BTA - TRAK URINARIO EN
EL SEGUIMIENTO DEL CARCINOMA TRANSICIONAL DE VEJIGA
SUPERFICIAL
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Jesús Mª
Fernández Gómez
Columnista Experto de SIIC
Médico Adjunto Especialista en Urología, Profesor
Asociado de Urología. Servicio de Urología I, Hospital
Central de Asturias, Facultad de Medicina, Universidad de
Oviedo, Asturias
Institución:
Hospital Central de Asturias, Facultad de Medicina,
Universidad de Oviedo, Oviedo, Asturias, España
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Introducción
La identificación de algunos antígenos del cáncer de vejiga ha
conducido al desarrollo de métodos no invasivos de detección de
tumores mediante la aplicación de técnicas de estudio de dichas
sustancias en la orina (BTA, BTA- Stat, NMP-22, Inmunocyt, etc.)
para mejorar la eficacia de la citología urinaria en el seguimiento
de estas neoplasias. El antígeno de tumor vesical (bladder tumor
antigen [BTA]) está compuesto por complejos proteicos de
membrana basal relacionados con el factor H de la vía alternativa
del complemento humano, que juega un papel inhibitorio de la lisis
de las células que el organismo reconoce como extrañas.1
Tanto el BTA original como el BTA-Stat son técnicas colorimétricas
no cuantitativas, pero el BTA- TRAK es una técnica de
inmunoenzimoanálisis cuantitativa, por lo que el valor de la
determinación es más objetivo.
Material y métodos
Se estudiaron 700 determinaciones consecutivas de BTA-TRAK
realizadas durante el seguimiento de pacientes no seleccionados en
los que se había resecado un carcinoma de vejiga transicional. En
todos los casos se practicaron cistocopia, sedimento urinario y
citologías cada 3-4 meses durante el 1º y 2º años y cada 6 meses
posteriormente, hasta el 5º año. Además, se realizó una urografía
e/v anualmente o ante la sospecha de un tumor en las vías urinarias
altas (citologías positivas o hematuria sin tumor vesical). En
todos ellos se practicó cistoscopia a los pocos días de la medición
de BTA- TRAK, solicitándose simultáneamente con esta última la
determinación de tres citologías urinarias por micción espontánea,
que fueron estudiadas inmediatamente después de su emisión, así
como un sedimento urinario convencional. Las citologías fueron
valoradas siempre por el mismo citólogo y se consideraron positivas
cuando existieron datos de displasia celular de mayor o menor grado
en al menos una de las tres muestras. El hallazgo de un tumor
vesical recidivante durante el seguimiento fue seguido por una RTU
de la lesión.
El sedimento fue considerado positivo cuando se encontró
microhematuria (> 4 hematíes/campo) y, asociado con piuria, se
interpretó como infeccioso- inflamatorio.
El procedimiento de análisis del BTA TRAK consistió en distribuir
la muestra de orina en micropocillos recubiertos del primer
anticuerpo monoclonal, incubar durante una hora a 37 ºC para,
posteriormente, lavar la muestra y eliminar las fracciones que no se
enlazaron. Se añadió un conjugado formado por un segundo
anticuerpo monoclonal marcado por una enzima y dirigido contra el epítope
del antígeno asociado a tumores de vejiga (BTA). Se procedió,
entonces, a la incubación de las muestras durante una hora, a 37 ºC,
y nuevo lavado de la muestra, para posteriormente añadir el
sustrato e incubarlo a 37 ºC durante 30 minutos. En este momento,
se desarrolla un color cuya intensidad es directamente proporcional
a la cantidad de antígeno asociado al tumor existente en la muestra
de orina. Se detiene la reacción con una solución stop de EDTA y
se mide la absorbancia a 405 nm, lo cual determina la magnitud de la
reacción enzimática. Dicha absorbancia es proporcional a la
concentración de antígeno en la muestra en una concentración de
0-100 U/ml.
La precisión intraensayo para concentraciones de 9.3 y 36.1 U/ml
fue del 3% y 7%, respectivamente, mientras que la precisión
interensayo, para las mismas concentraciones fue del 4% (ambas). Se
consideró un valor umbral de BTA- TRAK de 14 U/ml. Formando parte
del seguimiento de los pacientes con carcinoma transicional
superficial de vejiga se pautaron instilaciones vesicales con MMC o
BCG, en pacientes con factores de riesgo de recidiva o progresión
del tumor vesical resecado (tumores de 3 cm de diámetro o mayores,
tumores múltiples o recidivantes, presencia de Tis, grado III,
...), señalándose el día de la última instilación como
referencia para valorar su efecto en el BTA, citologías y
sedimento.
Resultados
De las 700 determinaciones, 95 casos (13.6%) correspondieron a un
carcinoma urotelial descubierto durante el seguimiento, bien de
vejiga (93), bien del tracto urinario superior (2). De los 93
tumores vesicales, hubo 39 tumores Ta (37 TaG1 y 2 TaG2); 29 tumores
T1 (4 T1G1, 20 T1G2 y 5 T1G3); 5 Tis y 20 tumores invasivos de la
muscular (progresión durante el seguimiento a T2-4).
De los 605 casos sin tumor urotelial, en 229 se detectó un
antecedente que podía interferir con los resultados de las
determinaciones urinarias:
- 142 casos en los que se habían empleado instilaciones con BCG
- 36 con MMC
- 23 pacientes presentaban infección urinaria
- 9 en quienes se había realizado una manipulación uretral
reciente (sondaje, dilataciones, cistoscopia, ...)
- 19 casos con otras posibles causas (4 con litiasis urinaria; 4
habían recibido radioterapia pélvica, uno de ellos
braquiterapia por cáncer de próstata; 4 sufrían una estenosis
de uretra; 3 seguían tratamiento con bloqueo hormonal por cáncer
de próstata; 2 seguían terapia con hemodiálisis; y en 2 casos
se encontró una cistopatía crónica inespecífica).
Citologías
La sensibilidad de las citologías para detectar tumor urotelial fue
del 41.1%, con una especificidad del 97.3%. Las citologías fueron
negativas en un 48.4% de tumores e inflamatorias en un 9.5%. La
sensibilidad fue mínima (19%) en tumores de bajo grado.
En 46 casos de los 605 en que no se encontró tumor urotelial, las
citologías presentaron cambios reactivos sugestivos de inflamación
asociada con diversas causas. De ellos, en la mayoría de casos eran
pacientes que habían recibido tratamiento con BCG (54.1%) (sólo en
2 casos de instilaciones con MMC previas), con infecciones urinarias
(16.2%) o litiasis (8.1%).
Además, se registraron citologías falsamente positivas para
malignidad en pacientes con sondajes previos, litiasis y en
tratamiento con BCG. No se encontraron citologías falsamente
positivas en ningún caso después de 3 meses de los antecedentes
citados, salvo para las instilaciones de BCG. Con estas últimas, se
encontraron citologías inflamatorias tras 3 meses de la última
instilación en 4 pacientes (16%) y fueron falsamente positivas en
otros 4 pacientes (16%). A los 6 meses, todavía eran falsamente
positivas en 3 casos (6%) e inflamatorias en otros 3 (6%).
Sólo en un 1.8% de casos sin tumor urotelial (605) las citologías
fueron positivas (7) ó inflamatorias (4) sin un antecedente que
pudiera justificar dichos hallazgos.
