Sociedad Iberoamericana
de Información Científica

Volumen 8, Número 4, 2003
 

Novedades de la Especialidad


EL CONSUMO DE PESCADO ES BENEFICIOSO AUN EN PEQUEÑAS CANTIDADES

Una vez por mes puede reducir el riesgo de accidente cerebrovascular.

Boston, EE.UU.
Un consumo mensual relativamente bajo de pescado sería suficiente para disminuir en forma significativa el riesgo de accidente cerebrovascular de tipo isquémico.
[JAMA 288:3130-3136, Dic 2002 - SIIC]



El consumo de pescado una vez por mes, como mínimo, es suficiente para disminuir en forma significativa el riesgo de accidente cerebrovascular (ACV) isquémico, afirman investigadores de Harvard's School of Public Health y colaboradores de otros centros de Boston, Massachusetts, EE.UU. Las conclusiones son resultado del análisis de los datos de un estudio prospectivo a largo plazo, con 12 años de seguimiento (The Health Professional Follow-up Study), en el que 43 671 hombres de 40 a 75 años, sin enfermedad cardiovascular al comenzar el ensayo (año 1986), completaron una detallada encuesta de frecuencia de alimentación, semicuantitativa. Los investigadores exploraron el riesgo relativo (RR) de ACV por subtipos, basado en el promedio de consumo de pescado o de ácidos grasos poliinsaturados omega 3 de cadena larga, en determinaciones realizadas en 1986, 1990 y 1994.

Los resultados permitieron comprobar en esta cohorte 608 ACV durante el período de seguimiento. De ellos, 377 fueron isquémicos, 106 hemorrágicos y 125 no pudieron ser clasificados.

Comparados con los hombres que consumieron pescado menos de una vez por mes, el RR de ACV isquémico fue significativamente menor entre los que habían consumido este tipo de alimento una a tres veces por mes (RR 0.57, intervalo de confianza 95% 0.35-0.95). El riesgo de ACV no se redujo más con consumos mayores de pescado y los análisis estadísticos confirmaron esta falta de linealidad en los resultados. El RR para los hombres que consumían pescado al menos una vez al mes, comparado con los que no llegaban a ese nivel de consumo, fue de 0.56 (0.38-0.83) para el ACV isquémico y de 1.36 (0.48-3.82) para el ACV hemorrágico. La asociación inversa entre consumo de pescado y ACV isquémico no se modificó por el uso de aspirina. La asociación entre consumo de pescado o de ácidos grasos omega 3 y riesgo de ACV hemorrágico, no alcanzó valores significativos.

Se sabe que los datos ecológicos sostienen la hipótesis de que el consumo de pescado puede reducir el riesgo de ACV isquémico. En este ensayo los autores comprobaron que en una gran cohorte de sexo masculino, este alimento aun en cantidades mínimas (sólo una vez por mes, o más) disminuye en un 40% el riesgo de ACV isquémico. Los autores agregan que la naturaleza prospectiva del ensayo y el cuidadoso diseño y seguimiento a largo plazo reducen las posibilidades de error. No obstante, se aclara que el estudio se llevó a cabo exclusivamente en hombres, sin antecedentes de diabetes ni enfermedades cardiovasculares.

En cuanto a la posibilidad de que el mayor consumo de pescado o de ácidos grasos omega 3 incrementen el riesgo de ACV de tipo hemorrágico, los autores comentan que no se comprobaron diferencias significativas en este ensayo, pero que la gran dispersión en los valores del intervalo de confianza son indicadores de un número bajo de casos, por lo que se sugieren investigaciones adicionales para obtener mayores conclusiones.


EFECTO DEL EJERCICIO EN MUJERES POSTMENOPAUSICAS

Influencia en la varaición de la grasa total e intraabdominal.

New Haven, EE.UU.
Doce meses de ejercicio moderado sin modificación de la dieta elimina el 4.2% de la grasa corporal total en mujeres postmeopáusicas obesas o con sobrepeso.
[The Journal of the American Medical Association 289(3):323-330, Ene 2003 - SIIC]


La actividad física regular reduce el peso y la grasa corporal en mujeres postmenopáusicas obesas o con sobrepeso. Así lo afirman investigadores de la Universidad de Yale, quienes evaluaron los efectos de distintos niveles de ejercicio en 173 mujeres mayores de 50 años con estilo de vida sedentaria. La intervención consistió en la realización de alguna actividad física moderada de al menos 45 minutos de duración 5 días a la semana durante 12 meses. Las actividades incluyeron caminatas, ciclismo, gimnasia, natación y tenis, entre otros. Por otra parte, durante un año, las mujeres del grupo control asistieron a sesiones semanales en donde efectuaron ejercicios de estiramiento. Cabe destacar que durante la experiencia todas las participantes mantuvieron sus dietas habituales. El análisis reveló que a los 12 meses, las mujeres que realizaron actividad física disminuyeron en promedio 1.3 kg, mientras que los controles aumentaron 0.1 kg. Además, las primeras redujeron 8.5 g/cm2 de grasa intraabdominal respecto al incremento de 0.1 g/cm2 del otro grupo. Las modificaciones en el peso y la grasa corporal no variaron con la edad ni con el índice de masa corporal. Por otra parte, las mujeres que se ejercitaron más de 195 minutos por semana (altamente activas) eliminaron el 4.2% de la grasa corporal total, valor que descendió al 2.4%, 0.6% y 0.4% en los grupos de actividad intermedia y baja (menos de 135 minutos semanales) y controles, respectivamente. Los valores correspondientes a la variación de la grasa intraabdominal alcanzaron al -6.9%, -5.9%, -3.4% y +0.1%. Finalmente, el incremento de la capacidad cardiovascular también se asoció con mayor reducción de la grasa intraabdominal.

