ASPECTOS NUTRICIONALES EN LA PREVENCION DE LA HIPERTENSION Y ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES
Nueva Delhi, India
Existe considerable evidencia que vincula los aspectos nutricionales con la incidencia de distintas patologías cardiovasculares, como la enfermedad coronaria y la hipertensión.
Public Health Nutrition 7(1A): 167-186, 2004
Autores:
Reddy KS, Katan, MB
Institución/es participante/s en la investigación:
Department of Cardiology, All India Institute of Medical Sciences, Nueva Delhi, India
Título original:
[Diet, Nutrition and the Prevention of Hypertension and Cardiovascular Diseases]
Título en castellano:
Dieta, Nutrición y Prevención de la Hipertensión y Enfermedades Cardiovasculares
Introducción
La enfermedad coronaria será la causa más frecuente de pérdidas DALY (incapacidad ajustada
por año de vida) en 2020 comparada con la quinta posición que ocupaba en 1991. La OMS le
atribuye el 30% de todas las muertes, es decir 15.3 millones de personas y aproximadamente el
10.3% de las pérdidas DALY de 1998 se atribuyen a enfermedad cardiovascular (ECV). En los
países de bajos y medianos recursos, debido a su población más grande, estas cifras alcanzaron
valores de 86.3% en dicho año. Las muertes por causas cardiovasculares en 1998 contribuyeron con
el 34% del total de la mortalidad global en mujeres y con el 28.2% de todas las muertes en
hombres. En 1990, el 46.7% de las muertes relacionadas con ECV en países en desarrollo tuvieron
lugar por debajo de los 70 años de edad, mientras que en los países desarrollados esta cifra es del
22.8%. Un estudio calculó que ocurrirán 6.4 millones de muertes en 2020 en los países en
desarrollo por causas cardiovasculares en la población de 30 a 69 años.
Dieta y ECV: aspectos metodológicos en el estudio de las asociaciones causales
Relacionados con el diseño del estudio
Si bien los estudios ecológicos son muy vulnerables a los efectos de los factores de confusión,
tienen la ventaja de poder establecer comparaciones entre las poblaciones a través del tiempo y el
medio ambiente. Los estudios transversales y los de casos y controles son menos adecuados para
poder estudiar las secuencias temporales y por lo general adolecen de un sesgo de supervivencia
debido a la incapacidad de estudiar eventos fatales. Sin embargo, se pueden establecer asociaciones
e identificar distintas alternativas para realizar estudios de intervención. Los estudios
observacionales de cohorte poseen la ventaja de ser aptos para evaluar los efectos a largo plazo de
una exposición a una dieta, pero son sensibles a factores de confusión desconocidos que no pueden
ser ajustados y a otros parámetros de error. Los estudios de demostración, en tanto, se realizan en
poblaciones de laboratorio pero tienen limitaciones metodológicas por lo reducido de la muestra
además de factores de contaminación y confusión. Los ensayos clínicos bien diseñados son la
mejor herramienta para estudiar asociaciones y por lo general están libres de sesgo y factores de
contaminación. Sin embargo, a menudo evalúan intervenciones de relativamente corta duración,
son introducidas de manera tardía en la historia natural de una enfermedad y no pueden remedar los
efectos de una exposición a la dieta en el largo plazo.
La genética ofrece actualmente una alternativa posible a los ensayos clínicos a través de la
"aleatorización mendeliana" la cual tiene en cuenta las diferencias genotípicas en el metabolismo
de los componentes alimentarios. Es una herramienta muy importante para establecer causalidades
sin la necesidad de seguimientos prolongados. Un aspecto polémico son los estudios que emplean
animales de laboratorio. Aunque por lo general son denominados "modelos animales" su validez
para predecir eventos en los seres humanos no es muy clara. El metabolismo lipídico es específico
de especie y, por ejemplo, los monos no responden al tratamiento con estatinas para reducir el
colesterol.
Aspectos relacionados con las variables de los resultados
De manera ideal, los puntos finales relacionados con la enfermedad son preferibles ya que
claramente pueden demostrar los beneficios o los riesgos que posee una dieta. Los estudios
observacionales de cohorte que investigan el impacto a largo plazo de la dieta en la prevención
primaria de la ECV a menudo compiten con estudios de prevención secundaria. Si estos estudios
son discordantes es muy difícil interpretar si estas diferencias se deben a errores metodológicos por
confusión o al hecho de que la exposición ocurrió en tiempos distintos y en períodos variables de la
historia natural de la enfermedad. Sin embargo, se debe reconocer que distintos procesos
patológicos como la disfunción endotelial, la inestabilidad de placa, trombosis y arritmias pueden
ser influidas incluso por períodos cortos de exposición.
