Sociedad Iberoamericana
de Información Científica
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Volumen 10, Número 2, 2002
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Hallazgos
Científicos
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ENVEJECIMIENTO
Y FRACTURAS OSTEOPOROTICAS
San Francisco, EE.UU.
La investigación epidemiológica
es indispensable para identificar a los individuos de alto riesgo
y asignar los tratamientos más costosos a quienes más los necesitan.
The Lancet
359:1761-1767, 2002
Autor:
Cummings SR y Melton LJ III
Institución/es participante/s en la investigación:
Departments of Medicine and Epidemiology,
University of California, San Francisco, EE.UU.
Título original:
[Epidemiology and Outcomes of Osteoporotic Fractures]
Título en castellano:
Epidemiología y Evolución de las Fracturas Osteoporóticas
Introducción
El debilitamiento óseo y la declinación de
la función neuromuscular se inician después de la menopausia en
las mujeres y, progresivamente, a medida que aumenta la edad, en
los hombres.
Estos cambios producen un aumento rápido del riesgo de fracturas.
Las fracturas osteoporóticas son una de las causas más frecuentes
de discapacidad y representan una fracción importante de los costos
asistenciales en muchas regiones del mundo. La carga social de estas
lesiones aumentará en todo el mundo a medida que la población continúe
envejeciendo. Los autores revisan la epidemiología de las fracturas
osteoporóticas, específicamente de las fracturas de cadera y vertebrales.
Epidemiología
de las fracturas
Las fracturas vertebrales, del fémur proximal y del extremo distal
del antebrazo son consideradas desde hace tiempo las fracturas osteoporóticas
más típicas. No obstante, la osteoporosis es una afección sistémica
y diversas investigaciones demostraron que casi todos los tipos
de fracturas aumentan en pacientes con disminución de la densidad
mineral ósea (DMO).
Cualquiera sea el tipo de fractura, los adultos con estas lesiones
tienen un riesgo de experimentar otra fractura entre 50% y 100%
más elevado que el resto de la población.
Fracturas
de cadera
Las fracturas de cadera se convirtieron en el indicador internacional
de la osteoporosis debido a su estrecha relación con la disminución
de la DMO, el costo de la reparación y la discapacidad que ocasionan.
Las tasas de incidencia de las fracturas de cadera aumentan en forma
exponencial con la edad, tanto en hombres como en mujeres, en todas
las regiones del mundo. Este aumento brusco del riesgo es el resultado
de la disminución de la DMO en el fémur proximal -un indicador indirecto
de la fragilidad ósea- y el aumento de la frecuencia de caídas a
medida que aumenta la edad.
Se observan importantes variaciones en la incidencia de fracturas
de cadera entre las diferentes poblaciones. Por ejemplo, las tasas
de incidencia ajustadas para la edad son mayores en las mujeres
blancas de Escandinavia que en poblaciones comparables de Oceanía
o Norteamérica. Las fracturas de cadera también son más frecuentes
en habitantes de zonas urbanas que en las poblaciones rurales, lo
que sugiere que factores relacionados con la urbanización, como
la disminución de la actividad física y los suelos más duros de
concreto, asfalto o baldosas, contribuyen al mayor riesgo de fracturas.
En las mujeres, la velocidad de pérdida del tejido óseo y las caídas
son más frecuentes que en los hombres de la misma edad.
Además, viven más que éstos; por lo tanto,
tres cuartas partes de las fracturas de cadera se producen en mujeres.
También
se informaron diferencias étnicas. En poblaciones asiáticas
o de ascendencia africana, la incidencia de fracturas de cadera
es menor, tal vez porque presentan huesos de mayor tamaño
que les otorgan mayor fuerza mecánica. Se sugirió,
además, que estos grupos tendrían menor riesgo de
caídas, entre otros factores.
La
patogenia de las fracturas de cadera es multifactorial. Estas lesiones
están firmemente relacionadas con la DMO en el fémur
proximal, pero también existen numerosos indicadores clínicos
predictivos del riesgo de fractura, independientes de la DMO.
Alrededor
del 90% se produce como consecuencia de caídas desde bajas
alturas (desde la bipedestación), por lo que también
es importante la biomecánica de la caída. La probabilidad
de que se produzca una fractura depende de la orientación
de la caída, el golpe sobre la cadera o en la proximidad
de la articulación, la capacidad de la víctima para
utilizar defensivamente sus brazos y reducir la energía de
la caída y la amortiguación conferida por el tejido
blando que recubre la articulación.
