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Enfermedades infecciosas emergentes, COVID-19 y salud planetaria
Si bien la salud humana no considera los ecosistemas, la reciente disciplina de la salud planetaria evalúa la salud humana en conjunto con el estado de los ecosistemas naturales. Este campo ha ganado atención debido a la relación entre brotes de enfermedades infecciosas y daño al medioambiente. Se estima que cerca del 75% de las nuevas enfermedades se originarían a partir de animales, con factores de riesgo a considerar como el tráfico de fauna, los mercados húmedos y la destrucción de los hábitats nativos. Si bien la aparición del SARS-CoV-2 en Wuhan no ha sido dilucidada, la mayoría de los primeros pacientes en China estuvieron en contacto en el mercado de animales vivos de la ciudad. La pandemia de COVID-19 ha demostrado que es necesario considerar la vinculación entre las actividades humanas y las zoonosis y el apetito humano por la carne.
La gravedad de la COVID-19 estaría influenciada por la exposición a factores ambientales como la polución ambiental y el material particulado, ya que la adsorción del virus sobre partículas virales aumentan su transporte a mayores distancias. Por otro lado, se ha demostrado que el SARS-CoV-2 es excretado por vía fecal, lo que puede, a su vez, generar aerosoles en agua cloacal.
El objetivo de este artículo fue examinar las tendencias que ha puesto en marcha la pandemia de COVID-19 y sus implicaciones para la salud planetaria, desde un punto de vista ambiental y humanitario a largo plazo.
El aislamiento como un alivio temporario para el ambiente
Existe una cantidad creciente de bibliografía respecto del impacto ambiental de la COVID-19. El aislamiento y la interrupción de tareas y transporte generaron una mejora en los niveles de polución, el empleo de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto se observó especialmente en China, India y ciudades como Nueva York, y en parámetros como limpieza de las playas y disminuciones en los niveles de material particulado atmosférico y gases, como el óxido nitroso. Por otro lado, la pandemia ha incrementado la cantidad de desechos patológicos y de descarte de elementos de producción personal, debido a una falta de planes de manejo de residuos.
La disminución en la polución debido al aislamiento parecería ser una buena noticia, aunque esto no significa que el cambio climático se esté desacelerando. Los estimados tentativos indican que la caída no se encontraba cerca del límite de temperatura global de 1.5 °C.
Las concentraciones de dióxido de carbono han aumentado de 213 partes por millón a 216 partes por millón.
La pandemia y el uso de plásticos
Se estima que la demanda de plásticos debido a la COVID-19 ha aumentado un 40% para el empaque de materiales y un 17% para usos médicos. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) considera que la contaminación de plásticos es una crisis global, aunque la pandemia ha demostrado que el plástico es la solución más barata y confiable para la protección personal. El aumento en el uso de estos materiales para elementos de protección personal ha ocasionado un faltante global significativo.
Países como la India, que tienen menor capacidad de manejo de residuos, también son productores de equipos de protección personal. Cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) actualizó la información respecto de los modos de transmisión viral mediante aerosoles, la demanda de máscaras faciales se incrementó junto con su descarte. Sin embargo, los gobiernos recomiendan que el público utilice máscaras de tela para garantizar la disponibilidad de los elementos de protección para el personal médico. Además, se ha incrementado el empleo de agentes de limpieza y desinfección y guantes, y el uso de materiales médicos para el testeo ha tenido una situación similar, con países como Estados Unidos, Reino Unido y Rusia que realizan hasta medio millón de tests diarios.
Rellenos y contaminación marina
En general, los materiales de protección empleados por la población suelen ser descartados junto con los residuos domésticos. Se recomienda que estos materiales se separen y que las autoridades asignen a operadores específicos de residuos especiales. La OMS indica que el manejo seguro del desperdicio sanitario es esencial para la salud pública y la integridad del ambiente. En el peor escenario, el manejo incorrecto de estos residuos podría causar un efecto rebote perjudicial, tanto para las personas como para los ecosistemas.
La generación y el mal manejo de los residuos tienen consecuencias directas en los ecosistemas acuáticos. Es un hecho conocido que todo el material de descarte tiene su disposición final en el océano, y se ha encontrado material de protección, como máscaras, botellas de agentes sanitizantes y guantes, en las playa de Hong Kong, transportados por los ríos hasta el mar.
