Valor
de la Investigación Invasiva y no Invasiva en la Evaluación
Preoperatoria de la Hiperplasia Prostática Benigna
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Columnista Experto de SIIC
Dr.
Daniele Porru
Función que desempeña: Consultor
en Urología, Divisione Urologia, Istituto di Ricerca e Cura
a Carattere Scientifico, Policlinico San Mateo, Pavia,
Italia.
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Introducción
Con el
aumento de las presiones económicas en el área de la salud y las
cada vez más abundantes alternativas de tratamiento médico y quirúrgico
para la hiperplasia prostática benigna (HBP), se ha incrementado
considerablemente la necesidad de evaluar el resultado de las
diferentes estrategias de tratamiento. Los pacientes con
agrandamiento benigno de la próstata buscan tratamiento médico
para los molestos síntomas del tracto urinario bajo (STUB), y el
alivio de los síntomas es la indicación más frecuente de cirugía.
Además de la obstrucción a la evacuación vesical generada por la
HBP, los cambios en la función del tracto urinario bajo debidos a
envejecimiento, deterioro de la contractilidad del detrusor,
inestabilidad del detrusor y complicaciones de la cirugía pueden
causar STUB. La evidencia sugiere que la identificación de la
obstrucción al flujo vesical (OFV) en estudios de presión-flujo
disminuye la tasa de fracasos en la prostatectomía transuretral, y
las guías internacionales aconsejan realizar esta prueba sólo
cuando el test recomendado, flujometría de orina con determinación
del volumen residual posmiccional, es dudoso. Además, las pruebas
no invasivas carecen de especificidad para predecir OFV con precisión.
Sin embargo, se demostró que el IPSS (International Prostate
Symptoms Score) es un instrumento confiable para cuantificar los
síntomas antes y después de la resección transuretral de la próstata
(RTUP).1 Se ha informado con anterioridad el valor
predictivo que tiene la IPSS en el resultado sintomático de la
RTUP.2 Nosotros evaluamos parámetros no invasivos
objetivos y subjetivos respecto de la capacidad de predicción de
OFV, con el fin de minimizar el tratamiento inapropiado de hombres
con STUB, e intentamos detrerminar si la combinación del Indice de
Síntomas AUA, la flujometría de orina y la determinación del
residuo de orina posmiccional son confiables para determinar
obstrucción y buen resultado clínico, tal como lo son los estudios
de presión-flujo. Además, examinamos nuevos datos de ensayos
realizados recientemente que contienen información acerca de la
evolución clínica de la condición, con consecuencias en el manejo
de su evolución progresiva.
Pacientes y métodos
El
estudio incluyó a 45 pacientes con HPB sintomática; la edad
promedio fue de 66.8 años (rango 52-81). La evaluación
preoperatoria incluyó cultivo de orina, determinación de antígeno
prostático específico (PSA), medición de la tasa de flujo con
determinación ecográfica del residuo de orina posmiccional, examen
de tacto rectal, IPSS con preguntas sobre calidad de vida, e
investigación urodinámica mediante catéter biluminal 6-F. El
volumen prostático se determinó por ecografía transrectal. Los
criterios de inclusión para la cirugía fueron IPSS >16 y Qmáx
< 10 ml/seg. Los criterios de exclusión fueron cirugía prostática
previa, enfermedades neurológicas, infección aguda del tracto
urinario y diagnóstico prequirúrgico de cáncer de próstata. Se
diagnosticaba OFV si los valores logrados se clasificaban como de
grado III o superior, usando el diagrama p/Q basado en la
relación de resistencia pasiva lineal (RRPL).3 Se realizó
RTUP en todos los pacientes seleccionados.
Se evaluó el éxito del tratamiento en las visitas de
control realizadas a los 3-6 meses. La evaluación incluyó
flujometría de orina libre, medición ecográfica del volumen
residual de orina posmiccional, e IPSS. Se definió como éxito a un
Qmáx superior a 15 ml/seg en la flujometría de orina,
orina residual de menos de 50 ml, ausencia de retención urinaria, y
reducción del 50% en el IPSS. Las tasas de éxito de todos los
pacientes se evaluaron y compararon con aquellos que padecían
obstrucción objetivamente comprobada. Se calculó el promedio y la
desviación estándar para las variables cuantitativas. Se
realizaron comparaciones entre los grupos usando el test t
para muestras dependientes. Se consideró que los valores de p
inferiores a 0.05 indicaban significación estadística. Todas las
pruebas fueron de dos colas. Los análisis se determinaron mediante
un sistema de manejo estadístico (STATA, Santa Mónica, EEUU).
