DESCRIPCION DE LA EVALUACION PERIOPERATORIA DE PACIENTES CON ALTERACION CARDIOLOGICA, HEPATICA, RENAL O RESPIRATORIA
Nueva York, EE.UU.
En este trabajo se recrean cuatro situaciones clínicas con la planificación del mismo procedimiento quirúrgico y se exploran varios aspectos de la evaluación preoperatoria y de la preparación del paciente con compromiso cardíaco, pulmonar, hepático o renal.
Anesthesia & Analgesia (Supl.):108-115, 2004
Autores:
Sladen R
Institución/es participante/s en la investigación:
Department of Anesthesiology College of Physicians and Surgeons Columbia UniversityNew York, EE.UU.
Título original:
[Preoperative Evaluation of the Compromised Patient]
Título en castellano:
Evaluación Preoperatoria del Paciente Comprometido
Evaluación del riesgo cardíaco perioperatorio
En una mujer de 58 años con pancreatitis biliar recurrente se planea realizar
colecistectomía abierta electiva. La paciente tiene antecedentes de dolor torácico atípico al
esfuerzo leve a moderado.
Es importante poder establecer qué pacientes tienen riesgo de complicaciones cardíacas
perioperatorias, señala el autor. El análisis multifactorial de una población grande con mayor
riesgo ha identificado diferentes factores de riesgo cardiológicos significativos: cardiopatía
isquémica (angina, infarto de miocardio previo, insuficiencia cardíaca congestiva); diabetes;
insuficiencia renal con creatinina sérica > 2 mg/dl; y deficiente estado funcional
cardiopulmonar.
La historia clínica y el examen físico son esenciales, aunque pueden ser bastante erróneos. Para
determinar la gravedad de la angina es útil la clasificación de la Canadian Cardiovascular
Society, la cual presenta cuatro grados progresivos (I a IV) según la aparición de angina
con esfuerzos vigorosos (I) o en reposo (IV). La angina inestable se define como aquella que se
incrementa en intensidad, a la de reposo o a la de inicio reciente.
El electrocardiograma (ECG) en reposo en pocas oportunidades aporta una evaluación del
riesgo; esto se debe a que en la mayoría de los pacientes la inducción de isquemia miocárdica
necesita la presencia de un estrés (por ejemplo, aumento de la demanda miocárdica de oxígeno
en presencia de un aporte fijo). Las pruebas de estrés requieren la creación de un aumento en la
demanda de oxígeno por el ejercicio, o la estimulación inotrópica con dobutamina, o una
disminución del suministro de oxígeno a través de la creación de un síndrome de robo coronario
con vasodilatadores (dipiridamol o adenosina).
El ECG en ejercicio se ha convertido en un procedimiento importante en la evaluación del
riesgo cardíaco. Sin embargo, en aproximadamente la tercera parte de los casos puede aportar
una prueba falsa negativa y no provee información sobre el potencial para revascularización.
Ciertas condiciones limitan o previenen la interpretación del EEC en ejercicio; entre ellas, el
bloqueo de rama izquierda, la presencia de marcapasos ventricular, los síndromes de
preexcitación, la depresión en reposo > 1 mm del segmento ST, o la restricción del ejercicio
debida a enfermedad vascular periférica.
El ecocardiograma con estrés y dobutamina es actualmente la prueba de esfuerzo no invasiva
más difundida, dado que es sencilla, se puede reproducir y no requiere trazadores radiactivos.
Permite la evaluación de la fracción de eyección y su respuesta al estrés inotrópico (un descenso
en la fracción de eyección presupone enfermedad coronaria difusa), o la existencia de
alteraciones en la motilidad de las paredes como respuesta al inotropismo.
Un paciente programado para una cirugía de alto riesgo que tiene tres o más factores de riesgo
(mencionados más arriba) debería ser sometido a pruebas no invasivas (con radionucleidos o
ecocardiograma de estrés con dobutamina). Si este estudio resulta positivo, se debería realizar
cateterismo cardíaco. Si se informa la presencia de enfermedad coronaria difusa o de
coronariopatía izquierda, se debería continuar con cirugía de puentes aortocoronarios; y en los
pacientes con enfermedad de uno o dos vasos se debería proseguir con angioplastia coronaria
percutánea (PTCA [percutaneus coronary angyoplasty]).
