COVID-19
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Las medidas para controlar la pandemia no lograron acabar con su amenaza a la salud pública
Nature, Barcelona, España 7 Noviembre, 2022

El mundo puede poner fin a la COVID-19 como amenaza para la salud pública sin volver a las limitaciones radicales de las libertades civiles, sin poner en riesgo la salud y la vida de los grupos vulnerables y sin exacerbar las cargas de la situación económica.

En este estudio de consenso publicado por la revista Nature * el panel multidisciplinario enfatiza la necesidad de  una visión global para la toma de decisiones  procesables a corto plazo.
Los participantes destacan la relevancia de los hallazgos de utilidad para un amplio grupo de destinatarios, incluidos gobiernos, autoridades de salud pública, ONG, organizaciones comunitarias, industria y plataformas de redes sociales y otros medios.

El conjunto diverso y multidisciplinario de 386 especialistas académicos de 112 países relacionados con la salud o que se desempeñan en áreas de  gobierno, ONG y otras, acordaron impulsar acciones específicas para poner fin al problema mundial persistente de la Covid-19.

El panel de personalidades elaboró 41 declaraciones de consenso y 57 recomendaciones destinadas a gobiernos, sistemas de salud, industria y otras partes interesadas clave en seis campos:
comunicación; sistemas de salud, vacunación, prevención, tratamiento y atención e inequidades. 

Diferencias y semejanzas
Aunque se hizo eco de algunos hallazgos anteriores (por ejemplo, el Independent Panel for Pandemic Preparedness and Response (Panel Independiente para la Preparación y Respuesta ante Pandemias) (1), la comunicación 2022 de la Unión Europea sobre preparación y respuesta (2) y el plan WHO’s 2022 de la OMS sobre preparación estratégica (3)), el consenso es distinto porque su diseño remarca la construcción de acuerdos y el reporte de desacuerdos, la diversidad geográfica y disciplinas de los panelistas y el gran tamaño de la muestra.

El enfoque se sintetiza en la intención de terminar con la COVID-19 como amenaza para la salud pública, ante la evidente reanudación en el contexto de cada país de las actividades sociales, culturales, religiosas, políticas, de salud, económicas y educativas previas a la pandemia.

El exhaustivo trabajo dejó fuera de su incumbencia algunos asuntos retrospectivos (por ejemplo, el análisis de la causa originaria de la pandemia), las preguntas teóricas y el modelado.

En la medida de sus posibilidades, el estudio enfatiza las recomendaciones a implementar en el corto plazo (es decir, en meses) para terminar con la COVID-19.
Aunque existen ejemplos de países que implementan múltiples recomendaciones (por ejemplo, tratamientos gratuitos de casos positivos, combinación de pruebas generalizadas, utilización de tecnologías digitales, desarrollo de vacunas que brindan protección duradera contra variantes, las excepciones acentúan desafíos globales y, según el informe, brindan nuevas oportunidades para la acción.

Ciertas declaraciones y recomendaciones resultantes de este proceso de consenso abordan las lagunas en el plan estratégico de la OMS (4), y en particular la falta de abordaje directo de la naturaleza aérea de la transmisión.
Al comenzar la pandemia, la OMS rotuló en forma incorrecta la transmisión aérea del SARS-CoV-2 por considerarla "información errónea".
Con el paso del tiempo, y después de esfuerzos científicos multidisciplinarios, la OMS reconoció la transmisión aérea como el modo de transmisión predominante.

Por el contrario, este panel recomienda que las 'comunicaciones de riesgo enfaticen claramente' el vínculo causal entre la inhalación de SARS-CoV-2 y la transmisión de COVID-19, así como políticas que incentiven 'medidas estructurales de prevención' (por ejemplo, ventilación, filtración de aire) para mitigar la transmisión aérea del virus'.
Por ejemplo, suponer que la endemicidad devendrá en una menor virulencia es una suposición erróneaque puede exacerbar los riesgos desproporcionados de COVID-19 entre los grupos vulnerables. Por extensión, el compromiso con las comunidades a través de comunicaciones de riesgo efectivas debe seguir siendo una prioridad para todos los países.

La OMS reconoce la infodemia como un desafío clave para la comunicación efectiva para las poblaciones en general, los grupos vulnerables y los científicos.
Los gobiernos, las autoridades sanitarias y los proveedores de atención médica deben prestar especial atención a la precisión de sus comunicaciones.

El panel enfatizó además que las instituciones deben monitorear de manera proactiva la falsa información de salud y, para refutarla, colaborar con líderes comunitarios confiables que contribuyan a mejorar la confianza de la población.

Dado el impacto desproporcionado que la pandemia implicó hasta la fecha en los grupos vulnerables, el panel expresó su preocupación e interés en que las decisiones de política sanitaria encuentren las formas apropiadas para reducir el riesgo en ellos después de la reanudación de las actividades arriba mencionadas.
Dado que en muchos países las personas vulnerables a la COVID-19 no pueden depender de que otras personas practiquen medidas básicas de prevención (como el uso de mascarillas y el aislamiento después de dar positivo), los cambios estructurales recomendados por el estudio (por ejemplo, ventilación interior y filtración) adquieren mayor importancia.