Las variables intermedias son frecuentemente utilizadas en estudios que evalúan la asociación entre
los constituyentes de una dieta y la ECV y por lo general son factores de riesgo como la presión
arterial o los lípidos plasmáticos. Mientras que los efectos de la dieta sobre la presión arterial
constituyen una base aceptable para estimar el impacto potencial sobre futuros eventos
cardiovasculares, tal extrapolación no es válida para el caso del colesterol total plasmático. Los
cambios en la dieta pueden influir el tamaño de las partículas LDLc además de los niveles de
triglicéridos con claros efectos variables sobre la aterogenicidad del contenido total de lípidos en
plasma. Los lípidos plasmáticos, como variables intermedias, no pueden explicar el grado de
protección cardiovascular que provee, por ejemplo, la dieta mediterránea. Por lo tanto existe la
necesidad de desarrollar estudios metodológicamente más consistentes que relacionen los patrones
dietarios y las intervenciones dietarias sobre puntos finales concretos como la mortalidad total, la
mortalidad cardiovascular y eventos combinados fatales y no fatales del área cardiovascular.
Aspectos relacionados con las variables a la exposición
Los tipos de exposición dietaria estudiados para establecer asociaciones con la ECV han
variado desde nutrientes específicos como las grasas saturadas hasta artículos dietéticos como el
pescado, y grupos alimentarios como las frutas y vegetales, diferentes dietas como la mediterránea,
la adventista o las compuestas como la DASH. El método científico a menudo enfatiza un enfoque
reduccionista para estudiar causalidad. Este enfoque tiene muchas limitaciones en el área
nutricional debido a que las múltiples interacciones entre los distintos nutrientes probablemente
determinen más efectos fisiológicos o patológicos que un solo nutriente. El fracaso de los
antioxidantes administrados en píldoras para influir positivamente los eventos cardiovasculares en
los ensayos clínicos de ningún modo descarta el papel protector de estos agentes según se
desprende de estudios ecológicos y observacionales. Los cuestionarios para obtener información
nutricional tienen problemas de validación y reproducibilidad aun cuando se obtienen de
poblaciones bien definidas, pero se amplifican cuando se aplican en distintas culturas, ya que los
diferentes métodos de cocción, por ejemplo, pueden alterar la biodisponibilidad de estos nutrientes.
La necesidad de marcadores biológicos válidos y reproducibles se vuelve muy importante cuando
se encaran estudios de nutrientes específicos. Por ejemplo, la composición de ácidos grasos del
tejido adiposo es un marcador adecuado para evaluar la ingesta diaria de grasas.
Por otra parte los estudios a corto plazo pueden ser incapaces de identificar eventos cuando éstos
ocurren, como en los ensayos que estudiaron el efecto de la restricción de sodio en la dieta sobre la
presión arterial, en los que el beneficio se demostró solamente en aquellos estudios de al menos 5
semanas de duración. Por último, es muy importante establecer la dosis de exposición, que es otra
variable crítica cuando la exposición se realiza con sal, alcohol o pescado.
La dieta como variable independiente
Las conductas dietarias inadecuadas a menudo se asocian con otras como la inactividad física
o el tabaquismo. Estas prácticas incorrectas como el alto consumo de grasas saturadas, sal y
carbohidratos refinados y el bajo consumo de frutas y vegetales tienden a agruparse. Por el
contrario, las personas que siguen dietas saludables suelen desarrollar actividad física regular y no
consumir tabaco. Estas conductas también relejan patrones influidos por la clase social o por
niveles de estrés. Los efectos de la dieta sobre los múltiples factores de riesgo cardiovasculares,
como el peso corporal, lípidos plasmáticos, presión arterial o mecanismos trombóticos plantean el
interrogante de cuándo y cuánto hay que ajustar para estas variables en la evaluación de la
asociación entre dieta y ECV.
