LA NEUROINFLAMACIÓN TIENE UN PAPEL IMPORTANTE EN LA FISIOPATOLOGÍA DE LA DEPRESIÓN Y LA ANSIEDAD ASOCIADA CON LA PANDEMIA DE ENFERMEDAD POR CORONAVIRUS 2019

LA NEUROINFLAMACIÓN TIENE UN PAPEL IMPORTANTE EN LA FISIOPATOLOGÍA DE LA DEPRESIÓN Y LA ANSIEDAD ASOCIADA CON LA PANDEMIA DE ENFERMEDAD POR CORONAVIRUS 2019


Florianopolis, Brasil
Durante la pandemia de enfermedad por coronavirus 2019 se ha registrado un aumento en la prevalencia de depresión y ansiedad. Esto puede ser una consecuencia directa e indirecta de la pandemia.

World Journal of Psychiatry 12(7):874-883

Autores:
de Mello AJ, Moretti M, Rodrigues ALS

Institución/es participante/s en la investigación:
Universidade Federal de Santa Catarina

Título original:
SARS-CoV-2 Consequences for Mental Health: Neuroinflammatory Pathways Linking COVID-19 to Anxiety and Depression

Título en castellano:
Consecuencias del SARS-CoV-2 para la Salud Mental: Vías Neuroinflamatorias que Vinculan la COVID-19 con la Ansiedad y la Depresión

Extensión del  Resumen-SIIC en castellano:
2.33 páginas impresas en papel A4
Introducción
La pandemia de enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19, por sus siglas en inglés), causada por el coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2, por sus siglas en inglés), ha tenido un enorme impacto en salud, incluida la salud mental. El estrés psicológico provocado por la pandemia de COVID-19 está vinculado con diversos factores como el miedo a la infección, el aislamiento social, la información errónea e informes falsos, el impacto económico de las medidas implementadas para frenar el contagio, entre otras. Además, se ha observado que los pacientes hospitalizados por COVID-19 son propensos a desarrollar depresión y ansiedad. Se cree que la neuroinflamación causada por la invasión del SARS-CoV-2 en el sistema nervioso central, la inflamación sistémica y la respuesta inmunitaria, y el estrés psicológico causado por la pandemia contribuyen al desarrollo de trastornos de ansiedad y depresión. El objetivo de la presente minirrevisión fue analizar de qué manera la neuroinflamación causada por el estrés crónico por la pandemia de COVID-19 o la infección por SARS-CoV-2 puede provocar ansiedad y depresión.  

El estrés relacionado con la COVID-19 y la prevalencia elevada de depresión y ansiedad
Durante la pandemia de COVID-19 se ha registrado un aumento notorio en la prevalencia de depresión y ansiedad, trastornos que suelen coexistir. La depresión fue la segunda causa más importante de carga de morbilidad en 2020. El riesgo de presentar ansiedad y depresión está vinculado con la exposición al estrés crónico como el de la pandemia de COVID-19. La coronafobia puede provocar depresión, ansiedad general, falta de esperanza e ideación suicida. Estudios indican que durante la pandemia aumentó la prevalencia de depresión y ansiedad en trabajadores de la salud y la población general, especialmente en adultos jóvenes en comparación con años anteriores. La aparición de síntomas depresivos y de ansiedad se ha vinculado con la preocupación por la infección, inquietudes sobre los ingresos, el trabajo y la escuela, y la cuarentena domiciliaria. Además se incrementó la demanda de ansiolíticos, antidepresivos y somníferos durante la pandemia. Los niños y adolescentes también han sido afectados por estos trastornos mentales. Los informes a nivel mundial ponen en manifiesto el impacto negativo significativo de la COVID-19 en la salud mental de todas las personas.  

