AVANCES EN EL CONOCIMIENTO
DE LAS INMUNODEFICIENCIAS PRIMARIAS
París, Francia.
Actualmente, casi las tres cuartas
partes de cien enfermedades por inmunodeficiencias primarias pueden diagnosticarse
mediante estudios moleculares. Los conocimientos serán aplicables al tratamiento
específico.
The Lancet 357:1863-1869,
2001
Autor:
Fischer A.
Institución/es participante/s en la investigación:
Hôpital Necker, París, Francia.
Título original:
[Primary Immunodeficiency Diseases: an Experimental Model for Molecular
Medicine]
Título en castellano:
Inmunodeficiencias Primarias: Un Modelo Experimental para la Medicina
Molecular
Introducción
En menos de 10 años se ha reconocido la base genética de muchas de las enfermedades
causadas por inmunodeficiencias primarias (IP). Estos resultados han modificado
de manera considerable el abordaje, dado que pueden realizarse diagnósticos
precisos, brindar un asesoramiento genético correcto y en muchas situaciones
plantear un tratamiento curativo. Sin embargo, en algunas IP los estudios
genéticos no han sido de gran ayuda.
Por ejemplo, se conoce poco
acerca de las alteraciones en los genes BTK y WASP involucrados
en la agammaglobulinemia relacionada con el sexo y en el síndrome de Wiskott-Aldrich,
respectivamente.
Las IP han sido clasificadas
tradicionalmente según la alteración inmunológica esencial comprometiera
a linfocitos T, linfocitos B, células fagocíticas y factores del complemento.
Esta distinción es útil desde el punto de vista clínico, debido a que
cada una se asocia con mayor predisposición a ciertas infecciones en particular.
No obstante, señala el experto, se trata de una clasificación demasiado
simplista, teniendo en cuenta que en muchas de las IP hay alteraciones
de varios componentes del sistema inmume y que algunos de los defectos
no encajan bien en ninguno de los grupos principales. A su vez, otras
entidades, como el síndrome de hiperIgE, combinan diversas situaciones
clínicas; entre ellas alergia, susceptibilidad a infecciones, inmunodeficiencia
T y autoinmunidad.
Aunque la identificación
del gen responsable del trastorno es fundamental, hay que recordar que
un determinado fenotipo de IP puede ser consecuencia de diversas alteraciones
genómicas; y, a la inversa, mutaciones en el mismo gen pueden expresarse
clínicamente en forma diferente. El autor brinda algunos ejemplos de IP
y de las alteraciones genéticas involucradas.
Inmunodeficiencia combinada
grave (SCID)
La SCID consiste en un grupo de trastornos caracterizados por el bloqueo
del desarrollo de linfocitos T. Se han descripto nueve desórdenes distintos
según el patrón fenotípico, modo de herencia y gen afectado. La enfermedad
es poco frecuente (1 en cada 75 mil a 100 mil nacimientos), constituye
un trastorno grave con pronóstico desfavorable y es de gran interés para
los inmunólogos porque permite comprender aspectos importantes de la fisiología
del desarrollo inmunológico. La ausencia de linfocitos T -con deficiencia
simultánea de linfocitos naturalmente asesinos (NK) o sin ella- se asocia
con vulnerabilidad a infecciones graves desde una etapa muy precoz. Fisiopatológicamente,
es expresión de dos mecanismos moleculares esenciales: alteración de la
señalización intracelular por parte de interleuquinas (IL) hc o por reordenamiento
genético alterado de los receptores específicos de linfocitos T y B.
El hc es una subunidad de
receptores de IL que se expresa en muchas células de linaje hematopoyético.
El gen se localiza en el cromosoma X y las mutaciones en su gen dan lugar
al SCID ligado al sexo, con desarrollo defectuoso de linfocitos T y células
NK.
La subunidad hc es compartida
por los receptores para la IL-4, IL-7, IL-9 e IL-15.
La SCID B(-) se asocia con
alteración del reordenamiento de los fragmentos V(D)J de los receptores
específicos de linfocitos T y B. En casi la mitad de los casos es consecuencia
de mutaciones en los genes RAG-1 y RAG-2, que codifican
proteínas linfoideas específicas que inician el proceso de reordenamiento
del genoma.
