LAS
ESTATINAS NO SERIAN UTILES PARA PREVENIR O MEJORAR LA OSTEOPOROSIS
Estudio prospectivo de observación en mujeres posmenopáusicas
Seattle, EE.UU:
El uso de drogas de la familia
de las estatinas no redujo el riesgo de fracturas ni mejoró la
densidad mineral ósea en mujeres posmenopáusicas. Por lo tanto, no
se justificaría usar las estatinas para el tratamiento de la
osteoporosis.
Fuente científica:
[Annals
of Internal Medicine 139(2):97-104
Jul 2003] – aSNC
Autores
LaCroix AZ, Cauley JA,
Pettinger M y colaboradores
Las drogas estatinas (inhibidores de
la 3-hidroxi-3-metilglutaril coenzima A reductasa) no demostraron
mejorar parámetros clínicos asociados con la osteoporosis en
mujeres posmenopáusicas, como riesgo de fracturas y densidad
mineral ósea.
Estudios recientes de laboratorio habían mostrado que las estatinas
eran capaces de estimular la formación ósea en cultivos de
osteoblastos, en la bóveda craneal murina neonatal y en la corteza
ósea de ratones. La administración oral de estatinas lograba
incrementar en 90% el volumen trabecular óseo de ratas hembras. Por
otro lado, estas drogas han demostrado ser eficientes para reducir
los niveles de colesterol sanguíneo en varios estudios clínicos
multicéntricos. Estos hallazgos sugieren la posibilidad de que el
tratamiento con estatinas podría prevenir tanto los eventos
coronarios y de fracturas, que constituyen dos de las principales
causas de morbilidad en mujeres de edad avanzada. Si bien los
primeros estudios epidemiológicos denotaron menor riesgo de
fractura de cadera en mujeres que recibían estatinas comparado con
las que no recibían estas drogas, estudios subsiguientes produjeron
resultados controvertidos.
En este marco, investigadores del Centro de Coordinación Clínica
de Iniciativa para la Salud de la Mujer en Washington, EE.UU
decidieron examinar la asociación entre el uso de estatinas y la
incidencia de fracturas de cadera, antebrazo o muñeca izquierda u
otras y con los niveles basales de densidad mineral ósea. Para ello
diseñaron un estudio de seguimiento prospectivo que incluyó 93 716
mujeres posmenopáusicas entre 50 y 79 años registradas en 40
centros de atención clínica a lo largo del país entre los años
1994 y 1998. Se registraron y compararon las tasas de fracturas
antes mencionadas entre las 7 846 mujeres que recibían estatinas y
las 85 870 que no recibieron estas drogas durante un período de
seguimiento de 3.9 años (mediana de tiempo de seguimiento). En 6
442 mujeres pertenecientes a 3 centros, se compararon los niveles
basales de densidad mineral ósea corporal total, de cadera y de
espina dorsal anterior y posterior, entre las que recibieron o no
estatinas.
Entre las 7 846 mujeres que recibían estatinas, 1844 (2%) las habían
utilizado por más de 3 años, 3416 (3.6%) por 1-3 años y 2586
(2.8%) por menos de 1 año. Durante el período de seguimiento
ocurrieron 321 fracturas de cadera, 1582 de antebrazo o muñeca y
5864 de otro tipo. La incidencia de fracturas fue similar en el
grupo de mujeres que estaba medicada con estatinas y las que no
recibían estas drogas, sin considerar el tiempo de tratamiento.
Tampoco se observaron diferencias cuando se dividió a las mujeres
de acuerdo al tiempo de tratamiento con estatinas. El uso de
estatinas no se asoció significativamente con reducción del riesgo
de fracturas entre las mujeres en ningún estrato de edad, índice
de masa corporal, uso de terapia hormonal de reemplazo, historia
previa de fracturas o de afección coronaria. Con respecto a la
densidad mineral ósea, mediante análisis multivariado que permitió
ajustar para variables de confusión como edad, etnia, índice de
masa corporal y otros factores, no se observó diferencia
significativa entre las mujeres que habían recibido estatinas y las
que no en ninguna de las localizaciones esqueléticas evaluadas.
