Resúmenes amplios

LOS ANTIEPILÉPTICOS NO AUMENTAN EL RIESGO DE SUICIDIO EN LOS PACIENTES BIPOLARES


Chicago, EE.UU.
Las drogas antiepilépticas son utilizadas para el tratamiento de los pacientes con trastorno bipolar. A pesar de lo informado por la Food and Drug Administration (FDA), su administración no aumentaría el riesgo de suicidio en pacientes bipolares.

Archives of General Psychiatry 66(12):1354-1360

Autores:
Gibbons RD, Hur K, Brown H, Mann JJ

Institución/es participante/s en la investigación:
University of Illinois at Chicago

Título original:
Relationship Between Antiepileptic Drugs and Suicide Attempts in Patients with Bipolar Disorder

Título en castellano:
Relación entre las Drogas Antiepilépticas y los Intentos de Suicidio en Pacientes con Trastorno Bipolar

Extensión del  Resumen-SIIC en castellano:
2.61 páginas impresas en papel A4
Introducción y objetivos Independientemente de su utilidad para el tratamiento de los pacientes con epilepsia, las drogas antiepilépticas (DAE) se emplean en sujetos con trastornos del estado de ánimo y neuralgia del trigémino. En marzo de 2005, la Food and Drug Administration (FDA) solicitó estudios clínicos aleatorizados acerca del riesgo de suicidio asociado con el tratamiento con DAE. Dicha información fue empleada para efectuar un metanálisis que incluyó 199 ensayos realizados en 43 892 pacientes. De acuerdo con los resultados, el 0.43% de los individuos tratados con DAE presentó tendencia suicida. Esto se verificó en el 0.22% de los pacientes que recibieron placebo. Con posterioridad, la FDA alertó sobre el aumento del riesgo de conducta o ideación suicida asociado con el tratamiento con DAE. No obstante, no incluyó una leyenda con la advertencia del riesgo en cada producto. Debe considerarse que la tendencia suicida es un aspecto importante entre los pacientes bipolares y que el tratamiento es de utilidad para disminuirla. Por lo tanto, resulta interesante evaluar el riesgo de suicidio entre los sujetos con trastorno bipolar tratados con DAE en comparación con los pacientes que no reciben dicho tratamiento. Por otra parte, la FDA alertó sobre el riesgo de suicidio asociado a 11 DAE en conjunto a pesar de que poseen diferentes mecanismos de acción. El presente estudio se llevó a cabo para evaluar la asociación entre la monoterapia con DAE y el riesgo de intento de suicidio en pacientes bipolares. La evaluación exclusiva de sujetos en monoterapia permitió descartar el efecto de la resistencia al tratamiento. Asimismo, se consideró la terapéutica concomitante con otras drogas y el antecedente de intentos de suicidio antes del diagnóstico. Pacientes y métodos Para llevar a cabo esta investigación se obtuvo información de la PharMetrics Patient Centric Database correspondiente al período comprendido entre 2000 y 2006. Los 47 918 pacientes seleccionados reunían los criterios de la novena revisión de la Clasificación Internacional de las Enfermedades (CIE-9) para el diagnóstico de trastorno bipolar. De ellos, 1 226 habían presentado al menos un intento de suicidio. Sólo se evaluaron los sujetos que recibían monoterapia con una DAE o litio. No obstante, se consideró el tratamiento concomitante con antidepresivos, otros anticonvulsivos y antipsicóticos. Los grupos de comparación estuvieron integrados por pacientes no tratados con DAE o litio o que no recibían droga alguna con efectos sobre el sistema nervioso central. Resultados Un total de 13 385 pacientes habían sido tratados con una DAE, en tanto que 25 432 no recibieron DAE ni litio. El 44% de estos últimos tampoco recibían otras drogas con acción sobre el sistema nervioso central. Luego del tratamiento, el índice de intentos de suicidio entre los pacientes que recibieron DAE o litio fue comparable al observado en los sujetos no tratados. Tampoco se verificaron diferencias significativas al respecto al comparar el tratamiento con cada DAE. No obstante, el empleo de topiramato o carbamazepina se asoció con un riesgo de intento de suicidio significativamente superior en comparación con lo registrado en ausencia de tratamiento. También se observó un aumento leve del riesgo entre los pacientes tratados con litio en comparación con aquellos que no recibían tratamiento. En general, el riesgo de suicidio asociado con la utilización de DAE fue inferior en comparación con el vinculado al tratamiento con litio. Debe considerarse además que dicho riesgo durante la etapa previa al tratamiento no fue significativamente más elevado entre los pacientes que recibieron litio. El riesgo de intentos de suicidio fue significativamente mayor durante la etapa previa al tratamiento con DAE en comparación con lo observado luego de éste con excepción de los pacientes que recibieron topiramato o carbamazepina. Asimismo, los sujetos que recibieron DAE presentaron un riesgo de intentos de suicidio significativamente superior antes del tratamiento en comparación con los pacientes que no recibieron tratamiento. En consecuencia, es posible afirmar que los sujetos tratados con DAE presentaban un cuadro clínico más grave antes de recibir tratamiento. Lo mismo se verificó al evaluar la terapia con litio. La frecuencia de intentos de suicidio fue significativamente superior entre los