Resultados
El
volumen prostático promedio medido por ecografía transrectal fue
de 39 ± 13 ml. El IPSS promedio preoperatorio fue 16.9. El puntaje
de calidad de vida promedio del IPSS fue de 4. El promedio
preoperatorio de Qmáx fue 9.8 ± 2.2 ml/seg, y el de
volumen residual de orina de 91 ± 15 ml. En la tabla 1 se enumeran
los parámetros urodinámicos en pacientes, con
obstrucción y sin ella. En cada grupo el promedio de IPSS
prequirúrgico no varió significativamente para los que tenían o
no obstrucción. Se encontraron anomalías urodinámicas en 42
pacientes (93.3%): inestabilidad del detrusor en 19 (42.2%; sola en
3 casos, en combinación con OFV en 16), deterioro de la
contractilidad en 5 (11%), y obstrucción en 37 (82.2%). Ocho
pacientes (17.8%) tenían obstrucción leve o ausente (clase I-II
según Schäfer).
Tabla
1. Parámetros clínicos preoperatorios y posoperatorios promedio en
45 pacientes (± SD)
El
puntaje de calidad de vida del IPSS también mejoró en forma
significativa luego del tratamiento. Hubo mejora posoperatoria
significativa en todos los ítems (p < 0.001). El vaciamiento
incompleto y el chorro débil fueron los síntomas que más se
aliviaron. En ocasiones los síntomas posoperatorios de retención
reemplazaban a los miccionales (tabla 2). El IPSS preoperatorio no
se correlacionó con los resultados objetivos del tratamiento, si
bien los puntajes mejoraron en forma significativa luego de la cirugía
sólo en el grupo con obstrucción, en comparación con el que no
tenía obstrucción (p=0.001).
Se pudo
sospechar obstrucción en 32 de los 37 pacientes que en realidad la
tenían (86.4%) cuando se usaron, como puntos de corte para la
sospecha de obstrucción, un
flujo máximo de orina de 10 ml/seg y un índice de síntomas de 16
o más. Cuando se combinaron los puntajes de síntomas, flujometría
de orina y volumen residual de orina, se pudo obtener éxito clínico
en 32 de 45 pacientes (71.1%). El IPSS sólo (puntaje > 16) pudo
predecir éxito clínico en 25 de 45 pacientes (55.5%). La flujometría
de orina sola, y en particular Qmáx < 10 ml/seg, fue
capaz de predecir buen resultado clínico en 29 de los 45 pacientes
(64.4%).
La
tabla 3 muestra parámetros objetivos en pacientes que tuvieron éxitos
y fracasos en el tratamiento. La gravedad de la obstrucción a la
salida determinada por la presión del detrusor al momento del flujo
máximo se correlacionó pobremente con el puntaje de síntomas y el
flujo urinario máximo (p>0.05).
Discusión
y conclusiones
Se comprobó que la resección transuretral de la próstata es un
tratamiento efectivo para la OFV. Sin embargo, no todos los síntomas
de HPB se relacionan con OFV. Informes recientes indican que el
puntaje de los síntomas se asocian con ciertos parámetros urodinámicos,
pero estos parámetros no se correlacionan con obstrucción a la
salida vesical.4,5 Los niveles de IPSS al momento de la
evaluación inicial estaban significativamente elevados en la mayoría
de los pacientes, demostrando que los hombres de este grupo buscaban
tratamiento principalmente para el alivio de los síntomas. Al
momento de la evaluación final, el IPSS se había reducido en forma
significativa, y la reducción se acompañó de mejora importante en
el puntaje de calidad de vida. Con respecto a los cambios
posoperatorios en la flujometría de orina, otros autores notaron
una mejora similar a la que nosotros observamos, 13 y 9 ml/seg, en
la tasa de flujo máximo, luego de la RTUP.6,7 Con
respecto al cambio en IPSS luego de RTUP, se publicaron mejoras
promedio de 10.5-16 puntos.1,8,9 Estos resultados
resaltan la importancia del IPSS en la evaluación de los STUB. En
nuestra experiencia, no se pudo encontrar una correlación entre
IPSS y los estudios de presión-flujo (r = 0.40, p > 0.05). Otros
autores10 no encontraron correlación entre IPSS y
evaluación urodinámica de la obstrucción y contractilidad del
detrusor. Sin embargo, como otros ya lo informaron,11
cuando se combinaron el puntaje de síntomas de 16 o más y la tasa
de flujo de 10 ml/seg o menos para mejorar la predicción de la
obstrucción a la salida, encontramos que se pudo identificar a 40
pacientes, incluyendo a 32 de 37 (86.4%) con obstrucción a la
salida vesical comprobada uridinámicamente. Los 8 pacientes
restantes tenían obstrucción leve o ausente.
