ASPECTOS NUTRICIONALES EN LA PREVENCION DE LA DIABETES TIPO 2
Tygerberg, Sudáfrica
Las medidas preventivas de diabetes tipo 2 incluyen un índice de masa corporal bajo (21 a 23), actividad física regular, prevención de la obesidad abdominal y consumo de ácidos grasos menor al 7% del consumo energético total.
Public Health Nutrition 7(1A):147-165, 2004
Autores:
Steyn NP, Mann J, Bennett PH y colaboradores
Institución/es participante/s en la investigación:
Chronic Diseases of Lifestyle Unit, Medical Research Council, Tygerberg, Sudáfrica
Título original:
[Diet, Nutrition and the Prevention of Type 2 Diabetes]
Título en castellano:
Dieta, Nutrición y la Prevención de la Diabetes tipo 2
La diabetes tipo 2 (DBT2), anteriormente conocida como diabetes no insulinodependiente es el tipo de diabetes más común en el mundo entero. Se estima que en el 2000, aproximadamente 150 millones de personas estaban afectadas por esta enfermedad, cifra qu
e probablemente se duplique para 2025.
En la mayor parte de los países desarrollados es la cuarta o quinta causa de muerte y existe evidencia en aumento de que se están alcanzando niveles epidémicos en países en desarrollo y en los recientemente industrializados. Las más bajas tasas de DBT2 s
e encuentran en poblaciones rurales en donde sus habitantes mantienen estilos de vida tradicionales. Se han observado importantes cambios en la prevalencia e incidencia de esta enfermedad en comunidades que han cambiado de manera radical una dieta indíge
na tradicional a una dieta típicamente occidental, como los indios pima, de Arizona; los micronesios de Nauru o los aborígenes de Australia. Además de los factores dietarios, estos cambios se explican por alteraciones en el estilo de vida, especialmente
en la reducción de la actividad física.
Clasificación y diagnóstico
Como la diabetes no diagnosticada representa una parte importante de la población con la enfermedad, la mayoría de los estudios epidemiológicos se llevan a cabo sobre todos los sujetos de la población de interés. Sin una evaluación sistemática se obt
iene un cuadro incompleto de la frecuencia de la distribución de la enfermedad. Los criterios diagnósticos actuales hacen hincapié en las concentraciones plasmáticas de la glucosa en ayunas, se consideran diabéticos aquellos pacientes que presentan valor
es ± 126 mg/dl (anteriormente, 140 mg/dl). La categoría intolerancia a la glucosa se mantuvo en valores de entre 140 y 200 mg/dl, 2 horas posteriores a una carga oral de glucosa. Se introdujo una nueva categoría, glucemia en ayunas alterada, para ca
racterizar aquellos individuos que tienen niveles de glucosa en ayunas por encima de lo normal pero no cumplimentan los nuevos criterios diagnósticos, por ejemplo glucosa en ayunas de entre 110 y 125 mg/dl. Actualmente se considera que una pequeña propor
ción de sujetos con intolerancia a la glucosa tienen niveles de glucemia en ayunas alterados y, por el contrario, una pequeña proporción de sujetos con glucemia en ayunas alterada desarrollan intolerancia a la glucosa. Estos cambios en los criterios diag
nósticos han hecho que muchos sujetos se reclasificaran como diabéticos.
Epidemiología
Prevalencia e incidencia de DBT2
En los EE.UU. la prevalencia entre hispanoamericanos es alta, particularmente entre mexicanos, en comparación con blancos y con negros; estos últimos presentan una prevalencia mayor que la de los blancos. Los aborígenes estadounidenses tienen tasas d
e prevalencia más altas que las de los hispanos y los negros, aunque no varía de un grupo indígena a otro.
El 5.1% de los adultos mayores de 20 años tiene diagnóstico previo de diabetes. La prevalencia de la diabetes no diagnosticada, solamente sobre la base de glucemia en ayunas ± 126 mg/dl es de 2.7%, mientras que si se utilizan pruebas de tolerancia y
los criterios de la OMS de 1985 esta cifra asciende a 6.3%. La prevalencia total es de 7.8%, sobre la base de diagnóstico previo y glucemia en ayunas, y de 11.4% cuando se utilizan los criterios de la OMS, tasas significativamente más altas que las comp
robadas en casuísticas anteriores.
