EL COLESTEROL NO HDL ES UN BUEN VALOR PARA EVALUAR LA NECESIDAD DE TERAPIA ANTIATEROSCLEROTICA
San Francisco, EE.UU.
El presente estudio propone la utilización de la determinación del colesterol no HDL como instrumento para el control del nivel de colesterol, así como para la estimación del riesgo cardiovascular y la indicación del tratamiento.
American Journal of Cardiology 81(4A):26-31, Feb 1998
Autores:
Frost PH y Havel RJ
Institución/es participante/s en la investigación:
Cardiovascular Research Institute and Department of Medicine, University of California, San Francisco, EE.UU.
Título original:
[Rationale for Use of Non-High-Density Lipoprotein Cholesterol Rather Than Low-Density Lipoprotein Cholesterol as a Tool for Lipoprotein Cholesterol Screening and Assessment of Risk and Therapy]
Título en castellano:
Racionalidad para el Empleo del Colesterol no HDL en lugar del Colesterol LDL como Instrumento para Detección del Colesterol y Determinación del Riesgo y la Terapia
Introducción
En lipidología clínica, la concentración del colesterol LDL (LDLc) ha sido el estándar de referencia
a través del tiempo para la estimación del riesgo relacionado con las lipoproteínas en los individuos
con complicaciones de la enfermedad vascular aterosclerótica. Dicho valor de LDLc, junto con
otros factores de riesgo, se ha utilizado para establecer la necesidad de tratamiento hipolipemiante
por medio de dieta o drogas, y ha sido el origen del National Cholesterol Education
Program. Históricamente el LDLc ha reemplazado al colesterol plasmático, con el cual se
correlaciona estrechamente, por dos razones principales. En primer lugar, en la hipercolesterolemia
familiar heterocigota no solamente se han encontrado elevados niveles de LDLc, asociado con alto
riesgo de enfermedad arterial coronaria prematura, sino que la concentración de LDLc ha probado
ser un factor de riesgo mayor en la población general. En segundo lugar, las concentraciones de
LDLc pueden ser estimadas sin necesidad de ultracentrifugación u otros métodos complejos por
medio de la fórmula de Friedewald, que requiere solamente la determinación del colesterol
plasmático y de los triglicéridos, junto con el colesterol HDL (HDLc). El valor estimado de esta
forma no es, en realidad, una verdadera evaluación del LDLc, sino de éste junto con cantidades más
pequeñas de colesterol asociado con lipoproteínas de densidad intermedia (IDLc) y de lipoproteína
(a).
Así como el LDLc es utilizado como marcador indirecto del número de partículas LDL (con
partículas de IDL y de lipoproteína a), los triglicéridos plasmáticos son empleados como
marcadores indirectos para la concentración de triglicéridos en lipoproteínas de muy baja densidad
(VLDL). Sin embargo, el nivel de las concentraciones plasmáticas de triglicéridos como factor de
riesgo es mucho más controvertido que el del LDLc. A pesar de esto, en los últimos años ha
aparecido abundante evidencia de que los triglicéridos ricos en lipoproteínas (principalmente
VLDL) no sólo se asocian frecuentemente con enfermedad vascular aterosclerótica temprana, sino
que tales anormalidades son por lo menos parcialmente dependientes de las variaciones en los
niveles de HDLc.
La estimación de los valores de LDLc por medio de la fórmula de Friedewald se ha tornado cada
vez menos confiable, comentan los autores, y es generalmente inaplicable cuando el valor de
triglicéridos excede de 400 mg/dl, en pacientes con diabetes mellitus, que presentan composición
alterada de VLDL, y en aquellos con concentraciones aumentadas de IDL.
Los autores señalan que un test muy simple tal como la determinación del colesterol no HDL
(colesterol sérico menos HDLc) presenta un potencial considerable como herramienta para
identificación de las dislipoproteinemias, para la determinación del riesgo y de los resultados de la
terapia hipolipemiante.
Colesterol no HDL como elemento de testeo para la identificación de anormalidades
lipoproteicas
El colesterol no HDL, a diferencia del LDLc, puede ser determinado en todos los pacientes sin
tener en cuenta la concentración de triglicéridos y el período de ayuno. Además, se correlaciona
fuertemente con el colesterol sérico para todas las concentraciones de triglicéridos, y define mejor a
los individuos que requieren evaluación clínica y de laboratorio adicional para el riesgo
aterosclerótico.
Mientras que el IDLc más el LDLc se correlacionan negativamente con el VLDLc, y en forma
positiva tanto con el IDLc como con el LDLc solos, el colesterol no HDL se relaciona
positivamente con las 3 clases de lipoproteínas que contienen apolipoproteína B.
Con concentraciones de IDLc más LDLc < 160 mg/dl, la correlación con el colesterol no HDL fue
escasa, demostrando que dicho colesterol proporciona información independiente acerca del estado
del riesgo relacionado con las lipoproteínas, en una gran cantidad de pacientes.