Creemos que hay varias razones para apoyar el uso de estudios de
flujometría y presión-flujo, si bien la evidencia de que este último
sea necesario es aún débil. La débil relación observada entre
parámetros objetivos y subjetivos de disfunción del tracto
urinario bajo en varios ensayos clínicos no es atribuible a
defectos de los cuestionarios de síntomas, ya que se obtuvieron
resultados similares con el AUA, IPSS, ICS-BPH y el puntaje de síntomas
danés. Es común que el alivio de la OFV luego de RTUP se asocie
casi invariablemente con desaparición de los síntomas. Bosch y
colaboradores12 sugirieron que podría existir un nexo
entre los dos efectos y recientemente indicaron una asociación
entre resultados sintomáticos y urodinámicos de varias
alternativas de tratamiento de la HPB. Todos coincidimos en que la
información obtenida a partir de la evaluación prequirúrgica de
la inestabilidad del detrusor y del deterioro de la contractilidad
se debería usar para advertir al paciente acerca del riesgo de
obtener un resultado clínico no satisfactorio. El punto en debate
es: ¿el estudio de presión-flujo es necesario en este proceso? Las
guías de la Cuarta Consulta Internacional de HPB recomiendan
realizar flujometría de orina en la evaluación inicial de los
pacientes con HPB.13 La prueba no puede discriminar entre
aumento de la resistencia uretral y deterioro de la contractilidad
del detrusor,10 por lo que sólo se puede sospechar OFV.
En promedio, se encuentra una incidencia de OFV en 90%, 67% y 30% de
los pacientes con tasas máximas de flujo (Qmáx) de < 10, 10-14
y > 15 ml/seg, respectivamente.13
Se presume que la necesidad de atención médica para las
disfunciones del tracto urinario bajo aumentarán en las próximas décadas
debido al incremento en la población mundial y a su envejecimiento
relativo en los países industrializados. Sin embargo, los recursos
serán limitados y será necesario un mayor nivel de eficacia en la
práctica clínica.
Los pacientes con HPB que se quejan de STUB pueden o no tener
obstrucción. La herramienta ideal para la evaluación preoperatoria
de hombres con HPB sintomática no complicada debería ser una
prueba validada no invasiva, capaz de cuantificar los síntomas,
determinar el grado de OFV y tener gran valor predictivo respecto
del éxito del tratamiento.
Además, las diferentes herramientas pronósticas (PSA, volumen
prostático) ¿son capaces de seleccionar qué pacientes requerirán
en el futuro un tratamiento invasivo de la HPB? Algunas respuestas a
esta pregunta surgieron del ensayo MTOPS, que hasta el momento es el
mayor y más prolongado que se ha realizado para STUB y HPB. En el
ensayo hay enrolados 3 047 hombres,14
que fueron aleatorizados en 4 grupos de tratamiento:
placebo, el inhibidor de la 5-alfa-reductasa finasteride (5 mg
diarios), el bloqueante del receptor alfa adrenérgico doxazosin
(titulado según respondieran a 4 u 8 mg), o una combinación de
finasteride (5 mg) y doxazosin (4 u 8 mg diarios).
¿Las mediciones basales son capaces de predecir el riesgo de
progresión de la HPB en pacientes tratados con placebo? En total,
737 hombres fueron asignados aleatoriamente a recibir placebo, y
fueron controlados por un promedio de 4.5 años.15 Se
analizaron los datos para determinar si era posible predecir la
progresión de la HPB a tratamiento invasivo, retención urinaria
aguda (RUA), progresión sintomática
o progresión en general, basados en varios parámetros basales. En
el análisis de la información, la edad al inicio probó ser
altamente significativa para predecir progresión en general. La
progresión sintomática, que representó 3 de 4 eventos de progresión,
también pudo ser predicha en forma significativa por la edad.