Los
ancianos constituyen el grupo de edad de mayor crecimiento en los
últimos años en todo el mundo. El envejecimiento continuo
de la población mundial se acompañará, indudablemente,
de aumento de la incidencia de fracturas de cadera. Además,
está aumentando el número absoluto de este tipo de
lesiones, tal vez por la disminución de la actividad física.
Fracturas
vertebrales
Se conoce menos la epidemiología de las fracturas vertebrales,
en comparación con las fracturas de cadera, porque no existe
una definición universalmente aceptada de este tipo de lesiones
y porque una proporción sustancial no es diagnosticada clínicamente.
Sólo alrededor de un tercio de las deformidades vertebrales
observadas en las radiografías son el motivo de consulta
del paciente. Muchas veces, el radiólogo no informa la existencia
de una fractura vertebral.
Las
deformidades vertebrales graves causan síntomas que conducen
al diagnóstico y la incidencia de este tipo de fracturas
aumenta rápidamente con la edad en personas de ambos sexos.
Después de los 60 años, la incidencia de fracturas
vertebrales es aproximadamente dos veces mayor en las mujeres de
EE.UU. y Europa que en los hombres. La prevalencia de este tipo
de fracturas en diferentes regiones ha sido más constante
que la observada con las fracturas de cadera.
Sólo
un cuarto de las fracturas vertebrales se producen como consecuencia
de caídas y la mayoría son causadas por las tareas
cotidianas comunes. Actividades aparentemente inocuas, como inclinarse
o agacharse para levantar objetos livianos del suelo, producen cargas
importantes sobre la columna vertebral, capaces de fracturar una
vértebra. La fuerza compresiva de un cuerpo vertebral está
determinada, en parte, por la DMO y cada desvío estándar
de disminución de la DMO se asocia con duplicación
del riesgo de fractura. Además, el antecedente personal de
este tipo de lesiones es uno de los mejores indicadores predictivos
clínicos de fracturas ulteriores. Una fractura vertebral,
aunque sea asintomática y detectada casualmente en una radiografía,
aumenta al menos cuatro veces el riesgo de nuevas fracturas. Este
riesgo es independiente de la densidad ósea, de manera que
las fracturas vertebrales que se producen ante traumatismos mínimos
indican un estado de fragilidad ósea subyacente que no es
medido por la densitometría. Este tipo de fracturas se considera
un signo de osteoporosis.
En
los hombres, el hábito de fumar, el consumo de alcohol, la
osteoporosis secundaria y el antecedente de traumatismos, tuberculosis
o úlcera péptica se consideran factores de riesgo
para las fracturas vertebrales. En las mujeres se informaron como
factores predisponentes la menarca tardía y la menopausia
temprana, escaso consumo de queso y yogur, sedentarismo y antecedentes
familiares de fractura de cadera.
Otras
fracturas
Otras fracturas también se asociaron con disminución
de la DMO, aun cuando sean la consecuencia de un traumatismo importante.
Cada fractura tiene su propio perfil de edades más frecuentes.
Las de muñeca son las más comunes en la perimenopausia.
Aunque las tasas de incidencia varían geográficamente
de la misma manera que las fracturas de cadera, los cambios relacionados
con la edad en la frecuencia de fracturas de muñeca difieren
considerablemente de los informados para las fracturas vertebrales
y de cadera: la incidencia de fracturas de muñeca en mujeres
aumenta rápidamente después de la menopausia, tal
vez por la aceleración de la pérdida de tejido óseo,
pero se produce una meseta alrededor de los 65 años. Este
perfil podría explicarse por la disminución de la
velocidad y de la fuerza de extensión del brazo para proteger
otras partes corporales durante las caídas. En los hombres,
la incidencia de fracturas de muñeca es baja y prácticamente
no aumenta con el envejecimiento. La mayoría de estas lesiones
se producen durante actividades al aire libre y el pico de incidencia,
en los meses de invierno, se asoció con la presencia de hielo.
La
incidencia de fracturas de húmero proximal, pelvis, tibia
proximal y fémur distal también aumenta con la edad
en mujeres ancianas y, en menor medida, en los hombres. Tres cuartas
partes de los casos de fractura del húmero proximal se deben
a traumatismos moderados, típicamente caídas desde
la bipedestación, pero, a diferencia de las fracturas de
muñeca, serían más frecuentes en mujeres con
función neuromuscular disminuida.