Es esencial el tiempo correcto de la cirugía electiva luego de la PTCA, ya que los pacientes
reciben tratamiento antitrombótico con clopidogrel durante 4 semanas luego de la realización
del procedimiento coronario y aspirina en forma indefinida. Si la cirugía se realiza dentro de
estas 4 semanas, la continuación de la terapia antiplaquetaria aumenta el riesgo de sangrado,
pero su suspensión incrementa el riesgo de trombosis.
Hay datos que indican que el betabloqueo perioperatorio aporta protección miocárdica. Su
utilización en pacientes de alto riesgo está recomendada en la actualización del año 2002 de las
guías del American College of Cardiology / American Heart Association (ACC/AHA)
para la evaluación cardiovascular perioperatoria de cirugías no cardíacas. La evidencia más
fuerte a favor de esta posición la aportó el estudio de Poldermans, en el cual los pacientes de
alto riesgo que iban a ser sometidos a cirugía vascular recibieron placebo o el betabloqueante
bisoprolol en forma aleatorizada. El tratamiento comenzó antes de los 7 días previos a la
realización del procedimiento quirúrgico para lograr una frecuencia cardíaca en reposo = 60
latidos por minuto, y se la continuó en el posoperatorio durante 30 días. En los pacientes que
recibieron el betabloqueante se halló una reducción del 91% en la tasa de infarto de miocardio o
de muerte por causa cardíaca. No se conoce el nivel de protección que aportaría la
administración de betabloqueantes en el momento de la cirugía o inmediatamente antes de ella,
aunque parece prudente hacerlo en pacientes de alto riesgo y continuarlo durante el mayor
tiempo posible luego del procedimiento quirúrgico. También hay datos de que la administración
perioperatoria de un agonista a-2 como el mivazerol puede aportar protección cardíaca.
Evaluación del riesgo pulmonar perioperatorio
En una mujer de 58 años con pancreatitis biliar recurrente se planea realizar
colecistectomía abierta en forma electiva. La paciente presenta disnea cuando camina una
cuadra y tiene antecedentes de tabaquismo de 100 paquetes-año.
Los pacientes con compromiso pulmonar se encuentran en riesgo de complicaciones
perioperatorias, como hiperreactividad de las vías aéreas, y posoperatorias, entre las que
figuran la dependencia de la ventilación mecánica, neumonía, atelectasias, insuficiencia
respiratoria, neumotórax y fístulas broncopleurales. El sitio de la incisión quirúrgica desempeña
un papel importante en la determinación del riesgo de estas complicaciones: el riesgo se
incrementa desde la esternotomía mediana, a la incisión abdominal alta, la toracotomía y, por
último, la cirugía toracoabdominal, la cual impone el riesgo mayor. Luego de la toracotomía, la
capacidad residual funcional desciende en 30-40% por un período de hasta 3 semanas.
Los factores principales en los antecedentes clínicos que indican compromiso pulmonar
incluyen el alto grado de tabaquismo (expresado en paquetes-año), hábito actual, disnea
inducida por los esfuerzos, sibilancias, bronquitis y neumonía. La hospitalización previa es
especialmente significativa.
En un extremo de la clasificación de las enfermedades pulmonares obstructivas crónicas
(EPOC) se encuentra la bronquitis crónica, caracterizada por producción excesiva de esputo,
predisposición para atelectasias, cortocircuitos intrapulmonares e hipoxemia; la presión positiva
al final de la espiración es útil para mantener la capacidad de reserva funcional y para mejorar la
oxigenación. En el otro extremo se encuentra el enfisema, el cual se caracteriza por la presencia
de atrapamiento aéreo, colapso espiratorio de las vías aéreas, incremento del espacio muerto e
hipercarbia; la presión positiva al final de la espiración no es útil en estos casos y puede
exacerbar el espacio muerto. Muchos de los pacientes se ubican dentro del espectro
comprendido entre ambas categorías.
En lo que se refiere a la obstrucción de la vía aérea, el asma alérgico tiene su inicio en la
infancia, generalmente se presenta con alergias bien definidas, y responde a la profilaxis con
cromoglicato de sodio, un estabilizador de los mastocitos. El asma intrínseco es de comienzo
adulto y no tiene alergias bien definidas; en esta patología el cromoglicato no es efectivo, pero
la obstrucción de la vía aérea responde a los broncodilatadores. Una tercera categoría la
conforma la enfermedad pulmonar obstructiva crónica con obstrucción aguda y sobreagregada
de la vía aérea, la cual presenta escasa respuesta a los broncodilatadores y requiere
habitualmente esteroides como protección perioperatoria.
