ReSIIC editado en: Medicina Deportiva Ortopedia y Traumatología Epidemiología |
Introducción y objetivos
Las superficies de césped artificial han sido incorporadas a la práctica del fútbol debido a los inconvenientes que presenta el césped natural cuando las condiciones climáticas adversas son dominantes, en regiones donde el fútbol es popular. Además de la dependencia climática, el césped natural tiene altos costos de mantenimiento y su uso debe restringirse debido al desgaste. La última generación de césped artificial consiste en una alfombra de fibras de polietileno > 40 mm, llenas de arena y de gránulos de goma, que han reemplazado a la goma espuma anteriormente utilizada. Este material ha sido seleccionado por la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado) desde 2004, como alternativa del césped natural.
Una preocupación con este tipo de superficie es su capacidad de absorción de impacto. Se ha visto que la presión reiterada sobre el material hace que se compacten los elementos de goma, lo que produce una superficie más dura que el césped natural. Algunos estudios de comparación entre las superficies artificiales y el césped natural no han encontrado diferencias significativas en la capacidad de absorción de impacto. Sin embargo, persisten dudas acerca de la seguridad de las nuevas superficies para la prevención de lesiones. El tipo de superficie de juego parece tener una influencia clara sobre la producción de lesiones en entrenamientos o en competiciones. Los estudios comparativos existentes sobre prevalencia de lesiones, sobre tipo de lesiones y sobre sus características, entre superficies naturales y superficies artificiales, no han revelado, en general, diferencias significativas en deportistas adultos. Son escasos, sin embargo, los estudios similares sobre poblaciones de deportistas jóvenes.
El objetivo de los autores fue analizar en forma prospectiva la epidemiología del patrón de lesiones halladas en futbolistas jóvenes, varones, que se entrenaron y que compitieron en canchas de césped artificial durante una temporada anual.
Participantes y métodos
La cohorte de estudio estuvo formada por 80 varones jóvenes, futbolistas de élite. La edad (media ± desviación estándar) fue de 16.1 ± 3.7 años; la talla, de 174 ± 6.6 cm, y el peso, de 64.2 ± 6.3 kg. Todos los participantes pertenecían a un solo equipo de fútbol (Unione Sportiva Lecce, Novoli, Italia). Los participantes fueron divididos en 2 grupos: el de jugadores mayores (MAY: n = 23), con edad entre 17 años y 19 años, y el de jugadores menores (MEN: n = 54), con edad entre 13 años y 16 años. La división en 2 grupos se debió a diferentes tiempos de exposición al entrenamiento y a la competencia, según las edades de los jugadores.
Se registró la tipología y la localización de las lesiones observadas durante una temporada deportiva anual (julio de 2012 a mayo de 2013). Los jugadores se entrenaron y compitieron en superficies de césped artificial. El estudio fue aprobado por un comité de ética local, bajo las leyes italianas de protección de datos. Los participantes ≥ 18 años firmaron un consentimiento informado, mientras que los participantes < 18 años brindaron un asentimiento y el consentimiento informado fue firmado por los padres o por los tutores legales. El protocolo del estudio siguió los lineamientos recomendados por la FIFA y por la Union of European Football Association (UEFA) para el diseño de consensos y para los protocolos de recolección de datos en estudios sobre lesiones en el fútbol. Se utilizó la lista de verificación Strengthening the Reporting of Observational Studies in Epidemiology (STROBE), que incluye recomendaciones sobre las inclusiones y los procedimientos metodológicos para los estudios observacionales.
Los datos basales fueron recogidos al comienzo de la temporada anual. Se registró la exposición individual de los jugadores a las sesiones de entrenamiento y a las competencias. Se registraron las lesiones en forma estandarizada, inmediatamente después de ocurridas. La gravedad de la lesión fue clasificada, de acuerdo con el tiempo de ausencia a los entrenamientos y a las competiciones, en leve (entre un día y 6 días), moderada (entre 7 y 30 días) y grave (> 30 días). Se definió como reiteración de lesión (RL) a una lesión del mismo tipo y en la misma localización de una anterior, ocurrida dentro de los 2 meses de la recuperación. La incidencia de lesiones fue definida con respecto al número de eventos por 1000 horas/jugador (total de lesiones/total de horas de exposición X 1000 horas/jugador).