Evolución
de las fracturas
Mortalidad
Las fracturas de cadera son las más graves y entre 10% y
20% de las mujeres mueren prematuramente en el primer año
consecutivo a la lesión. La mortalidad es aún mayor
en los hombres. Pocas de estas muertes son atribuibles a la fractura
propiamente dicha; en general son secundarias al agravamiento de
enfermedades crónicas preexistentes. La mortalidad por fracturas
vertebrales es mayor durante más tiempo que la atribuida
a las fracturas de cadera.
Morbilidad
Las fracturas de cadera, de columna vertebral y de antebrazo distal
provocan dependencia para la realización de tareas cotidianas
en 7% de las mujeres y precipitan la internación en instituciones
geriátricas en otro 8%. Las de cadera causan los grados más
graves de discapacidad. La alteración más importante
a largo plazo es la de la capacidad para caminar: alrededor de 20%
de los pacientes que experimentan este tipo de fracturas no podía
caminar antes de sufrir la lesión, pero la mitad de los restantes
no pueden hacerlo sin ayuda después de ella.
Las
principales consecuencias de las fracturas vertebrales son el dolor
dorsal, el desarrollo de cifosis y la disminución de la talla.
Muchas fracturas son indoloras; no obstante, en mujeres con deformidades
vertebrales detectadas fortuitamente en radiografías de rutina,
se informa una incidencia considerablemente mayor de dolor dorsal
crónico y dificultad funcional, así como de fracturas
futuras, sugiriendo que la práctica médica actual
simplemente no detecta la mayoría de las fracturas vertebrales
reales. El efecto adverso de las fracturas vertebrales sobre la
mayoría de las actividades cotidianas es similar al producido
por las fracturas de cadera.
Costo
económico
La mayor parte del gasto ocasionado por las fracturas de cadena
corresponde a los servicios de internación en instituciones
médicas, de rehabilitación y geriátricas. En
EE.UU., este costo es mayor que el ocasionado por los cánceres
ginecológicos y de mama combinados. En Suiza, la atención
de las fracturas osteoporóticas representa más días
de internación que la informada para infarto agudo de miocardio
y accidente cerebrovascular. En individuos de alto riesgo, el tratamiento
farmacológico para reducir el riesgo de fracturas sería
económicamente efectivo.
Conclusiones
Las fracturas osteoporóticas son una causa frecuente e importante
de discapacidad en todo el mundo. Muchas de ellas pueden ser prevenidas.
El conocimiento de su epidemiología ayuda a concentrar los
esfuerzos preventivos en los grupos de mayor riesgo. En los países
más desarrollados, la implementación de programas
agresivos que permitan la evaluación y el tratamiento de
los individuos de mayor riesgo permitirá disminuir la incidencia,
en tanto que en aquellos con recursos más limitados y menor
incidencia de fracturas osteoporóticas discapacitantes se
requieren recomendaciones mucho más selectivas acerca de
la detección de poblaciones en riesgo y la utilización
de la farmacoterapia.
Autoevaluación de Lectura
¿Cuál de los siguientes factores
influye en el mayor riesgo de fracturas de cadera a medida que aumenta
la edad?
A. El tipo de actividad desarrollada
por el paciente.
B. El aumento de peso.
C. La disminución de la densidad mineral ósea.
D. La raza.
Respuesta
Correcta
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TRATAMIENTO
QUIRURGICO O CONSERVADOR PARA LAS RADICULOPATIAS POR HERNIA DE DISCO
Elazig, Turquía
Los pacientes sometidos a
cirugía mostraron una mejoría en los síntomas neurológicos, pero
puntajes más elevados en las escalas visuales análogas para dolor
y discapacidad.
The Pain Clinic
13(3):193-201, 2002
Autores:
Kavuncu V, Kerman M, Sahin S y colaboradores
Institución/es participante/s en la investigación:
Departamento de Rehabilitación Física, Elazig,
Turquía
Título
original:
[The Outcome of the Patients with Lumbar Disc Radiculopathy Treated
Either with Surgical or Conservative Methods]
Título en castellano:
Resultados Obtenidos en Pacientes con Radiculopatía Secundaria a
Hernia de Disco Tratados con Métodos Quirúrgicos o Conservadores
Introducción
La hernia de disco lumbar con ciatalgia, la cual provoca un fuerte
impacto económico debido a las significativas pérdidas de días laborales,
constituye un tema prominente de investigación.
Los síntomas clínicos y los signos ocasionados por la presión mecánica
del disco herniado sobre las raíces nerviosas, junto con la probable
inflamación resultante, se denominan en conjunto radiculopatía.