Nutrientes y ECV
Acidos grasos
La asociación entre ácidos grasos y ECV ha sido muy investigada. Esta relación inicialmente
se consideró mediada por los efectos aterogénicos de los lípidos plasmáticos (colesterol total,
fracciones lipoproteicas y triglicéridos). Los efectos de las grasas de la dieta sobre la trombosis, la
función endotelial así como los mecanismos inflamatorios que median estas patologías fueron
dilucidados recientemente. De igual modo, los efectos que los ácidos grasos promueven sobre la
presión arterial se hicieron muy evidentes a través de investigaciones observacionales y
experimentales. La asociación entre colesterol total y colesterol asociado a lipoproteínas de baja
densidad (LDLc) se demostró a través de numerosos estudios que también señalaron la función
protectora del colesterol asociado a lipoproteínas de alta densidad (HDLc) y la relación entre el
colesterol total y esta última emergió como factor de predicción muy importante de ECV.
El colesterol del plasma y los tejidos deriva principalmente de la dieta y de la síntesis endógena.
Las grasas lácteas y la carne son las fuentes más importantes. La yema del huevo es muy rica en
colesterol, pero a diferencia de las anteriores no tiene ácidos grasos saturados. El colesterol de la
dieta incrementa los niveles plasmáticos de colesterol y aunque se elevan los niveles de HDLc y
LDLc la razón colesterol total/HDLc es, aunque pequeña, desfavorable. La evidencia observacional
de la asociación del colesterol de la dieta y la ECV es contradictoria. En la mayor parte de las guías
se ha fijado en 300 mg/día el límite de la ingesta diaria de colesterol; sin embargo no existen
requerimientos para el colesterol dietario y es conveniente mantener su ingesta lo más baja posible.
Acidos grasos saturados
Globalmente este grupo incrementa el colesterol total y el LDLc, pero cada componente
individual posee distintas propiedades. Los ácidos mirístico y láurico tienen más efectos que el
palmítico pero este último es más abundante en las comidas. El ácido esteárico no demostró
aumentar los niveles del colesterol plasmático y en estudios in vivo se halló que es
convertido rápidamente en ácido oleico. Estudios metabólicos de alimentación demostraron tanto
elevación del HDLc como del LDLc inducida por dietas ricas en ácidos saturados.
El reemplazo de éstos por ácidos poliinsaturados reduce la relación colesterol total/HDLc pero no
el reemplazo con carbohidratos. Además, los ácidos grasos tropicales ricos en ácido láurico
aumentan de manera importante el colesterol total, pero debido a sus efectos específicos sobre el
HDLc, la relación entre el colesterol total y el HDLc disminuye.
Acidos grasos trans
A este grupo pertenecen los isómeros geométricos de ácidos grasos insaturados que adoptan
una configuración similar a la de los saturados. Este tipo de moléculas desarrolla un perfil lipídico
que transforma el plasma en más aterogénico que los ácidos grasos saturados, ya que no sólo
incrementan los niveles de LDLc sino que disminuyen los del HDLc. Como consecuencia, la
relación LDLc/HDLc es significativamente más alta con una dieta rica en ácidos grasos
trans, lo que incrementa notablemente el riesgo de desarrollar enfermedad coronaria. La
mayoría de estos ácidos son provistos por aceites industriales endurecidos pero los lácteos y las
carnes también son una fuente importante.
Acidos grasos monoinsaturados
El más importante es el ácido oleico, el cual es abundante en los aceites de oliva y de canola
además de las nueces. Estas moléculas muy estudiadas en ensayos que aplicaron la dieta
mediterránea, demostraron reducir los niveles plasmáticos de glucosa y triglicéridos en diabéticos
tipo II y disminuir la sensibilidad del LDLc a la oxidación.
Acidos grasos poliinsaturados
Derivan de los ácidos linoleico y a-linolénico de la dieta. Los más importantes son el ácido
araquidónico, el ácido dihomogammalinolénico, eicosapentaenoico y el docosahexaenoico. El
ácido docosahexaenoico es el responsable de los efectos favorables que presentan el pescado y el
aceite de pescado sobre los lípidos, lipoproteínas, presión arterial, frecuencia cardíaca y glucemia
en comparación con el eicosapentaenoico, mientras que una mezcla de estos dos disminuye
significativamente la agregación plaquetaria en estudios in vitro. La cadena muy larga del
ácido a-linolénico disminuye de manera importante los niveles plasmáticos de los triglicéridos pero
aumentan los del LDLc. Por lo tanto sus efectos sobre la enfermedad coronaria son mediados a
través de mecanismos diferentes del colesterol.