Los resultados no evidencian ventaja alguna en las mujeres posmenopáusicas
medicadas con estatinas en cuanto a su condición esquelética. Si
bien los autores consideran en parte limitados sus datos por la baja
prevalencia de uso de estatinas en la población en estudio, los
datos epidemiológicos existentes hasta el presente no permitirían
fundamentar el uso de este tipo de drogas para tratar la
osteoporosis en mujeres posmenopáusicas. Las estatinas no parecerían
prevenir las fracturas en esta etapa de la vida concluyen los
autores.
ASOCIACION ENTRE
DISMINUCION DE DENSIDAD OSEA Y PERDIDA DE PIEZAS DENTARIAS
Osteoporosis
como factor de riesgo de periodontitis en mujeres norteamericanas de
origen asiático
Newcastle upon Tine, Reino Unido:
El estudio realizado en 30
mujeres norteamericanas de origen asiático, demostró que la
disminución de la densidad ósea estaba asociada con alteraciones
del aparato de fijación dental y pérdida de piezas dentarias, en
forma independiente del índice de placa. Estos datos avalan la
existencia de una asociación entre densidad ósea y estado
periodontal.
Fuente científica:
[International
Dental Journal 53:121-125
2003] –aSNC
Autores
Mamad AR, Hooper DA,
Vermilyea AG y colaboradores.
Los autores demostraron correlación
entre disminución de densidad ósea y alteraciones del aparato de
sostén dentario, en mujeres de origen asiático.
La osteoporosis y periodontitis crónica son enfermedades que
afectan a gran número de mujeres y también de hombres, con
incidencia aumentada en función de la edad.
La osteoporosis es una disminución de la masa ósea y del contenido
mineral del mismo, como resultado de una pérdida de equilibrio
entre formación y reabsorción ósea. La disminución del contenido
mineral del hueso y el deterioro de la arquitectura ósea, colocan
al individuo en riesgo de sufrir fracturas. El contenido mineral del
hueso, luego de alcanzar un pico máximo entre los 20 y 30 años,
comienza un paulatino descenso que aumenta notoriamente con la
menopausia, siguiendo una línea paralela a los niveles declinantes
de estrógenos.
La periodontitis es una enfermedad crónica inflamatoria, que ataca
los tejidos de soporte de las piezas dentarias, caracterizada por
reabsorción alveolar y destrucción del tejido blando que une las
piezas dentarias al alvéolo. La periodontitis es la principal causa
de la pérdida de piezas dentarias en el adulto. Estudios
poblacionales transversales han demostrado que la osteoporosis y la
reducción de la densidad ósea, podrían representar factores de
riesgo para la periodontitis.
La osteoporosis de las personas de edad avanzada, representa en
EE.UU.
un gran desafío para la Salud Pública, ya que 1 de cada 3 mujeres
postmenopáusicas están afectadas, y de ellas 12 a 20 % morirán
por complicaciones vinculadas con fracturas. Desde el punto de vista
económico, estiman que serán necesarios 15 billones de dólares
para el tratamiento de los 1.3 millones de norteamericanos, que
anualmente sufren fracturas vinculadas con osteoporosis. Dado que el
envejecimiento de la población continúa, no resulta difícil
imaginar que también aumentará la osteoporosis y sus
complicaciones.
La osteoporosis está caracterizada por la reducción de la masa ósea
y el deterioro de la microarquitectura, tanto del hueso cortical
como trabecular. Las fracturas más comunes son las vertebrales y
las de los huesos largos.
Si bien la exacta etiología de la osteoporosis no está totalmente
aclarada, en cambio la prevalencia está claramente vinculada con
una serie de factores tales como edad, género, raza y nivel estrogénico.
Con relación a la raza, las norteamericanas de origen asiático
tienen menor masa de hueso cortical, que las mujeres blancas de
similar edad.
Por esta razón resulta de particular interés estudiar la relación
entre densidad ósea y estado periodontal en este grupo poblacional.
La relación de osteoporosis y periodontitis crónica, no esta
aclarado al presente momento. De forma similar a la osteoporosis, la
periodontitis crónica es una enfermedad silenciosa, de naturaleza
multifactorial que afecta al hueso.
Si bien la placa es el factor etiológico iniciador de la enfermedad
periodontal, la naturaleza de la respuesta del huésped es clave
para determinar la progresión de la enfermedad y la osteoporosis
podría ser un importante factor contribuyente a la periodontitis.
