EL CONSUMO DE TABACO, ALCOHOL Y OTRAS DROGAS EN ADULTOS ESPAÑOLES - Red Científica Iberoamericana (RedCIbe)

Red Científica Iberoamericana

EL CONSUMO DE TABACO, ALCOHOL Y OTRAS DROGAS EN ADULTOS ESPAÑOLES

Pedro Luis Rodríguez García1,Andrés Rosa Guillamón2,Juan José Pérez Soto3 y Pedro Juan Tárraga López4
1Doctor en Educación Física, Profesor, Universidad de Murcia, Murcia, España
2Psicólogo, Facultad de Educación, Universidad de Murcia, Murcia, España
3Doctor en Educación Física y Salud, Profesor, Universidad de Murcia, Murcia, España
4Médico, Consejería de Sanidad de Castilla-La Mancha, Toledo, España

Murcia, España (SIIC)

El objetivo de este trabajo fue analizar el hábito de consumo de tabaco, alcohol y otras drogas ilegales en el estilo de vida saludable adquirido. Con respecto a las diferencias según el sexo, los varones, en comparación con las mujeres, presentaron mayor prevalencia de hábitos no saludables, sobre todo de alcohol.

El estilo de vida es el resultado de un conjunto de patrones de conducta o hábitos socioculturales adquiridos con el transcurso de los años, que determina el estado de salud físico, mental y social de las personas.1 Durante los últimos años, las sociedades industriales se han caracterizado por el cambio permanente en los hábitos que configuran el estilo de vida saludable adquirido (EVSA).2

Desde el ámbito de la investigación en salud pública, el EVSA es interpretado como los modelos colectivos de conducta vinculados con el bienestar, basados en elecciones a partir de opciones disponibles para una población, según las posibilidades existentes en su entorno cultural y socioeconómico.3

Los hábitos que configuran el EVSA evolucionan a lo largo del desarrollo ontogénico en función de factores tales como la edad, el sexo, la raza, el nivel socioeconómico y otras variables sociales, mostrando mayor estabilidad a partir de la etapa de la adultez emergente, entre los 18 y los 29 años de edad.4

Diversos investigadores e instituciones responsables en salud pública han puesto el foco de atención en el estudio de los factores ambientales relacionados con el EVSA, como respuesta al preocupante incremento de la prevalencia de mortalidad y multimorbilidad en las sociedades industriales, acompañada de gastos económicos significativos e implicaciones personales y sociales.5,6

Las políticas de bienestar social y calidad de vida se han orientado hacia la promoción del EVSA basadas en la adopción de hábitos tales como la realización de actividad física, el mantenimiento de una dieta equilibrada y fácil de seguir, dormir de forma profunda entre siete y ocho horas, y la integración e interrelación social activa, entre otros;7,8 además de combatir el consumo habitual de sustancias nocivas para la salud como el tabaco, el alcohol y otras drogas ilegales como, por ejemplo, marihuana, cocaína, heroína o éxtasis, entre otras.9 Cuando al consumo habitual de tabaco y alcohol se añade el de drogas ilegales, el riesgo se incrementa, ya que el uso de unas sustancias influye en el consumo de otras,10-14 pudiéndose generar alteraciones en la salud (tanto a nivel físico como psicosocial) entre las que se encuentran afecciones físicas, lesiones no intencionales, deterioro cognitivo, riesgo de suicidio, violencia interpersonal, etcétera.15-17

Es por ello que la lucha contra el hábito de consumo de drogas (legales e ilegales) constituye un enorme desafío para la salud pública mundial, ya que representa uno de los mayores factores de riesgo de discapacidad, pérdida prematura de la vida y delincuencia.18-21

Con respecto a España, la información sobre el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas ilegales entre personas de 15 a 65 años de edad procede, fundamentalmente, de la Encuesta Anual sobre Alcohol y Drogas, realizada por el Observatorio Español de Drogas y Adicciones.22 Las iniciativas de salud pública están enfocadas en mayor medida hacia los más jóvenes, los cuales se inician en el consumo a edades cada vez más tempranas.23

