|
Asociación Argentina de Psiquiatras |
|
Novedades de la Especialidad |
|
UTILIDAD DEL DIVALPROEX SÓDICO EN LOS TRASTORNOS POR ESTRÉS POSTRAUMÁTICOS Estudio realizado en adultos no hospitalizados con antecedentes de abuso físico o sexual en su niñez. Nueva York, EE.UU. Los autores mencionan que los PTSD, tienen una alta prevalencia en la
población general (5% a 10% de la población adulta).
El tratamiento de los PTSD generalmente consiste en psicoterapia
asociada a la farmacoterapia.
Los medicamentos actualmente aprobados en los EE.UU. para el
tratamiento de esta patología son los inhibidores de la recuperación de
la Serotonina (SSRIs), la Sertralina, y la Paroxetina.
Estos medicamentos han demostrado controlar parcialmente los síntomas
del PTSD.
En algunos estudios abiertos se ha reportado una mejora en los síntomas
mayores del PTSD (reexperimentación, activación y evitación) con el uso
de drogas más modernas como la Fluoxetina o la Nefazolona.
Los inhibidores de la monoaminooxidasa, los antidepresivos tricíclicos
y las benzodiazepinas han sido menos eficaces para controlar los síntomas
del PTSD.
Finalmente, los autores mencionan el uso de los anticonvulsivantes
estabilizadores de la conducta, como por ejemplo, la Carbamazepina, la
cual ha sido relacionada con una disminución de las pesadillas y la
reexperimentación.
Dentro de este grupo de drogas, existen reportes sobre la eficacia del
Divalproex sódico para controlar los síntomas de reexperimentación,
activación, evitación y agresividad.
Debido a que la mayor parte de los estudios realizados hasta el
momento, se ha efectuado en pacientes veteranos de guerra, el presente
estudio se enfocó en una población civil de pacientes no hospitalizados.
Todos los pacientes incluidos tuvieron antecedentes de abuso físico o
sexual durante su niñez, y el diagnóstico de PTSD se realizó de acuerdo
a los criterios del manual diagnóstico y estadístico de los trastornos
mentales (DSM-IV).
La dosis inicial de Valproex sódico fue de 250 mg /12 hs y la misma se
fue incrementando cada 3 a 5 días, de acuerdo con las necesidades de los
pacientes (la dosis promedio fue de 1500 ± 661 mg/día).
Los pacientes que estaban recibiendo otras drogas psicotrópicas antes
de comenzar el estudio, continuaron con su tratamiento.
Durante el estudio se controlaron los niveles séricos de ácido
valproico y se realizó un hepatograma antes de comenzar el tratamiento y
otro al cumplirse las 8 semanas.
Los síntomas fueron registrados antes de comenzar el tratamiento y al
final del mismo utilizando la escala para la auto evaluación del PTSD
(PPS-SR), el test de Hamilton para depresión y ansiedad (HAM-D y HAM-A) y
el inventario para la depresión de Beck (BDI), definiendo como mejoría a
una reducción mayor o igual al 33% en el PPS-SR.
Luego de 8 semanas se observó una mejora significativa en los síntomas
más severos (p < 0.02) sobre todo disminución en la evitación y
excitación.
Los síntomas de depresión severa también mejoraron
significativamente (p < 0.02).
En general el Diaproex fue bien tolerado, solamente un paciente tuvo
que interrumpir el tratamiento debido a que presentó alteraciones del
estado de conciencia, recuperándose luego de que fue suspendida la
medicación.
La conclusión final de los autores es que el Valproex sódico, es un
medicamento potencialmente útil para el tratamiento de los PTSD en
pacientes adultos, no hospitalizados, que tuvieron abuso físico o sexual
durante su niñez.
Será necesario realizar estudios controlados contra placebo y en un
mayor número de pacientes para poder determinar con certeza la
efectividad de este medicamento. |
|
EXISTEN MAYORES DIFICULTADES EN EL TRATAMIENTO DE QUEMADURAS EN LOS
PACIENTES CON ESQUIZOFRENIA La patología psiquiátrica prolonga la internación de los quemados. Viena, Austria. Las 4 pacientes eran mujeres con una edad media de 28 años y en todas,
el diagnóstico psiquiátrico fue esquizofrenia (ICD 10: F20.9). El uso de
material líquido inflamable, fue la causa más común de la lesión y la
superficie corporal total quemada era de 33%. La severidad media de las
quemaduras era de 8 y la estadía media hospitalaria fue de 50 días.