En teoría la disminución del contenido mineral óseo en el hueso
alveolar, como resultado de la osteoporosis, puede llevar a un mayor
riesgo de deterioro del aparato ligamentario que rodea a la pieza
dentaria, durante la periodontitis.
La enfermedad periodontal es una causa importante de pérdida de
piezas dentarias en el adulto y existiría algún nexo entre
disminución de densidad ósea y deterioro del aparato de fijación
dentario, por lo que los autores partieron de la hipótesis, que la
disminución de la densidad ósea estaría involucrada en la pérdida
dentaria, específicamente en mujeres de norteamericanas de origen
asiático que presentan un mayor riesgo de osteoporosis.
El estudio fue realizado en 30 mujeres del origen mencionado y
encontraron que la disminución de la densidad ósea, estaba
asociada con alteraciones del aparato de fijación dental y pérdida
de piezas dentarias independiente del índice de placa.
LA
TERAPIA DE REEMPLAZO HORMONAL POSMENOPAUSICA INCREMENTA LA MASA
MAGRA Y LA DENSIDAD OSEA
Estudio
llevado a cabo durante 2 años en 109 mujeres menopáusicas tratadas
con diferentes esquemas hormonales.
París, Francia:
La terapia de reemplazo
hormonal en las mujeres posmenopáusicas, aumenta la masa corporal
magra y la distribución del tejido adiposo. Se halló correlación
entre incremento de la masa magra y aumento de la densidad mineral
ósea.
Fuente científica:
[Human
Reproduction 18(8):1747-1752
2003] – aSNC
Autores
Arabi A, Garnero P,
Porcher R, Pelissier C y colaboradores
La terapia de reemplazo hormonal en
las mujeres post menopáusicas, produce incremento de la masa
corporal magra y la distribución del tejido adiposo. Encontraron
correlación entre incremento de la masa magra y del tejido adiposo
con aumento de la densidad mineral ósea, pero esta correlación es
mucho más evidente con la masa de tejido magro.
La menopausia está asociada con una pérdida acelerada de masa ósea,
aumento del peso corporal con cambios en su composición,
caracterizados por disminución de la masa magra e incremento y
redistribución del tejido adiposo.
La proporción relativa de tejido adiposo androide aumenta en la
mujer post-menopáusica. Este fenómeno, si bien, puede ser
ventajoso para la densidad ósea, representa un factor independiente
de riesgo cardiovascular.
Varios estudios han tratado de dilucidar cual es el compartimiento
corporal determinante en mayor grado de la densidad mineral ósea y
además, cuales son los mecanismos por los que un compartimiento u
otro afectan el esqueleto. Los resultados de estos estudios llevaron
a resultados conflictivos.
Algunos encontraron que tanto el tejido adiposo, como el tejido
magro están independientemente vinculados con la densidad ósea;
otros en cambio, establecieron que el tejido adiposo tenía mayor
influencia sobre la densidad y desde luego, no faltaron quienes
afirmaron la preponderancia del tejido magro.
La terapia hormonal de reemplazo post-menopáusica (TRH), previene
la pérdida de masa ósea que sigue a la menopausia. Muchos
investigadores han prestado particular atención a los efectos de la
TRH sobre el peso corporal y los cambios sobrevinientes en la
composición corporal como consecuencia de la menopausia.
Algunos estudios manifestaron que los cambios en la composición
corporal no son evitados por la TRH, o que su efecto en la deposición
de tejido graso en la parte superior del cuerpo es relativamente
pequeña. Otros autores, en cambio, sostienen que la TRH evita el
incremento de peso, y promueve una distribución ginecoide de la
grasa.
Un estudio extenso reciente, concluyó que no existen suficientes
datos respecto a la acción preventiva de la TRH en la redistribución
de la grasa corporal asociada con la menopausia.
Los autores evaluaron el efecto de la TRH durante 2 años sobre la
densidad ósea y la composición corporal de la mujer post-menopáusica.
Participaron 109 mujeres en el ensayo y utilizaron como TRH,
tibolone 2.5 mg en 29 casos, tibolone 1.25 mg en 42 mujeres y
estradiol 2 mg asociado con acetato de noretisterona 1 mg en 38
pacientes.
