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Introducción
En agosto de 2019 apareció un derrame de petróleo a lo largo de 3000 kilómetros de costas brasileñas que desencadenó una respuesta de ambientalistas, grupos de investigación, universidades y voluntarios en general que empezaron a recolectar de forma manual, sin coordinación del gobierno. Las características del petróleo corresponden con un tipo de petróleo pesado de posible origen venezolano. Se desconoce al dia de hoy si proviene de un naufragio o un derrame y no hay un responsable.
Este derrame es considerado uno de los más extensos y graves, y uno de los desastres ambientales más grandes en la historia de Brasil, y afecta a 55 áreas protegidas como manglares, arrecifes de coral, playas, prados de algas y lechos de rodolitos. El impacto también se extiende a las comunidades locales de pescadores, dado que se les prohibió la colecta y la pesca que forman parte de su dieta y economía.
Las algas integran ecosistemas en zonas costeras poco profundas y proveen hábitat y comida a muchas especies, entre otros servicios como protección contra la erosión costera, área de desove de especies de peces de importancia económica, aumento de la transparencia y calidad del agua, almacenamiento de carbono y fuente de alimento para poblaciones costeras.
Los prados de algas marinas son ambientes amenazados en todo el mundo, con tasas altas de pérdida de cubierta por razones naturales y antropogénicas. En particular, este derrame de petróleo afectó 325 km2 de prados, aunque se cree que este número está subestimado debido a que no existe un censo de estos ambientes. Además, los recortes en el presupuesto científico y la falta de viajes de prospección debido a la COVID-19 vuelven dificultosa esta tarea.
Los programas de monitoreo y estudios respecto del impacto económico y ecológico de este derrame fueron llevados a cabo por algunas agencias de investigación de los estados afectados, aunque fueron interrumpidos por la pandemia en marzo de 2020. La pandemia afectó gravemente a Brasil, que al momento es el segundo país con más muertes y el tercero más afectados a nivel mundial debido a la falta de organización del gobierno federal para responder a los casos de COVID-19.
La COVID-19 ha afectado la economía local, la desigualdad social y el ambiente, y es necesario conocer el impacto en estas variables para planificar intervenciones en las zonas costeras. Este artículo discute las consecuencias del derrame en los prados de algas marinas brasileños, el estado de los estudios al respecto y propone los pasos a seguir.
Petróleo en las prados de algas marinas brasileñas
En la zona afectada predominan seis especies de algas: Halodule beaudettei, Halodule emarginata, Halodule wrightii, Halophila baillonii, Halophila decipiens y Ruppia maritima. El área afectada por el derrame se superpone con las principales áreas de distribución de las algas con mayores servicios ecosistémicos.
El impacto de los derrames en las algas varía de acuerdo con el tipo de petróleo, el grado y el tiempo de exposición. Esto puede provocar mortalidad y reducción de la tolerancia a factores estresantes ambientales. Por este motivo no existe un consenso respecto del grado y el impacto, aunque estas situaciones dependen más del escenario y que de las especies afectadas. Las moléculas hidrofóbicas del petróleo se unen a las membranas de las plantas, entre ellas las del tilacoide, y se acumulan. Esto provoca una oxidación de los fosfolípidos y daña la fotosíntesis y la respiración, lo cual reduce la densidad de la población de algas y disminuye aún más la disminución de la superficie que cubren. Además, se acumulan sustancias mutagénicas y carcinogénicas en los tejidos, que se pueden transferir a los organismos que las consumen.
Los prados de algas marinas de Brasil proveen refugio a especies como la tortuga marina verde y el manatí. Esta última especie ha disminuido su frecuencia de aparición en la zona afectada. Respecto de las tortugas marinas, componen el 66% de las especies aparecidas en la costa.