Sedimento
La sensibilidad del sedimento para detectar tumor urotelial
(microhematuria con más de 4 hematíes/campo) fue del 40%, con
especificidad del 96.7%. Cuando se asoció piuria, se interpretó
como una infección urinaria o un proceso inflamatorio urotelial ,
que apareció en 10.6% de casos (74). La sensibilidad fue menor si
el tumor era bajo grado y menor de 1 cm.
El sedimento resultó normal en 40 casos con tumor urotelial
(42.1%), hallando piuria asociada en el 8.4% (8).
Se encontró microhematuria con o sin piuria en 53 casos sin tumor,
correspondiendo a otras causas: individuos en tratamiento con BCG en
25 casos (21.1% de tratados con BCG), infección de orina en 23
casos (100%), tratamiento con MMC en 3 casos (8.4% de tratados con
MMC), litiasis en 3 (15.8% de litiasis) y manipulación uretral
reciente en 6 casos (66.6%). A los 3 meses el sedimento sólo se
encontró alterado en 7 pacientes que habían seguido tratamiento
con BCG (7% de tratados con BCG), a los 6 meses en 3 (3.4%) y fue
normal en todos a partir de los 12 meses de tratamiento con BCG.
No pudo identificarse la causa de la alteración del sedimento en 21
pacientes (14%) (microhematuria y piuria sin tumor).
BTA
Tomando el valor de referencia de normalidad de BTA propuesto
(≤14 U/ml), hemos encontrado sensibilidad del 62.1% y
especificidad del 68.4%. Se encontraron diferencias significativas
en el valor de BTA-TRAK al comparar los 95 casos con tumor (media =
295.4 U/ml) frente a los 605 casos sin tumor (media = 54.6 U/ml).
- En el grupo de casos sin tumor, los valores
oscilaron entre 0.1 y 3 570 U/ml por la existencia de otros
factores de elevación de BTA (falsos positivos). De esta
manera, se encontró un solapamiento evidente en los valores de
BTA entre los pacientes con tumor y aquellos
- tratados con BCG (0.1-3 570). De 56 pacientes en
tratamiento con BCG que tenían valores superiores a 14
U/ml, en 31 (55.5%) se había instilado en los 3 últimos
meses, en 7 de 3-6 meses anteriores (12.5%) y en 4 entre 6 y
12 meses antes (7%). En 14 casos (25%) persistió elevado el
BTA-TRAK tras 1 año de las instilaciones, si bien los
valores fueron descendiendo (14.9-314 U/ml).
- portadores de una infección aguda del tracto urinario
(5.3-2 105 U/ml)
- con antecedentes de sondaje uretral reciente (21.8-2 346).
En 9 pacientes se había manipulado la uretra (sondajes,
dilataciones,...) entre 7 y 60 días antes, presentando en
todos los casos elevación del BTA.
- braquiterapia por carcinoma prostático (994 U/ml), 4
meses antes en un paciente.
- litiasis (8.2-3 319 U/ml). En un caso el BTA estuvo muy
elevado, apareciendo cálculos coraliformes bilaterales.
Dentro del grupo de pacientes sin tumor y BTA alto, los valores
fueron menores en los que recibieron instilaciones con MMC (36)
(0.6-274 U/ml), diálisis (2) (40- 1-56.6 U/ml) y con estenosis
de uretra (53-333 U/ml).
En algunos casos sin tumor no se detectaron otros factores (83)
que pudieran alterar el BTA (media = 14.8), oscilando también
los valores bastante (0.1-458 U/ml). Hemos observado lo que
ocurría con 65 (es decir, el 78.3%) en los siguientes
controles. De ellos, se comprobó que en 33 pacientes (50.8%)
disminuía hasta la normalidad en los 3-9 meses siguientes,
descendiendo en los demás sin llegar a normalizarse, salvo en 2
casos (3.1%) en que se ha encontrado un ascenso. Solamente se
demostró en uno de ellos un tumor no diagnosticado en la
cistoscopia en el siguiente control (a los 3 meses).
- En el grupo de pacientes con tumor (95), 2 casos
lo presentaron en la pelvis renal. Uno de ellos fue T1G2 (BTA:
23.2 U/ml) y otro T3G2 (143 U/ml). Entre los tumores vesicales:
- Se encontraron diferencias significativas cuando se comparó
el aspecto de los tumores. Fue mayor en los de
crecimiento sólido (media = 571.8 U/ml) que en los de patrón
papilar (media = 161.4 U/ml), correspondiendo los primeros más
frecuentemente a tumores invasivos de la muscular y/o de
alto grado.
- Cuando analizamos el número de tumores, se
encontraron grandes variaciones entre los grupos, al
distribuir los casos entre los que tenían menos de 3
tumores (BTA: 0.4- 4 720 U/ml) y los que presentaban 3 o más
neoplasias (BTA: 2.6-4 350 U/ml). En 34.3% de casos con
menos de 3 tumores se encontró un BTA normal (BTA ≤
14 U/ml) y en un 50% de casos con 3 o más tumores.
- Cuando se estudió el tamaño del tumor mas grande,
hallamos diferencias significativas en el BTA cuando se
compararon los casos en los que el tumor mayor fue menor
de 3 cm (133.3 U/ml) y cuando fue de 3 cm o mayor (678.8
U/ml). Se encontró que 52.3% de los tumores menores de 3 cm
tenían BTA normal (BTA ≤ 14 U/ml), frente a sólo
7.1% cuando alguno de ellos era de 3 cm o mayor.
En relación con el estadiaje, el valor medio mas bajo
del BTA-TRAK se encontró en los tumores Ta. Sin embargo,
existieron grandes variaciones y un solapamiento importante en
los tumores T1, Tis y los invasivos del detrusor, siendo el
valor medio mas alto el de estos últimos, si bien el número de
tumores T1G3 (5) y Tis (5) fue escaso (tabla I).
En ninguno de los tumores de T1G3 (5) se encontró BTA normal (BTA
≤ 14 U/ml), pero lo fue en 1 Tis, en 2 tumores invasivos de la
muscular, en 9 tumores T1 y en 24 tumores Ta. Teniendo en cuenta los
grados de los tumores exofíticos superficiales (descartando Tis e
invasivos de la muscular), se evidenció que en un 61% de los
tumores grado I el BTA fue normal, en 36.4% de los G2 y en ninguno
de los G3 (tabla II)
Se llevó a cabo el análisis de regresión logística Wald,
incluyendo BTA-TRAK, sedimento y citología urinaria, para conocer
las variables independientes útiles para la detección de tumor
durante el seguimiento de carcinoma vesical superficial en nuestra
serie. El modelo seleccionó como variables independientes la
citología con odds ratio (OR) = 18.5 (8.9-38.5), y el
sedimento, con OR = 11.8 (5.9-23.5), quedando fuera de la ecuación
el BTA- TRAK.
Discusión
Los criterios de un marcador tumoral ideal incluyen una sensibilidad
y especificidad perfectas, la predicción de la historia natural ó
la evolución después del tratamiento, la detección de las
recurrencias y la facilidad técnica.2 La baja
sensibilidad de la citología, fundamentalmente en los grados histológicos
bajos del tumor, no permite su empleo como marcador, a pesar de que
su especificidad es alta (90-95%).3
En una reciente revisión se ha estimado que la media de
sensibilidad de la citología urinaria en los estudios mas
representativos se sitúa en un 21% para los grados I, un 53% para
los grados II y un 78% para los grados III,4 datos que se
asemejan a los encontrados en nuestro estudio (19%, 50% y 72.2%,
respectivamente), siendo la sensibilidad global de la citología en
nuestra experiencia del 41.1%, con una especificidad del 97,3%.