Neuroinflamación y manifestaciones psicológicas
La inflamación tiene un papel clave en la fisiopatología de los trastornos depresivos. Se ha demostrado que el estrés crónico provoca depresión e induce efectos neurotóxicos en regiones específicas del cerebro, de forma directa o indirecta. Las personas con depresión presentan niveles séricos elevados de citoquinas proinflamatorias, como el factor de necrosis tumoral alfa (FNT-alfa), interleuquina (IL)-1beta, IL-6 y proteína C-reactiva, entre otras. La gravedad de los síntomas depresivos está asociada con el nivel de mediadores inflamatorios en sangre. El papel de la neuroinflamación en la fisiopatología de los trastornos de ansiedad no se ha investigado en profundidad. La neuroinflamación puede causar alteraciones en los circuitos cerebrales relacionados con la ansiedad. Se ha informado un aumento de la inflamación en pacientes con trastorno de ansiedad y la activación del inflamasoma se ha asociado con un comportamiento similar a la ansiedad. Además, la inhibición de la neuroinflamación tiene efectos ansiolíticos. El aumento de los niveles de FNT-alfa y de citoquinas proinflamatorias, como la IL-6, se ha asociado con la depresión y la ansiedad en seres humanos. El bloqueo de estos marcadores parece tener efecto ansiolítico. El FNT-alfa y la IL-6 tienen un papel clave en la inflamación provocada por la COVID-19. La respuesta inflamatoria exagerada puede estar relacionada con la gravedad de la enfermedad y la muerte en pacientes con COVID-19. Los sobrevivientes de COVID-19 suelen presentar depresión, ansiedad, insomnio, trastorno por estrés postraumático y síntomas obsesivo-compulsivos. Estos síntomas psiquiátricos pueden ser consecuencia de la neuroinflamación causada por COVID-19. Además, estudios sugieren que el SARS-COV-2 causa inflamación del sistema nervioso central.  

Neuroinvasión por SARS-COV-2
La infección por SARS-CoV-2 puede ser asintomática o sintomática. Los sobrevivientes de COVID-19 suelen presentar diversos tipos de secuelas, incluidas las neurológicas y psicosociales después del alta. El SARS-CoV-2 invade de forma directa el sistema nervioso central y provoca muerte neuronal. Esto parece ser responsable de las manifestaciones neurológicas posteriores a la COVID-19. Diversos estudios respaldan esta hipótesis. El virus parece causar una neuropatología no solo en adultos sino también en niños. Hay experimentos que confirman que el SARS-CoV-2 es un virus neurotrópico que provoca cambios metabólicos en el cerebro. La neuroinvasión del SARS-CoV-2 tiene lugar a través de la ruta transneuronal, especialmente durante las primeras etapas de la infección, en las que el virus invade el cerebro a través de las vías de los nervios craneales, como los nervios olfativo, gustativo y trigémino. Esta vía de infiltración también se asocia con la gravedad de la infección y manifestaciones neurológicas que conducen a un mayor riesgo de mortalidad en pacientes con COVID-19. Investigaciones sugieren que la progresión de la enfermedad está asociada con la gravedad del deterioro neurológico. Se ha observado que el SARS-CoV-2 ingresa al sistema nervioso central al unirse a la enzima convertidora de angiotensina 2 (ECA2) presente en la membrana celular de los nervios olfativos. Posteriormente, el virus migra a través del neuroepitelio y llega al cerebro. Esto coincide con la pérdida del olfato observada en pacientes con COVID-19. Diversos estudios señalaron la presencia de antígenos virales en el tracto olfativo. Además, los pacientes con COVID-19 muestran cambios estructurales a lo largo de la vía olfativa, incluidos el nervio, el bulbo y la corteza cerebral. Toda esta información respalda la hipótesis de la ruta del bulbo olfativo. Se cree que el SARS-CoV-2 también puede ingresar al sistema nervioso central a través de la barrera hematoencefálica. Además, el deterioro de la barrera hematoencefálica provocado por la COVID-19 permite que las células inmunes periféricas ingresen al cerebro, lo que aumenta la liberación de citoquinas proinflamatorias por parte de las células microgliales y mantiene la neuroinflamación. La hipótesis de la neuroinvasión del SARS-CoV-2 en el sistema nervioso central está respaldada por estudios post mortem que informaron la presencia de daño isquémico y microinfartos en muestras de cerebro de pacientes con COVID-19.  

Conclusiones
El aumento de la prevalencia de depresión y ansiedad durante la pandemia de COVID-19 puede atribuirse a la neuroinvasión del SARS-CoV-2 y sus consecuencias dañinas en el sistema nervioso central, la inflamación periférica causada por el virus y los efectos negativos indirectos en la función cerebral, y los factores estresantes sociales de larga duración vinculados con la pandemia. Todos estos factores provocan neuroinflamación y, en consecuencia, predisponen a la aparición de síntomas psiquiátricos. La ansiedad y la depresión pueden afectar no solo a las personas infectadas por SARS-CoV-2 sino también a la población en general expuesta al estrés pandémico de larga duración. Se necesitan investigaciones adicionales para dilucidar la carga psiquiátrica de la COVID-19, y proporcionar medidas de control de salud pública para ayudar a manejar esta carga.  
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