Las herniaciones silenciosas del disco pueden producirse en el 70%
de las personas mayores de 45 años. Se ha informado la existencia
de numerosos indicadores pronósticos en pacientes que presentan
dolor crónico a nivel lumbar y que han sido tratados a través de
métodos quirúrgicos o conservadores. La presencia de trastornos
de personalidad, factores psicosociales negativos, sexo femenino,
edad superior a los 55 años, cirugía vertebral mútiple, mayor duración
de la licencia laboral y beneficio secundario relevante debido a
la compensación, son considerados factores pronósticos negativos.
La pregunta más importante en estos casos es la elección del tipo
de tratamiento (quirúrgico versus conservador). Los tratamientos
quirúrgicos que resultan en una inmediata reducción de los síntomas
parecen ofrecer ventajas. Por su parte, estudios comparativos indican
que no habría una significativa diferencia entre los casos tratados
en forma conservadora o con cirugía a largo plazo (4-10 años). Los
estudios clínicos que utilizan diversos parámetros de evaluación
han hallado que la tasa de éxito del tratamiento quirúrgico se ubica
entre 49-80%; sin embargo, en aproximadamente un 28% de los casos
los síntomas pueden persistir aún después de la cirugía. El objetivo
del presente estudio fue evaluar el pronóstico clínico y la cronicidad
del dolor, y determinar la responsabilidad de factores que influyen
sobre la discapacidad en pacientes con radiculopatía por hernia
de disco lumbar que recibieron tratamiento conservador o quirúrgico.
Materiales
y métodos
Se obtuvo información relevante de 190 pacientes que realizaron
un seguimiento en un centro neuroquirúrgico; sobre los 190, 102
recibieron tratamiento quirúrgico y 88 tratamiento conservador.
Los criterios de inclusión en el estudio fueron dolor lumbar
y/o ciatalgia, dolor frente a la prueba en la que se eleva el miembro
inferior en extensión (prueba de Lasègue positiva),
pérdida sensorial o motora con o sin pérdida de reflejos
tendinosos, y diagnóstico por mielografía, TAC o RNM.
Un 52% de los tratados con métodos conservadores y un 39%
de los sometidos a cirugía regresaron para el seguimiento.
De esta manera, un total de 85 pacientes fueron incluidos en el
estudio. La duración promedio entre la admisión y
la evaluación de seguimiento fue de 29.78 ± 12.45
meses. También se registró información concerniente
a datos demográficos, nivel de la patología discal
y características radiológicas.
La
duración del dolor se clasificó en 3 estadios: menor
de 2 años, entre 2 y 5 años y mayor de 5 años.
Además, se informó acerca de la localización
del dolor: dolor lumbar, dolor en la pierna o ambos. Los hallazgos
neurorradiológicos fueron claves en la localización
de la patología discal. Las escalas de gradación del
dolor crónico diseñadas por Von Korff y colaboradores
fueron utilizadas para evaluar la intensidad del dolor y el grado
de discapacidad.
Los
parámetros relacionados con el dolor y que fueron relevantes
en los últimos 6 meses se clasificaron en: I- número
de días con dolor (menos de 30 días, entre 30 y 49
días, entre 50 y 69 días y más de 70 días);
II- número de visitas al médico (menos de 6 o más);
III- frecuencia en la ingesta de medicación (más de
3 meses o menos). Se utilizó un método para medir
el rango de movilidad lumbar. La movilidad vertebral también
se valoró por la prueba de Schober. Cada paciente fue sometido
a un riguroso examen neurológico -fuerza muscular, sensibilidad,
prueba de Lasègue, reflejos tendinosos, medición de
atrofia muscular- en el que se compararon los hallazgos del seguimiento
con los de la evaluación inicial.
Resultados
Las variables demográficas demuestran que la distribución
es homogénea en ambos grupos. En un 82% de los casos el nivel
de la patología discal se ubicó en L4-L5 o L5-S1 y
no hubo diferencias significativas entre ambos grupos. Un 27% de
los pacientes tratados de manera conservadora experimentaron dolor
lumbar, 31% dolor sólo en la pierna y un 42% presentó
ambos síntomas; en los que recibieron tratamiento quirúrgico
estos valores fueron 25%, 28% y 47%, respectivamente. En cuanto
al impacto del dolor sobre las actividades de la vida diaria, los
pacientes sometidos a cirugía estuvieron más días
con dolor; no obstante, no se observaron diferencias significativas
en relación a la cantidad de días con discapacidad,
frecuencia de consultas médicas e ingesta de medicamentos.