Los pacientes por debajo de la media de PSA de 1.6 ng/ml tienen
menor riesgo de progresión general y sintomática, RUA o progresión
a tratamiento invasivo, en comparación con los que tienen valores
de PSA por encima de la media. Los datos fueron relativamente
similares para el cálculo de volumen prostático medido por ecografía
transrectal (ETR),
donde el promedio fue de 31 ml. Esta información es de interés, ya
que el estudio PLESS (Proscar Long-term Efficacy and Safety Study)
documentó que el PSA así como el volumen prostático son
predictores significativos de progresión a RUA o tratamiento
invasivo de HPB. La nueva observación que brinda el ensayo MTOPS es
que los parámetros objetivos basales de PSA sérica y volumen prostático
medido a través de ETR pueden predecir progresión de una variable
subjetiva de valoración, tal como el desmejoramiento sintomático.
También hay que notar el hecho de que la tasa máxima de flujo
urinario al inicio fue predictora de progresión general y sintomática,
así como de progresión a tratamiento invasivo.
La información observada en el grupo placebo del estudio MTOPS es
de fundamental importancia para los médicos que deben aconsejar a
hombres con STUB y HPB. Ningún ensayo previo intentó correlacionar
resultados subjetivos, como empeoramiento de los síntomas, con parámetros
objetivos iniciales. El ensayo MTOPS claramente demuestra que el
tamaño de la próstata y el nivel de PSA basales son predictores de
empeoramiento sintomático y de progresión, estableciendo por lo
tanto una correlación entre un parámetro objetivamente mensurable
al inicio y un cambio en un parámetro subjetivo, como el puntaje de
síntomas, en el tiempo.
Otra cuestión examinada fue el cambio en el volumen prostático con
el tiempo en los pacientes del grupo placebo del ensayo MTOPS.15
El estudio PLESS estableció que la PSA sérica puede ser importante
predictor de crecimiento prostático futuro.16 El análisis
inicial del MTOPS reveló que los pacientes tratados ya sea con
placebo o con el bloqueante de receptores alfa adrenérgicos
doxazosin eran virtualmente idénticos en términos de incremento
del volumen prostático en el tiempo.
Mientras que el volumen basal total y de la zona de transición
aumentó con el transcurso tiempo, no hubo correlación entre los
cambios absolutos o porcentuales del volumen en el tiempo, y la
edad.
El PSA sérico fue, de hecho, un predictor clínico de la historia
natural de la enfermedad en términos de crecimiento prostático
futuro, empeoramiento de los síntomas, progresión a retención
urinaria o tratamiento invasivo.
Respecto de la cuestión de si los parámetros basales pueden
predecir progresión clínica en el grupo de tratamiento médico del
ensayo MTOPS,17 los pacientes fueron estratificados por
edad promedio, PSA, volumen por ETR, tasa de pico urinario máximo y
residuo de orina posmiccional. El análisis de la hazard ratio
demostró que a mayor edad al momento de presentación, mayor riesgo
de progresión de la HPB en todos los grupos de tratamiento médico.
Altas concentraciones de PSA, grandes volúmenes prostáticos y
bajas tasas de flujo urinario probaron ser significativos sólo en
el grupo de pacientes tratados con doxazosin. Esto indica que en los
pacientes tratados con el inhibidor de la 5-alfa-reductasa
finasteride, o con tratamiento combinado, los parámetros de
estratificación PSA sérica y volumen prostático son irrelevantes.
Se vio que la PSA > 1.6 al inicio es predictora de progresión
general de HPB y de progresión de síntomas en los pacientes
tratados con doxazosin, de RUA en todos los grupos de tratamiento, y
de tratamiento invasivo en los grupos tratados con doxazosin solo o
combinado.
Un análisis retrospectivo corroboró los resultados del MTOPS
respecto de la relación entre PSA sérica basal y progresión
subjetiva en términos de empeoramiento de los síntomas.18,19
El análisis mostró que el PSA promedio era una variable importante
para pacientes tratados con placebo en el ensayo PREDICT.
Una vez más, el estudio MTOPS brindó datos basales que demostraron
correlación entre edad, STUB y disfunción sexual, medidos en 5
dominios.15
Los
pacientes tratados con el bloqueante del receptor alfa-adrenérgico
doxazosin tuvieron reducción significativa de la probabilidad de
progresión sintomática mientras que la PSA fuera < 2.0 ng/ml.
