RECOMENDACIONES PARA EL MANEJO DE LA DISFUNCION SEXUAL MASCULINA
Kingston, Canadá
Revisión de los distintos aspectos que conlleva la disfunción sexual masculina y elaboración de recomendaciones para su adecuado diagnóstico, tratamiento y seguimiento a largo plazo.
Journal of Sexual Medicine 1(1):69-81, Jul 2004
Autores:
Morales A, Buvat J Gooren LJ y colaboradores
Institución/es participante/s en la investigación:
Department of Urology, Queen’s University, Kingston, Canadá; Centre ETPARP, Lille, Francia
Título original:
[Endocrine Aspects of Sexual Dysfunction in Men]
Título en castellano:
Aspectos Endocrinológicos de la Disfunción Sexual en Hombres
Introducción
En el presente trabajo, los autores realizan una revisión de los distintos aspectos relacionados
con la disfunción sexual masculina, incluyendo su fisiopatología, metodología de diagnóstico, las
distintas modalidades terapéuticas y su eficacia. Su objetivo es elaborar recomendaciones para el
manejo de los aspectos endocrinológicos de la disfunción sexual masculina, centrando su atención
en la relación entre alteraciones hormonales y función sexual.
Envejecimiento, hipogonadismo y función sexual: nuevos conceptos
La alteración en la producción de andrógenos con el envejecimiento fue reconocida hace
mucho tiempo. Esta condición, conocida como climaterio masculino, andropausia, hipogonadismo
de instauración tardía o, de manera más apropiada, depleción hormonal en el hombre maduro, ha
adquirido recientemente mayor importancia. Aunque biológicamente incorrecto, el término
andropausia conlleva el concepto de cambios físicos y emocionales relacionados con el
envejecimiento y con alteraciones hormonales.
Si bien la depleción en los niveles plasmáticos de testosterona es el fenómeno más reconocido y
estudiado, otras hormonas, además de la testosterona, pueden contribuir a la disfunción sexual en el
hombre maduro. Mientras que los problemas vasculares asociados al envejecimiento son la causa
más importante de la disfunción eréctil, otros factores pueden jugar un papel causal importante.
Diversas estructuras altas en el sistema nervioso central son de fundamental importancia en el
comportamiento y función sexuales.
El envejecimiento se encuentra asociado con la disminución en la producción de varias hormonas,
como testosterona, dehidroepiandrosterona, tiroxina, melatonina y la hormona de crecimiento. El
hipogonadismo se asocia con disminución del deseo sexual y deterioro de la función eréctil; ambos
pueden mejorar con terapia de reemplazo hormonal.
Aspectos epidemiológicos
Se estima que en EE.UU. hay 5 millones de hombres que padecen hipogonadismo, pero
solamente 5% reciben tratamiento. La depleción de la testosterona sérica en la población masculina
envejecida es un fenómeno mundial.
Aspectos fisiológicos de las hormonas involucradas en la función sexual
Andrógenos
El eje hipotálamo-hipófiso-gonadal es un sistema cerrado de autorregulación que mantiene la
función reproductiva normal. La testosterona es la principal hormona secretada por los testículos y
tiene poder inhibitorio sobre la secreción de hormona luteinizante (LH) en el hombre, pero no es la
única; otros andrógenos y los estrógenos también la inhiben. La inhibición mediada por
testosterona también se realiza indirectamente, mediante su transformación a estradiol. El 2% de la
testosterona circula libremente en el plasma (testosterona biodisponible), un 30% se encuentra
unida a la globulina transportadora de hormonas sexuales (SHBG) con alta afinidad, y el resto se
une a la albúmina y a otras proteínas con una afinidad mucho menor. Estas proteínas fijadoras
regulan la función androgénica. Un aumento en los estrógenos, hormonas tiroideas y el
envejecimiento normal aumentan la concentración plasmática de SHBG, disminuyendo de esta
manera la fracción de testosterona “libre”. Los andrógenos tienen un papel crucial tanto en la
estimulación como en el mantenimiento de la función sexual masculina. La testosterona es
aparentemente necesaria para el mantenimiento de la libido, la eyaculación y la erección
espontánea.
Hay un umbral, con variación individual, debajo del cual la función sexual resulta afectada. La
preocupación más importante en lo que respecta al uso de andrógenos se relaciona con su seguridad
en relación con la próstata. Los andrógenos son necesarios para el crecimiento prostático benigno.
Hay consenso mayoritario de que la administración de testosterona no causa cáncer prostático. En
oposición también se cree que el adenocarcinoma prostático subclínico puede hacerse manifiesto
luego de la terapia de sustitución androgénica. En la actualidad no hay estudios confiables y
definitorios con respecto a este tema. La Sexual Medicina Society de Norteamérica
considera que la suplementación con testosterona debe realizarse solamente bajo supervisión
médica estricta y competente para identificar signos tempranos de posibles efectos adversos, y debe
indicarse solamente en caso de diagnóstico de hipogonadismo.