Muchos estudios llevados a cabo en numerosos modelos animales han demostrado que el ácido a-
linolénico protege contra el desarrollo de arritmias cardíacas, especialmente la fibrilación
ventricular.
Carbohidratos
La relación entre éstos y la ECV parece estar dada por mecanismos indirectos, la contribución
a la energía total y sus efectos en el sobrepeso y la obesidad, la influencia de la obesidad central,
sus efectos sobre los lípidos plasmáticos, especialmente los triglicéridos, y sus efectos sobre la
glucemia. En términos epidemiológicos, el alto consumo de carbohidratos está asociado con bajos
niveles de colesterol plasmático y concentraciones variables de triglicéridos en el plasma.
Asimismo reducen los niveles de HDLc y aumentan los del LDLc. Su relación con la enfermedad
cardíaca de manera independiente carece de evidencia clara hasta el momento.
Fibras dietéticas
Son una mezcla heterogénea de polisacáridos y lignina, que no pueden ser degradados por las
enzimas endógenas de los vertebrados. Las fibras hidrosolubles incluyen pectinas, gomas,
mucílagos y algunas hemicelulosas. Las fibras insolubles son las celulosas y otras hemicelulosas.
La mayoría de las fibras solubles reducen las concentraciones plasmáticas de colesterol total y
LDLc. Las pectinas, el psyllium, las gomas, mucílagos, los polisacáridos de las algas y
algunas hemicelulosas disminuyen el colesterol total y el LDLc sin afectar el HDLc, la reducción
del colesterol total es del orden del 5% al 10%. Distintos experimentos demostraron que en
humanos la fibra de avena, pero no la fibra de trigo, tiende a disminuir el colesterol total y el LDLc.
El salvado de arroz y la cebada también pueden disminuir el colesterol.
Antioxidantes
La oxidación del LDLc por radicales libres del oxígeno resulta en la captación no regulada del
LDLc modificado por los macrófagos en las paredes de las arterias, lo que acelera el proceso
ateroesclerótico. Los antioxidantes que pueden suprimir directamente los radicales libres incluyen
el a-tocoferol (isómero de la vitamina E), el ácido ascórbico (vitamina C) y los ß-carotenos, lo cual
sugiere que un aumento en la ingesta diaria de estos nutrientes protegería contra los trastornos
ateroescleróticos, tal como fue demostrado en estudios observacionales con vitamina E y ß-
carotenos; sin embargo, los resultados de los ensayos clínicos que utilizaron estos suplementos han
sido desalentadores.
Folato
Su asociación con la ECV ha sido estudiada a través de su efecto sobre la homocisteína, que
es un factor de riesgo independiente para tal condición y probablemente para el accidente
cerobrovascular. El ácido fólico es necesario para la metilación de la homocisteína en metionina.
Sin embargo se ha sugerido que la elevación plasmática de homocisteína es una consecuencia y no
una causa de ateroesclerosis, aunque su papel en el desarrollo de trombosis hace que un tratamiento
con folato se justifique. Pruebas recientes sugieren que la homocisteinemia se asocia con disfunción
endotelial y que este efecto es revertido por suplementos orales de folato. También se le han
atribuido propiedades antioxidantes. Además, otros ensayos demostraron que el folato y la vitamina
B6 protegen contra la enfermedad coronaria (eventos fatales y no fatales
combinados) y se recomienda su ingesta para la prevención primaria.
Flavonoides y otros fitoquímicos
Los flavonoides son antioxidantes polifenólicos que existen en un número de alimentos de
origen vegetal como té, cebollas y manzanas. La información proveniente de numerosos estudios
prospectivos demuestra una relación inversa entre su consumo y la enfermedad coronaria. También
se ha informado que protegen contra el accidente cerebrovascular. Las frutas y los vegetales
contienen otros fitoquímicos que pueden tener propiedades protectoras, incluidos los isotiocianatos
e indoles (en crucíferas), sulfuros (en cebollas y ajo), terpenos (en aceites cítricos) y fitoestrógenos.
Sin embargo, el papel que desempeñan en la ECV necesita ser confirmado en ensayos clínicos.
Minerales: presión arterial y ECV_
Sodio
La hipertensión es un factor de riesgo mayor para la enfermedad coronaria y para los dos tipos
de accidente cerebrovascular (isquémico e hipertensivo).