En el grupo de pacientes con PSA > 2.0 ng/ml, el tratamiento
combinado fue más efectivo.
En conclusión, nuestra experiencia demuestra que en pacientes que
han sido seleccionados para cirugía mediante nuestros criterios,
con la combinación de IPSS, flujometría de orina libre y volumen
residual de orina por ecografía, una alta proporción de los que
tenían IPSS >16 y tasa de flujo máximo < 10 ml/seg tenían
OFV y buen resultado clínico (71.1%), si bien no era posible
predecir la OFV. Los pacientes con obstrucción infravesical leve o
ausente sólo tenían mínima mejoría posoperatoria en IPSS y Qmáx
luego de la RTUP.
Más aún, se obtuvieron resultados nuevos e interesantes de la
historia natural de STUB y HPB a partir de los ensayos recientes en
grandes poblaciones de pacientes con HPB. Dado que hay muchos parámetros
basales que son predictores de progresión, parece que los
esfuerzos, como los presentados por Boyle y Katan,20,21
señalan el camino correcto. Deben elaborarse modelos de predicción
o nomogramas que incorporen información de varios ensayos a gran
escala, para permitir a los médicos, cuando están aconsejando a
pacientes con STUB o HPB, predecir en forma precisa el riesgo
individual de progresión sintomática o a RUA o cirugía, aconsejándolos
en forma apropiada acerca de las opciones terapéuticas. Más aún,
los tratamientos médicos deberían elegirse según la determinación
del riesgo de cada paciente, o a la capacidad de esos tratamientos
de reducir los riesgos. Es posible que la combinación de varias
bases de datos, tales como las del ensayo PLESS, el MTOPS o el Olmsted
County, permita formular tales modelos de predicción y
nomogramas.
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1781.
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INFLUENCIA
DE LAS HORMONAS SEXUALES EN EL ENVEJECIMIENTO MASCULINO
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Columnista Experto de SIIC
Dr.
Alex Vermeulen
Función
que desempeña:
Sección de Endocrinología, Departamento de Medicina Interna,
University Hospital, Gante, Bélgica. |
El incremento en la
expectativa de vida en décadas recientes ha conducido
progresivamente a un mayor interés por el estudio de la
fisiopatología del envejecimiento y de la participación
del sistema endocrino, más específicamente el de las
hormonas sexuales, en la aparición de la sintomatología
que presentan los hombres de edad avanzada.1,2
Los estudios realizados, tanto longitudinales como
transversales, han mostrado que el envejecimiento masculino
se acompaña de disminución progresiva de los niveles plasmáticos
de testosterona total. Este descenso es más marcado para la testosterona no ligada a
proteínas (testosterona libre) y para la
testosterona ligada a la albúmina que para la testosterona
total, una consecuencia del incremento de los niveles de
hormona sexual ligada a globulina (HSLG), que se verifica en
asociación con la edad.
La testosterona libre y la testosterona ligada a la albúmina
representan la fracción biodisponible. En efecto, debido a
la fuerte unión de la testosterona a la globulina, el
complejo testosterona-HSLG, no se separa durante el tiempo
del pasaje tisular, a diferencia de la unión débil de la
testosterona ligada a la albúmina, que se separa casi en
forma completa. Solamente
la fracción de la testosterona no ligada a la proteína
se disemina libremente en la célula, donde por fin, luego
de la reducción a dihidrotestosterona, se une al receptor
androgénico y activa la transcripción. Una fracción
reducida de la testosterona es aromatizada a estradiol y se
liga al receptor estrogénico. En consecuencia, los efectos
biológicos de la testosterona son mediados por la
testosterona, la dihidrotestosterona y el estradiol.
Recientemente ha sido demostrado que el complejo
testosterona-HSLG puede interactuar con el receptor de
membrana y producir algunos efectos rápidos no genómicos,
a través de la activación del AMP cíclico. El exacto significado clínico de este
mecanismo no genómico de acción permanece poco conocido.
La mayoría de los signos y síntomas del envejecimiento,
como la disminución de la virilidad,
libido y actividad
sexual, la reducción de la cantidad de pelo de origen
sexual, masa y fuerza muscular, el incremento en la grasa
abdominal, la disminución de la masa ósea con mayor tasa
de fracturas, son recordatorios de la sintomatología del
hipogonadismo en hombres jóvenes y es por lo tanto razonable la sospecha del papel que desempeña
la edad, asociada a la declinación de los niveles de andrógenos,
en la producción de esta sintomatología.