Un método simple para la estimación semicuantitativa del flujo espiratorio es el tiempo
espiratorio forzado (TEF). Se le solicita al paciente que realice una espiración máxima, mientras
el observador escucha sobre la tráquea. Un TEF > 6s supone un volumen espiratorio forzado en
el primer segundo (VEF1) < 1 L y el potencial de retención de dióxido de carbono.
La prueba más simple para la evaluación de la función pulmonar es la espirometría. La
capacidad vital forzada se consigue con el máximo volumen exhalado luego de una inhalación
máxima. La capacidad residual funcional se define como el volumen de gas presente en el
pulmón al final de una espiración normal de volumen corriente.
Varias intervenciones preoperatorias pueden mejorar la reserva pulmonar funcional y disminuir
el riesgo de complicaciones perioperatorias. Los pacientes con enfermedad pulmonar grave
pueden tener hipertensión pulmonar e insuficiencia cardíaca derecha. La ecocardiografía
transtorácica puede evaluar y ayudar a la optimización del estado cardiológico. El abandono del
hábito de fumar es lo ideal, aunque raramente se logra. Para restaurar la función ciliar pulmonar
debe suspenderse el consumo de tabaco por al menos 6 a 8 semanas antes de la anestesia. Sin
embargo, la suspensión del cigarrillo de al menos 24 a 48 horas antes de la cirugía puede
permitir el descenso de la carboxihemoglobina. Si hay signos de infección, deben administrarse
antibióticos durante al menos 1 semana antes de la realización de la cirugía electiva. No debería
realizarse una cirugía electiva en pacientes con sibilancias sin un ensayo previo con agonistas ß-
2, anticolinérgicos y/o esteroides inhalados. La obstrucción fija de la vía aérea o el enfisema
justifican la utilización perioperatoria de profilaxis con esteroides orales e intravenosos.
Evaluación del riesgo renal perioperatorio
En una mujer de 58 años con pancreatitis biliar recurrente se planea realizar
colecistectomía abierta en forma electiva. La paciente tiene antecedentes de hipertensión y un
valor de creatinina de 3.4 mg/dl.
Los pacientes con falla renal avanzada o insuficiencia presentan una reserva de líquidos
marcadamente reducida. En pacientes anúricos, la ingesta excesiva de sodio exacerba el edema
y la hipertensión, mientras que el exceso de agua provoca rápidamente hiponatremia. Es
frecuente la acidosis metabólica crónica, con un incremento del hiato aniónico (anion
gap) debido a los sulfatos y fosfatos no excretados, la cual es generalmente leve y está
compensada por la hiperventilación crónica, pero los pacientes carecen de bases buffer. Aun
diarreas, catabolismo, shock o hipercarbia moderadas pueden producir rápidamente un
profundo descenso del pH. La acidosis exacerba la hiperkalemia, debido a que el flujo
transcelular de potasio está fuertemente vinculado con el pH extracelular. De esta manera, un
cambio de 0.1 en el pH puede resultar en otro cambio de 0.5 mEq/l en el potasio.
La relación entre la creatinina sérica (CrS) y la tasa de filtración glomerular (TFG) no es lineal
sino inversamente exponencial. Si la CrS se duplica presupone un descenso a la mitad de la
TFG. Este concepto es más importante en las etapas iniciales de la insuficiencia renal. Por
ejemplo, un incremento de la CrS de 0.8 a 1.6 mg/dl puede ser considerado como poco
importante, pero representa un 50% de descenso de la TFG, la cual disminuye con la edad, de
aproximadamente 125 ml/min en un adulto joven sano hasta aproximadamente 60 ml/min en
una persona de 80 años. Dado que la CrS no se incrementa por encima de valores normales
hasta que la TFG desciende a < 50 ml/min (incluso a valores más bajos en pacientes
caquécticos), la CrS no revela que un octogenario tiene menos de la mitad de la reserva renal
que una persona de 20 años.
En pacientes anúricos o oligúricos, los líquidos de mantenimiento deberían restringirse a la
diuresis de más de 500 ml/día (pérdidas insensibles). Dado que la mayoría de los pacientes
presentan una acidosis metabólica crónica con alcalosis respiratoria compensatoria, durante la
anestesia la ventilación por minuto debería incrementarse de acuerdo con este cuadro.