Teniendo en cuenta que los pacientes quirúrgicos informan
una mayor intensidad en el dolor y mayor impacto sobre las actividades
de la vida diaria, los puntajes para el dolor crónico también
fueron más elevados. Cuando se realizaron los ajustes necesarios
según edad y sexo, la comparación de la movilidad
lumbar en ambos grupos demostró ser mejor en el grupo tratado
con cirugía.
Los
hallazgos neurológicos en la admisión fueron: pérdida
de fuerza muscular en el 31% de los que recibieron tratamientos
conservadores y en el 52.5% de los que recibieron tratamiento quirúrgico;
los porcentajes fueron 17.7% y 30%, respectivamente, en el seguimiento.
Esto demuestra una mejoría significativa sólo en el
grupo tratado con cirugía. La pérdida sensorial, por
su parte, desapareció en el 32.5% de los pacientes tratados
con cirugía; y no hubo remisión importante en los
que recibieron tratamiento conservador. En lo que se refiere a la
atrofia muscular, se trata de un hallazgo tardío en ambos
grupos, y se lo considera infrecuente con un pronóstico negativo
a largo plazo.
Se
observó una mejoría significativa en la prueba de
Lasègue, pero aún siguió siendo positiva en
el 55% de los pacientes tratados con cirugía y en el 40%
de los que recibieron tratamiento conservador. Además, se
constató una correlación positiva entre las escalas
visuales análogas y los puntajes de discapacidad; pero no
hubo una correlación significativa entre estas variables,
flexión lumbar, extensión, mediciones de Schober e
índice de masa muscular.
Conclusiones
La herniación del disco lumbar y la ciatalgia es una razón
bastante común para la consulta al profesional, y también
una causa principal de pérdida de movilidad y de aparición
de dificultades en las actividades de la vida diaria. Aún
no hay acuerdo entre los profesionales en lo concerniente a los
estándares de tratamiento para esta patología. Los
estudios en general se centran en la identificación de pacientes
con alto riesgo de presentar resultados no del todo favorables después
de la cirugía. Por este motivo, se sugiere que dichos pacientes
deben realizar un tratamiento conservador para aliviar el dolor
y no un tratamiento quirúrgico; pero los resultados son contradictorios
en algunos casos y no resultan del todo concluyentes. Por ejemplo,
un estudio hace referencia a una mayor satisfacción posquirúrgica
en pacientes con un perfil psicológico normal o neurótico
respecto de pacientes con depresión o síntomas de
conversión. Sin embargo, otro estudio muestra que las alteraciones
psicopatológicas concomitantes no parecen predisponer al
dolor crónico y discapacitante.
Otro
trabajo informa una historia de dolor lumbar y una edad mayor de
inicio en aquellos que muestran mejoría, y presencia de síntomas
psiquiátricos en aquellos que empeoran. A su vez, se informan
buenos y excelentes resultados en aquellos que completan un programa
intensivo de ejercicios físicos. Bush y colaboradores muestran
que sólo 23 de un total de 136 pacientes fueron sometidos
a descompresión quirúrgica después de la administración
de esteroides epidurales. También se ha informado que los
pacientes sometidos a cirugía presentaban menores probabilidades
de discapacidad y retornaban más rápido a sus ocupaciones.
No obstante, aunque en general los resultados fueron favorables,
se constató una tasa relativamente alta de inestabilidad
a nivel de la columna vertebral. La ciatalgia mejoró independientemente
del tratamiento empleado, pero con la cirugía el alivio parece
ser más rápido.
Si
bien en el presente estudio no se observaron diferencias en la intensidad
del dolor según el sexo, otros trabajos han informado que
la intensidad promedio del dolor sería mayor en las mujeres;
posiblemente factores sociales y conductuales expliquen estas diferencias
sobre la intensidad del dolor y el grado de discapacidad. Kuran
y colaboradores informan que la reducción de la movilidad
de la columna lumbar tendría poca correlación con
la capacidad funcional y la intensidad del dolor; pero la educación
y el estado de salud referidos por el propio paciente serían
buenos predictores de discapacidad. Es posible que los resultados
en pacientes con radiculopatía por hernia discal difieran
según el tipo de tratamiento. En este estudio los puntajes
de discapacidad fueron más elevados para los pacientes sometidos
a cirugía; en el grupo conservador se observó una
tendencia a los puntajes más elevados en el dolor crónico.
