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Covid-19, crisis y energía: aportes a la des-mercantilización
OETEC, La Plata, Argentina 19 Noviembre, 2020

La conclusión de la investigación se resume en esta frase que acentúa "la inherente contradicción que implica tener entidades con fines de lucro responsables de brindar un servicio esencial para la vida y el bienestar humanos".

Por Belén Ennis
Profesora en Sociología por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Directora General del Observatorio de la Energía OETEC. Docente e Investigadora


Como toda crisis, la provocada por la Covid-19 expuso y profundizó un alto número de desigualdades a escala mundial, entre ellas, las relacionadas con el acceso a la energía. Las mismas, se recrudecen aún más en aquellos países que han sufrido históricamente procesos de expoliación y mercantilización energética. 

Según un estudio publicado recientemente por la revista científica Energy Research & Social Science*, la crisis del Coronavirus es también una crisis de soberanía energética dado que ilumina y agrava los problemas de ella derivados. En tal sentido, el debate por la autodeterminación y la toma de decisiones soberanas en torno a la energía es un tema clave en el contexto de la pandemia.

Covid-19 y la crisis de soberanía energética
La investigación titulada Las crisis energéticas reveladas por el Covid-19: intersecciones entre indigenismo, inequidad y salud, lleva la firma de siete especialistas en la materia y comienza asegurando que la pandemia del Covid-19 no sólo es una crisis de índole sanitaria sino también un problema social, económico y de justicia que devela otras múltiples crisis subyacentes de las sociedades.

Una de ellas está relacionada con el factor energético y la toma de decisiones -soberanas o no- en torno a la energía. De hecho, los autores afirman que el virus expuso en muchas naciones una crisis de soberanía energética de, al menos, cuatro formas.

En primer lugar, muchas personas en el mundo ven comprometido su pleno acceso a la salud debido a la falta de servicios energéticos básicos que les permitan una buena atención sanitaria. Cuando el Covid-19 emerge en estas áreas se constata "una disminución en la capacidad de acceder, por ejemplo, a ventiladores para la atención médica dado que el servicio eléctrico es insuficiente o no existe", explican los autores.

"En muchos casos, estas regiones del mundo han sufrido siglos de explotación colonialista, incluida la extracción de materias primas para proporcionar servicios energéticos a terceros", agregan los especialistas. De modo que estos grupos sociales terminan sufriendo la pobreza energética derivada de la expoliación de sus recursos naturales.

En segundo término, algunos individuos son más vulnerables al Covid-19 por estar expuestos de una forma más agresiva a la contaminación ambiental asociada a la producción de energía. El artículo de Energy Research & Social Science asevera en tal sentido que "las comunidades marginadas son las que más sufren los impactos de la contaminación del aire debido a las desigualdades en la valoración de la propiedad y la disponibilidad de viviendas asequibles". Además, es sabido que la contaminación del aire afecta el funcionamiento de los sistemas cardiovascular y respiratorio en aquellas personas con mayores vulnerabilidades, facilitando la incidencia negativa del virus justamente en dichos sistemas.

Un tercer aspecto relacionado con las crisis que expone el coronavirus en materia de energía tiene que ver con el tratamiento o la organización de los servicios públicos energéticos como bienes de consumo o mercancías. A pesar de tratarse de "servicios vitales para el bienestar humano", el estudio afirma que la ciudadanía tiene restringido el acceso" según su poder adquisitivo.

"Las personas de todo el mundo se enfrentan a una pérdida de ingresos, lo que significa una reducción en su capacidad para pagar por los servicios energéticos". Consecuentemente, "sólo acceden a la energía en la medida que puedan pagar por ella", indican sus autores. Es por ello que en todas partes del mundo los estados implementaron políticas públicas tendientes a proteger a los usuarios y usuarias de dichos servicios impidiendo, por ejemplo, los cortes por impago.

Finalmente, el cuarto y último factor develado por la crisis del Covid-19 en el ámbito energético se relaciona con los negociados en torno a la energía. "La crisis de la Covid-19 creó una ventana de oportunidades para que los intereses corporativos se involucren en la búsqueda agresiva de agendas energéticas que perpetúen los sistemas energéticos controlados por las empresas", señalan los especialistas.

En estos grandes negocios realizados en todo el mundo a expensas de la seguridad jurídica y energética de las sociedades cabe remarcar la complicidad de los distintos gobiernos que han sido cooptados y/o controlados a través de las corporaciones. 

A propósito, analizando el problema desde la perspectiva de las comunidades tribales estadounidenses, los autores argumentan que "la pandemia del Covid-19 ha creado una oportunidad para que poderosos intereses energéticos usurpen el proceso regulatorio", de manera tal que, mediante diversos mecanismos, las empresas tratan de evadir los controles estatales.


