ESTUDIAN LAS MODIFICACIONES EN LA PREVALENCIA DE ASMA
Bergen, Noruega
La prevalencia de asma parece haber aumentado en forma considerable, particularmente en mujeres y en individuos de menos de 40 años. El fenómeno no se explica por cambios en el hábito de fumar.
European Respiratory Journal 21:468-472, 2003
Autores:
Brogger J, Bakke P, Eide GE y colaboradores
Institución/es participante/s en la investigación:
Department of Thoracic Medicine, Institute of Medicine, University of Bergen, Bergen, Noruega
Título original:
[Long-term Changes in Adult Asthma Prevalence]
Título en castellano:
Cambios a Largo Plazo en la Prevalencia de Asma en Adultos
Introducción
El aumento en la prevalencia de asma en niños ha sido bien documentado. En cambio, aún no se conoce con certeza si el fenómeno también ocurrió en la población adulta. Los gastos médicos atribuibles a enfermedad asmática aumentaron pero los motivos pueden ser diversos e incluyen el mayor acceso a atención y el mejor reconocimiento de la patología. Durante la década de 1980 se registró un aumento de la mortalidad pero el fallecimiento por asma es infrecuente y puede no reflejar correctamente cambios en la prevalencia de la patología.
Tres estudios pequeños a corto plazo en sujetos de hasta 35, 41 y 55 años, respectivamente, revelaron un aumento en la frecuencia de la enfermedad.
En la investigación actual los autores determinan las modificaciones en la prevalencia de asma en un amplio espectro poblacional -de 15 a 70 años- en la ciudad de Oslo, Noruega. Se utilizaron los mismos métodos empleados en el estudio de 1972.
Métodos
En 1972 y entre 1998 y 1999 se realizaron en Oslo dos estudios transversos. Las poblaciones incluidas pertenecían a los registros del Central Population Register en 1971 o 1997, respectivamente. Se seleccionaron aleatoriamente dos muestras (n: 19 998 y 20 000).
Los participantes completaron un cuestionario de 39 y 73 secciones en 1972 y 1998 a 1999 que permitió conocer la presencia de síntomas respiratorios y el diagnóstico médico de patología cardíaca o pulmonar. Las preguntas se adaptaron del cuestionario del Medical Research Council. Se tuvo en cuenta el hábito de fumar (fumadores y ex fumadores) y el consumo acumulado de tabaco según la cantidad de cigarrillos/año. Aunque los hábitos en términos de tabaquismo se modificaron ligeramente en el período entre los dos estudios, el cambio influyó en las estimaciones en menos de un 1%.
Resultados
El índice de respuesta al interrogatorio enviado por correo fue del 88.5% (n: 17 694) en 1972 y del 66.8% (n: 13 371) en 1998-1999. El índice global de respuesta fue de 86.9% y de 89.9% en varones y mujeres en 1972 y del 74.7% y 81.9% en varones y mujeres en 1998-1999, respectivamente. En 1972, sólo se constató una leve influencia de la edad sobre el índice de participación.
En cambio, en 1998-1999 el índice fue del 74% en sujetos de menos de 30 años y se elevó a 85% en aquellos de más de 60 años.
El porcentaje de fumadores disminuyó y el de ex fumadores aumentó entre los dos estudios. En 1972 había pocas mujeres ex fumadoras y las participantes tuvieron un menor consumo acumulado de tabaco respecto de los hombres en ambos estudios. Sin embargo, dicho consumo fue mayor en mujeres evaluadas en 1998-1999 en comparación con 1972.
La prevalencia cruda de asma aumentó más de tres veces en mujeres y más del doble en varones a lo largo de los 26 años de observación. La frecuencia de sibilancias aumentó en un 62% en mujeres y en un 30% en varones mientras que la frecuencia de crisis de dificultad para respirar aumentó en un 42% en mujeres y en un 21% en varones. El ajuste según consumo de tabajo modificó escasamente los resultados (menos de un 20% de cambio en los odds ratio [OR]).
El aumento del diagnóstico y de los síntomas de asma fue más pronunciado en sujetos de menos de 40 años. La prevalencia de asma aumentó con la edad en 1972 pero se observó el patrón opuesto en 1998-1999. La prevalencia de síntomas aumentó menos que la del diagnóstico médico de asma.