Sin embargo, nos encontramos ante una situación en la que, por un lado, los estudios desde la atención primaria sobre el consumo de drogas y sus consecuencias en adultos y personas mayores son escasos y, por otro lado, los datos registrados por el Informe Anual del Sistema Nacional de Salud en el período 2020-2021 sobre los años de vida saludable a los 65 años de edad, informan de una media de años de vida con buena salud de 17.8 años para los hombres y 20.2 años para las mujeres.24,25
El objetivo de este estudio fue analizar el hábito de consumo de tabaco, alcohol y drogas ilegales en el EVSA, en adultos españoles de 22 a 77 años.


Metodología

Un total de 788 participantes (49.5% varones y 50.5% mujeres), de edades comprendidas entre 22 y 77 años, formaron parte de este estudio descriptivo, epidemiológico y transversal. La recolección de datos fue realizada durante los meses de enero y febrero de 2022. La selección de los participantes se realizó mediante muestreo no probabilístico e intencional. Se incluyeron aquellos participantes que cumplieron con los siguientes criterios: a) tener una edad igual o mayor de 22 años; b) no tener enfermedades orgánicas que condicionasen el estilo de vida; c) contestar de forma completa el cuestionario, y d) firmar un documento de consentimiento informado.

La investigación respetó los principios de la revisión de 2013 de la Declaración de Helsinki.

Se empleó una de las subescalas de la Escala de Valoración del Estilo de Vida Saludable Adquirido (E-VEVSA)1, que fue administrada por médicos de familia en centros de atención primaria de Castilla-La Mancha y Murcia (España). Dicha escala está formada por 52 ítems estructurados en siete dimensiones: 1) Responsabilidad individual en el cuidado de la salud. 2) Hábito de práctica físico-deportiva. 3) Hábitos de salud en las relaciones sociales. 4) Hábitos de consumo de tabaco, alcohol y otras drogas. 5) Hábitos de alimentación saludable. 6) Hábitos de salud psicológica. 7) Hábitos de sueño y descanso diario. Nueve de los ítems de la escala global se agruparon formando la dimensión 4) Hábito de consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, que explicó una varianza parcial de 8.044%.

La puntuación máxima en la escala fue de 260 y la mínima de 52. La puntuación mínima para el Factor 4 fue de 9, y la máxima de 45. Los ítems se redactaron variando las codificaciones positivas y negativas con relación al estilo de vida y, aunque la forma de respuesta siempre se ordenaba con las modalidades de 1 a 5 (1 = nunca, 2 = casi nunca, 3 = a veces, 4 = con bastante frecuencia, 5 = con mucha frecuencia), unos ítems puntuaban de 1 a 5 y otros de 5 a 1, según fuese su orientación positiva o negativa para la salud. Es preciso tener en cuenta la interpretación de los ítems 51 y 52 a la hora de asignar las modalidades de respuesta teniendo en cuenta la cantidad de cigarrillos consumida y la cantidad de alcohol ingerida por día. La codificación de las respuestas se realizó a posteriori, una vez que se habían recogido los cuestionarios cumplimentados.

Para clasificar y el evaluar el hábito de consumo de tabaco se categorizó a los participantes en los siguientes grupos26 cuyas puntuaciones quedaron de la siguiente manera: 5, no fumador; 4, riesgo leve (entre 1-5 cigarrillos diarios; 3, riesgo moderado (entre 6-5 cigarrillos diarios); 2, riesgo alto (entre 16-30 cigarrillos diarios) y 1, muy alto riesgo (más de 30 cigarrillos diarios).