Esta última, no obstante, presenta un origen
multifactorial; el
envejecimiento está acompañado por declinación de casi
todas las funciones fisiológicas.
La edad asociada con la reducción en los niveles de
hormona de crecimiento, así como la relativa inactividad física
de muchos hombres en edad avanzada, desempeñan participan
en la disminución de la masa y fuerza muscular o en el
incremento de la grasa corporal abdominal, asociada con la
edad.
No sorprende, por consiguiente, que las correlaciones entre
los síntomas y los niveles de andrógenos plasmáticos sean
poco convincentes. La presencia definitiva de una correlación
significativa, por otro lado, tampoco demuestra la
existencia de una relación causal.
La declinación de los niveles de andrógenos asociados a la
edad es, además, una característica no constante del
envejecimiento; en efecto, mientras que a los 70 años más
del 30% de los hombres presenta niveles de testosterona en
plasma por debajo de los niveles normales, el 20% conserva
niveles aún en el tercilo superior de los valores
correspondientes a hombres jóvenes.1 La
deficiencia de andrógenos en el hombre de edad avanzada es
solamente parcial, y la expresión «deficiencia de andrógenos
parcial del envejecimiento masculino (DAPEM)» es más
apropiada que la expresión andropausia, que en analogía
con la menopausia, sugiere la finalización del período fértil
(que no ocurre en hombres)4 y la casi completa
interrupción de la secreción de hormonas sexuales por las
gónadas.
Otro problema es el diagnóstico de hipogonadismo y la
evaluación de los requerimientos de andrógenos en los
hombres de edad avanzada. Hasta el presente no contamos con
un parámetro clínico útil y confiable de la actividad de
los andrógenos y debemos confiar en los niveles de andrógenos
plasmáticos.
De cualquier forma no conocemos si los requerimientos de
andrógenos en los hombres jóvenes y ancianos son similares
y existen argumentos a favor del aumento y la reducción de
los requerimientos de andrógenos en el anciano. Además los
requerimientos de andrógenos difieren entre los tejidos:
para la libido normal y la actividad sexual, por ejemplo,
los niveles de andrógenos requeridos se corresponden con el
límite inferior de los niveles normales de los hombres jóvenes.
En ausencia de pruebas convincentes para la alteración de
los requerimientos de andrógenos, nosotros consideramos el
intervalo de valores normales de los hombres jóvenes, válidos
también para los ancianos, con límites inferiores normales
de 11 nmol/l para la testosterona total y 0.225 nmol/l para
la testosterona libre.2
Los niveles de andrógenos disminuidos y el papel que
desempeñan en la aparición de la sintomatología del
envejecimiento masculino y en el incremento de la masa grasa
abdominal, en hombres de edad avanzada, se correlacionan
negativamente con los niveles de testosterona libre; sin
embargo, un papel causal de esta última es aún
cuestionable; la
obesidad por sí misma genera disminución en los niveles de
testosterona. La correlación de los niveles de testosterona
libre con la masa muscular es menos evidente,5,6-8
si bien se ha detectado cierta correlación entre los
niveles de testosterona libre con la fuerza muscular.8,9
La disminución de la masa ósea asociada con la edad
se correlaciona con los niveles plasmáticos de testosterona
libre, pero la correlación con los niveles de estradiol
originados a partir de la testosterona es aún más fuerte.10,11
Definitivamente, los niveles descendidos de
testosterona libre se acompañan de un incremento en la
frecuencia y severidad de la aterosclerosis coronaria12-15
y del espesor de la capa íntima-media de la arteria carótida,17
mientras que la mayoría de los autores informan la
existencia de una correlación positiva altamente
significativa entre los niveles de andrógenos y el
colesterol HDL y la apolipoproteína–A.13,17,18
Pero nuevamente la aterosclerosis puede ser la causa más
que la consecuencia de la disminución de los niveles de
testosterona libre, mientras que la obesidad observada con
frecuencia en hombres ancianos, puede ser la responsable de
la resistencia a la insulina, la aterosclerosis y los
niveles reducidos de testosterona.
