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Stiglitz opina: preservar la propiedad intelectual para las vacunas covid-19 es inmoral y absurdo
The Washington Post, Washington, EE.UU. 6 Mayo, 2021

Transcurrió un solo día desde que el presidente de EE.UU., anunciara su acompañamiento a la propuesta de exención de propiedades intelectuales y patentes que siete meses atrás presentaran la India y Sudáfrica en el seno de la Organización Mundial de Comercio.

Es probable que la decisión de Joe Biden incentive la discusión de los países centrales, defensores de los intereses de las corporaciones farmacéuticas que integran la conducción de este capitalismo central, beligerante e inhumano.
Sin embargo, la sola tardanza por parte de la OMC en abordar orgánicamente la exención determinaría una nueva postergación del proyecto al que deben sumarse los diez meses anteriores de la pandemia.
Estas postergaciones infinitas afirman las fenomenales ganancias de las empresas monopólicas e incrementa la incontenible ola de infecciones y muertes que sufre la población mundial carente de vacunas. 

La promocionada comunicación de la Casa Blanca huele a marketing político y especulativo; mientras se revisan las posturas se perfeccionan los acaparamientos de los países ricos, las restricciones a las exportaciones de complementos vacunales, los encarecimientos de los insumos monopolizados, las demoras rentables de entregas, la delegación en el programa de caridad lucrativa Covax, las alternativas engañosas de la OMC, etc.

Es primordial creer en la capacidad productiva e intelectual de los países del Sur global, como  los denomina Stiglitz en el escrito que acompañamos. 

Tradujimos por completo el texto de Joseph Stiglitz y Lori Wallach cuya vigencia permanece intacta pese a las nuevas de su presidente Biden. 

Rafael Bernal Castro
SIIC


Opinión: preservar las barreras de propiedad intelectual para las vacunas covid-19 es moralmente incorrecto y absurdo
*

Por Joseph E. Stiglitz y Lori Wallach
para Washington Post, 26 de abril, 2021

Las nuevas variantes de covid-19 se están extendiendo rápidamente. Un brote en cualquier lugar podría conducir a una cepa más mortal o infecciosa que se irradie por todo el mundo.

Entonces, ¿por qué, después de tres meses de lograr un gran progreso en la vacunación nacional, el presidente Biden no puso fin a una política contraproducente de la administración Trump que obstaculiza una iniciativa global para aumentar el acceso a las vacunas y tratamientos covid-19?
Más de 100 países apoyan una exención temporal de algunas reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que garantizan a las empresas farmacéuticas el control monopolístico sobre la cantidad de medicamento que se produce, pero Estados Unidos sigue oponiéndose.

Si  en octubre pasado, cuando algunos países lo propusieron, los miembros de la OMC hubieran acordado renunciar a aspectos de la propiedad intelectual relacionada con el comercio de medicamentos covid, las naciones pobres evitarían la espera de vacunas hasta 2024, como se proyectaba.

Renunciar a los derechos de propiedad intelectual para que los países en desarrollo pudieran producir más vacunas supondría una gran diferencia para alcanzar la inmunidad colectiva mundial. De lo contrario, la pandemia se desatará en gran medida sin paliativos entre una parte significativa de la población del planeta, lo que provocará un aumento de las muertes y un mayor riesgo de que una variante resistente a las vacunas vuelva a bloquear el mundo.

Cobertura completa de la pandemia de coronavirus
Las corporaciones farmacéuticas afirman que el problema no son las barreras de propiedad intelectual, sino que las empresas de los países en desarrollo no tienen la habilidad para fabricar vacunas covid-19 basadas en nuevas tecnologías. La postura es egoísta y está mal .

Las empresas del Sur global ya están fabricando vacunas covid-19. Por ejemplo, Aspen Pharmacare de Sudáfrica ha producido cientos de millones de dosis de la vacuna de Johnson & Johnson, aunque solo una fracción de ellas fue para los sudafricanos.
Otras corporaciones farmacéuticas simplemente se niegan a trabajar con fabricantes calificados en países en desarrollo, bloqueando efectivamente una mayor producción.

Estas empresas no persiguen por objetivo el acceso global sino vender a mercados rentables. Esto aclara por qué la propuesta de la "tercera vía" de la Directora General de la OMC, Ngozi Okonjo-Iweala es una distracción y no una solución: promueve más de los mismos viejos acuerdos voluntarios controlados por la industria.