Sin embargo, la mejoría en la movilidad lumbar, en la fuerza
muscular y la sensibilidad fueron mejores en los pacientes tratados
con cirugía. Por último, no se hallaron indicadores
relacionados con el pronóstico a largo plazo.
Autoevaluación de Lectura
¿Cual es la localización más
frecuente para la patología discal?
A. L1-L2.
B. L2-L3.
C. L3-L4.
D. L4-L5 y L5-S1.
Respuesta Correcta
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CARACTERISTICAS EPIDEMIOLOGICAS DEL SINDROME DEL TUNEL CARPIANO
EN UNA POBLACION ITALIANA
Siena, Italia
La incidencia del síndrome
de túnel carpiano es superior en mujeres entre los 50 y 60 años
y en residentes de áreas rurales o industriales.
Neurology
58:289-294, 2002
Autores:
Mondelli M, Giannini F y Giacchi M.
Institución/es participante/s en la investigación:
Department of Neurosciences, Neurology Unit
and Research Center for Health Promotion, University of Siena, Siena,
Italia
Título
original:
[Carpal Tunnel Syndrome Incidence in a Population
General]
Título en castellano:
Incidencia del Síndrome de Túnel Carpiano en una Población
General
Introducción
El síndrome de túnel carpiano (STC) es una causa común de molestias
en las extremidades superiores, asociada con inasistencia laboral,
cambios de ocupaciones y elevados costos de atención médica. Sin embargo,
pocos estudios han evaluado su prevalencia e incidencia en la población
general. Por este motivo, en la presente experiencia se calculó la
incidencia de casos nuevos en el área de Siena (Toscana, Italia) en
el período comprendido entre 1991 y 1998.
Métodos
Los casos se obtuvieron a partir de los registros médicos de 4 laboratorios
públicos de electromiografia del área en estudio.
El diagnóstico del STC se basó en la historia clínica, la sintomatología
y la evidencia electrofisiológica de reducción de la velocidad de
conducción distal del nervio mediano. La historia clínica y la sintomatología
comprendieron cualquier tipo de parestesia o dolor en la palma de
la mano inervada por el nervio mediano, principalmente de noche
o durante la marcha. Estos síntomas pueden ser desencadenados por
ciertas posturas o movimientos repetitivos de los dedos y muñeca,
mientras que el dolor se puede irradiar en forma proximal. Otros
síntomas comprendieron debilidad o pérdida de la destreza manual.
Los signos físicos incluyeron pérdida sensitiva en el territorio
del nervio mediano y déficit motor o atrofia de los músculos de
las eminencias tenares. Las pruebas de provocación (pruebas de Tinel,
Phalen, de comprensión, de hiperextensión) se efectuaron en algunas
oportunidades en el examen físico. Los neurofisiólogos consignaron
anualmente los nuevos casos de STC y transmitieron los datos demográficos,
los hallazgos electrofisiológicos, el profesional que indicó el
estudio y la información clínica. El análisis estadístico comprendió
el cálculo de las incidencias anuales cruda y estandarizada, por
sexo y edad.
Resultados
Durante el período de estudio se registraron 3 143 casos nuevos
de STC, el 79.7% correspondiente a mujeres, las cuales presentaron
menor edad (54 años) al momento del diagnóstico respecto de los
hombres (57 años). El mayor porcentaje de casos en ambos sexos se
detectó entre los 50 y 59 años.
La sintomatología clínica comprendió parestesias de manos de noche
o durante la marcha sin hallazgos objetivos (27.7%), parestesias
diurnas desencadenadas y nocturnas sin hallazgos objetivos (35.2%),
pérdida de sensibilidad (36.7%), debilidad tenar o pérdida de la
destreza manual (13.5%) y atrofia tenar (4%). El 56.8% de la población
refirió dolor y el 62% presentó prueba de Phalen positiva.
La incidencia cruda anual promedio ascendió a 329.4 por 100 000
personas año y la estandarizada a 276 por 100 000. Las incidencias
por sexo ascendieron a 505.6 en mujeres y a 139.1 en varones, con
una relación igual a 3.6:1. En la población femenina la incidencia
alcanzó su valor máximo entre los 50 y 59 años; los varones presentaron
una distribución bimodal con picos entre los 50 y 59 años y entre
los 70 y 79 años.
