Informes periodísticos

INFLUENCIA DE LAS PROTEINAS DE ORIGEN VEGETAL Y ANIMAL EN LA SALUD OSEA

Pérdida de masa ósea y riesgo de fracturas.

San Francisco, EE.UU.


Las mujeres de edad avanzada que consumen una elevada cantidad de proteínas de origen animal pierden masa ósea de cadera en forma más rápida y, por lo tanto, presentan mayor riesgo de fracturas.

 Fuente científica:  American Journal of Clinical Nutrition 73118-122 aSNC

 Autores: 


flecha azul.gif (828 bytes) Los autores no manifiestan conflicto de intereses


El índice de pérdida de masa ósea fue elevado en mujeres de edad avanzada con alto consumo de proteínas de origen animal, probablemente como consecuencia del mayor disbalance entre ácidos y bases de la dieta por declinación de la función renal en relación con la edad, afirmaron expertos de la División de Endocrinología del General Clinical Research Center y del Departamento de Epidemiología y Biostadística de la Universidad de California. Así, las mujeres en el quintilo superior de incorporación de proteínas animales tuvieron casi tres veces mayor riesgo de fractura de cadera en comparación con mujeres con bajo índice, independientemente de otros factores potenciales de riesgo, como edad, ingesta de calcio, peso, uso de estrógenos, tabaquismo, y consumo de alcohol. La doctora Sellmeyer y colaboradores recalcaron la importancia de la nutrición en la salud del hueso. El valor del calcio ha sido perfectamente establecido aunque, el de otros componentes de la dieta, como proteínas, aún es controvertido. Si bien un consumo inadecuado de proteínas puede tener efectos adversos, la incorporación elevada también puede ser perjudicial para algunas personas. De hecho, el consumo alto de proteínas de origen animal puede ejercer un impacto sobre el hueso a través de los efectos sobre la eliminación de calcio y el metabolismo ácido base. Los aminoácidos que contienen grupos sulfuro en las comidas proteicas se metabolizan a ácido sulfúrico. Los alimentos de origen animal aportan predominantemente precursores ácidos y la ingesta de proteínas animales se correlaciona fuertemente con la excreción renal ácida neta, agregaron los expertos. En forma opuesta, los vegetales y frutas no sólo contienen aminoácidos sino también cantidades sustanciales de precursores de bases. Las dietas típicas de las ciudades occidentales, ricas en proteínas de origen animal y pobres en vegetales y frutas, se acompañan de una carga ácida neta que tiene impacto negativo sobre el balance de calcio, el cual se incrementa a medida que avanza la edad. Con el transcurso de los años, la filtración glomerular cae y se altera la capacidad del riñón para eliminar esta carga ácida. En consecuencia, las personas sanas de mayor edad presentan acidez sanguínea progresiva y menor concentración de bicarbonato. Debido a la falta de suficiencia renal para hacer frente a esta sobrecarga ácida, otros sistemas de la economía tratan de compensar el desequilibrio y el hueso es un ejemplo, añadieron los autores. Los estudios experimentales de inducción de acidosis metabólica crónica demostraron que el tejido óseo liberaba mayor cantidad de bases con la finalidad de restaurar el disbalance. Sin embargo, el efecto se asocia con mayor pérdida de calcio por orina y deterioro del contenido mineral del hueso y de la masa ósea. A su vez, la acidosis estimula en forma directa la actividad de los osteoclastos e inhibe la de los osteoblastos. Aunque el efecto parezca mínimo a corto plazo, a lo largo de las décadas puede tener consecuencias nefastas para la salud del hueso. Los especialistas norteamericanos estudiaron prospectivamente a un subgrupo más de mil mujeres de más de 65 años en el contexo del Estudio de Fracturas por Osteoporosis en Portland, Minneapolis, Baltimore y Pittsburgh. Las participantes completaron un detallado cuestionario relacionado con características de la dieta, propuesto por el Segundo Estudio Nacional de Salud y Nutrición. En las participantes se determinó la densidad mineral ósea (DMO) de cadera total y subregiones en forma seriada a lo largo del seguimiento. El índice de pérdida de masa ósea se calculó como la diferencia entre dos determinaciones. El seguimiento promedio fue de 7 años. El interrogatorio también permitió conocer otros aspectos del estilo de vida así como el consumo de medicaciones que impactan en el metabolismo del hueso: estrógenos, calcio y complejos polivitamínicos. Más del 70% de la ingesta proteica era de origen animal. En más del 95% de las mujeres, más del 12% de la energía diaria derivaba del consumo de proteínas. En modelos ajustados según edad, la DMO tendió a estar positivamente relacionada con un elevado índice de proteínas animales versus vegetales (PA/PV). La relación fue, sin embargo, no significativa. El agregado de la ingesta total de calcio, uso de estrógenos, actividad física, tabaquismo y consumo de alcohol, entre otros, no modificaron sustancialmente los resultados. No obstante, los expertos constataron que las mujeres con elevada relación PA/PV tendieron a ser de mayor peso y a ingerir cantidades mayores de proteínas totales. Cuando estos parámetros se incorporaron en el modelo, el índice dejó se tener asociación con la DMO. La pérdida de masa ósea a nivel de cadera fue mayor en pacientes con elevada relación PA/PV. Nuevamente, el ajuste según otros factores de confusión no alteró los hallazgos. A lo largo de casi 7300 persona años de seguimiento se documentaron 48 fracturas. En el análisis ajustado según edad y peso, el riesgo relativo de fractura de cadera fue significativamente más alto en participantes que refirieron elevado consumo de proteínas de origen animal a diferencia de las que consumían altas cantidades de proteínas de origen vegetal (riesgo 2.7 y 0.3, respectivamente). Una alta relación PA/PV se asoció con riesgo sustancialmente mayor, aún después del ajuste según demás factores de influencia. En conclusión, de confirmarse estos hallazgos, los objetivos en salud pública deberían ser contundentes: las personas de edad avanzada tendrían que tratar de reempazar gran parte de las proteínas animales de la dieta por vegetales y frutas con la finalidad de disminuir la pérdida de masa ósea y el riesgo de fracturas, finalizaron.
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