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REVISAN LOS TRASTORNOS DEL METABOLISMO DE LA GLUCOSA EN PACIENTES VIH+ Lewiston, EE.UU. En pacientes con infección por VIH varios factores pueden provocar trastornos del metabolismo de la glucosa, entre ellos los inhibidores de la proteasa, la lipodistrofia, factores virales, hepatitis C, drogadicción intravenosa y antipsicóticos atípicos. Journal of the American Academy of Nurse Practitioners 18(3):92-103, Mar 2006 Autores: Larson R, Capili B, Eckert-Norton M Institución/es participante/s en la investigación: Internal Medicine, Niagara Falls Memorial Medical Center Título original:
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Introducción La introducción de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA) mejoró en forma considerable la morbilidad y mortalidad por el virus de la inmunodeficiencia humana (HIV). Sin embargo, su empleo prolongado se asocia con trastornos metabólicos como alteración del metabolismo de la glucosa, dislipemia y lipodistrofia. Antes del empleo de TARGA, la insulinorresistencia (IR), la alteración de la tolerancia a la glucosa (ATG) y la diabetes (DBT) se observaban en forma ocasional en pacientes con infección por HIV. En los pacientes tratados con inhibidores de la proteasa (IP) la prevalencia de DBT y ATG oscilan entre 7% y 13% y hasta 46%, respectivamente. Fisiopatología La IR –que puede considerarse el primer paso en el desarrollo de ATG y DBT- se define como el estado en el que una concentración de insulina dada se asocia con respuesta reducida de la glucosa. La IR temprana es compensada por un aumento de la secreción de insulina. Cuando la IR aumenta a pesar de ello, se observa ATG, luego alteración de la glucemia en ayunas (AGA) y finalmente DBT, cuando la insulina secretada es insuficiente para mantener la euglucemia. La causa de la IR en el contexto d la infección por HIV parece ser multifactorial: IP, factores virales, distribución de la grasa, infección por el virus de la hepatitis C (VHC), abuso de drogas intravenosas y antipsicóticos de segunda generación (ASG). Los IP contribuyen con la IR al inhibir en forma directa y reversible la actividad intrínseca del transportador de glucosa tipo 4 (GLUT4) que interviene en la captación de glucosa estimulada por insulina en el músculo esquelético y en el tejido adiposo. Como el transporte de glucosa es el paso limitante de la disponibilidad corporal de glucosa, la acción de los IP resulta significativa. La IR precede a la disminución de peso y a la lipodistrofia en un promedio de 3.4 meses. Los IP también contribuyen con la IR al interferir con el la proteína celular ligadora de ácido retinoico tipo I (CRABP-I). La CRABP-I tiene interacción con el receptor activado por el factor proliferante de peroxisomas gamma (PPARg), que incrementa la diferenciación de adipocitos. La acción de PPARg sobre los adipocitos conduce a la disminución de la liberación de ácidos grasos libres (AGL) y factor de necrosis tumoral alfa (TNFa) con un incremento de la acción de la insulina y mejoría de la IR. La inhibición de estas acciones por los IP conduce a IR. Los IP pueden además deteriorar la función de la célula beta al inhibir los transportadores de glucosa GLUT1, GLUT2 y GLUT3. Por tanto, debe tenerse en cuenta la posibilidad de la presencia de síndrome metabólico (SM) asociado con TARGA en pacientes HIV positivos con IR, redistribución grasa, dislipemia e hiperglucemia. La presencia de infecciones bacterianas y virales así como los estados inflamatorios se asocian con reducción de la insulinosensibilidad (IS). Por lo tanto, la IR puede presentarse en la infección por HIV en forma independiente del uso de IP. La activación de citoquinas, como TNFa y otras moléculas derivadas de macrófagos y linfocitos puede afectar el metabolismo de los carbohidratos. Las proteínas del HIV Tat y Vpr pueden participar en la IR: Vpr inhibe la actividad PPARg e interfiere con la actividad transcripcional de la insulina y Tat activa el factor nuclear kbeta con inducción de TNFa lo que impide la captación de AGL por los adipocitos e inhibe al receptor de insulina, con reducción de la traslocación de GLUT4. Es decir que la interacción de proteínas virales y de agentes antirretrovirales conduce a la liberación de citoquinas proinflamatorias que pueden desempeñar un papel en la etiología de la IR. Con TARGA, el perfil de células CD4 