Para determinar el hábito de consumo de alcohol se jerarquizó a los participantes empleando las llamadas unidades de bebida estándar (UBE)27 para estimar la cantidad diaria de alcohol ingerido. Para los varones se establecieron los siguientes grupos: a) ningún riesgo (< 2 UBE día/< 14 UBE a la semana); consumo prudente (2-3 UBE día/14-21 a la semana); bajo riesgo (3 < UBE < 4 día/21 < UBE < 28 a la semana); riesgo moderado (4 < UBE < 6 día/28 < UBE < 42 a la semana); riesgo alto (> 6 UBE día/> 42 UBE a la semana). Para las mujeres, la clasificación fue la siguiente: a) ningún riesgo (<1 UBE día/< 7 UBE a la semana); consumo prudente (1-2 UBE día/7-14 a la semana); bajo riesgo (2 < UBE < 2.5 día/14 < UBE < 17 a la semana); moderado riesgo (2.5 < UBE < 4 día/17 < UBE < 28 a la semana); alto riesgo (> 4 UBE día/>28 UBE a la semana).

El hábito de consumo de otras drogas ilegales se evaluó mediante una escala tipo Likert con cinco opciones de respuesta (1 = nunca, 2 = casi nunca, 3 = con alguna frecuencia, 4 = con bastante frecuencia y 5 con mucha frecuencia). El hábito global de consumo de tabaco, alcohol y otras drogas se calculó dividiendo en cuatro intervalos la diferencia entre la puntuación máxima (45) y la mínima (9), de la siguiente manera: a) nada saludable: 9-18; b) poco saludable: 18.01-27; c) tendiente hacia la salud: 27.01-36, y d) saludable: 36.01-45.


Resultados

En la Tabla 1 se presentan los datos de fiabilidad de los ítems, la fiabilidad global, la varianza parcial explicada por el factor y los descriptivos correspondientes a las puntuaciones obtenidas en cada uno de los ítems que definen el Factor 4 en la escala E-VEVSA. La media de todos los ítems del factor (mínimo = 1; máximo = 5) fue de 4.56 ± 0.71 (varones = 4.48 ± 0.73 y mujeres = 4.64 ± 0.68). En la suma global del factor se informó una media de 41.09 ± 3.80 (varones = 40.37 ± 4.16 y mujeres = 41.79 ± 3.27).



Los resultados descriptivos correspondientes a los nueve ítems que conformaban el Factor 4 se pueden observar en la Tabla 2. El 86.6% de toda la muestra señala las puntuaciones más altas (4 y 5) en el hábito de consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, mientras que el resto (13.4%) indica las puntuaciones más bajas (3, 2 y 1).




La Tabla 3 muestra la matriz de correlaciones entre los nueve ítems que conforman el Factor 4. Aunque todos los valores son aceptables y significativos, destaca que entre los ítems 9, 30, 44 y 51 (consumo de tabaco) se encuentran los valores más altos y significativos en la r de Pearson.



La tabla de contingencias con la prueba de chi al cuadrado de Pearson y el análisis de residuos tipificados corregidos que relaciona el nivel en los hábitos de consumo de tabaco, alcohol y otras drogas y el sexo, indica una asociación positiva y significativa (p < 0.005) de los varones con el nivel de clasificación poco o nada saludable, con un residuo tipificado corregido (rtc) de 3.8 (Tabla 4). Por el contrario, las mujeres se asocian positiva y significativamente con el nivel de hábito saludable.


En la Tabla 5 se muestra que, conforme se avanza en las diferentes franjas de edad, se establece una asociación positiva y significativa con el nivel en el hábito de consumo de tabaco, alcohol y otras drogas.


En la Tabla 6 se presenta la distribución de frecuencias y porcentajes del riesgo para la salud por consumo de tabaco, alcohol y drogas ilegales según el sexo. Hay un alto porcentaje de no fumadores (81.5%); sin embargo, todavía se puede observar un riesgo leve o moderado en el 17.8% de la población, sin que haya diferencias apreciables entre varones y mujeres.


La prueba de la t de Student para muestras independientes (Tabla 7) registró puntuaciones para las mujeres significativamente más elevadas en la mayoría de los ítems: (30) Frecuentar lugares de fumadores; (37) Beber más alcohol que mis amigos más cercanos; (42) Beber hasta embriagarme; (52) Riesgo en el consumo de alcohol diario.