Diversos eventos que afectan a la vía urinaria (litiasis, sondajes,
instilaciones vesicales) producen una alteración en la citología
urinaria, que resulta falsamente positiva, obligando a un
seguimiento estrecho de estos pacientes.5 Entre estos
factores destacan en nuestra experiencia las instilaciones vesicales
con BCG, puesto que hemos encontrado dichos cambios hasta después
de 6 meses de la finalización de las mismas.
Los valores de sensibilidad y especificidad del sedimento urinario,
cuando hemos estudiado la presencia de microhematuria aislada (>
4 hematíes/campo), han sido muy similares a los de las citologías,
en nuestra experiencia. Aunque en tumores de bajo grado y escaso
tamaño la sensibilidad es baja, el valor predictivo del sedimento
urinario en el seguimiento del tumor vesical superficial es superior
al que tiene esta prueba en la realización de un rastreo masivo.6
Por ello, se recomienda asociar el sedimento a la citología y la
historia clínica en el seguimiento del tumor superficial.6,7
El seguimiento tradicional del carcinoma vesical superficial se
apoya, por tanto, en la realización periódica de una historia clínica,
citologías, sedimento urinario y, por supuesto, en la cistoscopia,
que permite diagnosticar los tumores pequeños de bajo grado no
detectados con las pruebas anteriores. La adición de una ecografía
vesical transabdominal logra reducir el número de cistoscopias6,8
en algunos pacientes, sin embargo, no detecta el Tis ni tumores
menores de 5 mm, y dificulta el diagnóstico de los que se
encuentran en la cúpula, pared anterior, cuello y uretra prostática,9
sobre todo si existe una trabeculación vesical importante.
En los últimos años se han buscado marcadores urinarios que
mejoren el seguimiento de los pacientes con carcinoma vesical
superficial. Se intenta, por un lado, mejorar la fiabilidad de las
citologías urinarias, introduciendo técnicas de estudio con
inmunofluorescencia (Inmunocyt) o hibridación in situ (FISH),4
que están pendientes de evaluación. Por otro lado, se están
investigando biomarcadores a partir del análisis de proteínas
tumorales, entre los que destacan el BTA (bladder tumor antigen),
test de proteína de matriz nuclear urinaria (NMP-22), prueba de la
telomerasa, test de productos de degradación del fibrinógeno
(PDF), DD23 y el test del ácido hialurónico-hialuronidasa.10
El test de BTA original medía un complejo de membrana basal
degradado que se encontró en pacientes con cáncer de vejiga, y que
no fue bien definido inicialmente. Se practicaba un test de
aglutinación en látex empleando IgG humana, que requería una
experiencia mínima y podía realizarse inmediatamente después de
la emisión de orina, por lo que alcanzó popularidad rápidamente.
La sensibilidad fue significativamente mejor que la de la citología,
salvo para el Tis, con una especificidad similar.11-13 El
test de BTA-Stat ha intentado optimizar el BTA original, mediante un
procedimiento de inmunocromatografía en un solo paso, que se lee a
los 5 minutos de la emisión de orina, apareciendo una línea
visible en la zona del test cuando el BTA se encuentra en la orina.
Su sensibilidad es superior a la de la citología urinaria, con un
valor global del 58%, si bien disminuye de forma importante en los
grados tumorales bajos (35%), lo cual dificulta que pueda sustituir
a la cistocopia. La especificidad es alta, pero se demostró que
disminuía en pacientes con hiperplasia benigna de próstata (88%),
litiasis (50%), condiciones inflamatorias (76%) y manipulaciones del
tracto urinario inferior (33%).10
El BTA-TRAK (TRAK; Bard Diagnostic Sciences) es un
inmunoenzimoanálisis que proporciona un valor cuantitativo del BTA
urinario mediante un formato sandwich que emplea 2 anticuerpos
monoclonales diferentes. Diversos estudios con curvas ROC en
pacientes sanos y con tumor vesical ha permitido conocer un valor de
corte en 14 U/ml, considerándose normal un rango de BTA-TRAK
urinario de 0-14 U/ml.14,15 Con este valor de corte, se
ha demostrado una sensibilidad más alta que con BTA- Stat para los
grados bajos de carcinoma vesical superficial.15 Se trata
de una prueba reproducible y barata, en nuestra experiencia, que
puede realizarse fácilmente, pues no precisa una preparación de la
orina previa a su procesado ni una metodología compleja. Dada
nuestra experiencia previa con esta prueba,16 decidimos
incluirlo en el protocolo de seguimiento de nuestros pacientes con
carcinoma superficial de vejiga para analizar su fiabilidad en una
serie propia.
Se ha encontrado una sensibilidad del 62%, menor a la encontrada en
nuestro estudio preliminar (72.7%) y a la de otros estudios
publicados hasta el momento, que se sitúa en unos valores del 68 al
77.5%.14-17 Existieron diferencias significativas en el
valor medio de BTA-TRAK urinario entre los pacientes con tumor y los
que no lo tenían. Igualmente, se encontraron diferencias en la
media de BTA-TRAK entre los pacientes con tumores sólidos, en los
que fue mayor, y aquellos con un patrón papilar.
También fue significativamente mayor cuando había tumores mayores
de 3 cm frente a aquellos en los que el tamaño era menor, así como
fue mayor cuando aparecieron 3 ó mas tumores frente a los que tenían
menos de 3 tumores. El valor medio de BTA-TRAK aumentó con el
estadio tumoral significativamente, así como con el grado. Sin
embargo, no hemos podido obtener unas conclusiones definitivas,
debido a la importante variación y al solapamiento que hubo en
todos los grupos entre valores normales y patológicos. Así, en un
50% de casos con 3 ó mas tumores se encontró un valor de BTA-TRAK
normal, en el 65% de tumores Ta, en el 37% de tumores T1 e incluso
en el 10% de tumores invasivos de la capa muscular de la vejiga.
La sensibilidad del BTA fue del 90% en los tumores de alto riesgo
(T1G3-Tis) y en los invasivos de la muscular, pero para los grados I
fue del 39%, inferior a la publicada en otros estudios (54-62%),14,15,17
lo cual puede explicar la menor sensibilidad global del test
encontrada en nuestra serie, en la que predominaron los tumores de
bajo grado. No obstante, los datos de sensibilidad fueron mejores
que los que obtuvimos para las citologías urinarias para cada grado
tumoral, salvo para el Tis. El BTA-TRAK permitió detectar 2 tumores
del tracto urinario superior, en los que las citologías fueron
negativas, si bien presentaron microhematuria.
La especificidad global encontrada en nuestra serie fue del 68.4%.
En pacientes sin patología urinaria se ha publicado una
especificidad del 97%, pero desciende cuando se asocian alteraciones
benignas del tracto urinario (litiasis, infecciones urinarias, HPB,)
hasta 50.5-62.5%, según las series.14,15,17 En nuestra
experiencia un factor que produjo un aumento del BTA-TRAK
frecuentemente y con valores altos, ocasionalmente, fueron las
instilaciones con BCG, encontrando incrementos del test hasta 1 año
después de la finalización de los lavados. Las instilaciones con
mitomicina C produjeron incrementos menos importantes y menos
duraderos, sin embargo, las infecciones agudas, manipulaciones
uretrales, litiasis urinaria e incluso la braquiterapia prostático
por carcinoma de a glándula, elevaron mucho el BTA- TRAK.
