Resúmenes amplios

EL CLITOROFALO COMO ÓRGANO: RESPUESTA A ANDRÓGENOS E INTERVENCIONES QUIRÚRGICAS


Boston, EE.UU.
Se evaluó el papel de los andrógenos sobre el desarrollo clitorofálico y su aplicación en pacientes transgénero. Los autores concluyen en que hay evidencia mixta sobre el uso de testosterona exógena para lograr alterar la función y el tamaño del clitorofalo, y que pueden existir, además de las opciones hormonales, alternativas quirúrgicas.

Andrology 9(6):1719-1728

Autores:
Grimstad F, Boskey ER, Ganor O

Institución/es participante/s en la investigación:
Children's Hospital Boston

Título original:
The role of Androgens in Clitorophallus Development and Possible Applications to Transgender Patients

Título en castellano:
El Papel de los Andrógenos en el Desarrollo Clitorofálico y su Posible Aplicación a Pacientes Transgénero

Extensión del  Resumen-SIIC en castellano:
2.56 páginas impresas en papel A4

En el momento del nacimiento, una estructura anatómica ha sido históricamente central con respecto a la determinación posnatal inmediata del sexo (y durante muchas décadas, del género). El tamaño de esta estructura en ecografías prenatales puede llevar a generar hipótesis de los padres sobre el futuro de su hijo.
El clitorofalo es más frecuentemente referido como el pene o el clítoris, lo que reflejaría las dos vías más frecuentes de desarrollo como sexo masculino y femenino. El tamaño del clitorofalo, la presencia de otras estructuras (escroto, vagina) y la localización de la uretra, dictan generalmente si se lo va a denominar pene o clítoris.
A pesar del papel clave del clitorofalo en los hitos de la vida y en las relaciones íntimas, es generalmente un tema con prioridad sobre los efectos de los andrógenos en el cuerpo, y la mayor parte de la literatura sobre esta estructura se basa en intervenciones médicas y quirúrgicas antiguas, en función de corregir, por ejemplo, las hipospadias.
En función de que el conocimiento médico en relación con la naturaleza y la diversidad de género mejora, es importante revisar esta estructura y comprender su origen, desarrollo y modificaciones y el papel central que los andrógenos tienen en una etapa prematura.
El objetivo del presente estudio fue evaluar el papel de la testosterona sobre el desarrollo del clitorofalo, desde la vida embrionaria hasta la adultez, e incluir cómo la testosterona exógena puede utilizarse para estimular el agrandamiento clitorofálico en el tratamiento de masculinización de género. Para lograr esto, se evaluó literatura en idioma inglés, con estudios que incluyeran el espectro de términos que se refirieran al clitorofalo (tubérculo genital, clítoris, micropene, pene).
En el desarrollo fetal inicial, se desarrolla el tubérculo genital a partir del endodermo, el mesodermo y el ectodermo. El tubérculo genital es una proyección dentro del perineo, que existe en muchas especies. A diferencia del desarrollo de otros miembros en el cuerpo humano, la comprensión del desarrollo del tubérculo genital es menor, y tiene un rango de desarrollo potencial de pequeño a grande, con uretra o sin uretra, más allá del genotipo.
El desarrollo inicial del tubérculo genital es dependiente de andrógenos, dado que se forma antes de la síntesis de andrógenos fetales, y esta estructura es recién reconocida a las 5 o 6 semanas de desarrollo. La síntesis de andrógenos no inicia hasta las semanas 8 o 10, y luego de la semana 10, el tubérculo genital es idéntico en forma y morfología en todos los individuos. Desde la semanas 9 a 12, la orientación del tubérculo se modifica. En entornos más androgénicos, la estructura se va a orientar a 90 grados hacia el perineo, mientras que en aquellos hipoandrogénicos se va a mantener paralelo. No es recién hasta la semana 12 en donde un tubérculo expuesto y con respuesta a andrógenos crece más que una estructura no expuesta a andrógenos o que no es sensible a estos.
El hito embriológico del tubérculo genital es el clitorofalo, que contiene varias estructuras homólogas, más allá de la vía de desarrollo. Todos los clitorofalos contienen una glándula en la que la formación inicial es independiente de andrógenos.
El clitorofalo totalmente diferenciado se observa entre las semanas 16 y 17, con un espectro de desarrollo posible que puede ser un clítoris sexualmente dimórfico (clitorofalo pequeño, uretra separada) o un pene (clitorofalo grande, con uretra contenida).
La exposición a andrógenos depende tanto de los niveles de andrógenos en el desarrollo fetal como de la presencia de andrógenos receptores funcionales.
Desde las semanas 9 a 16, los receptores androgénicos son prominentes en todo el clitorofalo, particularmente en el cuerpo y el mesénquima ventral. 
Los receptores estrogénicos alfa y beta se expresan durante este período del desarrollo, aunque de manera menos prominente. El receptor alfa tendría influencia sobre el desarrollo, dado que se vio, en modelos con ratones, que sería un opositor a la virilización de los andrógenos en el clitorofalo. 
