La causa más común para que a una mujer se le practique una
cesárea programada es una cesárea previa (56.6%), más del 14% de
las cesáreas de emergencia se realizan en estas pacientes. La
indicación obstétrica primaria de cesárea en varios países
consiste en repetir el nacimiento por cesárea y contribuye con el
28% de la tasa conjunta en el Sur de Australia, el 40% en EE.UU.
y el 29% en el Reino Unido. El porcentaje global de mujeres con
una cesárea previa a las que se les ofrece un parto vaginal
programado luego de dicha cesárea es desconocido.
El parto posterior a una cesárea presenta el riesgo de rotura
uterina con el compromiso subsiguiente del bienestar materno y
fetal. Sin embargo, la cesárea programada repetida no está libre
de complicaciones y puede asociarse con hemorragia intensa y
necesidad de transfusión de sangre, daño operatorio a órganos
adyacentes, infección y riesgo aumentado de trombosis venosa
profunda, en comparación con el parto vaginal. Además puede haber
consecuencias a más largo plazo en un embarazo posterior,
relacionadas con placenta previa o acreta.
El objetivo de esta revisión fue evaluar mediante la mejor
información disponible, los beneficios e inconvenientes de una
política de cesárea repetida programada y una política de parto
vaginal programado en mujeres con una cesárea anterior. Los
resultados primarios se relacionan con el éxito de la prueba de
parto, la necesidad de practicar una cesárea, la morbilidad y la
mortalidad materna y neonatal.
Se consideraron todas las publicaciones de estudios controlados aleatorizados y de cohorte prospectivos, con información acerca
de la comparación de resultados maternos y neonatales, entre las
pacientes que tuvieron cesárea programada y aquellas que tuvieron
parto vaginal programado, en las que la vía de terminación
anterior fue una cesárea.
Los desenlaces clínicos maternos fueron: parto vaginal, parto
vaginal instrumental, nacimiento por cesárea (todos y por distrés
fetal), rotura uterina (rotura clínicamente significativa que
involucra la totalidad del espesor de la pared uterina y que
requiere reparación quirúrgica), dehiscencia uterina (desgarro
del útero clínicamente asintomático descubierto incidentalmente
en el momento de la cirugía), hemorragia (pérdida hemática mayor
de 500 ml o que requiere transfusión), legrado uterino posparto,
complicaciones relacionadas con el nacimiento (incluyendo
histerectomía, hematoma vulvar o perineal que requiere
evacuación, trombosis venosa profunda o embolia pulmonar que
requiere tratamiento anticoagulante, neumonía, infección de la
herida que requiere internación o que prolonga la
hospitalización, dehiscencia de herida, daño quirúrgico de la
vejiga, intestino o uréter que requiere reparación, extensión de
la histerotomía o cualquier otra complicación relacionada).
Los desenlaces clínicos para el neonato incluyeron muerte
neonatal o perinatal, líquido teñido de meconio, puntaje de Apgar
menor de 7 a los 5 minutos, ingreso a la unidad de terapia
intensiva neonatal, trauma del nacimiento (incluyendo hemorragia
subdural o intracerebral, lesión de la médula espinal, fractura
de la base del cráneo, otra fractura o lesión de nervio
periférico), convulsiones antes de las 24 horas del nacimiento,
laceración al momento del nacimiento, encefalopatía neonatal,
nivel de conciencia alterado, cualquier trastorno respiratorio,
ventilación mecánica, cualquier requerimiento de oxígeno,
taquipnea transitoria del neonato, empleo de alimentación
enteral, enterocolitis necrotizante e infección sistémica
probada.
Esta revisión se realizó mediante la estrategia de búsqueda
desarrollada por el grupo Cochrane Pregnancy and Childbirth. Se
utilizó el registro de estudios controlados de Cochrane y Medline
desde 1996 hasta la actualidad. La información categórica fue
comparada mediante los riesgos relativos y los intervalos de
confianza (IC) del 95%.
Mediante los términos de búsqueda, no se identificaron estudios
controlados aleatorizados que compararan la cesárea repetida
programada con el parto vaginal programado en mujeres con una
única cesárea previa. Se identificaron ocho estudios prospectivos
en los que la cesárea programada fue comparada con el parto
vaginal poscesárea programado.
En sólo dos de ellos todas las mujeres incluidas tuvieron una
única cesárea y eran candidatas a un intento de parto vaginal poscesárea en su siguiente gestación.
Uno de los estudios involucró 137 mujeres, de las cuales fueron
seleccionadas para prueba de parto aquellas que tuvieron una
cesárea con incisión transversal del segmento inferior y una
gestación única en presentación cefálica.
De las 137 candidatas a parto vaginal poscesárea, 65 (47%) fueron
sometidas a una nueva cesárea programada y a 72 (53%) se les
programó parto vaginal. De éstas, 58 (81%) mujeres dieron a luz
por vía vaginal. Dos pacientes tuvieron dehiscencia de la
cicatriz uterina en el grupo de parto tras cesárea, y fueron
sometidas a cesárea de emergencia. No hubo muertes maternas ni
neonatales en ninguno de los dos grupos.
Otro estudio incluyó 312 mujeres con una única cesárea previa que
reunían la condiciones para parto vaginal en el siguiente
embarazo. No se consideraron apropiadas aquellas pacientes de las
que se desconocía la incisión uterina previa, que presentaban
peso fetal estimado mayor de 4 000 g, en las que el feto se
encontraba en una presentación distinta a la de vértice, o que
presentaban “otras” contraindicaciones para el parto vaginal.
De las 312 mujeres con cesárea previa, 125 (40%) eligieron una
nueva cesárea programada y 187 (60%) de ellas escogieron parto
vaginal programado. De éstas, 122 (65%) dieron a luz por vía
vaginal. No se detectaron muertes fetales en el grupo de cesárea
programada, pero se produjeron 2 en el grupo de parto vaginal
programado.
El puntaje de Apgar menor de 7 a los 5 minutos del nacimiento
tuvo lugar menos frecuentemente en el grupo de cesárea programada
repetida (1/125 de las cesáreas programadas vs. 1/187 de
los partos vaginales programados). Se informó un caso de rotura
uterina en una mujer en la que se efectuó parto vaginal
poscesárea programado, en el que el feto falleció antes del
nacimiento y debió realizársele histerectomía.
No se observaron diferencias significativas entre la cesárea
programada repetida y el parto poscesárea programado en cuanto a
muertes maternas, dehiscencia de la cicatriz uterina, rotura de
la cicatriz uterina o puntaje de Apgar menor de 7 a los 5
minitos.
Existe escasa información disponible para asesorar a las mujeres
y a los profesionales de la salud en la toma de decisiones
respecto de la vía óptima de terminación del embarazo, en los
casos que presentan una única cesárea previa.
La Agency for Healthcare Quality and Research de los
EE.UU. califica la literatura actualmente disponible en relación
con el parto vaginal poscesárea como de nivel dos o tres, y
reconoce considerable heterogeneidad en los resultados informados
y escasa comparación entre los grupos de tratamiento.
Con el objetivo de reducir la tasa de cesáreas se está intentando
disminuir el número de primeras cesáreas realizadas por distocia
y distrés fetal, y aumentar las tasas de parto poscesárea.
Esta revisión destaca la necesidad de estudios de mejor calidad
relacionados con los beneficios y las complicaciones tanto del
parto poscesárea como de la cesárea programada repetida para
orientar la toma de decisiones en la atención de pacientes con
una cesárea anterior.
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