En el modelo lineal general que relaciona las puntuaciones obtenidas en el global del factor de hábitos de consumo de tabaco, alcohol y otras drogas con los diferentes tramos de edad (Tabla 8), no se detectaron diferencias significativas entre los grupos etarios analizados, con excepción del contraste entre el primero (22 a 40) y el último de los grupos (56 a 72).




Discusión

Peacock y colaboradores17 señalan que, en términos absolutos, las zonas con mayores ingresos económicos de Norteamérica tienen las tasas más altas de consumo de marihuana, opioides y cocaína, mientras que los países europeos presentan la prevalencia más elevada de consumo episódico intenso de alcohol y de consumo diario de tabaco.

Los datos recopilados por el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (OEDA)22 sobre el año 2020, informan que casi el 40.4% de las personas de entre 15 y 64 años ha consumido dos o más drogas legales (tabaco, alcohol, hipnosedantes u otras) o ilegales (cocaína, marihuana, éxtasis, entre otras) en el último año (28.1%, dos drogas; 9.1%, tres drogas; 3.2%, cuatro drogas o más).

Teniendo en cuenta los efectos negativos que para la salud tiene el consumo habitual de estas sustancias (sobre todo, el policonsumo), los resultados del presente estudio señalan que, dentro de su EVSA, el 4.2% de los 788 participantes presenta un nivel poco o nada saludable en dichos hábitos; el 22.8%, un nivel tendiente hacia la salud, y el 73%, hábitos saludables. En total, el 27% de la población adulta encuestada necesitaría modificar sus hábitos para reducir el consumo de estas drogas.

Estos hallazgos muestran la necesidad de la promoción de la salud desde la atención primaria para facilitar el acceso al tratamiento, y el compromiso de las personas para adquirir mayor control sobre sus hábitos saludables de vida. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS),8 se trata de adoptar medidas dirigidas a mejorar el bienestar y la calidad de vida individual y colectiva mediante la intervención sobre los factores ambientales causantes de los problemas de salud, no centrándose únicamente en el tratamiento y la curación. Los resultados de este trabajo se muestran en línea con lo informado por John y colegas,10 en 2000 adultos de la costa este de Estados Unidos.

El consumo conjunto de tabaco (incluidos los cigarrillos electrónicos), alcohol, marihuana o psicoestimulantes (cocaína, ketamina, éxtasis, etcétera) se presenta como el principal predictor del uso problemático de dos o tres drogas de riesgo en adultos, tanto en varones como en mujeres.10-12,14

Los varones mostraron una asociación positiva y hacia los hábitos no saludables de consumo, mientras que, en el caso de las mujeres, los residuos tipificados corregidos muestran una relación positiva con el nivel saludable en dichos hábitos. Estas diferencias según el sexo se deben sobre todo al hábito de consumo de alcohol, en el que los varones se desmarcan significativamente de las mujeres en los porcentajes de moderado a alto riesgo (16.3% en los varones frente a 3.6% en las mujeres). En el caso del tabaco y las drogas ilegales, aunque la muestra de varones presenta porcentajes más elevados en todas las categorías de consumo, no se detectaron diferencias estadísticamente significativas en las tablas de contingencia y las pruebas de chi cuadrado con análisis de residuos. Estos resultados coinciden con el informe anual del Ministerio de Sanidad de España.22
En cuanto al consumo de alcohol, la prevalencia declarada entre los varones fue del 74.6% frente al 56.8% de las mujeres, con una prevalencia de consumo intensivo del 8.5% en los varones frente al 3.6% en las mujeres. Con respecto al tabaco, la prevalencia entre los varones se situó en el 23.3%, mientras que entre las mujeres fue del 16.4%. Por último, se registró un consumo de marihuana y psicoestimulantes más extendido entre los varones que en las mujeres.