El OR de aumento de asma en menores de 40 años fue superior a 2.5 y de más de 2.0 hasta los 50 años. La prevalencia de sibilancias aumentó más de un 50% en los individuos de menos de 40 años mientras que el OR se niveló en 1.5 en aquellos de más de 40 años. En forma similar, el incremento en los episodios de falta de aire fue más marcado en personas de menos de 40 años.
No hubo diferencias por sexo en la prevalencia por asma en 1972.
En cambio, en 1998-1999 la enfermedad fue más frecuente en mujeres que en varones. De esta manera, el incremento de asma en mujeres fue casi un 50% más elevado que el correspondiente en varones entre 1972 y 1998-1999, para cualquier edad (p = 0.0001).
No hubo diferencias por sexo en relación con la prevalencia de sibilancias entre 1972 y 1998-1999 y no se registró modificación en el poder de la asociación (p = 0.67). Las crisis de falta de aire fueron más comunes en mujeres en ambos estudios sin detectarse modificaciones en la fuerza de la asociación (p = 0.68).
El diagnóstico de asma y los síntomas asmáticos aumentaron en forma directa con el mayor consumo de cigarrillos. Sin embargo, el ajuste según dicho hábito, por edad, no alteró los OR de comparación entre 1998 a 1999 y 1972. Para asma y crisis de falta de aire, el cambio fue inferior al 15% para todas las edades. En relación con la frecuencia de sibilancias, el ajuste aumentó más el OR entre las personas de más edad. En sujetos de 15 a 30 años, las modificaciones en el OR fueron inferiores al 15% mientras que fueron de un 20% aproximadamente para individuos de más de 30 años. Aproximadamente el 70% de los pacientes que se refirieron a sí mismos como asmáticos refirieron sibilancias y casi un 60% presentaron ataques de falta de aire en ambos registros. Los síntomas se analizaron por edad en forma separada para asmáticos y no asmáticos, con ajuste según tabaquismo. Así, en no asmáticos se comprobó un incremento significativo en las sibilancias y los ataques de falta de aire. En relación con las sibilancias, el incremento fue más marcado en sujetos de menos de 40 años pero los OR fueron mayores a 1.5 en todos los grupos etarios. En cambio, el aumento en la frecuencia de crisis de falta de aire se limitó a los sujetos de menos de 40 años. Entre asmáticos, en 1998-1999 se detectó un aumento en los síntomas entre los jóvenes.
Discusión
Los resultados muestran que la prevalencia de asma, diagnosticada por un profesional, aumentó casi tres veces en adultos jóvenes y algo menos en pacientes de mediana edad y de edad más avanzada.
La muestra fue amplia y el diseño metodológico fue igual en ambos registros.
Los autores señalan que la mayor prevalencia de asma puede atribuirse a mayor duración de la enfermedad, a mayor incidencia o a la combinación de ambos fenómenos.
Una de las observaciones más importantes es la detección de mayor prevalencia de asma en mujeres, no atribuible al tabaquismo, hecho semejante al obtenido por otros grupos de investigación.
Un punto débil de la investigación tiene que ver con que el diagnóstico de asma por un profesional no se validó con mediciones objetivas. De hecho, las preferencias diagnósticas del profesional en relación con hacer un diagnóstico de asma pueden haber cambiado entre los dos períodos estudiados. La consideración de los síntomas respiratorios parece estar sujeta a menos sesgos de este tipo y, de hecho, tales manifestaciones aumentaron también en forma considerable aunque menos marcada. En conjunto, la evidencia sugiere que el incremento en la prevalencia de asma es, al menos en parte, auténtico. El mayor incremento en la frecuencia de asma respecto de la de los síntomas respiratorios pudo reflejar subdiagnóstico en 1972.
Finalmente, añaden los autores, el cálculo del consumo acumulado de cigarrillos permite un mejor ajuste y aunque la enfermedad pulmonar obstructiva crónica puede catalogarse erróneamente como asma, esto no parece importante en personas de menos de 45 años. Por lo tanto, afirman los expertos, la prevalencia de asma aumentó en forma sustancial en los últimos años en todos los grupos etarios pero más notoriamente en sujetos de menos de 40 años. A pesar de las posibles limitaciones y factores de riesgo, tal incremento parece, al menos en parte, ser genuino.
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