Las distintas formas de
SCID fueron las primeras situaciones que tuvieron curación a partir del
trasplante de precursores hematopoyéticos sin necesidad de inmunosupresión
antes del trasplante. Los pacientes con SCID parecen los mejores candidatos
para la terapia génica destinada a corregir el defecto genético.
Agammaglobulinemia
La agammaglobulinemia ligada al cromosoma X (XLA) fue la primera inmunodeficiencia
descripta en 1952 por O Bruton. Se caracteriza por la deficiencia de todas
las inmunoglobulinas, además de ausencia casi completa de linfocitos B
circulantes. La enfermedad provoca predisposición a infecciones bacterianas
del tracto respiratorio, que en ausencia de tratamiento generan sinusitis
crónica y bronquiectasias.
La XLA, originada por un
defecto mayor en el desarrollo de linfocitos B -con normalidad de los
otros linajes linfocitarios-, es causa de mutaciones en el gen que codifica
una tirosinquinasa denominada BTK. Sin embargo, aún se desconoce
el mecanismo por el cual un trastorno en la señalización intracelular
altera el desarrollo de los linfocitos B. Los investigadores han propuesto
que la activación del btk podría asociarse con alguna señal de
sobrevida. Cabe señalar que los ratones con esta deficiencia sólo tienen
enfermedad leve.
La expresión fenotípica
de la XLA en el hombre es bastante heterogénea. De hecho, algunos pacientes
tienen un muy bajo nivel de inmunoglobulinas circulantes y más de un 1%
de linfocitos B en sangre periférica. La heterogeneidad no es consecuencia
de mutaciones distintas, ya que todas ellas conducen a la ausencia completa
de la proteína BTK. Distintos grupos han propuesto la existencia de genes
modificadores y de factores ambientales en la expresión fenotípica del
trastorno. Estos pacientes no sólo son más susceptibles a padecer infecciones
respiratorias sino también presentan mayor vulnerabilidad respecto de
infecciones por enterovirus, responsables de meningoencefalitis crónica
y síndromes símil dermatomiositis. Aún se desconoce el motivo por el cual
los linfocitos T de estos pacientes (aparentemente normales) son incapaces
de eliminar células infectadas por virus.
El tratamiento de sostén
mediante la infusión de gammaglobulina intravenosa constituye la única
terapia posible; el antiviral peconaril no siempre es eficaz. Aproximadamente
un 10% de los sujetos con agammaglobulinemia no tiene la mutación en el
gen BTK. La enfermedad, que se transmite en forma recesiva, se
caracteriza por el freno de la ontogenia B, a nivel de los precursores
B. En algunas familias se detectaron diversas mutaciones en el gen de
la cadena pesada g, y en el gen de las cadenas livianas a del receptor
específico (CD79). En otro paciente se descubrió una deficiencia de la
BLNK, una proteína adaptadora que tiene un papel importante en el pasaje
de linfocitos pro B a linfocitos pre B.
Defectos en el cambio
de clase de inmunoglobulinas
Varios años atrás se observó que algunos enfermos con infecciones recurrentes
del tracto respiratorio superior e inferior tenían muy bajos niveles de
IgG, IgA e IgE, mientras que la IgM estaba muy elevada y la IgD sérica
era normal. El síndrome, denominado de hiperIgM, afecta principalmente
a varones. Esta forma, síndrome de hiperIgM ligado al X, es consecuencia
de la expresión defectuosa del ligando de CD40 (CD40L), una proteína de
superficie de linfocitos T activados. El CD40L es un componente de la
familia del factor de necrosis tumoral y se une al CD40 en la superficie
de linfocitos B y otras células inmunes. Cuando fracasa la interacción
CD40/CD40L no se forman centros germinales y no hay cambio de clase de
inmunoglobulinas (de IgM a otros anticuerpos). Clínicamente es característica
la mayor predisposición a infecciones por ciertos microorganismos, como
P. carinii y C. parvum, y a la infección crónica por T.
gondii.
La infección por Cryptosporidium
parvum es causa de diarrea grave y colangitis, que a menudo evoluciona
a cirrosis o tumores del conducto biliar, a partir del proceso inflamatorio.
Estas observaciones sugieren acciones aún desconocidas de la interacción
CD40/CD40L.