Todos los pacientes se caracterizaron por una estadía prolongada en
comparación con pacientes sin patología psiquiátrica agregada; en estos
últimos la internación media fue de 31 días. Las razones de esta
prolongación fueron atribuidas a una mayor lentitud en la cicatrización
de las heridas, mayor cantidad de operaciones, demoras para lograr la
movilización y escasa cooperación de las enfermas..Es posible que en los
pacientes con esquizofrenia, los cambios nutricionales, alteraciones del
sueño y utilización de medicamentos psiquiátricos pueden tener
influencia sobre su sistema inmune. La ansiedad y la depresión también
se encuentran frecuentemente asociadas con una disminución de la
inmunidad celular y humoral. Las alteraciones del sueño, particularmente
la reducción de horas de la misma, reduce mecanismos endocrinos que
generan una tendencia anabólica, además que las alteraciones del sueño
pueden interferir con la función de macrófagos y linfocitos. No es
infrecuente observar que los pacientes esquizofrénicos tienen un apetito
disminuido, lo que lleva a la desnutrición, que a su vez es causa de
demoras en la cicatrización. Las estrategias terapéuticas que los
profesionales intentan poner en marcha en estos pacientes, se encuentran
con una respuesta apática y poco colaboradora de enfermos carentes de
motivaciones sólidas. La suspensión de los neurolépticos es causa de pérdida
de apetito y por ende pérdida de peso. La conducta autoagresiva observada
en estos pacientes, tiene influencia sobre su sistema immune, deprimiéndolo
y las vuelve más susceptibles a infecciones. La combinación de todos los
factores hasta aquí analizados, hace que el tratamiento de los pacientes
esquizofrénicos con quemaduras importantes sea una tarea nada fácil.
Las quemaduras autoinfligidas son una fuente permanente de casos en las
unidades de quemados de todo el mundo. En la literatura médica, pueden
distinguirse dos grupos: aquellos que intentan suicidarse, y aquellos que
muestran una conducta automutilante, sin que el fin último sea el
suicidio propiamente dicho. El fenómeno de la epidemia de automutilación,
fue definido como un proceso de contagio, en el cual un individuo se
autoinflige lesiones y luego es seguido como imitación, por otros. Ross
and Mc Kay interpretaron estas crisis como una forma primitiva de intento
de comunicación, y pensaron que los pacientes intentaban de esta manera
expresar enojos o celos.
Todas las pacientes estudiadas por los autores sufrían de delirios
paranoides y alucinaciones auditivas y recibían tratamiento antipsicótico,
con el diagnóstico de esquizofrenia (ICD 10: F20.9). El período de
internación fue comparado con pacientes de igual gravedad en cuanto a sus
quemaduras, pero sin padecer patología psiquiátrica.
Otros autores han demostrado que la presencia de enfermedad psiquiátrica
en pacientes gravemente quemados, incrementa su mortalidad. En los casos
estudiados por los autores, no hubo casos de fallecimiento. Los autores,
asimismo piensan que la prolongación de la internación observada en sus
4 casos, fue debida a demora en la cicatrización de las heridas y no
estuvo vinculada con la conducta autoagresiva, sino con factores
psiconeuroinmunológicos. Varios trabajos han demostrado como los factores
psicológicos pueden alterar la función inmunitaria, y la relación con
la cicatrización de heridas.
Las alteraciones en el sueño fueron observadas en las 4 pacientes
tratadas en este trabajo, y existen claras evidencias que la deprivación
del sueño interfiere con el sistema inmunitario. El apetito pobre fue
también una constante en las pacientes, por lo que proponen una
alimentación hipercalórica en estas situaciones. Los autores
administraron por un catéter nasogástrico, una dieta de 42 kcal por kilo
de peso.
En conclusión, en los pacientes quemados con patología psiquiátrica
grave debe prestarse atención al posible círculo vicioso mente-cuerpo y
a los factores sueño, y alimentación que dificultan su tratamiento.
|
|
CARACTERISTICAS ASOCIADAS CON EL ABUSO O ABANDONO DE LOS ANCIANOS Estudio retrospectivo en un servicio de psiquiatría geriátrica. Montreal, Canadá Al realizar el análisis estadístico, los autores comprobaron que los
ancianos que tienen mayor riesgo de sufrir abuso son los que viven con
familiares distintos del esposo o esposa, amigos u otras personas,
comparados con aquellos que viven con su cónyuge o que están en un
ambiente supervisado (Indice de riesgo [IR] 10.5, Intervalo de confianza
95% [IC] 2.3-47.8). Además, comprobaron que los ancianos viudos,
divorciados o separados tienen mayor riesgo de sufrir abusos que los
casados (IR 4.7, IC 1.02-22.0). Entre las tendencias que no alcanzaron
significación estadística mencionan el sexo femenino, el abuso de
alcohol, los problemas de conducta y los trastornos cognitivos crónicos.
En un estudio anterior ya se había señalado que la violencia sufrida por
individuos con enfermedad de Alzheimer se asocia con la convivencia de
familiares inmediatos pero donde no está presente el cónyuge.
Los autores comentan que el abuso o abandono de los ancianos es
relativamente frecuente entre aquellos derivados a servicios de psiquiatría
geriátrica, y que estos servicios suelen contar con recursos y expertos
multidisciplinarios que permiten manejar este tipo de situaciones.