Entre los muchos factores de riesgo asociados con la hipertensión, el más estudiado es la ingesta de
sodio y su correlación, perfectamente demostrada, con los aumentos de la presión arterial y sobre la
prevalencia de la hipertensión. Asimismo, la frecuencia de eventos coronarios agudos pero no la del
accidente cerebrovascular agudo aumentan significativamente con la excreción urinaria aumentada
de sodio, lo que refleja el aumento en su consumo.
La ingesta diaria de sal recomendada es menor a 5 g/día, aun en climas tropicales, ya que la
homeostasis del sodio regula su excreción por el sudor y la orina sin exhibir efectos adversos bajo
tales condiciones.
Potasio
Los efectos cardioprotectores del potasio en la dieta han sido sugeridos a partir de la
observación de la baja tasa de ECV en poblaciones que consumen dietas "primitivas" y en
civilizaciones industrializadas vegetarianas. Según un metaanálisis de ensayos aleatorizados
controlados los suplementos de potasio disminuyeron los valores de tensión arterial sistólica y
diastólica en 12.8 y 1.0 mm Hg, respectivamente, en pacientes normotensos y en 4.4/2.5 mm Hg en
pacientes hipertensos. Asimismo se ha demostrado que un aumento en los suplementos de este
mineral disminuyó la incidencia de la mortalidad por accidente cerebrovascular en las mujeres. Sin
embargo, no existe evidencia que apoye la administración de potasio a largo plazo para la
protección cardiovascular. La provisión adecuada de frutas y vegetales aporta los niveles necesarios
de potasio en una dieta adecuada.
Calcio y magnesio
Un metaanálisis de estudios con suplementos de calcio demostró que ejerce efectos modestos
sobre la presión arterial. Una revisión de 29 estudios sobre el magnesio no fue concluyente debido
a problemas metodológicos, aunque se sugirió que no había una asociación negativa con la presión
arterial.
Grupos alimentarios
Frutas y vegetales
Una revisión sistemática demostró que nueve de diez estudios ecológicos, dos de tres estudios
de casos y controles y seis de dieciséis estudios de cohorte encontraron una asociación protectora
significativa entre el consumo de frutas y vegetales y la enfermedad coronaria. También se observó
una relación inversa entre dicho consumo y el riesgo de accidente cerebrovascular isquémico luego
del ajuste por los factores de confusión. Las menores tasas se observaron con el consumo de
crucíferas como los repollitos de Bruselas y la coliflor, vegetales de hojas verdes, cítricos, frutas y
vegetales ricos en vitamina C. Asimismo, una dieta rica en frutas y vegetales protege contra el
desarrollo de hipertensión en combinación con una ingesta baja de ácidos grasos.
Pescado
La mayor parte de los estudios poblacionales han demostrado que su consumo se asocia con
una reducción del riesgo para la enfermedad coronaria, aunque el beneficio sólo fue observado en
las poblaciones de elevado riesgo, en las que una ingesta de 40 a 60 g diarios reduce en
aproximadamente un 50% la probabilidad de muerte por enfermedad coronaria. Mientras que los
efectos protectores del pescado en la enfermedad coronaria son atribuibles a los ácidos grasos
poliinsaturados n-3 (ácido a-linolénico), la contribución de otros constituyentes del pescado
no puede ser descartada. Los efectos protectores sobre el accidente cardiovascular son
contradictorios, pero un estudio reciente que utilizó datos de 36 pacientes demostró que el consumo
de pescado se asoció con reducción del riesgo de muerte por todas las causas, incluida la
enfermedad coronaria, para el accidente cerebrovascular.
Nueces
Aunque se necesitan más estudios para describir los efectos protectores independientes de estos
alimentos contra la ECV e identificar los mecanismos de tal protección, la evidencia disponible
sugiere que las nueces deberían recomendarse como parte de un enfoque nutricional tendiente a
reducir los riesgos de dicha enfermedad.
Soja
Un análisis compuesto de 38 ensayos comprobó que un consumo promedio de 47 g de proteína
de soja al día disminuye un 9% el colesterol total y 13% el LDLc en sujetos sin enfermedad
coronaria. El beneficio de este componente se observa más en pacientes con niveles más altos de
colesterol total en los que se cuantificó que sujetos con colesterol total por encima de 335 mg/dl
mostraron 19% de reducción del colesterol total y 24% de reducción del LDLc. Una reducción del
colesterol de esta magnitud disminuye el riesgo potencial de ECV en 20% a 40%. La soja es rica en
isoflavonas, compuestos que estructural y funcionalmente son similares a los estrógenos.
