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El dictador ruso Joseph Stalin (1879-1953) utilizó métodos de persecución en masa que alguna envidia causaría a su competidor Adolf Hitler, aliado y enemigo. El perdedor de la II Guerra Mundial europea, fue condenado por sus bárbaros asesinatos; el célebre ruso, En el otoño de 1952, Stalin volvió a Moscú luego de haberse tomado unas vacaciones en Sochi, en la costa este del Mar Negro. En ese momento no se sentía muy bien, tenía mareos y ya no era dueño de la energía que antes lo había impulsado a llegar al poder de la Unión Soviética. Estaba pálido, demostraba la edad que tenía y sufría de una severa hipertensión. En ese entonces, el médico personal del dictador era el Profesor Vladimir N. Vinogradov, un reconocido especialista dentro de la clase dirigente en su país. Este hombre, de 71 años, examinó a Stalin y decidió que su condición estaba tan deteriorada que debía dejar de trabajar por un tiempo. La reacción de Stalin fue sorprendente: en un ataque de furia lo despidió. Al poco tiempo de la violenta consulta, Stalin recibió una carta de la doctora Lidia Timashuk, una especialista que trabajaba en el policlínico del Kremlin, pero desconocida para él. En la carta acusaba a al Profesor Vinogradov y a ocho distinguidos colegas de conspirar para acortar la vida de activos miembros públicos, a través de un tratamiento médico saboteado. Stalin, inmediatamente, ordenó el arresto de los nueve doctores que deberían ser interrogados hasta que confesaran. Algunos serían encadenados y golpeados hasta admitir sus crímenes, cosa que finalmente sucedió. Dos de ellos murieron en el intertanto. Stalin se vanagloriaba de su inteligencia al descubrir los enemigos del país, de haber salvado su pueblo de la ingenuidad de sus ministros, etc. El “complot” de los doctores salió a la luz pública en el diario Pravda, y fue un hecho explosivo debido a que seis de los nueve especialistas involucrados eran judíos. Tomando en cuenta que el antisemitismo era una práctica arraigada en el Kremlin: “Una sola muerte es un incidente de consecuencia, pero la muerte de un millón de personas es un tema de estadísticas”, explicó. Fuente : "An Alarming History of Famous and Difficult Patients", |
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