INGLESES EN BUENOS AIRES EN 1807: MEDICINA Y GANANCIAS

Doctor, hágase rico; viaje a South America

Adaptado de Buenos Aires y el Interior. Observaciones reunidas durante una larga residencia, 1806-1807,
por Alexander Gillespie; A-Z Ed., Buenos Aires: 1994

   
   

Los ingleses que en 1806 dieron un inesperado golpe de mano sobre la capital del virreynato del Río de la Plata tuvieron oportunidad, al quedar prisioneros después de la Reconquista, de verificar las condiciones de vida de la sociedad criolla. No faltó quien registrara sus impresiones, como este Alexander Gillespie del que nada sabemos, más allá de que fue un oficial británico en tierras del Plata en 1806 y 1807, y de que en 1818, ya retirado, publicó sus interesantes memorias.

La profesión médica estaba a poca altura [en Buenos Aires, en 1806/1807, n.d.R.]; al mismo tiempo, no hay nadie en quien se aplique con mayor éxito el arte de la charlatanería que en los criollos. Teniendo una opinión exagerada de todo curandero inglés, en cualquier reunión social en la que entre uno las mujeres generalmente afectan no encontrarse bien, y procuran consejo.

El síntoma que las aquejaba se señalaba por un parche en cada sien, y ellas se quejaban comúnmente de lasitud y jaqueca. Como no se necesitaba saber mucho para disiparlas, siendo su causa la falta de ejercicio, algunos de nosotros [los oficiales británicos prisioneros en Buenos Aires, n.d.R.] nos hicimos empíricos.

Como recetábamos felizmente, nuestros talentos adquirieron reputación; pero ocurrió un caso de más bulto, que probó la parcialidad general por nuestros compatriotas. El doctor Forbes, dejado a cargo de nuestros enfermos y heridos después de la reconquista de la ciudad, fue tan exclusivamente consultado que, tras cuatro meses de práctica en la que había amasado algunos miles de duros, con perjuicio de los facultativos locales, fue presentado al gobierno un memoria] que instaba a su remoción.

¡VENGAN, MEDICOS INGLESES!

Con la paz general, muchos médicos y cirujanos meritorios de este país [Inglaterra, n.d.R.] han sido dejados de lado en su profesión. Por falta de empleo, esas personas se convierten en parte de nuestro exceso de población. Tales aventureros no solamente hallarán pan, sino también riqueza en aquellas regiones de la América del Sur. Además, serán un valioso elemento agregado; no solamente por el hecho de ejercer su profesión, sino por los efectos de su educación superior entre una comunidad no civilizada [sic en el texto de Gillespie; las cursivas son nuestras, n.d.R.]. Sus personas estarían siempre seguras de gozar de esa reverencia que se tributa en general a los médicos, casi igual a la que se rinde a los grados superiores del sacerdocio.

A tal emigrante le convendría llevar consigo gran provisión de remedios e instrumental. Por ignorancia de la química se pierde la gran abundancia de [plantas para la fabricación del drogas, y por eso éstas valen el doble en Buenos Aires.

«Anónimo»
Lucha con los invasores en la zona del Retiro, 1807.


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