Al comienzo del ensayo, la densidad mineral ósea mantenía
correlación negativa con la edad y los años transcurridos desde el
inicio de la menopausia y correlación positiva con la masa corporal
magra y la masa corporal grasa.
Durante el tratamiento, la densidad mineral ósea aumentó en todos
los huesos, mientras que la fosfatasa alcalina, la osteocalcina y la
excreción urinaria del C-telopéptido disminuyeron. La masa magra
aumentó, mientras que la grasa androide y la obesidad androide
disminuyeron. El aumento de la densidad ósea en todos los sitios
examinados tuvo correlación positiva con los cambios de la masa
magra.
EL
USO PROLONGADO DE CORTICOIDES PUEDE SER DELETEREO PARA EL HUESO
Resultados
de un estudio que analiza los diferentes factores que contribuyen a
la pérdida de masa ósea, en pacientes con compromiso glomerular,
que utilizan corticoides en su tratamiento
San Pablo, Brasil:
Los pacientes jóvenes y las
mujeres premenopáusicas que usan dosis de corticoides a largo plazo
para el tratamiento de enfermedad renal glomerular presentan elevada
frecuencia de osteopenia; la pulsoterapia en especial en pacientes
con lupus eritematoso sistémico es deletérea para el hueso.
Fuente científica:
[Nephron
Clinical Practice 94:c69-c74
2003] –aSNC
Autores
Barbosa de Deus R,
Conde Ferreira A, Mastroiani Kirsztajn G y otros
La pérdida de masa ósea como
consecuencia de la terapia con corticosteroides fue reconocida desde
los inicios del uso de la cortisona. Esta pérdida ósea se
caracteriza por disminución de la masa ósea y deterioro de la
microarquitectura del hueso que puede conducir a un riesgo
incrementado de fracturas de los cuerpos vertebrales.
La pérdida mencionada se observa en los primeros 6 -12 meses luego
del inicio de la terapia y la tasa de pérdida disminuye lentamente
luego del primer año de tratamiento.
Investigadores de la División de Nefrología de la Universidad
Federal de San Pablo desarrollaron un estudio retrospectivo para la
evaluación de la densidad mineral ósea (DMO) en pacientes jóvenes
afectados de enfermedad glomerular primaria o secundaria a lupus
eritematoso sistémico.
Se determinaron los datos de 72 pacientes (25 hombres/47 mujeres
premenopáusicas) con enfermedad glomerular primaria (n=35) o
secundaria a lupus eritematoso (n=37) con función renal normal, que
recibieron corticosteroides en forma de prednisona y/o
metilprednisolona, en dosis >/= 7.5 mg/día, por un período de
por lo menos 6 meses.
La dosis acumulativa, la duración de la terapia, los parámetros
bioquímicos y otros factores que contribuyeron a la pérdida ósea
fueron evaluados.
Los resultados de la investigación determinaron la existencia de 37
(52%) pacientes con baja DMO (29 con osteopenia y 8 con
osteoporosis). El grupo con menor DMO presentó un peso medio más
bajo y menor índice de masa corporal que el grupo con masa ósea
normal.
El ingreso de calcio fue inferior a 400 mg/día en todos los
pacientes con menor DMO y en todos los sujetos se registró el
antecedente del uso de furosemida como droga concomitante, por un
mayor período de tiempo en comparación con el grupo con DMO
normal.
Otro dato de interés fue el mayor número de pulsos por paciente y
una dosis acumulativa media mayor de metilprednisolona, observada en
el grupo con menor masa ósea.
Las conclusiones del estudio mostraron la elevada frecuencia de
osteopenia entre pacientes jóvenes y mujeres premenopáusicas con
enfermedades glomerulares, que recibieron terapia corticoidea
durante un largo plazo.
El menor índice de masa corporal y el ingreso de calcio reducido,
así como el uso concomitante de furosemida pudo contribuir para la
pérdida de masa ósea.
El número elevado de terapia con pulsos que condujo a mayores dosis
acumuladas intravenosas, en particular en pacientes con nefritis lúpica,
mostró que la terapia con pulsos puede ser deletérea para el
hueso.
