Resúmenes amplios

IMPORTANCIA DEL RECONOCIMIENTO DE LAS MANIFESTACIONES A LARGO PLAZO DE LA COVID-19


Boston, EE.UU.
La COVID-19 afecta diversos órganos, con un espectro amplio de manifestaciones. Existe una serie de informes sobre los efectos persistentes y prolongados posteriores a la fase aguda. En este trabajo se proporciona una revisión completa de la literatura actual sobre COVID-19 posaguda, su fisiopatología y sus secuelas específicas.

Nature Medicine 27601-615

Autores:
Sehgal K

Institución/es participante/s en la investigación:
Dana-Farber Cancer Institute

Título original:
Post-acute COVID-19 Syndrome

Título en castellano:
Síndrome COVID-19 Posagudo

Extensión del  Resumen-SIIC en castellano:
2.14 páginas impresas en papel A4

 

Introducción

Se reconocen efectos subagudos y a largo plazo del SARS-CoV-2, el patógeno responsable del COVID-19, que puede afectar múltiples órganos y sistemas. Una comprensión integral sobre la atención del paciente más allá de la fase aguda ayudará en la creación de clínicas COVID-19. En esta revisión se consideró COVID-19 pos-agudo a los síntomas persistentes o las complicaciones tardías más allá de las 4 semanas desde el inicio de los síntomas.

Epidemiología

Un estudio estadounidense evaluó la evolución a los 60 días del alta; el 6.7% de los participantes fallecieron, mientras que el 15.1% requirieron nueva internación. De los que completaron la encuesta telefónica, el 32.6% informaron síntomas persistentes; de los cuales la disnea de esfuerzo (22.9%) fue el más frecuente, otros síntomas incluyeron tos (15.4%) y pérdida persistente del gusto o el olfato (13.1%). Se informaron hallazgos similares en los estudios realizados en Europa. En un estudio de cohorte prospectivo de Wuhan, el 76% de los pacientes informó al menos un síntoma. Al igual que en otros estudios, la fatiga/debilidad muscular fue la molestia más frecuente (63%), seguido de insomnio (26%) y ansiedad/depresión (23%).

Secuelas pulmonares

La disnea es el síntoma persistente más común, con una prevalencia del 42% al 66% entre los 60 y 100 días de seguimiento. En el estudio estadounidense se informó requerimiento de oxígeno suplementario o nuevo requerimiento de presión positiva continua u otro soporte respiratorio nocturno en el 6.6 y el 6.9% de los pacientes, respectivamente.

En el estudio chino, aproximadamente el 50% de los enfermos presentaron al menos un hallazgo anormal en la tomografía de tórax a los 6 meses, la mayoría opacidades en vidrio esmerilado.

En un documento adoptado por la British Thoracic Society, los algoritmos para evaluar a sobrevivientes en los primeros 3 meses posteriores al alta se basan en la gravedad de la etapa aguda. En aquellos con COVID-19 grave y leve a moderado recomiendan la evaluación clínica y la radiografía de tórax a las 12 semanas, junto con la consideración de pruebas de función pulmonar, prueba de caminata de 6 minutos, muestra de esputo y ecocardiograma de acuerdo con el juicio clínico. En base al resultado de esta valoración, se daría el alta del seguimiento o se continuaría la evaluación.

Secuelas hematológicas

Algunos datos limitados sobre eventos tromboembólicos sugieren que la incidencia de tromboembolismo venoso en el contexto pos-agudo de COVID-19 es <5%. Un informe sobre pacientes sin tromboprofilaxis al alta informó una incidencia de trombosis del 2.5% a los 30 días. Si bien no se dispone de evidencia concluyente, el alta hospitalaria y la tromboprofilaxis en aquellos tratados en forma ambulatoria pueden tener una relación riesgo-beneficio favorable. Se recomienda anticoagulación terapéutica en caso de tromboembolismo confirmado durante >3 meses.

Secuelas cardiovasculares

En el estudio chino, a los 6 meses de seguimiento se notificaron palpitaciones y dolor torácico en el 9 y el 5%, respectivamente. Se observó mayor incidencia de miocardiopatía por estrés durante la pandemia en comparación con los períodos pre-pandémicos.

Dos meses después del diagnóstico se observó miocarditis activa en el 60%. En un estudio de 26 atletas universitarios con infección leve o asintomática, la resonancia reveló miocarditis en el 15% de los participantes y lesión miocárdica previa en el 30.8%.

Se puede considerar evaluación clínica, electrocardiograma y ecocardiograma a las 4 a 12 semanas en aquellos con complicaciones cardiovasculares durante una infección aguda o síntomas persistentes. En atletas de competición con complicaciones cardiovasculares se recomienda abstinencia de deportes competitivos o actividad aeróbica durante 3 a 6 meses.

Secuelas neuropsiquiátricas

Se informó un síndrome post-viral con malestar crónico, mialgia difusa, síntomas depresivos y sueño no reparador. Otras manifestaciones post-agudas incluyen cefaleas, pérdida del gusto y el olfato, que pueden persistir en aproximadamente una décima parte de los pacientes hasta los 6 meses. Se observó deterioro cognitivo, incluida confusión mental. También se observó trastorno de estrés postraumático, depresión, ansiedad, insomnio y sintomatología obsesivo-compulsiva.

Secuelas renales

La insuficiencia renal aguda grave que requiere tratamiento de reemplazo renal ocurre en el 5% de todos los pacientes internados y en el 20 al 31% de aquellos críticamente enfermos. Se informó que en pacientes bajo tratamiento de reemplazo renal, 27 al 64% se independizaban de la diálisis a los 28 días o al alta de la unidad de cuidados intensivos. Se informó disminución de la tasa de filtración glomerular estimada en el 35% de los pacientes a los 6 meses.

Síndrome inflamatorio multisistémico en niños

Se define por la presencia de fiebre, marcadores inflamatorios elevados, disfunción multiorgánica, infección actual o reciente por SARS-CoV-2 y exclusión de otros diagnósticos, en personas <21 años (o <19 años según la Organización Mundial de la Salud). Se observaron características superpuestas con la enfermedad de Kawasaki, sin embargo existen características epidemiológicas y clínicas distintivas. Las recomendaciones actuales incluyen la terapia inmunomoduladora con inmunoglobulina intravenosa, glucocorticoides y aspirina en dosis bajas hasta que se excluya lesión coronaria, al menos 4 semanas después del diagnóstico.

Conclusiones

A medida que se acumulan datos y la experiencia aumenta, con frecuencia creciente se aprecian secuelas en varios órganos. La investigación activa y futura incluye identificación y caracterización de rasgos clínicos, serológicos, de imágenes y epidemiológicos en la fase aguda, subaguda y crónica, que ayudará a mejor comprensión de la historia natural y la fisiopatología de esta nueva entidad. Es necesaria la cooperación interdisciplinaria para la atención integral de estos pacientes en el ámbito ambulatorio. Como tal, es crucial que los sistemas de salud y los hospitales reconozcan la necesidad de establecer clínicas dedicadas al COVID-19.



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