Los presentes hallazgos indican que el ejercicio moderado en mujeres postmenopáusicas previamente sedentarias produce reducción significativa del peso, así como de la grasa total e intraabdominal. Además, los autores comprobaron mejoría del estado cardiovascular, con reducción de la morbilidad y mortalidad, independientemente de la obesidad. Por lo tanto, consideran que las mujeres con sobrepeso deben ser alentadas a que efectúen este tipo de actividad como medio para reducir el riesgo de patologías crónicas asociadas al exceso de peso.


ANALIZAN LAS CARACTERISTICAS EPIDEMIOLOGICAS DE LA TUBERCULOSIS OSEA EN ESPAÑA

Estudio clínico en pacientes inmunocompetentes en el Noroeste de España.

Lugo, España.
La espondilitis tuberculosa es una importante causa de morbilidad. La demora diagnóstica es uno de los factores más importantes de riesgo de complicaciones graves.
[Clinical and Experimental Rheumatology 20:327-333, 2002 - SIIC]


El estudio retrospectivo de todos los pacientes de más de 14 años con diagnóstico de tuberculosis (TBC) entre 1986 y 1999 reveló una incidencia anual de espondilitis tuberculosa (ETBC) de 0.55 por 100000 habitantes. Los hallazgos pusieron de manifiesto que la entidad es una causa importante de morbilidad. El diagnóstico se demoró en casi todos los casos, fenómeno que puede asociarse con complicaciones graves, afirmaron especialistas del Complejo Hospitalario de Ourense.

La ETBC es la infección de uno o más componentes de la columna vertebral, esencialmente vértebras, discos intervertebrales, tejido blando paravertebral y espacio epidural por M. tuberculosis. Sólo se observa en el 1% de los enfermos con infección TBC pero representa el 25% al 60% de las manifestaciones óseas y articulares de la misma.

Si bien es una patología potencialmente curable, el diagnóstico tardío conlleva un importante riesgo de secuelas funcionales graves e, incluso, muerte. La necesidad de mantener un estado continuo de alerta motivó a los expertos españoles a describir su experiencia de más de 14 años en dos áreas contiguas del noroeste de España, región en la que la TBC es algo más prevalente que en áreas vecinas.

Debido a que el propósito de la investigación fue determinar la incidencia, hallazgos clínicos y evolución en personas sin enfermedades subyacentes debilitantes se excluyeron pacientes infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana.

El diagnóstico de TBC se basó en las manifestaciones clínicas -dolor lumbar inflamatorio, fiebre, síntomas constitucionales y compromiso neurológico; hallazgos en los estudios de imágenes (tomografía computada o resonancia nuclear magnética, TC y RNM, respectivamente); resultados microbiológicos; respuesta al tratamiento antituberculoso o presencia histológica de granulomas.

Se identificaron 37 individuos -19 hombres- con una edad promedio de 60 años con ETBC -el 62% de los individuos tenía más de 60 años. Las regiones torácica y lumbar fueron las más afectadas.

Los síntomas llevaban, en promedio, una duración de 28 semanas y sólo se constataron manifestaciones compatibles con TBC pulmonar activa o cicatrizada en el 30% de los enfermos. En un cuarto de los pacientes la reacción de Mantoux fue negativa.

La eritrosedimentación elevada y el dolor lumbar fueron hallazgos casi constantes pero, en forma llamativa, sólo el 19% tuvo fiebre. El estudio radiológico permitió realizar el diagnóstico en el 84% de los enfermos mientras que, en los restantes, la TC o la RNM mostraron signos patognomónicos. Ambos procedimientos fueron de mucha utilidad para detectar abscesos y compresión medular. El cultivo del material obtenido por aspiración percutánea y por biopsia ósea abierta fue positivo en más del 70% de los casos. Se indicó tratamiento antituberculoso en todos los pacientes durante 44 semanas em promedio. Doce sujetos debieron ser intervenidos para remover un absceso de tejidos blandos o por complicaciones neurológicas. El dolor y las deficiencias neurológicas fueron las secuelas más comunes.

Los autores recordaron que, en Galicia, la incidencia anual de TBC es de 72.7 casos por 100 000 habitantes, algo mayor a la que se registra en el resto de España, país con una incidencia elevada de infección. La edad promedio de los pacientes de la serie contrasta con la habitual, de alrededor de 40 años. La rareza relativa de la entidad, en combinación con la elevada incidencia de dolor lumbar en la población general, complica el diagnóstico apropiado. Sólo un alto nivel de sospecha puede revertir la situación, agregaron finalmente los expertos de España.

Trabajos Distinguidos, Serie Clínica Médica, integra el Programa SIIC de Educación Médica Continuada



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