmunidad innata, proteína
surfactante.
Abreviaturas:
Bacilo de
Calmette-Guerin: BCG
Proteína
surfactante: SP
Proteína surfactante
A: SP-A
Proteína surfactante
B: SP-B
Proteína surfactante
D: SP-D
Región no traducida
3’: 3’ UTR
Región no traducida
5’: 5’ UTR
ABSTRACT
The growing global incidence of tuberculosis
has raised considerable concerns as well as
questions as to how to reverse, halt, or
minimize this trend. The fact that not all
individuals at risk develop active
tuberculosis raises important questions
regarding variability among individuals in
disease susceptibility, underlying mechanisms,
specific therapies, and points of
intervention. To gain insight into these
issues, we studied the hypothesis that
surfactant protein (SP) genetic variants can
serve as markers to identify disease subgroups
with different susceptibilities. The rationale
for focusing on these molecules is twofold.
First, these molecules are involved in the
innate lung host defense (first line of
defense) and/or the normal lung function.
Thus, their functional capabilities are
relevant to the issue at hand. Second, these
molecules are identified with natural genetic
variability that can serve as «tag» to
facilitate identification of subgroups of
individuals with different susceptibilities.
Three groups of subjects, tuberculosis
positive and two controls (tuberculin-skin
test positive, and healthy randomly picked
subjects) were genotyped for the SP marker
alleles. Regression analyses identified SP
genetic variants or alleles that associate
with increased or decreased risk
(susceptibility), suggesting that the SP
genetic variants are useful markers in the
study of tuberculosis.
Key words: association study,
genotype, innate immunity, surfactant protein
Abbreviations:
bacillus Calmette –
Guerin: BCG
surfactant protein A:
SP-A
surfactant protein B:
SP-B
surfactant protein D:
SP-D
5’ untranslated
region: 5’ UTR
3’ untranslated
region: 3’ UTR
surfactant protein:
SP
INMUNIDAD, PROTEINAS SURFACTANTES Y
MICROAMBIENTE
Inmunidad
Durante los últimos 500 millones de años,
desde la aparición de los peces agnatos
(lampreas), los organismos vivos se protegen
de los invasores extraños mediante dos
sistemas de inmunidad, la inmunidad innata y
la inmunidad adaptativa.1 La
defensa innata del huésped o primera línea
de defensa fue el primer sistema en aparecer,
hace 600 o 700 millones de años, y se lo
encuentra en organismos primitivos como
esponjas y estrellas de mar. Es un sistema rápido,
que se activa pocos minutos después de la
aparición del invasor y se caracteriza por
una forma de ataque inespecífica. Esta
inespecificidad de las moléculas de defensa
innatas se debe a que reconocen patrones
presentes en moléculas de diversas clases de
invasores, y su actividad no depende del
reconocimiento de antígenos específicos del
patógeno. Por otra parte, la respuesta
adaptativa es de aparición más tardía (500
millones de años), es específica (reconoce
antígenos extraños específicos), más lenta
y se activa horas o días después de la
aparición del invasor.
La mayoría de las moléculas de defensa
innata pueden eliminar satisfactoriamente los
millones de invasores extraños (bacterias, pólenes,
otras partículas antigénicas o irritantes)
que diariamente entran en contacto con el pulmón,
sin necesidad de que intervenga la inmunidad
adaptativa. No obstante, el compromiso de la
capacidad funcional de las moléculas de
defensa innata o una sobrecarga del sistema
por aumento de la carga en el microambiente
local activará la participación de la
inmunidad adaptativa con el fin de resolver la
infección.
A medida que se asciende por la escala
evolutiva, parece aumentar la complejidad de
las moléculas de defensa, según se evalúa
con uno de los sistemas genéticos estudiados
aquí: la proteína surfactante A humana. Tal
vez esta mayor complejidad asegura una
diversidad molecular más adecuada para
defender al organismo de un número creciente
de peligros ambientales a medida que se cubre
un territorio más extenso (los animales
superiores de la escala evolutiva) y se
encuentran nuevos ambientes con diferentes
tipos de pólenes, microorganismos y otros
irritantes antigénicos. La molécula de
defensa pulmonar innata del huésped SP-A (véase
más adelante), que puede servir como ejemplo
de esta complejidad evolutiva, aumentó la
complejidad de su estructura mediante el
aumento del número de genes (figura 1) y de
su variabilidad genética (figuras 1 y 2). En
la figura 3 se observa una representación
esquemática de la variabilidad genética. Los
roedores tienen un único gen de SP-A, pero
posteriormente en la evolución, la aparición
de los primates marcó el desarrollo de un
episodio de duplicación en el locus genético
de SP-A (figura 1), lo que produjo dos genes
funcionales (SP-A1 y SP-A2). Los genes de SP-A
humanos se identifican por su mayor
complejidad, tanto en las regiones
codificantes de proteínas como en las no
codificantes; esto produce diferencias
cualitativas2-4 y cuantitativas5,6
respectivamente. Suponemos que la complejidad
de la SP- A ilustrada en la figura 2, al menos
en parte, es una característica única de los
seres humanos. Los experimentos de extensión
de primers brindan datos con algún
sustento para esta hipótesis.7,8
Sugerimos que las moléculas de defensa innata
del huésped correspondientes a la proteína
surfactante (véase más adelante), SP-A y
SP-D, desempeñan algún papel en las etapas
iniciales de la defensa contra la
tuberculosis.
Proteínas surfactantes
Las proteínas surfactantes pulmonares SP-A,
SP-B y SP-D cumplen importantes funciones en
la defensa del huésped (SP-A, SP-D), la
regulación de los procesos inflamatorios en
el pulmón (SP-A) y la función y la
estructura pulmonares (SP-B, SP- A).9,10
Se demostró que tanto la SP-A como la SP-D se
unen al Mycobacterium tuberculosis y
regulan su fagocitosis por los macrófagos
alveolares.11-13 En el ser humano
existen dos genes de SP-A (SP-A1 y SP-A2) y
cada uno de ellos se puede encontrar en
diversas formas genéticas en la población
general (figura 1).
Figura 1. Número
de genes de SP-A en mamíferos y variantes
genéticas en seres humanos. Los roedores
tienen un único gen de SP-A. Los primates y
los seres humanos tienen dos genes de SP-A
(SP-A1 y SP-A2). Además, en estos últimos
se observa considerable diversidad. Se
presentan las variantes genéticas o alelos43
observados con mayor frecuencia en seres
humanos, con las secuencias codificantes.
Estos alelos se clasifican según las
diferencias en las secuencias de codificación.
El tamaño del círculo de cada alelo
intenta ilustrar esquemáticamente la
frecuencia de estos alelos en la población
general. Por ejemplo, los alelos 6A2
y 1A0 son los hallados con mayor
frecuencia en los genes de SP-A1 y SP-A2,
respectivamente, en tanto que los alelos 6A
y 1A5 son menos frecuentes en la
población.
En este trabajo, me referiré a estas
formas como variantes genéticas o alelos. La
SP- A1 (6A, 6A2, 6A3, 6A4)
y la SP-A2 (alelos 1A, 1A0, 1A1,
1A2, 1A3, 1A5)
difieren entre sí en las regiones
codificantes y no codificantes de proteínas.
Las primeras contienen información para la
molécula funcional -es decir, la proteína-
y, por lo tanto, las diferencias entre los
alelos en esta región pueden provocar
diferencias cualitativas (figura 2).
Figura 2. Representación
esquemática parcial de la complejidad de
SP-A en las secuencias codificantes y no
codificantes. En la región codificante, se
observaron diferencias en los nucleótidos
que podrían modificar el aminoácido
codificado, lo que da origen a variantes con
diferencias funcionales o estructurales
potenciales. En la región no codificante se
observaron diferencias en la región no
traducida 3' (3' UTR). Estas podrían ser
importantes en la regulación de la expresión
basal de SP-A y en la respuesta a agentes
como los glucocorticoidea. En la región no
traducida 5' (5' UTR) se observaron
diferencias en los nucleótidos y
variaciones en las uniones. Una de estas
regiones reguladoras (3' UTR, 5' UTR) o
ambas pueden estar afectadas en la regulación
de la SP-A. Esta variabilidad genética podría
reflejar diferencias cualitativas o
cuantitativas. Las diferencias podrían
contribuir a la variabilidad individual de
la susceptibilidad y podrían explicar las
diferencias individuales observadas en este
sentido. El tamaño del círculo de los
alelos bajo 5' UTR o 3' UTR ilustra
diferencias potenciales en la cantidad, en
tanto que los diferentes colores en la región
codificante ilustran diferencias
funcionales/estructurales.
Figura 3. Representación
esquemática genérica de la variabilidad
genética. Se presentan dos genes hipotéticos,
gen # 1 y gen # 2, con cuatro alelos cada
uno -A, B, C, D y A1, B1,
C1 y D1,
respectivamente. Cada alelo o variante genética
difiere (X o Y) de los otros alelos del gen
correspondiente. También, el producto de un
conjunto de alelos que interactúan (por
ejemplo, A_D1) puede diferir del
de otros genes que interactúan (por
ejemplo, B_A1). Además, las
diferencias pueden aumentar en ciertas
condiciones (por ejemplo, en distintos
microambientes) y pueden determinar o
contribuir a nuestro estado de salud o
enfermedad. En otras palabras, nuestra
variabilidad genética puede constituir la
base para explicar la variabilidad
individual observada entre los individuos en
la respuesta a los fármacos, la gravedad de
la enfermedad y otras características.
Las regiones no codificantes (5' UTR, 3'
UTR, figura 2) pueden participar en la
regulación de la expresión del gen
particular y, por lo tanto, las diferencias
entre los alelos en esta región podrían
provocar diferencias cuantitativas, es decir,
en la cantidad de una proteína en particular,
tanto en su nivel basal o en respuesta a
diversos fármacos. Las diferencias entre
alelos pueden ser pequeñas en condiciones
normales y, por lo tanto, sin importancia
fisiológica. No obstante, en ciertas
circunstancias, como por ejemplo, en presencia
de M. tuberculosis, las diferencias
podrían magnificarse y desempeñar un papel
importante en la determinación del estado de
salud o enfermedad de un individuo en
particular.14 Por cierto, existen
evidencias que indican que existen diferencias
cuantitativas5,6 y cualitativas2,3
entre las variantes de SP-A. También se
demostró que algunas variantes se asocian con
mayor o menor frecuencia de síndrome de distrés
respiratorio en el recién nacido prematuro,15-18
con otitis media recurrente,19
infección por virus sincicial respiratorio20
y enfermedad pulmonar obstructiva crónica.21
También se han identificado variantes genéticas
de SP-D y SP-B, pero por el momento se ignora
si se asocian con diferencias cuantitativas o
cualitativas. Aunque la ausencia de expresión
de SP-B en ratones22 o seres
humanos23 es incompatible con la
vida, la disminución de sus concentraciones,
como sucede en el caso de ratones
heterocigotas SP-B (-/+)24 provoca
anomalías fisiológicas pequeñas pero
significativas, como disminución de la
distensibilidad y aumento del atrapamiento aéreo.