En la paciente presentada como ejemplo ¿debería realizarse hemodiálisis preoperatoria? La
hemodiálisis corrige las complicaciones más graves de la insuficiencia renal aguda, como el
edema pulmonar, hiperkalemia y acidosis metabólica. También resulta efectiva para el alivio de
las manifestaciones de la uremia aguda, como encefalopatía, enteropatía, serositis y
trombocitopatía hasta cierto grado. Sin embargo, es menos eficaz o ineficaz para revertir la
mayoría de las consecuencias de la uremia crónica, como la anemia, osteodistrofia renal,
neuropatía periférica, alteración de la resistencia a la sepsis y de la curación de las heridas.
Los pacientes con insuficiencia renal aguda o crónica presentan resistencia a la terapia con
diuréticos, y necesitan dosis elevadas o la combinación de diuréticos de asa con tiazidas. La
dopamina en bajas dosis puede incrementar el flujo urinario, pero su impacto sobre la mejoría
de la TFG es proporcional a la función renal.
¿Se debe realizar diálisis antes de la cirugía en esta paciente? La respuesta es no, afirma el
autor. La primera sesión de diálisis no debería realizarse inmediatamente antes de la cirugía,
dado que tiene varios efectos adversos; entre ellos, hipovolemia, hipotensión, isquemia
miocárdica y desequilibrio electrolítico (potasio, magnesio, fosfatos). La hemodiálisis de rutina
debería realizarse al menos 24 horas antes de la cirugía electiva. El movimiento de agua dentro
del cerebro hipertónico (síndrome del desequilibrio) puede provocar convulsiones u otras
alteraciones neurológicas y es más probable que ocurra con el primer tratamiento dialítico en
pacientes gravemente urémicos. La diálisis peritoneal confiere estabilidad hemodinámica, pero
la distensión abdominal puede comprometer la capacidad residual funcional y existe un riesgo
incrementado de infección peritoneal. La hemodiálisis continua venovenosa permite la
remoción de grandes cantidades de líquido con pocos cambios hemodinámicos, pero requiere
anticoagulación.
De esta manera, en la paciente presentada, la recomendación sería el manejo conservador
durante la cirugía y comenzar diálisis después de la cirugía, si fuese necesario.
Evaluación del riesgo hepático perioperatorio
En una mujer de 58 años con pancreatitis biliar recurrente se planea realizar
colecistectomía abierta electiva. La paciente tiene antecedentes de ascitis, hemorragias leves del
tracto gastrointestinal superior y signos poco frecuentes de encefalopatía.
Es útil distinguir entre las manifestaciones de la falla hepatocelular de aquellas que
corresponden a hipertensión portal. Las características de la insuficiencia hepática primaria son
encefalopatía, nevos en forma de araña, cambios hormonales, anasarca e insuficiencia renal. El
amoníaco, que normalmente se convierte en urea a través del ciclo hepático de la arginina, se
acumula y el nitrógeno ureico en sangre puede persistir en niveles < 10 mg/dl, aun en presencia
de hemorragia digestiva o de insuficiencia renal. La hipertensión portal se manifiesta por ascitis
y sangrado por várices esofágicas o gástricas.
El síndrome hepatorrenal es un conjunto de síntomas prerrenales intenso que se caracteriza por
azotemia y natriuria baja (< 10 mEq/l). Es inducido por los efectos renoconstrictores de las
endotoxinas reabsorbidas y es resistente a la administración de líquidos.
La encefalopatía hepática se clasifica en 4 grados: el 1 presenta apraxia de construcción; el 2,
confusión y asterixis; el 3, estupor; y el 4, coma.
La hepatitis crónica persistente es de bajo riesgo, por lo que se debería proseguir con la cirugía
electiva. En la hepatitis crónica activa, el paciente que se encuentra asintomático y anictérico
presenta escaso riesgo. La presencia de ictericia, elevación de las enzimas hepáticas o
coagulopatía obliga a retrasar la cirugía electiva hasta que estos factores puedan resolverse o
mejorarse.