se transforma del subtipo helper 2 (Th2) al Th1, con secreción predominante de citoquinas inflamatorias. En pacientes tratados con TARGA se ha descrito un síndrome lipodistrófico caracterizado por redistribución de la grasa: reducción de la grasa subcutánea, acumulación de grasa visceral o ambas. La lipodistrofia por HIV puede asociarse con IR, hipertrigliceridemia y niveles bajos de colesterol asociado a lipoproteínas de alta densidad (HDLc). Puede observarse lipodistrofia en 40% de los pacientes tratados con IP por más de 1 año, que podría relacionarse con la patogenia de la IR. Actualmente se reconoce la importancia del tejido adiposo como órgano endocrino con efecto significativo sobre el metabolismo de la glucosa y la IS. Este tejido produce adipoquinas con funciones metabólicas, como adiponectina, leptina, TNFa, inhibidor del activador del plasminógeno I (PAI-I), IL-6, entre otras. Los niveles insuficientes de leptina se asocian con IR marcada e hiperlipidemia. La principal fuente de leptina circulante es la grasa subcutánea, que se reduce en la lipodistrofia por HIV. La leptina parece tener efectos similares a los de la insulina y su administración a personas con lipodistrofia corrige la IR parcialmente. La adiponectina está reducida en presencia de IR, DBT2, SM, obesidad, lipodistrofia congénita y lipodistrofia por HIV. La adiponectina reduce la IR mediante la inhibición de las enzimas hepáticas gluconeogénicas y la inducción de la expresión de moléculas que intervienen en la oxidación de ácidos grasos y en el gasto de energía muscular. Esto reduce los triglicéridos musculares y hepáticos. La administración conjunta de adiponectina y leptina restaura por completo la IS en ratones. La grasa visceral produce mayor cantidad de IL-6 que la grasa subcutánea. La IL-6 contribuye con la IR por la inhibición de moléculas de señalización de insulina como IRS-1 (sustrato del receptor de insulina 1) en hepatocitos. El incremento de la grasa visceral y la disminución de la grasa subcutánea parecen participar de forma independiente en la etiología de la IR. En pacientes que reciben TARGA, el aumento de la lipólisis y de los AGL predice la respuesta de la insulina a la prueba de tolerancia oral a la glucosa (PTOG). El aumento del flujo de AGL al hígado incrementa la síntesis de lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL) y la concentración de triglicéridos hepáticos, con reducción de la sensibilidad y depuración de la insulina. En el músculo esquelético, los productos del metabolismo de ácidos grasos y las citoquinas activan serina fosforilasas que inhiben la fosforilación de tirosina de las subunidades fosfoinositol 3 kinasa (PI3K), con la consiguiente IR. Ciertos factores comórbidos pueden intervenir en la patogenia de la IR. La drogadicción IV provoca 23% de nuevas infecciones por HIV en EE.UU. y contribuye a trastornos endocrinos y metabólicos en ciertas poblaciones. En varios estudios la IR se asoció con adicción a la heroína. Los opiáceos exógenos podrían afectar la función de la célula beta. La coinfección con el VHC también se asocia con IR. La prevalencia de infección por VHC oscila entre 4 y 92% en pacientes con HIV. Parece haber una correlación entre infección por VHC y DBT. La prevalencia de DBT es mayor en la infección crónica por VHC que en otras enfermedades hepáticas crónicas. La IR parece ocurrir en forma previa a la esteatosis hepática, que se produce como resultado de la alteración de la secreción de VLDL y reducción de la beta-oxidación. El VHC aumenta los niveles intrahepáticos de TNFa que inhibe la fosforilación de tirosina de IRS-1. Los pacientes tratados con antipsicóticos atípicos también pueden presentar aumento de la incidencia de DBT, aumento de peso y dislipemia. La ganancia de peso y los cambios en la composición corporal son las principales causas de IR, ATG, DBT y dislipemia en pacientes tratados con ASG. La evaluación metabólica previa a la indicación de TARGA debe incluir el perfil metabólico y la evaluación de los factores de riesgo cardiovasculares. Las recomendaciones incluyen estudiar la glucemia en ayunas, el colesterol total, HDLc, LDLc y triglicéridos antes de iniciar TARGA, luego de 3 a 6 meses y posteriormente, en forma anual. La PTOG está indicada en pacientes con SM con otros factores de riesgo para DBT2. Tratamiento En pacientes con trastornos preexistentes del metabolismo de la glucosa