Algo menos del 2% de la población estadounidense se halla infectada por el virus de la hepatitis C (VHC), y es previsible que una gran proporción de estos individuos presente hipercolesterolemia que requiera tratamiento con estatinas. Como no existía información acerca de si estas drogas resultarían perjudiciales en tal situación, en especial en lo que concierne a la función hepática, los autores de este estudio llevaron a cabo una revisión de los registros de aquellos pacientes con infección por VHC que recibían tratamiento con inhibidores de la HMG-CoA reductasa, en búsqueda de una posible asociación entre este esquema y una eventual elevación de los niveles de enzimas hepáticas. Se revisaron los datos de todos los pacientes con infección por VHC excepto aquellos con diagnóstico de coma hepático y se incluyeron inicialmente sólo quienes recibían estatinas. Se consignó el tipo de estatina utilizada, la última dosis y los niveles basales, máximos y más recientes de transaminasas. Se determinó el ARN del VHC por reacción en cadena de la polimerasa y se registró cualquier tratamiento antiviral que se hubiese prescrito. También fueron evaluados los registros de los pacientes que no recibían estatinas para documentar eventuales prescripciones previas y potenciales suspensiones a causa de efectos adversos. Se identificaron 219 pacientes con diagnóstico de infección por VHC, de los cuales 17 (todos varones con una media de edad de 58 ± 9 años) recibían simvastatina (última dosis: 23 ± 18 mg/d). Nueve sujetos habían recibido lovastatina antes de haber sido rotados al tratamiento actual. De los 17 pacientes 2 habían recibido interferón y ribavirina junto con la estatina y 1 antes de que le fuera prescrita. En 8 pacientes se disponía de los valores basales de las enzimas hepáticas y 5 de ellos habían experimentado una elevación de los niveles de transaminasas durante el tratamiento con estatinas. El mayor incremento observado fue de 1.5 veces el límite superior normal. De los pacientes con infección por el VHC, 202 no recibían estatinas al momento de la evaluación y no existía documentación de que lo hubieran hecho previamente. Los autores afirman que, según su experiencia, el empleo de estatinas en los pacientes con infección por VHC no se asocia con mayores cambios funcionales hepáticos, y destacan que deberían efectuarse más estudios en esta área para corroborar tales hallazgos.
Destacan la Importancia de la Obesidad para el Riesgo Cardiovascular
Laval, Canadá
La obesidad es un trastorno metabólico crónico asociado con enfermedad cardiovascular y aumento en la morbimortalidad. Aunque no se ha demostrado que la reducción de peso incremente la supervivencia, reduce los factores de riesgo para diabetes y enfermedad cardiovascular.
Circulation 113(6):898-918, Feb 2006
Autores:
Poirier P, Giles TD, Bray GA
Institución/es participante/s en la investigación:
Quebec Heart and Lungs Institute, Laval Hospital Research Center
Título original:
Obesity and Cardiovascular Disease: Pathophysiology, Evaluation, and Effect of Weight Loss: An Update of the 1997 American Heart Association Scientific Statement on Obesity and Heart Disease from the Obesity Committee of the Council on Nutrition, Physical Activity, and Metabolism
Título en castellano:
Obesidad y Enfermedad Cardiovascular: Fisiopatología, Evaluación y Efecto de la Pérdida de Peso. Actualización del American Heart Association Scientific Statement de 1997 sobre Obesidad y Enfermedad Cardíaca del Obesity Committee of the Council on Nu
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Introducción En los últimos 10 años se ha producido un aumento significativo en la incidencia de obesidad en niños y adultos. Actualmente, el sobrepeso y la obesidad se clasifican mediante el índice de masa corporal (IMC). En adultos, el sobrepeso se define como un IMC entre 25.0 y 29.9 kg/m2, mientras que la obesidad se establece con un IMC > 30.0 kg/m2. De acuerdo con las cifras del National Health and Nutrition Examination (NHANES), la prevalencia de sobrepeso en adultos desde 1988-1994 a 1999-2000 se incrementó del 55.9% a 64.5%. Durante el mismo período, la prevalencia de obesidad aumentó del 22.9% a 30.5%. Este documento revisó la información disponible de la repercusión de la obesidad en la enfermedad cardiovascular (ECV), con énfasis en la evaluación de la estructura y función cardíaca en pacientes obesos y sobre el efecto de la pérdida de peso en el sistema cardiovascular.
