Volumen 9, Número 3, Agosto 2003 |
Resúmenes SIIC |
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EL TEJIDO ADIPOSO COMO ORGANO ENDOCRINO Nueva York, EE.UU.Cada vez hay más evidencia de que el adipocito participa activamente en diversos estados patológicos a través de la síntesis de múltiples proteínas con funciones diversas. Diabetes Care 25(12):2342-2349, Dic 2002 Autor: Bloomgarden ZT Institución/es participante/s en la investigación: Diabetes Center, Mount Sinai School of Medicine, Nueva York, EE.UU. Título
original: El autor comenta diversas exposiciones presentadas durante el simposio Adipose Tissue as a Secretory Organ de la American Diabetes Association (ADA). En primer lugar señala los aspectos más importantes discutidos por Jeffrey Flier sobre la adiposidad visceral, más relacionada con la diabetes que la adiposidad total. Es posible que el metabolismo anormal de los glucocorticoides en el tejido adiposo explique algunas de las asociaciones. El síndrome de Cushing se caracteriza por obesidad visceral, resistencia a la insulina (RI) y diabetes. Sin embargo, las formas más prevalentes de obesidad no se acompañan de aumento del nivel de los esteroides circulantes. La 11-b-hidroxiesteroide-deshidrogenasa (HSD) 2 degrada el cortisol en cortisona inactiva mientras que la HSD-1 es una reductasa que produce cortisol a partir de la cortisona. La HSD-1 de hígado, tejido adiposo y cerebro se asocia con mayor actividad glucocorticoidea. La HSD-1 se expresa en forma más abundante en el tejido adiposo visceral que también tiene grandes cantidades de recepores de esteroides. La HSD-1 en adipocitos puede promover obesidad visceral. El modelo murino con expresión excesiva de HSD-1 en grasa visceral presenta obesidad central y aumento del tamaño -más que del número- de los adipocitos. Además, la corticoesterona en grasa visceral está aumentada. Los animales tienen mayor apetito, incremento del nivel de ácidos grasos libres (FFA), de triglicéridos y de leptina en combinación con intolerancia a la glucosa (IG), especialmente cuando son alimentados con dietas ricas en grasas, y resistencia a la insulina (RI). La hipertensión asociada puede obedecer a este último estado o, muy probablemente, a la mayor producción de angiotensinógeno en tejido adiposo. Flier concluyó que el síndrome de RI con mayor HSD-1 podría generar un aumento local de cortisol, mayor adipogénesis y lipogénesis, RI y alteración en la cantidad de proteínas secretadas por el adipocito que contribuirían también en la génesis del síndrome metabólico. Un estudio en humanos
sugirió la posible relevancia clínica de la mayor expresión de HSD-1 en
asociación con obesidad. Las tiazolidinedionas (TZD) inhiben la actividad
de dicha enzima. De hecho, los ratones tratados con la droga son
resistentes a la aparición de obesidad y diabetes. Los adipocitos no sólo son un depósito de triglicéridos ya que expresan leptina y resistina, factor de necrosis tumoral alfa (TNF-ALFA) y reactantes de fase aguda, cuyos niveles aumentan en pacientes con diabetes. La adiponectina es una proteína producida específicamente por los adipocitos. Tiene una estructura similar al factor de complemento C1q y al TNF-ALFA. Existe una correlación inversa entre la adiponectina y la adiposidad y sensibilidad a la insulina. En un modelo murino de diabetes, la administración de TZD aumenta la concentración de adiponectina mientras que la metformina -que actúa a nivel del hígado en una forma semejante- no aumenta su concentración. La proteína se expresa en forma constitutiva y se regula por degradación proteosómica. Se expresa fundamentalmente en la grasa perigonadal más que en los depósitos de grasa subcutánea. En el ser humano hay una relación inversa entre la adiponectina y la sensibilidad a la insulina. Su nivel desciende durante el embarazo y la lactancia, lo cual sugiere un papel de la prolactina y los estrógenos. La resistina es otra proteína específica de tejido adiposo que influye en la sensibilidad a la insulina. No se comprenden por completo los determinantes moleculares que participan en la aparición de diabetes tipo 2 pero el TNF-ALFA, inhibidor del activador del plasminógeno (PAI)-1, resistina e IL-6 del adipocito podrían intervenir en la RI mientras que la leptina y la adiponectina participarían en la sensibilidad a la insulina. Los polimorfismos genéticos del TNF-ALFA podrían estar relacionados con la variación en la sensibilidad a la insulina en la población general. El PAI-1 podría ser particularmente importante en la aparición de diabetes tipo 2 y obesidad. En modelos animales, la adiponectina protege contra la diabetes inducida por dietas ricas en grasas y revierte la diabetes de la lipodistrofia y la RI de la obesidad. Además, su nivel se correlaciona con la sensibilidad a la insulina, baja en personas con diabetes y obesidad. En las poblaciones de Francia y Japón, la adiponectina aumenta en relación directa con la edad y su nivel es alto en los principios de la pubertad con disminución hacia el final de ese período. Estas modificaciones mediarían el descenso en la sensibilidad a la insulina a medida que avanza la etapa de la pubertad, en la cual también podrían influir los cambios en las hormonas sexuales. Algunas alteraciones genéticas podrían asociarse con menor producción de adiponectina, diabetes y RI en el hombre. Las alteraciones en la adiponectina también pueden contribuir con el riesgo de arteriosclerosis. En una