o con familiares de primer grado con DBT, debería considerarse evitar el empleo de IP o reemplazarlos por nevirapina, efavirenz o abacavir que se han asociado con mejoría a corto plazo de la IR. Los pacientes con infección por HIV diabéticos deben ser tratados de acuerdo con las guías para DBT. En pacientes con DBT2 que requieran tratamiento con drogas, debería comenzarse con insulinosensibilizantes como metformina o tiazolidinedionas (TZD) que demostraron reducir la circunferencia de la cintura, la presión arterial y el riesgo cardiovascular en pacientes HIV positivos. Si debe agregarse una segunda droga, debe considerarse un secretágogo de insulina como sulfonilurea o meglitinida. En caso de imposibilidad de lograr el control glucémico debería iniciarse insulina. Además, la dieta y la actividad física (ejercicio aeróbico) podrían mejorar la IR y la dislipemia en pacientes con infección por HIV. La metformina mostró reducciones significativas de la hiperinsulinemia, peso y presión diastólica en pacientes con HIV, IR y obesidad abdominal, con buena tolerancia y ausencia de acidosis láctica. Está contraindicada en pacientes con enfermedad renal y su combinación con inhibidores nucleósidos de la transcriptasa inversa requiere vigilancia estrecha ya que ambos tienen el potencial de provocar acidosis láctica. Las TZD (agonistas PPARg) incrementan el transporte y utilización muscular de glucosa y la diferenciación de adipocitos y parecen revertir los efectos adversos de los IP sobre la señalización de insulina. En pacientes con HIV, IR y disminución de grasa subcutánea mejoraron la hiperinsulinemia, los niveles de adiponectina y los AGL. Están contraindicadas en pacientes con transaminasas > 2.5 LSN. Conclusión La infección por HIV y el empleo de TARGA se relacionan con mayor incidencia de trastornos del metabolismo de la glucosa. La hiperglucemia y la IR se asocian con complicaciones agudas y crónicas, incluyendo incremento del riesgo cardiovascular. En caso de que las modificaciones alimentarias y del estilo de vida no alcancen para lograr el control glucémico, deberían indicarse insulinosensibilizantes, secretágogos de insulina o insulina. Los autores concluyen que aún hacen falta estudios de intervención a gran escala para determinar el tratamiento más apropiado para los trastornos del metabolismo de la glucosa en el contexto de la infección por HIV. Indique qué factores están implicados en la insulinorresistencia de pacientes con infección por VIH:
A. Factores virales Respuesta Correcta
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LA PRAVASTATINA Y EL BEZAFIBRATO SON EFICACES EN PACIENTES VIH+ CON DISLIPEMIA Bolonia, Italia El tratamiento hipolipidémico, por ejemplo con pravastatina o bezafibrato, es seguro en el tratamiento de la hiperlipemia asociada con la terapia antiretroviral; además es más eficaz que reemplazar un inhibidor de proteasa por nevirapina o efavirenz. Aids 19(10):1051-1058, Jul 2005 Autores: Calza L, Manfredi R, Colangeli V Institución/es participante/s en la investigación: Department of Clinical and Experimental Medicine, Division of Infectious Diseases, ¨Alma Mater Studiorum¨ University of Bologna, S. Orsola Hospital Título original:
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Introducción ¿Cuál sería la mejor alternativa para revertir la hiperlipemia, en pacientes con infección por el virus de la inmunodeficiencia humana, tratados con antiretrovirales? A. Reemplazar el inhibidor de proteasa por nevirapina Respuesta Correcta
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UNA ACTUALIZACION EN TRATAMIENTO ANTIFUNGICO COMBINADO Estrasburgo, Francia El uso combinado de antifúngicos es una nueva opción para combatir las micosis. Aunque existen pocos trabajos concluyentes, los datos existentes sugieren que el tratamiento combinado puede ser útil en algunos subgrupos de pacientes. International Journal of Antimicrobial Agents 27(Supl. 1):25-30, Jun 2006 Autores: Fohrer C, Nivoix Y, Nivoix Y Institución/es participante/s en la investigación: Departement d'Hematologie et d'Oncologie, Hopital de Hautepierre Título original:
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Tratamiento combinado: estado actual
Si bien se acepta que la combinación de 2 drogas antifúngicas puede ser útil en el tratamiento de ciertos pacientes con micosis, ¿cuál es el único ejemplo clínico donde se utiliza la combinación de estos fármacos? A. Candidiasis invasiva. Respuesta Correcta