La incidencia anual promedio en el área industrial y rural fue
de 354.8 por 100 000, mientras que en el área urbana ascendió a
307 por 100 000. En ambos sexos, más del 50% de los pacientes se
encontraba al momento del diagnóstico en el estadio electrosisiológico
"moderado": enlentecimiento de las velocidades de conducción sensitiva
(VCS) del segmento mediano comprendido entre dedos y muñeca y retraso
de las latencias motoras distales (LMD). El 27% de las mujeres y
el 11% de los hombres se encontraron en los estadios "mínimo" y
"leve", con enlentecimiento de VCS del segmento mediano entre dedos
y muñeca con LMD normal; respectivamente, el 20.7% y el 31.9% evidenciaron
estadios "severo" -ausencia de potencial de acción sensitivo del
mediano y retraso de LMD- y "extremo" -ausencia de potencial de
acción sensitivo del mediano y del potencial de acción tenar-.
La mayoría de los casos fueron derivados por clínicos (57.8%),
seguido por reumatólogos, ortopedistas, fisiatras, neurocirujanos,
neurólogos, entre otros especialistas. Cabe destacar, señalan los
autores, que durante la experiencia aumentaron los casos derivados
por clínicos y disminuyeron las derivaciones por parte de reumatólogos.
Conclusión
La incidencia en el área de estudio triplica a la registrada en
Rochester (Minesota) y es similar a la de Marshfield (Wisconsin).
Las diferencias con las experiencias norteamericanas posiblemente
estén asociadas con la inclusión de casos y con las ocupaciones
de la población en riesgo. En la muestra estudiada, la incidencia
del síndrome del túnel carpiano fue superior en mujeres, sujetos
entre 50 y 60 años y residentes de áreas rurales o industriales.
Los autores opinan que los presentes hallazgos epidemiológicos
deberían ser considerados en el diseño de programas de vigilancia
y en estudios relacionados con la medicina del trabajo.
Autoevaluación de Lectura
¿A qué edad se observa con
mayor frecuencia el síndrome de túnel carpiano?
A. Entre 50 y 59 años.
B. Entre los 20 y 29 años.
C. Entre los 70 y 79 años.
D. Después de los 80 años.
Respuesta Correcta
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NO SIEMPRE SE RECONOCE EL RIESGO DE LESION MEDULAR EN NIÑOS CON
TRAUMATISMOS CERVICALES
Londres, Reino Unido
Es frecuente que los niños
con riesgo de lesiones de la médula espinal secundarias a traumatismos
de la columna cervical no sean inmovilizados hasta descartar completamente
esta posibilidad.
British Medical
Journal 324:591-593, 2002
Autores:
Skellett S, Tibby SM, Durward A y Murdoch IA
Institución/es participante/s en la investigación:
Departamento de Cuidados Intensivos Pediátricos,
Guy's Hospital, Londres, Reino Unido
Título
original:
[Immobilisation of the Cervical Spine in Children]
Título en castellano:
Inmovilización de la Columna Cervical en Niños
Alrededor de 35% de los pacientes que ingresan
con un traumatismo de la columna cervical presentan una lesión asociada
de la médula espinal. El daño ligamentario no tiene manifestaciones
radiográficas. La inmovilización de la columna cervical es indispensable
en los pacientes de riesgo para prevenir el desarrollo de lesiones
de la médula espinal y su progresión. Habitualmente se realiza con
un collar rígido y algún elemento suplementario y sólo debe ser retirada
luego de descartar el daño óseo o ligamentario, para lo cual se requiere
un examen clínico minucioso. Los principales signos sugestivos de
lesión son: dolor en el cuello, sensibilidad en la línea media o durante
la palpación cervical y cualquier síntoma o signo de daño neurológico.
Esta evaluación sólo es posible en pacientes concientes (puntaje de
coma de Glasgow mayor de 13) y sin otras lesiones dolorosas que los
distraigan. El examen radiológico inicial es importante para identificar
fracturas inestables que requieren cirugía urgente.
Para evaluar la calidad de la atención de este tipo de pacientes,
los autores analizaron la inmovilización de la columna cervical
en niños con riesgo de lesiones de la médula espinal.
Resultados
Sobre un total de 870 pacientes identificados durante un lapso de
18 meses, 60 tenían riesgo de lesión de la médula espinal. La mediana
de edad fue de 7 años y predominaron los varones (70%).
Se identificaron los siguientes mecanismos de lesión: peatones
o ciclistas arrollados por automóviles, caídas desde más de 4.6
metros, pasajeros en accidentes automovilísticos, golpes directos
en la cabeza y ahorcamiento. La mayoría de los pacientes se encontraba
inconciente al arribo al hospital y 65% tenían un puntaje de coma
de Glasgow inferior a 8 al ingreso.