En sujetos con testículos funcionales y receptores androgénicos, los andrógenos testiculares aumentan significativamente luego de las semanas 8 a10.
La testosterona y su metabolito más potente, la dihidrotestosterona, son responsables del crecimiento y desarrollo del tubérculo genital en un clitorofalo más grande.
En personas con andrógenos mínimos a ausentes, el tubérculo genital se elongaría de manera leve. De otra manera, se va a mantener como una pequeña glándula, con un frenillo corto y una uretra separada.
Cuando el tubérculo genital se expone a algunos andrógenos o existen defectos en el receptor, pueden presentarse variaciones en la anatomía del clitorofalo. El tipo de variación en la exposición influenciaría el grado de virilización; en individuos que tienen un gen del receptor 5aR2, el clitorofalo no se viriliza de manera importante, lo que sugeriría que la dihidrotestosterona es clave en este proceso. Los fetos con alteración del receptor no presentan crecimiento del clitorofalo o incorporación de la uretra en igual grado que aquellos con receptores intactos.
El desarrollo uretral es un proceso independiente de andrógenos, que ocurre en ambos sexos y comienza entre las semanas 9 y 10 de la gestación.
La testosterona exógena se ha utilizado para modificar el clitorofalo, tanto en el contexto de diferenciación sexual como en tratamientos de afirmación de género.
Se ha empleado la testosterona para la reparación de las hipospadias, con la noción de que podría mejorar los resultados al promover de manera temporaria el crecimiento clitorofálico y mejorar el suministro de sangre, con edad promedio de reparación entre los 4 y 18 meses de edad.
No hay estudios actuales que hayan observado que el tratamiento tópico o parenteral con testosterona en un individuo con testículos y con eje hipotalámico-hipófiso-gonadal intacto pueda afectar el crecimiento clitorofálico a largo plazo; esto puede deberse a la combinación de numerosos factores.
Los individuos con disforia de género que nacen con un clitorofalo pequeño, pueden desear un aumento o la alteración de la función de esta estructura como objetivo del tratamiento de masculinización.
Existen límites en el alcance de las modificaciones del tamaño y la función del clitorofalo, que puede ser logradas mediante testosterona exógena.
Los individuos que deseen cambios estructurales y funcionales más allá de los obtenibles por tratamiento hormonal, deben buscar opciones quirúrgicas. La faloplastia es rara vez ofrecida como opción en hombres intersexuales y endosexuales con insuficiencia peniana, aunque es una alternativa. Por otro lado, la cirugía de reconstrucción genital en hombres transgénero ha aumentado su popularidad en las últimas décadas, junto con el progreso y la aceptación sociales.
El propósito de esta cirugía es brindar a los pacientes la capacidad de lograr vaciamiento vesical en la posición de pie a través de modificaciones en la técnica de hipospadias, en un clitorofalo agrandado y virilizado. Existen varias técnicas, aunque la mayoría de los cirujanos realizan vaginectomía, alargamiento uretral y escrotoplastia.
El deseo de lograr vaciamiento vesical de pie es la primera razón por la que se busca la metoidioplastia, aunque la faloplastia puede ser solicitada por los pacientes por varias razones.
Los informes sobre los resultados logrados con esta intervención son generalmente satisfactorios, aunque la mayoría de los investigadores no han evaluado los efectos a largo plazo en relación con la calidad de vida o la satisfacción con elementos validados.
El clitorofalo puede desempeñar un papel importante en la función sexual. 
Algunos individuos que desean mantener la función eréctil de su clitorofalo, y evitar algunas de las complicaciones de la faloplastia, pueden elegir utilizar una prótesis fálica para lograr la penetración sexual luego de la metoidioplastia, la liberación clitoriana o el alargamiento hormonal.
El neofalo generado por faloplastia no tiene función eréctil nativa, por lo que los individuos que deseen lograr penetración sexual con su falo van a requerir de prótesis penianas. Existen complicaciones no mecánicas como infección, migración y erosión del dispositivo a través del neofalo. En un estudio se observó que las complicaciones ocurrieron en el 36% de todos los tipos de implante, con mayor frecuencia de fracaso en los pacientes transgénero, en comparación con los cis-género endosexuales varones, en parte porque estos dispositivos no fueron diseñados inicialmente para uso en el neofalo.
Los autores concluyen en que el clitorofalo es una parte importante de la anatomía humana y que mucho del desarrollo depende de la presencia y la respuesta a andrógenos.
Por otro lado, consideran que hay evidencia mixta sobre el uso de testosterona exógena para lograr alterar la función y el tamaño del clitorofalo, y que pueden existir, además de las opciones hormonales, alternativas quirúrgicas. Consideran que son necesarios más estudios para comprender los objetivos psicológicos y físicos de estas modificaciones clitorofálicas.



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