En el ratón heterocigota (+/-), sólo se
expresa un alelo SP-B y las concentraciones de
la proteína son aproximadamente la mitad de
las observadas en el ratón SP-B (+/+)
homocigota, en el que se expresan ambos
alelos. Pensamos que diferentes
concentraciones de SP-B podrían influir sobre
la función pulmonar, con alteración del
microambiente local; a su vez, este cambio
podría promover la susceptibilidad a la
infección tuberculosa. En este estudio
concentramos nuestra atención en los sistemas
de defensa del huésped, las variantes genéticas
de SP-A, SP- D y SP-B, así como los
marcadores relacionados con esta última,
conocidos como microsatélites.25
Los microsatélites son regiones del genoma
humano que exhiben gran variabilidad genética.
En consecuencia, los microsatélites tendrían
mayor sensibilidad (es decir, serían mejores
«rótulos») para identificar subgrupos con
diferente susceptibilidad al desarrollo de
enfermedad. En este estudio se utilizaron los
adyacentes a SP-B.
Con el fin de investigar el papel de la
SP-A, SP-D, SP-B y marcadores microsatélites
ligados a SP-B, estudiamos asociaciones de
alelos marcadores con el fin de identificar
las variantes genéticas o alelos de SP que se
relacionan con mayor o menor riesgo de
tuberculosis.26 Se realizó un
estudio con estas características por dos
razones. Nuestra primera hipótesis planteaba
que los marcadores genéticos de SP (y tal vez
otros no estudiados aquí) podrían distinguir
a los individuos con riesgo de presentar
tuberculosis activa de aquellos que no
desarrollan esta forma de la enfermedad. Por
otra parte, si se conocieran mejor los
mecanismos que conducen al desarrollo de
tuberculosis en subgrupos de pacientes
identificados por sus SP u otros marcadores,
sería posible administrar fármacos u otras
intervenciones terapéuticas específicos para
cada subgrupo. En consecuencia, este
tratamiento orientado más específicamente
podría mejorar la evolución clínica de cada
paciente.
Microambiente
Nuestra hipótesis parte de la presunción de
que la enfermedad pulmonar refleja un
desequilibrio de las complejas y diversas
interacciones entre los factores genéticos y
ambientales.14 Por ejemplo, un
cambio en el microambiente, como el producido
ante la presencia de un patógeno, podría
tener una influencia considerable sobre la
estructura o la función de las moléculas en
el microambiente local. La magnitud de los
cambios moleculares estructurales o
funcionales podría depender de la genética
del individuo (es decir, de la variante genética
específica) y esto, a su vez, podría
explicar por qué algunos individuos son más
susceptibles que otros a una determinada
enfermedad, en condiciones ambientales
similares.
En el caso de las proteínas surfactantes,
se demostró que la SP-A estimula la producción
de TNF-alfa y de óxido nítrico por los macrófagos
después de la incubación con bacilos de
Calmette-Guerin.27 Aún se debe
determinar si las diferencias en la capacidad
de las variantes de SP-A para estimular la
producción de citoquinas proinflamatorias por
las células THP-1, una línea celular
semejante a los macrófagos,2,3
aumenta al máximo en presencia de un patógeno.
Sin embargo, si así fuera, es posible que las
moléculas surfactantes de defensa pulmonar
sean uno de los factores que contribuyen a la
patogenia de la tuberculosis.
VARIANTES GENETICAS DE LAS PROTEINAS
SURFACTANTES Y TUBERCULOSIS
En un estudio piloto con individuos de
nacionalidad mexicana determinamos los
genotipos de SP-A, SP-B, SP-D y marcadores
microsatélites adyacentes a SP-B en tres
grupos de individuos:
- pacientes con tuberculosis activa (n =
107)
- individuos en riesgo (n = 71)
convivientes con pacientes con
tuberculosis y con prueba tuberculínica
positiva
- individuos sanos, no fumadores (n =
101).
Con posterioridad, estudiamos la frecuencia de
las variantes genéticas de proteínas
surfactantes (o alelos) en los grupos
estudiados mediante análisis univariados y
multivariados. También determinamos si la
presencia de una variante genética en
particular del gen X podría alterar la
susceptibilidad a la tuberculosis en
individuos con una variante genética del gen
Y. El fundamento de este conjunto de
experimentos era la posibilidad de que la
evolución de un conjunto de alelos que
interactúan y contribuyen a la enfermedad
difiera de la de otro conjunto de alelos de
los mismos genes.
Los resultados demostraron que la
frecuencia de diversas variantes genéticas
difería significativamente al comparar el
grupo con tuberculosis con los sujetos sanos
de control o con el grupo con reacciones cutáneas
positivas. Sobre la base del odds ratio, la
frecuencia de dos alelos SP-A (1A3,
6A4), un SP-B (B1013_A) y un SP-D
(DA11_C), así como la de ciertos alelos
microsatélites aumentó o disminuyó en el
grupo con tuberculosis, lo que sigirió que
algunos eran factores de riesgo o de protección
para la tuberculosis. Además, la presencia de
dos alelos de susceptibilidad, 1A3
y B1013_A o 6A2 y 1A3 en
el mismo individuo aumentaba aún más la
susceptibilidad a la tuberculosis.
Los datos de este estudio piloto indicaron
que las variantes genéticas de las proteínas
surfactantes (más probablemente junto con
muchos otros alelos marcadores) pueden ser útiles
para identificar a los individuos con riesgo
de desarrollar tuberculosis activa.
Debido al tamaño relativamente pequeño de
la muestra en estudio, cabe advertir que
algunos de los alelos significativos
identificados podrían deberse simplemente al
azar, aunque esta probabilidad es bastante
baja.26 Por el momento se
desconocen los mecanismos subyacentes que
determinan cómo aumentan o disminuyen el
riesgo de tuberculosis las variantes
significativas presentes en un individuo. No
obstante, la información disponible sugiere
que las diferencias en los nucleótidos de las
variantes de proteínas surfactantes que
pueden modificar o no el aminoácido
codificado, pueden afectar la estructura,
función o regulación de estas proteínas.2-5,7
Estas diferencias, a su vez, pueden afectar
uno o varios procesos que intervienen en la
patogenia de la tuberculosis. Por ejemplo, la
SP-A unida al M. tuberculosis promueve
su captación y fagocitosis por los macrófagos
alveolares,12,13 y estimula la
destrucción de las micobacterias.27
Los mecanismos mediante los cuales se producen
estos eventos mediados por la SP-A podrían
incluir la unión de la proteína a los
lipoglucanos micobacterianos,28,29
unión de la SP-A a un receptor específico
del macrófago,30 o destrucción de
las micobacterias mediante una vía
dependiente del óxido nítrico.27
Por lo tanto, las variantes de SP-A (debido a
sus diferencias genéticas) pueden exhibir
distinta capacidad para regular uno o más de
los eventos mencionados mediante sus
diferencias funcionales/estructurales o
cuantitativas. Tales diferencias podrían
aumentar o disminuir el riesgo de tuberculosis
activa en ciertas circunstancias.
Por cierto, se observaron niveles elevados
de SP-A en individuos con síndrome de
inmunodeficiencia adquirida (SIDA)31
y se sugirió que el aumento de la SP-A
favorece la destrucción de las micobacterias
a través de la vía dependiente del óxido nítrico.27
Es posible que la aparente discrepancia se
deba a mecanismos diferentes, aún
desconocidos, que actúan en distintos cuadros
clínicos in vivo (por ejemplo, en
presencia de SIDA o sin él). Por lo tanto, la
SP-A podría ser ventajosa o perjudicial para
el patógeno, según los mecanismos que
intervengan o las influencias del
microambiente local en su función.
Por otra parte, la SP-D promueve la
autoagregación de micobacterias33
e inhibe la captación de M. tuberculosis por
los macrófagos humanos.11 Aunque
la agregación de micobacterias no es
necesaria para reducir la captación por los
macrófagos, es posible que las micobacterias
aglutinadas aumenten su depuración mediante
mecanismos mucociliares. De acuerdo con la
información disponible, la SP-D parece
proteger de la infección por micobacterias al
inhibir las etapas iniciales de la infección.
Son interesantes los hallazgos recientes sobre
el papel de las células dendríticas en la
formación de granulomas pulmonares inducida
por el bacilo Calmette-Guerin (BCG).34
Las células dendríticas de estos granulomas
exhiben una potente función de presentación
de antígenos. Aunque recientemente se demostró
que la SP-D estimula la presentación de antígenos
por las células dendríticas,35 se
ignora si potencia esta acción en los
granulomas inducidos por BCG. Debido a que las
actividades de la SP-D pueden variar entre las
distintas variantes genéticas, las
diferencias entre éstas podrían brindar
distintos grados de protección contra la
infección por M. tuberculosis en dos
puntos importantes. Ya sea por su influencia
sobre las etapas iniciales de la infección
mediante la inhibición de la captación de
micobacterias por los macrófagos o en el
comienzo de la respuesta inmunológica
adaptativa mediante el aumento de la
presentación de antígenos, promoviendo así
la resolución de la infección.
HIPÓTESIS Y CONSIDERACIONES FINALES
Las moléculas de defensa innatas del huésped,
SP-A y SP-D, tienen acciones complementarias y
que se superponen. Con respecto a la infección
por M. tuberculosis,
estas moléculas pueden actuar por diferentes
mecanismos11,27 para eliminar al
patógeno, aunque en ciertas circunstancias la
SP-A31 puede promover la
supervivencia de este patógeno intracelular.32
Estas observaciones sugieren la participación
de diferentes mecanismos (al menos en el caso
de la SP-A) en distintas circunstancias clínicas.
Además, estudios in vivo e in vitro
demostraron que la SP-A afecta la función de
los macrófagos y de otras células del
sistema inmunitario.27,30,36-41 Por
lo tanto, la SP-A podría contribuir a la
susceptibilidad de la infección por
micobacterias mediante su efecto sobre la
función de los macrófagos. Este efecto sería
secundario a diferencias en la actividad de
las distintas variantes de la SP-A, las que
podrían incluir:
- diferencias en su capacidad para unirse
al M. tuberculosis o a los macrófagos
- diferencias en su capacidad para
asegurar la eliminación o supervivencia
del M. tuberculosis (las variantes
de SP-D también podrían modificar la
susceptibilidad del huésped mediante
diferencias en su interacción con M.
tuberculosis)
- diferencias en su capacidad para «iniciar»
o regular la función de los macrófagos
alveolares para combatir a los invasores
perjudiciales.42
Esto último se explica por la capacidad de
las variantes de SP-A para producir citoquinas
proinflamatorias de modo diferencial2,3
o mediante las diferencias potenciales en su
capacidad para regular la expresión de moléculas
de adhesión36 u otras moléculas.