pacientes que no recibieron drogas con acción sobre el sistema nervioso central en comparación con aquellos tratados con DAE. De hecho, el empleo de DAE se asoció con una disminución significativa del riesgo de intentos de suicidio comparado con la ausencia de tratamiento a pesar de la elevada gravedad del cuadro clínico antes de su inicio. De acuerdo con el análisis de sensibilidad llevado a cabo, el tratamiento con DAE se vinculó con una disminución significativa del riesgo de intentos de suicidio. De hecho, la frecuencia de intentos de suicidio disminuyó a medida que transcurrió el tiempo, y decreció aun más en presencia de antecedentes de dicha conducta. El riesgo de intentos de suicidio previo al tratamiento fue significativamente superior en el grupo que recibió una DAE en comparación con el grupo que no fue tratado. En cambio, luego del tratamiento no se verificaron diferencias al respecto entre ambos grupos. Discusión De acuerdo con los resultados del presente estudio, el empleo de DAE no aumenta el riesgo de intentos de suicidio en comparación con la ausencia de tratamiento o la administración de litio. Además, los pacientes tratados con DAE presentaron una frecuencia significativamente superior de intentos de suicidio antes de la terapia en comparación con los sujetos que no recibieron tratamiento alguno. Esto podría indicar que la gravedad de la enfermedad es significativamente mayor entre los pacientes que reciben litio o DAE en comparación con los sujetos no tratados. De todos modos, el riesgo de intentos de suicidio luego del tratamiento fue similar al verificado entre los pacientes que no lo recibieron. Por lo tanto, los autores sugieren que el tratamiento disminuyó significativamente el riesgo de intentos de suicido entre los pacientes bipolares. Es posible que la administración de DAE tenga un efecto protector ante el riesgo de intentos de suicidio. Los resultados obtenidos coinciden con lo informado en estudios anteriores. Si bien el topiramato y la carbamazepina no produjeron una disminución significativa de la frecuencia de intentos de suicidio, tampoco la aumentaron. Los resultados no se modificaron al considerar la cantidad de intentos de suicidio por persona o la duración de la monoterapia. Puede afirmarse que el tratamiento con DAE provocó una disminución significativa de la frecuencia de intentos de suicidio ya que los pacientes que las recibieron presentaban una frecuencia elevada de intentos de suicidio antes del tratamiento. Los beneficios del empleo de DAE fueron aun mayores en presencia de riesgo elevado de intentos de suicidio ya que en dichos casos la disminución resultó aun más marcada en comparación con la observada en pacientes menos graves. Las diferencias entre los resultados del presente estudio y los registrados por la FDA podrían deberse a que aquella investigación se realizó sobre la base de los informes de eventos adversos relacionados con la ideación y la conducta suicida. En cambio, en este trabajo sólo se consideró el riesgo de intentos de suicidio. Además, en el análisis efectuado por la FDA, la mayoría de los eventos relacionados con el suicidio se verificaron al administrar lamotrigina o topiramato. En cambio, el resto de las DAE no provocaron una tendencia suicida significativa. Es necesario destacar que mientras que algunas DAE como el divalproato regulan el estado de ánimo, otras como la lamotrigina tienen efectos antidepresivos. En cambio, drogas como el topiramato y el gabapentín no poseen dichos efectos. Además, hay DAE como el levetiracetam que aún no se evaluaron de manera adecuada para el tratamiento de los pacientes con trastorno bipolar. De acuerdo con lo observado, la frecuencia de intentos de suicidio luego del tratamiento con carbamazepina y topiramato es elevada en comparación con la registrada luego del tratamiento con divalproato. Dichas diferencias no pueden explicarse adecuadamente al considerar la eficacia terapéutica general de las drogas. Entre las limitaciones del presente estudio se destaca que sólo se tuvo en cuenta la información relacionada con las solicitudes de tratamiento. Esto podría resultar en una subestimación del número de intentos de suicidio. En segundo lugar, no se obtuvo información sobre los suicidios consumados en la población de pacientes evaluada. Tampoco se evaluó la intensidad del tratamiento y los participantes no fueron distribuidos de manera aleatoria para recibir las drogas. Por último, no se llevaron a cabo entrevistas psiquiátricas estructuradas para diagnosticar a los pacientes ni se consideró el cumplimiento terapéutico. Conclusión El tratamiento con DAE no aumentaría el riesgo de intentos de suicidio en pacientes con trastorno bipolar. De hecho, tanto la administración de litio como el empleo de la mayoría de las DAE se asociaron con una disminución del riesgo de suicidio en comparación con lo observado antes del inicio del tratamiento. Además, las DAE provocaron una mayor disminución del riesgo en comparación con lo registrado entre los pacientes que no recibieron tratamiento farmacológico aunque la frecuencia de intentos de suicidio previa a este último fue tres veces más elevada en el primer grupo.

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