Recientemente, se ha publicado que el BTA-TRAK podría emplearse en
la monitorización precoz de las recidivas del carcinoma
superficial.18 Sin embargo, hemos observado que mas de la
mitad de las elevaciones del BTA-TRAK encontradas, sin causa tumoral
ni benigna aparente se normalizaban en los meses siguientes. No
encontramos que tales elevaciones supusieran un diagnóstico precoz
de una recidiva todavía indetectable.
Cuando realizamos un análisis de regresión logística, comprobamos
cierta ventaja en el diagnóstico de tumor vesical cuando se
asociaba BTA-TRAK a la citología (citología + BTA-TRAK) o al
sedimento (sedimento + BTA-TRAK), pero que no fue así cuando se
combinaron la citología y el sedimento (citología + sedimento +
BTA-TRAK), puesto que los datos que aportó el BTA-TRAK ya estaban
recogidos en la combinación de citologías y sedimento.
Conclusiones
- La sensibilidad global del BTA-TRAK es superior a la de la
citología y a la del sedimento
- La especificidad del BTA-TRAK disminuye en presencia de
diversas afecciones no malignas del tracto urinario, destacando
las instilaciones con BCG, infecciones urinarias, manipulación
uretral, litiasis, braquiterapia prostática, etc
- En nuestra experiencia, el incremento de BTA-TRAK en pacientes
sin afecciones del tracto urinario y cistoscopia normal, no
tiene por qué ser indicativo de una recidiva no detectada
- El BTA-TRAK en orina no aporta información adicional a la de
la combinación de citología y sedimento en la detección de
recidivas tumorales durante el seguimiento del carcinoma
superficial de vejiga.
Síntesis general
Con este trabajo se ha demostrado que la sensibilidad y
especificidad del BTA- TRAK son superiores a las de las citologías
urinarias.
Por un lado, la sensibilidad no es lo suficientemente alta como para
evitar realizar cistoscopias repetidas, finalidad que se busca con
la investigación de nuevos marcadores urinarios de cáncer vesical
superficial (afectación mucosa).
Por otro, la especificidad desciende cuando se producen agresiones
al tracto urinario inferior, relativamente frecuentes durante el
seguimiento y tratamiento del carcinoma superficial de vejiga. Esto
ha sido realmente llamativo para el tratamiento endovesical con BCG,
alcanzando valores muy altos de BTA-TRAK en la orina, que
persistieron elevados durante muchos meses. No se puede olvidar
tampoco factores como los sondajes, cistoscopias, litiasis,
tratamientos endovesicales con quimioterapia.
La importancia de este trabajo reside, desde nuestro punto de vista
en varios hechos:
- Se ha realizado en un solo centro con una sistemática de
trabajo, procesado de piezas y estudio citológico e histológico
común
- El importante número de casos en los que la determinación se
ha realizado, tanto con tumores como sin ellos, bien sanos o con
factores que distorsionan la determinación del BTA, como se ha
explicado antes
- La realización de las determinaciones en una serie real, no
ideal. Cuando se seleccionan los pacientes para obtener grupos
homogéneos puede que no se refleje la realidad del día a día
del seguimiento de estos pacientes
- La realización de un estudio multivariante con las 3
determinaciones que se han realizado en orina: citologías,
sedimento y BTA-TRAK. Dado que por sí solo ninguna alcanza la
sensibilidad suficiente para evitar las cistoscopias repetidas,
decidimos buscar una asociación de parámetros urinarios que
aportara la mejor información. Resultó ser la del sedimento
urinario y citología convencional, a la que el BTA-TRAK no
aportaba ninguna información; tampoco la de BTA-TRAK con
cualquiera de los otros dos parámetros o incluso la de los 3
mejoró a la anteriormente citada.
Una reciente investigación que compara BTA-TRAK con UBC
(fragmentos de citoqueratina 8) arrojó resultados similares a los
de nuestro trabajo. La conclusión fue que la cistoscopia no puede
ser evitada, y con la adición de citología constituye la mejor
asociación en el seguimiento de tumores vesicales superficiales.19
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IRMA) as markers for transitional cell carcinoma of the bladder.
Eur Urol 41; 1: 34-9. 2.002
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ACTUALIZACION SOBRE EL CARCINOMA DE PENE
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Columnista
Experto SIIC
Dr. José Antonio Portillo Martín
Médico Adjunto Especialista en Urología y Andrología,
Hospital Valdecilla de Santander; Profesor Asociado de
Cirugía, Facultad de Medicina de Santander, España.
Otro trabajo publicado: «Resultados de la cirugía
abierta en el síndrome de la unión pieloureteral»,Archivos
Españoles de Urología 52(5):429-434, 1999.
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Santander, España (especial
para SIIC)
Puesta al día del tema del cáncer de pene, en el que se destacan
algunas controversias existentes sobre su tratamiento más adecuado.
INTRODUCCIÓN
A finales de 1994 realizamos una
revisión en nuestro hospital de los carcinomas (Ca) de pene
tratados, siendo nuestra casuística de 42 casos registrados a lo
largo de 17 años.18 Al publicar nuestros datos, hicimos
una revisión crítica de los artículos más interesantes acerca de
esta patología tumoral tan poco frecuente.
Desde el comienzo de 1995 hasta la
actualidad, hemos recogido y tratado en nuestro hospital 16 nuevos
casos, por lo que, está claro, no hay que bajar la guardia y seguir
debatiendo los aspectos más polémicos de este tumor.
En este mismo período se
publicaron, al menos, unos 220 artículos que hemos podido recoger
en el MEDLINE, de los cuales hemos seleccionado 26 para que nos
ayuden en la discusión de los puntos más controvertidos. A
continuación vamos a referirnos a algunos de ellos.
ACERCA DE LA CIRCUNCISIÓN
En la mayoría de las experiencias
de los diversos autores, casi siempre hemos podido leer la alta
proporción de pacientes no circuncidados o con fimosis, que han
desarrollado Ca de pene, en clara oposición con aquellos
circuncidados, sobre todo en el período neonatal, en los que la
incidencia es casi excepcional.
Sin embargo, ya en 1971 podíamos
leer que la American Academy of Pediatrics (AAP) decía que «no
existe indicación médica para la circuncisión de rutina en el período
neonatal». Con el devenir de los años, este criterio fue cambiando
y, en 1988, la misma AAP sentencia que «la circuncisión neonatal
tiene potenciales beneficios médicos». Hoy en día la circuncisión
neonatal sigue siendo una de las controversias pediátricas más
intensas.
Como datos objetivos tenemos que,
en EE.UU., desde 1930 a 1996 hay registrados 60.000 casos de Ca de
pene, sólo 10 en pacientes circuncidados (en total tasa de 2.2 x
100.000). En Dinamarca y Japón (no circuncisión de rutina) 1.1 x
100.000 y 0.3 x 100.000 respectivamente. En países subdesarrollados
es del 3-6 x 100.000.
24
Los autores a favor de la circuncisión alegan que la presencia del
prepucio puede aumentar, de manera significativa, la fimosis,
parafimosis, balanopostitis, infecciones urinarias y de transmisión
sexual, así como el Ca de pene.
Schoen afirma que la incidencia de
infecciones urinarias en los no circuncidados es 10-12 veces mayor
respecto de los no operados. Se ha demostrado la presencia de E.
coli en la mucosa del prepucio que emigraría a la uretra.