Pandemia y energía: el centro del eje
La investigación de Energy Research & Social Science demuestra cómo la pandemia (mediante la crisis de los cuatro factores analizados anteriormente) termina impactando negativamente en la soberanía energética de las naciones. Por tal razón afirma que donde los sistemas energéticos están organizados por el lucro y fuera del control comunitario, el coronavirus deja entrever más crudamente su impacto sobre las decisiones (autodeterminación) que las sociedades toman en materia de energía.

Se trata de un oxímoron. En palabras de los investigadores: "Obtener ganancias y brindar servicios públicos esenciales son motivaciones fundamentalmente contradictorias" que ponen en riesgo el derecho soberano de los pueblos sobre sus recursos energéticos y sus "decisiones en torno a las fuentes, escalas y formas de propiedad y acceso" a la energía.

La raíz hay que hallarla en el proceso de mercantilización que sufren los servicios públicos energéticos en gran parte del mundo. Desandar y revertir dicho proceso se vuelve absolutamente necesario si el fin es terminar con una concepción de la energía como bien de lujo (mercancía).

Soluciones a la crisis: Estado y políticas públicas
Como venimos remarcando, el estudio aquí analizado demuestra cómo la crisis del Covid-19 expone y exacerba las desigualdades globales y locales en torno al acceso a la energía como servicio público que debería garantizarse de forma esencial, con eje en el bienestar sanitario y social.

En este sentido, los autores plantean que las problemáticas descriptas comenzarían a solucionarse con la creación de sistemas energéticos a la altura de las circunstancias actuales y las necesidades de las distintas poblaciones, las cuales deben también contar con las herramientas y los saberes que les permitan tomar decisiones informadas en materia de energía. En definitiva, empoderarse.

Debido a la carencia histórica y contemporánea de soberanía energética "la mayoría de las personas, pero especialmente las que pertenecen a grupos socialmente vulnerables, marginados u oprimidos, no han tenido derecho a decidir sobre sus sistemas energéticos debido a la falta de justicia social", sostienen.

En todo momento, pero particularmente durante la pandemia, los sectores sociales con mayores vulnerabilidades necesitan de la energía. La supervivencia de los mismos depende en buena medida "de su capacidad para controlar la temperatura en sus hogares, usar un acondicionador de aire para aliviar el estrés respiratorio, refrigerar medicamentos, almacenar y preparar alimentos y operar equipamiento médico", indican los investigadores. 

Asimismo, la buena prestación energética resulta fundamental para la clase media y aquellos que, afortunadamente, han logrado mantener sus empleos. "Se produjo un cambio en la carga de los gastos energéticos desde las empresas hacia las personas (por ejemplo, electricidad para computadoras y equipos de telecomunicaciones y combustible para automóviles personales)", explican con tino los especialistas.

Si los gobiernos buscan que la población permanezca en sus casas para "aplanar la curva" de los contagios y las muertes, los hogares o lugares donde refugiarse en sí mismos deben ser seguros y cómodos. En este sentido, el estudio recomienda la aplicación de políticas públicas favorables a los usuarios y usuarias de los servicios energéticos.

Medidas como "la condonación de deudas y tarifas orientadas a los ingresos" servirán para aminorar el peso de "las familias trabajadoras que tendrán dificultades para ponerse al día con la deuda de los servicios públicos mucho después de que la crisis disminuya", destacan. Pero advierten que estas "restricciones temporales para cortar el acceso a la energía o cobrar por los servicios energéticos" no deben agravar "las injusticias económicas futuras" ni "cargarse a los usuarios" después de la pandemia.

La conclusión de la investigación se resume en esta frase que acentúa "la inherente contradicción que implica tener entidades con fines de lucro responsables de brindar un servicio esencial para la vida y el bienestar humanos".

La energía y su prestación no pueden estar condicionadas por el afán de obtener exorbitantes ganancias a costa de la seguridad jurídica y energética de las sociedades, o lo que es lo mismo, la energía y los servicios públicos asociados a ella no pueden permanecer vedados a las grandes mayorías sociales.

Y dado que toda crisis funciona como un parte-aguas histórico, las problemáticas energéticas agravadas por la Covid-19 pueden ser el puntapié inicial que nos sirva, en tiempos sanitarios, para comprender que la salud energética de una Nación es también la salud energética de su pueblo y de su aparato productivo e industrial.

Ubicar a la energía en el lugar que le corresponde equivale a ponerla definitivamente al servicio del desarrollo, la justicia social, la soberanía y los derechos humanos. En otras palabras, en vías de su des-mercantilización.


* Energy Research & Social Science, Volumen 68 (2020). Ed. Elsevier.
https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S221462962030236X?via%3Dihub