ASOCIACION
ENTRE EL PESO DE NACIMIENTO Y LA APARICION DE OSTEOPOROSIS Y
ARTROSIS EN LA VIDA ADULTA
Resultados
de un estudio de cohorte en mujeres mellizas
Londres, Reino Unido:
La asociación entre el peso
del nacimiento y la masa ósea, mediada por el tamaño del
esqueleto, confirman la importancia de la influencia de la
programación fetal en el desarrollo del esqueleto. Los factores
placentarios y de la nutrición del feto desempeñan un papel
esencial en el desarrollo óseo.
Fuente científica:
[Rheumatology
42:791-796 2003] aSNC
Autores
Antoniades L,
MacGregor A, Andrew T y colaboradores
El bajo peso y el tamaño pequeño
fueron asociados con cierta predisposición a la aparición de
resultados adversos en la adultez, que incluyen la hipertensión,
resistencia a la insulina, enfermedad coronaria cardiovascular y en
los últimos tiempos se asociaron además con la reducción de la
masa ósea adulta y la masa muscular.
La teoría que sustenta esta hipótesis considera que la mala
nutrición fetal en la mitad y en el último estadío de la gestación
puede guiar un patrón de patología y enfermedad en la vida adulta.
Investigadores de la Unidad de Epidemiología Genética y de
Investigación en Mellizos del St Thomas´ Hospital, desarrollaron
un estudio que exploró la asociación del peso del nacimiento y la
futura aparición de osteoporosis (OP) y artrosis, en una amplia
población de mujeres mellizas. Esta hipótesis fue investigada con
el análisis de las discordancias entre los pares de mellizas en el
peso del nacimiento y sus fenotipos adultos.
Los datos registraron las diferencias en la densidad mineral ósea
(DMO) y el contenido mineral del hueso (CMO), así como la
existencia de artrosis en la mano, cadera y rodilla.
Los resultados de la investigación determinaron que la edad media
de las parejas de mellizas fue de 47.5 +/-12.3 años. Las
diferencias en el peso del nacimiento entre las parejas se asociaron
significativamente con la DMO en la columna (p=0.047), cadera
(p=0.016) y cuello del fémur (p<0.001), no así en el antebrazo
(p=0.245).
Estos datos fueron ampliamente explicados por la asociación entre
el peso del nacimiento con el peso y la talla adultas.
En relación con el papel del peso de nacimiento en el desarrollo de
artrosis observable por radiología en mujeres, se excluyó asociación
alguna; sin embargo pudo determinarse en los hombres un ligero
efecto.
Los hallazgos encontrados se basaron en un amplio número de sujetos
pertenecientes a pares de mellizas, con el consiguiente beneficio
que implicó la investigación en este grupo poblacional.
Las limitaciones del estudio se relacionaron con el informe del peso
de nacimiento por cuestionarios autoadministrados; otro aspecto de
importancia fue la consideración de la representatividad de la
muestra dado que si bien los mellizos fueron ideales para el estudio
de la programación fetal, el bajo peso en el nacimiento no presentó
el mismo valor que en los embarazos únicos.
Los autores consideraron que en la amplia cohorte de mellizas
femeninas estudiadas, el peso del nacimiento se asoció con la masa
ósea adulta y que esta asociación fue independiente del factor
materno.
La asociación referida fue fuerte para el contenido mineral del
hueso y menos marcada pero significativa, para la densidad mineral
ósea.
El estudio, que fue el primero en el hallazgo de tan clara asociación,
independiente de los factores maternos, no demostró asociación
entre el peso del nacimiento y el desarrollo radiográfico de
artrosis, en etapas posteriores de la vida.
Los investigadores concluyeron que los factores maternos no fueron
responsables; la nutrición fetal y las condiciones placentarias
desempeñaron un papel de importancia en el desarrollo del
esqueleto.
OBSERVAN
FALTA DE MEDIDAS PREVENTIVAS PARA LA OSTEOPOROSIS EN MUJERES PRE Y
POSTMENOPAUSICAS
Estudio
cruzado entre 270 participantes de 18 a 77 años de edad.
San Antonio, EE.UU.:
Los resultados de este estudio
sugieren que la mayoría de las mujeres mejicanas no reciben medidas
adecuadas o consejos acerca de la osteoporosis; debido a esto, los
agentes de salud deberían incrementar sus prácticas sobre la
prevención.