Los andrógenos adrenales, la dehidroepiandrosterona (DHEA), su sulfato (DHEA-S) y la
androstenediona tienen una acción androgénica mucho menor y sus niveles en sangre no son
suficientes para impedir la instauración de hipogonadismo en casos de insuficiencia gonadal.
Investigaciones recientes demostraron la existencia de un receptor específico para la DHEA en las
células del músculo liso vascular que podría contribuir a la remodelación de los vasos sanguíneos y
podría estar implicado en la patogénesis de la aterosclerosis. Este proceso proliferativo, que es
inhibido por el estradiol y estimulado por la testosterona, es inhibido in vitro por la DHEA.
Este hecho podría ser relevante en lo que respecta a la función sexual, en la que participan muchos
mecanismos vasculares, tanto en los hombres como en las mujeres.
Eje hipotálamo-hipófiso-tiroideo
En este eje, los cambios relacionados con el envejecimiento resultan en una disminución de los
niveles de tirotropina hipofisaria (TSH), con la resultante reducción de la respuesta tiroidea a la
TSH y la consiguiente disminución de los niveles de T3 y T4, tanto total como libre. Estos cambios
y la incidencia aumentada de enfermedades tiroideas autoinmunes pueden llevar a la aparición de
hipotiroidismo; sin embargo, no suelen afectar la función eréctil. El hipertiroidismo, por otra parte,
aumenta los niveles de SHBG y también la aromatización de testosterona a estrógenos. Estos
eventos pueden tener un efecto negativo sobre la función sexual.
La prolactina no tiene efecto concreto conocido en el control fisiológico de la conducta sexual
humana. Sin embargo, la hiperprolactinemia puede inhibir muchos aspectos de la conducta sexual
masculina. En un estudio que evaluó 300 hombres con hiperprolactinemia se encontró que la
mayoría de ellos sufrían disminución en la función eréctil asociada con marcada reducción del
deseo sexual. Otras manifestaciones fueron anorgasmia, orgasmo retrasado y, en algunos casos,
eyaculación retrógrada.
La hiperprolactinemia produce un deterioro de la secreción pulsátil de LH, que finalmente produce
una disminución de la producción gonadal de testosterona; este hipogonadismo resultante se cree
que es la causa principal de la disfunción eréctil en estos pacientes. Muchos estudios sugieren un
efecto directo de la prolactina en la disfunción, ya que muchos pacientes mejoran con la
disminución de la hiperprolactinemia antes de recuperar los niveles fisiológicos de testosterona.
Insulina y diabetes mellitus
La causa endocrina más importante de disfunción sexual es la diabetes mellitus. Los factores
fisiopatológicos más importantes que causan disfunción eréctil en la diabetes pueden ser
categorizados como neuropáticos y vasculares. La diabetes produce disminución de la testosterona,
el hipogonadismo es otro posible factor que contribuye a la disfunción eréctil en esta población.
Diagnóstico de hipogonadismo
El diagnóstico de hipogonadismo siempre debe basarse en un cuadro clínico que lo sugiera y
en la demostración bioquímica de concentraciones séricas disminuidas de hormonas sexuales. El
síndrome de hipogonadismo masculino de comienzo tardío se encuentra caracterizado clínicamente
por: 1) la disminución del deseo sexual y de la función eréctil, particularmente de las erecciones
nocturnas; 2) cambios en el estado de ánimo, con disminución de la actividad intelectual, fatiga,
depresión y enojo; 3) disminución en la masa corporal, con disminución asociada de volumen
muscular y fuerza; 4) alteraciones de la piel y disminución del vello corporal; 5) osteoporosis; 6)
aumento de la grasa visceral. No necesariamente deben estar presentes todas estas manifestaciones
para realizar el diagnóstico. En la práctica, el diagnóstico clínico puede facilitarse con la realización
de cuestionarios de pesquisa, los cuales no reemplazan una buena historia clínica y un adecuado
examen físico.
En lo que respecta a las concentraciones séricas hormonales, las mediciones deben considerarse
como una aproximación al verdadero estado hormonal, ya que no tienen en cuenta el papel del
metabolismo tisular de los andrógenos. Con el envejecimiento, los niveles de SHBG aumentan, con
la consiguiente disminución de la testosterona biodisponible. También se altera el ritmo circadiano
resultando en niveles bajos constantes de andrógenos.