Sugerimos que las diferencias en los alelos
(como en presencia de un patógeno o de
afectación de la función pulmonar) podrían
incluso aumentar en condiciones de compromiso,
con alteración funcional y fracaso de este
sistema defensivo innato para resolver de
inmediato la agresión. El fracaso de la
capacidad de las moléculas de defensa innata
para eliminar patógenos en el primer
encuentro puede ser crítico en la progresión
ulterior y el establecimiento de la
enfermedad.
En resumen, las variantes genéticas de
proteínas surfactantes pueden ser útiles
para identificar a subgrupos de pacientes con
mayor o menor riesgo de tuberuclosis y,
mediante sus diferencias genéticas, podrían
contribuir en forma diferencial a la patogenia
de esta enfermedad. Se requieren más estudios
para determinar el mecanismo subyacente en
distintos subgrupos de enfermedad con el fin
de indentificar puntos de intervención terapéutica
específica para cada subgrupo, que permitan
obtener una mejor evolución clínica en cada
paciente.
AGRADECIMIENTOS
Agradezco a la Sra. Sue Myers por el tipeo del
manuscrito. Subvención R37 HL34788 de National
Institutes of Health.
BIBLIOGRAFIA
- Lappé, M. A system out of balance. The
Tao of immunology: A revolutionary new
understanding of our body's defenses., pp.
27-44. New York and London: Plenum Trade,
1997.
- Wang, G., Phelps, D. S., Umstead, T. M.,
and Floros, J. Human SP-A protein variants
derived from one or both genes stimulate
TNF-alpha production in the THP- 1 cell
line. Am J Physiol Lung Cell Mol Physiol,
278: L946-54., 2000.
- Wang, G., Umstead, T. M., Phelps, D. S.,
Al-Mondhiry, H., and Floros, J. The effect
of ozone exposure on the ability of human
surfactant protein A variants to stimulate
cytokine production. Environ Health
Perspect, 110: 79-84, 2002.
- Garcia-Verdugo, I., Wang, G., Floros,
J., and Casals, C. Structural analysis and
lipid binding properties of recombinant
human surfactant protein A (SP-A) derived
from one (SP-A1 or SP-A2) or both genes.
Biochemistry, in press, 2002.
- Hoover, R. R., and Floros, J. SP-A
3'-UTR is involved in the glucocorticoid
inhibition of human SP-A gene expression.
Am J Physiol, 276: L917-24, 1999.
- Karinch, A. M., deMello, D. E., and
Floros, J. Effect of genotype on the
levels of surfactant protein A mRNA and on
the SP-A2 splice variants in adult humans.
Biochem J, 321: 39-47, 1997.
- Karinch, A. M., and Floros, J. 5'
splicing and allelic variants of the human
pulmonary surfactant protein A genes. Am J
Respir Cell Mol Biol, 12: 77-88., 1995.
- Gao, E., Wang, Y., McCormick, S. M., Li,
J., Seidner, S. R., and Mendelson, C. R.
Characterization of two baboon surfactant
protein A genes. Am J Physiol, 271:
L617-30, 1996.
- Floros, J., and Phelps, D. Pulmonary
Surfactant. In: T. L. Yaksch, C. Lynch
III, W. M. Zapol, M. Maze, J. F. Biebuyck,
and L. J. Saidman (eds.), Anesthesia:
Biological Foundations, pp. 1259-1280.
Philadelphia: Lippincott-Raven, 1997.
- Phelps, D. S. Surfactant regulation of
host defense function in the lung: a
question of balance. Pediatr Pathol Mol
Med, 20: 269-92, 2001.
- Ferguson, J. S., Voelker, D. R., Ufnar,
J. A., Dawson, A. J., and Schlesinger, L.
S. Surfactant protein D inhibition of
human macrophage uptake of Mycobacterium
tuberculosis is independent of bacterial
agglutination. J Immunol, 168: 1309-14,
2002.
- Pasula, R., Downing, J. F., Wright, J.
R., Kachel, D. L., Davis, T. E., Jr., and
Martin, W. J., 2nd. Surfactant protein A
(SP-A) mediates attachment of
Mycobacterium tuberculosis to murine
alveolar macrophages. Am J Respir Cell Mol
Biol, 17: 209-17, 1997.
- Gaynor, C. D., McCormack, F. X.,
Voelker, D. R., McGowan, S. E., and
Schlesinger, L. S. Pulmonary surfactant
protein A mediates enhanced phagocytosis
of Mycobacterium tuberculosis by a direct
interaction with human macrophages. J
Immunol, 155: 5343-51, 1995.
- Floros, J., and Wang, G. A point of
view: quantitative and qualitative
imbalance in disease pathogenesis;
pulmonary surfactant protein A genetic
variants as a model. Comp Biochem Physiol
A Mol Integr Physiol, 129: 295-303, 2001.
- Floros, J., and Kala, P. Surfactant
proteins: molecular genetics of neonatal
pulmonary diseases. Annu Rev Physiol, 60:
365-84, 1998.
- Floros, J., and Hoover, R. R. Genetics
of the hydrophilic surfactant proteins A
and D. Biochim Biophys Acta, 1408: 312-22,
1998.
- Floros, J., Fan, R., Matthews, A.,
DiAngelo, S., Luo, J., Nielsen, H., Dunn,
M., Gewolb, I. H., Koppe, J., van
Sonderen, L., Farri-Kostopoulos, L.,
Tzaki, M., Ramet, M., and Merrill, J.
Family-based transmission disequilibrium
test (TDT) and case- control association
studies reveal surfactant protein A (SP-A)
susceptibility alleles for respiratory
distress syndrome (RDS) and possible race
differences. Clin Genet, 60: 178-87, 2001.
- Floros, J., Fan, R., DiAngelo, S., Guo,
X., Wert, J., and Luo, J. Surfactant
protein (SP) B associations and
interactions with SP-A in white and black
subjects with respiratory distress
syndrome. Pediatr Int, 43: 567-76, 2001.
- Rämet, M., Lofgren, J., Alho, O. P.,
and Hallman, M. Surfactant protein-A gene
locus associated with recurrent otitis
media. J Pediatr, 138: 266-8, 2001.
- Lofgren, J., Ramet, M., Renko, M.,
Marttila, R., and Hallman, M. Association
between surfactant protein A gene locus
and severe respiratory syncytial virus
infection in infants. J Infect Dis, 185:
283-9, 2002.
- Guo, X., Lin, H. M., Lin, Z., Montano,
M., Sansores, R., Wang, G., DiAngelo, S.,
Pardo, A., Selman, M., and Floros, J.
Surfactant protein gene A, B, and D marker
alleles in chronic obstructive pulmonary
disease of a Mexican population. Eur
Respir J, 18: 482-90, 2001.
- Clark, J. C., Wert, S. E., Bachurski, C.
J., Stahlman, M. T., Stripp, B. R.,
Weaver, T. E., and Whitsett, J. A.
Targeted disruption of the surfactant
protein B gene disrupts surfactant
homeostasis, causing respiratory failure
in newborn mice. Proc Natl Acad Sci U S A,
92: 7794-8., 1995.
- Lin, Z., deMello, D. E., Wallot, M., and
Floros, J. An SP-B gene mutation
responsible for SP-B deficiency in fatal
congenital alveolar proteinosis: evidence
for a mutation hotspot in exon 4. Mol
Genet Metab, 64: 25-35., 1998.
- Clark, J. C., Weaver, T. E., Iwamoto, H.
S., Ikegami, M., Jobe, A. H., Hull, W. M.,
and Whitsett, J. A. Decreased lung
compliance and air trapping in
heterozygous SP-B- deficient mice. Am J
Respir Cell Mol Biol, 16: 46-52., 1997.
- Kala, P., Koptides, M., Diangelo, S.,
Hoover, R. R., Lin, Z., Veletza, V.,
Kouretas, D., and Floros, J.
Characterization of markers flanking the
human SP-B locus. Dis Markers, 13:
153-67., 1997.
- Floros, J., Lin, H. M., Garcia, A.,
Salazar, M. A., Guo, X., DiAngelo, S.,
Montano, M., Luo, J., Pardo, A., and
Selman, M. Surfactant protein genetic
marker alleles identify a subgroup of
tuberculosis in a Mexican population. J
Infect Dis, 182: 1473-8., 2000.
- Weikert, L. F., Lopez, J. P.,
Abdolrasulnia, R., Chroneos, Z. C., and
Shepherd, V. L. Surfactant protein A
enhances mycobacterial killing by rat
macrophages through a nitric
oxide-dependent pathway. Am J Physiol Lung
Cell Mol Physiol, 279: L216-23, 2000.
- Sidobre, S., Nigou, J., Puzo, G., and
Riviere, M. Lipoglycans are putative
ligands for the human pulmonary surfactant
protein A attachment to mycobacteria.
Critical role of the lipids for
lectin-carbohydrate recognition. J Biol
Chem, 275: 2415- 22, 2000.
- Sidobre, S., Puzo, G., and Riviere, M.
Lipid-restricted recognition of
mycobacterial lipoglycans by human
pulmonary surfactant protein A: a surface-
plasmon-resonance study. Biochem J, 365:
89-97, 2002.
- Weikert, L. F., Edwards, K., Chroneos,
Z. C., Hager, C., Hoffman, L., and
Shepherd, V. L. SP-A enhances uptake of
bacillus Calmette-Guerin by macrophages
through a specific SP-A receptor. Am J
Physiol, 272: L989-95, 1997.
- Phelps, D. S., and Rose, R. M. Increased
recovery of surfactant protein A in
AIDS-related pneumonia. Am Rev Respir Dis,
143: 1072-5, 1991.
- Martin, W. J., 2nd, Downing, J. F.,
Williams, M. D., Pasula, R., Twigg, H. L.,
3rd, and Wright, J. R. Role of surfactant
protein A in the pathogenesis of
tuberculosis in subjects with human
immunodeficiency virus infection. Proc
Assoc Am Physicians, 107: 340-5, 1995.
- Ferguson, J. S., Voelker, D. R.,
McCormack, F. X., and Schlesinger, L. S.
Surfactant protein D binds to
Mycobacterium tuberculosis bacilli and
lipoarabinomannan via carbohydrate-lectin
interactions resulting in reduced
phagocytosis of the bacteria by
macrophages. J Immunol, 163: 312-21, 1999.
- Tsuchiya, T., Chida, K., Suda, T.,
Schneeberger, E. E., and Nakamura, H.
Dendritic cell involvement in pulmonary
granuloma formation elicited by bacillus
calmette-guerin in rats. Am J Respir Crit
Care Med, 165: 1640-6, 2002.
- Brinker, K. G., Martin, E., Borron, P.,
Mostaghel, E., Doyle, C., Harding, C. V.,
and Wright, J. R. Surfactant protein D
enhances bacterial antigen presentation by
bone marrow-derived dendritic cells. Am J
Physiol Lung Cell Mol Physiol, 281:
L1453-63, 2001.
- Kremlev, S. G., and Phelps, D. S. Effect
of SP-A and surfactant lipids on
expression of cell surface markers in the
THP-1 monocytic cell line. Am J Physiol,
272: L1070-7, 1997.
