Resúmenes amplios

MIOPERICARDITIS LUEGO DE LA VACUNACIÓN CONTRA COVID-19


Singapur, Singapur
El riesgo global de miopericarditis, luego de la aplicación de vacunas contra COVID-19, es bajo. Sin embargo, se registró incidencia aumentada de la complicación entre hombres jóvenes, particularmente luego de la aplicación de vacunas con ARN mensajero. Sin duda, los riesgos de este tipo de eventos adversos infrecuentes deberían analizarse en el contexto de los riesgos que supone la enfermedad, incluido el riesgo de miopericarditis.

The Lancet Respiratory Medicine 1-10

Autores:
Ramanathan K

Institución/es participante/s en la investigación:
National University Hospital

Título original:
Myopericarditis Following COVID-19 Vaccination and Non-COVID-19 Vaccination: A Systematic Review and Meta-analysis

Título en castellano:
Miopericarditis luego de la Vacunación contra COVID-19 y otras Vacunaciones: Revisión Sistemática y Metanálisis

Extensión del  Resumen-SIIC en castellano:
1.96 páginas impresas en papel A4

Introducción

Globalmente se han administrado más de 10 mil millones de dosis de vacunas contra la enfermedad por coronavirus 2 (COVID-19, por su sigla en inglés) hasta marzo de 2022.

Por lo general, los efectos adversos de la vacunación son leves y autolimitados; sin embargo, cada vez se refieren más casos de miopericarditis luego de la aplicación de vacunas contra COVID-19.

Se sugirió que las vacunas con ARN mensajero podrían inducir respuestas inmunológicas innatas y adquiridas aberrantes, las cuales podrían desencadenar inflamación del miocardio como parte de una reacción sistémica. Hasta la fecha, sin embargo, los mecanismos fisiopatogénicos precisos que participan en esta posible asociación no se conocen.

La miopericarditis es una complicación infrecuente, luego de la aplicación de vacunas contra virus; previamente se sugirió una vinculación entre la miopericarditis y la vacunación contra la viruela.

Un estudio de Israel, sin embargo, sugirió que las vacunas contra COVID-19 con ARN mensajero aumentarían considerablemente el riesgo de miocarditis, especialmente en varones de entre 16 y 39 años. Numerosos estudios refirieron casos de miopericarditis en pacientes que recibieron vacunas contra COVID-19. En este contexto, el objetivo de la presente revisión sistemática con metanálisis fue comparar la incidencia de miopericarditis luego de la aplicación de vacunas contra COVID-19, respecto de la incidencia de la complicación en relación con el uso de vacunas contra otras enfermedades; se intentó cuantificar la incidencia de miocarditis, pericarditis y mortalidad posteriores a la inmunización.

Métodos

 

Para la presente revisión se consideraron artículos publicados en inglés entre el 1° de enero de 1947 y el 31 de diciembre de 2021 en los cuales se refirió la incidencia de miopericarditis luego de la aplicación de diversas vacunas (criterio principal de valoración). Los estudios se identificaron a partir de 4 fuentes internacionales. Se incluyeron trabajos con pacientes de la población general que presentaron miopericarditis en relación temporal con la aplicación de vacunas, pero se excluyeron estudios con subpoblaciones puntuales de enfermos. Se aplicaron modelos de efectos aleatorios de DerSimonian and Laird; el riesgo de sesgo se analizó con el método propuesto por el Joanna Briggs Institute, en tanto que la certeza de la evidencia se determinó con el sistema Grading of Recommendations, Assessment, Development and Evaluations.

Se analizaron las diferencias en la incidencia de miopericarditis en relación con el tipo de vacunación (COVID-19 y otras) y el grupo de edad (adultos, respecto de niños). Entre las vacunas para COVID-19 se analizaron los efectos del tipo de vacuna (con ARN mensajero, en comparación con otros tipos), el sexo, la edad y la dosis sobre la incidencia de miopericarditis. 

Resultados 

Un total de 22 estudios de observación fueron aptos para el estudio. La incidencia global de miopericarditis, según los resultados de 22 estudios con 405 272 721 dosis, fue de 33.3 cases (intervalo de confianza del 95% [IC 95%]: 15.3 a 72.6) por millón de dosis de vacunas, y no difirió significativamente de la referida para pacientes que recibieron vacunas contra COVID-19 (18.2; IC 95%: 10.9 a 30.3, 11 estudios, 395 361 933 dosis, certeza alta) y aquellos que recibieron oras vacunas (56.0; IC 95%: 10.7 a 293.7, 11 estudios, 9 910 788 dosis, certeza moderada, p = 0.20). En comparación con la vacunación contra COVID-19, la incidencia de miopericarditis fue significativamente más alta luego de la vacunación contra la viruela (132.1; IC 95%: 81.3 a 214.6, p < 0.0001), pero no difirió de manera significativa de la registrada con la vacuna contra la influenza (1.3; IC 95%: 0.0 a 884.1, p = 0.43) o en los estudios en los que se refirieron los riesgos asociados con diversas vacunas (no contra la viruela; 57.0; IC 95%: 1.1 a 3036.6, p = 0.58). Entre los pacientes que recibieron vacunas contra COVID-19, la incidencia de miopericarditis fue significativamente más alta en varones (respecto de mujeres), en personas de menos de 30 años (respecto de sujetos de más de 30 años), después de la aplicación de vacunas con ARN mensajero (en comparación con otros tipos de vacunas), y después de la aplicación de la segunda dosis de vacuna, respecto de la aplicación de una primera o una tercera dosis. 

Conclusión 

En estudios previos se refirieron hasta 3 veces más riesgo de miocarditis en pacientes vacunados contra COVID-19, respecto de controles. Los resultados de la presente revisión sistemática con metanálisis muestran un riesgo global bajo de miopericarditis, luego de la aplicación de vacunas contra COVID-19. Sin embargo, se registró incidencia aumentada de la complicación entre hombres jóvenes, particularmente luego de la aplicación de vacunas con ARN mensajero. Sin duda, los riesgos de este tipo de eventos adversos infrecuentes deberían analizarse en el contexto de los riesgos que supone la enfermedad, incluido el riesgo de miopericarditis. De hecho, la incidencia de miopericarditis asociada con la vacunación contra COVID-19 sería más bajo que el vinculado con la enfermedad. Los hallazgos deben ser tenidos en cuenta por los organismos de salud para la implementación de protocolos nacionales de vacunación, especialmente en el contexto del programa de administración de dosis de refuerzo durante 2022. 

 



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