investigación en hombres y mujeres japoneses, la adiponectina se asoció en forma negativa con el IMC y en forma positiva con la sensibilidad a la insulina y el nivel de colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDLc). Además, se asocia en forma negativa con la grasa intraabdominal mientras que la leptina lo hace en forma positiva con la grasa subcutánea. Un estudio mostró que en personas delgadas no diabéticas -respecto de obesos y sujetos con diabetes- hay un mayor nivel basal de adiponectina. En todos los grupos, su concentración se duplicó luego del tratamiento con troglitazona en dosis de 600 mg diarios durante 12 semanas. La proteína se asoció positivamente con la disponibilidad de glucosa y con el nivel de HDLc e inversamente con la concentración de insulina y de triglicéridos. Es posible que la TZD aumente la secreción de adiponectina. Varios estudios evaluaron el papel fisiológico y patológico de la leptina. La hormona estimula en forma central y periférica la oxidación de ácidos grasos. En modelos murinos se comprobó la acción central de la leptina que, administrada por vía intracerebral, suprimió la secreción de insulina. El inhibidor específico de los receptores 3/4 de melanocortina evita el efecto. Las modificaciones en la permeabilidad de la barrera hematoencefálica podrían explicar la resistencia a la leptina durante el envejecimiento. La evidencia en ratones sugiere efectos directos de la proopiomelanocortina hipotalámica en mejorar la homeostasis de la glucosa. La mayor concentración de insulina y de leptina en sangre de cordón umbilical se asocia con el peso al nacer aparentemente sólo en recién nacidos de madres con diabetes tipo 1. Se ha sugerido que ambas hormonas podrían ser mediadores adicionales en el crecimiento de infantes de mujeres con este tipo de diabetes. Una amplia investigación en casi 10 000 hombres y mujeres evaluados durante 11 años mostró que la leptina es un marcador de riesgo de diabetes e intolerancia a la glucosa aun después del control según edad, etnicidad y obesidad. La participación de la resistina es menos clara; sólo se expresaría en pequeñas cantidades en grasa. En cambio, se expresa en forma elevada en monocitos humanos y la evidencia global sugiere que la proteína podría estar esencialmente involucrada en la diferenciación y función de las células mieloides. Sin embargo, los resultados no han sido coincidentes y algunos grupos encontraron que la concentración sérica de resistina sería mayor en personas con diabetes tipo 2. La insulina se acompaña de mayor secreción de resistina por parte de los adipocitos abdominales en mujeres no obesas y sin diabetes; la administración de rosiglitazona reduce su producción. En forma global, los hallazgos sugieren que la resistina se asocia con menor nivel de transportadores de glucosa. La lipoproteinlipasa (LPL) es una glicoproteína que cataliza la hidrólisis de los triglicéridos de las lipoproteínas; es necesaria en la depuración de los quilomicrones y en la conversión de las lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL) en sus remanentes. La LPL se secreta en forma más abundante en los adipocitos y en las células de músculo esquelético. Se produce en forma de dímero y es estabilizada por heparán sulfato. La insulina aumenta la liberación de LPL activa de los adipocitos. Las dietas ricas en
carbohidratos que aumentan la producción de insulina, incrementan también
la actividad de la LPL. Los proteoglucanos de heparán sulfato (HS) son la
fuente más común de HS en los tejidos. Si bien el sitio principal de síntesis
de la LPL es el adipocito, actúa fundamentalmente en el endotelio
capilar. Existe evidencia de que la LPL y los proteoglucanos con HS
participan en la unión de las apolipoproteínas. Numerosos estudios prospectivos revelaron que la inflamación se asocia con la aparición de diabetes tipo 2. La leucocitosis, la hipergammaglobulinemia y la elevación de la concentración de PCR e IL-6 se asocian con la alteración endocrina. El tratamiento de pacientes obesos con diabetes tipo 2 con rosiglitazona en dosis de 4 mg por día disminuye los niveles de glucosa e insulina en ayunas, reduce la actividad del factor nuclear NF-kB en células mononucleares y desciende la producción de especies reactivas de oxígeno, lo cual sugiere mecanismos antioxidantes y antiinflamatorios. La PCR también se ha correlacionado con la rigidez de carótida y ésta con la grasa visceral en personas diabéticas. De hecho, se ha sugerido que la determinación de marcadores inflamatorios podría ser de utilidad para decidir en qué pacientes debe rastrearse enfermedad coronaria. La esteatosis hepática
puede ser importante en enfermos con diabetes. El hígado graso se
correlaciona con la adiposidad visceral, con RI y con el nivel de triglicéridos
y de ácidos grasos libres, con la glucosa en ayunas, PCR y concentración
de TNF-ALFA e IL-6. La pérdida de peso se acompaña de mejoría de la
esteatosis y de descenso de la PCR. La homocisteína (HC) es otro factor de riesgo cardiovascular. El nivel de HC puede aumentar con el tratamiento con metformina, probablemente por la leve deficiencia de vitamina B12 asociada. Los sujetos con diabetes
parecen estar más expuestos a riesgo cardiovascular para cada nivel de HC
y en los enfermos con síndrome metabólico e intolerancia a la glucosa la
concentración de HC es particularmente alta. Autoevaluación de Lectura
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