- Kremlev, S. G., Umstead, T. M., and
Phelps, D. S. Surfactant protein A
regulates cytokine production in the
monocytic cell line THP-1. Am J Physiol,
272: L996-1004., 1997.
- Kramer, B. W., Jobe, A. H., Bachurski,
C. J., and Ikegami, M. Surfactant protein
A recruits neutrophils into the lungs of
ventilated preterm lambs. Am J Respir Crit
Care Med, 163: 158-65, 2001.
- LeVine, A. M., Hartshorn, K., Elliott,
J., Whitsett, J., and Korfhagen, T.
Absence of SP-A modulates innate and
adaptive defense responses to pulmonary
influenza infection. Am J Physiol Lung
Cell Mol Physiol, 282: L563-72, 2002.
- Awasthi, S., Coalson, J. J., Yoder, B.
A., Crouch, E., and King, R. J.
Deficiencies in lung surfactant proteins A
and D are associated with lung infection
in very premature neonatal baboons. Am J
Respir Crit Care Med, 163: 389-97, 2001.
- Koptides, M., Umstead, T. M., Floros,
J., and Phelps, D. S. Surfactant protein A
activates NF-kappa B in the THP-1
monocytic cell line. Am J Physiol, 273:
L382-8., 1997.
- Floros, J., and Phelps, D. S. Pulmonary
surfactant protein A; structure,
expression, and its role in innate host
defense. Update of Intensive Care
Medicine, in press, 2002.
- DiAngelo, S., Lin, Z., Wang, G.,
Phillips, S., Ramet, M., Luo, J., and
Floros, J. Novel, non-radioactive, simple
and multiplex PCR-cRFLP methods for
genotyping human SP-A and SP-D marker
alleles. Dis Markers, 15: 269-81, 1999.
|
|
|
|
UMA
VISÃO CRÍTICA DO TRATAMENTO QUIMIOTERÁPICO DA DOENÇA DE CHAGAS |
|
|
Columnista
Experto de SIIC
Dr. José Rodrigues Coura,
MD, PhD
Pesquisador Titular, Especialista en Doenças
Infecciosas e Parasitárias, Chefe do Departamento de
Medicina Tropical do Instituto Oswaldo Cruz (Fiocruz),
Rio de Janeiro, Brasil
en colaboración con
Solange Lisboa de Castro, PhD, Pesquisadora Titular,
Departamento de Ultraestrutura e Biologia Celular,
Instituto Oswaldo Cruz (Fiocruz)
Otro trabajo publicado: Coura JR, Junqueira AC,
Fernandes O, Valente SA, Miles MA: «Emerging Chagas
disease in Amazonian Brazil», Trends in
Parasitology 18(4):171-176, Abr 2002 |
|
Rio
de Janeiro, Brasil. (especial para
SIIC)
Necessidade de novas
drogas para o tratamento da infecção chagásica,
que atinge mais de 16 milhões e com mais de 100
milhões de pessoas expostas à infecção na América
Latina.
RESUMO
Esta síntese da revisão «A Critical Review on
Chagas Disease Chemotherapy», publicada nas Memórias
do Instituto Oswaldo Cruz, 97:3-24, 2002,
por JR Coura e SL de Castro, chama a atenção
para a necessidade de novas drogas para o
tratamento da infecção chagásica, que atinge
mais de 16 milhões e com mais de 100 milhões
de pessoas expostas à infecção na América
Latina. As duas drogas existentes para
tratamento, o nifurtimox e o benznidazol, atuam
apenas na fase aguda e recente da infecção
pelo Trypanosoma cruzi e apresentam
grandes limitações pelos seus efeitos
colaterais e pela necessidade do seu emprego
durante pelo menos 60 dias. Por outro lado o
alopurinol e os antifúngicos cetoconazol,
fluconazol e itraconazol, em testes clínicos,
mostraram resultados pobres, nulos ou
controversos para o tratamento da fase crônica
da doença de Chagas. O desenvolvimento de novas
drogas deve visar alvos específicos da
estrutura e do metabolismo do T. cruzi,
os quais devem ser estudados, inicialmente in
vitro, antes de maiores esforços
experimentais. Deve-se correlacionar o alvo a
ser atingido com a atividade anti-parasitária
da droga e/ou seus derivados, considerando o
menor dano possível para a célula do
hospedeiro.
Palavras-chave:doença de Chagas, Trypanosoma
cruzi, quimioterapia, tratamento clínico,
desenvolvimento de drogas.
Summary
In the «Critical Review on Chagas Disease
Chemotherapy» (Coura & De Castro, Memórias
do Instituto Oswaldo Cruz, 97:3-24, 2002),
we call attention for the need of new drugs for
Chagas disease treatment. Chagas disease is
endemic in Latin America, affecting 16-18 milion
peoples, with more than 100 milion exposed at
risk of infection. The two drug, nifurtimox and
benznidazole, existing for Chagas disease
treatment act mainly in the acute or recent
phase of the disease and have a great limitation
because its side effects and long term 60 days
treatment. On the other hand allopurinol,
ketoconazole, fluconazole and itraconazole under
experimental screen and clinical tests, showed a
very poor, null or controvert results in the
treatment chronic phase of Chagas disease. The
devepment of new drugs should look for specific
targets of the structure and metabolism of Trypanosoma
cruzi, first in vitro before major
experimental effort. It should correlate the
target to be reach with the drug and its
derivates anti-parasite activities, considering
how to reach the target with a lower host cells
damages possible.
Key words: Chagas disease, Trypanosoma
cruzi, chemotherapy , clinical treatment,
drug development.
RISCOS DA DOENÇA
A doença de Chagas ou Tripanosomíase
Americana, descoberta por Carlos Chagas no
Brasil, em 1909, é uma zoonose que afeta 16 a
18 milhões de pessoas na América Latina, com
mais de 100 milhões de expostos ao risco da
infecção.1 Seu agente etiológico,
o Trypanosoma cruzi é um protozoário
flagelado da família Trypanosomatidae, cujo
ciclo evolutivo inclui a passagem obrigatória
por hospedeiros vertebrados (numerosas classes
de mamíferos, inclusive o homem) e
invertebrados (triatomíneos hematófagos dos gêneros
Panstrongylus, Rhodnius e Triatoma). A transmissão
da infecção ocorre principalmente por vetores
e por transfusão sanguínea e ocasionalmente
por via oral ou congênita.
A infecção chagásica apresenta duas fases
bem distintas: a fase aguda ou inicial, assintomática
na maioria dos casos, oligosintomático ou
sintomático com febre, adenomegalia,
hepatoesplenomegalia, conjuntivite unilateral
(sinal de Romaña), miocardite e
meningoencefalite, podendo ser fatal em até 10%
dos casos. Esta fase se caracteriza pela presença
do T. cruzi ao exame direto do sangue, e
por responder adequadamente ao tratamento com
nifurtimox ou benznidazol, com 70 a 80% de cura.
Dois meses aproximadamente após o início da
fase aguda, desaparece da corrente sanguínea o T.
cruzi ao exame direto, o qual somente será
detectado pelo xenodiagnóstico, pela
hemocultura ou pela presença do seu DNA na reação
em cadeia da polimerase (PCR), entrando o
paciente na fase crônica, de difícil cura com
as drogas efetivas na fase aguda.
Na experiência brasileira2 menos
de 10% dos pacientes nessa fase respondem ao
tratamento quimioterápico. Após um período de
latência na fase crônica de 10 a 15 anos,
chamado de forma indeterminada, os pacientes
podem evoluir para a forma crônica cardíaca
com miocardite crônica, insuficiência cardíaca
e morte súbita por arritmia cardíaca e/ou para
a forma digestiva, com megaesôfago e megacólon.
TRATAMENTO QUIMIOTERÁPICO
A droga ideal para o tratamento da doença de
Chagas deveria preencher os seguintes
requisitos, segundo a Organização Mundial de
Saúde:
- promover a cura parasitológica de casos
agudos e crônicos
- ser eficaz em dose única ou com poucas
doses
- ser de baixo custo e acessível aos
pacientes
- não produzir efeitos colaterais ou
teratogênicos
- não necessitar hospitalização para o
tratamento
- não induzir resistência parasitária
Pelo menos os quatro primeiros requisitos
citados não foram preenchidos por nenhuma das
drogas testadas até o presente. Quase uma
centena de drogas já foi testada até o momento
com poucos resultados efetivos, entre os quais
destacam-se: derivados das quinoleinas, vários
antimaláricos, arsenobenzóis e outros
arsenicais, fenantridinas, sais de ouro,
bismuto, cobre e zinco, iodeto de sódio,
violeta de genciana, aminopterina, ácido
paraminosalicílico, hidrazida do ácido nicotínico,
ACTH e cortisona, derivados da estilomicina,
anfotereicim B, mais de 30 antibióticos e
alguns nitrofuranos.3-6 A primeira
demonstração clara de cura experimental da
infecção chagásica foi feita por Brener7
utilizando a nitrofurazona em esquema de duração
prolongada em camundongos, quando curou 95.4%
(62/65) dos animais tratados. No final da década
de 60 início de 70 surgiram, respectivamente, o
nifurtimox e o benznidazol, as primeiras drogas
efetivas para tratamento da fase aguda e recente
da infecção chagásica humana, mas com índices
de cura muito baixos na fase crônica da doença,
necessitando do seu emprego em esquemas de duração
prolongada (30 a 60 dias), com importantes
efeitos colaterais.8,9 Estas drogas,
entretanto, são as únicas existentes para uso
clínico no presente.
O nifurtimox é o 3
metil-4-(5-nitrofurfurilideno-amino)
tetrahidro-4H-1, tiazina-1-1-dióxido. O seu
mecanismo de ação foi relacionado ao aumento
da produção de anions superóxidos e à ação
de radicais livres ao nível de mitocôndrias do
parasito.10 Já o benznidazol
(N-benzil-2-nitro-1-imidazolacetamida) além do
mecanismo oxidativo que para essa droga não é
chave, atuaria através de ligação covalente
ou outras interações de intermediários da
nitroredução com componentes do parasito ou
ligação a ADN, lipídeos e proteínas.11,12
Os efeitos colaterais no uso clínico do
nifurtinox são anorexia, perda de peso,
excitabilidade ou sonolência e manifestações
digestivas, náuseas, vômitos, cólicas
intestinais e diarréia.
Os efeitos adversos do benznidazol podem ser
classificados em três grupos: (i) sintomas de
hipersensibilidade, dermatite com erupção cutânea,
edema generalizado, febre e dores musculares e
articulares; (ii) depressão da medula óssea, púrpura
trombocitopenica e agranulocitose, a mais grave
das manifestações; (iii) polineuropatia,
parestesias e polineurite de nervos periféricos.
Além dos efeitos colaterais a grande
desvantagem de ambos os medicamentos é a
necessidade do seu uso prolongado (60 dias), a
pouca atuação nos casos crônicos e na evolução
da doença. Está indicado o tratamento na fase
aguda ou recente da infecção, em crianças
menores de 12 anos e em casos da fase crônica
tardia por indicação médica.
