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Autor:
Dra. Barbara Mintzes
Entrevista exclusiva de SIIC
Investigadora, Centre
for Health Services and Policy Research, University of
British Columbia
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Vancouver, Canadá (especial
para SIIC)
La solicitud de un medicamento en particular por parte del paciente
afecta las decisiones del médico acerca de la prescripción, según
explicó a SIIC la doctora Barbara Mintzes. Este hecho
genera preocupación con respecto a los fármacos que son
presentados en publicidades dirigidas a los consumidores. ”Los
médicos están generalmente en una posición difícil”,
destacó la experta, ”porque quieren conservar a sus
pacientes... pero también son responsables legalmente de las
decisiones con respecto a la prescripción”.
La doctora Mintzes y su equipo de colaboradores investigaron la
influencia de la publicidad directa de los medicamentos sobre las
conductas de médicos y pacientes frente a su prescripción.
Solamente en los Estados Unidos y en Nueva Zelanda, explicó la
especialista, se permite este tipo de promoción. En Canadá, por
otra parte, se ha pedido un cambio en las restricciones vigentes.
Los expertos realizaron un estudio
transversal que incluyó a más de 1 400 pacientes atendidos por 78
médicos generalistas o médicos de familia, en Vancouver, Canadá,
y en Sacramento, en los Estados Unidos. Mediante cuestionarios, se
determinaron la frecuencia con que los pacientes solicitaban
medicamentos específicos, y las conductas de los médicos frente a
este hecho.
En el 12% de las consultas, informó
la doctora Mintzes, el paciente solicitó la prescripción de
un fármaco. En el 42% de los casos se trataba de un producto
promocionado en forma directa al público. Los médicos, por su
parte, prescribieron la droga solicitada al 9% de sus pacientes,
aunque en un elevado número de oportunidades manifestaron tener
dudas acerca de esta elección.
La doctora Mintzes explicó estas
observaciones en una entrevista con SIIC. Sus investigaciones
fueron fueron publicadas en las revistas British Medical Journal y
Canadian Medical Association Journal, entre otras.
SIIC: Doctora Mintzes, ¿cuáles son las restricciones actuales para
la promoción de los productos farmacéuticos en Canadá?
Dra. Barbara Mintzes: En Canadá,
las empresas farmacéuticas pueden promocionar sus productos de
venta libre entre el público, y pueden promocionar los de venta
bajo receta entre los profesionales de la salud. La promoción
dirigida al público de los medicamentos de venta sólo con
prescripción está prohibida. Existen dos prohibiciones
principales: una concerniente a los medicamentos de venta con
prescripción, y la otra a los tratamientos para una serie de
enfermedades graves. Hay una excepción limitada, introducida en
1978 para permitir a los farmacéuticos la promoción de la
comparación de los precios.
El objetivo de esta prohibición es
la protección de la salud, tanto debido a la toxicidad aumentada de
los productos de venta bajo prescripción, como por la elevada
vulnerabilidad de las personas enfermas. Sin embargo, la ley está
siendo ejecutada de manera incompleta. Los canadienses ven los
avisos publicitarios de los Estados Unidos mediante la televisión
por cable. En el país, además, algunos productos están siendo
promocionados entre el público, en general como un aviso
“recordatorio”, que simplemente presenta el nombre comercial del
producto pero no manifiesta explícitamente sus acciones sobre la
salud. A pesar de ello, existe una exposición mucho mayor a los
avisos publicitarios en los Estados Unidos que en Canadá.
SIIC: ¿Podría hablarnos de los cuestionarios que se utilizaron en
este estudio?
B.M.: Utilizamos dos cuestionarios
complementarios, uno que fue respondido por los pacientes en la sala
de espera, y otro por los médicos, después de la consulta del
paciente participante.
El cuestionario respondido por los
pacientes abarcaba temas como el estado de salud, el uso de los
servicios de atención médica, las expectativas frente a la
consulta, las fuentes de información sobre la salud, la exposición
a la publicidad, las creencias sobre la relación entre médico y
paciente y los medicamentos, las características demográficas, el
seguro de salud y la cobertura de los medicamentos prescriptos.
Los médicos nombraron cada
medicamento nuevo prescripto, y manifestaron si el paciente había
pedido cada producto, así como qué familiaridad tenía éste con
el medicamento y con qué probabilidades se lo prescribirían a otro
enfermo en condiciones similares. También mencionaron todos los fármacos
que el paciente había pedido pero que no le habían sido
prescriptos.
SIIC: ¿Cuál fue la relación entre los pedidos de prescripciones
por parte de los pacientes y su nivel socioeconómico o educativo?
B.M.: No encontramos ninguna
diferencia sistemática relacionada con la educación o los ingresos
familiares, ni en Vancouver ni en Sacramento. Además, no observamos
diferencias en las tasas de pedidos de medicamentos de acuerdo con
la forma de pago o de financiamiento.
Dividimos a los pacientes en
grupos, según el costo de los fármacos fuese cubierto
completamente por un tercero, pagaran los costos en forma parcial, o
los pagaran completamente. La mayoría de los pacientes de
Sacramento tenían cubierta una parte de los costos; en Vancouver,
los participantes tenían más probabilidades de tener todos los
costos cubiertos, o de tener que pagar ellos mismos los
medicamentos.