Estudios recientes señalan la necesidad de dirigir los esfuerzos de prevención hacia los entornos sociales privados, frente a locales públicos como bares o restaurantes, especialmente sobre los varones, de 26 a 34 años de edad, con menor nivel de estudios, desempleados, más deprimidos y con una percepción más positiva del alcohol, ya que se muestran más predispuestos a consumir de forma conjunta tabaco, alcohol y otras drogas ilegales.10,11

Si nos centramos en los diferentes tramos de edad estudiados, se sugiere que los hábitos de consumo de tabaco, alcohol y otras drogas parecen evolucionar positivamente con el transcurso de la edad, el tramo de edad de 49 a 55 años se asocia positiva y significativamente con el nivel poco o nada saludable de hábitos.

Los resultados del presente estudio difieren con los hallados por el Ministerio de Sanidad de España en 2020.22 Entre los factores de riesgo en adolescentes y jóvenes adultos, Lassi y colaboradores28 sitúan al locus de control externo como el principal predictor de consumo de drogas, especialmente alcohol y tabaco. Por su parte, Meque y su grupo,13 concluyen que, aunque los factores ambientales son relevantes en la adolescencia, estos cambian con el tiempo y sitúan los síntomas de externalización como principales indicadores de consumo de drogas entre la población adulta.

Con respecto a los grupos de mayor edad, a diferencia de lo encontrado en esta investigación, en la que el último tramo (de 56 a 72 años) se asocia positiva y significativamente con el nivel saludable de hábitos, los resultados del trabajo de Han y colegas16 sobre el consumo excesivo de alcohol en 10 927 adultos mayores de 65 años, sugieren la necesidad de monitorear el consumo excesivo y en atracón en este rango de edad, ya que supone una conducta de riesgo para la salud.

En cambio, los datos del informe 2022 del OEDA22 vinculan al grupo de 55 a 64 años con la mayor prevalencia de consumo de hipnosedantes y analgésicos opioides (en ambos casos, con receta o sin ella). En este sentido, un estudio realizado en Alemania con 9267 participantes, de edades comprendidas entre los 18 y los 64 años, concluyó que los trastornos relacionados con drogas legales causan mayores daños económicos y sociales que los vinculados con las ilegales.18 Sin embargo, un estudio que combinó la revisión sistemática entre 2000 y 2018 y el metanálisis concluyó que las personas que consumen drogas ilegales ingresan en el servicio de urgencias o en el hospital varias veces más a menudo que la población general.20

Este estudio presenta limitaciones. El diseño transversal, la aplicación de cuestionarios autoinformados y la ausencia de variables de control pueden generar sesgos en la evaluación. Entre otros, no se registró el nivel socioeconómico que, según el informe de la OEDA,22 se asocia con el tipo de droga consumida. Tampoco se evaluó el nivel de práctica física que, según Rodríguez y su equipo,1 es un indicador de la adhesión a otros hábitos saludables.

No obstante, esta investigación presenta considerables fortalezas. Fue realizado por médicos de atención primaria, en un contexto real de práctica sanitaria. Sus resultados, fruto de la validez externa, no son generalizables a todos los rangos de edad de la población española, pero sí pueden tenerse en cuenta para el diseño de intervenciones orientadas a la mejora del EVSA, especialmente en el rango de edad de 49 a 55 años, desde la primera línea de atención sanitaria del sistema público de salud.


Conclusión

Los resultados de este estudio indican que el 27% de la población encuestada, en edades comprendidas entre los 22 y los 72 años, necesita mejorar su estilo de vida eliminando (o reduciendo) el hábito de consumo de drogas, y adquiriendo otros hábitos más saludables; esto se observa especialmente en los varones que, en comparación con las mujeres, presentan mayor prevalencia de hábitos no saludables de consumo de drogas, sobre todo de alcohol. Con respecto a la edad, los participantes de 49 a 55 años tienen los niveles más elevados de hábitos poco o nada saludables en relación con el consumo de drogas, mientras que el grupo de 56 a 72 años muestra los niveles más altos en cuanto al hábito de consumo de drogas.



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