Incluso se afirma que puede producir daño renal en el primer año
de vida.20 En cuanto a las enfermedades de transmisión
sexual, los datos parecen más contradictorios. No obstante, parece
que las infecciones por VIH son más frecuentes en los no
circuncidados.
En Bangladesh, Indonesia y
Filipinas, donde se practica la circuncisión de rutina en recién
nacidos, la incidencia de VIH es mucho menor.Otros autores, como Hitchcock, en
respuesta a Schoen,20 y Van Howe26 no están
en absoluto de acuerdo con estas teorías.
Refieren que la circuncisión no es
inocua ya que puede producir dolor, infección local y sangrado.
Argumentan que, en muchos casos, una buena higiene puede sustituir
la circuncisión profiláctica. Contra la teoría de que el esmegma
retenido puede ocasionar Ca de pene, Van Howe ironiza señalando que
implicaría al esmegma como la única secreción fisiológica del
cuerpo humano que sería carcinogenética. ¿Cómo se explicaría
que la mujer, que produce muchísima más secreción, no desarrolle
tumores de vulva o clítoris, que como se sabe son excepcionales?
Por último, mientras que en EE.UU. la circuncisión es casi
rutinaria y se practica en 1.4 millones de recién nacidos al año,
en Europa es rara. Otro dato para la polémica es que, se cree, un
millón de adultos americanos circuncidados pagarían una buena
factura por la reconstrucción prepucial, si ello fuera técnicamente
posible.
ACERCA DE LA ETIOPATOGENIA
En los últimos años se han
descrito más de 77 tipos del Papilomavirus humano (HPV), estando
hasta en un 20-55% relacionado con el Ca de pene. Por medio de la
reacción en cadena de la polimerasa (PCR) se ha visto una íntima
relación entre los tipos 6, 11 y 42 y las lesiones benignas
proliferativas. Y entre los tipos 16, 18, 31 y 33 con las lesiones
tumorales malignas.1,4,7,9 No obstante, esto no se cumple
siempre, ya que se ha descrito un caso de Ca verrucoso en relación
con la presencia del tipo 11.5 Y, asimismo, un caso de
carcinoma de pene y el tipo 6.25 El tipo más
frecuentemente hallado es el 16. El HPV tipo 18, aunque menos común,
tiene mayor potencial para producir hiperproliferación del tejido
epitelial escamoso. Además, este tipo 18 se asocia con Ca de cérvix
más agresivos.
También se ha descrito la
presencia de HPV tipo 16 y carcinoma anal. Por medio de la técnica
de hibridación del DNA, se descubrió el HPV 16 en la mayoría de
las células neoplásicas de este tumor7.En el Ca basaloide de pene,
considerado una variedad del Ca escamoso, también se ha encontrado
el HPV 16.
Debido a la ya conocida relación
del Ca genital femenino con algunas variedades del HPV, no hay que
descartar un mismo origen entre ambos tumores y, por lo tanto, tener
también en cuenta la transmisión sexual de la enfermedad, aunque
está claro que no explica, ni mucho menos, todos los casos. Se
conoce el dato de que las parejas sexuales de los pacientes
afectados de Ca de pene tienen tres veces más riesgo de padecer neo
de cérvix.
ACERCA DE LA CLASIFICACIÓN
La mayoría de los autores
empleamos la Clasificación de Jackson por todos conocida desde
1966. También se suele emplear la de la TNM con sus diversas
modificaciones (1987, 1992, 1997).
Sin embargo, la de Jackson ha sido
criticada debido a que con su excesiva sencillez no contempla ni la
profundidad de invasión ni el grado de diferenciación.23
Mc Dougal,14 en 1995, describe una interesante
clasificación en la que combina precisamente las dos características
que le faltaban a la de Jackson, y que es la siguiente:
· Ta : grado I, no invasivo · T1
: Grados I o II, invasivo de la dermis · T2 : Invasión de cuerpo
cavernoso o esponjoso · T3 : Invasión de uretra · T4 : Cualquier
Grado III
Con esta clasificación se consigue
tener una idea más aproximada de la agresividad del tumor. Esto es
muy importante a la hora de planear la estreategia terapéutica de
los ganglios inguinales.
Parece que, de esta forma, se
cometen menos errores si se emplea la política de no linfadenectomía
en los estadios Ta y T1.8 Otros autores han estudiado,
por medio de la citometría de flujo, el ADN del carcinoma de pene
con el objeto de correlacionar las alteraciones de la ploidia con el
pronóstico y, sobre esta base, realizar una nueva clasificación
histológica del tumor. Hall3 estudió el DNA en 46 casos
sin encontrar diferencias significativas entre tumores diploides y
no diploides en relación con la presencia de ganglios positivos y,
por lo tanto, con el pronóstico.
En cuanto al aspecto macroscópico
del tumor, algunos autores, como Villavicencio,27 siguen
las directrices de Cubilla y clasifican el tumor según su
crecimiento de tipo verrucoso, de tipo superficial o crecimiento
vertical. Esta forma de clasificar el tumor, ayuda a la hora de
planear cirugía agresiva ganglionar o no. Según su experiencia,
Villavicencio observa que el análisis de la pieza del tumor sólo
coincide en el 57% con la clasificación de Jackson y en el 52% con
la TNM, lo que justificaría buscar otras alternativas a la hora de
clasificar el Ca de pene.
ACERCA DEL DIAGNÓSTICO
El diagnóstico del tumor de pene
tiene su talón de Aquiles en el momento de averiguar si existe o no
afectación ganglionar. Lo más exacto para conocer su situación es
realizar linfadenectomía.
Pero esta operación tiene una alta
morbilidad no justificada en cerca del 80% de los pacientes en los
que no se palpan adenopatías.Todos los autores implicados en el
tratamiento de este tumor hemos empleado con desigual fortuna otras
alternativas diagnósticas como la biopsia del ganglio centinela, la
punción por aspiración con aguja fina (PAAF), linfografía pedia,
TAC, RMN, etc. Quizá lo más llamativo de lo publicado sea la
disparidad de los resultados, es decir, la nula reproducibilidad de
las técnicas, dependiendo de quién las utilice.
Como aporte reciente, es
interesante lo publicado por Senthil.21 Compara la PAAF,
la biopsia del ganglio centinela y la biopsia del llamado ganglio
medial, siendo este último el ganglio inguinal superficial de la
cadena horizontal, lateral al tubérculo del pubis, fácil de
palpar. Combinadas estas técnicas en 28 pacientes (56 ingles),
llega a la conclusión de que la PAAF sólo es útil cuando los
ganglios son palpables. La biopsia del ganglio medial, combinada con
la del ganglio centinela, cuando la del ganglio medial es negativa,
tiene una rentabilidad lo suficientemente alta en sus manos como
para justificar su utilización.
Aunque la biopsia del ganglio
centinela ha sido en general de poca rentabilidad, otros autores,
entre ellos Morton15, en otra patología como el
melanoma, obtienen muy buenos resultados con la opacificación
preoperatoria de los ganglios inguinales mediante la inyección
perilesional del radioisótopo, con una tasa de falsos negativos del
1%.
ACERCA DEL TRATAMIENTO
Respecto de la lesión primaria
peneana, existe poca controversia acerca del carácter básicamente
quirúrgico del tratamiento, que debe ser lo más económico posible
para respetar al máximo todo lo que se pueda de pene, sin olvidar
los 2 cm de seguridad de tejido sano. Otras técnicas, como la de
Mohs o el láser, deben ser aplicadas cuando así estén indicadas
por el tamaño de la lesión.