La obesidad como un factor de riesgo metabólico/genético de ECV En las últimas 2 décadas se ha observado un incremento notable en la incidencia de síndrome metabólico, que se ha asociado con la epidemia global de obesidad y diabetes (DBT), informado por Zimmet y colaboradores como “diabesidad”. La estimación de años de vida perdidos como resultado de la obesidad difieren entre las razas y el género, pero se ha estimado que el IMC óptimo para adultos de 18 a 85 años es de 23 a 25 kg/m2 en personas de raza blanca y de 23 a 30 kg/m2 en personas de raza negra. El síndrome metabólico se asocia con mayor riesgo de DBT y ECV; además, se ha demostrado que incrementa el riesgo de muerte CV y por todas las causas. La epidemia de la obesidad aparece sobre una base de defectos genéticos, que se pueden dividir en 2 grupos: genes raros que producen obesidad significativa y genes más comunes que serían el principio fundamental de la propensión para presentar obesidad: los genes “susceptibles”. Algunas investigaciones recientes han identificado más de 41 sitios sobre el genoma como vínculos posibles para la producción de obesidad en un ambiente favorable.
Obesidad y morbilidades asociadas La obesidad se asocia con numerosas comorbilidades: ECV, DBT tipo 2, hipertensión (HTA), algunos cánceres y apnea del sueño. Se ha informado que un IMC por encima del percentilo 95 en adolescentes predice una frecuencia de mortalidad adulta en hombres (incremento del 80%) y en mujeres (incremento aproximado del 100%). Una gran cantidad de estudios han comunicado que la obesidad se asocia con aumento en el riesgo de morbilidad y mortalidad y con expectativa de vida reducida.
Repercusión cardiovascular del aumento del tejido adiposo Una gran red capilar rodea el tejido adiposo y los adipocitos están localizados cerca de los vasos con mayor permeabilidad, menor presión hidrostática y distancia más corta para el transporte de moléculas hacia y desde los adipocitos. En general, el flujo sanguíneo en reposo es de 2 a 3 ml/min por 100 g de tejido adiposo y puede aumentar aproximadamente 10 veces. Este incremento es aun menor que el observado en músculos esqueléticos. Actualmente, el tejido adiposo se considera un órgano endocrino capaz de sintetizar y liberar a la circulación gran cantidad de componentes peptídicos y no peptídicos que pueden desempeñar un papel importante en la homeostasis cardiovascular, como el factor de necrosis tumoral alfa, la interleuquina-6, el inhibidor del activador del plasminógeno-1, la resistina, la lipoproteinlipasa, los estrógenos, la leptina y la adiponectina, entre otros. Esto adquiere importancia debido a que la interleuquina-6 modula la producción de proteína C reactiva en el hígado, que constituye un marcador de inflamación crónica que puede disparar síndromes coronarios agudos. La obesidad produce un incremento en el volumen sanguíneo total y en el gasto cardíaco que, en parte, se debe al aumento de la demanda metabólica inducida por el exceso de peso. Los individuos obesos tienen mayor gasto cardíaco y menor resistencia periférica total que las personas delgadas. Con el tiempo se puede producir dilatación del ventrículo izquierdo (VI) y aumento de la masa, que origina una hipertrofia (HVI) de tipo excéntrica. También se puede producir aumento de la aurícula izquierda, que explicaría el mayor riesgo de fibrilación auricular en estos pacientes. La HVI excéntrica, que con frecuencia se presenta en la obesidad mórbida (IMC > 40 kg/m2), en general se asocia con disfunción diastólica del VI. Luego, la edad y la HVI predisponen a la disfunción sistólica. Inicialmente, el corazón graso no es un proceso infiltrativo sino un fenómeno metaplásico. El metaplasma es un cambio reversible en el que un tipo celular adulto es reemplazado por otro. Las células adiposas pueden acumularse entre las fibras musculares o producir degeneración de los miocitos que, a su vez, genera defectos en la conducción y se puede generalizar con la evolución de la afección. Por lo tanto, a través de diferentes mecanismos, la obesidad puede predisponer a la insuficiencia cardíaca, la llamada miocardiopatía de la obesidad o adipositas cordis.