Entre las personas de 20 a 74 años la prevalencia (basada en la glucemia en ayunas) se incrementó de 8.9% en 1976-1980 a 12.3% en 1980-1994, 38% de aumento en pocos años.
Mortalidad
La DBT2 se asocia con aumento en la mortalidad, principalmente a través de las complicaciones vasculares que acarrea la enfermedad. En la población blanca, dicho aumento se atribuye a enfermedad cardiovascular, especialmente la enfermedad isquémica,
pero en asiáticos o en indígenas americanos se debe al compromiso renal. El grado de disminución de la esperanza de vida depende de la edad en que se instauró la enfermedad, pero con promedios de 10 años en países como EE.UU. La mortalidad en mujeres es
por lo general más baja que en hombres, pero el riesgo relativo de muerte en mujeres con diabetes se está incrementando, por lo tanto las tasas absolutas de mortalidad se asemejan en ambos grupos.
Este aumento de la mortalidad se debe fundamentalmente a las complicaciones de la enfermedad. Los factores de riesgo incluyen proteinuria y alteraciones de la retina además de los factores de riesgo clásicos para enfermedad cardiovascular. La hiperlipide
mia, la hipertensión y el tabaquismo contribuyen de manera no proporcional a las tasas de mortalidad observadas. La mortalidad también aumenta con la prolongación de la enfermedad.
Cambios metabólicos durante el desarrollo de DBT2: resistencia a la insulina y homeostasis alterada de la glucosa
La resistencia a la acción de la insulina es el factor que subyace en la mayor parte de los sujetos con esta enfermedad. Es causada por una interacción entre factores genéticos y ambientales. Los primeros no se comprenden muy bien todavía y entre los
ambientales los hay de diferentes grados. Se hallan implicados factores relacionados con el estilo de vida, desde eventos tempranos hasta la inactividad física y cambios dietarios con el consecuente desarrollo de sobrepeso y obesidad. La reacción inicia
l de las células β es aumentar la liberación de insulina a fin de contrarrestar la resistencia a la insulina y mantener niveles plasmáticos adecuados de glucosa. Las concentraciones plasmáticas de insulina en sujetos con tolerancia normal a la gluco
sa representan un marcador alternativo de la resistencia a la insulina; numerosos estudios longitudinales probaron que los niveles de insulina en ayunas más altos predicen el desarrollo de la DBT2. A menos que la resistencia a la insulina se revierta, la
hipersecreción de insulina es por lo general insuficiente para mantener la glucemia indefinidamente y se recae en el estado de intolerancia a la glucosa o con la glucemia en ayunas alterada.
Estas alteraciones tempranas en el metabolismo de los hidratos de carbono por lo general progresan al desarrollo ulterior de diabetes de tipo 2. Mientras que los niveles aumentados de insulina invariablemente se asocian con resistencia, la secreción de i
nsulina disminuye a un ritmo variable mientras la enfermedad progresa desde intolerancia a la glucosa hasta DBT2. Esto se debe a un defecto de las células β o a la glucotoxicidad, ya que el aumento en los niveles de glucosa daña estas células.
La intolerancia a la glucosa o la DBT2 a menudo coexisten con otras condiciones clínicas o metabólicas que se asocian con resistencia a la insulina y obesidad central. La hipertensión, el aumento de los triglicéridos, niveles bajos de lipoproteínas de al
ta densidad, hiperuricemia y aumento en el inhibidor del factor activador del plasminógeno son algunos de los cofactores que conforman el síndrome metabólico o síndrome de resistencia a la insulina, los cuales aumentan el riesgo para la enfermedad cardio
vascular asociada con la intolerancia a la insulina y la DBT2 y pueden coexistir con hiperinsulinemia aun antes de que las alteraciones de la glucemia sean detectadas.
Factores de riesgo irreversibles
Raza y grupos étnicos
La prevalencia de la enfermedad varía de manera considerable entre poblaciones de distintos orígenes étnicos que viven aparentemente en ambientes similares.
Antecedentes familiares
El riesgo probable de desarrollar DBT2 aumenta de 2 A 6 veces si los padres o los hermanos la han padecido. Por otra parte, estos antecedentes pueden deberse a factores no genéticos. Los miembros de una misma familia por lo general comparten el mismo
medio ambiente, especialmente en la niñez y en la adolescencia.