En total, 23% de los niños (14 de 60) no habían sido inmovilizados
antes de ingresar al hospital. Seis habían sido transportados por
sus padres o sus médicos clínicos. Ocho de los 54 transportados
por ambulancias (15%) no habían sido inmovilizados.
El hospital local no inició la inmovilización en ningún paciente.
Los 14 que no habían sido inmovilizados en el lugar del accidente
eran más pequeños que el resto. También se diferenciaban por el
tipo de lesión: un mayor porcentaje había recibido golpes aislados
en la cabeza y caídas.
En 2 de los 60 niños no se hallaron lesiones cervicales después
del examen clínico. Cincuenta y seis de los 58 restantes requirieron
intubación y ventilación en el hospital local. Al arribo del equipo
de traslado del hospital de referencia, 30 de los 58 pacientes habían
sido inmovilizados. Entre los no inmovilizados, la mitad había llegado
al hospital local sin inmovilización. En el resto, la misma había
sido retirada luego de evaluar una radiografía lateral de cuello
solamente.
El equipo de traslado utilizó tablas espinales con collares rígidos
o bloques, bolsas de arena y cinta adhesiva para inmovilizar a 52
de los 58 pacientes antes del transporte. Seis niños fueron transportados
sin inmovilización. Estos eran más pequeños que los pacientes inmovilizados
y habían sufrido una caída o un golpe directo en la cabeza.
Cinco niños (8%) fallecieron por lesiones cerebrales graves en
las 12 horas consecutivas al accidente. En 4 de ellos sólo se habían
obtenido radiografías laterales de la columna cervical en el hospital
local. En otro no se realizaron estudios de imágenes.
Tres pacientes presentaban fracturas cervicales, una de las cuales
requirió cirugía urgente. Todos habían participado en accidentes
automovilísticos. En dos, la evolución neurológica fue mala debido
a lesiones cerebrales graves. Todos fueron transportados con inmovilización
al centro de derivación. No obstante, dos no estaban inmovilizados
cuando arribó el equipo de traslado: uno nunca había sido inmovilizado
y en el restante se había retirado la inmovilización luego de examinar
una rediografía lateral inadecuada de la columna cervical.
Discusión
La falta de inmovilización de los pacientes con riesgo de lesiones
de la médula espinal cervical es un hecho frecuente.
Esto puede tener consecuencias devastadoras, ya que 75% de estas
lesiones son incompletas en el momento de la presentación. El problema
implica una deficiencia en la inmovilización inicial y el retiro
prematuro de la misma, después de una evaluación insuficiente, opinan
los autores. Entre las causas posibles se incluyen el desconocimiento
de los pacientes de riesgo entre los profesionales de la salud,
la escasez de dispositivos de inmovilización adecuados para los
niños pequeños y la imposibilidad de mantener la inmovilización
en estos pacientes, poco colaboradores.
Los niños con traumatismos de cráneo aislados o que habían sufrido
caídas no fueron inmovilizados con mayor frecuencia que las víctimas
de accidentes automovilísticos. Además, los no inmovilizados eran
más pequeños que el resto. Las consecuencias clínicas de estas observaciones
son importantes, ya que la proporción de lesiones de la columna
cervical superior (C1 a C4) -con mayor riesgo de mortalidad- es
más elevada en pacientes menores de 12 años.
En una elevada proporción de pacientes la inmovilización espinal
fue retirada en el hospital local después de la evaluación radiológica
(16 de 46 pacientes, 35%). Una disminución del nivel de conciencia
impidió el examen clínico adecuado en 14 de ellos y la inmovilización
fue retirada de acuerdo a lo observado en una radiografía lateral
de cuello solamente. Cabe señalar que esta imagen no detecta el
26% de las lesiones de la columna cervical.
Un examen clínico normal descarta la mayoría de las lesiones de
la columna cervical. Si no es posible realizarlo, la inmovilización
deberá mantenerse aun cuando los hallazgos radiológicos sean normales.
Sólo la educación del personal de salud que interviene en este tipo
de emergencias y la accesibilidad a todos los dispositivos de inmovilización
para diferentes edades podrán modificar el problema de la falta
de inmovilización de la columna cervical en niños traumatizados
.
Autoevaluación de Lectura
¿Cuándo se puede retirar la
inmovilización en un niño con traumatismo cervical?
A. Cuando el examen radiográfico
es normal.
B. Cuando el examen clínico es normal.
C. Cuando el niño está conciente y colabora.
D. Cuando el mecanismo de lesión no es un movimiento de latigazo.
Respuesta
Correcta
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