El síndrome de hiperIgM
tiene pronóstico desfavorable. El trasplante de precursores hematopoyéticos
debe efectuarse antes de que ocurra enfermedad hepática. Un abordaje adecuado
es la infusión intermitente de CD40L; actualmente se realiza en Estados
Unidos un ensayo en fase I/II para evaluar esta interesante opción.
En una minoría de pacientes
con hiperIgM la enfermedad se transmite en forma recesiva, por lo que
se la ha denominado hiperIgM-2. Existe el mismo defecto en el cambio de
clase de inmunoglobulinas pero, a diferencia de los enfermos con el síndrome
clásico, los centros germinales están hiperplásicos y los linfocitos B,
in vitro, no son estimulados a través de la interacción CD40/CD40L.
A su vez, estas células tienen varias alteraciones en los genes de las
porciones variables de las inmunoglobulinas. Varios grupos han demostrado
que la patología es causada por mutación del gen de la deaminasa inducida
por la activación (AID), cuyo producto se expresa selectivamente
en los linfocitos B de los centros germinales.
Inmunodeficiencia común
variable (CVID) y de IgA
La deficiencia selectiva de IgA es la forma más común de IP en gente blanca,
pero en pocas ocasiones es sintomática. La CVID, menos frecuente (1 cada
25 mil personas), se caracteriza por disminución variable de todos los
isotipos de inmunoglobulinas, lo cual predispone a infecciones respiratorias
recurrentes. El trastorno también se acompaña de mayor riesgo de desarrollo
de enfermedades autoinmunes, linfomas y carcinomas digestivos.
Actualmente se considera
que las dos entidades son distinta expresión de una misma anormalidad.
En la misma familia suelen coexistir pacientes con deficiencia selectiva
de IgA y con CVID.
En otras situaciones, los
enfermos sólo tienen disminución parcial de subtipos de IgG (más frecuentemente
IgG2 e IgG4).
Se ha demostrado una transmisión
autosómica dominante con penetrancia variable. La alteración genética
es compleja y aunque se asoció con ciertos alelos del sistema mayor de
histocompatibilidad no se ha encontrado ningún gen específico. Se considera
que la susceptibilidad está relacionada con ciertos factores ambientales.
La CVID suele expresarse
clínicamente en la segunda o tercera década de la vida y con frecuencia
se acompaña de defectos de los linfocitos T. Los enfermos con deficiencia
de IgA desarrollan anticuerpos antiIgA, los cuales podrían tener participación
en la aparición de la enfermedad.
Síndrome linfoproliferativo
ligado al cromosoma X: síndrome de Purtilo Los varones con esta alteración
desarrollan graves infecciones por el virus Epstein-Barr que selectivamente
infecta linfocitos B. La infección latente de las células B se asocia
con proliferación y transformación. Las personas inmunocompetentes eliminan
los linfocitos B infectados mediante linfocitos T citotóxicos y, probablemente,
células NK. En estos enfermos, la infección viral induce un síndrome de
activación y proliferación policlonal incontrolada de linfocitos CD8+
que se asocia con daño orgánico importante, hipogammaglobulinemia con
pérdida de células B o linfomas. No hay información acerca de ningún paciente
mayor de 40 años con la alteración. En algunos casos se ha identificado
un gen que codifica una proteína -SAP- que se expresa normalmente en linfocitos
T y células NK y que interviene en la señalización intracelular. Sin embargo,
aún no se ha determinado el mecanismo por el cual hay proliferación incontrolada
de CD8+, una alteración similar a la observada en otras anormalidades
genéticas asociadas con defectos de los linfocitos T y células NK. En
algunos casos de linfocitosis hemofagocítica familiar se encontró deficiencia
de una perforina citolítica; los CD8+ defectuosos se acumulan en diversos
órganos.
Todos los trastornos comentados
constituyen buenos modelos de estudio molecular. Aunque muchas IP no pueden
asociarse con una única alteración genética, demuestran que la investigación
brinda resultados satisfactorios desde el punto de vista clínico y molecular.
Estos síndromes conforman modelos que podrán ser utilizados en el futuro
para comprender con mayor precisión los mecanismos fisiopatológicos de
la respuesta inmune, no sólo en IP sino también en alergia y patología
autoinmune.
|