Factores genéticos
Existe un alto grado de correspondencia de DBT2 en gemelos idénticos en comparación con los mellizos heterocigotas, lo cual sienta las bases de que los factores genéticos son importantes en determinar la susceptibilidad a la enfermedad. Sin embargo,
el hecho de que no todos los gemelos monocigotas desarrollan la enfermedad confirma la importancia de los factores ambientales.
Edad y sexo
En poblaciones con elevada incidencia, la prevalencia puede aumentar de manera significativa entre los adultos jóvenes (20 a 35 años) mientras que en otras la incidencia y prevalencia aumentan en grupos de más edad (55 a 74 años). En la mayoría de lo
s grupos se observa una disminución de la prevalencia en pacientes con más de 75 años debido a las tasas de mortalidad más elevadas que éstos presentan.
En los países relativamente ricos la DBT2 se desarrolla generalmente a partir de la mitad de la vida. En los países en desarrollo esta distribución de la enfermedad cambia hacia los jóvenes y de mediana edad. Los individuos de raza blanca de EE.UU. y Eur
opa presentan una prevalencia de DBT2 que aumenta con la edad hasta aproximadamente los 70 años. Anteriormente se consideraba esta enfermedad como privativa de los adultos pero en los últimos años han ido incrementándose las notificaciones de su aparició
n en niños y adultos. Como en los adultos, la enfermedad en los niños es a menudo asintomática y sólo detectable mediante las pruebas adecuadas.
Factores de riesgo modificables
Obesidad
La obesidad coexiste frecuentemente con la DBT2 y en muchos estudios longitudinales demostró ser un factor de predicción muy importante para su desarrollo. La obesidad ha aumentado de manera notable en muchos países debido principalmente a caracterís
ticas metabólicas, inactividad física, mayor reserva que gasto de energía y a la composición de la dieta basada en macronutrientes. Diversos estudios señalan que el riesgo más bajo de diabetes se presenta en individuos con un índice de masa corporal (IMC
) < 21. Aquellos sujetos con IMC más altos tienen tasas de incidencia de DBT2 en edades tempranas en comparación con aquellos con valores de IMC más bajos cuya incidencia aumenta con relación a los grupos de más edad.
Numerosos estudios indican que la circunferencia de la cintura o la relación cintura/cadera son los mejores indicadores de desarrollo de diabetes que el IMC. Estos sugieren que la distribución de la grasa corporal es un importante determinante del riesgo
en virtud de que reflejan la obesidad abdominal o visceral. Por ejemplo, en varones estadounidenses descendientes de japoneses, los ácidos grasos intraabdominales medidos tomográficamente, resultaron el mejor factor de predicción antropométrico de la in
cidencia de la diabetes.
Inactividad física
Si bien numerosos estudios demostraron esta asociación, su importancia puede haber sido subestimada en virtud de lo impreciso de los métodos para cuantificarla. Actualmente las guías de práctica clínica recomiendan la realización de una actividad mod
erada de al menos 5 días a la semana aunque no especifican a qué frecuencia cardiaca debe ser llevada a cabo. Pero la evidencia disponible hasta el momento sugiere que el ejercicio intenso es el que mejora la sensibilidad a la insulina. Este programa de
entrenamiento requiere ejercicios de al menos 20 minutos de duración durante 5 días a la semana con una intensidad del 80% a 90% de la frecuencia cardíaca establecida para la edad.
Acidos grasos: calidad y cantidad
Una dieta rica en ácidos grasos provoca el deterioro de la tolerancia a la glucosa debido a varios mecanismos, como la disminución de la afinidad de la insulina por su receptor, alteraciones del transporte de glucosa, disminución de la glucógeno-sint
etasa y acumulación de triglicéridos en el músculo esquelético. La composición de ácidos grasos de la dieta, a su vez, altera la composición fosfolipídica tisular, la cual se corresponde con la acción de la insulina alterando la fluidez de membrana y la
secuencia de señales que provoca.
Cantidad de grasas consumida
En modelos animales las dietas con alto contenido de ácidos grasos (con la excepción de los n-3) demostraron provocar resistencia a la insulina en comparación con las dietas ricas en carbohidratos. Sin embargo, los estudios epidemiológicos y de inter
vención en los seres humanos son menos claros y muy pocos estudios de intervención evaluaron los efectos de una dieta rica en grasas y pobre en carbohidratos sobre el riesgo diabético, y sus resultados fueron inconsistentes.