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SEROPREVALENCIA DE ANTICUERPOS CONTRA EL VIRUS DE LA HEPATITIS E EN LA ENFERMEDAD HEPATICA CRONICA Roma, Italia Los pacientes con enfermedad hepática crónica presentan elevada seroprevalencia de anticuerpos contra el virus de la hepatitis E y podría haber relación entre esta infección y la enfermedad hepática terminal. Epidemiology and Infection 134(1):95-101, Feb 2006 Autores: Kondili LA, Chionne P, Porcaro A Institución/es participante/s en la investigación: Department of Infectious, Parasitic and Immune-Mediated Disease, Istituto Superiore di Sanità Título original:
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Introducción La prevalencia de anticuerpos contra el virus de la hepatitis E (VHE) se considera un indicador de la exposición al VHE, y estos anticuerpos se detectan en poblaciones de todas las áreas geográficas. En Asia, Africa y México existen áreas endémicas como epidémicas de infección por VHE. Sin embargo, la seroprevalencia en los países desarrollados de Europa es menor (entre 1% y 3%), aunque relativamente alta cuando se la compara con la baja tasa de enfermedad clínica por VHE en estas áreas. Los habitantes de países no endémicos que viajan a áreas endémicas se encuentran en riesgo de infección por VHE. No obstante, varios estudios comunicaron casos no asociados con viajes a áreas endémicas, cuyas vías de transmisión no pudieron determinarse. Algunos estudios informaron una elevada prevalencia de anticuerpos contra el VHE en pacientes con enfermedad hepática crónica y otros estudios sugieren que la superinfección con el VHE en pacientes con enfermedad hepática crónica subyacente puede provocar insuficiencia hepática grave, con incremento de la morbilidad y la mortalidad. Los autores realizaron un estudio para evaluar la asociación entre infección por VHE y enfermedad hepática crónica, para lo cual emplearon muestras de suero de pacientes con hepatopatías crónicas de un hospital de Albania. Población de estudio y métodos El suero perteneciente a 299 pacientes incluidos en el presente estudio había sido analizado para la detección de anticuerpos contra el virus de la hepatitis B (VHB), virus de la hepatitis C (VHC) y virus de la hepatitis D (VHD) en un estudio previo de casos y controles cuyo objetivo era investigar las relaciones entre estas infecciones y el consumo de alcohol con la hepatitis crónica y la cirrosis. La población en estudio comprendió 109 pacientes con enfermedad hepática crónica internados en 1995 en la Unidad de Hepatología del Hospital Universitario de Tirana, que es el centro más importante para el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades hepáticas en Albania. Fueron excluidos los pacientes con cirrosis biliar primaria o secundaria y hepatopatías autoinmunes o metabólicas. De acuerdo con la clasificación de Child-Pugh, la presencia de hepatitis crónica o cirrosis hepática fue la siguiente: 43% de los pacientes presentaban diagnóstico de hepatitis crónica o cirrosis Child A por biopsia hepática y 57% de los pacientes tenían cirrosis hepática Child B o C por biopsia hepática o por hallazgos clínicos, de laboratorio o de estudios por imágenes. Estos últimos presentaban enfermedad hepática terminal. El grupo control incluyó a 190 pacientes internados durante el mismo período por enfermedades no relacionadas con la función hepática. Todos los participantes habían sido interrogados por el mismo médico mediante un cuestionario estándar respecto de datos como edad, sexo, nivel educativo y ocupación. En los pacientes con enfermedad hepática crónica también se recolectó información referente al número de internaciones y procedimientos endoscópicos y laparoscópicos como posibles puertas de entrada para la adquisición del VHE. La distribución por edades fue similar para los casos y los controles, mientras que los casos presentaban menor nivel de educación formal que los controles. Análisis de laboratorio. Las muestras de suero, que habían sido conservadas a temperatura de -40ºC, fueron empleadas para determinar la presencia de anticuerpos de tipo IgG específicos contra el VHE mediante un enzimoinmunoensayo que emplea antígenos recombinantes de los marcos abiertos de lectura (ORF [open reading frames]) 2 y 3 del genoma del VHE. Fueron consideradas positivas aquellas muestras