DROGAS EM TESTES CLÍNICOS E EXPERIMENTAIS
Quatro drogas vêm sendo testadas em diferentes
formas e esquemas na infecção chagásica: o
alopurinol, o cetoconazol, o fluconazol e o
itraconazol com resultados pouco promissores. O
allopurinol (4-hidroxipirazol (3,4-d)
pirimidina) é um análogo da hipoxantina que
impede ou reduz a formação do ácido úrico
por inibição da xantina-oxidase e bloqueio da
biosíntese de novo das purinas, por isso
é largamente usado no tratamento da
hiperuricemia. Embora alguns estudos iniciais in
vitro13 tenham mostrado sua ação
em tripanosomatídeos, estudos em pacientes na
fase aguda da doença de Chagas14
mostraram a sua total ineficácia. Sua atuação
na evolução de casos da forma crônica
indeterminada e no tratamento da reativação do
T.
cruzi, após transplante cardíaco e
imunossupressão, precisa ser melhor avaliada.
Os antifúngicos cetoconazol (nitroimidazol), e
os triazólicos fluconazol e itraconazol, têm
demonstrado experimentalmente efeito curativo na
fase aguda15, entretanto, experiências
realizadas com cetoconazol em casos crônicos da
infecção humana16 e na reativação
da doença em casos de AIDS17,
demonstraram a sua ineficácia. Outros estudos
clínicos realizados com cetoconazol, fluconazol
e intraconazol na fase crônica da doença, também
precisam ser melhor avaliados. Estudos recentes
com um isômero do fluconazol, composto D 0870,
em camundongos infectados com T. cruzi na
fase aguda e crônica demonstram um efeito
supressor do parasito 30 a 50 vezes maior que o
obtido com cetoconazol e nifurtimox18,19.
DESENVOLVIMENTO DE NOVAS DROGAS
Considerando as limitações das drogas em uso
clínico e de poucas perspectivas das drogas em
fase experimental e do grande número de pessoas
infectadas com o T. cruzi, estimado em
mais de 16 milhões na América Latina, torna-se
indispensável o desenvolvimento de novas
drogas.
O desenvolvimento de drogas anti-parasitárias
pode emergir da seleção de produtos sintéticos
ou naturais, de compostos com estrutura
similares a drogas com atividade comprovada, mas
sem possibilidade de uso clínico, de produtos
utilizados em outras doenças parasitárias
semelhantes ou de alvos metabólicos específicos.
Todos os alvos de drogas anti-parasitárias
devem ser validados pelos seguintes critérios20:
- correlação da inibição do alvo com
atividade anti-parasitária da droga e/ou
seus derivados in vitro, antes de
maiores esforços experimentais
- comparação do alvo entre parasitas
susceptíveis e resistentes a uma dada droga
- eliminação do gene de transcrição do
alvo a ser atingido no parasito.
As dificuldades inerentes a tais abordagens de
validação de alvos, ficam muito claras,
particularmente no último critério.
Estudos recentes sobre a bioquímica do T.
cruzi, identificam novos e promissores alvos
para quimioterapia da doença de Chagas, entre
os quais destacam-se o metabolismo de esteróides,
enzimas como tripanotiona redutase, cisteína
proteinase, hipoxantina- guanina
fosforibosiltransferase, gliceraldeído-3-fosfato
desidrogenase, DNA topoisomerase, dihidrofolato
redutase e farnesilpirofosfato sintetase.21,22
O problema de desenvolvimento de novas drogas
está muito relacionado ao desinteresse das
companhias farmacêuticas em investir em drogas
de uso limitado a populações de baixa renda em
países subdesenvolvidos. Nesse sentido
advogamos que as Universidades e Institutos de
Pesquisas desses países, com apoio
governamental se dediquem a busca de drogas
anti-parasitárias, por exemplo para a doença
de Chagas, para Leishmanioses e Toxoplasmose,
para as quais não existem drogas efetivas, de
baixo custo, fácil aplicação e baixa
toxicidade.
Duas drogas seriam de grande interesse no
momento a serem desenvolvidas para o tratamento
da doença de Chagas, o megazol (CL-64855) e o
nitroimidazol MK-436, com os quais foram obtidos
excelentes resultados experimentais23,24
mas que por questões não explicadas não foram
desenvolvidas pelas empresas por elas responsáveis,
possivelmente pela detectação de ação mutagênica.
Este é um claro exemplo do que foi acima
mencionado.
REFERÊNCIAS
- WHO – World Health Organization 1997.
Chagas disease. Thirteenth Programme Report
UNDP/TDR, Geneve.
- Cançado JR 2002. Long term evaluation of
etiological treatment of Chagas disease with
benznidazol. Rev. Inst. Med. Trop. S. Paulo,
44:29-37.
- Coura JR, Silva JR 1961. Aspectos atuais
do tratamento da doença de Chagas. Rev Bras
Med 51: 283-290.
- Brener Z 1968. Terapêutica experimental
da doença de Chagas. In Cançado, Doença
de Chagas. Belo Horizonte, Imprensa Oficial
de Minas Gerais, Minas Gerais, p. 510-516.
- Cançado JR 1968. Tratamento da doença de
Chagas. In JR Cançado, Doença de Chagas,
Imprensa Oficial de Minas Gerais, Minas
Gerais, p. 517-540.
- Coura JR, Castro SL 2002. A Critical
Review on Chagas disease Chemotherapy. Mem.
Inst. Oswaldo Cruz, 97:3-24.
- Brener Z 1961. Atividade terapêutica do
5–nitrofuraldeido- semicarbazona
(nitrofurazona) em esquemas de duração
prolongada na infecção experimental pelo
Trypanosoma cruzi. Rev Inst Med Trop São
Paulo 3: 43-49.
- Coura JR 1996. Perspectivas actuales del
tratamiento específico de la enfermedad de
Chagas. Bol Chil Parasitol 51: 69-75.
- Coura JR, de Abreu LL, Willcox HP, Petana
W 1997. Comparative controlled study on the
use of benznidazole, nifurtimox and placebo,
in the chronic form of Chagas disease, in a
field area with interrupted transmission. I.
Preliminary evaluation. Rev Soc Bras Med
Trop 30: 139-144.
- Do Campo R, Moreno SNJ 1986. Free radical
metabolism of antiparasitic agents. Fed
Proceed 45:2471-2476.
- Polak A, Richle R 1978. Mode of action of
2-nitroimidazole derivative benznidazole.
Ann Trop Med Parasitol 72: 228-232.
- Diaz de Toranzo EG, Castro JA, Franke de
Cazzulo BM, Cazzulo JJ 1988. Interaction of
benznidazole reactive metabolites with
nuclear and kinetoplastic DNA, proteins and
lipids from Trypanosoma cruzi. Experientia
44: 880-881.
- Marr JJ 1991. Purine analogs as
chemotherapeutic agents in leishmaniasis and
American trypanosomiasis. J Lab Clin Med
118: 111-119.
- Lauria-Pires L, Castro CN, Emanuel A,
Prata A 1988. Ineficácia do allopurinol em
pacientes na fase aguda da doença de
Chagas. Rev Soc Med Trop 21: 79
- De Castro SL 1993. The challenge of Chagas
disease chemotherapy: An update of drugs
assayed against Trypanosoma cruzi. Acta Trop
53: 83-98
- Brener Z, Cançado JR, Galvão LM, Da Luz
ZM, Filardi LS, Pereira ME, Santos LM, Cançado
CB 1993. An experimental and clinical assay
with ketoconazole in the treatment of Chagas
disease. Mem Inst Oswaldo Cruz 88: 149-153.
- Galhardo MCG, Martins, I,
Hasslocher-Moreno A, Xavier SS, Coelho JMC,
Vasconcellos ACV, SantosRibeiro R 1999.
Reactivação da infecção por Trypanosoma
cruzi em paciente com síndrome de
imunodeficiência adquirida. Rev Soc Bras
Med Trop 32: 291-294.
- Urbina JA, Payares G, Molina J, Sanoja C,
Liendo A, Lazardi K, Piras MM, Piras R,
Perez N, Wincker P, Ryley JF 1996. Cure of
short- and long-term experimental Chagas
disease using D0870. Science 273: 969-971.
- Molina J, Urbina J, Gref R, Brener Z,
Rodrigues Junior JM 2001. Cure of
experimental Chagas disease by the
bis-triazole DO870 incorporated into
“stealth” polyethyleneglycol-
polylactide nanospheres. J Antimicrob
Chemother 47: 101-104.
- Wang CC 1997. Validating targets for
antiparasite chemotherapy. Parasitology 114
Suppl:S31-44.
- DoCampo R, Moreno SNJ 2001.
Bisphosphonates as chemotherapeutic agents
against trypanosomatids and Apicomplexan
parasites. Current Drug Targets-Infectious
Disorders 1: 51-61.
- Rodriguez JB 2001. Specific molecular
targets to control tropical diseases. Curr
Pharm Des 7: 1105-1116.
- Brener Z, Cançado JR, Galvão LM, Da Luz
ZM, Filardi LS, Pereira ME, Santos LM, Cançado
CB 1993. An experimental and clinical assay
with ketoconazole in the treatment of Chagas
disease. Mem Inst Oswaldo Cruz 88: 149-153.
- Andrade SG, Silva RC, Santiago CM 1989.
Treatment of chronic experimental
Trypanosoma cruzi infections in mice with
MK-436, a 2-substituted 5-nitroimidazole.
Bull World Health Organ 67: 509-514
|
|
|
|
BACILOSCOPIA
Y CULTIVO EN MUESTRAS DE JUGO GÁSTRICO EN EL DIAGNOSTICO DE
TUBERCULOSIS PULMONAR INFANTIL |
|
|
Columnista
Experto de SIIC
Dr. David Gómez Pastrana
Durán
Doctor en Medicina, Médico Pediatra y Neumonólogo
Infantil en el Hospital de Jerez, Jerez de la
Frontera, España
en colaboración con
Rafael Torronteras (Microbiólogo y Doctor en
Medicina), Pilar Caro (Radiólogo), Antonio
María López Barrio (Radiólogo y Doctor en
Medicina), Pedro Macias (Infectólogo
Infantil), Anselmo Andres (Neumonólogo
Infantil y Doctor en Medicina), Manolo Pineda (neumonólogo
Infantil) y Juan Navarro (Pediatra y Doctor en
Medicina)
Otro trabajo publicado: Gómez Pastrana D, Torronteras
R, Caro P, Anguita ML, López Barrio AM, Andres A,
Navarro J: «Comparison of Amplicor, in-house
polymerase chain reaction, and conventional culture
for the diagnosis of tuberculosis in children», Clinical
Infectious Diseases 32(1):17-22, Ene 2001. |
|
Jerez
de la Frontera, España (especial para
SIIC)
Si bien la baciloscopia y el
cultivo son poco sensibles en las muestras de jugo gástrico
de niños con tuberculosis, la tinción directa es un método
poco específico y el cultivo requiere varias semanas, son
pruebas de obligada realización en niños con sospecha de
tuberculosis, pues pueden ser de ayuda inestimable para el
clínico y aportan información sobre la sensibilidad a fármacos.