Naturaleza de las grasas de la dieta
En estudios epidemiológicos una dieta rica en ácidos grasos saturados se asoció con aumento del riesgo de intolerancia a la glucosa, hiperglucemia en ayunas y aumento en los niveles de insulina. Una alta proporción de ácidos saturados en los lípidos
plasmáticos y en los fosfolípidos musculares se correlacionaron con aumento en los niveles de insulina en ayunas, menor sensibilidad a la insulina y mayor riesgo para desarrollar DBT2. El consumo elevado de grasas vegetales (no saturadas) y de ácidos gra
sos poliinsaturados se asoció, en cambio, con menor riesgo para desarrollar diabetes y mejor tolerancia a la glucosa. Es más, una proporción elevada de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga en los fosfolípidos del musculoesquelético se aso
ció con mejor sensibilidad a la insulina en humanos. Con respecto a los ácidos monoinsaturados, los datos epidemiológicos son contradictorios. Sin embargo se debe apuntar que en una dieta típicamente “occidental” los ácidos monoinsaturados no provienen d
e los aceites vegetales, sino que se asocian de gran manera a los ácidos saturados que provienen de la carne y los lácteos, por lo tanto los efectos perjudiciales que se observan en algunos estudios pueden deberse a estos últimos.
El papel de los ácidos grasos trans
Un estudio sugirió una posible asociación entre el consumo de este tipo de grasas y la DBT2. En islotes murinos los ácidos trans potencian la secreción de insulina en comparación con los isómeros cis.
Acidos grasos n-3
En roedores mejoran la resistencia a la insulina inducida por el alto consumo de grasas. En algunos estudios epidemiológicos se observó una relación inversa entre el consumo de pescado y el riesgo de desarrollar intolerancia a la glucosa.
Carbohidratos: cantidad y calidad
Como se mencionó anteriormente, existe controversia acerca de la proporción de carbohidratos y grasas en la prevención de enfermedades crónicas como la DBT2. Algunos estudios muestran que una dieta rica en carbohidratos disminuye la prevalencia de di
abetes. Pero numerosos estudios han demostrado que esto puede reducir los niveles del HDLc y aumentar las concentraciones plasmáticas de triglicéridos. Dos estudios de cohorte y una revisión actual no encontraron asociación entre carbohidratos totales y
riesgo de diabetes. La secreción aumentada de insulina que causa el estímulo constante de una dieta rica en carbohidratos podría provocar en el largo plazo una disminución de esta secreción y la aparición temprana de DBT2. La OMS y la FAO recomiendan que
en individuos sanos el consumo de carbohidratos sea al menos el 55% del consumo energético total.
Fibras e índice glucémico
Las fibras de la dieta se componen de polisacáridos diferentes del almidón (NSP), lignina, oligosacáridos y almidón resistente, el cual es la parte del almidón que resiste la digestión y pasa al intestino grueso, donde fermenta. Las fibras de las com
idas incluyen celulosa, hemicelulosas, pectinas, hidrocoloides, almidones y oligosacáridos resistentes. Estas fibras son uno de los factores que influyen la respuesta posprandial de glucosa a la insulina. Otros factores son la composición de macronutrien
tes de las comidas, su procesado y su cocción, entre otras características. Se define el índice glucémico (IG) como la respuesta provocada por 50 g de carbohidratos en las comidas, expresada como la relación de éstos con 50 g de un carbohidrato de refere
ncia (glucosa o pan blanco). Es una medida de la respuesta posprandial de la glucosa. Alimentos con IG bajos presentan áreas bajo la curva de glucosa a las dos horas menores que los alimentos de referencia, mientras los alimentos con valores elevados de
IG poseen áreas mayores.
Estudios cruzados sugieren que la falta de fibras en la dieta podría ser un factor causal de la DBT2 y se demostró una relación inversa entre el consumo de fibras y los niveles de insulina plasmática, con lo cual se comprueba que las fibras mejoran la se
nsibilidad a la insulina. Se encontró que esta asociación es importante para los cereales, una fuente abundante de fibras insolubles y poco importante para las solubles.
Recientemente, distintos investigadores consideraron la posibilidad de que otros factores distintos de las fibras que contienen cereales y legumbres intervengan en estos procesos. Algunos son micronutrientes como el selenio, vitamina E, antioxidantes, fi
toquímicos, isoflavinas y lignanos.
Por lo general se recomienda la ingesta diaria de 18 a 25 g de NSP en adultos. Son buenas fuentes de estos alimentos (> 4 g por porción) las legumbres, repollitos de Bruselas, pan de trigo, pan de centeno, pastas integrales, cereales de salvado e integra
les.
