Red Científica Iberoamericana

REFLEXIONES BIOÉTICAS SOBRE EL CONSUMO DE MEDICAMENTOS DE VENTA LIBRE EN LA ARGENTINA

Andrea Mariel Actis
Farmacéutico, Jefa de Trabajos Prácticos, Dto. Humanidades Médicas - Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina (SIIC)

Reflexión bioética sobre la importancia de la educación de la población que legitime la automedicación, remarcando la irresponsabilidad de la autoprescripción.

Desde tiempos remotos el hombre intentó mejorar sus dolencias mediante el uso de sustancias indicadas por un “experto” en el tema. Desde chamanes, boticarios, alquimistas hasta la reconocida figura del farmacéutico, en general, las personas consultan a un referente en la materia (1). Sin embargo, recientemente, debido al libre acceso a la información científica, el hombre interpreta que puede hacerse cargo de su salud y sus dolencias por sí mismo. En tal sentido, le resulta normal adquirir ciertos medicamentos sin consultar al profesional.
Según la prescripción médica, en algunos países, entre ellos Argentina, los medicamentos se clasifican en:
• Medicamentos de venta libre, son aquellos que no requieren de receta médica para poder ser adquiridos por la población. Se destaca el empleo de la palabra “venta” y no “expendio” libre, ya que la adquisición del medicamento se hará en ausencia de un profesional que aporte su conocimiento. Los actores de este evento son el paciente y el comerciante.
• Medicamentos con receta médica, deben ser recetados por un profesional médico matriculado y reconocido por la autoridad sanitaria competente y serán dispensados en una farmacia, donde el farmacéutico no solo entrega el medicamento sino también toda información concerniente al mismo. Aparecen aquí tres actores: el paciente, el médico y el farmacéutico.
En los últimos años el consumo de medicamentos de venta libre se ha convertido en algo habitual y en ocasiones exagerado. La legislación que regula su venta ha ido cambiando con los años y recientemente, ha sido motivo de debate a raíz de las modificaciones que prohíben la venta de medicamentos de venta libre en lugares no idóneos, tales como quioscos, almacenes y supermercados.
En Argentina, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) es la autoridad sanitaria responsable de otorgar la condición de venta sin receta médica, a diferencia de aquellos que requieren de una prescripción escrita por el profesional médico. A partir de 1997, se deja constancia que para que un medicamento sea considerado de venta libre debe reunir las siguientes características (2):
• Debe estar aprobado por la ANMAT
• El fabricante debe estar autorizado y supervisado por la ANMAT
• El medicamento debe actuar sobre síntomas fácilmente reconocibles por el consumidor y que por sus características no requieren de la consulta médica.
• Debe contener información orientativa para el consumidor y recomendar la consulta al médico en caso de duda o reiteración de los síntomas
• El rótulo del medicamento debe describir adecuadamente el modo de empleo, las advertencias sobre el uso inadecuado y debe poder ser leído y entendido por cualquiera.
• Debe ser efectivo y seguro, debido al conocimiento que de él tengan los profesionales, autoridades y el consumidor, por la comprobada acción de sus componentes.
• Debe poseer las condiciones que exigen las autoridades para todos los productos farmacéuticos.
• Debe estar expuesto en los lugares de venta para garantizar el libre acceso al consumidor.
• Su precio debe ser accesible

En sociedades desarrolladas y con un nivel de educación responsable importante, las personas entienden que mantener el estado de salud requiere de cuidado, lo cual implica asumir ciertas responsabilidades y compromisos a nivel individual, familiar y social. Así, una educación responsable en términos de salud significa que los individuos conocen y entienden que para mantener el estado de salud se debe: realizar ejercicios en forma regular, evitar el alcohol en exceso, evitar el hábito de fumar, no abusar de ciertos alimentos y ejercer a conciencia la automedicación responsable (3).
Se ejerce una automedicación responsable, cuando el consumidor es capaz de reconocer signos y síntomas asociados a dolencias “típicas” o comunes tales como: dolor de cabeza, resfrío común, pediculosis, dolor de garganta, malestar estomacal, síntomas menstruales, dolor muscular producto del ejercicio físico. Además, en estos casos, el consumidor tiene acceso fácilmente a información adecuada acerca de las indicaciones de ciertos medicamentos para mejorar su situación de no-salud “pasajera” y también conoce los efectos adversos del medicamento. En estas condiciones es permitido, legal e inobjetable que un ciudadano ejerza su derecho a adquirir, protegido por una autoridad sanitaria, un medicamento sin receta médica para el tratamiento de una dolencia pasajera. Por el contrario, si una persona adquiere medicamentos que, según la autoridad sanitaria solo pueden ser adquiridos con receta médica, estamos frente a la autoprescripción, la que siempre será considerada irresponsable. La autoprescripción implica que una persona común pretende ejercer las funciones que solo están permitidas a profesionales médicos con título habilitante y matrícula otorgada por la autoridad sanitaria (4).
Se estima que un tercio de la población Argentina se automedica. La proporción es similar en lo que se refiere a medicamentos de venta libre y a los medicamentos con receta. Los analgésicos se encuentran en la amplia mayoría de medicamentos consumidos sin control médico (5).
Según datos suministrados gentilmente por el observatorio de la Confederación Farmacéutica Argentina (CoFA) (6) se registraron en el mes de abril de 2012, 705 principios activos que participan en los medicamentos de venta libre, con un total de 2986 presentaciones farmacéuticas diferentes. Las monodrogas de mayor consumo son Ibuprofeno, Paracetamol, Aspirina, Diclofenac, Omeprazol y Bromuro de N metil-hioscina,
La última ley 26567 indica que los medicamentos de venta libre ya no pueden ser comercializados fuera de las locaciones que estaban indicadas en la ley previa al decreto 2284/91. Sin embargo, el cumplimiento de la norma no es observado y ello debería ser preocupante. Los argumentos esgrimidos son tales como: “mejoras en el sector de salud por la facilidad para conseguir medicamentos”, “excesivo control perjudica a la población que deja de tratar su salud” o “los comercios pierden clientes al no poder ofrecer medicamentos”, todos ellos resultan insuficientes para sostener esta práctica si se toman en consideración los riesgos de la automedicación.
Por otro parte, se podría contra argumentar un mayor número de consultas debido a cuadros de intoxicaciones, interacciones o mala indicación terapéutica que dificulta el correcto diagnóstico y la curación si los pacientes consumen medicamentos de venta libre sin la adecuada supervisión profesional. A su vez, los farmacéuticos podrían esgrimir que su rol profesional se ve desvalorizado y que siendo referentes en el terreno de la salud pública, no puede anteponerse un interés comercial frente a la responsabilidad profesional que se le exige.
Desde una bioética con énfasis en la autonomía de los pacientes, como consumidores de productos farmacéuticos, se considera que la autonomía requiere de información, entendimiento y ausencia de coacciones. Deberíamos entonces reflexionar acerca de si la información con la que cuenta la población sobre los medicamentos de venta libre es adecuada, suficiente, entendible y de fácil acceso, si las personas entienden que un medicamento no debe ser considerado un bien de consumo masivo y que su uso debe ser supervisado por un profesional de la salud.
Finalmente, queremos llamar la atención sobre cuál es el modelo de salud hacia el cual parece estar orientada la sociedad, un modelo que responde a imperativos de consumo: consumimos consultas, consumimos prácticas, consumimos medicamentos. No siempre las necesidades en salud percibidas por la población son necesidades reales. Muchas veces se trata de necesidades inducidas, propias de las relaciones de consumo de la sociedad actual y del efecto masificador de las campañas publicitarias.
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