Productos lácteos
Estos alimentos son ricos en ácidos grasos saturados y colesterol además de potasio, magnesio
y calcio. Algunos estudios han demostrado niveles aumentados de anticuerpos para las proteínas de
la leche en pacientes con infarto de miocardio en comparación con controles sanos. El consumo de
lácteos se ha asociado directamente en un estudio ecológico con el colesterol plasmático y la
mortalidad coronaria.
Alcohol
El efecto protector del consumo moderado de etanol (2 copas al día en hombres y 1 copa al día
en mujeres) sobre la enfermedad coronaria y el accidente cerebrovascular está basado en más de 60
estudios prospectivos. Se han propuesto diversos mecanismos como la elevación de los niveles
plasmáticos del HDLc, reducción de la agregación o coagulación plaquetaria, fibrinólisis
aumentada y la capacidad antioxidante de los componentes de las bebidas. Existen variaciones
genéticas en las cuales el metabolismo lento del alcohol demostró aumentar los niveles del HDLc.
Mientras que las ventajas específicas de los vinos tintos sobre las demás bebidas no están probadas,
los efectos benéficos de los flavonoides sobre la oxidación de las lipoproteínas está demostrada
para el jugo de uva además del vino.
Huevos
Estos alimentos son particularmente ricos en colesterol y, aunque los experimentos sobre la
ateroesclerosis en animales son concluyentes, la extrapolación a los seres humanos es tema de
debate. Un estudio observacional importante sugirió que no existe riesgo aumentado para
enfermedad coronaria en sujetos que consumían un huevo diario en EE.UU. (excepto en la
subpoblación de diabéticos). En general se recomienda la ingesta de 3 a 4 huevos a la semana.
Dieta mediterránea
Está compuesta por una proporción elevada de ácidos grasos monoinsaturados sobre los
saturados, el consumo moderado de alcohol, alto consumo de legumbres, cereales (incluido pan),
frutas, verduras, bajo consumo de carnes y productos cárnicos y moderado consumo de leche y de
productos lácteos. Su componente característico es el aceite de oliva. Si bien numerosos estudios
demostraron que esta dieta confiere protección contra la ECV, esto no ha sido probado en ensayos
clínicos controlados.
Dietas vegetarianas
Una reducción del riesgo de ECV ha sido comunicada en poblaciones de vegetarianos de los
países ricos y en estudios de casos y controles de los países en desarrollo. Sin embargo, las dietas
vegetarianas per se pueden no ser saludables. Si no están bien diseñadas pueden contener
una cantidad de carbohidratos refinados y de ácidos grasos trans o ser deficientes en los
niveles deseados de verduras y frutas.
Dietas "prudentes" vs. dietas "occidentales"
Las dietas "prudentes" se caracterizan por alto consumo de verduras, frutas, legumbres, granos
enteros, pescado y aves de corral y las dietas "occidentales" por elevado consumo de carnes rojas,
carnes procesadas, granos refinados, dulces y postres. En estudios que ajustaron para edad y otros
factores de riesgo coronarios se demostró un efecto protector de las dietas "prudentes", efecto que
se mantuvo cuando se realizaron análisis de subgrupos con tabaquismo, índice de masa corporal e
historia familiar de infarto de miocardio.
La dieta DASH
Esta dieta, utilizada en el ensayo DASH (enfoque dietético para detener la hipertensión), se
compone de un régimen en el que se promueve el alto consumo de frutas, verduras y productos
lácteos no grasos e incluye granos enteros, aves de corral, pescado y nueces y un consumo reducido
de carnes rojas, dulces y bebidas con contenido azucarado. Esta dieta ha probados ser eficaz tanto
en sujetos hipertensos como en no hipertensos así como en disminuir los niveles del colesterol total
y del LDLc, aunque estos cambios se acompañan de una reducción en el HDLc.
Dieta japonesa
Esta dieta es baja en grasas y azúcares e incluye soja, algas, pescado crudo y
fundamentalmente arroz. En el pasado incluía alto contendido de sodio, que en la actualidad se ha
limitado en virtud de políticas sanitarias específicas.
Autoevaluación de Lectura
El consumo diario de colesterol debe limitarse a:
A. < 100 mg
B. < 200 mg
C. < 300 mg
D. < 400 mg
Respuesta
Correcta
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