Evaluación clínica y de laboratorio de los individuos obesos El examen físico y el electrocardiograma con frecuencia subestiman la presencia y extensión de la disfunción cardíaca en los pacientes obesos. La distensión venosa yugular y el reflujo hepatoyugular pueden no observarse, y los ruidos cardíacos habitualmente se auscultan distantes; sin embargo, las venas del dorso de la mano, si son visibles, estimarían la presión venosa central. En los pacientes muy obesos, los síntomas de cardiopatía pueden ser inespecíficos, pero se debe buscar la presencia de cor pulmonale. Con el incremento de la obesidad se producen cambios electrocardiográficos diversos: voltajes del QRS bajos, desviación del eje a la izquierda, aplanamiento de la onda T en las derivaciones inferolaterales y alteraciones en los criterios de voltaje de la aurícula izquierda, anormalidades en el ST, etc. Se observa aumento en la incidencia de criterios falsos positivos de infarto inferior debido posiblemente a la elevación diafragmática. La diferenciación mediante el ecocardiograma entre grasa subepicárdica y derrame pericárdico suele ser dificultosa. Para evaluar la masa del VI se ha sugerido normalizarla de acuerdo con el peso más que con la superficie corporal.
Enfermedad vascular Varias enfermedades se han asociado con la obesidad, como la insuficiencia y la trombosis venosa y el tromboembolismo pulmonar (la incidencia de tromboembolismo venoso en el tercilo superior del IMC fue 2.42 veces que en el tercilo inferior). Con frecuencia, la obesidad está asociada con alteraciones en la función endotelial, posiblemente debidas a la disminución del óxido nítrico. La HTA es 6 veces más prevalente en pacientes obesos y, a la vez, produce mayor riesgo de cardiopatía y accidente cerebrovascular. También se presentan apnea del sueño y HTA pulmonar, cuya prevalencia es del 15% a 20% y se observa raramente en ausencia de hipoxemia. Asimismo, la obesidad es un factor de riesgo modificable de accidente cerebrovascular. Cada unidad de incremento del IMC se asoció con aumento del 4% de riesgo de ACV isquémico y de 6% de ACV hemorrágico. En adultos, se asocia con aterosclerosis avanzada y compromiso de distintos lechos vasculares; esta relación se mantiene significativa luego de excluir del análisis a la DBT e HTA, lo que significa que el impacto de la obesidad sobre todas las causas de mortalidad está mediado por mecanismos distintos de la HTA y la DBT. Las técnicas nucleares pueden registrar en forma adecuada la existencia de cardiopatía isquémica, a pesar de algunas limitaciones, fundamentalmente debidas a atenuación por tejidos blandos. Dada la limitación del ejercicio, se pude utilizar dipiridamol como agente alternativo al esfuerzo. Otra opción para el diagnóstico es el ecocardiograma transesofágico con dobutamina. Se ha comunicado que la obesidad se asocia con mayor número de eventos clínicos en el período posterior al cateterismo y con menor supervivencia a los 10 años. Por su parte, la obesidad abdominal se relaciona con progresión acelerada de la aterosclerosis carotídea en el hombre; también representa un factor de riesgo de evolución adversa luego de la cirugía de revascularización con mayor riesgo embólico. Debe destacarse que a pesar de las numerosas alteraciones respiratorias en los pacientes obesos, las complicaciones pulmonares son similares a las observadas en las personas delgadas; esto no se puede aplicar a los pacientes con obesidad grave (IMC > 35 kg/m2), que presentan mayor tiempo de respiración mecánica y período de internación más prolongado. La obesidad también se relaciona con exceso en el riesgo de insuficiencia cardíaca congestiva: se estimó que éste aumenta 5% en los hombres y 7% en las mujeres por cada unidad de aumento del IMC. Una vez producida la insuficiencia cardíaca congestiva, la obesidad no afecta en forma adversa el pronóstico respecto de los individuos con peso normal. También se asocia con mayor riesgo de arritmias y muerte súbita, aun en ausencia de disfunción cardíaca. En un alto porcentaje de pacientes obesos se observa prolongación del intervalo QT y de pospotenciales tardíos de alta frecuencia, que aumentan el riesgo de arritmias ventriculares.