El uso de la radioterapia en estas
lesiones primarias no está muy extendido. Sarin,19 en el
Royal Marsden Hospital, la aplica en 59 casos, y la braquiterapia
con iridio en otros 13. La complicación más frecuente es la
estenosis de uretra y una necrosis de pene. A los 10 años, la
recidiva local es del 45%. Soria22 aplica braquiterapia
en 72 casos refiriendo conservación del pene en el 68% de ellos y
una tasa muy aceptable de erección y función sexual.
En presencia de lesiones Ta y T1 de
Mc Dougal parece unánime la postura de no hacer linfadenectomía
inguinal. También existe unidad de criterio acerca de la presencia
de ganglios positivos tras el tratamiento antibiótico, quirúrgicamente
resecables. La cirugía debe realizarse para extirpar los ganglios
superficiales y profundos, en lo posible bilateralmente debido a las
conexiones anatómicas existentes entre ambos lados. Y continuar con
la linfadenectomía ilíaca.
Hay que tener en cuenta que la
linfadenectomía inguinal en el Ca de pene puede ser curativa y no
meramente diagnóstica. Y tampoco es lo mismo tener afectados uno o
diez ganglios. En un artículo muy interesante Srinivas23
comprueba que los que tienen sólo un ganglio positivo presentan una
supervivencia, a los 5 años, del 82%. Pero si tienen de 2 a 6, baja
al 54%. Si los ganglios son bilaterales, 12%. Hay que insistir en que el Ca de
pene es, sobre todo, una enfermedad locorregional con baja
incidencia de metástasis (1-10 %), sobre todo a pulmón y huesos.
El verdadero dilema se plantea en
la realización de linfadenectomía en los casos en que no se palpen
ganglios pero se trate de estadios T2 o mayor de Mc Dougal. A lo
largo de lo publicado en los últimos años se confirma, una vez más,
que los factores pronósticos negativos son la invasión de cuerpos
cavernosos, esponjosos, la infiltración linfática y vascular, el
tumor mayor de 4 cm, todos ellos predictores de ganglios positivos.2,3,6,11,17
Si no se realiza linfadenectomía estamos asumiendo que un 20% de
pacientes desarrollarán ganglios positivos. Es conocido el hecho de
que muchos de estos pacientes no suelen acudir a las revisiones. Y
también existe consenso en que la linfadenectomía tardía tiene
mucho peor pronóstico que la precoz, además de mayor morbilidad.
Si se realiza linfadenectomía,
probablemente estemos sobretratando al 80% que serán N negativos, a
costa de una intervención de morbilidad no despreciable (linforrea,
necrosis cutánea, edemas, infecciones). Son ampliamente conocidas
las técnicas modificadas-económicas de cirugía linfática
inguinal que buscan obtener el mismo resultado, con una menor
morbilidad 13,16. Sin embargo Lopes 12,
practicando la técnica modificada de Catalona en 13 casos,
encuentra 2 que fueron N negativos recidivaron, por lo que no da
credibilidad a esta técnica. En parte lo explica por el hecho de
que los ganglios retrocrurales pueden afectarse sin pasar por los
ganglios inguinales superficiales. Esto también podría explicar la
inutilidad, en la mayoría de los casos, de la biopsia del ganglio
centinela de Cabanas.
A pesar de todas las
consideraciones parece existir una tendencia, bastante acentuada en
los últimos 5 años, a realizar linfadenectomías profilácticas en
estadios invasivos y/o tumores Grado III, con ganglios no palpables.
El papel de la radioterapia en
estadios avanzados parece ser solamente paliativo, sin poder
controlar la enfermedad. Y la quimioterapia se ha empleado como
adyuvante, alargando mínimamente la supervivencia.6,17
ACERCA DE LA CALIDAD DE VIDA
Este aspecto se estudia poco en
estos pacientes, a pesar de la mutilación que se practica en la
mayoría de los casos.A este respecto tienen gran valor
los datos aportados por Levi 10, aunque sólo sean 14
casos de penectomía parcial. Se estudian tres aspectos: integración
social, estado emocional y sexualidad.No se observan cambios en lo que se
refiere a los dos primeros, quedando claro que el apoyo familiar es
fundamental. Quizás lo más sorprendente sea que el 64% estaba
razonablemente satisfecho de su vida sexual. Soria11 también hace
mención a la aceptable vida sexual de los pacientes tratados con
braquiterapia.
BIBLIOGRAFÍA
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traditional pathologic variables in invasive penile carcinoma:
assessment of prognostic significance», Urology 52:111-116,
1998. 4. Cubilla AL, Reuter VE, Gregoire
L, Ayala G, Ocampos S, Lancaster WD, Fair W. «Basaloid Squamous
cell carcinoma: a distinctive human papilloma virus-related pene
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TRATAMIENTO
DEL DOLOR POR METASTASIS OSEAS CON RADIOFARMACOS
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Columnista Experto de SIIC
Dr. Knut Liepe
Especialista en Medicina Nuclear, Departamento de Medicina Nuclear, University Hospital Dresden, Dresden, Alemania
Otro trabajo publicado: Kropp J, Stein A, Hackert I, Sebastian G, Meurer M, Gruning T, Liepe K, Pinkert J Frtanke WG: «Accuracy of the intra-operative radioguided localization of the sentinel lymph node (SLN) 24 hours after lymphoscintigraphy in patients with malignant melanoma», Nuklearmedizin 40(3):86-90, Jun 2001. |
Dresden, Alemania (especial
para SIIC)
Aunque el 186Re, el 188Re
y el 89Sr son eficaces para aliviar el dolor por
metástasis óseas del cáncer prostático, la calidad de
vida luego de la terapia con 188Re es estadísticamente
superior.
RESUMEN
Propósito: fueron
investigados varios radiofármacos, respecto de su eficacia
y toxicidad, en el tratamiento paliativo del dolor por metástasis
óseas. Método: se analizó el efecto del 188Re-HEDP,
del 186Re-HEDP y del 89Sr sobre los síntomas
dolorosos, calidad de vida y función de la médula ósea en
49 pacientes con cáncer prostático. Se trataron 24
pacientes con 188Re-HEDP (3 034 ± 402 MBq), 12
con 186Re- HEDP (1 366 ± 156 MBq) y los 13
restantes con 89Sr (151 ± 18 MBq). Resultados:
se obtuvo alivio del dolor después de administrarse 188Re-HEDP
en el 83% de los pacientes, así como en el 75% de los casos
tratados con 186Re-HEDP y en el 77% en los que
aplicó 89Sr. El índice de desempeño de
Karnofsky (KI) aumentó desde 73 ± 9% a 85 ± 9% ´después
del uso de 188Re-HEDP,desde 71 ± 12% a 79 ± 13%
después de administrar 186Re-HEDP y de 65 ± 12%
a 74 ± 11% posterior a la aplicación de 89Sr.