RESUMEN
Objetivo: evaluar el rendimiento de la baciloscopia y
el cultivo en muestras de jugo gástrico en la tuberculosis
pulmonar infantil. Método: estudio prospectivo,
controlado y ciego de 421 muestras de aspirado gástrico
procedentes de 139 niños remitidos por sospecha de
tuberculosis. Resultados: la baciloscopia fue
positiva en 6 de los 46 niños con tuberculosis activa
(sensibilidad 13%) y en 3 de los 93 niños de los grupos de
control (especificidad 96.8%). El cultivo fue positivo en 15
pacientes con tuberculosis activa (sensibilidad 32.6%),
siendo mayor su rendimiento cuando el parénquima pulmonar
estaba afectado en la radiografía de tórax. El M. tuberculosis
también se aisló en 2 niños con infección tuberculosa
sin enfermedad aparente y en uno de ellos se realizó
tomografía computarizada, que mostró adenopatías mediastínicas
no visibles en la radiografía de tórax. Conclusiones: la
baciloscopia y el cultivo tienen baja sensibilidad en
muestras de aspirado gástrico de niños con tuberculosis
pulmonar. La baciloscopia puede presentar falsos positivos.
Algunos niños con infección tuberculosa sin enfermedad
aparente presentan actividad microbiológica, eventualmente
secundarias a adenopatías mediastínicas no visibles en la
radiografía de tórax.
Palabras clave: tuberculosis, infancia, diagnóstico,
cultivo, baciloscopia.
SUMMARY
Objective: To evaluate the yield of smears and
cultures in gastric juice samples in the diagnosis of
childhood pulmonary tuberculosis. Methods: Prospective,
controlled and blinded study of 421 clinical samples taken
from 139 children referred for evaluation of suspected
tuberculosis. Results: Smears were positive in 6 of
the 46 children with active tuberculosis (sensitivity: 13%)
and in 3 of the 93 children of the control groups
(specificity: 96.8%). Cultures were positive in 15 children
with active disease (sensitivity 32.6%), and the
effectiveness rate was higher when there was parenchymal
involvement on the chest radiograph. M. tuberculosis
was also isolated in 2 children with tuberculous infection
who showed no apparent signs of the disease, and in one of
them a CT-scan revealed mediastinal adenopathies which were
not evident on the chest radiography. Conclusion: Smears
and cultures have low sensitivity in gastric aspirate
samples of children with pulmonary tuberculosis. Smears can
show false positive results. Some children with tuberculous
infection without apparent signs of the disease exhibit
microbiological activity that can be caused by mediastinal
adenopathies which are not evident on chest radiographs.
Key words: tuberculosis, children, diagnosis,
culture, smears.
INTRODUCCION
El diagnóstico microbiológico de tuberculosis (TBC) se ha
basado tradicionalmente en la baciloscopia y el cultivo. La
confirmación de la enfermedad requiere el aislamiento
mediante cultivo y la identificación del Mycobacterium
tuberculosis. Como el cultivo requiere varias semanas,
se puede realizar un diagnóstico de presunción mediante
detección de bacilos ácido–alcohol resistentes en el
examen directo del frotis al microcospio (baciloscopia). No
obstante, el diagnóstico bacteriológico en la infancia no
es sencillo, porque predominan las formas de la enfermedad
cerradas y con pocos gérmenes y habitualmente se utilizan
muestras de jugo gástrico. Por tanto, con frecuencia se
realiza un diagnóstico clínico sobre la base de una prueba
positiva de la tuberculina, presencia de síntomas
sospechosos, hallazgos radiológicos sugestivos e
identificación de un adulto contagioso en su entorno.1,2
El objetivo de este estudio fue valorar de manera
prospectiva el rendimiento de la microscopía directa y del
cultivo en aspirados gástricos de niños remitidos por
sospecha de tuberculosis, y establecer la relación de la
baciloscopia y el cultivo con parámetros clínicos, radiológicos
y epidemiológicos de niños con TBC.
MATERIAL Y METODOS
Se estudiaron de forma prospectiva durante dos años y medio
421 muestras de jugo gástrico procedentes de 139 niños
atendidos en el Hospital Infantil «Virgen del Rocío», de
Sevilla, por sospecha de TBC pulmonar, aunque también se
incluyó la TBC linfática intratorácica, la TBC pleural y
la TBC miliar.
- Clasificación de los pacientes. Los
pacientes se clasificaron de acuerdo con la valoración
de la prueba de tuberculina, el contacto con un enfermo
de TBC, los síntomas clínicos, la radiografía (Rx) de
tórax y la respuesta al tratamiento:
- Grupo 1. Sin infección tuberculosa,
con prueba de tuberculina negativa.
- Grupo 2. Infección tuberculosa sin
enfermedad. Niños con tuberculina positiva
(induración de al menos 5 mm)1 sin
sintomatología clínica y con radiografía de tórax
normal valorada por dos radiólogos pediátricos y
un pediatra.
- Grupo 3. TBC con enfermedad clínicamente
activa. Para ser incluidos en este grupo, los niños
debían presentar hallazgos clínicos y radiológicos
compatibles con la enfermedad tuberculosa, mejorar
con el tratamiento antituberculoso y cumplir al
menos dos de los siguientes criterios:
- Prueba cutánea de la tuberculina positiva
- Exclusión razonable de otros diagnósticos
- Identificación de un caso fuente adulto con
enfermedad contagiosa por M. tuberculosis.
- Grupo 4. TBC no activa clínicamente.
Niños que habían sido diagnosticados y tratados
correctamente por TBC pulmonar al menos dos años
antes.
- Grupo 4. TBC no activa clínicamente.
Niños que habían sido diagnosticados y tratados
correctamente por TBC pulmonar al menos dos años
antes.
- Muestras clínicas. El jugo gástrico se
recogió a primera hora de la mañana, tras 10 horas de
ayuno. La muestra fue tratada con el método de Tacquet
y Tison (homogeneización y descontaminación con lauril
sulfato e hidróxido de sodio, y neutralización con
solución de ácido ortofosfórico). Se procedió a la
detección de bacilos ácido-alcohol resistentes con la
técnica de auramina-rodamina, confirmando los
resultados positivos mediante la tinción de
Ziehl-Neelsen. Se realizó cultivo en medio de Löwenstein-Jensen
y Coletsos, identificando las micobacterias con sondas
de ADN.
Veinte niños no ingresaron en el Hospital y
acudieron a las 8:00 de la mañana para la toma de la
muestra (11 con infección TBC, 6 con enfermedad TBC, 1
con TBC no activa clínicamente y 2 sin infección TBC).
Treinta muestras procedentes de 10 pacientes fueron
recogidas en el curso del tratamiento antituberculoso (3
con infección TBC y 7 con enfermedad TBC, dos de los
cuales tenían otras muestras antes de iniciar el
tratamiento).
- Análisis estadístico. Las variables
cuantitativas se analizaron con la prueba de la t
de Student, o de Mann-Whitney si no seguían distribución
normal, y las variables categóricas con la prueba del c2
o la prueba de Fisher. La normalidad de las variables se
estudió con el test de Kolmogorov-Smirnov. La
sensibilidad de la baciloscopia y el cultivo se
calcularon utilizando los métodos estándar, incluyendo
como casos a los niños con TBC clínicamente activa y
todos los demás como controles. Las diferencias
estudiadas se consideraron significativas para un valor
de p < 0.05.
RESULTADOS
Resultados globales
Del estudio participaron 139 niños. La edad media fue de 4
años y 5 meses (53.87 ± 38.90 meses; rango 1 mes a 15 años),
y el 67.6% no superaba los 6 años. Se encontró fuente de
contagio en el 54% de los niños estudiados,
fundamentalmente en convivientes (40.3%) (tabla 1).
Cuarenta y seis niños se catalogaron como TBC con enfermedad
clínicamente activa. Treinta y tres de ellos (71.7%)
tenían síntomas clínicos. Las alteraciones radiológicas
predominantes fueron el infiltrado pulmonar (52.2%) y la
adenopatía hiliar o mediastínica sin infiltrado (32.6%);
también fueron detectados 5 casos de derrame pleural, una
caverna y una TBC miliar.
Treinta y siete niños presentaron infección
tuberculosa sin enfermedad y en 51 no se evidenció
infección tuberculosa (tabla 2). Finalmente se incluyeron 5
niños con TBC no activa clínicamente.
Resultados de la baciloscopia
La tinción directa del frotis del jugo gástrico fue
positiva en 6 pacientes con TBC activa (sensibilidad 13%),
que radiológicamente presentaron infiltrado pulmonar (n =
4), caverna (n = 1) y adenopatía hiliar sin infiltrado
pulmonar (n = 1). Tres niños sin TBC clínicamente activa
tuvieron resultado falso positivo de la baciloscopia
(especificidad 96.8%).
Resultados del cultivo
El tiempo medio de crecimiento de los cultivos positivos fue
de 42 días (rango 19-58 días) y el laboratorio informó
ausencia de crecimiento tras 60 días. El cultivo fue
positivo en 27 de muestras procedentes de 17 niños. Quince
de ellos presentaban TBC activa y los otros dos habían
sido clasificados clínicamente como infección TBC sin
enfermedad. En uno de estos dos niños se realizó
tomografía computarizada (TC) que demostró la presencia de
adenopatías paratraqueales derechas y paraesofágicas de
hasta 2 cm de diámetro, no visibles en la Rx de tórax. En
consecuencia, el cultivo fue positivo en el 5.4% de los niños
catalogados clínicamente de infección TBC sin
enfermedad (8.3% al excluir a los niños no ingresados o
en tratamiento TBC).
La sensibilidad del cultivo en el diagnóstico de TBC
activa, recogiendo varias muestras por paciente, fue del
32.6% y del 36.6% al excluir a 5 niños en tratamiento
antituberculoso. El único factor relacionado de manera
significativa con un cultivo positivo fue la alteración del
parénquima pulmonar en la Rx de tórax respecto de los que
presentaron derrame pleural o adenopatía hiliar o mediastínica
sin infiltrado pulmonar (p = 0.003) (tabla 3). Otras
características se asociaron con un rendimiento del cultivo
de al menos el 40% (tabla 4). El estar ingresado cuando se
recogió la muestra clínica no aumentó significativamente
la sensibilidad del cultivo (37.1% vs. 33.3%).
El número de resultados positivos también fue analizado
teniendo en cuenta el orden en la recolección del jugo gástrico.
La baciloscopia y el cultivo fueron positivos con más
frecuencia en tan sólo una de las tres muestras (tabla 5).
Tres de los 6 niños (50%) diagnosticados por microscopia
directa tuvieron resultado negativo en la muestra tomada el
primer día y positivo en las del segundo o tercer día.
Respecto del cultivo, siete de los 17 niños (41.2%)
diagnosticados se beneficiaron de la recolección de varias
muestras clínicas por paciente, ya que tuvieron cultivo
negativo en la primera recolección y positivo en las
muestras tomadas en segundo (n = 5) o tercer lugar (n = 2).