repetidamente reactivas con un valor umbral > 1.2. También se evaluó la presencia de anticuerpos contra el VHA en suero por enzimoinmunoanálisis por adsorción (ELISA). En el estudio previo, las muestras de suero habían sido estudiadas para detectar HBsAg y anticuerpos anti-HBc. La reactividad anti-VHC había sido evaluada mediante ELISA de tercera generación y confirmada por RIBA-3 de tercera generación. Análisis estadístico. Un valor de p < 0.05 fue considerado estadísticamente significativo. El odds ratio (OR) para las asociaciones entre infección por VHE y características sociodemográficas fue evaluado mediante análisis univariado. El efecto independiente de las características sociodemográficas sobre la positividad anti-VHE fue validado por análisis de regresión logística mediante el empleo de la categoría con el nivel de exposición más favorable como referencia. Resultados La prevalencia de anticuerpos anti-VHE entre los 299 casos y controles fue de 21.1% (63/299). Ninguno de los pacientes había viajado a áreas consideradas endémicas para la infección por el VHE. En el análisis univariado, se halló relación entre la prevalencia de VHE y edad > 50 años (OR 3.6, 95% IC 2-6.4), < 8 años de educación formal (OR 1.8, 95% IC 1-3.2) y positividad para HBsAg (OR 2.4, 95% IC 1.3-4.5). No se hallaron asociaciones entre los habitantes del pueblo o aquellos con ocupaciones que involucraban el contacto cercano con animales y positividad anti-VHE. En el análisis multivariado, persistieron las asociaciones significativas respecto de la edad > 50 años (OR 3.4, 95% IC 1.8-6.6) y la positividad para HBsAg (OR 2.4, 95% IC 1.2-4.6). La prevalencia de anticuerpos anti-VHE fue de 36.6% para los casos y de 12.1% para los controles (p < 0.05). Entre los casos, la prevalencia de anticuerpos contra VHE aumentó significativamente con la edad, desde 11% en pacientes < 30 años hasta 73% en aquellos > 60 años. En el grupo control, la mayor prevalencia anti-VHE fue de 21%, hallada en pacientes > 60 años. Entre los demás grupos de edad, la prevalencia fue similar. La prevalencia anti-VHA global fue de 100% tanto en casos como en controles. Por otro lado, respecto de la prevalencia de anticuerpos anti-VHE en relación con características específicas de los pacientes con enfermedad hepática crónica, en el análisis multivariado se observó asociación entre edad > 50 años (OR 6.4, 95% IC 2.7-15) y la presencia de enfermedad hepática avanzada (OR 6.5, 95% IC 2.5-16.7) con positividad anti-VHE. Estas asociaciones permanecieron significativas cuando cada variable fue ajustada para el factor de confusión de otras variables en el análisis de regresión logística: edad > 50 años (OR 4, 95% IC 1.4-11), enfermedad terminal (OR 4.3, 95% IC 1.4-12.8). La densidad óptica media (DO) determinada por la prueba inmunoenzimática anti-VHE fue significativamente superior en pacientes con enfermedad hepática avanzada en comparación con otros pacientes: 0.370 en pacientes con enfermedad avanzada, 0.253 en los pacientes restantes con enfermedad hepática crónica (hepatitis crónica o cirrosis hepática Child A) y 0.173 en controles, con un valor límite de 0.310. No se observaron diferencias en los valores de DO determinada por la prueba inmunoenzimática anti-VHA en pacientes con enfermedad hepática avanzada, hepatitis crónica y controles. No se observaron asociaciones significativas entre la prevalencia de anticuerpos anti-VHE, valores de DO media para anti-VHE y etiología de la enfermedad hepática crónica. Discusión Albania es un país mediterráneo donde las infecciones por VHA y VHB son hiperendémicas y donde existe, aparentemente, una baja prevalencia de infección por VHC y VHD en pacientes con enfermedad hepática crónica en una variedad de grupos de la población (refugiados albaneses en Italia y Grecia). Los resultados de estudios realizados en refugiados albaneses muestran una prevalencia anti-VHE entre 2% y 4.8%. En el presente estudio, la prevalencia de infección por VHE para toda la población estudiada, es decir tanto casos como controles, resultó bastante elevada (21.1%) y la prevalencia en los controles (12.1%) fue significativamente superior que la comunicada en los países no endémicos para VHE. Sin embargo, la prevalencia de anticuerpos anti-VHE informada en los estudios previos y en esta investigación no representa necesariamente la prevalencia real en la población general de Albania, ya