Se considera que cerca del 80% de los contaminantes marinos tiene su origen en fuentes terrestres, con un impacto en la productividad marina. Las áreas marinas con mayor impacto de contaminación son zonas como los estuarios, los manglares y las costas. En la actualidad está en funcionamiento un programa de la ONU que busca establecer el nexo entre las cuencas y el manejo de las costas, especialmente en áreas afectadas por la calidad y disponibilidad de agua dulce.
Recomendaciones
La evidencia actual que examina las causas y consecuencias de la COVID-19 también explora algunas potenciales soluciones para evaluar los desafíos que plantean tanto la contaminación como la pandemia, a la salud humana y del planeta. Estas son algunas de estas recomendaciones que han realizado para este fin:
1) La factorización del cambio climático en la salud planetaria es clave, lo que requiere enfoques espaciales y temporales dadas las repercusiones socioeconómicas que esto conlleva. Es importante evaluar indicadores a nivel regional, nacional y subnacional para evitar futuras epidemias zoonóticas. Deben desarrollarse y monitorizarse de formas rutinaria dos métricas focales de biodiversidad y riesgo de exposición humana a patógenos.
2) Es necesario un enfoque a nivel de sistemas por parte de compañías y gobiernos a nivel global, para garantizar la salud planetaria y la protección del ambiente. Además de las estrategias relacionadas con la acción contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, es necesario implementar manejos sustentables de plásticos y residuos biomédicos.
3) Es necesario equilibrar la respuesta a la COVID-19 con necesidades sanitarias más amplias para prevenir el desborde del sistema de salud. Los gobiernos deberían enfocarse en mejorar las intervenciones existentes para responder a un brote pandémico.
4) Se deben realizar más investigaciones para disponer de más y mejor información, de manera de crear conciencia respecto de la salud planetaria.
5) La creciente educación sobre las enfermedades zoonóticas (entre ellas la COVID-19) debería ser parte de programas gubernamentales y de conversaciones entre distintos actores políticos. Estas discusiones deben emplear evidencia científica para desarrollar nuevas tecnologías de salud planetaria.
6) Las autoridades deben elaborar planes de contingencia de riesgos para el manejo de los brotes futuros de enfermedades zoonóticas, además de asegurar los servicios de manejo de residuos. Debe garantizarse la continuidad de estos servicios, sin sumar riesgos sanitarios. Asimismo, la toma de decisiones y el planeamiento estratégico deben ser informados para evaluar de manera adelantada los riesgos ambientales y socioeconómicos.
7) Los negocios deberían invertir en innovación sustentable con productos ambientalmente amigables y recursos renovables. Estos negocios deberán, además, reducir costos al emplear menos agua y combustibles sintéticos. Los objetivos de esta estrategia son mantener la oferta y proteger el ambiente.
8) El empleo de biomateriales para la producción de elementos de protección personal debe evitar el impacto ambiental negativo producto del uso actual de estos insumos. Hoy en día se han establecido alianzas entre productores y científicos para desarrollar elementos de protección personal con biomateriales para promover la sustentabilidad.
Conclusiones
Los enfoques de salud planetaria necesitan lidiar con los problemas relacionados con la calidad ambiental y el bienestar humano. Cerca del 75% de la superficie terrestre y el 66% de los océanos han sido afectados de manera significativa. Se estima, además, que el 33% de la tierra es empleada para producción animal o vegetal. La expansión de la huella humana resulta en pérdida de hábitat y fragmentación, lo que lleva a un aumento en el riesgo de extinción de cerca de un millón de especies de flora y fauna.
El avance de la frontera agropecuaria y urbana también incrementa la frecuencia de interacciones entre seres humanos y fauna salvaje, lo que, a su vez, aumenta el riesgo de enfermedades zoonóticas. El riesgo futuro es la falta de medidas gubernamentales para disminuir estos riesgos, dado que la atención está focalizada en el manejo de la pandemia en estos momentos.
Las políticas para el manejo de los residuos médicos deberían enfocarse en la minimización de la generación, la separación, la identificación y clasificación, el manejo y almacenamiento, el rotulado, el transporte, el tratamiento y su disposición.
En la medida que los gobiernos se preparan para un escenario pospandemia, también deberían examinar sus acciones para proteger el planeta.