Resúmenes amplios

EL IMPACTO A LARGO PLAZO DE LA INFECCIÓN POR SARS-COV-2 EN NIÑOS Y JÓVENES


Edimburgo, Reino Unido
Es de suma importancia la inclusión de un grupo de control en los estudios sobre los síntomas persistentes después de la infección por coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave en niños y jóvenes.

Journal of Infection 1-35

Autores:
Swann OV

Institución/es participante/s en la investigación:
University of Edinburgh

Título original:
Persistent Symptoms Following SARS-CoV-2 Infection Among Children and Young People: a Meta-analysis of Controlled and Uncontrolled Studies

Título en castellano:
Síntomas Persistentes después de la Infección por SARS-CoV-2 en Niños y jJóvenes: Un Metanálisis de Estudios Controlados y No Controlados

Extensión del  Resumen-SIIC en castellano:
1.97 páginas impresas en papel A4

Introducción

Los niños y los jóvenes tienen más probabilidades de ser asintomáticos o desarrollar una enfermedad leve y transitoria después de la infección por coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2, por sus siglas en inglés) en comparación con los adultos, cuyo riesgo de enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19, por su sigla en inglés) grave, hospitalización y muerte aumenta con la edad. Si bien la mayoría de los niños y jóvenes se recuperan rápidamente, una pequeña proporción puede tener síntomas continuos que persisten durante semanas o meses después de la infección por SARS-CoV-2. Los datos sobre el impacto a largo plazo de la infección por SARS-CoV-2 en este grupo poblacional son contradictorios.

El objetivo de la presente revisión sistemática y metanálisis fue examinar la prevalencia, los factores de riesgo, el tipo y la duración de síntomas persistentes después de la infección por SARS-CoV-2 en niños y jóvenes.

 

Métodos

Se realizo una búsqueda sistemática de bibliografía publicada y no publicada utilizando 13 bases de datos en línea entre diciembre de 2019 y julio de 2021. Los estudios elegibles informaron niños y jóvenes ≤ 19 años con SARS-CoV-2 confirmado o probable con cualquier síntoma que persistiera más allá de la enfermedad aguda. Los datos fueron extraídos de forma independiente. El riesgo de sesgo fue evaluado con herramientas validadas. La heterogeneidad se calculó con la prueba I2. Los metanálisis de efectos aleatorios examinaron la diferencia de riesgo combinada en la prevalencia de los síntomas (solo estudios controlados) y la prevalencia combinada (también se incluyeron estudios no controlados). La metarregresión examinó las características del estudio que se hipotetizaban asociadas con la prevalencia de síntomas.

 

Resultados

Fueron elegibles 22 de 3357 estudios únicos, incluidos 23 141 niños y jóvenes. Quince (68%) fueron estudios de cohortes, seis (27%) estudios transversales y uno fue un informe de caso. Ocho de los 22 estudios incluyeron grupos de control basados en la población. Se evaluó que diez estudios tenían alto riesgo de sesgo, seis moderado y seis bajo riesgo de sesgo. Todos los estudios incluyeron participantes de países de ingresos altos y medianos altos. El tamaño de la muestra varió de 5 a 6 804 participantes (mediana 109). Once estudios incluyeron menos de 100 participantes. Todos los estudios evaluaron los resultados > 4 semanas después de la infección y 15 (68%) evaluaron los resultados a > 12 semanas. En todos los estudios, se informaron 101 síntomas, con 46 síntomas informados en al menos 2 estudios y 32 síntomas informados en al menos 3 estudios. La mediana de duración del seguimiento fue de 125 días. En todos los tipos de estudio, 10 síntomas tenían datos de ≥ 8 estudios que permitían el metanálisis y la metarregresión: dificultades cognitivas, dolor de cabeza, fatiga, fiebre, mialgia, tos, disnea, dolor abdominal, diarrea y anosmia/alteración del sentido del olfato.

La diferencia de riesgo agrupada en los casos posteriores a la COVID-19 en comparación con los controles (5 estudios) fue significativamente mayor para las dificultades cognitivas (3%; intervalo de confianza del 95% [IC 95%]: 1 a 4), dolor de cabeza (5%; IC 95%: 1 a 8), pérdida del olfato (8 %, IC 95%: 2 a 15, dolor de garganta (2%; IC 95%: 1 a 2) y dolor de ojos (2%; IC 95%: 1 a 3) pero no dolor abdominal, tos, fatiga, mialgia, insomnio, diarrea, fiebre, mareos o disnea.

La prevalencia combinada de los síntomas en los participantes después de la COVID-19 en 17 estudios osciló entre el 15% (diarrea) y el 47% (fatiga), con una alta heterogeneidad en todos los análisis de síntomas. La edad se asoció con una mayor prevalencia de todos los síntomas con la excepción de una menor prevalencia de tos. El sexo femenino se asoció con una mayor prevalencia de fatiga, dolor de cabeza, mialgia, diarrea, pérdida del olfato y disnea y menor prevalencia de tos y dolor abdominal. La mayor calidad del estudio se asoció con una menor prevalencia de todos los síntomas, excepto la pérdida del olfato y los síntomas cognitivos. Sin embargo, el tamaño del estudio se asoció de manera incongruente con la prevalencia de síntomas. La mayor duración del seguimiento se asoció con una menor prevalencia de tos, dolor de cabeza, problemas cognitivos, dolor abdominal, pero una mayor prevalencia de fiebre, fatiga, mialgia, diarrea, pérdida del olfato y disnea.

Pocos estudios examinaron los factores de riesgo asociados con los síntomas persistentes posteriores a la COVID-19 en niños y jóvenes.

 

Conclusiones

La frecuencia de la mayoría de los síntomas persistentes después de la COVID-19 en niños y jóvenes informados es similar en los casos positivos de SARS-CoV-2 y los controles. La presente revisión sistemática y metanálisis destaca la importancia crítica de un grupo de control en los estudios sobre la persistencia de síntomas después de la infección por SARS-CoV-2 en niños y jóvenes. La mayoría de los estudios incluidos fueron de mala calidad, predominantemente no controlados y retrospectivos, y abiertos al sesgo de selección. Existen diversas razones por las que los síntomas informados en numerosos de los estudios incluidos pueden no ser específicos del SARS-CoV-2, incluida la alta prevalencia de síntomas somáticos como fatiga y dolor de cabeza en niños y jóvenes sanos, la superposición de síntomas como fatiga, mala concentración y dolor de cabeza, con síntomas de salud mental (que aumentaron durante la pandemia) y posible sesgo de atribución. 



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