que se estudiaron grupos selectos de individuos. El factor de riesgo más común entre los casos clínicos de países no endémicos son los viajes a áreas geográficas endémicas para la infección por VHE. Las ocupaciones que incluyen el contacto directo con animales también constituyen uno de los posibles factores de riesgo más comunes para contraer la infección por este virus. Sin embargo, en la mayoría de los casos esporádicos de infección por VHE, la vía de transmisión resulta poco clara. Ninguno de los pacientes del presente estudio había viajado a áreas endémicas para la infección por VHE y no se halló relación con las ocupaciones con contacto directo con animales. Si bien no hay pruebas concluyentes de que el VHE se transmita mediante transfusiones de sangre, se ha comunicado una aparente asociación entre la infección por VHE y VHC. En el presente estudio, la prevalencia de infección por VHE se asoció en forma independiente con la positividad para HBsAg. Esto sugiere que estas infecciones podrían tener vías de transmisión comunes. No obstante, esto simplemente podría reflejar la prevalencia de anticuerpos anti-VHE significativamente superior en los pacientes con enfermedad hepática crónica secundaria a la infección por VHB. Sin embargo, al analizar sólo los casos, los autores observaron que el HBsAg no constituye un factor independientemente asociado con la positividad anti-VHE. El VHA y el VHE presentan características en común: son transmitidos por vía fecal-oral y suelen causar enfermedad aguda autolimitada. En este estudio, la prevalencia de anticuerpos anti-VHE en personas con enfermedad hepática crónica fue elevada (36.6%) y significativamente superior que la observada en personas sin enfermedad hepática aparente y en los casos de mayor edad. Estos resultados no pueden ser explicados por exposición a factores de riesgo como endoscopias e internaciones frecuentes en pacientes con enfermedad hepática crónica; en ellos, la enfermedad hepática avanzada y la edad > 50 años se asociaron en forma independiente con positividad anti-VHE. Esto podría explicarse por posible superinfección de pacientes con enfermedad hepática crónica, en particular en casos con valores de DO elevados. Los autores señalan que, de acuerdo con los resultados del presente estudio, la prevalencia de anticuerpos anti-VHE es significativamente superior en pacientes albaneses con enfermedad hepática crónica en comparación con individuos de la misma área geográfica sin enfermedad hepática aparente y que esta seroprevalencia aumenta significativamente con la edad. Además, los datos parecen indicar que la presencia de anti-VHE se asocia con estadios avanzados de la enfermedad hepática crónica. Señale en qué poblaciones se comprueba una elevada seroprevalencia de anticuerpos contra el virus de la hepatitis E (VHE):
A. Pacientes con enfermedad hepática crónica.
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VALOR DIAGNOSTICO DE LA ECOGRAFIA LUEGO DEL PRIMER EPISODIO DE INFECCION URINARIA FEBRIL EN NIÑOS Turku, Finlandia La ecografía renal y del tracto urinario realizada después del primer episodio de infección urinaria febril en los niños puede brindar información clínicamente importante acerca de las alteraciones no relacionadas con el reflujo vesicoureteral. European Journal of Pediatrics 165(8):556-559, Ago 2006 Autores: Jahnukainen T, Honkinen O, Ruuskanen O, Mertsola J Título original: Ultrasonography after the First Febrile Urinary Tract Infection in Children Título en castellano: Ecografía después del primer episodio de infección urinaria febril en los niños |
Introducción La ecografía renal y del tracto urinario (EcoR) y la cistouretrografía miccional (CUGM) se recomiendan como los principales estudios por imágenes a realizar después de un primer episodio de infección urinaria (IU) en niños pequeños. La ecografía se efectúa para evaluar la ecoestructura del parénquima renal y el espesor de la corteza renal e identificar diversas anomalías anatómicas como hidronefrosis o dilatación de los uréteres, hipertrofia de la pared vesical, ureterocele, entre otras. Por su parte, la CUGM se realiza para detectar reflujo vesicoureteral (RVU) y alteraciones uretrales. Recientemente se cuestionó la importancia de la EcoR de rutina luego de un primer episodio de IU febril. La sensibilidad de este estudio para la detección del RVU, aun de alto grado, y de los defectos