Fuente científica:
[Southern
Medical Journal 96(5):
458-464 May 2003] –aSNC
Autores
Orces C, Casas C, Lee
S y colaboradores.
La osteoporosis es una enfermedad
caracterizada por masa ósea baja y deterioro de la
microarquitectura del tejido óseo, lo que lleva al aumento de la
fragilidad del hueso y al incremento consecutivo del riesgo de
fracturas. Cada año, más de 1 500 000 norteamericanas presentan
fracturas relacionadas con la enfermedad, acompañadas de dolor,
deformidad y pérdida de la autonomía.
Entre las mujeres de más de 80 años de edad, el 27% tiene
osteopenia en al menos 1 lugar del esqueleto, y el 70% presentan
osteoporosis y, entre ellas, el 60% sufre 1 o más fracturas del fémur
proximal, las vértebras, el húmero proximal o la pelvis.
La prevención es la estrategia con la relación costo-beneficio más
adecuada para enfocar esta patología, y debería incluir correcta
nutrición, ejercitación física y el empleo de drogas contra la
resorción del hueso. Entre los nutrientes, el calcio es el más
importante para la prevención, y existen suficientes datos
disponibles como para aconsejar la ingesta de 1 000 a 1 500 mg por día,
aunque se estima que sólo el 50 al 60% de la población cumple con
dichos requerimientos.
Además del aspecto nutritivo, fuertes evidencias sugieren que la
realización de actividad física desde edades tempranas de la vida,
contribuye a obtener picos de masa ósea más elevados, y a
disminuir la pérdida de dicha masa atribuible a la falta de
actividad en los adultos más añosos.
En el aspecto farmacológico, la institución de la terapia de
reemplazo hormonal resulta la más efectiva en términos de
costo-beneficio, con cifras que alcanzan una reducción del 50% de
las fracturas luego de 7 años de empleo de la terapia.
Los resultados de este análisis demuestran que la evaluación por
densitometría, el conocimiento de la enfermedad, la educación pública
y los consejos provistos por los agentes encargados del cuidado de
la salud, si bien son determinantes para la prevención, no llegan
en forma adecuada a la mayoría de las mujeres mejicanas.
Se efectuó un estudio mediante cuestionario que fue completado por
270 mujeres con edad media de 44 + - 16.6 años; entre ellas 143
eran premenopáusicas y 122 postmenopáusicas.
Las variables cuantitativas se expresaron estadísticamente como
valores de la media y sus desviaciones estándar, y los resultados
de los modelos de regresión logística se ajustaron para intervalos
de confianza del 95%; los niveles de significancia se establecieron
a un valor de p<0.05.
Se encontró que la evaluación ósea por densitometría era un
fuerte determinante para la suplementación con calcio y la terapia
de reemplazo hormonal entre estas mujeres. Además, se pudo
comprobar que la densidad mineral del hueso tuvo relación con la
presencia o ausencia de comportamientos saludables en las postmenopáusicas,
incluyendo la suplementación dietaria con calcio, la disminución
de la cantidad de cafeína, el incremento del ejercicio, la
disminución de la cantidad de cigarrillos fumados y la toma de
precaución con respecto a las caídas.
La prevalencia del uso de la terapia hormonal entre las postmenopáusicas
fue del 41%, es decir levemente superior a los índices en
poblaciones similares, y una explicación probable para esa mayor
utilización, puede deberse al hecho de que un número significativo
de las mujeres eran más jóvenes, y se les había practicado
histerectomía.
Se pueden mencionar como limitaciones del estudio, que los consejos
de los encargados de la salud, el monitoreo y las medidas
preventivas se determinaron por citación del paciente y no por
revisión de las historias clínicas, lo que puede haber subestimado
el índice actual de consejos a dichos pacientes; además, se han
aprobado actualmente vatios agentes antiresortivos para la prevención
de la patología, que pueden haber sido indicados en estas mujeres,
aunque debido a su alto costo, se limitaron las medidas de prevención
a la utilización de la terapia de reemplazo hormonal.
