REGLAS SOCIALES QUE CONDICIONAN LA ESPONTANEIDAD DE LAS EMOCIONES EN LA EXPRESIÓN FACIAL - Red Científica Iberoamericana (RedCIbe)

Red Científica Iberoamericana

REGLAS SOCIALES QUE CONDICIONAN LA ESPONTANEIDAD DE LAS EMOCIONES EN LA EXPRESIÓN FACIAL

Marcelo E Rodríguez Ceberio1 y Sonia E. Rodríguez2
1Psicólogo, Director, Escuela Sistémica Argentina, Universidad de Flores, Ciudad de Buenos Aires, Argentina
2Psicóloga, Coordinadora, Departamento Académico, Universidad de Flores, Ciudad de Buenos Aires, Argentina

Ciudad de Buenos Aires, Argentina (SIIC)

Lo espontáneo de la expresión emocional debe ser pensado considerando el contexto que limita o expande el gesto de acuerdo con la rigidez o flexibilidad de sus reglas. De tal manera, al decir que la espontaneidad de un gesto es regulada por una regla nos hallamos envueltos en una paradoja.

Lo espontáneo logra existir frente a lo voluntario; no obstante, ello parece desvanecerse cuando se piensa en lo paradójico de este término, ya que aun aquel gesto espontáneo está previamente configurado por nuestro modelo de conocimiento.

Es indudable que la comunicación no verbal es el lenguaje predominante y la gestualidad del rostro es su gran protagonista. La gestualidad expresada en el rostro constituye una fuente primaria para comunicar las emociones básicas e intenciones y, por ello, juega un papel fundamental en la regulación de las interacciones sociales.
Las emociones básicas: alegría, tristeza, miedo, sorpresa, ira, asco y desprecio se presentan en el rostro de una manera universal, ya que poseen expresiones distintivas que trascienden la raza y cultura tanto del que las expresa como del observador. No obstante, también estas expresiones están relacionadas con la cultura y el contexto cuando las reglas de expresión recursivamente se entremezclan con tal universalidad.

El contexto hace referencia al entorno natural y social o sistémico como también a la cultura, y constituye una de sus múltiples dimensiones.
Por otra parte, el contexto es entendido como una gran matriz de significados que impregna las acciones y posibilita codificar las acciones y también delimitarlas, es decir que el contexto pauta qué se debe hacer e interpretar, tanto para las acciones propias como para las de nuestros interlocutores. De aquí se desprende que la expresión de las emociones, en tanto la conducta, es regida por normas que determinan qué es lo esperado en cada contexto y situación social, lo cual impacta directamente en el grado de expresividad.

Este grado de expresión está pautado por las reglas de expresión (display rules), es decir el conjunto de normas culturales que determinan y modifican la expresión de las emociones a través de representaciones cognitivas que guían a la persona para manifestar sus emociones dependiendo de las circunstancias sociales y de aquello que allí es lo aceptable. Cada cultura determina las normas que señalan quién y frente a quién podrán manifestarse determinadas experiencias emocionales.

Entonces, las reglas de expresión son normas implícitas demarcadas por la cultura y “que manipulan la gestualidad de manera silenciosa”. Esto coloca en discusión la espontaneidad del lenguaje no verbal en general, puesto que los gestos, de alguna manera, están pautados por el contexto, no son libres, ya sea porque son limitados por una orden externa o porque implícitamente el contexto impone la limitación de la expresión de cualquiera de las emociones básicas a una gestualidad determinada.

En esta dirección, las emociones están atentas, por así decirlo, a los estímulos contextuales que las influyen y modifican en su expresión. Las reglas de expresión, que emergen determinadas por la cultura del contexto que las crea, muestran que la gestualidad propiamente dicha posee un quantum de adaptabilidad interaccional fundamentado en la norma tácita que impone el hábitat.

En este sentido, la libertad en la expresión emocional resulta en un mayor o menor rango de posibilidades, que depende de las diferentes situaciones sociales. Todo el desarrollo gestual, en su neurofisiología, sus aspectos cognitivos e interaccionales, como expresión de las emociones básicas, se hallan bajo el patrimonio implícito de las reglas de expresión de la sociocultura. Podemos plantear la hipótesis de que, en cierta manera, se desmitifica la espontaneidad del lenguaje gestual, por lo tanto, tal espontaneidad está condicionada a las reglas de expresión del contexto.

Desde una epistemología sistémica y compleja, claramente se rompe con el dualismo cartesiano que polariza lo espontáneo o no espontáneo, asociando la espontaneidad con el territorio de lo emocional, y lo no espontáneo con la razón, puesto que ambas fracciones que se apropian de tales determinaciones terminan por interinfluirse.

Si fundamentalmente el vehículo de expresión de las emociones refiere a la gestualidad y, como tal, siempre se afirmó que la gestualidad es espontánea, y que el lenguaje gestual es indominable y escapa al control cognitivo y social, tal como lo pusimos de manifiesto, las reglas del contexto pautan las expresiones emocionales, envolviéndonos en una paradoja. Es el contexto el que dice sé espontáneo, mientras opera como un marco regulatorio de la gestualidad.

No somos libres, entonces, siempre nos hallamos encauzados por reglas: reglados por nuestro modelo epistemológico, por nuestro sistema interaccional y por nuestra biología; y, si el último bastión de libertad creíamos que era la expresión espontánea de las emociones, la investigación científica ha apagado nuestra ilusión.



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