Además, la COVID-19 continúa provocando una discusión global y un debate vigoroso, particularmente sobre las tensiones entre la ética médica, las libertades civiles y las medidas de control de la pandemia (5).
Los autores consideran que su estudio no queda exceptuado de las conductas que culparon a las personas no vacunadas y criticaron las decisiones individuales sobre la vacunación, ambas con los niveles más altos de desaprobación. Al reconocerlo, subrayan la necesidad de intervenciones estructurales equitativas.

En países con amplia disponibilidad de vacunas, es importante que las autoridades sanitarias distingan entre quienes se han negado claramente a vacunarse (y es poco probable que alguna vez lo hagan) y aquellos que dudan y continúan retrasando la vacunación.
En este último caso, los factores particulares que prolongan la demora pueden abordarse mediante intervenciones específicas. Finalmente, es una preocupación constante la continua incertidumbre sobre las consecuencias generalizadas de la COVID prolongada y sus implicancias para la política de salud pública.

Algunas innovaciones como las vacunas, no se han distribuido equitativamente en los países de ingresos bajos y medios, y otras, como las mascarillas de alta calidad, no se adoptaron masivamente en los países de ingresos altos a pesar de su disponibilidad.
Algunas recomendaciones que abordan las desigualdades pandémicas siguen sin aprovecharse; por ejemplo, proporcionar más vacunas a países con un bajo porcentaje de personas vacunadas.
Otras recomendaciones pueden requerir mayor financiación y tiempo; por ejemplo, los llamados a continuar con las innovaciones en vacunas y tratamientos.

El informe destaca que la única diferencia notable en el panel se produjo entre los que trabajan en países de ingresos altos y quienes lo hacen en países de ingresos bajos y medianos. En este caso, la discusión se centró en el papel de los incentivos económicos, factor que probablemente refleja distinciones socioculturales o quizás desacuerdo sobre la viabilidad en la implementación y preocupaciones éticas.
Además, el 14% de los panelistas se consideraron no calificados para responder acerca de variantes zoonóticas, lo que probablemente indica una menor comprensión de los vectores biológicos y la etiología de las variantes entre algunas de las disciplinas incluidas en el panel en comparación con los otros temas abordados.

Como se señaló anteriormente, los panelistas acordaron casi por unanimidad y priorizaron los enfoques de toda la sociedad y de todo el gobierno; también priorizaron las recomendaciones para comunicarse de manera efectiva con el público y desarrollar tecnologías (por ejemplo, vacunas, terapias y servicios) que puedan llegar a las poblaciones objetivo.
Si no se utilizan estos enfoques, no solo se corre el riesgo de la prolongación de la COVID-19 como amenaza para la salud pública, sino también que se desvíen más recursos que deberían aplicarse a los esfuerzos para lograr otros objetivos de salud pública existentes.


* Nature
A multinational Delphi consensus to end the COVID-19 public health threat
Jeffrey V. Lazarus, Diana Romero, Christopher J. Kopka, Salim Abdool Karim, Laith J. Abu-Raddad, Gisele Almeida, Ricardo Baptista-Leite, Joshua A. Barocas, Mauricio L. Barreto, Yaneer Bar-Yam, Quique Bassat, Carolina Batista, Morgan Bazilian, Shu-Ti Chiou, Carlos del Rio, Gregory J. Dore, George F. Gao, Lawrence O. Gostin, Margaret Hellard, Jose L. Jimenez, Gagandeep Kang, Nancy Lee, Mojca Mati?i?, Martin McKee,

The COVID-19 Consensus Statement Panel.
3 de noviembre, 2022
https://www.nature.com/articles/s41586-022-05398-2#Bib1


1- The Independent Panel, 2021
COVID-19: Make it the Last Pandemic by The Independent Panel for Pandemic Preparedness & Response https://theindependentpanel.org/mainreport/

2- European Commission, 2022
Directorate-General for Health and Food Safety. COVID-19—Sustaining EU Preparedness and Response: Looking Ahead
https://health.ec.europa.eu/publications/covid-19-sustaining-eu-preparedness-and-response-looking-ahead-0

3- WHO
Strategic Preparedness, Readiness and Response Plan to end the Global COVID-19 Emergency in 2022 https://www.who.int/publications/i/item/WHO-WHE-SPP-2022.1

4- The Lancet 
Bar-Yam, Y. et al. The World Health Network: a global citizens’ initiative
398, 1567–1568. 2021

5- Hastings Cent. Rep.
Gostin, L. O., Friedman, E. A. & Wetter, S. A. Responding to COVID-19: how to navigate a public health emergency legally and ethically. 
50, 8–12. 2020