Se observó una disminución en el conteo de plaquetas de 33
± 16% después de 2.9 ± 0.7 semanas por paciente tratado
con 188Re-HEDP, de 37 ± 19% después de 3.6 ±
1.0 semanas en pacientes tratados con 186Re-HEDP
y de 38 ± 27% después de 4.4 ± 1.0 semanas para los
pacientes tratados con 89Sr, en relación a los
valores que presentaban los enfermos antes de la aplicación
del tratamiento. Solamente 3 pacientes después del uso de 89Sr,
así como en un caso después de la utilización de 188Re-HEDP
y 186Re-HEDP, presentaron trombocitopenia por
debajo de 100 x 103/µl. Pero la diferencia no fue
significativa entre los diferentes grupos de pacientes (p =
0.042 a 0.287). Conclusión: todos los radiofármacos
evaluados fueron efectivos en el alivio del dolor sin
inducir efectos secundarios severos. Solamente el incremento
del IK después del uso de 186Re-HEDP parece ser
estadísticamente significativo (p = 0.001).
Palabras clave: tratamiento
con radionúclidos, 188Re-HEDP, 186Re-
HEDP, 89Sr, metástasis óseas.
ABSTRACT
Aim: several radiopharmaceuticals were investigated
concerning the efficacy and toxicity in pain palliation of
bone metastases. Method: influence of 188Re-HEDP,
186Re-HEDP and 89Sr on pain symptoms,
life quality and bone marrow function were obtained in 49
patients (patients ) with prostate cancer. Twenty four
patients with 188Re-HEDP (3034 ? 402 MBq), 12
patients with 186Re-HEDP (1366 ? 156 MBq) and 13
patients with 89Sr (151 ?18 MBq) were treated. Results:
eighty-three% of patients after 188Re-HEDP,
75% after 186Re-HEDP and 77 % after 89Sr
reported pain relief. The Karnofsky performance index (KI)
increased from 73 ± 9 % to 85 ± 9 % after 188Re-HEDP,
from 71 ± 12 % to 79 ± 13 % after 186Re-HEDP
and from 65 ± 12% to 74 ± 11 % after Sr-89 therapy,
respectively. A decrease of platelet counts of 33 ± 16 %
after 2.9 ± 0.7 weeks for patients treated with 188Re-HEDP,
of 37 ± 19 % after 3.6 ± 1.0 weeks for patients treated
with 186Re-HEDP and of 38 ± 27% after 4.4 ± 1.0
weeks for patients treated with 89Sr compared to
the value before therapy was observed. Three patients after 89Sr
as soon as each one patients after 188Re-HEDP and
186Re- HEDP showed a thrombocyopenia below 100 *
103/ µl. But the difference was not significant between the
different group of patients (p = 0.042 to 0.287). Conclusion:
all evaluated radiopharmaceuticals. were effective in
pain palliation, without induction of severe side effects.
Only the increase of KI after 188Re-HEDP HEDP
seems to be statistically significant (p = 0.001).
Key words: radionuclide
therapy, 188Re-HEDP, 186Re-HEDP, 89Sr,
bone metastases
INTRODUCCIÓN
El cáncer prostático es una enfermedad maligna frecuente
en hombres de más de 50 años. Los estudios por autopsia
han demostrado que entre el 65% y el 85% de los pacientes
con cáncer prostático en estadios avanzados tienen metástasis
óseas [1]. El dolor por metástasis óseas es un problema
serio para la calidad de vida y requiere un tratamiento
eficaz. La radioterapia con rayo externo es adecuada para el
tratamiento de metástasis óseas únicas bien definidas.
Aunque la radiación de
medio cuerpo puede ser útil en pacientes con recurrencias
difusas o rápidas del dolor, esta terapia se acompaña de
efectos colaterales serios. La terapia sistémica con radionúclidos
emisores beta parece ser una mejor estrategia para la
eliminación o alivio del dolor por metástasis múltiples.
Entre los radiofármacos utilizados para el tratamiento
paliativo de las metástasis óseas se incluyen 89SrCl3,
Na2H32PO4, 131I- BDP3, 90Y,
186Re-HEDP y 153Sm-EDTMP [2-7]. Más
recientemente se ha informado que el 85SrCl3, 117mSn-DTPA,
188Re-HEDP y el 188Re-DMSA son
eficaces para aliviar el dolor [8-11].
Actualmente, el 89Sr
y el 186Re-HEDP son los radiofármacos más
utilizados en Europa con este propósito. El 89Sr,
un análogo del calcio, es un emisor beta puro con una energía
máxima de 1.49 MeV y una vida media física de 50.5 días.
El estroncio reemplaza al calcio en la matriz inorgánica
del hueso y se acumula en forma proporcional a la formación
de hueso. El 186Re es un emisor beta con una
energía máxima de 1.07 MeV y una emisión gamma de 137
keV. Su vida media física es de 89.3 horas. El renio es
complejado con hidroxietiliden difosfonato (HEDP), el cual
se localiza en el hueso por la formación de puentes en la
hidroxiapatita. Por su parte, el 188Re-HEDP es un
radionúclido nuevo en el área terapéutica, con una vida
media física de 16.9 horas, una energía beta máxima de
2.1 MeV y un 15% de componente gamma de 155 keV. Por ser un
productor del generador 188W/188Re,
tiene una relación costo-beneficio favorable y es una
herramienta conveniente para el uso clínico. La corta vida
media del 188Re-HEDP permite aplicar dosis de
mayor actividad que la utilizada con radion{uclidos de mayor
vida media [9].
MÉTODOS
En este estudio se evaluó la influencia del 89Sr,
186Re-HEDP y 188Re-HEDP sobre el
alivio del dolor (medido con escala visual analógica [EVA]
de 5 segmentos: 0% = sin dolor, 25% = dolor leve, 50% =
moderado, 75% = grave, 100% = insoportable), la reducción
de la dosis de analgésicos, y los cambios en la calidad de
vida (índice de desempeño de Karnofsky [IK]). Antes del
tratamiento y a las 4, 8 y 12 semanas postratamiento se
realizaron entrevistas con un cuestionario estándar. En los
pacientes tratados con 188Re-HEDP la entrevista
se realizó también en las semanas 1, 2, 3, 5, 6, 7 y 10
postratamiento. Se consideró que el alivio del dolor era
significativo cuando la reducción del índice de dolor era
de al menos un 25% sin variación o reducción en el uso de
analgésicos.
Entre las semanas 6 y 12 se
tomaron semanalmente muestras de sangre para evaluar
mediante estudios hematológicos el deterioro de la función
de la médula ósea. Los criterios de inclusión en el
estudio fueron una imagen positiva por 99mTc-HMDP
que mostrara al menos 3 metástasis, dolor óseo refractario
a toda otra terapia analgésica y función suficiente de la
médula ósea con recuento plaquetario de al menos 105/µl,
recuento leucocitario igual o mayor a 3.0 x 103/µl y
hemoglobina de al menos 6.0 mmol/l. La quimioterapia y el
tratamiento con bisfosfonatos fueron interrumpidos 6 semanas
antes de la inyección del radiofármaco. No se incluyeron
en el estudios pacientes con dolor por fracturas óseas
patológicas, compresión de la médula espinal, columna
vertebral inestable, tumores de tejidos blandos que
comprimieran los nervios, o cuya expectativa de vida no
superara los 4 meses. Se trataron en total 49 pacientes de
entre 45 y 87 años (media 61 años) con metástasis óseas
diseminadas a partir de una cáncer prostático. Se utilizó
188Re-HEDP (3 034 ± 402 MBq) en 24 casos, 186Re-HEDP
(1 366 ± 156 MBq) en 12 casos y 89Sr (151 ± 18
MBq) en 13 casos. Para la terapia con 186Re-HEDP
y 188Re-HEDP los pacientes fueron hospitalizados
por 2 días debido a las normas sobre protección radiactiva
vigentes en Alemania. La terapia con 89Sr se
realizó en consultorios externos. Los participantes fueron
sometidos a imagenología con 99mTc-HMDP dentro
de las 5 semanas previas al estudio y también a las 3
semanas postratamiento para evaluar posibles reducciones en
la masa de las metástasis óseas. En cumplimiento con la
declaración de Helsinki, todos los pacientes fueron
exhaustivamente informados acerca del estudio y los posibles
efectos secundarios, y proveyeron consentimiento escrito. El
comité local de ética aprobó el estudio. El 188Re-HEDP
fue obtenido a partir de un generador 188W/188Re-HEDP
basado en alúmina, tal como fue descripto previamente [12].
