Autor del comentario
María Cecilia Luna
Supervisora médica, Jefa de Trabajos Prácticos,Dirección de Epidemiologia, Facultad de Medicina, Universidad Nacional de Tucumán, San Miguel de Tucumán, Argentina
Excelente artículo sobre la atención del infarto agudo de miocardio (IAM) en los servicios de salud según el subsector del sistema de salud al que pertenezcan.
Como refiere el Dr. Zaidel, de manera muy clara y atinada, esta enfermedad constituye un grave problema de salud pública, no sólo por el gasto que produce sino, además, por ser la primera causa de muerte por causa cardiovascular, y los años de vida útil que se pierden, ya que la edad de estos pacientes los ubica como económicamente productivos.
Si bien es cierto que la mortalidad depende en gran medida de la calidad del profesional, es importante también el papel que en ella desempeña la falta de recursos que se suele ver en los servicios del subsector público.
Tal
como se manifiesta en el artículo, la falta de registros en nuestro país es importante, y en algunas regiones (NOA, NEA) es mucho más marcada.
Llama la atención el resultado del análisis del CONAREC 17, acerca de la diferencia entre los pacientes del subsector público y el resto (obras sociales, prepagas) en el sentido de que éstos presentaban un primer infarto de miocardio a una edad más joven y mayor extensión de enfermedad coronaria, es decir, que estos individuos tienen mayor carga de enfermedad; creo que esto marca claramente la inequidad en el acceso a los servicios de salud especializados.
Quizás debiera estudiarse mejor la presencia de otros factores de riesgo como el tabaquismo, la hipertensión arterial, el nivel socioeconómico y otros determinantes sociales, como el estrés.
Sin embargo, vemos que la misma inequidad se presenta en otras sociedades en las que el sistema de salud está más desarrollado, como Canadá y los Estados Unidos. Tal como el Dr. Zaidel describe, es imposible extrapolar los resultados, por lo que no voy a agregar nada más en ese sentido.
Creo que la estrategia de implementación de una red de servicios es realmente excelente y se pueden obtener mejores resultados en la atención de estos pacientes, con lo que, seguramente, se logrará una disminución importante de la mortalidad.
Una vez más se pone de manifiesto el papel tan importante que tienen los médicos en formación, por su interés particular, su dedicación y el impacto real que pueden causar en la morbimortalidad de ésta y otras enfermedades.
Entre las recomendaciones, el poder llevar a cabo un registro único multicéntrico de pacientes ayudaría a realizar un mejor diagnóstico de situación y diseñar planes y programas de acuerdo con los resultados que se encuentren en la investigación.
Excelente comentario del Dr. Carlos Bertolassi.
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