Hay tres cuestiones importantes que aún deben ser dilucidadas: cuáles son los niveles anormales de
testosterona sérica en los hombres mayores de 50 años; la respuesta variable de los órganos blanco
a los niveles de andrógenos circulantes; y la influencia de la interferencia endocrina en la respuesta
de los órganos blanco.
En lo que respecta a la medición bioquímica de las concentraciones hormonales en pacientes con
sospecha de hipogonadismo, las recomendaciones son: obtener los niveles de testosterona sérica
entre las 8 y las 11 de la mañana y, en caso de que estos valores estén en el límite inferior o por
debajo del valor considerado normal, confirmarlo y realizar además la determinación de LH,
hormona foliculoestimulante (FSH) y prolactina.
Aún no hay consenso para la definición del límite de los valores de testosterona en sangre en
hombres mayores. En los hombres menores de 40 años, niveles de testosterona inferiores a 12
nmol/l con niveles crónicamente elevados de gonadotrofinas llevan al diagnóstico de
hipogonadismo primario o falla testicular. En los hombres mayores esto no resulta tan claro, ya que
si se tiene en cuenta un valor mínimo conservador de 11 nmol/l para la testosterona, que en
hombres jóvenes representa un 1%, se estaría hablando de más de un 30% de hombres mayores de
75 años con niveles por debajo de lo normal.
Tratamiento de los trastornos hormonales
La terapia de reemplazo hormonal tiene como objetivo sustituir la hormona deficiente, con
asimilación a sus niveles fisiológicos a lo largo de las 24 horas. La farmacocinética y la
farmacodinámica de los andrógenos producidos por los testículos no pueden asimilarse a las formas
tradicionales de aplicación de reemplazo hormonal; en este sentido, con los implantes subcutáneos,
los parches y el gel transdérmico se lograron importantes mejoras.
Estudios realizados en pacientes con hipogonadismo revelan que la dihidrotestosterona (DHT)
mantiene los caracteres sexuales masculinos, aumenta la masa muscular y mejora la función sexual
sin incrementos significativos del tamaño prostático. Se dispone de un gel de DHT con dosis de
125 a 250 mg/d que proporciona niveles plasmáticos de testosterona comparables con los
fisiológicos. Parte de los andrógenos administrados se transforman en estrógenos en los órganos
periféricos, aumentando los niveles plasmáticos de estradiol entre 50% y 150%.
Solamente un estudio evaluó los efectos de la administración de gonadotrofina coriónica humana
durante 3 meses en hombres maduros con bajos niveles de testosterona, y logró aumentar los
niveles tanto de testosterona libre y total como de estradiol en un 50%. Informes recientes sugieren
que se puede obtener un efecto sinérgico en el tratamiento de la disfunción eréctil al combinar la
testosterona con un inhibidor de la fosfodiesterasa en pacientes con hipogonadismo aparentemente
mediado por un aumento del flujo en las arterias cavernosas.
Es común en la práctica clínica evaluar los resultados de la terapia hormonal de reemplazo por sus
efectos en el bienestar general, estado de ánimo, deseo y actividad sexual. Un principio general de
la terapia hormonal de reemplazo es que los niveles plasmáticos se acerquen a los valores normales
de referencia las 24 horas, y que sigan la curva diurna normal.
Recomendaciones
Definición: El hipogonadismo de comienzo en el adulto es un síndrome clínico
asociado frecuentemente con edad avanzada y caracterizado por una deficiencia en los niveles
séricos de andrógenos. Puede afectar la calidad de vida de los pacientes de manera importante,
incluyendo alteraciones importantes en la función sexual.
Diagnóstico clínico: Los pacientes presentan disfunción sexual generalmente como primer
síntoma, depresión, irritabilidad y disminución de la fuerza. Al examen físico pueden presentar
alteraciones en el tamaño y consistencia testicular, en la distribución del vello y en la masa
corporal, también pueden encontrarse secuelas de osteoporosis.
Diagnóstico bioquímico: En los pacientes con disfunción sexual, se recomienda determinar
los niveles de testosterona y testosterona biodisponible o calcular la testosterona libre, estas dos
últimas son las más confiables para el diagnóstico de hipogonadismo. Debe medirse entre las 8 y
las 11 de la mañana. Si los resultados son cercanos al límite más bajo aceptado debe realizarse una
segunda determinación, junto con la valoración de LH, FSH y prolactina.
Prolactina: La hiperprolactinemia es una causa poco común de disfunción eréctil; sin
embargo, se recomienda establecer sus niveles séricos cuando se diagnostica hipogonadismo.
Otras alteraciones hormonales: En términos generales, no se indica la determinación de
otras hormonas además de las sexuales, salvo en circunstancias clínicas especiales, en las cuales se
puede determinar los niveles de estradiol, DHEA, DEA-S, melatonina y hormona de crecimiento.