Los prados de algas se encuentran en aguas poco profundas del sudoeste del océano Atlántico. Se registraron derrames en las costas de Pernambuco, y tanto estos derrames como los procesos de limpieza afectaron al ambiente. Además, en enero de 2020 se registraron pequeñas manchas de petróleo en actividades de monitoreo y evaluación ambiental, las que fueron suspendidas por la cuarentena. En Japaratinga, estado de Alagoas, se registraron manchas de petróleo y una mortalidad masiva de bivalvos, que eran aprovechados por las comunidades locales.
Las organizaciones no gubernamentales y la población civil en general realizaron acciones para contener el derrame. Se registraron manchas de petróleo en Río Grande do Norte, en la zona de Maranhao, entre septiembre y octubre de 2019, entre otros lugares. Se registró contaminación en el zooplancton, que se encuentra en la base de la cadena trófica de estos ecosistemas.
Se conoce que el petróleo permanece enterrado en sedimentos y en la arena de arrecifes intermareales luego de los derrames, lo que generó la recurrencia de aparición en otras áreas costeras en junio de 2020. Por ejemplo, se encontró petróleo en zonas turísticas como Salvador, en Bahía.
La permanencia de petróleo en estas zonas es perjudicial para especies del ecosistema como algas y corales, y puede perjudicar a las especies del fondo marino por décadas, tal como se comprobó en otros derrames.
Además, la persistencia del aceite puede afectar a las especies comerciales y a las actividades económicas como la pesca de subsistencia en las comunidades tradicionales. Si bien el derrame disminuyó, en algunos casos impidió la pesca y recolección de crustáceos y moluscos, con un impacto en las ventas. El efecto fue considerable a nivel económico y de seguridad alimentaria; además, la población de estas regiones suele estar marginadas de las políticas públicas.
Respuestas oficiales gubernamentales
La reacción del gobierno federal frente a este derrame fue tardía, lenta y sin coordinación central, con lo que las organizaciones no gubernamentales, gobiernos locales y universidades fueron los responsables de la movilización e investigación inicial. Solo Pernambuco y Alagoas recibieron ayuda económica de los gobiernos locales.
A pesar de esta financiación, las actividades de campo comenzaron en enero de 2020 para seleccionar áreas de vigilancia y monitoreo. Sin embargo, la cuarentena suspendió estas actividades. Además, una nueva ola de petróleo llegó a la las costas en marzo de 2020, durante la pandemia. Esta nueva ola sería de la misma fuente del derrame inicial.
Próximos pasos
El impacto de este derrame sobre los prados de algas debe ser evaluado debido a la cantidad de petróleo, su origen desconocido y las recurrencias observadas. Visualmente, los efectos han desaparecido, aunque es necesario realizar un monitoreo de las áreas afectadas, junto con trabajos de mitigación y restauración.
Este desastre ecológico también ha puesto de manifiesto la importancia de establecer políticas públicas sociales para las personas que viven en las áreas afectadas. Decenas de miles viven de la pesca artesanal en el área del derrame.
Para conocer la magnitud de esta situación y contribuir a la restauración de los prados es necesario enfocar las políticas y las investigaciones en la evaluación de la gravedad en el ecosistema sobre la base de estudios comparativos, experimentos de exposición con animales y vegetales del área con la misma variedad de petróleo, identificación de la toxicidad del petróleo y sus residuos en organismos marinos y el desarrollo de técnicas analíticas para detectar compuestos del derrame en bajas concentraciones.
Conclusiones
Los autores consideran que el derrame de petróleo en la costa brasileña en 2019 y 2020 ha tenido un efecto sociocultural, económico y ecológico que, sumado a la pandemia de COVID 19, ha sido desastroso. La cuarentena impuso restricciones económicas a los subsidios destinados a la restauración de los ecosistemas, y también se interrumpieron las acciones de monitoreo. La respuesta gubernamental no fue adecuada, lo que profundizó aun más las consecuencias de ambos desastres.
Asimismo, estiman que en el futuro se debe investigar la toxicidad aguda y crónica del petróleo en las comunidades vegetales, animales y humanas, así como el daño en el ecosistema afectado y el efecto de la cuarentena en algas y comunidades tradicionales que las emplean como alimento.