En conclusión, señalan los autores, los determinantes de la
prevención para la osteoporosis son la evaluación densitométrica
ósea, el conocimiento sobre la enfermedad, el antecedente de
histerectomía, la educación pública y los consejos médicos. Los
resultados de este ensayo, agregan, deberían animar a los agentes
de salud a incrementar sus prácticas de consejos frente a la
prevención de la enfermedad
METODOS
DE VALORACION DEL TAMAÑO VERTEBRAL Y SU RELACION CON LA FRACTURA
OSTEOPOROTICA
Intentos
para solucionar las dificultades de definición de valores de
referencia respecto a vértebra normal.
Lyon, Francia:
Los autores utilizaron 4 métodos
diferentes para obtener valores de referencia respecto a la altura
de lo que puede definirse como vértebra normal. Cuando compararon
estos valores con una población conteniendo personas con fractura
osteoporótica, encontraron igual prevalencia de la fractura con
cualquiera de los métodos de referencia.
Fuente científica:
[Bone
32:441-448 2003]
aSNC
Autores
Szulc P, Munoz F,
Marchand F y colaboradores
Las fracturas vertebrales son las más
frecuentes fracturas de origen osteoporótico; pese a ello su
epidemiología no está totalmente aclarada. La mayoría de ellas no
llega al conocimiento ni a la atención clínica y el diagnóstico
está basado en la radiología. Un método habitual de identificación
de la prevalencia de fracturas vertebrales en estudios epidemiológicos
es la morfometría vertebral, o sea el estudio de la forma y el tamaño
de la vértebra. Si bien, varios estudios terapéuticos, en lugar de
la morfometría, han utilizado técnicas semicuantitativas para
determinar la prevalencia de fracturas vertebrales.
Las fracturas vertebrales incidentales pueden evaluarse mediante la
combinación de métodos morfométricos y semicuantitativos. La
identificación morfométrica está basada en la comparación de la
altura vertebral con los valores obtenidos en una población normal
tomada como referencia.
La prevalencia de fracturas vertebrales en cohortes de similar edad,
varían de acuerdo al estudio. Existen varias razones para esta
variación. Las diferencias pueden deberse a auténticas diferencias
en la prevalencia entre poblaciones.
Los resultados del Estudio Europeo Prospectivo de Osteoporosis
indican una importante variabilidad de la incidencia de fractura
vertebral en función de la zona geográfica. Las variaciones
observadas con métodos morfométricos son debidos a los distintos
criterios utilizados para definir la forma de una vértebra anormal.
Los autores también demostraron que la calidad de las radiografías
puede influir en el valor del desvío estándar y consecuentemente
en el valor calculado de prevalencia.
Tampoco resulta sencillo definir los valores de referencia normales
en los distintos grupos de edad y sexos.
El objetivo del presente estudio fue comparar el diagnóstico de
fractura vertebral basado en valores de referencia definidos por 4
mecanismos distintos y estudiar la influencia de estos valores sobre
la prevalencia de fractura vertebral en el mismo grupo poblacional.
Estas comparaciones fueron realizadas en dos grupos de mujeres
postmenopáusicas usando dos métodos morfométricos y el sistema
semicuantitativo de Genant y colaboradores.
Los valores de referencia pueden obtenerse en adultos jóvenes sin
enfermedades de la columna, pero este método requiere realizar
radiografías innecesarias en personas normales. Otra forma
consistiría en seleccionar radiografías normales de una población
de mujeres menopáusicas sin enfermedad ósea conocida. De esta
manera, podrían ser pasados por alto algunas anormalidades leves de
los cuerpos vertebrales o inversamente podrían aplicarse criterios
demasiado exigentes y excluir casos que reflejarían la variabilidad
normal de la forma del cuerpo vertebral. Esta elección subjetiva
podría influir sobre los valores de referencia. El tercer método
consistiría en obtener valores de una población general de la que
excluyen ciertas alturas vertebrales consideradas anormales conforme
a un algoritmo estadístico descrito por Melton y colaboradores o
por Black y asociados. Este método de corte, permite obtener
valores de referencia en la cohorte estudiada. Sin embargo, la
influencia de estos algoritmos sobre el diagnóstico de fractura
vertebral comparado con otros métodos de morfometria vertebral, no
había sido estudiado en el pasado.
El estudio que realizaron los autores, permitió demostrar que la
prevalencia de fractura de vértebra en una población resultaba
similar, independientemente del método utilizado para establecer
los valores de referencia |