Ninguno de los creadores de vacunas ha compartido tecnologías con países pobres a través del Grupo voluntario de acceso a la tecnología Covid-19 de la Organización Mundial de la Salud .
El programa global Covax , que tiene como objetivo vacunar al 20 por ciento de las poblaciones más vulnerables de los países en desarrollo, ha administrado alrededor de 38 millones de dosis a 100 países; mientras tanto, Estados Unidos administra 3 millones de dosis diarias.

No hay forma de vencer al covid-19 sin aumentar la capacidad de producción de vacunas. Y parte de la producción debe ubicarse en el Sur Global por una serie de razones, incluida que la pronta supresión de nuevas variantes es la forma con que evitaremos más muertes y cuarentenas.

Una exención aumentaría inmediatamente la influencia del gobierno sobre los fabricantes de vacunas que se niegan a licenciar la tecnología. Las empresas podrían optar por expandir la producción negociando con gobiernos, proveedores alternativos e iniciativas globales, o arriesgarse a que los gobiernos los eludan y fuercen la transferencia de tecnología.

Una exención también proporcionaría seguridad jurídica a los gobiernos e inversores que se inclinan a reutilizar la fabricación farmacéutica existente o construir nuevas instalaciones, pero temen la responsabilidad que acarrea la propiedad intelectual. Además, impulsaría la producción de tratamientos covid-19 que no están disponibles en gran parte del mundo, así como pruebas de diagnóstico y productos de la cadena de suministro de vacunas.

El principio de que todos los países deben tener acceso a la propiedad intelectual relacionada con los medicamentos ya ha sido aceptado por la comunidad internacional. A principios de la década de 2000, cuando millones de personas sin acceso a  medicamentos murieron de SIDA, los miembros de la OMC aclararon que los países tienen “flexibilidad” para emitir licencias obligatorias.
Durante el pánico de 2001, Estados Unidos amenazó con recurrir a esta opción con la ciprofloxacina, un tratamiento para el ántrax. Si alguna vez hubo un momento para invocar este principio, es ahora.

Desafortunadamente, las compañías farmacéuticas han hecho constantemente todo lo posible para preservar su control del monopolio. Incluso hoy, mientras luchan contra la exención y argumentan que los derechos de licencia obligatoria existentes son suficientes, presionan al gobierno de los Estados Unidos para que sancione a los países que usan esa herramienta.

Estas corporaciones también han socavado esta opción al construir gruesas barreras de propiedad intelectual. Fortalecen sus monopolios registrando derechos exclusivos sobre diseños industriales y la no divulgación de datos como secretos comerciales y pruebas, además de numerosas patentes y derechos de autor para cada medicamento. Cada elemento requeriría una licencia y es posible que las flexibilidades de la OMC ni siquiera los abarquen a todos.

Para complicar las cosas, es casi imposible de coordinar entre países conceder licencias obligatorias “producto por producto” y “país por país” para medicamentos con cadenas de suministro globales complejas, como las vacunas covid-19.

Es aún más ridículo el argumento de las compañías farmacéuticas cuando advierten que renunciar temporalmente a sus monopolios para los medicamentos covid-19 socavaría su capacidad para responder a la próxima crisis de salud. Los gobiernos transfirieron más de 110.000 millones de dólares a las empresas farmacéuticas para financiar la investigación y la producción, por lo que afrontan un riesgo mínimo y ganan miles de millones con la venta de vacunas.
El mercado de las vacunas covid-19 es, literalmente, el mundo entero, por lo que cualquier fabricante de vacunas exitoso puede obtener grandes beneficios incluso con la transferencia de tecnología.

Cualquier retraso en garantizar la mayor disponibilidad de vacunas y terapias es moralmente incorrecto y absurdo, tanto en términos de salud pública como de economía . La exención es un primer paso fundamental.


* Washington Post 
Opinion: Preserving intellectual property barriers to covid-19 vaccines is morally wrong and foolish
Joseph E. Stiglitz, co-receptor del Premio Nobel de Ciencias Económicas en 2001.
Lori Wallach, directora de Public Citizen's Global Trade Watch
26 de abril, 2021

https://www.washingtonpost.com/opinions/2021/04/26/preserving-intellectual-property-barriers-covid-19-vaccines-is-morally-wrong-foolish/
Página consultada el 6 de mayo, 2021