Colesterol no HDL como elemento para la determinación del riesgo
El colesterol no HDL se determinó junto con el colesterol sérico y los triglicéridos, el LDLc y
el HDLc, en el estudio Systolic Hypertension in the Elderly Program (SHEP), como
elemento predictivo de los eventos cardiovasculares. Los triglicéridos séricos tuvieron un valor de
predicción independiente del riesgo cuando se consideraron con el LDLc y el HDLc, pero no
cuando se relacionaron con el colesterol no HDL y el HDLc.
Colesterol no HDL como elemento para la determinación de la terapia
El colesterol no HDL está estrechamente relacionado con la apolipoproteína B100, un
marcador de las partículas de VLDLc, IDLc, LDLc y de la lipoproteína a en su conjunto. La
fortaleza de la correlación con la concentración de apolipoproteína B se debilita por factores
técnicos que afectan los tests de medición de la apolipoproteína B, tales como el tamaño de la
partícula en algunos inmunoensayos. Los abordajes químicos proporcionan una determinación más
segura de dicha apolipoproteína B, de la correlación con el HDLc, y de las concentraciones de
apolipoproteína B100. Los resultados de un estudio de tratamiento con lovastatín y niacina en la
hipercolesterolemia primaria mostraron reducciones en las concentraciones de apolipoproteína B
con el tratamiento, que se correlacionaron en forma equivalente con las reducciones del colesterol
sérico, el LDLc y el colesterol no HDL.
Las importantes disminuciones encontradas en otros 17 estudios en las concentraciones de VLDLc
e IDLc, contribuyeron a la reducción del colesterol no HDL, pero no a la del LDLc. Los cambios
en los valores de colesterol no HDL estuvieron directamente relacionados con todas las
determinaciones referidas a las lipoproteínas que contenían apolipoproteína B. Por el contrario, los
cambios en el LDLc se correlacionaron inversamente con las variaciones del VLDLc y del IDLc,
así como con los cambios en las concentraciones de los triglicéridos séricos. Se observó igual
situación para la relación entre los cambios en el IDLc sumado al LDLc, y para las variaciones en
el VLDLc y los valores de triglicéridos séricos. Por lo tanto, los cambios en la concentración de
colesterol no HDL evidencian la mejor y más simple estimación sobre el efecto del tratamiento
para las lipoproteínas aterogénicas, comentan los autores.
Colesterol no HDL en clínica médica
La enfermedad coronaria y otras patologías vasculares ateroscleróticas continúan siendo la
principal causa de muerte y discapacidad en los EE.UU. En las últimas décadas se han producido
avances significativos en la comprensión de los factores medioambientales y genéticos que
subyacen a la enfermedad cardiovascular, y en el desarrollo de métodos tendientes a disminuir los
eventos cardiovasculares. Para promover dicha reducción se requiere una definición más exacta e
inclusiva del riesgo relacionado con las lipoproteínas plasmáticas, con el objetivo de guiar a los
clínicos que aconsejan y tratan a los pacientes. Los autores comentan que la adopción del colesterol
no HDL como factor de riesgo fundamental, llevará a un abordaje más efectivo para la reducción
de dicho riesgo. Estas conclusiones se basan no solamente en los resultados presentados
anteriormente, sino también en las interacciones con los pacientes y con los médicos no
lipidólogos, los que frecuentemente no están seguros del curso a seguir. Los pacientes que
presentan hipertrigliceridemia, particularmente aquellos en los cuales no puede ser estimado el
valor del LDLc, representan un problema importante. En forma cada vez más frecuente, la
concentración de LDLc, junto con la del HDLc y los triglicéridos, parece proporcionar información
confusa acerca del grado de riesgo en los pacientes que presentan enfermedad cardiovascular
aterosclerótica.
El colesterol no HDL se ha propuesto como un elemento primario para la determinación del riesgo
entre los diabéticos y otros tipos de pacientes. Se ha sugerido que las concentraciones de LDLc
consideradas como deseables, altas, muy altas y óptimas, para los pacientes con enfermedad
coronaria, sean incrementadas en 30 mg/dl para las concentraciones de colesterol no HDL. La
concentración elevada de dicho colesterol no HDL (en ayunas o no), requiere una acción similar a
la de las concentraciones de LDLc en ayunas. En el caso de que se requieran drogas reductoras de
los lípidos, deberían ser determinadas las concentraciones de triglicéridos séricos o plasmáticos en
ayunas, debido a que representan un factor importante para determinar el adecuado régimen
terapéutico. En todos los pacientes, concluyen los autores, la presencia de suero o plasma
fuertemente opalescente debería ser comunicada rápidamente al médico tratante.
Autoevaluación de Lectura
Las recomendaciones del National Cholesterol Education Program de los EE.UU.:
A. Se basan en las concentraciones del LDLc.
B. Incluyen tratamiento con dieta alimentaria.
C. Incluyen tratamiento con drogas hipolipemiantes.
D. Todas las anteriores.
Respuesta
Correcta
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