El 89Sr y el 186Re-HEDP son radiofármacos
disponibles comercialmente. La significación de la mejoría
en el IK y en la trombocitopenia y la leucopenia fue
calculada con una prueba t apareada con un valor alfa de
0.01.
RESULTADOS
En total, 39 de los 49 pacientes (80%) informaron alivio del
dolor. Tal alivio se registró en 20 (83%) de los pacientes
tratados con 188Re-HEDP, 9 (75%) de los tratados
con 186Re-HEDP y 10 (77%) de los tratados con 89Sr.
Ninguno de los enfermos con alivio del dolor requirió un
aumento en la dosis de analgésicos. Ocho pacientes (16%)
pudieron abandonar por completo el uso de analgésicos y se
hallaban libres de dolor (4 tratados con 188Re-HEDP,
2 con 186Re-HEDP y 2 con 89Sr). En
promedio, los síntomas dolorosos medidos por EVA pasaron
del 50% al 25% al cabo de 12 semanas de tratamiento.
Como se muestra en la tabla
1, al cabo de 12 semanas el IK se incrementó un 12% luego
de la terapia con 188Re-HEDP, un 8% luego del 186Re-HEDP
y un 9% luego del 89Sr. Sin embargo, la
diferencia sólo fue significativa para la terapia con 188Re-HEDP.
En cuanto a la toxicidad hematológica, la trombocitopenia
limitó la dosis aplicada. El hemograma reveló una
recuperación lenta, pero no siempre completa, al cabo de 12
semanas en todos los pacientes. Ningún participante tuvo
una reducción del recuento leucocitario por debajo de 3.0 x
103/µl. Sólo 5 enfermos sufrieron una reducción del
recuento plaquetario por debajo de 105/µl (trombocitopenia
grado 1 o grado 2 según la OMS [13]). Tal grado de reducción
se registró en 3 pacientes tratados con 89Sr,
uno tratado con 188Re-HEDP (figura 1) y uno
tratado con 186Re-HEDP.
Figura 1.
Deterioro de la médula ósea por la terapia con 188Re-HEDP
por alrededor de 6 semanas, expresado como declinación del
recuento plaquetario en muestras seriadas de sangre.
El nadir del recuento
plaquetario se registró a las 2.9 ± 0.7 semanas del
tratamiento con 188Re-HEDP, a las 3.6 ± 1.0
semanas de la terapia con 186Re-HEDP y a las 4.4
± 1.0 semanas del tratamiento con 89Sr (tabla
2).
Las diferencias máximas
entre los recuentos plaquetarios antes y después de la
terapia no fueron estadísticamente significativas (p =
0.021 y p = 0.094). Las imágenes óseas con 99mTc-HMDP
no mostraron reducciones obvias de las metástasis óseas al
cabo de 12 semanas de tratamiento en comparación con las imágenes
obtenidas antes de la terapia. Sin embargo, un paciente
tratado con 186Re-HEDP tuvo una disminución en
el número de metástasis un año después del tratamiento
(figuras 2 y 3). El paciente relató un alivio significativo
del dolor e interrumpió el consumo de analgésicos 5
semanas después del tratamiento. El IK aumentó de 63% a
75% en 12 semanas. Durante un seguimiento de aproximadamente
2 años el paciente se hallaba libre de dolor.
Figura 2. Imagen de 99mTc
de un hombre de 59 años con cáncer prostático, 5 semanas
antes de iniciarse el tratamiento con 186Re-HEDP
(metástasis óseas múltiples en costillas, esternón,
columna vertebral, pelvis, hombros y fémures).
Figura 3. Imagen de 99mTc
del mismo paciente un año después de la terapia con 186Re-HEDP
(reducción del número de metástasis óseas en costillas,
columna, pelvis, hombros y fémures e incremento en el
esternón).
DISCUSIÓN
Existen muchos informes acerca de los efectos terapéuticos
de distintos radiofármacos sobre el hueso, con alivio del
dolor en el 70% al 85% de los casos [7,10,14-18]. Los
informes son escasos sólo en el caso del 188Re-HEDP.
Nuestros datos muestran que el 188Re-HEDP, el 186Re-HEDP
y el 89Sr tienen una tasa de respuesta comparable
que promedia el 80%. Se ha descripto un alivio total del
dolor en el 18% al 26% de los pacientes tratados con 186Re-HEDP
o 89Sr [18,19]. En este estudio se observó una
tasa levemente inferior de ausencia de dolor (16%). Por ser
un producto de generador, existe buena disponibilidad de 188Re-HEDP,
lo cual permite la marcación in situ de manera similar a lo
que ocurre con el generador de 99mTc. En un
estudio con dosis incrementales de 188Re-HEDP
[10] se observó una tasa de respuesta del 60% con dosis de
entre 1 300 y 4 000 MBq y del 66% con una dosis de 3 300
MBq, pero el número de pacientes por grupo de tratamiento
era reducido. En 24 enfermos bajo tratamiento con 188Re-HEDP
nosotros observamos una tasa de respuesta mayor (83%). En
cuanto al IK, sólo los pacientes tratados con 188Re-HEDP
tuvieron un aumento estadísticamente significativo de este
índice. La trombocitopenia constituyó el efecto tóxico
limitante, mientras que la leucopenia tuvo un papel menor
[19]. No se observaron efectos secundarios graves
relacionados con la toxicidad de la médula ósea, ningún
paciente tuvo una disminución de plaquetas a menos de
50000/µl, y sólo uno tuvo menos de 75000/µl. Se ha
descripto una declinación reversible en el recuento
plaquetario total, con un nadir típicamente entre la cuarta
y la sexta semana [19]. En nuestro estudio el nadir se
registró entre la segunda y la sexta semana, con una nadir
más temprano para el 188Re-HEDP (con una vida
media más breve) y un nadir más tardío para el 89Sr
(con una vida media más prolongada). Esta diferencia
tampoco tuvo significación estadística (p = 0.083 a
0.142). En la literatura se han descripto solamente casos
individuales de reducción de las metástasis óseas luego
del tratamiento con radionúclidos [15,20]. En nuestro
estudio un paciente tratado con 186Re-HEDP tuvo
una disminución de metástasis óseas en las imágenes
postratamiento obtenidas al cabo de 1 año. La razón de
esta reducción puede ser un efecto sinérgico entre las
terapias con hormona y con radionúclido. No obstante, estos
son sólo casos individuales y el objetivo básico del
tratamiento es paliativo.
CONCLUSIÓN
Todos los radiofármacos evaluados fueron eficaces para
aliviar el dolor, sin inducir efectos colaterales serios. El
IK luego de la terapia con 188Re-HEDP fue estadísticamente
superior al alcanzado con los otros radiofármacos.
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