parenquimatosos renales fue reducida. El objetivo de este estudio consistió en evaluar el papel de la EcoR para la detección de anomalías significativas en los riñones y el tracto urinario no relacionadas con el reflujo; además, se evaluó si los hallazgos influyen sobre el tratamiento en los niños con un primer episodio de IU febril. Pacientes y métodos Se analizaron retrospectivamente los datos clínicos y ecográficos de niños entre 0 y 16 años con un primer episodio de IU febril (temperatura = 38º C) atendidos en el hospital entre enero de 1998 y diciembre de 2000. Los pacientes con una anomalía conocida del tracto urinario o riesgo de IU como hidronefrosis detectada en forma prenatal o mielomeningocele fueron excluidos del ensayo. La IU se diagnosticó sobre la base del cultivo de las muestras de orina recolectadas por punción suprapúbica (48%) o por bolsa colectora (2 especímenes) en niños menores de 2 años (52%) y al acecho (chorro medio) en niños mayores. Se consideró significativo el desarrollo de un único patógeno con 100 000 ufc/ml o más en 2 muestras obtenidas por bolsa colectora o en un espécimen recogido por chorro medio al acecho. Cualquier crecimiento bacteriano en la orina obtenida por punción suprapúbica se consideró significativo. En todos los pacientes se realizó EcoR dentro de los 3 días del diagnóstico y CUGM aproximadamente un mes después. Radiólogos pediatras con experiencia efectuaron y evaluaron estos estudios. El RVU se clasificó en grados según los criterios del Comité Internacional de Estudio del Reflujo. Todos los niños con diagnóstico presuntivo de hidronefrosis (diámetro posteroanterior > 10 mm) u otras características que sugirieran uropatía obstructiva fueron evaluados mediante otra EcoR o centellografía renal. Se consideró que este último estudio sugería uropatía obstructiva si el vaciamiento renal era prolongado (> 20 minutos) después de la inyección de furosemida. Antes de la cirugía se realizó pielografía retrógrada. Dos pediatras revisaron los informes de los estudios por imágenes y, además, se consultó con un radiólogo pediatra en caso de necesidad. Cualquier hallazgo anormal en la EcoR fue considerado significativo si influyó sobre el tipo de tratamiento (intervención quirúrgica, esquema antibiótico de profilaxis, necesidad de seguimiento o asesoramiento). El seguimiento comprende la función renal o las imágenes para verificar el desarrollo normal de los riñones, mientras que el asesoramiento es importante, principalmente en pacientes con riñón único o hipoplasia poliquística. Debe enfatizarse la necesidad de evitar las drogas y otros factores potencialmente nefrotóxicos que puedan afectar al riñón remanente. Las alteraciones como la obstrucción en la unión ureteropiélica o en la unión ureterovesical, las válvulas uretrales, el ureterocele, el riñón único o poliquístico, la displasia renal o la hipoplasia fueron consideradas patologías con potencial para influir sobre el tratamiento y que, en general, no se visualizan en la CUGM. Resultados La mediana de edad de los niños estudiados fue de 0.5 años (0.03 a 9.5 años). De los 155 pacientes evaluados, 126 (81%) fueron menores de 2 años y las niñas se encontraron más afectadas (59%) que los varones. El agente causal identificado con más frecuencia fue Escherichia coli en el 93% de los casos. La CUGM fue anormal en 58 de 154 participantes (37.7%) y el mismo resultado se observó en 23 de las 155 EcoR (14.8%). Las alteraciones encontradas fueron hidronefrosis (diámetro anteroposterior de la pelvis renal > 10 mm) en 8 niños, doble sistema colector en 11, displasia multiquística, hipoplasia renal, riñón único y riñón en herradura, cada una en un paciente. Nueve de 23 niños con EcoR anormal tuvieron CUGM normal y sólo 2 de estos pacientes fueron mayores de 2 años y de sexo femenino. Las alteraciones del tracto urinario se detectaron principalmente por EcoR. La incidencia de IU producidas por gérmenes distintos de E. coli fue más alta en los pacientes con alteraciones en el tracto urinario. Cuatro niños con EcoR anormal y CUGM normal presentaron obstrucción significativa en la unión ureteropiélica, 3 de los cuales fueron tratados quirúrgicamente (2 varones con una media de edad de 2 meses y una niña de 7 años). El examen ecográfico de los pacientes con obstrucción de la unión ureteropiélica que requirieron cirugía mostró hidronefrosis con cálices marcadamente