DISCUSION
El diagnóstico de TBC en la infancia con frecuencia es clínico.
Para ello se valoran datos clínicos, radiológicos y
epidemiológicos en presencia de una reacción tuberculínica
positiva.1,2 Es difícil conseguir un diagnóstico
microbiológico mediante examen directo o cultivo debido a
que, habitualmente en los niños, la enfermedad se presenta
de modo paucibacilar. Además, ante la dificultad de obtener
esputo, se recurre a la búsqueda del bacilo en el jugo gástrico
para recolectar las secreciones pulmonares deglutidas
durante la noche. También se ha referido como causas del
bajo rendimiento la dificultad del M. tuberculosis
para sobrevivir en el ambiente ácido del jugo gástrico y
los métodos de procesamiento y descontaminación de la
muestra clínica antes de ser cultivada.3 Sin
embargo, la obtención de lavado broncoalveolar en niños no
parece aumentar la sensibilidad diagnóstica respecto de las
muestras seriadas de jugo gástrico.4 La
rentabilidad del examen directo del frotis de jugo gástrico
en niños con tuberculosis es muy baja, generalmente menor
del 10%.5–9 En este estudio la sensibilidad fue
del 13%, incluyendo a un niño con una caverna y dos con
afectación endobronquial. La implicación bronquial tras el
contacto con una adenopatía tuberculosa favorece el paso de
gérmenes al bronquio y su aislamiento en muestras clínicas.
Además, la toma de varias muestras por paciente contribuyó
al diagnóstico de 3 niños que tuvieron la primera muestra
con baciloscopia negativa, pero positiva alguna de las demás.
Hay que destacar que tres niños sin tuberculosis
tuvieron baciloscopia positiva. En otros estudios se ha
referido la posibilidad de falsos positivos del examen
directo debido a la presencia de micobacterias saprofitas en
el jugo gástrico,10,11 mientras que otros
autores la consideran una técnica completamente específica
de enfermedad tuberculosa.12-15 En cualquier
caso, la posibilidad de falsos positivos obliga a corroborar
siempre el resultado de la baciloscopia con el cultivo y con
la historia clínica del paciente.
El rendimiento del cultivo en jugo gástrico oscila entre
el 25% y 50%5-7,16- 20 y es mayor en lactantes.21
La recolección de varias muestras en los paciente de este
estudio fue fundamental para el diagnóstico de 7 niños con
tuberculosis. El tipo de lesión radiológica se asoció
significativamente con el resultado del cultivo, ya que los
niños con alteración del parénquima pulmonar tuvieron
cultivo positivo con más frecuencia que quienes presentaban
derrame pleural o adenopatías sin infiltrado pulmonar.
Otros factores, tales como ser sintomático, edad menor de 2
años, tuberculina superior a 17 mm, identificar la fuente
de contagio y que ésta fuera un familiar conviviente, se
asociaron también con mayor sensibilidad del cultivo, lo
cual corrobora estudios previos.20-22 No se
apreciaron diferencias entre las muestras del jugo gástrico
tomadas con el paciente ingresado o ambulatorio, si bien sólo
se estudiaron 6 pacientes no ingresados con TBC activa y uno
tenía una caverna por lo que no es posible extraer
conclusiones.
En un estudio reciente no se apreciaron diferencias
significativas entre el rendimiento del cultivo en jugo gástrico
de los niños que ingresaron (48%) respecto de los no
ingresados (37%).22 Si estos datos se
confirmaran, la recolección del aspirado gástrico de
manera ambulatoria podría reducir los inconvenientes y los
costos de la hospitalización.
A pesar de su baja sensibilidad, la toma de muestras para
cultivo en niños con TBC puede ser de gran importancia para
estudiar el patrón de sensibilidad del M. tuberculosis a
los distintos fármacos antituberculosos.23 Si
bien se puede utilizar como guía el patrón de sensibilidad
de la cepa del adulto que lo contagió, con frecuencia no se
conoce previamente la fuente de contagio o si tendrá
cultivo positivo.20 Además, no siempre coincide
el patrón de sensibilidad en el niño y en su supuesta
fuente de contagio.20,22,24 Todo ello aconseja la
recolección de muestras en niños con TBC, al menos cuando
existe riesgo de resistencia a fármacos antituberculosos.
Un factor limitante del cultivo en la práctica clínica
es el tiempo de obtención del resultado, que para nuestros
pacientes resultó de 42 días de media. Los nuevos sistemas
automatizados disminuyen el tiempo de crecimiento a 2-3
semanas, pero no aumentan la sensibilidad. La utilización
de la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) para
amplificar una secuencia de ADN del M. tuberculosis puede
aumentar la sensibilidad3,25-27 y su resultado se
obtiene en 1-2 días. Un estudio de nuestro grupo en 117 niños
remitidos por sospecha de tuberculosis comunicó una
sensibilidad de la PCR del 61.3%.28 Sin embargo,
cuando evaluamos una PCR comercializada, la sensibilidad
disminuyó y aparecieron falsos positivos.29 Por
tanto, ante la posibilidad de que la PCR presente falsos
positivos y falsos negativos, debería reservarse para casos
dudosos o urgentes en laboratorios con experiencia.
Un hallazgo importante de este estudio fue la presencia
de cultivos positivos en dos niños clasificados clínicamente
de infección TBC sin enfermedad. En uno de ellos, al
realizar tomografía computarizada se descubrieron adenopatías
mediastínicas que habían pasado desapercibidas en la Rx de
tórax. En otros estudios de nuestro grupo, ya habíamos
puesto de manifiesto que más de la mitad de los niños
clasificados como infección TBC sin enfermedad tienen
adenopatías mediastínicas al realizarse TC y que en éstos
se podía detectar actividad microbiológica mediante PCR.28,30
Estos hallazgos muestran lo artificial de la distinción
entre infección y enfermedad primaria en la
infancia, por ser fisiopatológicamente partes de una acción
continua. Sin embargo, no existen estudios que determinen si
los niños asintomáticos y con Rx de tórax normal, pero
con adenopatías en la TC o con actividad microbiológica
revelada por cultivo o PCR, deben ser clasificados y
tratados como infección o como enfermedad TBC.31
En conclusión, la baciloscopia y el cultivo son poco
sensibles en las muestras de jugo gástrico de niños con
tuberculosis. La tinción directa es un método rápido pero
poco específico y el cultivo requiere varias semanas; pese
a ello pensamos que son pruebas de obligada realización en
niños con sospecha de tuberculosis, pues pueden ser de
ayuda inestimable para el clínico y aportan información
sobre la sensibilidad a fármacos. Algunos niños con infección
TBC sin enfermedad aparente presentan cultivo positivo,
y las causas podrían ser adenopatías mediastínicas no
visibles en la Rx de tórax. Sin embargo, el significado clínico
o la actitud terapéutica en estos niños con adenopatías
descubiertas por TC y en las que a veces se detecta
actividad microbiológica no están claramente establecidos
y se requieren de estudios adicionales.
BIBLIOGRAFIA
- Grupo de Trabajo sobre Tuberculosis. Consenso nacional
para el control de la tuberculosis en España. Med Clin
(Barc) 1992; 98: 24-31.
- Centers for Disease Control and Prevention. Case
definitions for public health surveillance. MMWR 1990;
39(RR13): 40.
- Pierre C, Olivier C, Lecossier D, Boussougant Y, Yeni
P, Hance AJ. Diagnosis of primary tuberculosis in
children by amplification and detection of mycobacterial
DNA. Am Rev Repir Dis 1993; 147: 420-424.
- Abadco DL, Steiner P. Gastric lavage is better than
bronchoalveolar lavage for isolation of Mycobacterium
tuberculosis in childhood pulmonary tuberculosis.
Pediatr Infect Dis J 1992; 11: 735-738.
- Rosell A, Ruiz J, Monterola JM, et al. Rendimiento de
la bacteriología en la tuberculosis pulmonar y pleural
infantil. Arch Bronconeumol 1992; 28 Supl 1: 51.
- Snider DE Jr, Rieder HL, Combs D, Bloch AB, Hayden CH,
Smith MHD. Tuberculosis in children. Pediatr Infect Dis
J 1988; 7: 271-278.
- Vidal ML, del Cerro MJ, García de Miguel MJ, et al.
Tuberculosis pulmonar en la infancia: a propósito de
149 casos. An Esp Pediatr 1990; 32: 15-19.
- Neu N, Saiman L, San Gabriel P, et al. Diagnosis of
pediatric tuberculosis in the modern era. Pediatr Infect
Dis J 1999; 18: 122-126.
- Driver CR, Luallen JJ, Good WE, Valway SE, Frieden TR,
Onorato IM. Tuberculosis in children younger than five
years old: New York City. Pediatr Infect Dis J 1995; 14:
112-117.
- Strumpf IJ, Tsang AY, Schork MA, Weg JG. The
reliability of gastric smears by auramine-rhodamine
staining technique for the diagnosis of tuberculosis. Am
Rev Resp Dis 1976; 114: 971-976.
- Laven GT. Diagnosis of tuberculosis in children using
fluorescence microscopic examination of gastric
washings. Am Rev Resp Dis 1977; 115: 743-749.
- Berean K, Roberts FJ. The reliability of acid fast
stained smears of gastric aspirate specimens. Tubercle
1988; 9: 205-208.
- Elcuaz R, Martín N, González T, Rosselló J.
Infecciones por micobacterias: rendimiento de la
baciloscopia en diferentes muestras clínicas
(1975-1988). Med Clin (Barc) 1991; 97: 211-214.
- Bahamman A, Choudhri S, Long R. The validity of
acid-fast smears of gastric aspirates as an indicador of
pulmonary tuberculosis. Int J Tuberc Lung Dis 1999; 3:
62- 67.
- Klotz SA, Penn RL. Acid-fast staining of urine and
gastric contents is an excellent indicator of
mycobacterial disease. Am Rev Respir Dis 1987; 136:
1197-1198.
- Kimerling ME, Vaughn ES, Dunlap NE. Childhood
tuberculosis in Alabama: epidemiology of disease and
indicators of program effectiveness, 1983 to 1993.
Pediatr Infect Dis J 1995; 14: 678-684.
- Nogales MC, Navarro M, Domínguez MV, Martín E.
Valoración de las muestras de jugo gástrico en el
diagnóstico de tuberculosis pulmonar infantil. An Esp
Pediatr 1995; 42: 115-117.
- Goodyear HM, Moore-Gillon JC, Price EH, Larcher VF,
Savage MO, Wood CBS. Mycobacterial infection in an inner
city children’s hospital. Arch Dis Child 1993; 69:
229- 231.
- Pomputius WF, Rost J, Dennehy PH, Carter EJ.
Standardization of gastric aspirate technique improves
yield in the diagnosis of tuberculosis in children.
Pediatr Infect Dis J 1997; 16: 222-226.
- Starke JR, Taylor-Watts KT. Tuberculosis in the
pediatric population of Houston, Texas. Pediatrics 1989;
84: 28-35.