Micronutrientes
Vitamina E:
Los estudios en pacientes con diabetes tipo 1 demostraron aumento en el nivel del estrés oxidativo y alguna evidencia sugiere que el consumo de vitamina E puede prevenirlo. Sin embargo, se ha estudiado muy poco su relación con
la DBT2.
Magnesio: Tres estudios de cohorte demostraron una fuerte asociación negativa entre el consumo de magnesio y el riesgo de DBT2. Como se carece de evidencia en lo que respecta al mecanismo de acción de este elemento no se considera necesario hacer
recomendaciones acerca de su consumo.
Cromo: Cuando el consumo de cromo es bajo se produce intolerancia a la glucosa, la cual puede ser corregida con suplementos de este elemento. Los bajos niveles de insulina plasmática que se observan con su ingesta indican que el cromo mejora la se
nsibilidad tisular a la insulina.
Consumo de alcohol
Muchos estudios muestran que el consumo moderado de alcohol se asocia con menor incidencia de DBT2. Existe una relación inversa entre el consumo de alcohol y el peso corporal, lo cual puede explicar el efecto aparentemente protector del alcohol. En u
n estudio con 20 000 médicos varones que tomaron de 2 a 4 copas de alcohol a la semana se constató menor incidencia de esta enfermedad a 12 años, en comparación con los no bebedores, asociación que se mantuvo luego de ajustar por IMC y otros factores de
riesgo. Sin embargo, otro estudio mostró que los hombres que consumían más de 21 copas a la semana desarrollaron aumento significativo de la incidencia de diabetes mientras que esta asociación no pudo corroborarse en las mujeres.
Diabetes gestacional
Es la diabetes que se diagnostica en el embarazo y es más frecuente en aquellas mujeres que tienen riesgo aumentado para desarrollar DBT2, como las mujeres mayores, con sobrepeso u obesas o pertenecientes a ciertos grupos étnicos. En algunos casos la
diabetes gestacional representa una diabetes ya instalada pero no diagnosticada antes del embarazo y en otros casos se desarrolla durante la gestación, especialmente al final del segundo trimestre. Los recién nacidos de madres diabéticas a menudo son de
alto peso, tienden a desarrollar obesidad en la niñez y tienen riesgo aumentado para presentar DBT2 a edad temprana.
Retardo del crecimiento intrauterino y bajo peso al nacer
Numerosos estudios muestran asociación entre el peso al momento del nacimiento y metabolismos glucídico e insulínico alterados en etapas posteriores de la vida. La prevalencia de DBT2 y la intolerancia a la glucosa en adultos disminuye un 40% para aq
uellos que pesaron menos de 2.54 kg al momento del nacimiento y un 14% para los que pesaron más de 4.31 kg. La mayor prevalencia de DBT2 se observó en aquellos sujetos que presentaron bajo peso al nacer y fueron obesos de adultos. El bajo peso también se
asocia con otros factores que se relacionan con el desarrollo de diabetes, como hipertensión, hipertrigliceridemia y menores niveles de HDLc, todos característicos del síndrome metabólico y de la resistencia a la insulina. Se ha postulado que el bajo pe
so al nacimiento se debe a una carencia nutricional in utero, lo que reduce la masa de células ?.
Lactancia
La alimentación no materna temprana también puede desempeñar un papel importante en el desarrollo de DBT2 en etapas posteriores de la vida. Los mecanismos protectores de la lactancia materna todavía son desconocidos.
Otros factores de riesgo
Entre éstos se encuentran varios marcadores inflamatorios como la interleuquina-6, la proteína C-reactiva y otras citoquinas y reactantes de fase aguda y variaciones en los niveles de las hormonas sexuales.
Autoevaluación de Lectura
Una persona tiene intolerancia a la glucosa cuando:
A. Presenta glucemia entre 140 y 200 mg/dl 2 horas posteriores a una carga oral de glucosa.
B. La glucemia presenta valores entre 100 y 140 mg/dl 2 horas posteriores a una carga oral de glucosa.
C. La glucemia presenta valores entre 200 y 240 mg/dl 2 horas posteriores a una carga oral de glucosa.
D. La glucemia presenta valores entre 110 y 140 mg/dl 2 horas posteriores a una carga oral de glucosa.
Respuesta
Correcta
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