Canadá tiene un sistema público
de atención de la salud, pero los productos farmacéuticos no están
incluidos por completo. En general, la mayoría de los pacientes en
ambas localizaciones tenían niveles de ingresos y de educación
superiores a la media, y casi todos los pacientes de los Estados
Unidos tenían algún tipo de seguro de salud.
SIIC: ¿Qué clases de fármacos fueron requeridos con mayor
frecuencia?
B.M.: Muchos productos diferentes
fueron solicitados por los pacientes. Entre los medicamentos que
aparecen en publicidades, los pedidos con mayor frecuencia fueron
los antihistamínicos no sedantes y los corticoesteroides nasales
para las alergias, los antidepresivos, una droga para la impotencia
y un antibiótico. Además, se solicitaron drogas para la obesidad,
la artritis, la úlcera o el reflujo; anticonceptivos, hormonas de
reemplazo en la menopausia; los productos para el vello facial, los
hongos, la hiperactividad de la vejiga, el abandono del tabaco, el
insomnio y la caída del cabello. Se solicitaron treinta y ocho
productos diferentes que eran promocionados.
Entre los medicamentos no
promocionados, los solicitados con mayor frecuencia fueron las
benzodiazepinas y los antibióticos.
SIIC: Muchos médicos manifestaron haber prescripto el fármaco
solicitado, aún teniendo dudas acerca de su utilidad. ¿Qué
consecuencias tiene esta forma de proceder?
B.M.: Un paciente que entra en el
consultorio del médico y solicita una prescripción para un
medicamento específico se ha autodiagnosticado y ha elegido el
tratamiento de su preferencia.
Este hecho es similar a la cadena
de acontecimientos que ocurre cuando una persona compra un producto
que está disponible para la venta libre en una farmacia o una
tienda. La principal diferencia, sin embargo, es que el fabricante
no ha presentado evidencias a la agencia encargada de la regulación
en el país, que muestren que el producto puede usarse en forma
segura sin el consejo de un médico, y que se utiliza para tratar
una enfermedad que pueden autodiagnosticarse fácilmente.
Varios aspectos me preocupan en
cuanto a lo apropiado de la atención médica en estos casos. En
primer lugar, me pregunto si es posible que se estén dando más
prescripciones de las que realmente son necesarias. En segundo
lugar, me preocupa que exista un sesgo a favor de los medicamentos y
las presentaciones más nuevos, cuando se sabe relativamente poco
acerca de su seguridad y eficacia, especialmente a largo plazo.
SIIC: ¿Cuál es su opinión personal acerca de la publicidad de los
medicamentos?
B.M.: La publicidad no brinda a los
pacientes el tipo de datos objetivos y comparativos que necesitan
para realizar elecciones informadas con respecto a la salud. Su
objetivo es vender un producto específico, utilizando imágenes
emotivas y a menudo retratando de forma poco realista la eficacia
del tratamiento. El paciente no recibe información sobre el
espectro completo de tratamientos disponibles, incluyendo las
alternativas no farmacológicas o las drogas que no están bajo
patente.
Muy pocas drogas se promocionan
entre el público de los Estados Unidos; el 40% del gasto anual se
concentra solamente en 10 productos. Estos son generalmente
medicamentos nuevos, costosos, desarrollados para el uso a largo
plazo por grandes grupos blanco. No son necesariamente más eficaces
o más seguros que los alternativos; de hecho, algunos productos que
posteriormente fueron retirados del mercado por razones de seguridad
han sido promocionados entre el público de los Estados Unidos.
Además, muchas de estas
publicidades violan las regulaciones de los Estados Unidos, en
general porque los riesgos han sido minimizados o los beneficios
exagerados. El público casi nunca recibe las correcciones; los
fabricantes deben simplemente retirar el aviso publicitario.
La otra preocupación que tengo es
que los riesgos y la prevalencia de las enfermedades son a menudo
exageradas, creando una ansiedad innecesaria con respecto a la
salud.
SIIC: ¿Qué debería hacer un médico frente a un paciente que
solicita un medicamento en particular?
B.M.: Los médicos están
generalmente en una posición difícil, porque quieren conservar a
sus pacientes y no quieren causarles desagrado, pero también son
responsables legalmente de las decisiones con respecto a la
prescripción. El catorce por ciento de los pacientes en nuestro
estudio dijo que consultaría a otro médico si no recibía el
medicamento deseado. Aproximadamente el cuarenta por ciento señaló
además que tomaría antibióticos para un caso grave de gripe.
La situación que enfrenta el médico
con un pedido inapropiado de un medicamento que es promocionado públicamente
no es muy diferente a la del pedido inapropiado de un antibiótico
para una infección viral. El paciente quiere la droga porque está
enfermo o siente incomodidad, y cree que ésta le ayudará. Si esta
creencia está basada en informaciones parciales, inexactas o engañosas,
el médico está perjudicando al paciente simplemente brindando el
medicamento.
Las observaciones de la doctora
Mintzes y su equipo de trabajo demuestran que la publicidad directa
de los medicamentos afecta las conductas de prescripción, de forma
tal que podría perjudicar a los pacientes.
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