Pérdida de peso Puede mejorar o prevenir muchos de los factores de riesgo relacionados con la obesidad. Los tratamientos actuales disponibles incluyen intervenciones en la dieta, actividad física, farmacoterapia y cirugía. Los beneficios incluyen disminución en el volumen sanguíneo y sistólico, en el gasto cardíaco, la presión capilar pulmonar, la masa del VI, el consumo de oxígeno en reposo, presión arterial, presión de llenado, frecuencia cardíaca, intervalo QT, con mejoría en la función sistólica y diastólica del VI, poco cambio en la resistencia periférica y aumento de la variabilidad de la frecuencia cardíaca.
Conclusiones La obesidad es un trastorno metabólico crónico asociado con ECV y aumento de la morbilidad y mortalidad. Con la acumulación de tejido adiposo se produce una variedad de adaptaciones y alteraciones en la estructura y la función cardíacas, aun en ausencia de HTA y alteraciones orgánicas subyacentes. Para satisfacer las demandas metabólicas se incrementan el volumen circulante, el volumen plasmático y el gasto cardíaco. El aumento del volumen incrementa el retorno venoso a ambos ventrículos, que puede producir dilatación y aumento de la tensión parietal; esto causa HVI con disminución de las propiedades diastólicas, posible aumento de las presiones de llenado y dilatación ventricular. Con el tiempo se puede desencadenar disfunción sistólica. Si bien, por el momento, no se ha demostrado que la reducción de peso incremente la supervivencia, la información disponible sugiere que reduce los factores de riesgo para DBT y ECV. Para las próximas décadas, concluyen los autores, se espera información nueva referida a la pérdida de peso, a su beneficio en la evolución cardiovascular y para aclarar las múltiples dudas que aún persisten sobre este tema.
Autoevaluación de Lectura
¿Cuál es la prevalencia de sobrepeso en el informe del National Health and Nutrition Examination (NHANES) de 1999-2000?
A. 54.5%.
B. 64.5%.
C. 74.5%.
D. 84.5%.
Respuesta
Correcta
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Proponen Algoritmo Diagnostico para la Insuficiencia Cardiaca con Funcion Sistolica Conservada
Nancy, Francia
Los autores proponen un algoritmo diagnóstico en 7 etapas, desde los signos y síntomas clínicos hasta el análisis electrocardiográfico de la función diastólica, que llevan a una definición más certera de la insuficiencia cardíaca con función sistólica conservada.
Archives des Maladies du Coeur et des Vaisseaux 99(4):279-286, Abr 2006
Autores:
Juillière Y, Trochu JN, de Groote P
Institución/es participante/s en la investigación:
Département de Cardiologie, CHU Nancy-Brabois
Título original:
Heart Failure with Preserved Systolic Function: A Diagnostic Algorithm for a Pragmatic Definition
Título en castellano:
Insuficiencia Cardíaca con Función Sistólica Conservada: un Algoritmo Diagnóstico para una Definición Pragmática
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Introducción La insuficiencia cardíaca (IC) crónica es una enfermedad grave, frecuente y muy costosa que representa un problema de salud pública en los países desarrollados y afecta mayormente a la población anciana. Los estudios epidemiológicos han determinado que el 40% a 50% de los pacientes presenta fracción de eyección del ventrículo izquierdo (FEVI) normal, lo que se define habitualmente como IC diastólica. Sin embargo, las dificultades para diagnosticar las anomalías de la función diastólica en la práctica clínica llevan a simplificar las estrategias para el diagnóstico. El síndrome también se ha llamado IC con función sistólica conservada (ICFSC). A pesar de estas simplificaciones, todavía no se ha emitido ningún consenso clínico para la definición, señalan los autores del presente trabajo, por lo que proponen un algoritmo diagnóstico que constituye una estrategia pragmática para la definición final del síndrome.