Las tasas de incidencia fueron calculadas según los tiempos de exposición. El criterio principal de valoración fue la incidencia de lesiones. Los criterios secundarios incluyeron localización de las lesiones, tipología de las lesiones y gravedad de las lesiones. Se utilizó la prueba de chi al cuadrado para analizar las diferencias. El nivel de significación se fijó en p < 0.05.
Resultados
Durante la temporada completa, los participantes cumplieron 460 sesiones de entrenamiento (MAY: 160 sesiones de 120 min cada una; MEN: 300 sesiones de 120 min cada una) y 33 partidos (MAY: 18 partidos de 90 min cada uno; MEN: 60 partidos de 90 min cada uno). El total de horas de exposición fue de 75 600 horas para los entrenamientos y de 7760 horas para los partidos (MAY: 21 984 horas y 2318 horas; MEN: 53 616 horas y 5442 horas, respectivamente). En promedio, cada jugador participó en 26 partidos (mediana: 30) y en 153 sesiones de entrenamiento (mediana: 150).
La incidencia de lesiones fue de 1.28 lesiones por temporada por jugador. Se registró un total de 107 lesiones (MAY: 35; MEN: 72). Veintidós lesiones (20.56%) ocurrieron durante los partidos y 85 lesiones (79.43%) durante los entrenamientos. Las lesiones musculares (incluidas las distensiones y las contracturas) fueron las más comunes (87%), localizadas más frecuentemente en el muslo y en la ingle. Otras lesiones comunes fueron las tendinosas (13%). Las lesiones graves fueron el 10.28% del total de éstas. Ninguna lesión grave requirió cirugía. En promedio, cada jugador perdió 14 días durante la temporada (entre 5% y 6% de la temporada).
No se hallaron diferencias significativas entre los grupos para la incidencia de lesiones, su localización o su tipo, tanto en las sesiones de entrenamiento como en los partidos. Las lesiones graves en los partidos fueron más frecuentes en el grupo MAY (p = 0.04). Las RL constituyeron el 4.67% de todas las lesiones y no representaron mayor tiempo de ausencia que las lesiones primarias.
Discusión y conclusiones
Este estudio prospectivo fue realizado en futbolistas profesionales varones, jóvenes, durante una temporada anual. Los resultados mostraron que la incidencia de lesiones en superficies de césped artificial fue mayor durante los partidos que durante los entrenamientos, si bien el número absoluto de lesiones fue mayor en los entrenamientos. Las lesiones más frecuentemente registradas fueron las musculares, especialmente las contracturas y las distensiones, y la localización más común, el muslo. Los resultados están en consonancia con otros estudios recientes en futbolistas adultos, que observaron que la lesión más frecuente era la de los músculos isquiotibiales. Se considera que esta lesión anticipa futuras lesiones en la cadera o en la ingle, por lo que se recomienda que los entrenadores de fútbol pongan en práctica estrategias de entrenamientos específicas para prevenirla.
La incidencia de lesiones informada por los autores, tanto en entrenamientos (1.15/1000 horas/jugador) como en partidos (2.84/1000 horas/jugador) es baja, en comparación con la comunicada en estudios realizados en futbolistas profesionales adultos. Los autores opinan que la diferencia puede deberse a la menor edad de los jugadores de este estudio. En el estudio actual, no se registraron diferencias significativas en la incidencia de lesiones entre los más jóvenes y los mayores, aunque la incidencia de lesiones graves fue significativamente mayor en este último grupo. Los investigadores especulan que la causa puede ser la mayor presión al equipo médico para mantener un jugador en el campo de juego, mientras que los jugadores más jóvenes son sustituidos en forma relativamente más frecuente. La baja tasa de RL también puede deberse a una mayor facilidad para completar una rehabilitación, sin las presiones para retornar al campo de juego. En esta investigación no se realizaron comparaciones directas con el césped natural, pero otros estudios informaron tasas similares de lesiones con ambas superficies.
Las causas de las lesiones relacionadas con la práctica profesional del fútbol son multifactoriales y existen numerosos factores de confusión. La estimación de la gravedad de una lesión por el número de días de ausencia no considera factores potencialmente confundidores, como la motivación del jugador, la posición dentro del equipo, el momento de la temporada o la importancia de un partido específico.
En conclusión, el estudio muestra que la tasa de lesiones sobre superficie de césped sintético, en futbolistas profesionales jóvenes, varones, es relativamente baja y similar a la descrita para el césped natural.