Se pueden señalar varias limitaciones en el estudio, entre las que los
autores mencionan el diseño retrospectivo, la falta de instrumentos
estructurados para el análisis de algunas variables y la escasa cantidad
de pacientes, que limita la posibilidad de generalizar los resultados.
En el ámbito estudiado, las señales indicativas de mayor riesgo
fueron el hecho de vivir con familiares diferentes de la esposa, amigos u
otros, en un ámbito de falta de supervisión, así como el estado civil
viudo, divorciado o separado. |
|
EL AISLAMIENTO DE LOS PACIENTES HOSPITALIZADOS INCREMENTA LA ANSIEDAD Y LA
DEPRESIÓN Estudio prospectivo de los efectos del aislamiento. Tampa, EE.UU. Esta conclusión a la que llegaron los autores, se basó en el estudio
prospectivo de 102 pacientes mayores de 18 años. 51 casos de esta población
permitieron la evaluación psiquiátrica basal y seguimiento por una
semana y 21 pacientes fueron estudiados al inicio, a la semana y a las dos
semanas.
La ansiedad fue medida mediante la Escala de Ansiedad de Hamilton de 14
ítems, y la depresión mediante la Escala de Depresión de Hamilton de 21
ítems.
Los 51 pacientes estudiados al inicio y a la semana, fueron divididos
en dos grupos: uno de 27 enfermos infectados que requerían aislamiento y
otro de 24 pacientes infectados pero que no requerían aislamiento.
Los aislados incrementaron los resultados de la escala de depresión de
8,42 a 10,73 (lo que significa mayor depresión), mientras que los
pacientes infectados no aislados disminuyeron de 8,46 a 6 luego de una
semana.
En el grupo que fue estudiado durante dos semanas, observaron
resultados más contundentes. Los aislados comenzaron en 7,25, subieron a
8,83 al fin de la primera semana y alcanzaron 11,50 al cabo de 2 semanas.
Mientras que los controles empezaron en 9,78 y luego bajaron a 5,44 a los
7 días y a 4,22 a los 14 días.
Respecto a la ansiedad, los resultados son de tenor similar: mientras
los controles disminuyen su escala de ansiedad en la primera y segunda
semana, los aislados la incrementan en la primera semana y muestran una mínima
declinación en la segunda.
Las diferencias observadas entre controles y aislados fueron muy
importantes, tanto al cabo de una, como de 2 semanas de seguimiento.
Los trabajos previos en esta materia, fueron realizados en pacientes
gravemente enfermos, en cambio el presente trabajo se enfoca en pacientes
mucho menos graves y muestra los efectos deletéreos al cabo de apenas 7 días
de aislamiento.
El objetivo del aislamiento, es indudablemente permitir una mejor
recuperación del paciente, sin empeorar sus funciones mentales.
Es probable que futuros estudios permitan demostrar la utilidad de técnicas
que eviten el deterioro psíquico de los enfermos aislados.
Una sugerencia en este sentido de Holland y colaboradores, es que los
pacientes sean emocionalmente preparados, antes de someterlos al
aislamiento.
Otros autores promueven la entrega de material informativo para
explicar los procedimientos que se llevan a cabo en una unidad de este
tipo y así disminuir el estrés psicológico.
Los autores reconocen algunas limitaciones a su investigación: pequeño
número de casos, escaso tiempo de seguimiento, no tomaron en cuenta los
trastornos cognitivos y los investigadores conocían la situación de cada
caso por lo que no evaluaron de manera ciega las escalas de depresión y
ansiedad.
Proponen la implementación de estrategias para disminuir ansiedad y
depresión en pacientes que han de someterse a aislamiento.
Existen situaciones clínicas en las que no es posible evitar el
aislamiento del paciente, y básicamente son dos las razones para ello:
aislamiento de la fuente de infección y aislamiento protectivo.
En el caso de este trabajo se trató exclusivamente de casos de la
primera situación.
El aislamiento protectivo consiste en preservar al paciente de posibles
portadores de infección que pudieran contagiarlos.
Probablemente las conclusiones extraídas por los autores, sean también
aplicables a este otro grupo, ya que en general los pacientes que son
sometidos a aislamiento perciben que son objeto de un trato diferente al
de los demás pacientes. Probablemente no estén lejos de la verdad: el
personal hospitalario es renuente a ingresar en las habitaciones de los
pacientes aislados.
|
Trabajos Distinguidos, Serie Salud Mental, integra el Programa SIIC - Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP) de Educación Médica Continuada |
Sociedad Iberoamericana de Información
Científica (SIIC)
Av. Belgrano 430, (C1092AAR), Buenos Aires, Argentina
Correo electrónico (e-mail): atencionallector@siicsalud.com;
Tels: +54 11 4342-4901; Fax: +54 11 4331-3305.
Correo SIIC: Casilla de Correo 2568, (C1000WAZ) Correo Central, Buenos Aires.
Copyright
siicsalud© 1997-2003, Sociedad Iberoamericana de Información Científica
(SIIC)