Concepto y estrategia fisiopatológica La IC es un síndrome clínico caracterizado por el incremento de la retención hídrica a nivel tisular u orgánico y la disminución de la perfusión a esos niveles, relacionados con anomalías del VI en su función sistólica o diastólica. La IC sistólica ha sido bien definida en los estudios epidemiológicos y se han demostrado los beneficios de su tratamiento; por el contrario, la IC diastólica (ICD) se refiere a anomalías fisiopatológicas de la función mecánica que pueden diagnosticarse mediante diversas técnicas invasivas o no invasivas, pero nunca constituye un diagnóstico clínico. La ICD se define por la presencia de 3 componentes: 1) signos o síntomas de IC, 2) FEVI normal y 3) evidencia de alteración en la función diastólica; estos conceptos determinan un síndrome que incluye propiedades mecánicas alteradas del corazón. La ICFSC es un concepto que permite una estrategia pragmática para efectuar el diagnóstico en presencia de función sistólica normal o cercana a la normal; constituye un síndrome clínico que asocia signos y síntomas de IC y FEVI conservada y no requiere la presencia de FEVI “estrictamente” normal o la determinación de la función diastólica. De todas maneras, todavía se debate la distinción entre la ICFSC y la ICD, y no se ha establecido el valor de corte ideal para la FEVI. En general, los pacientes con ICFSC son mujeres y más ancianos que aquellos con ICD; la mayoría presenta antecedentes de hipertensión y el infarto de miocardio previo es mucho más frecuente que en los individuos con ICD. Los mecanismos fisiopatológicos que llevan a la IC a pesar de la función normal del VI incluyen la hipertrofia y las miocardiopatías infiltrativas o restrictivas, que alteran la relajación ventricular izquierda y la compliance, sin disminución de la eyección ni dilatación de los ventrículos. Muchos mecanismos pueden llevar a la aparición de ICFSC, si bien la mayoría son factores intrínsecos del miocardio que pueden ser divididos en procesos estructurales dentro de los cardiomiocitos o de la matriz extracelular, y factores activadores de la producción autocrina o paracrina de las neurohormonas. La IC debería considerarse un síndrome progresivo, caracterizado por complejos mecanismos cardíacos y sistémicos de adaptación que varían a lo largo del tiempo, en particular en los pacientes ancianos. Esta evolución progresiva es modulada por trastornos coexistentes, como la enfermedad arterial coronaria o la patología renal, y por alteraciones anatómicas, a las que le siguen trastornos neurohormonales con aparición posterior de desequilibrios hemodinámicos.
Algoritmo diagnóstico Primer paso: presentación clínica Para el diagnóstico de la IC, las recomendaciones europeas requieren la presencia de signos o síntomas durante el reposo o el ejercicio; con el objetivo de definir de manera más precisa estos parámetros es posible emplear los criterios de Framingham, Boston o Goteburgo, o los propuestos por la Sociedad Europea de Cardiología, si bien los primeros son recomendados frecuentemente porque quizá sean los más validados.