La cirrosis constituye una condición comórbida de alto riesgo. La clasificación de Child-
Turcotte-Pugh es una guía útil para el riesgo perioperatorio, el cual se clasifica en A (bajo), B
(moderado) y C (alto) sobre la base de la gravedad de la ictericia, hipoalbuminemia,
prolongación del tiempo de protrombina, encefalopatía, ascitis y estado nutricional. La cirugía
electiva puede ser realizada con precaución en los pacientes que presentan grado A, y con
preparación preoperatoria para aquellos que pertenecen al grado B. Los cirróticos de grado C
según esta clasificación no son candidatos a la cirugía electiva.
El procedimiento quirúrgico en sí mismo es un determinante principal del resultado en estos
pacientes. La laparotomía disminuye la perfusión hepática a través de la tracción visceral y de la
vasodilatación. La pérdida de sangre es el determinante mayor de lesión hepática. Otros
procedimientos quirúrgicos de alto riesgo incluyen la cirugía de emergencia (especialmente la
laparotomía), la cirugía cardíaca con puentes cardiopulmonares (coagulopatía), ileostomía y
colostomía (más propensas a la ascitis) y resección hepática tumoral (lesión hepática residual).
Los pacientes cirróticos tienen mayor propensión a presentar cálculos biliares pigmentarios,
pero la colecistectomía abierta es un procedimiento con riesgo particularmente elevado, dado
que la hipertensión portal y la coagulopatía se combinan para inducir sangrado a partir del lecho
vesicular. Las mismas consideraciones se deben tener en cuenta para la colangiopancreatografía
retrógrada endoscópica o la colecistostomía.
Diferentes medidas en el período preoperatorio pueden disminuir el riesgo perioperatorio de
estos pacientes. El balance de líquidos puede optimizarse mediante la restricción apropiada de
sal y agua, pero los intentos por disminuir la ascitis con el uso de diuréticos del asa pueden
empeorar la perfusión hepática. La espironolactona es bastante efectiva, aunque puede
exacerbar la retención de potasio en pacientes con síndrome hepatorrenal. Dado que tanto el
inicio como el fin de la acción son lentos, debería suspenderse 2 a 3 días antes de la cirugía si
existe el riesgo de disfunción renal posoperatoria. La encefalopatía se puede mejorar con la
aplicación de medidas estándar, como la restricción proteica, lactulosa o neomicina y la
corrección de alcalosis metabólica. Se puede intentar la mejoría del estado nutricional con la
administración de nutrición enteral o parenteral. La utilización de preparaciones con
aminoácidos ramificados puede disminuir la encefalopatía, pero no produce un balance
nitrogenado positivo. En pacientes de alto riesgo debería evaluarse la respuesta del tiempo de
protrombina a la administración subcutánea de vitamina K; si su valor persiste por más de 3
segundos por encima del valor control el riesgo es similar a los pacientes de grado C,
independientemente de los demás parámetros.
La evacuación de la ascitis puede permitir un mejor posicionamiento de los pacientes para la
anestesia y disminuir el deterioro de la capacidad residual funcional, pero se vuelve a acumular
rápidamente. La evacuación inmediata de grandes cantidades de líquido puede provocar una
descompensación aguda por hipovolemia intravascular. En pacientes con ascitis refractaria o
intratable se debería considerar la colocación preoperatoria de una derivación intrahepática
portosistémica transyugular (TIPS [transjugular intrahepatic portasystemic shunt]). Si
bien existe riesgo de congestión pulmonar, endotoxemia y encefalopatía debido a la derivación
de la sangre portal hacia la circulación sistémica, la TIPS generalmente provee una mejoría
significativa de la ascitis y de la perfusión renal.
Autoevaluación de Lectura
¿Cuál de las siguientes afirmaciones es correcta con relación a la evaluación preoperatoria de un paciente que presenta compromiso orgánico (cardíaco, respiratorio, hepático o renal)?
A. No está justificada la utilización de esteroides orales o intravenosos como profilaxis perioperatoria en pacientes con enfisema o con obstrucciones fijas de la vía aérea.
B. No es necesario retrasar una cirugía programada en pacientes que presentan ictericia o elevación de las enzimas hepáticas.
C. El ecocardiograma con estrés y dobutamina es en la actualidad la prueba de esfuerzo no invasiva más difundida para la evaluación de pacientes con riesgo cardiológico
D. Los pacientes con insuficiencia renal crónica presentan acidosis respiratoria compensadora, que es necesario tener en cuenta en el momento de la anestesia.
Respuesta
Correcta
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