Diabetes: Es una causa endocrina común de disfunción eréctil. Debería ser descartada en
pacientes con esta patología.
Lípidos: En la evaluación inicial de pacientes con disfunción eréctil es recomendable
realizar una evaluación de su perfil lipídico.
Indicación de la terapia hormonal de reemplazo: El cuadro clínico junto con la evidencia
bioquímica de hipogonadismo deben establecer claramente el diagnóstico de hipogonadismo para
comenzar con el tratamiento.
Edad: No es un factor limitante para el tratamiento.
Función sexual: Pacientes con hipogonadismo con disfunciones sexuales específicas, como
por ejemplo disfunción eréctil o disminución del deseo sexual, son candidatos para comenzar con la
terapia de reemplazo; en caso de que ésta no sea efectiva se requiere una investigación más
profunda para establecer comorbilidades asociadas.
Politerapia para la disfunción eréctil: El tratamiento de pacientes con hipogonadismo que
no responde a los inhibidores de la fosfodiesterasa-5 con una combinación de éstos y testosterona
puede ser útil.
Presentaciones comerciales de testosterona: Las presentaciones disponibles actualmente
son seguras y efectivas. El paciente debe participar activamente junto con el médico en la elección
de la presentación.
Niveles séricos: El objetivo de la terapia de reemplazo hormonal es mantener los niveles de
testosterona lo más cerca posible de los valores fisiológicos.
Otros andrógenos: El uso de DHEA y DHT no ha sido probado como efectivo para el
tratamiento de esta patología.
Abuso de los andrógenos: El uso de andrógenos en ausencia de hipogonadismo para
mejorar el rendimiento debe ser fuertemente desaprobado.
Seguimiento de la función hepática: A pesar de que las presentaciones disponibles ya no
son hepatotóxicas, es conveniente evaluar la función hepática antes de comenzar la terapia y luego
en forma periódica.
Seguimiento del perfil lipídico: Se recomienda evaluarlo antes de comenzar el tratamiento
y a los 3 o 6 meses de iniciado éste.
Evaluación de la próstata: En los pacientes de alrededor de 40 años se indica realizar tacto
rectal y determinación de antígeno prostático específico, antes de comenzar el tratamiento, cada
tres o seis meses durante el primer año, y luego anualmente. En caso de hallarse alguna alteración
se debe realizar una biopsia prostática bajo guía ecográfica.
Seguridad prostática y mamaria-I: La administración de andrógenos se encuentra
contraindicada en caso de carcinoma de mama o prostático.
Seguridad prostática-II: En pacientes tratados por cáncer de próstata que presentan
hipogonadismo es posible comenzar una terapia de reemplazo luego de un intervalo prudente y sin
evidencias de cáncer residual. Se debe realizar una buena evaluación del riesgo-beneficio dado que
no existe evidencia confiable a favor o en contra de este tratamiento.
Seguridad prostática-III: La terapia hormonal de reemplazo se encuentra contraindicada en
pacientes con obstrucción grave del flujo urinario debida a hiperplasia prostática benigna.
Seguimiento del estado de ánimo: La terapia de reemplazo con andrógenos generalmente
resulta en una mejora del estado de ánimo y del bienestar general. La aparición de patrones
negativos del comportamiento, como agresividad, deben llevar a una modificación de la dosis o a
interrupción del tratamiento.
Seguimiento del perfil hematológico: Se recomienda la evaluación hematológica periódica
dado que los pacientes pueden desarrollar policitemia.
Evaluación de la apnea del sueño: Los pacientes pueden sufrir exacerbaciones de su apnea
del sueño con la terapia de reemplazo; la apnea debe evaluarse y tratarse debidamente durante el
tratamiento.
Responsabilidad del profesional: La terapia de reemplazo hormonal es generalmente de por
vida, lo que implica un importante compromiso con el seguimiento del paciente. Una respuesta
terapéutica inadecuada o la aparición de efectos adversos serios implican reevaluación de las
indicaciones del tratamiento.
Autoevaluación de Lectura
En cuanto a la seguridad prostática, ¿qué se recomienda realizar en los pacientes con hipogonadismo en terapia de reemplazo hormonal?
A. Punción biopsia guiada por ecografía antes de comenzar el tratamiento.
B. No se indica evaluación alguna dada la completa seguridad del tratamiento.
C. Se indica realizar tacto rectal y determinación de antígeno prostático específico, antes de comenzar el tratamiento, cada 3 o 6 meses durante el primer año, y luego anualmente.
D. Se indica realizar tacto rectal y determinación de antígeno prostático específico, antes de comenzar el tratamiento.
Respuesta
Correcta
|
|