Segundo paso: electrocardiograma y péptido natriurético cerebral De acuerdo con las recomendaciones europeas, un electrocardiograma (ECG) normal sugiere que el diagnóstico de IC congestiva debería ser revisado minuciosamente, en especial para el caso de la insuficiencia sistólica; de todas maneras, en ausencia de episodios agudos puede encontrarse ECG normal en la ICFSC, y la falta de sensibilidad es similar para las radiografías de tórax, por lo que estos exámenes no resultan útiles para el diagnóstico. El dosaje del nivel del péptido natriurético cerebral (PNC) diagnostica incremento de las presiones ventriculares diastólicas en el caso de disnea aguda, ya que el PNC es elaborado en los ventrículos y la ICFSC podría asociarse con aumento de estos valores; de todas maneras, los niveles del PNC son menores que los encontrados en la disfunción sistólica y los valores de corte aún no se encuentran bien definidos. La presencia de niveles “absolutamente” normales del PNC es rara, debido a que la alteración es sintomática por definición y, en consecuencia, el incremento de los valores del PNC sugiere muy probablemente la presencia de disfunción diastólica, que debería confirmarse con análisis de los parámetros mediante efecto Doppler. La asociación de ECG y valores del PNC normales durante la fase congestiva de la IC hace improbable el diagnóstico de ICFSC.
Tercer paso: determinación de la FEVI Si bien la normalidad de la FEVI es un parámetro arbitrario, existe consenso para afirmar que un valor < 45% es diagnóstico de disfunción sistólica, por lo que debería descartarse la presencia de ICFSC. Sin embargo, los cambios en la función diastólica en presencia de disfunción sistólica son frecuentes, sin que la alteración de la diástole sea la principal responsable de los síntomas clínicos. El diagnóstico de la ICFSC debería requerir la presencia de FEVI = 50%, que puede determinarse con ecocardiografía o angiografía radionuclear.
Cuarto paso: diagnósticos de exclusión Entre las enfermedades que deben excluirse y que pueden provocar disnea se encuentran: 1) las afecciones pulmonares como el embolismo, el cor pulmonale, la hipertensión arterial pulmonar y las neumopatías y 2) la patología cardíaca congénita, la pericarditis constrictiva y las estenosis o insuficiencias de las válvulas aórtica o mitral. Al finalizar este paso, y luego de haber excluido las distintas etiologías mencionadas, resulta posible efectuar el diagnóstico de ICFSC.
Quinto paso: presencia de comorbilidades La presencia de comorbilidades como la hipertensión sistémica, la diabetes, la obesidad y los trastornos del sueño relacionados con alteraciones en la respiración fortalecen el diagnóstico de ICFSC. En general, la presentación clínica de la IC es menos característica y el pronóstico es más grave cuando la ICFSC aparece en personas ancianas con salud deteriorada por múltiples enfermedades.
Sexto paso: masa ventricular y tamaño auricular izquierdos La hipertrofia ventricular izquierda puede ser responsable de la alteración de la función diastólica y su prevalencia varía entre el 40% y 60% de acuerdo con la población involucrada. En ausencia de fibrilación auricular y de patología valvular orgánica, la dilatación auricular izquierda puede sugerir razonablemente la presencia de alteración en la función de llenado del VI. Con la presencia de 1 de estos 2 parámetros y de alguna comorbilidad asociada descrita en el paso anterior, el diagnóstico de ICFSC resulta probable.
Séptimo paso: determinación de los parámetros de función diastólica La ecocardiografía por medio del efecto Doppler presenta doble interés para la evaluación de la ICFSC: 1) en el diagnóstico inicial para medición de la FEVI por medio de la ecocardiografía bidimensional y 2) para la confirmación definitiva de la determinación de disfunción diastólica con otras modalidades de ecocardiografía.
Conclusión En el presente trabajo, los autores proponen un algoritmo diagnóstico con el objetivo de confirmar la existencia de ICFSC con buen grado de certeza; esta propuesta pragmática, agregan, está dirigida a mejorar la identificación diagnóstica del paciente y a permitir el manejo médico adecuado de esta enfermedad.
Autoevaluación de Lectura
¿Qué porcentaje de pacientes con insuficiencia cardíaca presentan valores normales o casi normales de la fracción de eyección del ventrículo izquierdo?
A. Diez por ciento.
B. Veinte por ciento.
C. Cuarenta a 50%.
D. Setenta por ciento.
Respuesta
Correcta
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Trabajos Distinguidos, Serie Clínica Médica,
integra el Programa
SIIC de Educación Médica Continuada
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