Finalmente, mientras que la libido requiere de niveles de
testosterona adecuados,19,21 los niveles
requeridos son solamente la mitad de los niveles medios de
los hombres jóvenes19 y la correlación entre
los niveles de testosterona libre y la libido es bastante
pobre. Debería además comprenderse que la impotencia en
los hombres de edad avanzada casi nunca es la consecuencia
de la deficiencia de andrógenos22 y la
vasculopatía y los factores neurológicos, en pacientes
diabéticos especialmente, son la causa de mayor frecuencia;23
la deficiencia de testosterona solamente desempeña un papel
secundario. En los ancianos no se observó correlación
entre los niveles de testosterona libre y la disfunción eréctil.23,24
De este estudio es posible concluir que, si bien aún
esperamos la comprobación final de la relación causal de
los niveles disminuidos de andrógenos en la producción de
los síntomas del envejecimiento masculino, se evidencian
por lo menos pruebas sugestivas del papel
de los andrógenos en la aparición de esos signos y
síntomas.
En vista de lo inespecífico de los síntomas y de nuestra
ignorancia en la comprensión de los requerimientos de andrógenos,
la indicación de suplemento con andrógenos en hombres
ancianos solamente debe ser considerada en presencia
conjunta de síntomas (disminución de la fuerza y masa
muscular, menor masa ósea, disminución de la virilidad,
libido y capacidad de trabajo) y de niveles de andrógenos
por debajo de lo normal.
Mientras que en hombres jóvenes con hipogonadismo la
terapia de reemplazo con andrógenos presenta efectos
impresionantes en casi todos los síntomas, en el caso de
hombres ancianos con deficiencia parcial de andrógenos los
efectos clínicos, si bien reales, son mucho menos
espectaculares: mejoramiento de la libido,25,26
ligero incremento en la masa muscular,27,30
posible aumento de la fuerza muscular,28,29,31
moderada disminución de la masa grasa,25
incremento de la sensibilidad de la insulina, disminución
moderada del colesterol total, LDL y HDL, reducción del
fibrinógeno, incremento ligero de la masa ósea,27,28,32,33
con efectos más pronunciados en los niveles basales de
testosterona más bajos.
La mayoría de los autores, sin embargo, no observaron
mejoramiento de la calidad de vida.25,30,34 De
esta forma, no existe evidencia de mejoría clínica de
importancia en los parámetros finales como el infarto cardíaco,
la mortalidad, las caídas y la tasa de fracturas óseas.
La indicación de suplemento con andrógenos no está
desprovista de efectos colaterales. El carcinoma de próstata
es un tumor35 andrógeno-dependiente y por lo
tanto constituye una contraindicación absoluta para la
terapia de sustitución con andrógenos. Debe ser descartado
cuidadosamente con examen rectal, determinación del antígeno
prostático específico y eventual ecografía antes del
inicio de cualquier tratamiento de sustitución.36,37
Hasta ahora no existe evidencia de que la estimulación con
andrógenos favorecería la evolución de un carcinoma subclínico
a un carcinoma clínico,37 pero son necesarios el
examen rectal cada 6 meses y la determinación del antígeno
prostático específico. La hiperplasia benigna prostática
no obstructiva, cuyo volumen se incrementa difícilmente, no
constituye una contraindicación.38,42
El incremento del hematocrito que conduce a una
eventual policitemia es otro posible efecto colateral. La
ginecomastia no es infrecuente, si bien es un efecto
colateral benigno; algunos autores han referido apnea
obstructiva de sueño, en especial en fumadores empedernidos
obesos.43
La inyección intramuscular de ésteres de
testosterona (enantato o cipionato, 200-250 mg, cada dos
semanas) es la forma galénica utilizada con mayor
frecuencia. El cambio más pronunciado se observa en la
evolución de los niveles plasmáticos de testosterona
luego de la inyección, desde valores suprafisiológicos
los dos o tres primeros días luego de la inyección, a
niveles bajos, debajo de lo normal justo antes de la inyección
siguiente; estas variaciones en los niveles tisulares son
reconocidas como desagradables por el paciente.
Los parches transdérmicos de testosterona que liberan
aproximadamente 5 mg/d alcanzan los niveles de testosterona
fisiológicos durante la noche y pueden causar menos efectos
colaterales.
El undecanoato de testosterona, en cápsulas de 40 mg en
aceite, 120-160 mg/día, en 2 o 3 dosis divididas,
constituye la única forma oral que alcanza niveles fisiológicos
de testosterona ; no obstante, los niveles de
dihidrotestosterona se incrementan
ligeramente.
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