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Introducción
La enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19 por su sigla en inglés), causada por coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (Severe Acute Respiratory Syndrome [SARS]-CoV-2), se inició en Wuhan, China, en diciembre de 2019. El virus se propagó rápidamente en todo el mundo, con más de 37 millones de infecciones confirmadas y más de un millón de muertes, hasta el 11 de octubre de 2020. Los pacientes con enfermedades reumatológicas inflamatorias autoinmunes (ERIA) son más susceptibles a las infecciones, en parte como consecuencia del tratamiento inmunosupresor. Los factores de riesgo para COVID-19 con evolución clínica grave y de mortalidad por COVID-19 incluyen el sexo masculino, la edad avanzada, la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, la enfermedad cardíaca isquémica y los tumores malignos.
Los síntomas de COVID-19 grave se vinculan con la activación excesiva o disfuncional del sistema inmunológico; el resultado final es la tormenta de citoquinas. De hecho, los niveles circulantes elevados de interleuquina (IL) 6 predicen evolución clínica desfavorable, motivo por el cual se intentó el tratamiento con diversas drogas reumatológicas, entre ellas hidroxicloroquina (HCQ) e inhibidores de IL-6 e IL-1, en pacientes con COVID-19.
Los estudios mostraron que el uso de HCQ no es eficaz para la prevención de COVID-19; los resultados de los trabajos con tocilizumab no fueron concluyentes.
Los primeros trabajos con pacientes con ERIA se realizaron en Italia y España; en general no sugirieron prevalencia aumentada de COVID-19 en pacientes con ERIA. Sin embargo, en esos ensayos se consideraron las referencias de los enfermos, de modo que el riesgo de sesgo fue elevado, con tendencias a los casos leves y con déficits en la comunicación de la mortalidad. En un estudio de España se refirió prevalencia más alta de COVID-19, confirmada por reacción en cadena de la polimerasa (PCR por su sigla en inglés) en pacientes con enfermedades inflamatorias crónicas. Asimismo, el uso de agentes biológicos modificadores de la enfermedad se asoció con prevalencia incrementada de COVID-19. En un estudio con datos del registro de Italia, estos fármacos no se asociaron con riesgo aumentado de evolución clínica desfavorable, un efecto que se observó en los pacientes tratados con corticoides. En una investigación realizada en Nueva York, con pacientes con ERIA y con enfermedad inflamatoria intestinal, los pacientes internados recibían, con mayor frecuencia, prednisona, HCQ y agentes convencionales modificadores de la enfermedad. Los hallazgos no homogéneos motivaron dudas acerca de los efectos de las enfermedades reumáticas y de los tratamientos con inhibidores de citoquinas sobre el riesgo de infección por SARS-CoV-2.
La mayoría de los enfermos con infección por SARS-CoV-2 sintetiza anticuerpos específicos contra el virus entre 14 y 20 días después de la infección; la respuesta serológica sería más débil y más fuerte en los sujetos con enfermedad grave. Sin embargo, algunos pacientes no tienen evidencia de seroconversión, incluso 1 mes después de la infección. La inmunoglobulina (Ig) G aparece precozmente y en simultáneo con la IgM.
Los objetivos del presente estudio fueron investigar la prevalencia de casos de COVID-19 y de infección por SARS-CoV-2 en pacientes con ERIA asistidos en un centro de Israel, y determinar los factores de riesgo para la infección, en estos enfermos.
Pacientes y métodos
La investigación transversal se realizó en el Tel-Aviv Sourasky Medical Center (TASMC), un estudio terciario de derivación, en mayo de 2020, un mes y medio después de la implementación de la cuarentena nacional, el 15 de marzo de 2020.
El 31 de abril de 2020 se envió un cuestionario online a todos los pacientes asistidos en el departamento de reumatología del TASMC, entre marzo de 2019 y abril de 2020. Para los análisis se consideraron las respuestas recibidas hasta el 4 de mayo de 2020.
Se incluyeron pacientes de 18 años o más con ERIA: artritis reumatoidea (AR), espondiloartritis (EA), como espondilitis anquilosante, EA periférica, artritis reactiva y EA asociada con enfermedad inflamatoria intestinal, artritis psoriásica, lupus eritematoso sistémico, síndrome de Sjögren, esclerosis sistémica, y miositis inflamatoria idiopática, entre otras. La prevalencia de COVID-19 confirmada por estudio viral en hisopado nasofaríngeo y por serología (seroprevalencia) se comparó con los datos nacionales; se determinaron los factores de riesgo de infección por SARS-CoV-2 en esta población de enfermos. Se tuvieron en cuenta diversas comorbilidades, entre ellas, obesidad, tabaquismo, hipertensión arterial, diabetes mellitus, enfermedad pulmonar obstructiva crónica o asma, enfermedad cardiovascular (enfermedad cardíaca isquémica y enfermedad cerebrovascular), enfermedades malignas, enfermedad renal crónica e hipercoagulabilidad.
Resultados
Fueron evaluados 1202 pacientes con mediana de edad de 56 años (74.4% mujeres).
El 74.5% de los enfermos tenían diagnósticos de enfermedades autoinmunes. La prevalencia de COVID-19 fue de 0.16% en los enfermos con trastornos reumáticos, y de 0.22% en el grupo de enfermedades reumáticas autoinmunes, cifras que no difirieron de las referidas en la prevalencia en Israel, al 4 de mayo de 2020 (0.18%, p = 0.912 y p = 0.759, respectivamente).
Se realizaron estudios serológicos en 242 pacientes; se observaron anticuerpos contra SARS-CoV-2 en 5 pacientes (2.07%). La exposición a un caso conocido de COVID-19 fue el único factor significativo de riesgo para la presencia de hisopado o serología positivos. En el momento del diagnóstico, el tratamiento con inmunosupresores, corticoides y HCQ no influyó sobre el riesgo de COVID-19.
Conclusión
En el presente estudio, la prevalencia de COVID-19 en una muestra representativa de pacientes con enfermedades reumáticas fue similar a la de la población general; en esta cohorte predominaron los casos de COVID-19 leve o asintomática. La terapia inmunosupresora, per se, no representó un factor de riesgo de infección por SARS-CoV-2.