- Vallejo JG, Ong LT, Starke JR. Clinical features,
diagnosis and treatment of tuberculosis in infants.
Pediatrics 1994; 94: 1-7.
- Lobato MN, Loeffler AM, Furst K, Cole B, Hopewell PC.
Detection of Mycobacterium tuberculosis in gastric
aspirates collected from children: hospitalization is
not necessary. Pediatrics 1998; 102: E40.
- Gómez-Pastrana D, López MD, Ortiz J. Tuberculosis
pulmonar multirresistente en un preescolar. Arch
Bronconeumol 1999; 35: 413-414.
- Steiner P, Rao M, Mitchell M, Steiner M. Primary
drug-resistant tuberculosis in children. Correlation of
drug-susceptibility patterns of matched patient and
source case strains of Mycobacterium tuberculosis. Am J
Dis Child 1985; 139: 780-782.
- Smith KC, Starke JR, Eisenach K, Ong LT, Denby M.
Detection of Mycobacterium tuberculosis in clinical
specimens from children using a polymerase chain
reaction. Pediatrics 1996; 97: 155-160.
- Muñoz C, Gené A, Pérez I, Mira A, Rocal J, Latorre
C. Diagnóstico de la tuberculosis en niños. Evaluación
de la técnica reacción en cadena de la polimerasa. An
Esp Pediatr 1997; 47: 353-356.
- Delacourt C, Poveda JD, Chureau C, et al. Use of
polymerase chain reaction for improved diagnosis of
tuberculosis in children. J Pediatr 1995; 126: 703-709.
- Gomez-Pastrana D, Torronteras R, Caro P, et al.
Diagnosis of tuberculosis in children using a polymerase
chain reaction. Pediatr Pulmonol 1999; 28: 344-351.
- Gomez-Pastrana D, Torronteras R, Caro P, et al.
Comparison of Amplicor, in-house PCR and conventional
culture in the diagnosis of tuberculosis in children.
Clin Infect Dis 2001; 32: 17-22..
- Gómez-Pastrana D, Caro P, Torronteras R, et al.
Tomografía computarizada y reacción en cadena de la
polimerasa en la infección tuberculosa de la infancia.
Arch Bronconeumol 1996; 32: 500-504.
- Khan EA, Starke JR. Diagnosis of tuberculosis in
children: increased need for better methods. Emerg
Infect Dis 1995; 1: 115-123.
|
DESTACAN
LOS LOGROS ALCANZADOS EN EL CONTROL DE LA MALARIA
|
|
|
Dr.
Carlos Catão Prates Loiola
Especialista en Salud Pública y en Malaria; Escola
Nacional de Saúde Pública – FIOCRUZ. Profesional
del Area de Enfermedades Transmisibles y no
Transmisibles de la Organización Panamericana de la
Salud en Brasil.
Ultimo trabajo publicado: Controle da malária no
Brasil: 1965 a 2001, Revista Panamericana de Salud
Pública 11(4):235-244, 2002.
|
|
Brasilia, Brasil (especial
para SIIC)
La incidencia de la malaria se ha
reducido en Brasil en los últimos años, como consecuencia de la
implementación de nuevos programas de control, en el marco de la
iniciativa Roll Back Malaria de la Organización Mundial de
la Salud. El doctor Carlos Catão Prates Loiola destacó
estos logros en una entrevista exclusiva con SIIC.
El doctor Carlos Catão Prates Loiola es especialista en
malaria, y se desempeña en el Area de Enfermedades Transmisibles
y no Transmisibles de la representación en Brasil de la
Organización Panamericana de la Salud. Además, es miembro del
Comitê de Pesquisas do CENEPI/FUNASA, y del Comitê Técnico
Assessor para o Programa de Controle da Malária. Ha publicado
numerosos trabajos de investigación, en la Revista da Sociedade
Brasileira de Medicina Tropical, en la Revista do Instituto de
Medicina Tropical de São Paulo, y en la Revista Panamericana de
Salud Pública, entre otras.
De acuerdo con el experto, los progresos logrados en el control
de la malaria hasta el año 2000 fueron modestos, debido a que las
acciones iniciadas no fueron sostenidas. En 2000 se lanzó un
programa intensificado, en el marco de la iniciativa Roll Back
Malariade la OMS.
Entre 1998 y 1999, explicó el investigador, se registró un
aumento del 34% en el número de casos en la región amazónica.
El programa se inició con el objetivo de reducir en un 50% el número
de casos para el año 2001, y en un 50% la mortalidad, en 2002.
Hasta el momento, los datos estadísticos muestran que, en 2001,
el número de casos se redujo en un 39%.
El doctor Carlos Catão Prates Loiola explicó estas
observaciones en un diálogo exclusivo con SIIC.
SIIC: Qual é a epidemiologia (atual e no passado) da malária
no Brasil?
Dr. Carlos Catão Prates Loiola: Em cerca de 80% do território
brasileiro há possibilidade de transmissão da malária, pela
presença do vetor. Na década de 1940 estimou-se a incidência em
6 000 000 de casos por ano. Este número foi gradativamente sendo
reduzido graças ao controle da doença, chegando a 52 000 casos
ao final dos anos 1960.
A partir daí, a incidência da malária se concentra na região
amazônica (99.7%), onde se distribui de forma heterogênea em função
de movimentos populacionais. Nos últimos anos o número de casos
cresceu chegando em 1999 ao ápice de 630 985 casos.
Entretanto, em 2001 apresentou uma redução de 39% com o
registro de 383 654 casos
SIIC: Quais programas, e com quais características,
foram desenvolvidos desde 1965 para enfrentar esta enfermidade?
C.C.P.L.: Em 1965, a Campanha de Erradicação da Malária, com
características fortemente verticalizadas, com ênfase ao combate
ao mosquito vetor e que durou até 1982. De 1982 a 1992 varias
iniciativas de controle foram empregadas.
Em 1992 implanta-se o Controle Integrado da Malária com ênfase
no diagnóstico e tratamento precoces, porém ainda de forma
centralizada. A partir de 2000 o controle integrado passa a ser
horizontalizado com planejamento, organização, execução e
avaliação pelos níveis municipais ou estaduais e com o apoio técnico
e financeiro do governo federal.
SIIC: Poderia descrever o programa desenvolvido como
parte da iniciativa de Roll Back Malaria da OMS?
C.C.P.L.: A partir de 2000 houve mobilização política e
social e articulação intersetorial como preconiza a iniciativa
de Roll Back Malaria (RBM). Dentro da iniciativa de RBM estão
previstas ações de mobilização política e social, articulação
intra e intersetorial e cooperação entre países em áreas de
fronteira.
Programa brasileiro tem caminhado neste sentido. O plano
elaborado, na sua fase de construção, teve uma ampla participação
de todos os setores técnicos e políticos dos três níveis de
governo.
No seu lançamento contou com o apoio e a presença física do
Senhor Presidente da República, que anunciou o início da operação
e contou, ainda, na ocasião com as presenças dos Senhores
Ministros da Saúde, do Meio Ambiente e da Reforma Agrária, dos
Presidentes do IBAMA e do INCRA e de todos os Governadores de
Estado da Região Amazônica.
Estava, assim, incluída na agenda política dos Governos
Federal e Estaduais o Controle da Malária como uma prioridade a
ser enfrentada. Além disto o programa tem conseguido articular-se
com outras áreas dentro do Ministério da Saúde, veja o exemplo
da inserção do mesmo dentro do Departamento de Ações Básicas
de Saúde, DAB/MS, nos programas de Agentes Comunitários de Saúde,
PACS, e Programa de Saúde da Família, PSF. Também tem alcançado
a articulação com outros setores fora do MS, como por exemplo
com o Instituto Nacional de Colonização e Reforma Agrária,
INCRA, e o Instituto Brasileiro de Meio Ambiente, IBAMA, e tem
patrocinado uma série de reuniões entre países para intercâmbio
da cooperação técnica em áreas estratégicas e de fronteira.
SIIC: De que forma esta nova iniciativa resolveu as
deficiências de programas anteriores?
C.C.P.L.: Através do fortalecimento das estruturas locais e
permanentes de saúde, com garantia de repasse automático de
recursos financeiros, com periodicidade mensal e com uma visão
epidemiológica local que permite avaliar, com muito mais rapidez
e eficiência as situações locais de transmissão e uma definição
das medidas mais adequadas de controle.
SIIC: Como se planeja continuar com este programa?
C.C.P.L.: Consolidando o processo de descentralização,
transformando o programa de controle em atividade integrada e
regular dos serviços permanentes de saúde. Este processo foi
pactuado entre os três níveis de governo.
A política de saúde do Brasil está regulamentada em Lei,
consta da Constituição Federal e tem muito claramente definidas
as responsabilidades e atribuições de cada nível de governo –
Federal, Estadual e Municipal -. Desta forma, o que se pretende é
fazer cumprir a lei, inserindo definitivamente o Controle da Malária
no Sistema Único de Saúde – SUS.
As medidas concretas planejadas para garantir a continuidade
das ações de controle da malária estão baseadas na
descentralização do planejamento, organização e execução das
ações pelos serviços permanentes de saúde e equipes móveis de
agentes de controle de endemias, agentes comunitários de saúde e
equipes de saúde da família.
Um outro elemento importante é a garantia da transferência
regular e automática de recursos financeiros do Governo Federal,
independentemente de convênios, para Estados e Municípios. Da
mesma forma está estabelecido o papel do Governo Federal no apoio
técnico e no fornecimento de insumos básicos para tratamento,
diagnóstico e controle de vetores.
SIIC: Quais resultados esperaria obter nos próximos
anos? Crê que a erradicação da malária é um objetivo alcançável?
C.C.P.L.: Espera-se reduzir ainda mais a incidência da doença,
particularmente dos casos produzidos por Plasmodium falciparum
e, consequentemente a gravidade da doença e o número de óbitos.
Além disto, espera-se interromper a transmissão da malária em
áreas urbanas da região amazônica. Foi pactuado, entre os três
níveis de governo, uma redução de 20 a 30% o número de casos
da doença para 2002 em relação a 2001. Com relação a erradicação
não nos parece um objetivo alcançável a curto e médio prazos
nas áreas rurais da região amazônica brasileira.
O programa de controle da malária no Brasil tem diferentes
objetivos de acordo com a situação epidemiológica atual. Nas áreas
endêmicas: interrupção da transmissão em áreas urbanas; redução
da incidência em áreas rurais com população estável; controle
de epidemias em áreas rurais com população instável; redução
da gravidade dos casos e da letalidade por malária por meio de
diagnóstico e tratamento oportuno e adequado. Nas áreas da
Exta-Amazônia: prevenir, detectar e controlar, precocemente,
focos de transmissão introduzida; evitar a mortalidade por malária
com diagnostico imediato e tratamento adequado.
Si bien el objetivo de erradicar la malaria no podrá
alcanzarse en los próximos años, el doctor Carlos Catão Prates
Loiola destaca los logros obtenidos hasta el momento por los
programas de control de esta enfermedad en Brasil.
|
|