dilatados; en estos casos, la centellografía renal y la pielografía retrógrada sugirieron obstrucción unilateral de la unión ureteropiélica. Dos niños con doble sistema colector y 1 con riñón en herradura mostraron dilatación unilateral de la pelvis renal. Los estudios por imágenes posteriores no mostraron RVU u obstrucción y, por consiguiente, recibieron esquema antibiótico de profilaxis (4 a 6 meses) hasta que se descartó progresión de la dilatación piélica por la EcoR de seguimiento. Discusión y conclusión Según los autores, los resultados del presente estudio mostraron que la EcoR detectó alteraciones significativas en el tracto urinario en el 14.8% de los niños evaluados en su primer episodio de IU febril. Aproximadamente la mitad de estos pacientes presentó CUGM normal y las alteraciones en el tracto urinario se detectaron principalmente por EcoR. En general, se acepta que deben realizarse estudios de diagnóstico por imágenes después del primer episodio de IU para detectar pacientes con riesgo de daño renal; sin embargo, en la actualidad es motivo de debate qué estudios deben efectuarse. Algunos grupos concluyeron que la EcoR realizada al momento del primer episodio de IU tiene un valor limitado, dado que no se produjeron cambios en el tratamiento sobre la base de los hallazgos ecográficos. Por el contrario, los resultados obtenidos en el presente ensayo, junto con los datos de otro estudio publicado recientemente, demostraron que la EcoR encontró alteraciones anatómicas significativas en el tracto urinario alto, no identificadas por la CUGM. En la población estudiada, el tratamiento se cambió de acuerdo con los hallazgos ecográficos en el 5.7% de los niños (4 fueron tratados quirúrgicamente por causas no relacionadas con RVU y 5 en forma conservadora). Las diferencias entre los resultados de este ensayo y los informes previos pueden deberse a la distinta distribución en cuanto al sexo y al espectro de los patógenos subyacentes. Los ensayos anteriores demostraron que las alteraciones funcionales o anatómicas se asocian con más frecuencia con el sexo masculino y con las IU producidas por patógenos distintos de la E. coli. En el presente estudio, 6 de los 9 niños que presentaban alteraciones significativas del tracto urinario encontradas en la EcoR fueron de sexo masculino y la incidencia de IU por gérmenes distintos de la E. coli fue más alta en aquellos con anomalías en el tracto urinario. En conclusión, señalan los expertos, se encontraron alteraciones significativas del riñón o del tracto urinario en el 5.7% de los pacientes evaluados. La EcoR es el método de elección en la detección de hidronefrosis, reducción marcada del parénquima renal, hipoplasia renal y enfermedad poliquística, dado que estas alteraciones no se visualizan en la CUGM. Los datos obtenidos sugieren que la EcoR puede cumplir un papel como método principal de diagnóstico por imágenes en los niños con un primer episodio de IU febril, ya que brinda información importante acerca de las alteraciones no relacionadas con el RVU que pueden afectar el tratamiento.
¿En qué porcentaje de un grupo de niños entre 0 y 16 años con un primer episodio de infección urinaria febril, la ecografía renal y del tracto urinario fue anormal? A. Aproximadamente un 6%. Respuesta Correcta
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ACTUALIZAN EL USO DE LAS FLUOROQUINOLONAS PARA TRATAMIENTO DE LA TUBERCULOSIS Cleveland, EE.UU. Las fluoroquinolonas pueden tener muy buena actividad en el tratamiento de las tuberculosis pulmonares, según revelan los estudios bacteriológicos y farmacocinéticos. International Journal of Tuberculosis and Lung Disease 10(6):605-612, Jun 2006 Autores: Johnson JL, Hadad DJ, Boom WH Institución/es participante/s en la investigación: Division of Infectious Diseases, Department of Medicine, Case Western Reserve University School of Medicine and University Hospitals of Cleveland Título original:
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Introducción
¿Cuál es el orden decreciente de actividad bactericida temprana contra Mycobacterium tuberculosis de los siguientes fármacos? A. Isoniazida, levofloxacina, moxifloxacina, gatifloxacina. Respuesta Correcta
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Trabajos Distinguidos, Serie Infectología, integra el Programa SIIC de Educación Médica Continuada |
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